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Esta es la pequeña historia del Rakusa, la
crónica de sus días, de nuestros sueños, nuestras
alegrías. La crónica de cinco años que cambiaron
nuestras vidas.
No está todo. Quedan las historias que
guardamos en nuestra memoria y que nos
pertenecen a cada uno de nosotros. Este es el
ambiente, el escenario en donde viven.
Aquí están otra vez; pedazos del Rakusa,
pedazos de nosotros, de lo que fuimos, y quizás,
de lo que alguna vez seremos.
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A Carmela, Nico
y todos los que fuimos
El Rakusa
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“De aquel amor, de música ligera…”, decía la
canción, y en nuestras almas, y en nuestras vidas, se iba
escribiendo una historia.
Nuestra última noche, nuestro desencuentro, la
entrada a nuestra memoria.
“Todos giran y giran, todos bajo el sol, se proyecta
la vida, mariposa tecnicolor…”
Allí estábamos, muchos de los que teníamos que
estar, de cerca o de lejos, despidiendo a esa mariposa
que a veces vuelve con aquellos colores y nos hace
sonreir.
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MONTAMOS EL GIM
El local
el alquiler del local
el techo del local
el vinil del piso del local
la pintura de las paredes del local.
Las máquinas de Nico;
en la fábrica
en la casa
en la aduana,
el transporte
el chofer
los lockers
-rojos -,
los baños
los espejos
los espejos de los baños,
los pipoticos de los baños
las pesas
las barras
los discos
las mancuernas
las colchonetas
la pancarta
el logo
la publicidad
la oficina;
el escritorio
las sillas
las tarjetas
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la papelería
el televisor
los videos
la música
los instructores
los sueldos de los instructores
los horarios
el precio
el precio especial
el examen de termodinámica;
todo,
todo,
todo, para hoy.
Y hoy abrimos. Se ve extraño, artificial, irreal…,
claro!, es que no hay nadie…, pero un momento, ahí
viene alguien.
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ALUMNOS PIONEROS
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Y personas como la señora Rosaura, el joven
Ubaldo, alias “Robocop”, el “Maracucho”, Severina, con su
acento italiano, Leonor, el señor Virgilio, Fredy, mi amiga
Elizabeth, y tantos otros que se fueron sumando, quien
sabe por qué fundamento desconocido, a esto que se
estaba formando y que todos llamábamos simplemente
“El Rakusa”.
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NOSOTROS; “LA TRIPULACION”.
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“chupeta de ajo”, por el tono displiciente que dirigía a
sus interlocutores.
En el fondo, todo esto a nosotros nos causaba
mucha gracia, y no eran pocas las damas que disfrutaban
siendo objeto de obligada atención de este gélido joven.
Estos eran nuestros muchachos: uno, un derroche
de corpulencia y el otro, un ego sublimado.
El resto éramos Olga, nuestra colaboradora y
amiga de siempre, mi hermana Carmela, abogado, mi
hermano Nicolás “Nico”, y yo Carolina “Carola”,
estudiantes de ingeniería, que nunca habíamos estado en
un gimnasio de pesas, ni conocíamos ninguno, ni
habíamos pensado abrir uno y que, por un imperativo
oculto del destino, nos encontramos con un espacio lleno
de equipos dentro de una escuela de karate, y con gente
que quería pagar por utilizarlos.
Todo estaba dado, sólo nos dejamos llevar.
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TODOS LOS DIAS (I)
- no cobrábamos inscripción
- no teníamos límites de horario
- nunca nadie dejó de entrenar por no haber
cancelado (incluso instituimos, en la intimidad, un premio
imaginario; “El Molinari de Oro”, para honrar a algún
cliente excepcionalmente moroso. Con el paso de los
años tuvimos cuatro honrosos recipientes).
- teníamos un modesto equipo de sonido y un
televisor, en donde todos libremente poníamos la
música o los videos que queríamos.
- Teníamos un teléfono que todos podían utilizar si
cancelaban la llamada, a menos de que no tuvieran cómo
hacerlo, que era las más de las veces; en cuyo caso era
gratis.
- Leíamos muchísimo, todo el día, desde las
últimas publicaciones deportivas hasta la
Divina Comedia de Dante, y siempre había un
lugar para la poesía. Había gente que venía al
gimnasio sólo a hablar, a comentar algo, a
mostrarnos un poema o un lindo dibujo.
Vivíamos en un estado idílico de calidéz, de
fraternidad, de creatividad, de alegría. Todo era nuevo y
todo estaba por hacer. Todo era una aventura, todo era
un chiste , todo era un juego.
Había un enredo bien llevado, un caos con orden
propio, que todos consentimos en permitir y
protagonizar.
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Había una sensación de bienestar, de que todo
estaba bien y de que todo era posible.
Había una cierta magia; recuerdo que alguna
noche me atreví a interrumpir la clase de aeróbicos sólo
para mostrarles a todos lo espléndida que estaba la luna.
Había algo, no sé… quizás es que éramos jóvenes.
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Había momentos de tanta calma!…, momentos en
los que sólo leíamos. Martín me decía que debíamos
haber abierto una biblioteca, en vez de un gimnasio.
La gente llegaba a media mañana y al final de la
tarde y todo se iluminaba.
La señora Petra ya terminaba cuando Ubaldito,
alias “robocop” comenzaba sus interminables e
imperturbables series.
Algunas señoras se esforzaban por robarle una
sonrisa a “chupeta de ajo”, pero él no se dejaba.
“El mohicano”, y Nano hacían el trabajo duro.
Alguna joven se iniciaba en “las pesas”, alguna otra
trataba de captar la atención de Martín, bajo la estricta
vigilancia de su novia, y él permanecía tranquilo en su
protagonismo.
Llegaba Marcos con el último chiste o el último
paso de baile y en la otra parte del local, la que no nos
pertenecía, se oían las estridencias de una clase de
aeróbics o los gritos de un entrenamiento de karate. Nico
mantiene a un grupo cautivo con alguna historia y mi
hermana y yo leemos, atendemos a alguien, o buscamos
refugio a nuestra soledad apoyadas en las ventanas,
perdiéndonos en la oscuridad de la noche.
Karatecas van y vienen y en nuestro televisor,
“welcome to the jungle”, de Axel Rose, suena por tercera
vez.
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NOSOTROS MISMOS PERO OTROS
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Elvis Presley
Pecho de paloma
Magú
Manuel“Manolo”
Vampi
El pequeño
Jim Morrison
Alejandro “cuchillo”
Jesús “El hombre fuerte del Rakusa”
Oscar “El Magnífico”
Domingo “Dimanche”
Luis “La leyenda”
El motorratón
Ale Ponce
Ale Vera
Y hubo uno que nunca supe quién era, que firmó
durante todo el último año; desde aquí un saludo para
El zorro.
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NOS MUDAMOS (I)
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Nuestro estilo era retro pero futurista, con el
futurismo que rinde tributo a los años setenta, y un
marcado acento medieval-oriental en los detalles (¿?).
A finalizar el día todo estaba tirado de cualquier
forma en el nuevo local, había que armar todo otra vez,
pero sería a la mañana siguiente.
Carmela había preparado una deliciosa pasta al
horno y terminamos el día sentados entre todo tipo de
piezas, extenuados, felices, oyendo música, comiendo y
bromeando, en nuestro nuevo espacio propio.
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TODOS LOS DIAS (II)
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Carmela y Martín abrían a las 8:00; venían
algunas señoras, Venían Petra, Olga, Ubaldito y Nano. Se
inscribieron dos niños de dieciseis años que, en poco
tiempo serían “Alonzo” y “Chasis”, dos niños muy
educados y extremadamente fuertes para su edad.
Estaba también su amigo Stivel, otro pequeño Sansón.
Vino por primera vez “El Chino” ,el segundo chino,
Carlos B., un joven con una personalidad especial.
El Chino era un pequeño James Dean oriental. Era
comiquísimo y a la vez muy grave; escribía poemas y
tenía pose de galán trasnochado. Se preocupaba
muchísimo, entre muchas otras cosas muy importantes,
por la fortaleza de sus piernas; cultivava lo divino y lo
profano. Era la mezcla de lo chistoso con lo exótico, y era
un amor. El chino era toda una personalidad.
Venían Erika, la jovencita bonita, Leo, las
“francesitas”, unas jóvenes recien llegadas de Europa
que eran la sensación entre los muchachos.
Carlos G. y Susy, “Cyborg”, un moreno de ojos
“blancos”, Abelardo, Miguel , el imponente señor Freddy,
que era policía y tantos otros que entrenaban por la
noche.
Escuchábamos “like a prayer” , de Madonna,
Police, Guns n´roses, The Cars, Queen y Billy Joel, todo el
día, todos los días.
Y afuera en la puerta, estaban Martín y Pablo, su
amigo de pelo largo, que traía una camioneta”Dodge
Dart” de su mamá, de los años cincuenta, en la cual los
cambios de transmisión eran botones en el tablero.
Los días transcurrían suavemente, sin mayores
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cambios, cargados de cotidianeidad; siempre nueva y
siempre la misma.
Recuerdo un día diferente, en el año noventa y
uno, eran aproximadamente las ocho de la noche cuando
todos dejamos las pesas y las risas a un lado, para
observar , llenos de asombro y de miedo, en vivo, la
primera guerra televisada de la era moderna.
Acompañamos atónitos a los aviones americanos
en su primera ofensiva a través de la noche Irakí, y no
podíamos creer que desde nuestro pequeño lugar del
mundo, lleno de superficialidad, alegría y bromas, éramos
mudos testigos del horror de lo que estaba ocurriendo en
otro pequeño lugar del mundo. Esa noche nuestro mundo
fue mucho más complejo.
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NOS MUDAMOS (II)
Parece un déjà vu
Hay que mover todo otra vez.
Hay que desarmarlo
y hay que armarlo,
y ya es la tercera vez que lo armamos; parecemos
nómadas. Decíamos que éramos como el pueblo hebreo,
sin territorio fijo pero un grupo humano unido y
diferenciado. Nos gustaba bromear con la idea de
pertenecer a algo.
Emprendimos la tarea, y de tanto conocerla,
optimizamos nuevas técnicas de manipulación y
transporte. Esta vez era un reto, porque el nuevo local
era un pent house en un tercer piso. Hubo estructuras
inmensas y pesadas que no pasaban por la puerta ni por
las escaleras, y que tuvimos que alzar mediante poleas,
por afuera del edificio, e introducir por los ventanales.
Viéndolo ahora, desde lejos, me parece una locura, pero
entonces estuvo muy bien.
Toda la labor la supervisó ” Portugues”, el gatico
gris de la panadería que desde que nos vió subió con
nosotros, y hoy, nueve años después, todavía vive en mi
casa.
Terminamos exhaustos, como a las cinco de la
tarde. Recuerdo que ese día, aunque nadie me lo crea, a
los veinticinco años abrí mi primera lata de cerveza . Aún
lo recuerdo, era una “Bock” de Polar.
Como era propio de cada ocasión importante, mi
hermana Carmela nos hizo una comida, esta vez fue una
parrilla que cocinamos arriba, en la terraza del gimnasio.
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La escena final era como sigue: Adolfo K,
mostrando que podía comerse un beefsteak en tres
mordiscos, la mayoría de nosotros sentados en el piso
del salón de aeróbicos, exaustos, bromeando, Pablo
retando a duelos de esgrima con unos ahislantes de goma
largos y Martín durmiendo, vencido ya por el cansancio,
con el pequeño “Portugués” en brazos.
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TODS LOS DIAS (III)
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“zaperoco”; había una exaltación, una alegría que se
daba cita todas las tardes en el Rakusa.
Venía “casi todo” el Instituto Escuela a hacer
ejercicios y cuantos salíamos de clases o del trabajo,
pasábamos por el Rakusa como un ritual diario, una
exigencia del cuerpo y del espíritu por igual, y
pasábamos unas horas sanas, entre amigos, entre
juventud, entre bromas y juegos; y digo juventud, porque
todo el que se ponía unos shorts, levantaba pesas y
saltaba y bailaba en nuestra fiesta diaria era un joven de
alma, tuviera la edad que tuviera.
De noche, la música del area de pesas se
confundía con las estridencias del aerobics, y todo era
energía y revuelo, y en medio de los dos salones, del
imposible ruido, estaba yo, en el escritorio, leyendo
igual que en una biblioteca, a veces hasta escuchaba en
mi “walkman” mis lecciones de francés…
Aquí se manifestó en su más plena expresión
aquella idea del caos con orden propio que venía
tomando forma y que siempre nos acompañó, aquí
encontró su espacio y su momento;
Tarde, como a las ocho y media, todo se calmaba y
oíamos de fondo Rolling Stones o The Doors para
acompañar el entrenamiento de algún trasnochado atleta
que viniera tarde.
Recuerdo a una señora que era química de
profesión, que siempre venía tarde, a la que yo le ponía
The Doors mientras hablaba con Nico sobre música o
lanchas de fibra de vidrio , y se alejaba del trabajo del
día pedaleando bajo la hipnotizante cadencia de Jim
Morrison : “c’mon baby light my fire…”
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MIS SABADOS
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Al final siempre nos quedábamos hablando,
alejando la hora de cerrar, prolongando la mañana o ese
espacio que era diferente a toda la semana, que estaba
impregnado de sábado, y que por tres horas era nuestro
espacio.
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SUCESOS EXTRAORDINARIOS DE TODOS LOS DIAS
Francisco bájate !
Francisco vale, no ves que es peligroso?- y
además, si pasa algo, después va a ser culpa nuestra…
Además, mira cómo pusistes la colchoneta y Olga
la acababa de lavar con cloro…
-Ok, está bien, pero tu entiendes…
No te montes más, por favor
……………………….
Cuidado !
-Francisco, cómo te tiras así de repente,
casi me matas del susto !…
-No vayas a manchar ahora todas las máquinas
con aceite.
Ok
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¿Qué pasó allá abajo ?
¿Qué miran ?- ¿pasó algo ?
-NO!
No puede ser ! _ Dios mío ! – y no le pegó a nadie?
pero… y qué estaba haciendo?
Cómo pudo!
Gracias a Dios que no pasó nada!
Pudimos matar a alguien…
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No voy a hablar del vidrio que cayó cortando el
aire ni de la estructura que voló traspasando la ventana,
hasta el estacionamiento del Club Líbano, ni del carro de
la prensa que casi sale disparado, en un esfuerzo
inexplicablemente sobrehumano; todo esto sería
reiterativo, pero creo que sí merece mención relatar una
de nuestras dos inundaciones…
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Estaba yo saltando, perdida en la euforia de una
clase de aerobics y afuera el cielo se nos venía encima a
mares.
¡Qué lluvia tan estruendosa!. Era de noche, los
edificios cercanos habían cesado sus actividades y la
terraza del Rakusa, con sus amplios ventanales, era una
isla de luces y sonidos en la oscuridad de la noche.
¡Carola, el gimnasio se está inundando! …
-¿Cómo?…, -¿Inundando?...
- ¿Por dónde?
Mi corazón como a ciento treinta y mi razón que
no entendía…
En efecto, de no sé dónde había venido un caudal de
agua que sumía la superficcie del Rakusa a unos diez
centímetros de profundidad y amenazaba con entrar al
area de aerobics.
Al poco tiempo descubrimos que el caudal de la
lluvia había superado la capacidad de un desague
obstruido que quedaba bajo el piso, y este se desbordó
levantando la tapa. -Pronto!, hay que destaparlo,
busquen un gancho de ropa… -algo!-.
La clase de aerobics seguía con su estruendo, y a
lo largo del area de pesas los muchachos hacían todo tipo
de bromas relativas al diluvio, montados sobre los
bancos de ejercicios, sin intención alguna de
abandonar el gimnasio y la surrealista situación en que
nos encontrábamos; inundados en un pent house, y
bailando con música a todo volumen.
Algunos muchachos, armados con sendos pipotes
y haraganes de los baños, comenzaron la enérgica labor
de colectar las aguas, en el mejor estilo de “telemach”,
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aquel programa de concurso alemán de los setenta. Iban
y venían tobos de agua del salón al baño, al ritmo de
“eins – sweig –drai…”
Todo se inundó. El piso de madera, los cuartos, los
lockers. Había, un cliente muy particular, cuyo locker
tenía una ropa muy sucia; recuerdo que los muchachos
dejaron que “se las llevaran las aguas”…
El piso de vinil se comenzó a despegar, eso fue lo
que en un futuro nos daría ese aspecto “underground”,
de parches pegados con goma hércules por todos lados.
La madera del salón de baile también se mojó y algunas
de las tablas se doblaron y se despegaron.
Esa noche pudimos finalmente convencer a la
gente para que se fuera a sus casas, y nos quedamos un
pequeño grupo limpiando todo, como hasta las doce.
Al día siguiente todo volvió a la normalidad, salvo
que por consenso general y ante futuras contingencias,
decidimos exigir una condición previa a la inscripción:
saber nadar.
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LOS CROATAS
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Estábamos realmente emocionados con el suceso,
y la labor altruista que nos tocó cumplir.
Pero los “paisanos” eran raros. Definitivamente
raros; desde el primer día cerraron la ventanilla y la
puerta de la cocina, y permanecían sentados en el suelo,
sin salir en todo el día, salvo que tuvieran alguna
necesidad imperiosa. Eramos todos jóvenes y estábamos
en un gimnasio; todos los días, del otro lado de su puerta
transcurrían catorce horas de música, ejercicios, bailes y
alegría, pero su puerta permanecía cerrada.
Primero pensamos que pudo ser la guerra, que
condicionó sus actitudes, pero luego ya no sabíamos qué
pensar.
Cada día habrían menos la ventanilla. Estaban
recluídos.
Recuerdo una noche de un viernes que pudimos
ver por la ventana que estaban jugando cartas vestidos
elegantemente. Ella vestía toda de negro, con un top
que dejaba sus hombros al desnudo y tacones altos, él
llevava mangas largas y un bonito pantalón. Decidimos
invitarlos a conocer la ciudad y extrañamente accedieron.
Cual fue nuestra sorpresa cuando se presentaron “listos”
para salir: se habían desvestido la ropa bonita que tenían
en la cocina y se pusieron unas franelas viejas y
estiradas, blue jeans viejos y zapatos tennis en el último
estado. Así salimos.
En los días siguientes todo volvió a ser como
antes; nunca abrieron la ventanilla, nunca comentaron el
paseo y no contestaban si les tocábamos la puerta. Esto
me afectaba mucho; podíamos tocar y llamarlos hasta
quedarnos sin voz, pero ellos nunca nos hacían caso. Si
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alguien, al verlos entrar o salir, me preguntaba por ellos:
-“Carola, quienes son esos”. Yo respondia en un tono
casual que era casi tan extraño como la respuesta: “son
unos muchachos croatas de la guerra; tú sabes, allá en
Yugoslavia, que tenemos refugiados en la cocina”…
Una de las pocas veces que observé bien a la
muchacha fue un día que quería devolver una plancha
que habían comprado y que supuestamente no calentaba
bien. La flaca estaba indignada con la tienda y no era
necesario entenderla para saber, por su furibundo tono,
que no decía nada bonito. Para ser una persona retraida
parecía bastante agresiva.
Un día había un fuerte olor a algo quemado y Erika
me dijo en tono burlón: “ - Carola - tus paisanos como
que están fumando hierba”. – Qué?… hierba?, Cómo
hierba?-“Hay carola, yo no sé, pero Angel sí sabe a qué
huele eso, si quieres le pregunto…”
Nunca le pregunté a Angel. Sinceramente ya no
me importaba, y luego de tantas irregularidades lo que yo
esperaba era que los refugiados se fueran cuanto antes
pudieran. Quisimos hacer un bien y quizás lo hicimos,
pero no se sentía así.
Hablamos con su tía y acordamos que los vendría
a buscar. Vino aquella semana y tocamos y tocamos la
puerta y la ventana a más no poder, pero nunca abrieron.
Tuvimos que romper la cerradura.
No estaban. Se habían marchado desde hacía días
y no lo sabíamos… dejaron todo sucio; una olla con
espaguettis, salsa, vasos, platos, basura…ni siquiera
lavaron las cosas, ni siquiera se despidieron o nos
agradecieron haberlos recibido y cuidado… Nos dejaron
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de recuerdo una abultada cuenta telefónica por pagar.
Días después su tía recibió una carta de ellos,
remitida desde Alemania.
Nunca entendimos ni entenderemos qué pasó con
ellos; por qué tuvieron esa actitud.
Este fue uno de esos episodios extraños de la vida
que creemos que van a salir bien, pero luego se desvían
y no nos dejan nada, aparte de preguntas y un gran
hastío. Quisiera decir que aprendí algo de esta extraña y
única experiencia, pero no es cierto. Sinceramente yo no
entendí nada.
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LAS LLAVES, LAS LLAVES…
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mandarme de emergencia la copia desde Valle de la
Pascua, a través de Expresos Los Llanos…
O las tantas noches que se nos hacía tarde y nos
quedábamos presos en la entrada del edificio, a última
hora..O cuando se trancaba la cocina y entrábamos por la
ventana. O cuando teníamos que romper los candados de
los lockers, o cuando no podíamos utilizar el teléfono,
porque no teníamos cómo vaciarlo…
Hasta tuvimos una vez, un accidende memorable
con otro tipo de "llave", la llave de paso del agua, que
inundó tres locales, pero eso es diferente…
Aún hoy, nueve años después, hay en el sótano de
mi casa, una solitaria y misteriosa cajita de metal que un
buen día cerramos y no hemos conseguido la llave…
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MI CARRO
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LAS CANCIONES
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- By my Side – INXS (me encantaba INXS, y para
mí, Michael Hutchinson era el segundo Jim
Morrison)
- Faith - George Michael (aquel video en que sale
con la rocola y los jeans apretados)
- Luca - Susan Vega
- So Lonely – Police
- Every Breath You take – Police
Y por supuesto, la célebre changa aquella de los
Woperoo…
- “Pump Up The Jam…”
Abajo, en Prados:
- Madonna – The inmaculate Collection, (con
mención espacial para ¨Like a Prayer¨, que iba a
servir para una exhibición de Martín)
- The Police – Greatest Hits (todo el disco, todo el
día, todos los días)
- Cars – Greatest Hits (idem)
- Billy Joel – Greatest Hits (idem)
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- UB 40 (de tanto oirlo en las clases de aeróbics, se
mermó mi capacidad para escuchar reggae)
- Tracy Chapman (fabuloso para hacer
abdominales, y para momentos depresivos)
- REM (idem)
- Sinnead O´Connor – The Lion and The Cobra
(esto sólo lo ponía yo)
- Soda Stereo – Todo, con mención especial para
¨De Música Ligera¨ (que todos cantábamos
cuando intentábamos ser cantantes o músicos)
- Fito Paez – Mariposa Technicolor
- ¨Dos Margaritas¨- Paralamas ( lo mejor para
saltar cuerda)
- todo Bon Jovi (bueno para clases de steps)
- I’ m a Creep – Radiohead
- todo Men at Work
- ¨Dookie¨- Green Day
- todo The Cure
todo INXS
y, para hacer aerobics, changa como:
- Salt´n´Pepper
- Woperoo
- ¨Everybody, everybody…¨
- Real Mac Coy
- Ace of Base
O cosas horribles que se ponían de moda y nos
divertían mucho, como aquellas infames de Twenty
Fingers and Gillette:
- You gotta lick it
- Short Short man…y la celebérrima
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- ¨El Meneito… el meneito¨…
había un disco bastante malo que siempre ponía ¨El
Chino¨ en las mañanas, para echarnos broma; aquel
insulso tema pop ¨Catwalk¨, con el que nos torturaba
por largo rato, repitiendo hasta el cansancio la pegajosa
frase: ¨I´m too sexi for my car, too sexy for my car, too
sexy by far…¨
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Cosas raras como ¨La Vie en Rose¨ de Grace Jones,
Terrence Trent Dárby, Cowboy Junkies, Adam Ant o
una canción de Morrisey que una vez me grabaron y,
por supuesto, mi querido Fito Paez
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HISTORIAS PERSONALES
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MARTIN
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nuestra imagen ideal, como gimnasio, ante nosotros y el
resto del mundo.
Con él conocimos lo que conocimos sobre
técnicas, campeones y campeonatos y alguna vez nos
representó muy honrosamente en algún evento. Martín
siempre sobresalía, Martín siempre quedaba bien y
llamaba la atención.
Nos hicimos sweaters deportivos con el emblema
del gimnasio, y todos los lucíamos orgullosos de
pertenecer y de que Martín fuese uno de nosotros.
Con el tiempo, Martín hizo escuela en el Rakusa
,con su forma de entrenar, y hubo luego toda una
tradición de jóvenes instructores que seguían su método.
Había “los entrenadores que habían aprendido con
Martín”, como Nano, y los otros, que también tuvimos
muy buenos.
Martín estuvo con nosotros como tres de nuestros
cinco años, hasta que decidió seguir su propio camino,
pero su aporte en lo que fuimos fue esencial. Siempre
continuó siendo una referencia dentro del Rakusa y tanto
su imagen como su historia siempre estuvieron, de
alguna manera, unidas a nosotros.
No volvimos a tener otro “hombre grande”, hasta
que llegó Jesus.
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JENNY
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Luego, entre clase y clase , sentadas en el piso del
cuarto de los lockers, las muchachas hablábamos
interminablemente con Jenny sobre cualquier tema.
Fueron cientos de horas las que pasé durante cuatro
años, hablando con Jenny y no fueron pocos los libros
que le presté , en mi afán de compartir con ella algunas
de las cosas que yo quería. Fueron momentos bonitos, de
una bonita época.
Con su sencilléz Jenny no pudo evitar el
protagonismo que tuvo, como una de las personas que
hicieron del Rakusa el sitio cálido que era. Las
muchachas querían a Jenny y la apreciaban.
Tengo en mi recuerdo una imagen de Alfonzito, la
Pimpi, Chasis, Jenny y yo en la última tarde del Rakusa;
apoyados sobre los largos ventanales, dejando colgar los
brazos y el ánimo, mostrando al mundo nuestras muecas
de hastío, en una pose digna de una fotografía. Esa
noche, la última clase de aerobics del Rakusa fue
interminable. Yo la filmé con todas sus bromas y su
carga de nostalgia, y algo que no podía faltar para la
posteridad: un close up a los abdominales de Jenny; “la
mujer más dura del mundo”...
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JESUS
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A manera de broma, cuando cerramos el
gimnasio, quisimos otorgar entre amigos un galardón
simbólico a las tres individualidades más originales, más
diferentes, más fuera de lo común que habíamos
conocido en esos años, y entre grandes y meritorios
candidatos, Jesús obtuvo el lugar de honor, por algunas
razones.
En nuestro mundo era así, pero en el suyo Jesús
era el Rey.
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OLGA
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Rakusa a diario era que la persona que uno menos
esperaba estaba tratando con Olga temas de su vida
privada. Olga sabía y asesoraba acerca de divorcios,
noviazgos, infidelidades, incompatibilidades, afinidades y
cuanto drama humano existe. La gente le contaba las
cosas a ella.
Olga era una llanera – caraqueña, que vestía con
ropa de “Mayami”, como ella decía. Adoraba a Elvis
Presley, la música de Julio Iglesias, las fiestas llaneras,
las cervecitas, “con moderación”, despertarse al alba,
hacer todo rápido, tener todo limpio, hacer empanadas y
arepitas, y la música de Nicola Di Bari, que le recordaba
a su ex esposo y sus años de juventud. Olga era una
romántica y una nostálgica que no aguantaba mucho
antes de que se le aguaran los ojos. Siempre
bromeábamos diciéndole que cualquier día conocía a un
“buen partido” y se nos casaba de nuevo.
Con su sencilléz y su mundo aparentemente poco
complicado, Olga no aparentaba ante nadie la
importancia que tenía en nuestras vidas. Cuando éramos
niños nos invitaba a comer arepas en casa de la amiga
de mi mamá, jugaba con nosotros y nos contaba cuentos.
Luego, ya en mi casa, hablábamos y bromeábamos todo
el día, y ahora que crecimos Olga estaba ahí de nuevo,
para acompañarnos, ayudarnos, o llamarnos muy
respetuosamente la atención si a su agudo olfato le
parecía que algo no era correcto.
Ahora esta llanera se ponía unas lycras , hacía
dieta, leía revistas de “fitness” y se aprendía ejercicios
de “triceps”, o de “abdominales oblícuos”, para estar
siempre a la altura de los acontecimientos.
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Un año antes de que cerrara el gimnasio, Olga
Volvió a La Pascua, a atender asuntos familiares, y al
poco tiempo nos dio la noticia: se casaba con un señor
que conocía desde que era muchacha. Esa fue
sinceramante una de las noticias de la década, junto con
el fin de la guerra fría y alguna que otra cosa importante
que pasó en el mundo. Aún años después, todo el que
pregunta por Olga se alegra de la noticia.
Siempre mantenemos comunicación con Olga, y
cada tanto tiempo viene a Caracas y pasa a contarnos de
su vida, y de cómo se mantiene en forma trotando
tempranito por las calles de Valle de la Pascua.
El gimnasio pudo haber pasado, y con él su
historia, pero la historia de Olga es una que está unida a
la nuestra desde siempre. Siempre me imagino a Olga
viejita, con el pelo blanco, echando broma, en algún
lugar, con nosotros.
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EL SEÑOR N
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MARIA
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María pasó a formar parte de mi vida diaria en el
Rakusa; conversábamos muchísimo sobre cualquier
nuevo libro, foto, obra de arte, o cualquier tema. María
tenía pasión por las cosas y bastaba muy poco para que
su cara se iluminara y olvidara su grave expresión .
María vivía en Cumbres, igual que yo, así que
muchas noches, luego de cerrar el gimnasio, yo la
dejaba en su casa.
Se estableció una verdadera identidad y, salvando
todas las distancias que podía haber, había una
afinidad real, una comunicación, un lenguaje común, que
quizás nacía de esa forma de ver el mundo, de esa gran
curiosidad e interés que Simone de Beauvoir llamaba
“ansias de infinito”. María tenía eso.
Yo le tomé mucho cariño a María y lo noté cuando
se fue a estudiar a Europa. Me hacía falta su presencia en
el gimnasio; me había acostumbrado a sus ocurrencias, a
su criterio y a su compañía.
Con María aprendí que puede haber afinidades aún
entre las personas aparentemente más diferentes, y que
estas simplemente se encuentran. María fue un hermoso
hallazgo.
María volvió de Londres cuando ya el Rakusa
había cerrado y nuestras vidas tomaban nuevos rumbos.
Ya no teníamos la fiesta diaria, el ambiente distendido,
la vitrina desde donde veíamos el mundo y a distancia lo
cambiábamos y lo inventábamos, ahora había nuevas
responsabilidades, nuevas realidades. Salimos de aquel
ámbito ideal y volvíamos a ser personas reales dentro
de un mundo real.
María entró en la universidad e hizo su vida y cada
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tanto tiempo, cada vez menos, pero con el mismo cariño,
nos hemos visto y nos hemos puesto al día, manteniendo
aquella pueril promesa de que ella me invitaría a la
premiere de su primera superproducción y yo a la de
mi gran exposición en el Louvre.
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MI AMIGO CARLOS
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canciones y películas o se aparecía con una piedra que
había encontrado, para que yo la tallara y se la dedicara.
Me llamaba “sweet Caroline”, por la canción “sweet
Jane”, de Cowboy Junkies, que a ambos nos gustaba. Yo le
hacía leer a Sartre o “El Principito” de Saint Exupéry, le
explicaba francés y divagábamos sobre “la nuit etoilee”
de Van Gogh.
Teníamos conceptos tan radicalmente opuestos de
las cosas que nuestras mutuas opiniones eran valiosas
para ambos, éramos como el blanco y el negro pero nos
llevábamos increiblemente bien. Nos sentíamos bien
juntos.
Entrenábamos con mis hermanos o con amigos,
jugábamos a ser músicos en los salones del Rakusa o a
veces nos íbamos a entrenar al Avila.
Todo era un gran juego, todo era alegría y todo era
bueno; era una vida sana, bonita y alegre y Carlos, mi
amigo, era parte de ella. Pero poco a poco iba surgiendo
una historia oscura, ingrata e imprevista, que en nuestro
mundo blanco no encontraba cabida. Yo Traté de
ignorarlo por un tiempo, la razón tiene capacidades
ilimitadas para ocultarse de ella misma, pero era inútil,
algo no estaba bien .
Carlos viajó a Europa y volvió. Yo pensaba que
mi capacidad de asombro con él ya estaba agotada, pero
no era así; vi a mi amigo Carlos como nunca hubiera
querido verlo .
Cuando dije que Carlos había oscurecido algunas
veces mi realidad me referí a estos momentos; aquí
muchos de mis conceptos se vieron sacudidos. Mi razón
no entendía lo que mi alma no quería aceptar. Si con
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alguien me hubiera gustado estar equivocada era con mi
amigo Carlos.
Aprendí muchas cosas en esos días; sobre la vida,
sobre la gente y sobre mí. Y tardé un tiempo en “digerir”
todo lo que se había “mezclado” dentro de mí.
Aprendí que la realidad es muy compleja y que
tiene posibilidades infinitamente retóricas de explicación,
pero que las cosas son lo que son, aunque nosotros no lo
comprendamos.
El Principito decía: “lo esencial no es visible a los
ojos”, y siento que en el fondo quizás es cierto, pero
entendí que hay cosas visibles que son realmente
importantes, y que casi siempre estas son la forma que
toma ese fondo esencial… Como dije antes, la vida es
algo realmente complicado.
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ERIKA
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fue grato que nos acompañara; fue una del grupo
selectísimo de “íntimos” que el último día se montaron
sobre el techo del edificio, para ver por única y última
vez, cómo se veía Prados del Este desde arriba del
Rakusa.
Erika era una muchacha de bonitos colores.
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ALFONZO
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carrocería; era un wolkswagen hueco que había sido
verde y tenido motor, sillas y ruedas alguna vez. Armarlo
y ponerlo en funcionamiento fue todo un reto y una gran
diversión para Alfonzo, “Chasis”, y otros; recuerdo que lo
pintaron con “Spray” verde. Ese era Alfonzito; un niño
que estudiaba, trabajaba y se armaba su propio carro.
Con los años decidimos dejarle el nombre de “Alonzo” a
el carro, a manera de jocoso alter ego.
Los últimos días Alfonzo estaba inconsolable;
“era la sombra de una pena, era el eco de un dolor”,
como dice la canción. Todo en su conducta lo reflejaba, y
la última noche tuvo hasta sus lágrimas y sus cervezas de
más, junto con sus respectivas promesas de amistad y
fidelidad eternas. Era un niño dulce Alfonzo.
Supe que en sólo tres años ya Alfonzo tenía un
carro nuevo, una moderna moto y a “Alonzo”, además de
un buen trabajo.
Cada tantos meses nos encontramos con alfonzo
y hacemos nuestro tradicional ejercicio de memoria y
nostalgia, informándonos sobre la vida de todos nuestros
antiguos alumnos , y nunca falta, por supuesto, un
saludo para “Alonzo”.
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JP
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pero espero que no lo sea, porque yo conocí a JP y sé que
si alguien tiene potencialidades, ése es él, así que yo
guardo mis esperanzas .
Había una expresión que JP usaba para referirse a
nosotros; él decía que nosotros éramos “gente”; bueno,
JP era “gente” también.
Un día, en el Avila, JP me mostraba un árbol
inmenso, de imponentes raíces, y me decía que así era
él, que era así de fuerte y que iba a lograr algo grande,
que nunca olvidara eso. Si es cierto que las pruebas que
Dios nos pone son del tamaño de nosotros mismos, es
posible que JP lo logre.
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NANO
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nos confesamos que siempre nos habíamos caído mal.
Fue cómico, fue extraño, pero se sintió bien, creo que la
honestidad se siente bien.
Con Nano yo tuve un viaje de ida y vuelta en el
ánimo y el entendimiento, que fue de la indiferencia al
recelo y finalmente a la confianza . En los últimos
momentos lo que Nano me inspiraba era como un aún
no digerido cariño, sinceramente no lo comprendo muy
bien. Quizás era nostalgia por lo que pasamos juntos,
quizás era que crecimos, o quizás finalmente nos
reconocimos como personas.
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El CHINO
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tercer año, pero no podía faltar a nuestra fiesta de
despedida, en donde hasta nos regaló con una canción.
Ahí lo grabé, le hice un close up y lo presenté como “el
Chino”, “el primer Chino del Rakusa”, para que a nadie
le quedaran dudas.
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“LAS GROBS”
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alimento prohibido para el resto de los mortales, y su
figura parecía no darse cuenta.
Cómo será la ironía de la vida, que en alguna
ocasión, las alumnas, al ver a Carola tan esbelta me
preguntaron si era una nueva profesora de aeróbicos, a lo
que yo conteniendo la risa respondí que no, pero que su
tipo atlético se debía a que era maratonista…
Las Grob eran como de confianza, como conocidas
desde siempre. Se estableció un vínculo natural e íntimo
entre nosotras; nos trataban a carmela y a mí como a
unas hermanas mayores, y Beatriz bromeába diciéndole a
mi hermana “tía Carmela”.
Bromeábamos con las cosas más tontas, y como
teníamos un origen étnico común, nos
autodenominábamos, de manera burlona, “The Croatian
Girls”. Eramos realmente “naif”, o “zanahorias”, y lo
asumíamos con orgullo, eso era lo bonito de nuestra
honesta amistad.
Conociendo a las Grob descubrimos que habían
vivido, cuando niñas, en la misma urbanizacíón que
nosotras, a pocas cuadras de distancia, que recordaban
los dulces y helados de la misma panadería, y que habían
asistido al mismo colegio y a la misma iglesia.
Casualidades de la vida que sólo podían ser naturales,
dado el grado de afinidad que había entre nosotras.
Las hermanas Grob; Bea y Carola, nunca fueron
realmente “personas del gimnasio”, en el sentido estricto
del término, pero su presencia en él obedeció a algún
fundamento que rige el devenir de las cosas, y que hizo
que nos encontráramos.
Pasó el Rakusa y todo el mundo tomó su camino,
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pero Beatriz y Carolina se fueron convirtiendo, cada vez
más, en una referencia en nuestras vidas. De entre
tantos rostros y tantos momentos, una de las cosas que
nos regaló el Rakusa fue la amistad con “las Grobs;
ambas Grobs”.
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OFELIA
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Rakusa en una competencia de aeróbicos; recuerdo que
Ofelia participó “enratonada” y sin haber dormido la
noche anterior, y por pura voluntad quedó segunda,
detrás de Erika, de entre un grupo mixto de unos ciento
cincuenta jóvenes. Así era Ofelia.
Ofelia estudiaba odontología y, al igual que Erika,
trabajaba como modelo. Yo siempre me la imagino como
a una mujer fuerte; Doña Bárbara, Cleopatra, o por qué
no, una gran Doctora.
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IGOR "IGORIEVITCH"
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los clientes, les cobró, los entrenó, nos acompañó en las
noches, mudó el gimnasio con nosotros, limpió nuestras
inundaciones, compró vasos para la cocina, pegó con
goma nuestro piso, pintó nuestras paredes, ordenó los
lockers, se quedó horas ayudando a mi papá a reparar
alguna luz, hizo amistad con todo el mundo, y hasta
asistió a un alumno que tuvo un ataque de epilepsia en
medio de una clase de ejercicios aeróbicos, pero además
de todo esto, Igor venía con nosotros a la casa, y veíamos
películas y escuchábamos música, y algúnos días
también trotábamos por las calles de Cumbres y Prados.
"Igor es un pan...
Igor es especial...
ese muchacho es un santo...", son algunas de las
descripciones que la gente hacía de Igor, pero si yo,
después de tantos años de amistad, tuviera que decir
algo de nuestro amigo Igor "Igorievitch", diría que Igor es
algo que no se encuentra mucho en estos días, algo
como un tesoro; diría que Igor es un hombre bueno.
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MIS LOCOS
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algo, que casi siempre era una utopía; todos mis “locos”
eran buenas personas.
Con ellos aprendí muchas cosas sobre la vida y
sobre la gente y además, fue divertido. Mis “locos” fueron
mis afectos, mis alegrías y mis momentos bonitos.
He pensado mucho, en todos estos años, sobre el
comportamiento humano, y llegué a una conclusión que a
mí me satisface; “todos están locos, sólo basta conocerlos
lo suficiente”…
Ese ideal que llamamos normalidad en realidad
es sólo eso; un ideal, que se esconde bajo una apariencia
de uniformidad que en realidad no es más que
superficialidad. No conocemos a la gente lo suficiente
como para llegar a su “substancia”.
La vida es muy rica y compleja como para creer
ingenuamente que hay uniformidad . No; “cada cabeza
es realmente un mundo” y lo que es inmensamente
importante para uno, simplemente no existe para otro.
Creo en la individualidad, en la riqueza de la
diversidad, es así y está bien que sea así; creo que las
cosas están bien hechas.
Finalmente resulté ser una privilegiada; así que
como dijo Teresa de la Parra: “que me sigan siguiendo”...
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EL PREMIO MAYOR
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LAS REUNIONES
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EL DIA QUE NO VI A LEE HANEY
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sino que sobrevolaban los escalones de la antesala y
finalmente aterrizaban asombrados ante la puerta.
Para la fecha, Nico acababa de ser operado de la
columna y estaba bastante débil y por debajo de su peso
habitual. Cuando nos tocó entrar, Nico, “Cyborg” y yo
salimos disparados volando contra una vidriera que
franqueaba la entrada del local. Golpeé fuertemente el
vidrio y ví como Nico y Cyborg me caían encima. No me
explico cómo no quebramos el vidrio.
El “encargado de la seguridad”, un señor al que
apodaban “Cabeza e’caja” se dirigió a Nico, ahora en el
suelo, en los siguientes términos: “ o te paras o yo
también te doy tu coñazo”… ¡Qué indignación corrió por
mis venas y terminó incontenible en mi boca: “será para
que “EL” te de “DOS” coñazos a ti; … él es cinta negra…
ATREVETE!…qué es esto?, cómo se te ocurre?….qué falta
de educación, todos parecen animales, lo mínimo que
pueden hacer es disculparse!;… ¡Qué burrada… y ustedes
se supone que son los que ponen orden?… ¡qué
ignorancia Dios mío, qué ignorancia tan grande…”
Durante toda mi desencajada intervención Nico,
preso de una sabia fuerza mayor no dio mayores señas de
vida, parado frente a “Cabeza e’caja”, que para sorpresa
mía, también se quedó impávido. Nunca supe si se
impresionó por mi verborrea, si le tuvo genuino miedo a
Nico, que es muy alto, o si simplemente nos perdonó la
vida.
Ese fue el primer capítulo de la noche que
coronaría un largo día.
Luego entramos al local; el sitio era negro,
NEGRO, sin puertas ni ventanas y estaba lleno de sillas
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hasta superar con creces su capacidad de alojamiento. No
había lugar para pasillos entre las sillas, por los que se
pudiera entrar o salir, casi no había sitio ni para las
piernas. Esto, normalmente sería irregular, pero dados
los antecedentes, era peligrosísimo. Traté de no entrar en
pánico y esperé, en medio de quejas y groserías del
público, a que comenzara el evento; a estas alturas lo
único que podía salvar la noche era ver al campeón
mundial.
Al final de la noche, luego de unas dos largas
horas de interminables presentaciones y competencias, y
como por cinco minutos, salió a escena el ilustre
invitado; todos los asistentes, para poder apreciarlo
mejor, consideraron oportuno y adecuado subirse de pie
sobre las sillas de aquel saturado y oscuro local. Está
de más decir que mi estatura era menor que la del
promedio y que, además, yo no estaba dispuesta a
subirme a la silla y pelear desesperadamente por un poco
de espacio para ver el peinado o algún dedo de alguna
mano en alto de Lee Haney.
Como ya yo había tenido oportunidad de irme
aclimatando a las incidencias de la noche, ésto no me
tomó por sorpresa, así que permanecí estóicamente
sentada en mi silla, a un metro treinta, en promedio, por
debajo de la audiencia, sumida en la mayor oscuridad, y
en mi testaruda y resignada soledad, esperando que
terminaran de aplaudir para poder, cuanto antes,
desalojar el local. Sinceramente no sé que confusa
mezcla de emociones sentía al salir.
Esa fue nuestra primera incursión en el mundo de
estos eventos “deportivos”, y tuvo “de todo”; alegría,
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expectativas, frustración, injusticia, empujones, risas,
groserías y mucha confusión. Todo era nuevo en esos
días, y creo que no teníamos tiempo de comprenderlo
totalmente. Ciertamente fue un día muy intenso.
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EL MARATON DE AEROBICS
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cosas, recogimos a Alexis y al resto de las muchachas y
partimos hacia la competencia.
El lugar era un colegio, y la concurrencia la
formaban mayormente niños de diez a doce años…
Elizabeth no se sometió a la humillación de
inscribirse. Pasaron las ocho y media, las nueve, las diez,
las once, las doce y la una, y nada comenzaba, mientras
nosotros “devorábamos” una manzana y un cambur que
habíamos llevado “por si acaso”.
Finalmente llegó la gente; eran como doscientos
hombres, mujeres, niños y hasta viejitos que se
congregaron en una cancha de futbolito.
Antes de empezar llegó Ofelia, con un terrible
dolor de cabeza y sin haber dormido la noche anterior.
La inscribimos igual, a último momento, y ya estaba todo
listo. Hasta teníamos nuestra propia “entourage” formada
por Nico y algunos amigos que grabarían el evento.
Comenzó y siguió y siguió. Fueron dos horas de
levantar brazos y piernas, de agacharnos y levantarnos,
hacia la derecha y hacia la izquierda, bajo el sol del
mediodía. Yo tenía bloqueador como de cinco mil SPF´s, y
creo que nunca en mi vida había sentido tanta sed. Nos
pasaban pequeñas botellitas de agua que, en el furor de
la actividad, apenas probábamos y colocábamos en el
piso hasta que las sorprendía alguna patada.
El grupo se fue reduciendo hasta que quedamos
como veinticinco, y cada vez faltaba menos para que
termináramos. Los jueces pasaban de largo y hacían
anotaciones. “la de negro”, oí alguna vez y esperaba que
estuvieran hablando de mí.
Nico, sabiendo que yo no era muy fuerte, me hacía
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señas para asegurarse de que estaba bien y no me iba a
dar ninguna “moridera”.
Todo finalmente terminó y Erica y Ofelia estaban ,
como era de esperarse, fuertes hasta el último momento.
También Miguel llegó al final.
La sorpresa fue cuando comenzaron a premiar
según categorías a los participantes.
En adultos de más de cuarenta años ganó Miguel,
en adultos de veinticinco a treinta y cinco quedé yo
segunda, detrás de un muchacho, y en jóvenes hasta
veinticinco quedaron Erika y Ofelia de primera y segunda.
¡Qué orgullo, y qué emoción!, EL RAKUSA ARRASO!.
Todos teníamos nuestros sweaters con nuestro nombre, y
pasábamos a recibir los premios. La escena era
totalmente reiterativa, parecía algo arreglado, y nosotros
no lo creíamos. Nos tomaron fotos y hasta salimos en un
periódico de la comunidad. Fue algo pequeño, pero para
nosotros fue un logro grandísimo. No cabíamos en nuestra
emoción; nos reíamos, nos felicitábamos y nos sentíamos
en el Cielo. El dolor del pie de Alexis había quedado bien
lejos.
Fuimos al Rakusa a celebrar con jugo de naranja y
cachitos, y a dejar los trofeos, que nosotras mismas aún
no creíamos que habíamos ganado. Fue un día grande,
un día importante, al menos para cuatro personas.
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MOMENTOS INGRATOS
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EL MIERCOLES 28
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se acabó nadie quería terminar, tuvimos que repetir otra
vez los saltos y los bailes. Yo grababa todo, quería
atrapar todo y a todos en mi casette, quería llevármelos
conmigo. “No cierres Carola”… “los queremos, los
queremos”… . Eran frases tontas y locas que decían
mucho… Fue alegre y fue triste.
Luego nos calmamos y nos fuimos despidiendo
con una promesa.
“EL RAKUSA INVITA A TODOS SUS ALUMNOS A LA
REUNION DE CLAUSURA DE ACTIVIDADES, A REALIZARSE
EL DIA 30/06/95 A LAS 8 P.M.”, rezaba un cartel en la
puerta, y la gente se alejaba, bajando las escaleras bajo
la cadencia lastimosa y burlona de “la Pimpi”: “…
laástima que terminó el feeestival de hoy…”
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LA DESPEDIDA
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causaba en la noche de Prados de aquel viernes.
Nico tocó como hasta las cinco y luego “la Pimpi”
nos dió un recital “a capella”… bajaron los ánimos y
estábamos como aturdidos de sentimientos. Al final Nico
estaba rifando, como recuerdo, algunas piezas del
mobiliario. El miércoles habíamos regalado los afiches y
alguna colchoneta y hoy, Nico iba ya por las mancuernas,
los pasadores o hasta las manillas de las máquinas.
Recibimos el día a través de los ventanales del
Rakusa y con las primeras luces del alba decidimos irnos
todos a un mismo tiempo, y así, Nico, Igor, Alfonzito,
“Chasis”, Erika, Patricia M, su amigo, La “Pimpi”, aquella
alumna nueva que le ganó las mancuernas a Nico, y yo,
cerramos finalmente el Rakusa el primero de julio de
1.995, a las seis y cuarto de la mañana.
En la acera de enfrente, la mañana sorprendió a
JP durmiendo en su carro y un nuevo día y una nueva vida
nos esperaba a todos.
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LA DESPEDIDA (II)
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razgados trozos colocados en el suelo que pisaban.
Recogí todos los pedazos, los doblé y aún los guardo en
una bolsa, en el sótano de mi casa. Algún día quizás,
enmarco los trozos individuales, con partes de la K o la R,
a manera de memorabilia de Pop Art.
La pancarta es una imagen que representa
bastante fielmente lo que fue el Rakusa, cuándo dejó de
serlo, y lo que pasó a ser para nosotros; un conjunto de
múltiples pedazos, más o menos razgados, más o menos
limpios, más o menos bonitos, más grandes o más
pequeños, que permanecen doblados y guardados, con
mucho cariño, en algún sitio de nuestra memoria, y que
cualquier día podemos desempolvar y volver a extender,
pero que no podemos volver a unir.
Trozos, pedazos, de una bonita historia.
al “Rakusa”
Adiós Rakusa
ya no te vuelvo a ver,
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me voy un poco contigo,
te quedas tú en cada atardecer
Adiós a los amigos;
los que fueron y los que son,
adios a tantas historias
que ahora son un poco yo
Adiós Rakusa,
adiós a todos,
gracias por lo que me enseñaron,
gracias por el modo.
Yo no olvido,
yo recuerdo todo,
lo llevo conmigo,
Lo guardo como un tesoro,
gracias,
yo no olvido,
yo me lo llevo todo
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