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Todos los ojos en Haití

César Iván Hernández Vega

“Trabaja en mejorarte a ti mismo


para ayudar a mejorar a la sociedad”

Justo es reconocer que las catástrofes naturales (en sus diferentes manifestaciones) dejan
secuelas de dolor, de angustia y desesperación. No somos la excepción. En México hemos
vivido estas manifestaciones de la naturaleza.

Ahora, hemos sido testigos del poder de la naturaleza materializado en uno de los países
más pobres del mundo y de América Latina: Haití. Ante el sismo, los que sobrevivieron
ahora son testigos de la desesperación al ver las casas y hospitales (principalmente) en
derrumbe. Ver que las avenidas por donde transitaba la gente ahora se convertían en
camilleros públicos y comedores comunes, donde se atendían a los heridos y comían las
familias el poco alimento que les quedaba para subsistir en el día.

En estos momentos es cuando la sociedad global se solidariza y apoya a nuestros


hermanos haitianos con comida, agua y medicinas; así mismo con maquinaria pesada,
equipos de rescate y aunque parezca hilarante con ejércitos de países extranjeros.
Gobernantes de diferentes países llenan los canales televisivos con grandes discursos en
muestra de apoyo a Haití que ha sido devastado por el sismo. Aviones parten de distintos
puntos del mundo para mostrar el apoyo y empatía ante la catástrofe nacional. Gobernantes
de nuestro país pronuncian elocuentes discursos y promueven a toda hora posible el apoyo
a nuestros hermanos haitianos.

Lo que es también justo y plausible reconocer es el apoyo e interés que han tenido con la
patria haitiana. No obstante, debemos reflexionar concienzudamente acerca de estos
eventos terribles como son las catástrofes naturales, y aun más: reflexionar
concienzudamente de los eventos terribles como son la pobreza, desigualdad, inequidad y
desamparo. Ya no estoy hablando sólo de Haití, estoy hablando de algo que tenemos más
cerca: nuestra ciudad de León.

Tal pareciera indicar que nuestros gobernantes prefieren la publicidad anunciando


grandes envíos de carga a la patria haitiana, sabiendo que existen colonias y comunidades
en sus propias localidades que se mantienen en condiciones paupérrimas, infrahumanas, ¿y
quién se preocupa por ellos? En muchas de estas colonias y comunidades apenas si
subsisten con un salario mínimo al día para cubrir las necesidades de alimentación, solo por
mencionar la necesidad más importante. ¿Qué es lo que sucede realmente? Centros de
acopio se instalan en las plazas principales de las localidades para posteriormente dar el
banderazo de salida y ayudar a los hermanos haitianos (intentando confundir “hermano
haitiano” con “más votos”). Llenar los noticieros con imágenes de familias haitianas
durmiendo en las calles y dejando de lado las familias que apenas si tienen suficientes
cobijas en estos tremendos fríos. Creando cuentas bancarias de apoyo al extranjero y
desconociendo cuánto dinero se destina a programas para combatir la miseria en nuestras
familias.
En nuestra ciudad sucede esto mismo y no podemos cerrar los ojos y decir que la
pobreza, desigualdad, inequidad y desamparo no existen más en una de las ciudades más
industrializadas e importantes de Guanajuato como lo es León. Así mismo no es necesario
que se mencionen aquí las colonias y comunidades que se mantienen en condiciones
deplorables, pues no dudo que al menos tengamos conocimiento de un lugar específico que
sufre a diario en estas condiciones.

Actualmente podemos ser testigos (incluso muy cercanos) de las condiciones en las que
sobreviven algunas familias de nuestra ciudad. Familias que no están a kilómetros de
distancia de nuestro territorio y que basta con abrir la puerta, caminar unos metros y
encontrarnos con una acción gubernamental que está olvidando poco a poco a su población,
a su razón primaria.

Más aun, no podemos mantenernos en la pasividad y permitir que el tiempo pase y que
las familias de nuestra localidad, sea cual fuere ésta, continúen deteriorándose más y más.
Muchas pueden ser las propuestas para mitigar este problema que venimos arrastrando
siglos atrás, y ante estas muchas propuestas necesitamos muchos los que se comprometan a
verdaderamente trabajar por una sociedad en donde las condiciones de vida y las
oportunidades de una mejor calidad de la misma estén al alcance de todos y todas sin
distinción de ningún tipo, ya sea por la raza, la religión, el idioma o cualquier otra.

Olvidarnos de los problemas que aquejan a nuestra localidad y exclamar a los cuatro
vientos de la ayuda que se ofrece al ciudadano extranjero, sería exponer que sólo la
democracia y la representación popular funciona sólo en las urnas y no en las políticas
públicas, los programas y las instituciones de gobierno que han sido instauradas para
beneficio de nuestra población. Ahora todos los ojos están en Haití, ¿cuándo estarán los
ojos de los mexicanos de los gobernantes y los ciudadanos, en nuestras colonias y
comunidades locales?

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