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Michel de Certeau
Publicado en Esprit n 116, noviembre-diciembre de 1978.
Traduccin de Francisca Comes.
Zigurat 1 edicin: Noviembre de 1999 Buenos Aires: Eudeba. ISSN 1514-8874
ningn fervor festivo) para que un seminario se transforme en una historia comn
y parcial (un trabajo sobre y entre diferentes) y para que la palabra se transforme
all en instrumento de una poltica (elemento lingstico de conflictos, contratos,
sorpresas, en suma, procederes democrticos).
Cierto, nuestro seminario ha conocido momentos de euforia comunicante o
de dinmica grupal, y tambin momentos en los cuales surga la pregunta que,
desde mi posicin particular, yo sito y junto en un discurso las intervenciones de
los participantes. Si es normal que esto suceda, no debe ser la norma, ya que
comprometera lo que, en un grupo, puede ser experiencia poltica de la palabra
(relacin discreta de fuerzas), creacin de acontecimientos en el tiempo
(nacimientos gracias a la relacin con el otro) y produccin de un lenguaje
dialogal (una comunicacin relativa a diferencias mantenidas) tres elementos que
van a la par.
Mi posicin consiste ms bien en explicitar mi lugar particular (en lugar de
camuflarlo bajo un discurso supuestamente capaz de englobar a los otros), ofrecer
la mayor cantidad de propuestas posibles, tericas y prcticas, para ser discutidas
por el grupo, y recprocamente ejercer una accin interrogativa en los participantes
que los lleve a plantear su diferencia y a encontrar en las sugerencias que yo
puedo hacer la forma de formularla con energa. Los modelos tericos propuestos
tienen por funcin destacar los lmites (la particularidad de mis preguntas) y
posibilitar los desvos (expresin de experiencias y de otras cuestiones). De esta
forma se produce el trabajo comn que crea acontecimientos; una serie de
diferenciaciones permite a cada uno especificar paso a paso su propio camino en
la masa de informaciones intercambiadas.( .y sigue).
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