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CONTROLANDO EL CAOS

El 30 de noviembre de 2005 concluía oficialmente la temporada de huracanes


del año, que fue la más activa desde que se tienen datos. Tan numerosos
fueron los ciclones, que los meteorólogos se vieron obligados a recurrir a las
letras griegas: la última tormenta tropical se denominó Zeta.

En la época que nos ha tocado vivir observamos cada vez con más frecuencia
extrañas alteraciones en el tiempo atmosférico, muy drásticas en ocasiones;
tales cambios nos llevan a preguntarnos por qué el estado del tiempo se ha
vuelto tan caótico y hasta destructivo, para los sitios en que habita el ser
humano. Si bien es cierto que los fenómenos de la naturaleza son ineludibles,
quizá tengamos algo de responsabilidad respecto a las modificaciones que está
sufriendo el planeta.

Se ha especulado que el incremento de la actividad de los huracanes podría


estar relacionado con el denominado calentamiento global. Sin embargo, los
especialistas de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (Estados
Unidos) insisten en que el aumento se debe a factores convencionales.

La explicación que se ha dado a la alta frecuencia de huracanes en los últimos


años, se basa en un aumento de dos o tres grados en la temperatura
superficial marina, baja presión atmosférica a nivel oceánico, estructura más
conductiva en la corriente oriental africana, y vientos favorables de gran altitud
que impulsaron los ciclones.

Dado que los sucesos meteorológicos resultan de la combinación de factores


deterministas y estocásticos (al azar), la climatología presenta una naturaleza
semialeatoria y sería erróneo atribuir a un determinado evento, el
calentamiento global en este caso, un ciclo natural a largo plazo del clima. Sin

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embargo, podemos señalar algunas conclusiones acerca de la conexión entre
la actividad de los huracanes y el calentamiento global, en un sentido
estadístico.
Los modelos de previsión de huracanes indican que hay una tendencia al
aumento en la intensidad de éstos, aunque no en su frecuencia promedio,
cuando se proyectan en escenarios climáticos diferentes. Esto sugiere que los
huracanes podrían en realidad volverse más destructivos con una temperatura
marina superficial más cálida debida, en parte, a los impactos antropogénicos.

La conexión clave está entre la temperatura superficial del mar y la energía de


los huracanes. El agua templada y la inestabilidad que ésta crea en la parte
baja de la atmósfera son su fuente de energía. Es por esto que sólo se generan
sobre los trópicos y durante la estación cálida, cuando la temperatura
superficial del océano es más alta (de junio a noviembre en la zona tropical del
Atlántico Norte).

Con base en las estadísticas de los huracanes estudiados, las evidencias


actuales de la meteorología sugieren que:

o Los huracanes tienden a volverse más destructivos cuando aumenta la


temperatura del océano.
o Un aumento descontrolado de la concentración de gases invernadero
probablemente incrementaría aún más la temperatura del mar, llegando a
sobrepasar finalmente cualquier oscilación natural.

Los especialistas en el tema advierten que si el ciclo de huracanes continúa


como se ha predicho, durante los próximos años veremos altos niveles de
actividad ciclónica con altas probabilidades de que muchos de ellos toquen
tierra, provocando un gran número de muertes y destrucción a su paso.

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Ante este panorama, nos encontramos con el problema de qué hacer para
disminuir los posibles daños que causarían fuertes tormentas tropicales y
huracanes, dado que no nos será posible evitarlos por completo. Sin duda, una
cultura de prevención en casos de desastre, oportunamente adquirida por la
población en riesgo potencial, es la mejor herramienta con que pueden contar.
Pero, ¿hay algo más que pueda hacerse?
Hasta ahora, el concepto de control climático ha sido una idea que sólo ha
podido existir en la literatura de ciencia ficción. Por ejemplo, en la obra Das
Genie del escritor alemán Dieter Eisfeld, aparece un original inventor que ha
logrado crear una máquina capaz de modificar y controlar a voluntad el estado
del tiempo atmosférico.

Esto quizá podría volverse realidad, ya que están realizándose importantes


investigaciones que brindarían una base científica y la tecnología necesaria
para implementar un posible control global del clima; específicamente, con la
modificación de la trayectoria de un huracán que fuera a tocar tierra,
detectado desde su formación inicial.

El factor clave para este proyecto es el hecho de que la atmósfera es muy


sensible a pequeñas perturbaciones; esto es, la misma inestabilidad en la
dinámica atmosférica es lo que haría factible el control global del clima. La
extrema sensibilidad de las condiciones iniciales en que se forman los
huracanes permitiría controlar la evolución de estos fenómenos atmosféricos,
los cuales pueden ser modelados con programas de cómputo.

Aunque este control sería extremadamente complejo, se ha calculado que la


tecnología requerida será alcanzable en un rango de treinta a cincuenta años a
partir de ahora. Las áreas de investigación que será necesario desarrollar
involucran las ciencias atmosféricas, sensores remotos, ciencias de la aviación,
satélites de energía solar, sistemas computacionales avanzados, mega
sistemas de ingeniería y más.

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Sin duda alguna, la nación que pudiera controlar su propio clima estaría en
posibilidad de modificar el de los demás países. Un control meteorológico
efectivo crearía serios problemas políticos; una “guerra climatológica” sería
concebible, aun cuando el uso de la modificación del tiempo como arma ha
sido prohibido por una Convención de las Naciones Unidas.

Llegado el momento, sería necesario un tratado entre los países que contaran
con la tecnología capaz de desviar el curso de ciclones y huracanes, para
asegurar que el uso que se le dé a tales capacidades sea benéfico para la
humanidad. Pues sería lamentable que un descubrimiento científico que parece
tan prometedor, terminara causando más conflictos y desastres de los que se
proponía remediar, tal como le sucede al personaje de Eisfeld.

En conclusión, si el calentamiento global generado por la contaminación


industrial, deforestación y otras actividades humanas dañinas al entorno, ha
tenido como consecuencia un incremento en la intensidad de los fenómenos
climáticos, el tratar de controlarlos o modificarlos sólo nos llevaría a crear aún
más alteraciones, dado que los fenómenos climáticos, por ejemplo los
huracanes, tienen como función primordial el mantener un equilibrio de las
condiciones de humedad y temperatura en la atmósfera. Y siendo éstas tan
sensibles a cualquier alteración, la desviación de la trayectoria que sigue un
huracán, por mínima que sea, traería consigo otras tantas alteraciones
atmosféricas.

Por lo tanto, es vital que los gobiernos de las naciones que cuentan con un
desarrollo tecnológico más avanzado que el de los demás, tomen conciencia
del desequilibrio ambiental y el negativo impacto ecológico que ha sufrido el
planeta a causa de las actividades industriales del ser humano; y que
aprovechen esa ventaja en tecnología e infraestructura para llevar a cabo

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proyectos de investigación encaminados a disminuir o paliar los daños que se
han causado, y no tanto a tratar de corregir las consecuencias.

BIBLIOGRAFÍA

1. Controlling hurricanes, Ross N. Hoffman. Scientific American, Vol. 291, No. 4, pp.
68-75. Octubre 2004. http://www.sciam.com

2. Hurricanes and global warning – Is there a connection? S. Rahmstorf, M. Mann,


R. Benestad, G. Schmidt y W. Connolley. http://www.realclimate.org/index.php?

p_181

3. Controlling the global weather, Ross N. Hoffman. Bulletin of the American


Meteorological Society, Vol. 83, No. 2, pp. 241-248. Febrero 2002.

http://www.allenpress.com

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