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P+ a =< a Marcela Paz LUNIVERSITARIA ntes, cuando era chico, yo queria tener una hermana menor, para poder mandarla. Pero ahora que la tengo, me arrepiento, Es comple- tamente fatal. Porque las mujeres son fatales y también las mamas no sa- ben educarias. Y la prueba es que desde que ten- go hermana, mis notas en el colegio son casi puros 2 0 casi todos 1. Resulta que en vez de poderla mandar, tengo que llevarme todo el dia haciéndola aparecer. Porque mi hermana Ji es lo mas des- aparecida que hay, y también es creida. Y cuan- do no se cree la Caperucita Roja, se cree la Bella Durmiente 0 sencillamente la Cenicienta, y es- trepitosamente se desaparece. Entonces a la 7 Z mam ni siquiera le importa que yo tal vez voy a hacer una tarea, sino que me implora que la busque ~|Mi hijito, se perdié la nifia! -declama con ojos de lumbago-. Buscamela, que estoy deses- perada... ~Que la busque la Domi -digo, mostrando mis cuadernos. ~Nunca la encuentra... Por favor, Papelucho, que voy a enloquecer...~y pone cara de fdem. Es que iba a hacer tareas. ~Las haces después, mi lindo -y asoma la- grimones. Yo pienso que para los santos mila- grosos debe ser aburrido estar en el cielo y oir puras suplicas y ver puras caras rogonas. Con tal de no verlas creo que hacen el milagro. ~¢D6nde la vio usted la ultima vez? -le pre- gunto. —Dice la Domitila que estaba comiéndose el dulce de castafia en la despensa. ~¢Qué dia? : 93 -Eso es lo que no sé. Si supiera no estaria Norando... -y lloré mas. Me acordé de que era mujer y las mujeres son distintas. No iba a tratar de entenderla cuan- do ni ellas se entienden. Pensé que si hubiera sido hombre podria haber estado llorando de arrepentimiento, o de orgullo o de dolor. Pero como la Ji es mujer... Asf que mejor le hice cos- quillas y se empezé a refr y nos dio un ataque de risa a los dos y nos reimos y reimos y lloraba- mos de risa y de repente nos quedamos dormi- dos. La Ji no quiso ir hoy al jardin infantil, y como el papa no estaba y la mama dormfa no ia pude obligar. ~Tti no me mandas y si me mandas yo no te hago caso -me dijo. re ~Acuérdate del columpio... -No quiero columpiarme, quiero que se co- lumpien los otros nifitos. Yo me fui. La Ji es de las que cree que uno va al colegio cuando le da la gana. Es igual que los gatos: sin conciencia. Yo llegaba a hablar solo 94 pensando en la Ji, y hablando y hablando, lle- gué tarde al colegio. Me arrestaron, justo cuan- do los Salem me habfan convidado a bafarme esta tarde. Hacia tanto calor y yo tenia inventa- do un modo de nadar desconocido que queria probar y tenfa que ensayarlo antes de que se me olvidara. Asf que decidi cambiar mi castigo para mafiana y arrestarme manana hasta las siete. Cuando soné la campana, sali en el mont6n y nadie se dio cuenta. Puramente el Chato Frias, que me espero en la esquina. -Tu estas castigado —me dijo-, y si te vas, te acuso... Te vas a quedar callado -le dije. ~Yo me callo, pero no gratis. Tenis que dar- me tu composicién de Historia. Lo desprecié y me fui corriendo. Pero cuan- do llegué a la casa, ya me estaba llamando por teléfono. -jA qué hora me entregas la composicién? -Majiana a la entrada -y le corté. El Chato sube sus notas amenazando a todo el mundo, pero yo pienso que cuando uno quiere parecer mateo, mds vale ser mateo de frent6n. Cuando terminé mi tarea de Historia la en- contré reencachada. Ni sé por qué me qued6 asi, pero estaba perfecta. Sin borrones, sin mante- 95 quilla, sin arrugas ni arrepentimientos. jNo se la iba a dar al Chato! Aunque me amenazara... Me fui a jugar con los gatos. La Ji los tenfa en el colegio y habia hecho un columpio debajo de una silla y los columpiaba a todos juntos. Era la maravilla porque mientras mas altos llegaban, mas firmes parecian. Fui a contarle al papa. —E] gato tiene una fuerza de gravedad espe- cial -comentsé en dificil. Yo sabia ya que los gatos tienen siete vidas, y, claro, teniendo siete vidas no tienen ningun miedo. Cuando no se tiene miedo, uno no se cae de ninguna parte. Pero yo tengo dos vidas y la eterna es imperdible. Asi que tampoco tengo miedo, y no teniendo miedo no me caeré jamas. Me fui entonces al columpio de la plaza y me eché vuelo. Un vuelo perisférico y cosmo- ndutico en que la gente y los arboles quedaban alla abajo y yo muy encima. E] aire arriba en la altura era oloroso. Un senor de la plaza empez6 a gritarme, pero ni le hice caso. Mas alto, mas fuerte el impulso, mas arriba yo y el columpio... Valfa la pena dar la vuelta por encima del palo y con un empeno mas... Bravo! me alcancé a de- cir, cuando... Dicen que me aturdi, que tuve locomocién cerebral un rato y todavia me duele la cabeza. 96 Pasé al otro lado —di la vuelta completa en el columpio-, pero se soltaron los ganchos, ique sé yo!, y no pasé nada mds, porque no tuve miedo. Claro que ahora estoy en cama, pero manana 0 pasado me podré levantar, cuando se me quite este dolor de cabeza. Como no iba air al colegio le regalé mi com- posicién al Chato Frias. Total, si uno puede ha- cer algo perfecto una vez, puede hacerlo otra también. Y se la di porque ya no servia su ame- naza de acusarme, porque estando yo en cama gquién me vaa castigar? Por el contrario, vino el Chuleta Pardo a saber cémo estaba yo. Se ve que mi accidente fue casi un hecho policial. La cuestidn es que me cuesta un poco es- cribir y también el doctor lo prohibe, asf que parece que van a esconder mi diario por unos dias. t Yo mientras tanto tengo que cerrar los ojos acostado y dejar que la Ji me cuente cuentos y mas cuentos, que por suerte me hacen dormir...

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