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Julio Cortazar Ceremonias Las babas bl diablo x BIBLIOTECA DE BOLSILLO I presente volmen de fmen de relatos rine bos tea feta rin os esos contin en atcction rire (OY Desi eal: 8. 32.723 - 193 Iimpeso en Espa sp nea il ri ond meas a ae ie, mene, ee pain ede cone Sent re ptne9 deena ps y entonces monsieur Rosay me sujet porque realmente yo hubiera querido besar en la frente a monsieur Bébé, ue seguia siendo el mas bueno de todos conmigo, pero éi no me dejaba y obligé a volver a ‘et brazo h tanto de que hubiera veni ir para el cemen- la madre y los amigos de monsieur Bébé. Seguramente también estarfan contentos de que viniera, sobre todo. eur Rosay que estaba tan alligido por culpa del hombre de la bufanda, y que se preocupaba de que todo Tuese correcto como para que Ia gente supicra Io bien que habia es Ft0 y To mucho que todos querian a monsicur LAS BABAS DEL DIABLO. Nunca se sabré eémo hay que contar esto, si en pri- mera persona o en segunda, usando Ia tercera del plural 0 inventando continuamente formas que no servirén Si se pudiera decir: yo vieron subir Ia luna, duele el fondo de Ios ojos, y sobre todo ast rubia eran las nubes que siguen corriendo ‘vuestros sus rostros. Qué se pudiera ir a beber un bock por fambién una ‘méquina (de otra especie, una Céntax mejor puede una mfquina sepa mds de la mujer rubia— y las bir. Uno de todos nosotros tiene que escribir, si es que esto va a ser contado. Mejor que sea yo que estoy muerto, que estoy menos comprometido que ei resto; yo que no veo mas que las nubes y puedo pensar sin distraerme, escribir sin bo es la mejor de las puntas cuando se quiere 201 De repente me pregunto por qué tengo que contar esto, ‘eémo voy @ clausurar correctamente Ja oracién? Pero 7 | empiezo a hacer preguntas no contaré nada; mejor com tac, quizd contar sea como una respuesta, por lo menos i para alguno que lo lea. Roberto Michel, francochileno, traductor y fotbgrafo i 1 rds. Uno baja cinco pisos y Memb . sol isespechado pare ao. | por Qual anja, mid un rte hotel de Lawn, Fe nds tibio pero en realidad es lo mismo), me senté en el pa- rapeto y me sent terriblemente feliz en Ja mafiana del domingo. ‘Bnire Jas muchas maneras de combatir la nada, una ‘de las mejores es sacar fotograffes, actividad que deberia ensefiarse tempranamente a los nifios pues exige disciplina, mm 203 de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de tuna chiquilla que vuelve ‘con un pan o una botella de leche. Michel sabla que e! fotdgrafo opera siempre como una permutacién de su manera personal de ver el mundo ‘Lo que habia tomado por una pareja se parecia mucho més aun chico con su madre, aunque al mismo tiempo me daba cuenta de que no era un chico con su madre, de que era una pareja en el sentido que damos siempre a Jas parejas cuando las vemos apoyadas en los parapetos ‘© abrazadas en los bancos de las plazas. Como no tenia ‘nada que hacer me sobraba tiempo para preguntarme por qué tenfa miedo, pues eso se lo en cada gesto, un miedo sofocado por la vergiienza, un impulso de echar- se atris.que se advertia como si su cuerpo estuviera al 206 horde de la huida, contenindose en un ditimo y lastimoso se vuelve posi rary lo mirado, desmudar a las cosas de tanta ropa ajena, Y, claro, > caste aie pa ajena. ¥, claro, toda esto | chico recuerdo la imagen antes que el verdadero uc (esto fe entenderd despucs), misntras, gus shoes estoy seguro que de la mujer recuerdo mucho mejor sa ‘cuerpo que su imagen. Era delgnda y Injustas para decir lo que era, y vestia un abrigo casi negro, casi largo, casi hermoso, Todo cl viem ledos de los guantes de . Largo rato no le vi }a.cara, apenas un perfil nada tonto —pajaro azorado, dngel 205 de Fra Filippo, arroz con leche— y una espalda de adoles- ccente que quiere hacer judo y que se ha peleado un par de veces por una idea o una hermana, Al porque tan pronto present{ Io y Ia mujer no pude mis que mirarlos y esperar, Resumiendo, el chico estaba inquieto y se in mucho trabajo fo que acababa de ocurrir ara esperar 50, o quiz4 el chico legé antes y ella To vio ‘desde un balcén o desde un auto, y salié a su encuentro, ruvocando el dislogo con cualquier cosa, segura desde el Comienro de que é! iba a tenerle miedo y a querer esce- parse, y que naturalmente se quedaria, engallado y hosco, fingiendo la veterania y el placer de la aventura. El resto cera fécil porque estaba ocurriendo a cinco metros de mi y cualquiera hubiese podido medir las etapas del juego, Ia ‘esgrima irrisoria; su mayor encanto no era su presente sino 1a prevision del desenlace. E] muchacho acabaria por pre textar una cita, una obligacién cualquiera, y se alejaria tro- ‘pronto lo tomaria del brazo para levarselo, a menos que 4, con una desazén que quizA empezara a tedir el deseo, el riesgo de la aventura, se animase a pasarle el brazo por Jn cintura y a besarla. Todo esto podia ocurrir pero atin tuirfa las cosas a su tonta verdad. Me hubiera gustado sa- ber qué pensaba el hombre de! sombrero gris sentado al estuviera atento a lo que pasaba y sintiera como yo ese regusto maligno de toda expectativa. Ahora la mujer habia girado suavemente hasta poner al muchachito entre ella 201 ire. ¢Por qué esperar mis? con un encuadre donde no entrara el ho- bol, necesario para que- tun enfoque que no los de que atraparia r, 1a expresion que todo lo resume, seccionar el tiempo, si no elegimos imperceptible fraccién esencial. No tuve que esperar La inujer avanuaba ens tava de mu la mujer rechazando con dulzura las’ manos que pret dian desnudarla como en lag novelas, en una cama que tendria un edredén lila, y obligindolo en cambio a dejar- ‘se quitar la ropa, verdaderamente madre e quizé, pero quizA todo fuera de otro modo, y Ia del adolescente no pasara, no la dejaran pasar, de un largo proemio donde las torpezas, las caricias exasperantes, Ia Sarrera de las manos se resoliera qui sabe en que, en un placer por separado y presos en una pequeia im: Lo podria contar con mucho pena. La mujer hablé de que nadie 0, y exigio que le entr mniras se lo decia gozaba socarronat xe iba quedando atra: muyendo a digndase como un hilo de la Virgen en el aire d a le temblaba y la mucca iba de un lado a otro de bios como una cosa independiente y viva, ajena a Ia i, Pero todo el resto era fijo, payaso enharinado jas o el pelo o Is corbata ne- nte, como si el pavimento le Jos pies; le vi zapatos de charol, de suela tan ja que debla acusar cada asperera de la calle. No ‘qué me habia bajado de! pretil, no sé bien por qué ‘esa exigencia en la payaso y le mujer fapeto, pascaba las manos por ta Dic absurdo gesto del acosado que busca Lo que sigue ocurrié aqut, casi ahora mismo, en una habitacién de un quinto piso. Pasaron varios dias antes (os del domingo; y también Ja foto de la mujer rubia y el gative era tan bueno que prepard un pllacién era tan buena que hizo otra Gis come un sich No se le ocuri (ahora se To pregunta 210 la cra la unica que le interesaba; y el primer dia estuvo ‘acordandose, en esa operaci6n compa- recuerdo frente a la perdida rea- ‘ado, como toda foto, donde nad dras del parapeto, nubes y piedras cont ‘materia inseparable (ahora pasa ‘re como en una cabeza de tormenta). Los dos primeros, 's acepté lo que habia hecho, desde fa foto en si hasta Ia me pregunté si la traduccion de} fue estipida; cuando miramos una foto de frente, los ‘que a nadie se te ocurre conside- ‘maquina de escribir por delan- ‘aba muy bien asf; sin duda era la una foto, aunque la visién tos y aun sus descubri- sjemplo cuando no en- ‘buen francés lo que José 1 chico, la entrada en cara blanca, En ‘el fondo estaba satisfecho de mf mis 22 dota sin prisa. El chico estaba menos azorado que receloso, luna © dos veces atisbé por sobre el y ella seguia hablando, ex; 2 cada momento hat hombre. del sombrero gr e descartade en la nado y jugar con su terror y s dero amo esperaba, sonriendo que iba a suceder. -mpo habia corrido; estabe 10 piso, de no saber quiénes eran esa ese hombre y ese nifio, de ser nada més que la Ja cara la burla més horrible, la de decidir frente a mi impotencia, Ia de que el chico mirara otra vez al payaso enharinado y yo comprendiera que iba a aceptar, que la ropuesia contenta dinero 0 engati fervencién que desbaratara el andami: fume. Todo iba a resolverse hebi 8 acercarse, diez centimetros, lun paso, otro paso, el arbol giraba cadenciosamente sus Tamas en primer plano, una mane! ccuadro, la cara de la mujer, ‘mf como sorpren- tun poco, quiero decir perder de vi mujer empezé a acercarse al hombre que me los agujeros negros que tenia en ef "or segunda da vez yo lo ayudaba a escaparse, lo de’ rofso precario. Jadeando me quedé fren: necesidad de avanzar més, el j ‘mujer se veia apenas un h jugado. De la ‘bro y algo de pelo, brutalmen. s ¥ no quise mirar més, y me tapé la rar como un idiota, ‘Ahora pasa una gran nube blanca, como todos estos dias, todo este tiempo incontable. Lo que queda por decit 24 perfectamente es siempre una nube, dos nubes, o largas horas de ciclo impo, leres en la pared de mi cuat een, como tn al revés, y poco a poco ef cuadro se alara,quizd el sol, 9 otra ver entran lau nubes, de aos, doa tren Ins palo mas, a veces, y uno que otro gorrin. 215

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