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PARTE ESPECIAL
XII. El mrito
Todo este tema puede sintetizarse en las palabras del Prefacio de la Misa para los santos
(I):
"T eres glorificado en todos tus santos y al coronar sus mritos coronas tus
propios dones".
Debe tenerse en cuenta para todo este tema, que las expresiones "mrito" y "recompensa"
se refieren a la misma realidad, ya que la recompensa es como el precio con que se retribuye
un trabajo. As lo explica Sto. Toms.
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Como fruto de la controversia luterana, Trento ensear que a los que obran el bien y
esperan en Dios, se les debe proponer el Cielo, no slo como gracia misericordiosamente
prometida por medio de Jesucristo, sino tambin "como retribucin", segn ensea S.
Agustn. Y esto, por la promesa de Dios.
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Para esta afirmacin, el Concilio cita 1 Cor 15,58, Hb 6,10 y 10,35, y sobre todo:
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c. 18 (D-H 388).
S. Th. I-II, q.114, a.1.
Ses. VI, cap. 16 (D-H 1545-1550).
De gratia et libero arbitrio, c.8, 20 (PL 44,893).
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ANTROPOLOGA TEOLGICA
PARTE ESPECIAL
Pero Dios dispuso en el hombre el poder de hacer obras buenas sobrenaturales que
merecen premio; y como el hombre puede usar libremente este poder, puede tambin merecer
el premio segn "la presuposicin de la ordenacin divina".
Es decir que, el hombre puede merecer algo de Dios, en el sentido de tener "derecho al
premio", slo porque Dios se ha comprometido a S mismo a darnos algo si cumplimos con lo
que El desea.
2- Tipos de mrito.
a) El mrito en sentido estricto, es decir, segn todo el rigor de la justicia: solo lo posee
Cristo, Dios y hombre verdadero.
b) De condigno: se da cuando propiamente es ex iustitia, pero fundado, no en una estricta
igualdad entre Dios y el hombre, sino en alguna promesa divina. Es el que puede darse en las
criaturas. El principal requisito para tenerlo es estar en gracia. Tanto en este caso como en el
anterior, se salva la justicia, aunque diversamente.
c) El mrito de congruo: no se tiene en razn de justicia, sino en razn de la amistad (si se
est en gracia) o en razn de la misericordia divina. No es propiamente mrito.
ANTROPOLOGA TEOLGICA
PARTE ESPECIAL
a) Las obras de los justos, en cuanto proceden de la gracia habitual, son propiamente
meritorias de la vida eterna, de condigno. (cfr. Mt 5,12; Mt 19,29; Rm 2,6-7; 2 Tim 4,8)
"Se debe recompensa a las buenas obras, si se hacen; pero la gracia, que no es
debida, las precede para que se hagan" (Orange II, c.18 - D 191)
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