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EL JUICIO DEL SEOR (II)

Cmo se ciegan, mis queridos hermanos! Cmo se ciegan los hombres y cmo se ciegan las
muchedumbres cuando los hombres y muchedumbres carecen de esa luz que viene de lo alto!
Nosotros tambin, muchas veces nos cegamos y frecuentemente quebrantamos las leyes divinas,
y frecuentemente reaccionamos -a veces- muy duramente ante esta ceguera del alma, nos
cegamos como se ceg tambin esa multitud.
La conducta de ancianos y sacerdotes. Ans, Caifs, haban pues dado su consigna tambin a
su corte y a sus criados, para que ellos se infiltraran en la multitud y estratgicamente azuzaran
tambin a los dems, procurando con su perfidia apagar todo vestigio de reconocimiento de la
verdad, de Aquel cuya sentencia esperaban.
Por eso, cuando Pilato asoma ante la muchedumbre despus de haberle azotado y coronado de
espinas a esa Vctima Santa y que el pueblo se moviera con pasin y viera que ya bastaba a su
perfidia con aquel castigo -castigo que no lo mereca- a la Vctima.
Entonces mis queridos hermanos, la muchedumbre al verle, lanza su primer grito. Pero el grito
fue lanzado por los sicarios de estos prfidos azuzadores de la multitud. Sumo sacerdote y
ancianos, escribas, fariseos, a quienes haba condenado con la pureza de Su vida y con la pureza
de Su Doctrina.
Y luego, al coro de ellos tambin se une el coro de ese pueblo. Y cuando Pilato pregunta: a
quin quieren, a Barrabs o a Jess? Ellos sin vacilar, as mismo arrastrados por esos sicarios,
gritan: a Barrabs, y a Cristo crucifcale, crucifcale! Esta es la reaccin de esa multitud ante el
requerimiento de Poncio Pilato!
Padre CSAR AUGUSTO DVILA GAVILANES
Gua Espiritual y Fundador de la Asociacin Escuela de Auto-Realizacin
A.E.A.- Derechos Reservados

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