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Lenguaje y Poder en la Sociedad del Conocimiento

Así como la Revolución Industrial modificó radicalmente las relaciones sociales


instaladas en la Edad Media -fundadas en una economía agrícola de subsistencia y
escasez, en el marco de una cultura teocéntrica-, transformando el horizonte cultural,
geográfico y de consumo de una economía que, como la inglesa, integró las nuevas
tecnologías industriales -aún a costa de la pobreza de millones en las ciudades-,
pasando en pocos años a la abundancia y superexplotación del entorno, adecuado al
antropocentrismo emergente; la nueva Sociedad de la Información y del Conocimiento
comienza a destruir/construir nuevas relaciones sociales, desviando el “principio
empático del hombre”1 hacia un nuevo tipo de consumo especializado, personalizado,
específico, en que la cantidad quiere ser reemplazada por la calidad, respondiendo al
mismo principio de que se consume aquello que hay en abundancia y se preserva lo
escaso.

Las NTIC ofrecen una inusual abundancia de información e incrementan la


productividad, ampliando la oferta de tiempo libre, tal como las hilanderías con
tejedoras a vapor aumentaron la oferta de textiles, dejando atrás la escasez de
vestimentas, aunque millones tuvieran que vivir la desocupación y el reentrenamiento
para poder viabilizar las nuevas fuerzas de producción.

La hiperexplotación industrial del entorno, las evidencias de que ella no puede ser
infinita (devastación de enormes áreas de bosques, desertificación, contaminación y
cambio climático) y abundancia de información, nos está retornando a una nueva
Edad, donde lo estético ya no es lo abundante, sino la innovación; lo bello no es la
serie, sino la creatividad; lo hermoso no es lo masivo, sino lo único.

Fundado en esa nueva cultura, moral o estética, con aumentos del tiempo de ocio, los
conectados ya no están buscando integrarse a grandes olas de pensamiento, como en
la edad industrial, sino con-jugar opiniones, gustos y sentidos, en comunidades
virtuales o de creencias, en las que las individualidades reemplazan a los grandes
colectivos y cada cual puede expresar su visión de mundo, vía blogs, fotologs, foros,
chats, páginas web, dando nuevos sentidos a sus propias palabras, en un juego de
diversidad/tolerancia mundial que abre una cornucopia de ideas que termina
1 Taichi Sakaiya. Historia del Futuro. La Sociedad del Conocimiento. Editorial Andrés Bello.1994
intoxicando las viejas percepciones y hundiendo patrones y esquemas que otorgaban –
industrialmente- ciertas certidumbres sobre el aquí y ahora, así como del futuro.

Así, la brecha digital es menos infraestructural que de competencias en el uso de las


NTIC, pero además, incluso contando con ellas (usuarios alfabetizados informática y
digitalmente), se va abriendo un abismo de mayor calado, cual es aquel de la
destrucción creativa que la “adopción” de estas tecnologías produce en las estructuras
sociales, económicas y culturales de las sociedades que las integran. Kemly Camacho,
en su ensayo “Brecha Digital”, reduce el concepto a tres enfoques:

a) Hacia la infraestructura: posibilidad/dificultad de disponer de computadoras


conectadas a la red mundial. Esto incluye también el problema de servidores y de
backbones. De hecho, los países del Sur muestran fuerte dependencia de los
equipamientos del Norte.

b) Hacia la capacitación: capacidad/dificultad de usar estas tecnologías. La diferencia


relativa a las habilidades y competencias para usar adecuadamente la tecnología y no
solamente disponer de computadoras y carreteras de información. Alfabetización
digital y de manejo de información que obligará al reentrenamiento de millones de
trabajadores, así como a la desocupación de los que no se pueden incorporar.

c) Hacia el uso de los recursos: la limitación/posibilidad que tienen las personas para
utilizar los recursos disponibles en la red. Es decir, la competencia para transformar el
dato en información y la información en conocimiento, o como nuevo modo de
educación y de “nuevas oportunidades”: desarrollo de negocios, ventas on line,
atención médica, teletrabajo, entretenimiento y ocio, por ejemplo.

A los enfoques de Camacho habría que añadir un cuarto hacia lo paradigmático,


referido a la destrucción/creación que la integración de estas tecnologías genera en las
sociedades que las “adoptan”, dados sus impactos económicos, culturales, sociales y
políticos sobre las anteriores estructuras (distorsiones en los ritmos de aumentos de
productividad entre sectores económicos integrados o no; globalización cultural y
transculturación; contrabando ideológico y dependencia tecnológica), versus las
perspectivas económicas de quienes crean, producen y dirigen el proceso de
construcción de futuro, con arreglo a sus propias visiones, intereses y sentidos, pero
que también se verán enfrentadas, en los contenidos, a una presión multicultural.
Si bien es cierto, hasta el momento las políticas de desarrollo orientada a la reducción
de la brecha digital aún se concentran en el desarrollo de la infraestructura tecnológica
y conectividad, millones de personas comienzan a vivir ya la segunda y tercera etapa
de la integración a las NTIC. Este fenómeno exigirá nuevos esfuerzos “solidarios” para
generar competencias y contenidos que conllevan las infraestructuras NTIC instaladas,
a través planes masivos de educación y alfabetización digital y manejo de información,
financiados por los países adoptivos.

Pero al mismo tiempo, estas sociedades de la información por “adopción” vivirán una
colosal transformación política, económica, cultural y social que las obligará a redefinir
sus estrategias de desarrollo y, por consiguiente, su ubicación en el escenario mundial
y de relaciones con las naciones creadoras, para seguir cerrando una brecha que ahora
avanza hacia un nuevo nivel de complejidad.

Las naciones creadoras de estas tecnologías, a su turno, encararán su propio y difícil


panorama derivado de la misma destrucción creativa a que las somete la innovación y
rápida obsolescencia, la competencia y persistente caída de utilidades de estas
industrias. La dura lucha por imponer los sistemas de la nueva TVDT europea,
norteamericana y japonesa en las diversas áreas de influencia de esas tecnologías son
un ejemplo de tal tendencia. Esta brega se corresponde además con los mayores
riesgos del capital industrial tecnológico en innovación, cuyas rentas pueden ser
enormes en el éxito, pero, como vimos, fracasos muy voluminosos en la derrota. El
capital financiero invertido en estas industrias es de grandes dimensiones, mientras
que el que las naciones adoptivas deben utilizar es, no sólo menor, sino que apuntado
al desarrollo de su propio capital social, a través de la educación, valor que se instala
en las sociedades, dándole mejores perspectivas de desarrollo.

La cuestión ideológica implícita en las NTIC hacia una mayor desjerarquización,


horizontalidad y democratización, que puede complotar contra los liderazgos y poderes
políticos, sociales, económicos y culturales, es otro elemento de mayor presión aún,
debido a las exigencias implícitas de transparencia, más derechos, igualdad, consumos
de calidad y participación que este nuevo tipo de ciudadano, más informado y libre,
exige.
Si es que hasta ahora la característica distintiva de los grupos de poder en las
sociedades era definir autocráticamente los destinos del capital para su mejor
reproducción y rentas, la Sociedad de la Información y del Conocimiento importará
serias dificultades para aquello, debido a surgimiento de múltiples centros de poder
social e influencia que se podrán coordinar mundialmente con propósitos críticos al
respecto. Muestras de tales modos de acción en el mundo pueden verse ya en el papel
que cumplen organizaciones planas y desjerarquizadas en el área de la ecología y el
medioambiente, en el área energética; las luchas por los derechos civiles que inciden
en la industria farmacéutica (Sida, aborto, otras pandemias); o las denominadas
“single issues”2 que operan en todos los países, desafiando a las autoridades locales,
provinciales o nacionales.

En tal escenario, la defensa de la propiedad sobre las nuevas tecnologías, siguiendo el


patrón que protegió jurídicamente la propiedad de bienes físicos que sostenían las
relaciones sociales a contar de la revolución industrial, no tendrá la efectividad que de
ella se espera. Lo “soft” no es aprehensible y circulará más allá de la voluntad de sus
creadores. Y no habiendo motivación de lucro para la creación de conocimientos, la
humanidad se enfrentará a una nueva encrucijada ética.

En efecto, “la economía de la información, hipercompetitiva y poco regulada, (se


vuelve) objeto de tentativas de construcción de posiciones monopolísticas (Microsoft,
Google), (aunque) emergen, de todas partes, procesos de producción cooperativos y
de autoproducción, de creación por los mismos utilizadores (“copyleft” y red 2.0). Su
éxito saca a la luz el hecho de que la creatividad y la innovación escapan en parte al
capitalismo clásico, cuestionando sus nociones de progreso y de desarrollo”3.

Así y todo, no hay que olvidar que la circulación y almacenamiento de la información


de la Sociedad de la Información y del Conocimiento está montada sobre una
infraestructura cuyas tecnologías fundantes son de control privado y, considerando la
especial configuración geopolítica mundial que aún define el siglo XXI, esto seguirá así
por muchos años, especialmente porque el poder punitivo sigue en idénticas manos y
la ciencia y tecnología implícita en las nuevas herramientas de destrucción y guerra
han dado un salto cualitativo difícil de reescribir localmente.

2 Anthony Giddens. “La Tercera Via”. Editorial Taurus. Baires. 2000


3 “Palabras en Juego: Enfoques Multiculturales sobre las Sociedades de la Información”. Coordinado por
Alain Ambrosi, Valérie Peugeot y Daniel Pimienta. Noviembre 2005. C & F Éditions.
De esta forma, la verdadera brecha digital, aquella sustantiva, que divide el mundo
entre países creadores y adoptivos, de las naciones productoras y reproductoras, se
mantendrá monopólicamente instalada sobre el abismo de la capacidad científica y
tecnológica de producción de la infraestructura que acompaña a la nueva revolución y,
por supuesto, en el comando de la liberación o secreto de los conocimientos de punta
en los múltiples ámbitos de la investigación, fenómeno que seguirá siendo el factor
crítico de éxito de las sociedades más desarrolladas por sobre las en desarrollo.

Sin embargo, el uso innovador de las NTIC, los ahorros de costos, los aumentos en los
niveles de escolaridad y conocimientos así como la generación de contenidos, y nuevas
estéticas que satisfagan innumerables audiencias, pueden constituirse en el polo
estabilizador de amenazas de profundización de las diferencias económicas entre
países pobres y ricos, porque incluso sus producciones duras pueden trasladarse a
regiones periféricas (casos de India o China). Por lo demás, las NTIC, más allá de las
voluntades opuestas, inducen hacia una más consolidada democratización, sociedades
más participativas, personas más individuadas y concientes de sus intereses y más
informados sobre las intenciones de los centros de poder.

Asimismo, los nuevos vectores apuntan, por oposición, hacia una mayor identidad
fundada en tradiciones locales, a estéticas más propias y a una ética de relaciones
sociales que pudieran ser barreras naturales ante la eventual pérdida de sentido
inducida por la adopción indiscriminada de conocimientos, tecnologías, conductas y
culturas diversas en sociedades, colectivos, comunidades o grupos menos integrados.

En definitiva, la verdadera brecha entre naciones ricas y pobres continuará estando en


la calidad y competencias de las personas que componen unas y otras sociedades y no
en los instrumentos, medios o artefactos que sean capaces de producir, los cuales, en
todo caso, son reflejo de los propios sueños, cualidades y voluntades de construcción
de futuro, generados desde sus respectivos lenguajes, expresión visible de su cultura y
sentido. El surgimiento de una nueva generación de jóvenes integrados a la Sociedad
de la Información y del Conocimiento, capacitados en los usos de aquella, en su ética y
estética, puede marcar una sustantiva diferencia en los ritmos de desarrollo económico
del Chile de los próximos 20 años, así como en el de otras naciones emergentes.
Por lo demás, la adopción de las NTIC en naciones en desarrollo es una inevitabilidad
económica, dada su inserción en la estructura productiva internacional, cada vez más
interdependiente, donde, tanto para países ricos, como pobres, ya no es posible
encerrarse, producir y exportar con sus propios medios. En diversas naciones los
gobiernos han estimulado planes masivos de integración acelerada de las NTIC
apuntando primero hacia la instalación de una infraestructura que haga posible su
mejor desempeño y luego, mirando hacia las competencias profesionales requeridas
para un buen uso de ellas. De allí el actual énfasis en la Educación.

No obstante, no ha habido en Chile, ni en Latinoamérica, una discusión más profunda


sobre el efecto Caballo de Troya que ellas conllevan y el impacto que están teniendo
en su ámbito paradigmático, el que bien podría explicar muchos de los más sustantivos
cambios sociales y culturales observados en las últimas décadas. El intentar un análisis
en esta dimensión de la brecha puede generar apreciaciones que den mayor luz sobre
el hacia dónde vamos y de ese modo, diseñar acciones preventivas para enfrentar más
equilibradamente la destrucción creativa a la que estamos expuestos por la inevitable
adopción de las NTIC, pues lo que aún no es inevitable, es ingresar al club de los
creadores, aún cuando solo sea en el ámbito de lo blando y contenidos.

De allí que, considerando el acelerado ritmo de producción de información y


conocimiento, incluso quienes pueden tener acceso a ellos requieren de estrategias de
análisis que les permitan evitar su saturación y “desinformación” derivada no tan sólo
de la cantidad de informaciones existentes, sino también de su fragmentación.

En el nuevo estado de desarrollo de las fuerzas de producción que hemos denominado


Sociedad de la Información y del Conocimiento y que en los hechos es aún Sociedad de
la Información, las personas necesitan de competencias de organización en esquemas
comprensivos de texto e imagen que le posibiliten obviar la dispersión y saturación que
surge de redes como Internet, para llegar a la transformación de las informaciones
mosaico en verdadero conocimiento que sea de interés y tenga valor en los mercados.

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