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Curso África es Imprescindible. IV edición. Tema 3. Tercera sesión.
China-África: Cooperación, depredación e interacción Materiales
África y China: entre los halagos y las críticas
Javier Aisa, periodista especializado en actualidad internacional (Espacio REDO) Publicado en http://www.yuanfangmagazine.com/edicion-online/ China continúa su progreso económico en la mayoría de los países de África. En efecto, la penetración de China en el continente es uno de los principales factores de transformación de la economía africana y uno de los mayores desafíos geopolíticos del siglo XXI, opinan destacados analistas e investigadores de varias universidades subsaharianas. Las cifras impresionan. En solo 10 años, los intercambios comerciales se han incrementado de 20.000 millones de dólares en 2000 a 200.000 millones en 2012. Las inversiones directas llegan a los 14.700 millones en 2012 y en el continente operan ya alrededor de 2.000 empresas chinas, dedicadas a la explotación y distribución de energía; la compra de tierras; la construcción de infraestructuras y el comercio al por mayor y minorista, entre los sectores más importantes. A estas alturas, China ha superado a la Unión Europea y Estados Unidos y es el primer socio comercial de África. Por tercer año consecutivo, en 2011, las relaciones comerciales ha alcanzado los 166.300 millones. Los empresarios chinos se muestran satisfechos y los gobiernos africanos también, porque son conscientes que necesitan millones y millones de dólares para desarrollar sus países. Otra cosa es el destino final al menos de una parte de esos fondos: existen riesgos y se producen sinsabores, desde la corrupción generalizada de muchas elites políticas africanas hasta la competencia con el pequeño y mediano comercio africano, los daños medioambientales y las duras condiciones laborales impuestas por algunas empresas chinas.
 
 
Recuerdos del pasado
Las relaciones comerciales entre África y China se remontan a la historia. Comerciantes persas y árabes, instalados en Cantón y en Quanzhou, intercambiaban mercancías con Egipto y África Oriental desde la dinastía de los Tang (siglos VII-X). El almirante Zheng, en la época de los Ming (XVI-XVII) ordenó construir cientos de navíos que surcaron los 100.000 kilómetros de distancia entre China y África y trasladaban marinos, diplomáticos, telas, animales, productos agrícolas y especias del Egipto de los mamelucos y del sultanato de Malindi (Kenia) hasta el Imperio del Centro y viceversa. Estas expediciones marítimas se interrumpieron a mediados del siglo XV, quizá por su coste excesivo o por rivalidades. Los chinos volvieron después de las independencias, a partir de los años 50 en el siglo pasado. La revolución popular china inspiró a líderes de tendencias contrarias: desde Sankara (Burkina) y Mengistu (Etiopía) Nyerere (Tanzania) a Mobutu (Zaire/Congo) y Eyadema (Togo). Se alentaron colectivizaciones del campesinado, el culto al líder supremo y hasta los cuellos Mao en los trajes, aunque estas afinidades provocaron más problemas e injusticias que ventajas. No obstante, quedaron en África destacadas infraestructuras, que todavía se recuerdan con afecto: el ferrocarril “Tazara” entre Zambia y Tanzania; el estadio Kamanyola en Kinshasa (Congo), el Parlamento de Cabo Verde y el teatro nacional de Accra, en Ghana, entre otros.
Presión europea, diplomacia china
Un alto cargo del ministerio de Comercio de Mozambique señala que “China sólo se interesa en las relaciones económicas y no en crear amistades”. Desde diferentes grupos de oposición a la mayoría de los regímenes presidencialistas africanos se achaca a China que su neutralidad no es tal, porque nunca censura las vulneraciones a los derechos humanos en las dictaduras de África, con las que hace buenos negocios y a las que vende armamento, como Sudán, Eritrea y Zimbabwue. No obstante, todos tienen claro que China no es una ONG, si no que busca sus propias ambiciones, mediante una red de estados-clientes, la presencia en diversas zonas mineras estratégicas y la consolidación de un gran mercado para sus productos en tiempos de crisis internacional. Se trata de disponer del mejor, mayor y más barato acceso posible a los minerales, los hidrocarburos, la madera y las tierras: en Nigeria, Angola, Libia, los dos Sudán, Congo, Gabón, Mozambique…y próximamente en las costas de África Oriental, donde se incrementan las prospecciones
 
petrolíferas y gasísticas. Ni más ni menos que otras potencias mundiales, aunque con más diplomacia y menos exigencias y coacciones. Los países occidentales, de Francia a Estados Unidos, reafirman que la presencia china en África compite directamente con ellos, representa una amenaza y puede ser un foco de conflictos. Son afirmaciones hipócritas de las potencias que arrasaron el continente durante la colonización y se aprovechan además de sus propias relaciones comerciales con China. Las autoridades de los estados africanos inscriben las relaciones chino-africanas en la experiencia común del colonialismo. Unos y otros subrayan que la aspiración de África y  Asia en los años 50 era la independencia, después de la dominación de las potencias europeas. Consideran que la presencia occidental en África y sus inversiones están sujetas, a menudo, a condiciones políticas, apoyadas incluso con operaciones militares. Sin embargo, resaltan que China basa su intervención en el respeto mutuo, la no agresión y la no injerencia en asuntos políticos de cada país. “Nihao, Nihao” (buenos días en chino) es el saludo habitual de no pocos africanos a la población china que vive y trabaja en sus países. La cooperación entre China y África se extiende además a las iniciativas culturales. Las delegaciones del Instituto Confucio operan en 22 países y miles de estudiantes africanos se benefician de becas de estudios en China. Luego, parte de ellos se instalan en las ciudades chinas para servir de intermediarios en las relaciones comerciales. Desde Butembo, en Congo, comerciantes  jóvenes se agrupan para trasladarse a China y desarrollar más los intercambios. De esta manera, pueden reducir costes de viajes, aduanas y estancias. Una de sus primeras decisiones es hablar chino, porque “China será la potencia mundial y el chino la lengua de los negocios” según comentan los profesores a sus alumnos. Los africanos se sorprenden y se alegran de que los chinos en África aprendan las lenguas locales con rapidez, hasta el punto que, por ejemplo en lingala, discutan los precios: “buela mbongo….” (pon un poco más de dinero). Sin embargo, a los africanos les cuesta entender que los chinos apenas aparezcan en los supermercados, restaurantes, discotecas…no se mezclen con ellos y apenas aprecien y comprendan las culturas autóctonas.
Bienvenida y malestar
Los africanos felicitan a los chinos cuando acaban puentes, carreteras y hospitales antes de tiempo y con costes menores a los presupuestados. Asimismo porque pueden circular por carreteras construidas por los chinos, donde solo había caminos de tierra y piedras. Sin embargo, también es verdad que los productos chinos de todo tipo destinados al consumo

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