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“Diee pacientes se volvieron hacia la psicaterapa,y en el ‘curso de sus sesiones se debatieren con el dolor de a evstencia, Esta na era la azén por la cual acudieron & mi fan busca dle ayuda; pore contrario, los diez padecian de los problemas comunes do a vida cotfiana:soloda, autodespreco, mpotencia, migrahas, compulsvidad sewual,obesida, hipertansién, pena, un amor obsesivo que los consumia, estadas cambiantes de anime, Aepresién. , sin embargo fun sin embargo que se desarralia deforma dstintaen cada historia a terapia s0ed alas ce las raices profundas de estos problemas diarios,raices que se remontaban al leche de cad la exstenca [.] Aungue an estos relatos de psicoterapia abundan las palabras pacientey Lerapeuta, 0 8 doje confundir el lector can ests términos: ésos son relatos releridas a todas los hombres ya todas las mujeres. La calidad de pacientees ubicue. La asignacion deta etiqueta es en gran parte arbitrariay con Irecuencia denende mas de factores culturales, ‘educacionas y econdmicos que dela severidad ela patologin” Irvin 0. Yatom i J arn de! ug. Arvin D. Yalom__Yer! | Irvin D. Yalom Verdugo del amor Historias de psicoterapia Traduecién de Rolando Coste Picazo Ami familias Mi esposa, Marilyn, y mis hijos, Bve, Reid, Victor y Ber Reconocimientos Mis de la mitad de este libro xe eserito durante un afiosa- bético de muchos viajes. Estoy agradecido a muchas personas, @ instituciones que me recibieron y facilitaron mi trabajo: el Centro de Humanidades dela Universidad de Stanford, el Cen- ‘uo de Estudios Bellagio de la Fundacion Rockefeller, Ios Dres Mikiko y Tounehito Hasegawa en Tokio y Hawai, el Café Mal- vvina en San Francisco, el Programa de Literatura Creativa de Bennington College Le estoy agradecido a mi esposa, Marilyn (siempre mi cri- tice més severa y mi sostén més fel); a Phoebe Hoss, mi edi- tora de Basic Books, que hizo posible est libro ylos libros an. teriores que publiqué en Basic; ya Linda Carbone, mieditora, de proyectos en Basic Books. Agradezco también a muchos, ‘muchos colegas y amigos que no huyeron al ver que me acer ccaba con un nuevo relato en la mano, y que me brindaron su crttica aiento o consuelo. El proceso ba sido largo y sin duda debo de haber perdido nombres por el camino, No obstante, vaya mi gratitud a Pat Baumgardner, Helen Blau, Michele Car. ter Isabel Davis, Stanley Elkin, John Felstiner, Albert Guerard, Maclin Guerard, Ruthellen Josselson, Herant Katchadourian, Stina Katchadourian, Marguerite Leferberg, John L'Heureux, Morton Lieberman, Dee Lum, K. ¥. Lum, Mary Jane Moffat, Nan Robinson, mi hermana Jean Rese, Gena Sorensen, David, Spiegel, Winfrid Weiss, mi hijo Benjamin Yalom, la clase de 1988 de residentes y practicantes de psicologia de Stanford, mi secretaria Bea Mitchell, quien durante diez afios escribi6 @ ° ‘maquina mis notas clinicase ideas de las cuales surgieron es+ tos relatos. Como siempre, le estoy agradecido a la Universi= dad de Stanford por proporcionarme el apoyo, la libertad ac: démnica ya Fomunidad intelectual esenciales para mi trabajo. ‘Tengo wa gran deuda con los diez pacientes que distin- iguen estas piginas. Cada uno de ellos ley6 su historia del co- renzo al, tee ‘uno de ellos, que murié antes de que yo terminara) } me dio su consentimiento para su publicacion. Cada uno ajrobo el disfraz bajo el cual aparece; muchos ayu- daronen la Gorzeccién; uno de ellos (Dave) me dio el titulo pa- ra su historia, algunos comentaron que el disfraz era innece- sariamente sbarcador y me instaronya ser més fel y preciso; dos de ellos xe inguietaron por mi abtorevelacién personal © por algunas te as libertades dramatieas que me tomé. No obs tante, con esperanza de que los relatos resultaran tiles pa xaos lerapdutas yo para sus pacientes, todos me dieron su agradécimicnto Estas sop historias verdaderas, pero he tenido que heer cambios para proteger Ia identided de las pacientes. En varios «casos he sustituido, en aras de una equivalencia simbdlica,cier- tos aspectos |e la identidad y la vida le un paciente y sus cir- cunstapciasenocasiones he intercambiado partes de a iden- tidad de unoy otro paciente. Muchas vees el dalogo es ficticlo, ‘ymis flexignes personales son posterior al momento en que aparecen. El distraz es profundb so fl paciente puede ver de- tes de €l Sip lugar 4 dudas cualguie lector que crea recono- riba Pitts altos | | ‘0 ‘Todos los nombres, caracteristicas identificatoris y demas detalles de ‘cada caso del presente libro han sido cambiados. Prélogo Imaginese la presente escena: a trescientas ¢custrocientas persones, desconocidas entre si, se les pide que formen pare jas y que cada integrante formule al otro una sola pregunta, tuna y otra vez: “¢Qué quiere usted?” @Podria haber algo més simple? Una pregunta inocente, y ‘su respuesta, ¥ sin embargo, ua y otra vez he visto que este cjercicio grupal hace aflorar sentimientos poderosos. Muchas veces, en cuestién de minutos, el ambiente se estremece de emacién. Hombres y mujeres —no necesariamente desespera- dos 0 necesitados sino personas exitosas, bien vestidas, de ‘buen comportamiento, que relucen al caminar— se ven sacu- didas en Io mas profundo de su ser. Claman a quienes estin irrevocablemente perdidas (padres, cényuges, hijos, amigos muertos 0 ausentes): "Quiero verte otra vez." “Necesito ts amor.” “Quiero saber que estés orgulloso de mi.” “Quiero que sepas que te amo y custo siento el no habértelo dicho mun- ca." “Quiero la infancia que nunca tuve.” “Quiero tener salud, volver a ser joven. Necesita que me amen, que me respeten, ‘Quo mi via signifique algo. Lograralgo. Quiero ser importan- le, ser recordado.” ‘Tato querer, tanto necesitar Tanto aftorar ¥ tanto dolor, cerca de la superficie, que emerge a los pocos minutos, Dolor por el destino, Dolor por existencia, Un dolor que esta siem- realli, aleteando siempre, justo debajo dela membrana de la vida. Dolor al que se accede con demasiada facilidad. Muchas ‘cosas —un simple ejercicio de grupo, unos pocos minutos de B honda reflexion, una obra de arte, un sermén, una erisis per sonal, una pkrdida— nos recuerdan que nuestros deseos rs profundos nunca pueden cumplirse: nuestro deseo de juven- td, de que Se detenga el proceso de envejecimiento, que re- agresen los sdres que se han ido, nuestro deseo de amor eterno, proteccién, fignificacién, de In inmortalidad misma. Cuando bstos deseos inasequibles terminan daminando ‘muestra vidal entonces recurrimos ala ayuda de nuestra famni- lia, de muestfos amigos, ce la religion; a veces, de los psicote spots. En este thes cuento las historias le diez pacientes que se volvie‘on habia la picoterapa, yen el curso de sus sesiones Se debatirop con el dolor de In existpncia Bot nova la 26n por eal acuderon a mien busca de ayuda: por el com. tral, los cb padecin de oe problemas corranes del ida cotidana:sfedad, atodesprecio, impotencn, migraias, com Palsivdad sbeus,obesida, hipertencion, pena, un amor o>. Sesivo ue lok consi, estadoecambiantes de imo, dere sion. sin ¢mbargo (an “sn embargo" que se desarrlla de form dlstifaen cada historia) I teapiasacd ala superfile las ales prpfundas de estos protenias darcs, races que se remoniabaoal echo de roca de la exstencla. “ Qulera Quiero” es un clamor que se oy todo el tlemgo en estas histprlas. Una paciente decig: "Quis volver a tenet 2 mi hijita muerta’, mientras que descuidaba a sus dos hijos Vivos, Oo facieneTepetia con insitenca: “Quiero coger a todas las mujeres que vo", a inela que el céncer de lint iba itvadiende ls resguicios de su cuerpo, Y otrrogaba: “Quie ro.los pacts, in nfancia que munes fuve™, penta sutra or tes earths que no se atreva' abr ¥ ota pacente, una ‘jer vieja, pedi ser etemamente jen, sn oder renuncar 2 suamor elfesivo por un hombre tata ¥ cleo aos menor guedlia. | “Yo ero qe a Sutancia fundameital de lapsicoterapa es siempre ese flor existencialy ho, compe aseputan algunos lot anhelos instisvesreprimidoso los fragments imperfecta | i 1 mente sepultados de un pasado personal trégico. En mi tera: pia con cada uno de estos pacientes, mi hipStesis clinica pri- ‘maria —hipécesis en la que baso mi técnica es que la ansie- dad fundamental emerge de los esfuerzos, conscientes © Inconscientes de cada persona por hacer frente a la dura rea. lidad de la vida, a los “supuestos" de la existencia.! Hie descubierto que cuatro de estos suptestos son partic larmente pertinentes a la psicoterapia: la inevitabilidad de la ‘muerte, tanto personal como la de nuestros seres queridos; la libertad de hacer nuestra vida a voluntad; nuestra extrema so- edad: y, por timo, la ausencia de un propésito o sentido ob- vio en nuestra vida, A pesar de lo sombrio que parezcan estos supuestos, contienen las semillas de la sabiduria y dela reden- ign, Espero demostrar en estos diez relatos de psicoterapia que es posible confrontar las verdades de la existencia y utill- zarlos para el cambio y el crecimiento personal. De estos hechos de la vida, la muerte es el més obvio e in tuitivamente aparente. En una edad temprana, mucho antes de lo que creemos, nos damos cuenta de que Ia muerte ha de llegar, y de que no hay forma de escaparle. No obstante, segéin Spinoza, “todo se esfuerza por persistir en su propio ser”. En el fondo de eada uno de nosotros se debate el perpetuo con- ficto entre el deseo de seguir viviendo yel conocimiento dela muerte inevitable, ara adaptamos ala realidad de la muerte, hacemos gala de gran ingenio con el fin de idear maneras de evitarla. De jéve- res negamos la muerte con la ayuda dela tranquilidad que nos infunden nuestros padres ylos mitos ssculares yreligiosos; mas adelante a personificames, transforménola en una entidad, un smonstruo, un personaje fabuloso oun demonio. Después de to- ' Para una discsign detallada de esta perspectiva exstencial y de la teoriay practien dels psicoterapia basada en ella vease mil bro Exstentfa!Poychorherapy (Psicoterapia existencial), New York: Basle Books, 1980, 15 do, sila muerte es un ente acosador, entonces puede ser posi- bie hallar una manera de eluicla; ademis, por mas stervori- zante que resulte un monstruo personificador de la muerte siempre sera menos aterrorizante que a verdad, que uno leva en las esporas mismas de su propia muerte. Mas tarde, los ni- fos experimentan con otras maneras de atenuar Ia ansiedad de la muerte: desintoxican la muerte ridiculizéndola, la desaffan, ‘con osadfa o la desensibilizan exponiéndose, en compasiia de ‘sus pares y un paquete de tibias palomitas de matz con mante- ca, a historias de fantasmas y peliculas de terror. ‘A medida que crecemos, aprendemos a quitaros a la muer: te dela cabeza; nos distraemos; la ransformamos en algo po- sitivo(regresendo al hogar, volviendo a Dios, logrando, por fin, la paz); la negamos con mitos que proporcionan apoyo; lucha- ‘mos por lograr la inmortalidad mediante obras imperecede- ras, proyeciando nuestra simiente hacia el futuro a través de nuestros hijs o abrazando un sistema religioso que ofrece pet= petuidad espiritual ‘Muchas personas diserepan con esta descripelén de la ne- sgacién de la muerte, "{Tonterias! dicen. Nosotros no negamos Ja muerte. Todos vamos a morit. Lo sabemos, Los hechas son “obvios. Pero ctiene sentido ocuparse de ello?” La verdad es que lo sabemos y no lo sabemos. Conacemos los hechos intelectualmente, pero nosotros —es decir, la por- cién inconsciemte de la mente que nos protege de una ansie dad abrumadora— desechamos, o nos disoclamos del terror asociado con la muerte, Este proceso disociativo es incons- ciente, invisible para nosotros, pero nos quedamos convenci- dos de su existencia en esos raros episodios cuando la maqui- naria dela negaci6n fracasa ya ansiedad dela muerte estalla ‘con toda su fuerza. Esto puede suceder solo de manera extra- ‘Ba, quizas una o das veces en toda la vida, Ocasionalmente su ccede en momentos en que estamos despiertos, algunas veces Juego de un roce personal con la muerte, o cuando muere un ser querido, pero més comtinmente Ia ansiedad por la muerte aflora en las pesaaillas. 16 Una pesadilla es un suetio fracasado, un sueio que, al no “manejar" la ansiedad, falla en su papel como guardién del e- oso, Si bien las pesadilla diferen en su contenido manifies- to el proceso subyacente de toda pesadilla ese! mismo: la an- siedad de la muerte escapa de sus guardianes y estala en el plano de lo consclente. La historia "En busca del sonador” ofrece una visiGn Gnica entre bastidores del escape de la an- siedad de la muerte y la sltima tentativa de la mente por con- tenetla allf,en medio de las penetrantes imagenes de muerte de la pesadilla de Marvin, hay un instrumento vital que dese fia ala muerte: el reluciente bastén de punta blanca conel que el durmiente se debate en un duelo sexual con la muerte El acto sexual es visto tambien por los protagonistas de los otros relatos como un talisman de proteccién contra la disti- nnucida, el envejecimiento yla proximidad dela muerte, De ahi Ja promisculdad compulsiva de un hombre joven frente al cn- cer que lo esta matando ("Sila violaciGn fuera legal...) y el viejo que se aferra a las cartas amarillentas recibidas de su amante muerta hace treinta afos ("No vayas mansamente’). ‘En mis muchos atios de trabajo con enfermos de cancer (que se enfrentan a una muerte inminente he notado dos mé- todos particularmente poderosos y comunes de apaciguar los temores, dos creencias, ofalsas ilusiones, que otorgan una sen- sacion de seguridad. Una es a creencia en la singularidad per- sonal; la otra la fe en un salvador extremo. Aunque ambas constituyen un engaflo, pues representan “falsas creencias", no empleo el término engario en un sentida peyorativo: se trata de creencias universales que, en algiin nivel de la conciencia, exis tenen todos nosotros y desempetian un papel en varios de es tas relatos. La singularidad es la creencia de que uno es invulnerable, fnviolable, que esta mas all de las leyes ordinarias dela bio- Jogia y el destino, En algiin momento de la vida, cada uno de nosotos se enfrenta a alguna crisis: puede tratarse de una en- fermedad seria, de un fracaso en nuestra carrera, 0 €l divor cio. 0, epmo le sucede a Elva en “Nunca cref que me pasara a 7 na, puede fer qu jin hecho tan simple como quele aerebe ten eartefa de repenteexpong lo comin y comriente ue somes dessin pone de que la vida siempre sein ina tte expil astendente Si bien ereenla ena singulridd persona oorga un send de sfgurdad desde nent, lotro mecanisin de a foci dela mrteecreenciaen up selvaderexomo-— pet tite que no sintamosslempce vgs y preepidos por na fuer exter Aunque podamos tener ropezs, ne enfer segs, ouuellegsemos al bord smn deta ucts, ete moneonedos equ eeu sve omnipresent ge Siemprahallt de reentarn, | Santos, dros dos sistemas de crbenciasconsiuyeh una dialectics, dos respesas dmetalmente opuestas acon icin hema. El ser humanoaitna su stonomia mesion tela autonlfnaci heron o bute la sepurdad mednt la fisin con tna furva super er des novemerge ose fr sions separa op enguta, Uo se converts env promis Progenitor ¢ sigue stendo una etema eratara Ls mayopa de nosotros, a mayor parte del emp, vive sodanenteitando la irda dela muerte, concordando con Woody les evan die "No le tengo seta ln mrt, toque no gpleco estar allt cuando susedn = Sin embargo, hy cica manery —unalargatredconspcableala pscterepia~ gue no ens qe. omtaee pena conienia dea mie te exo nos dard madureryenniquecers muss vida, Ls at tras palabras de uno de is patentes (nS volecibn fs tale) dbmestpn qu i bin | hecho de ln muerte, su Escala, fos destuye a idea delarmerte puede sar. La libertad, otro supuesto dela ekistencta, presenta un di- lema para yarios de estos diez pacientes. Cuando Beity, una paciente obesa, anuncié que habia tenido una juerga antes de venir a verthe y planeaba volver a hacerlo no bien se fuera de ‘mi oficina, estaba tratando de renuneiar a su libertad al per- | 8 ‘ | suaditme de que yo asumiera el contvol sabre ella, El curso completo de terapia de otra paciente (Telma, en "El verdugo del amor”) giraba en torno al tema dela entrega a un ex aman- te(y terapueta) y mi bisqueda de estrategias para ayudacla a recobrar su poder y su libertad, La libertad como supuesto parece In antitesis misma de le ‘muerte. Si bien tememos a la muerte, por lo general conside- ‘ramos la libertad como inequivacamente posiiva, La histo ria de la civilizacién occidental, zno ha estado caracterizada por anhelos de libertad, e inclusive impulsada por ella? Sin em: Dargo, desde una perspectiva existencial la libertad est ligada al ansiedad cuando sostenemos que, al contrario de la expe- ‘encia cotidiana, no legamos ni salimos en tltima instancia de un universo bien estructurado, con un gran diseno eterno. La libertad implica que cada uno es responsable de sus propias decisiones, acciones, de la situacién de vida de cada uno. Si bien la palabra responsable puede usarse de varias ma- neras, yo prefiero la definicién de Sartre: ser responsable es ser “autor”. Cada uno de nosotros es el autor de su propio mo- delo de vida. Somos libres de ser cualquier cosa, menos no li- ‘bres. Como diria Sartre, estamos condenados a ser libres. Por cierto, algunos filésofos afirman mucho més: que la arquitec- tura de la mente humana hace responsable a cada uno de la estructura de la realidad externa, de Ia forma misma del es pacio y el tiempo. Es aqui, en el eino de la construceién del sujeto, donde reside le ansiedad: somos criaturas que desean la estructura, y nos atemoriza un concepto de libertad que im- plica que debajo de nosotros no hay nada, una carencia total ae fundamento, ‘Todos los terapeutas saben que el primer paso crucial dela terapia es a asuncion de responsabilidad, de parte del pacier- te, por su situacién de vida. Mientras uno crea que sus proble- ‘mas son causados por una fueaa o agencia exterior a uno mis- ‘mo, Ia terapia no podré ser eficaz, Si, después de todo, el problema reside allé fuera, entonees gpara qué va uno a cam- biar? Es el mundo exterior (amigos, empleo, ednyuge) el que 19 debe ser cambiado, o intercambiado. De esa manera Dave (en *No vayas mansamente”), que se quejaba amargamente de haber sido encarcelado en una prisién matrimonial por una esposa guardiana curiosa y posesiva, no pudo avanzar en la terapia hasta que reconoci haste qué punto él mismo era es- pponsable de la construceién de esa prisign, ‘Como los pacientes tienden a resistirse a asumir una res- ponsabilidad, los terapeutas debemos desarrollar técnicas para hacer que los pacientes tomen conciencia de cémo ellos mismos crean sus propios problemas. Una técnica eficaz, ‘que utilizo en muchos de estos casos, es el foco del aqui y ahora. Como los pacientes tienden a recrear en fa escena de Ia terapia los misao problemas interpersonales que los 2co- san en su vida afuera, me centro en lo que esta sucediendo enel momento entre el paciente y yo mas blen que en los he- cchos de su vida actual o pasada. Al examinar los detalles de Inrelacién de terapia (0, en un grupo de terapia, las relacio- pes entre los mniembros del grupo), puedo percibir en el ac- tola manera en que un paciente influye sobre las reacciones de otra gente, Asf, aunque Dave podifa resistirse a asumirla responsabilidad por sus problemas matrimoniales, no podlia Jhacerlo ante los datos inmediatos que él mismo generaba en Ja terapla grupal: es decir que su comportamiento sigiloso, provocative y elusivo activaba a que los demas miembros del grupo reaceionaran de una manera muy similar a la de su mujer en su casa, De manera parecida, la terapia de Betty ("Mujer obesa") era ineficaz mientras podfa atribuir su soledad a la superficial, de- sarraigada cultura de California. Cuando lé demosiré que en nulestras horas juntos su manera de ser impersonal, cahibida yy distante recreaba el mismo ambiente impersonal en la tera- pia, entonces ella pudo empezar a hacer frente 9 su responsa- bilidad en la ereacion de su propia soledad. Si bien Ia asuncién de responsabilidad conduce al pacien- teal vestfbulo del cambio, no es sinénimo de cambio. ¥ es el cambio lo que siempre resulta ser la verdadera fuente de in- 2 formacién, par macho quel terpeuta corse la perspicacia, Ja asuncion de la responsabilidad y In atoactuaizacion. ‘Lalibertad no slo requiere que astmsrnos la resporsabi- lidad por as deisiones de nuesta vida sino que tambien pos tula que el cambio requiere un acto de la voluntad. Aunque volntad es un concepto que los terapeutasraras veces util {amos en forme explicita, lo mismo dedicamos vn gran es- fuer20 para influir sobre la voluntad del paciente. Continua- mente aclaramos e interpretamos, asumienda (y es un salto def, pues carecemos de un apayo empirico convincente) que el entendimiento indefectiblemente habra de ocasionar un cambio, Cuando ats de interpretacisn no logran generar el cambio, bien pademos empezar a apelar a la vohuntad en for- sma directa: “También se necesita la voluntad, Debes esfotzar~ te, sabes. Hay un tiempo pars el andlisis, pero también hay un tlempo para la accion ¥ cuando la conlontacién direc- to fracasa, el terapeuita se ve reducldo —coma demestrane5- tos relator a emplear cualquier medio conocido que tiene tuna persona para influ sabre otra. Asi, puedo acne, s+ cutis imiortunar,adulas acicatear, implorar simplemente Soportt, eon la esperanza de que la vision neurética del mun: do del paciente se desmorone por pura fatige. Es mediante la voluntad, mévl principal de Ia accion, que scsi nuestra voluntad, Considero que a voluntad tiene dos eta ‘pas uina persona parte del deseo y acta mediante la decision ‘Algunas persons tienen el deseo bloquesdo: no saben qué sienten ni ge quieren Sin opiniones, sin impuslsos, sin incl- naciones, se convierten en parasitos de los deseas de los de- rs, Personas as{ pueden resultarcansadoras. Betty aburria precisamente porgue sofocaba sus deseos, ylos demas ¢ can- Saban de proporcionarle deseos e imaginacién Otros pacientes no pueden tomar decisiones. Aunque sa- bben exactamente lo que quieren lo que deben hacer, no puc- den actuar y,en cambio, se pasean,stormentados, frente als puerta del decisién, Saul, en "res carts sin abrir’, sabiaque Sualquier hombre razonable abrir las carta; sin embargo, el a tear quel provcaban pralizaba 3 ohn, Thelma verdugo dellamor”) sabia que su ambr obsesivo estaba soca- eee eee ee Wedel ern su enrnoamihta. Sn enbaro, op diasono quia ca, yo rr con frei a todos eee ee Las decitiones son dificiles por muchas razones, algunas dels ball eee to ton lone Poe va ro det toh Gledner ent aceon den hombre sia ue = sue ss mptactones sobre miro dela yica en des pos Aunts sper pro fers “Las conn desanec as alternativas|excluyen.” Al primer postulado, la muerte, ya me fe ee pl epuio,lasalteraths exer ex una le Ye import prn bute por qo tod dei fel Ttvartblefets nn dein iveljer an temnarint ee pees enna sre eres Bars oping nas la polars dai contene a muer te como elzevolbon hops ape), Deo mane te ite eaforapa sl podblidh inka de poder Velvera rear su racton con au stant runciae ellos Sinica ba Gominucon, os myer Lascledpd evistencial un tence supuest dea id, sere ferealabrfchaintnngueabe ene el eo yo emt, be. cha que enfeinclaive en presencia derelaionesinterper>- tales profihdamene graticantes Uno ex fslado 10 alo dz ete sfe,ino/~en tanto que uno constiye a propio tnverso— ambien del esto del mundo, Esta toledad debe Aisne de tos dos tos a sled lnterperscoaly aso. Iedadicapersonal, i ‘Uno sietelasoledad interperona cuando caece delos do nes soz] ode eno de personalidad que permite interac: Gone socio fimas La voledad nraparsona care can. do cit vss del yosedinden, como sucde condo separa a cpocon el recuerdo de us hecho. La Terma dese 2 paracién mas extrema y dramétice, In personalidad miitiple, es relativamente rara (aunque cada vez es més reconocible); cuando se produce, el terapeuta puede enfrentarse—como me ccurrié a mf en el tratamiento de Marge (*Monogamia tera- péutica"’) con el desconcertante dilema de cual de las persona- lidades favorocer. No hay solucién para la soledad existencial, por lo cual los terapeutas deben desistir de las soluciones falsas. Los esfuee- 20s que realizamos para huir de la soledad pueden sabotear nuestras relaciones con otras personas. Muchas amistades 0 matrimonios han fracasado porque una persona, en lugar de relacionarse con la otra ointeresarse por ella, la usa coma un escudo contra su soledad. Una tentativa generalizada —y vigoross— por resolver la so- edad existencial, que ocurre en varios de estos relatos, es la fusi6n, en la cual se suavizan muestrasfronteras y nos confun- igo ético, Ha violado el eddigo fundamental de toda profesi6n de asistencia, Mire el perjuicio que le ha causado, Los dos sa- Dbemos que esté mal que un terapeuta profesional, que ha ju- rado actuar para el beneficio de su paciente, lastime a una per- sona de la forma en que él la ha lastimado a usted ero lo mismo hubiera sido que hablara en el vacio. —Fue sélo cuando empez6 a actuar como un profesional cuando volvié a adoptar su rol formal, cuando me lastim6. ‘Cuando slo éramos dos personas enamaradas me dio el rege. Jo més precioso del mundo, Era frustrante, Obviamente, Thelma era responsable de la situacién de su vida. Obviamente, era una fieci6n que Matt- how ejerciera un verdadero poder sobre ella. Obviamente, ella le habia dado tal poder en tn intento por negar su propia li bertad y su responsabilidad sobre la constitucion de su propia vida. Lejos de querer recobrar su libertad, disfrataba de su su- isin con lascivia. Desde el principio, por supuesto, yo sabia que la légica de smi argumento no lograria penetrar lo suficiente para producir 82 un cambio. Fso rara vez sucede, No sucedié en mi caso, cuan- do hacia trapia. Sélo cuando no lo siente en los huesos sed cuenta. Sélo entonces puede actuar y cambiar. La pslcologia popular no hace mas que hablar de “asumir la responsabili- dad”, pero son sélo palabras: es extraordinariamente diftll aterrador inclusive, convencerse de que uno, y s6l0 uno, cons- traye el modelo de su propia vida. Por eso, el problema en la terapia siempre es cmo avanzar de una valoracion intelectual ineficaz de una verdad con respecto a uno mismo hacia una ex- periencia emocional de esa verdad. Sélo cuando la terapia po- ne en juego emociones profundas se convierte en una fuerza ppoderosa del cambio. ‘Ya impotencia era el problema en mi terapia con Thelma, Mis intentos por generar poder eran vergonzosamente caren. tesde elegancia y consistian sobre todo en tanteos, reproches yetreulos repetitivos alrededor de su obsesin, tratando de de- mribarla, En esas ocasiones, cudnt ansfo la certeza que ofrece la ot- todoxia! El psicoanalisis para tomar la mas eatélica de las ‘escuela ideologicas psicoterapeutas— siempre postula convie- clones muy fuertes acerca de los procedimientos técnicos ne- ‘esarios. De hecho, los analistas parecen més seguros de todo de lo que yo pueda llegar a estar seguro de algo. ;Cusn conso- lador seria poder sentir, por una vez, que sé exactamentelo que estoy haciendo en mi trabajo psicoterapéutico, por ejemplo, ‘que estoy reccoriendo en su propia secuencia las etapas preci- sas del proceso terapéutica! Naturalmente, no es mas que una ilusién. Si pueden llegar aserde alguna utiidad, las escuelas ideol6gicas, con sus com- plejos edificios metafiscos, tienen éxito porque aplacan la an- edad del terapeuta, no la del paciente (y asf permiten que el terapeuta haga frente a la ansiedad del proceso terapéutica). ‘Cuanto mas puede el terapeuta tolerar la ansiedad de no sa- ber, menor necesidad tiene de abrazarla ortodoxia. Los miem- bros creativos de una ortodonia, de cualquier ortodoxia, con el tiempo superan su disciplina 3 ‘ungu hay alo tanguilizndor en un termpeuta oroniscien te que siesppre esté en control dela situacién, puede haber al- 0 muy atfactivo en un terapeuta aye busca a Uentas, un tera peuta diszuesto a hundirse con el paciente hasta que ambos, juntos, trdpiezan con un descubrimtento, Pero jay! como me censenaria Thelma antes de que concluyera este caso, es post: ble despelciar buena terapia en un pacien. En mi bisqueda de poder, me esforeé hasta el maximo, Tn tenté sacuiila, | —Supohga, por un momento, que Matthew muera, Eso, la Iiberaria? i —He intentado imaginarlo. Cuando lo imagino muerto, una aren tristeza desciende sabre mi. Viviria entonces en un un- do vacio. No puedo seguir pensando mas ai iLenfe pues errs de ete? ppecé a hacerle preguntas. La hija de Penny, Chrissie, contrajo una forma rara de leucemia a los nueve aos y murié cuatro aos después, el dis anterior a su décimotercer cumpleafos. Durante esos cuatro afios Chrissie intent6 seguir yendo a la.es- ccuela pero tuvo que guardar cama la mitad del tiempo y ser hospitalizada cada tres 0 cuatro meses Bl cncer y su tratamtento eran extremadamente doloro- sos. Durante fos cuatro afos de su enfermedad, muchas apli- caciones ce quimioterapia le prolongaron la vida, pero cada ‘ver quedaba calva y muy enferma. Chrissie fue sometida a do- cenas de dolorosas extracciones de médula de hueso y tantas transfusiones que al final ya no tenfa una vena disponible. Dix rrante el timo ao de vida sus médicos le colocaron un eats ler intravenoso permanente que permitia un facil acceso a si corsiente sanguinea Su muerte, dijo Penny, fue horrible. No podia imaginarme 152 to horrible que fue, En este punto se eché a llorar. Fel a mi promesa de formulasle preguntas datas, a instéa que me con- tara lo horsble que habia sido la muerte de Chrissie, Penny queria que yo la hiciera empezir y, por pura ¢a- sualidad, mi primera pregunta desaté un torrente de sent miento, (Ms tarde descubriria que podia encontrar dolor profundo en Penny sin importar dénde indagare.) Chrissie finalmente murié de neumonta: le fallaron el corazén y los, pulmones. No podia respira y, al final, se ahogé en sus pro- plos fluidos. Lo peor, dijo Penny entre sollozos, era que no podia acor~ darse de la muerte de su hija: habia borrado de su mente las ‘Slimas horas de Chrissie. Todo lo que recordaba era irse ala cama a dormir esa noche junto a su hija durante la hospita- lizaci6n de Chrissie Penny dormfa en un eatre a su lado— y, mucho después, estar sentada junto a la cabecera de la cama te Chrissie abrazando a su hija murta, Penny empezé a hablar de culpa Estaba obsesionada con Ja manera en que se habia comportaco durante la muerte de ‘Chrissie. No se lo podia perdonar. Su vor se hizo més fuerte, su tono acusatorio contra sf misma. Sonaba como un fiscal tratando de convencerme de su falta Puede ereer —dijo— que no puedo recordar cusndo, no puedo recordar cémo me enteré de que Chrissie habia muerte? Estaba segura, y pronto me convenci6 de que lo que decia era correct, que la culpa por su comportamiento vergonzoso era la razén por la cual no podia dejar que Chrissie se fuera, Ja razén por la que su dolor se habfa congelado desde hacia ‘cuatro afios, ‘Yo estaba decidido a continuar con mis planes para la in- vestigacién: aprender todo lo que fuera posible sobre el duelo crénico y diseBiar un protocolo estructurado de entrevistas. No obstante, posiblemente debido a que habia tanta terapia por |hacer, me encontsé olvidando Ia investigaciém y, poco a poco, dando a la investigacign un sesgo terapéutico. Como la culpa parecfa ser el problema primario, me dediqué, durante el res- 153 to dea enfeyisia de dos hores, a descubrir todo lo posble so bre la culpa de Penny. —cCulfable de que? —le pregunté—.:Cuiles son las acusa- ‘La ringipal acusacién contra sf misma era no haber estado sealmente[presenté junto a Chriss. Segin dio, habfa hecho, una canted de fantasins. Nunca se habla permitide creer que Chrissie fern a morir. Aunque el tpédico le haba dicho que, Chrissie va un tiempo prestado, que nadie nunca con esa, enfermeddd se recuperaba, aunque también le dij, a quemay, ropa, cuando ella entré en el hospital por titima vez, que ya no vivirfa ucho més, Penny se rehusaba a creer que Chris sie no sana, Se puso Furiosa cugndo el médico se reirié « la neumosiafinal|eomo una bendicién con la que no se de> bia interfrir. En refed no aceptaba ahora, que Chrissie estuviera suerta, nj siquiera custo aflos después. Hacia una semana se “despert6} para encontrarse en una tienda haciendo fila fren- tea la cajp pare pagar un regalo para Chrissie, un animalito de lps. 1 nin momenta de ml entrevistajcon ella, if. que Chrissie “fendra” diecisiete afios el mes préximo, en vez de “tend ; —2Es dn crimen? —le pregunté—, 2Es un erimen seguir te. riendo esperanza? Qué madre quiere creer que su hijo tiene aque mori? Penny fespondié que ella no haba actuado por amor a Chi risse, sing que se habfa puesto primero a ella misma, fers lors pos so mai, por ls aes ovenes,esperanzx, dos, que compartern,y que ya no volveran. Lows hasta por ‘sipobre made vijay sus herman, que habia barrade de sa ‘da hacia velnte aos. Pero sobre tod lors por st msina, por Tnvida que som y que nunca viv Pronto se temindla hora. Nos pusimos de pe, caminamos hasta la puerta, nos dimot la man y nos sparamos. La mire Salar In escalera. Blase dio cuenta de que la miaba, se dio wilt, y me die “No se preocupe por mi Estaré ben, Reeverde Yo me cniésola Eritoco Via Penny una vez mas, un afl después al regresar de mi sabitico. Para mi gran alivio, estaba mucho mejar Aunque me hhabfa asegurado que estarfa bien, yo seguia preocupado por ells. Nunca tuve un paciente tan dispuestoa revelar un mate. rial tan doloroso en tan poco tiempo. Nadie que sollozara con a3 sis ido, (Mi secretaia, que iene au oficina al lado del con. sultorio,solfatomarse un descanso prolongado durante la ho- 1a de terapia de Penny) “Ennucdn primém sein Fenny me habia dc “Aide. mesempuinyyyomecidaré sol” En clecto, eso ero gue fnbia sucego, Durante el sto posterior a nuestra trap, Penny no chs al termpeta que Te suger sno que igus Progresandh la “En nuesta ssn de seguimient s hizo evdente que su penajante tan etancada, ahors era ms Hida. Penn a tra uha mer obscronada, pero sus demonos ahora habits: than cel presente yno enc pasado, Suita, no porqse hubie rh oldaddioshechos en foro a lx muerte de Chrisie sino pocla manfra engl habia desculdado a as ds hie, ‘De help su comportamiento con ss jo ra a eden cia mie agit de cambio. Sos dos hos habian vuelto a ase, aupmue el conflict nodre hijo peri, haba cam ‘ado decapcter Penny yeu ior ano peeaban pore e- fos de ote de! cemestero las estas de curpleatos para Ehrsl,sho pose Brett eaba la plckup 0 im no er capes de chncenna aingin empleo. "ademas, Pony habia seguleoalsjandose de Chrissie Sus vistas al dementero eran ads breve y menos Freeventes [abiareqajado a snayoria del ropa ys juguetes de Chris sie, y akon sucuarto habia pasado & Bren: quit el teste mnento de finsse dea heladera, de de llamar ss am for y de nagina las experienias que habria tendo del egule vido, como t baie de graduacion osu ingres e in universiad. Peony druna scbrevivinte Creo quo supe desde eco rien. Rlcondaba nuestra primer reunion ylo decide que estaba yo 4 no dejarme engatusar y terminar ofreciéndole te- rapia. Sin (mbargo, Penny habfa obtenido lo que se proponia: {eslones df erapia grt, de un profesor de Stanford como habia pas4do? ¢Se dieron las cosas, simplemente? ¢O fui ha+ ‘iimente pnipulado? i 174 0, quizss habfa sido yo el manipulador: En realidad, no im. portaba. Yo también haba obtenido provecho de nuestra re- Jacion. Querfa aprender sobre el duelo, yen séla doce sesiones Penny me habia conducido, paso a paso, al coraz6n misma del dolor Primero, nos ocupamos de la culpa, una condicién mental de la que muy pocos escapan. Penny se sentia culpable por su ‘amnesia, por no haber hablado mas de la muerte con su hija, Otros sobrevivientes se sienten culpables por otras razones, por'no haber hecho bastante, porno buscar ayuda médica an- tes, por no haber cuidado mas al enfermo. Una paciente mia, luna esposa particularmente responsable, que casi nunca se alej6 del lado de su matido durante las semanas en que esta vo hospitalizado, se atormento durante afios porque él murié cuando ella salié unoé minutos @ comprar un diario, ‘Me parece que el sentimiento de que "se deberia haber he- cho mds" refleja un deseo subyacente de controlarle incontro- lable. Después de iodo, si se es culpable de no haber hecho lo aque deberia hacer, se desprende entonces que hay algo que pu- do hacerse, un pensariento consolador que nos aparta de puestra patética importencia ante la muerte. Encerrados en tuna complicada ilusion de poder y progresa ilimitados, cada uno de nosotros —al menos hasta la crisis de la edad media- nha suscribe a la creencia de que la existencia consiste de una tema espiral ascendente de logros que sélo depende de la wo luntad Esta consoladora lusion puede hacerse aficos ante uma ur- sent, iereversible experiencia, que los lésofos a veces deno- ‘minan "experiencia limite”, De todas las experiencias posibles de este tipo —como sucede en el relato de Carlos ("Sila viola cin fuera legal”) no hay ninguna que més nos confronte con Ja fiitud y la contingencia (y ninguna mejor para efectuar un dramstico cambio personal inmediato) que la inminencia de nuestra propia muerte ira experiencia Ifmite apremiante es la muerte de otra persona de significacién —un cOnyuge o amigo querido— que 175 ddestroza la usin de nuestra propia invulnerabilidad. Para la mayor de la gente, la peor pérdida que se soporta esa muer. tede un hijo. En ese caso la vida parece atacar en todos los lrentes:los padres sesienten culpables y asustados por su pro. ppia incapacidad de actuar; se slenten enojados de su propia impoteneia y de Ia aparente sensibllidad de Ios médicos; pue- den legar a clamar contra la injusticia de Dios o del universo (y terminan por entender que lo que parecia una injusticla es, en realidad, indiferencia eésmica). Por analogia, los padres que han sufrido la muerte de un hijo confrontran su propia muerte: no han sido capaces de proteger a un nifio indefenso, y como corolario comprenden la amarga verdad de que ellos, 8 su vez, tampoco se sentirén protegidos. “Y por ello", como eseribié John Donne, “nos mandéis preguntar por quién do- blan las campanas: doblan por ti. El temor de Pemny por su propia muerte, si bien no emer- ‘6 en nuestra terapia en forma explicta, se manifests indirec- lamente. Por ejemplo, le preocupaba sobremanera “el paso del LUempo": habfa poco tiempo para terminar su educacién, para i de vacaciones, para poder dejar algsin legado de cierta con- sideracién. ¥ demasiado poco tiempo para que ellay yo termi- néramos nuestro trabajo juntos. Ademas, al principio della te- rapia ella demostrécierta evidencia de ansiedad por la muerte en sus sueias. En dos suefios se enfrent6 a la muerte por agua: fenel primero, se aferraba a unas maderas flotantes insignifi- ccantes, mientras el nivel del agua subfa inexorablemente a su ‘boca; en el otro, se tomaba de los restos flotantes de su casa y pedia ayuda a un médica vestido de blanco que, en Inger de reseatarla del agua, le pisaba los dedos de las manos. Al trabajar con estos suefios, yo no me ocupé de sus preo- ceupaciones por la muerte, Doce horas de terapia es demasia- do>poco para identifiear la ansledad causaca porla muerte, ex- presarla y rabajar con efectividad sobre ell En cambio, usé el material onitico para explorar temas que ya habfan aflora- do en la terapia. Este uso pragmitico de los steBios es cosa co- siente en el trabajo terapéutico. Los suetios, como los sinto- 178 mas, no tienen una explicacién tnica: estén sobredetermina- dos y contienen muchos niveles de significacién. Nadie nunca ‘gota el andlisis de un suelo; en cambio, a mayorta de ls te rapeutas enfocan los suefos ventajosamente examinando aquellos temas del suero que pueden acelerarel trabajo inme- Giato de la terapia, Por eso yome ocupé del tema dela pérdida de su casay del dermambe de Jos cimientos de su vide. También ust esos sue. ‘Ros para trabajar sobre nuestra propia relacién. No es poco comiin que sumergirse en aguas profundas simbolice ahondar en nuestro inconsciente. , por supuesto, yo era el médico ves- tido de blanca que se rehusaba a ayudarla y que, en cambio, le pisaba los dedos de las manos. Fn la diseusion que sureis ‘después, Penny por primera vez exploré su deseo de que yola ‘apoyara y la gulara y su resentimiento ante mis esfuerzos por cconsiderarla un tema de investigacion y no una paciente. Enfogué su culpa y su tenaz aferrarse a la memoria de su bia desde una perspectiva racional: Ie hice ver la incongruen- cia entre su creencia en la reencarnacién y su comportamien- to, Si bien apelar a larazén suele ser ineficaz, Penny era bisi- camente una persona bien integrada y rica en recursos, que reaccionaba a una retérica persuasiva En la siguiente etapa de la terapia exploramos la idea de ue “uno debe aprender a convivir con los vivos antes de aprender a convivir con los muertos. Ya me he olvidado si eso lo dijo Penny 0 yo o un colega, pero estoy seguro de que fue ella quien me hizo tomar conciencia de la importancia de es- teconcepto. En muchos sentidos sus ijos eran las verdaderas victimas de esta tragedia, como sucede por lo general con los hermanos dde.un hijo muerto. A veces, como en la familia de Penny, los hermanos que sobreviven sufren porque gran parte de la ener- ‘fa del progenitor esté ligada al muerto, que es recordado to- do el tiempo ¢ idealizado. Algunos hijos que sobreviven se car- gan de resentimienta hacia el hermano muerto por lo que exige del tiempo y energia de los padres; muchas veces el z= 7 sentimientafexise lado a lado con su propio dolor y su propin | comprensih del dilema de los padres. Tal combinaciOn es In foxmula perfecta para la culpa en el hermano que ha sobrevi- vido, que seve asf mismo come inservible y malo. ura situaeién posible, que por suerte no se dio eon Peary, sequel pies teagan dc need ot is como eso 20, Muchas peoes la circunstancis favorecenesto, pero antes de resolver problemas, puede contribulr a creatlos. Por empe- 2a, esta pus perjudicar las relaciones conlosotros jos. Ade- ‘ds, el bij gue se utiliza como reemplazo también suite, sobre todo sel ddlor de los padres no se resuelve. Ya bastante diffi ‘es crecer soportando las esperanzas dle los padres de que uno complete lof objetivar de la vida que los no logon: lacarea adicional dé encamar el esptitu de up hermano muerto puede complicar el delicado proceso de formacién dela identiad Otra sinjacin bastante comin esque los padres sabrepro- tejan los bijos que sobreviven, En la sesion de seguimiento re enteré de que Penny era presa defstadindmic tenia mie- ddo cuando su hijo cones el aut, ho queria prestarle a pic- leap y se negaba terminantemente aque ninguno delos dos comprara tina motocicleta. Ademiés, insistia en que se some- tieran a examénes médicos innecesafiamente frecuentes para detectarsignoe de cancer ' ‘Cuando hablamos de su hjos, sent que debta proceder con cautelay cnformarme con ayudarla a comprender las conse- csuencias della muerte de Chrisie desde a perspectva de ellos. No querfa ue la culpa de Penny, aflorada hacia poco, “deseu- briera” su neligencia para con sus hijosy se vinculara con e=- te nuevo objeto. Meses después ella desarrollé un sentido'de culpa por st relacin con sus hijos, pero para entonces ya es taba mas dapacitada para tolerarlo y aliviarlo mediante un cambio de fu comportamiento, ‘La suerte del matrimonio de Penny et, desgraciadamen te, demasiddo comiin en familias que ban perdido a un hijo. [Las investigaciones han demostrado que, al contrario de la cteencia dé que la muerte de un hijo pueda reforzat la union vs | | de la familia, en muchos padres se da un aumento de la dis- cordia matrimonial, La secuencia de hechos en el matrimo- niode Penny es prototipica: marido y mujer sufren de mane- ras distintas, a veces diametralmente opuestas; marido y mujer son incapaces de entenderse y apoyarse mutuamente; yel dolor de uno de los cényuges interfere activamente con el dolor del otro, causando fricci6n, alienacién y una even- tual separacién, La terapia tiene mucho que ofrecer a los padves que suften Ja périda de un hijo. El tratamiento de la pareja puede escla- recer las causas dela tension marital y ayudar-a que cada con- yuge reconozea y respete la forma que adopt el dolor del otro, a terapia individual puede ayudar a alterar el duelo disfun- clonal. Aunque soy cauteloso con las generalizaciones, en es- te.caso se dan los estereotipos hombre-mujer. Muchas muje- res, como Penny, necesitan superar la expresién repetitiva de su pérdida y volver a reanudar su compromiso con los vivos, con proyectos, com todas las cosas que pueden dar un signili- cado a su vida, Por lo general a los hombres hay que ensefiar- Jes a sentir y compartir su tristeza, en lugar de suprimirla y evadirla, En a siguiente etapa de su terapia de dolor, Penny permi- 16 que sus dos suefios —el del tren ya evolucién, yel de la bo- day la bsqueda de un cuarto donde cambiarse— la guiaran hrasta el excepcionalmente importante descubrimiento que su sufrimiento por Chrissie estaba mezclade can dalor por s{ mis- ma y sus propios deseos y potencial no realizades. Elfin de nuestra relaci6n llevé a que Penny descubriera un Ailtimo estrato del dolor Le espantaba la idea de que la ‘erapia terminara por varias razonest naturalmente echaria de menos ‘mi guia profesional, y ambién me extrafiarfa pereonalmente ami: después de todo, nunca antes habfa estado dispuesta a confiar en un hombre y aceptar su ayuda, Pero més que eso, el acto mismo de finalizar algo evocaba vividos recuerdos de (odas las otras pérdidas dolorosas que soports y por las cua Tes que nunca se dio el lujo de subir 19 EI hecho de que gran parte del cambio terapéutico de Penny fuera autogenerado y autodirigido encierra una leecién, impottante para los terapeutas, un pensamiento consolador ‘que tun maestro compartié conmigo temprana en el proceso de mi aprendizaje: “Recuerda, té no puedes hacer todo el tra- bajo. Conténtate con ayudar al paciente a que se dé cuenta de lo que se debe hacer y luego confia en su propio deseo de cre- cer y cambiar”, 180 5 Nunea cref que me pasara a mi Saludé a Elva en la sala de espera, y juntos recorsimos la corta distancia hasta mi consultorio. Algo habia pasado, Hoy ‘estaba diferente, su paso trabajoso, descorazonado, decaido. Las tltimas semanas habia vigar en su manera de caminar, pe- ro hoy volviaa ser la mujer desamparada y fatigada que habla conocido hacia ocho meses, Recuerdo sus primeras palabras entonces: “Creo que necesito ayuda. La vida no merece ser vi- vida. Hace ya un afio que murié mi marido, pero las cosas no ‘mejoran, Alo mejor soy Ienta para aprender" Pero no habia demostrado ser lenta para aprencler. De he- cho, laterapia habia progresado notablemente bien; quizés ha- bfa sido demasiado fécil. cQué podia haber causado este retro- Elva se sent y susp. Nunca cref que me pasara a mi, Habsa sido victima de un robo. Por su deseripcion pareci6 tatarse de un comin y corviente arrebato de cartera. El la- dae Bn ug grupo con frecuencia me encuentro conterplande the bella pista que mellevaria may hondo hacia el interior de the persona pao debo conformarme con la tres pactica(y Sil) de pias las malezas interpersonal, Sin embargo 20 pods pfarme de usar este ue rs la via epi hacia co- arn delfmonte. Rares vees he odo un sueno que de mane 202 ra tan transparent presenta I respuesta a un mistro in “Nive nel arpe sil ino erp Ton de hacerlo, los tropezones, durante guns minuto, ue Tes unenborepregunt cn forma casal aDavesaouie ‘alaimagen del suena con algin sobre que mantuvieraen se ert. Yo sabia que me estabsariesgando, Sera in extn proba bemente un enor fit foreara Dave qu iciera una seve lass inoportana. Iguaimente seria equlvocado qu yo mis ‘ho revelama informacion que me habia confi en mucetra terapin individual ante de ingresar ene grupo. Saba que i pregunta etaba dentro de los margenes de lo seguro: yo per Tunes coneretmente cone teil del suey Dave Po discon facliad rusarse a hacer ninguna aocicion per 1, Posi estamene aunque sna astm a exquver Dilo que quis el suet serefiera a algunas ca teeque dl guardaba en secret, carts dena cea asin”, Los otros miembros, a quienes ees habia deoperado la cu. osida le lceronpregusts hast ue Dave reat aig acer Ga des viejo auto con Soraya ye problema de encontrar ts gar adecwado para depot las carta, No dijo que he. ‘ian pasado trent aos. Tampoco menciond sus negocio. es conmigo mi ofrecimiento de guardians carcass c- cedia x compart In informacion con ol grupo BL grupo ae centr en la cuestion del ecteto, quo era o gue lira mas me fascinaba, i bens rfaba de una impor, tnt cues erapeution Los miembros se peyustatan se ca de! deseo de orultamiente de Dave algunos potan con prender su deseo de mantenerlas en secret pare que no se Cater su jer pero minguno os excesivo amor por lo se creto Pr ejemplo, spor que se neguba Dave decisis sam Jer aque hacia tran? aie cro en sud excuss de ques Clase cnternba se seni amenarada porque pensaria ge hacia terapa pa queitae deel, y que entoces le har In 203 vida miserable torturandolo cada semana acerca deo que ha- dicho en el grupo, Si en verdad le preocupaba la tranquilidad de su esposs, dobservaron, debfa de ser mucho més isrtante para ella no sa- ‘ber adénde iba todas las semanas. Le daba excusas tontas p ‘ra sary asistir al grupo (estaba jubilado y no tenia negocios ‘que atender fuera de sx casa). Y las maquinaciones que harfa para esconder su pago por el tratamiento a fin de mes. (Todo ste agunto propio de novelas de capa y espadal ¢Para qué? Los ‘miembros también se quejaron de su afin por lo secreto dem tro del misma grupo. Se sentfan rechazados por el hecho de {que él no confiars en ellos. Por qué hablaba de “cartas de una cicrta relacién"? ‘Lo confrontaron directamente. Vamos, Dave, geudinto te costarfa ser sincero y hablar de “cartas de armor"? Los miembros del grupo, bendites sean, hacfan lo que de ban haces Blgieron la parte del suefto ~el tema del secreto— ‘que resultaba mas importante para la manera en que Dave se relacionaba con ellos, ylo vapulearon magnificamente. Aun: {que Dave pareeia wn poco ansioso, se sentia invalucrado: hoy no jugaba, Pero yo me sentia voraz, Ese suefio era oro puro, ¥ yo que via extraerio alguien tlene alguna corazonada acerca del resto del suefio? ~pregunté—, Por ejemplo, acerca del olor de la muer- tey el hecho de que el sobre contiene algo que es inmune ala rmiuerte, ala descomposicion o al deteriora? ‘El grupo se quedé callada durante unos momentos, yIne- ge Dave se volvié hacia mt —2Oue piensa usted, Doc? Realmente me interesaria s&- berlo. ‘Me sent atrapado. No podia contestar sin revelar parte del ‘material que Dave compartiera conmigo en nuestra sesin in dividual, Por ejemplo, él no le habfa dicho al grupo que hacia treinta afios que habia mverto Soraya, que él tenfa sesenta Y 204 -nueve alos y se sentia cerca de la muerte, que me haba pedi- do que fuera el estodio de sus cartas. Sin mbar, siyore velaba todo esto, Dave se sentrfa traicionado y probablemen- te dejar la terapia. Estaba yo entrando en una trampa? La ‘iniea salida posible era total sinceridad, Dave ~dije—es muy diffe! para mf contestar tu pregun- ta. No puedo decirte lo que pienso sobre el suelo sin revelar informacién que compartiste conmigo antes de entrar en e ‘grupo. Sé que te importa mucho tu intimidad, y no quiero trai- cionar tu confianza. Qué hago, entonces? Me recosté en la sill, satisfecho conmigo mismo. (Excelen- te técnica! Fxactamente lo que les digo a mis estudiantes. Si estén en un dilema, o tienen dos fuertes sentimientos confli- ‘vos, entonces lo mejor que se puede hacer es compartirel di- Jema o ambos sentimientos con el paciente. ‘~iDispare! Adelante. Yo le pago por su opiniém. No tengo nada que ocultar. Tedo lo que le he dicho es un libro abierto ‘No mencioné nuestra conversacién sobre las esrtas porgue no ‘queria comprometerlo. El pedide que le hice, y su contraofer: 1, eran absurdos. Ahora que tenfa el permiso de Dave, procedt a dar a los ‘miembros del grupo ~ahora intrigados por nuestro intercam- bio de palabras— el trasfondo pertinente: la gran importan- cia de las eartas para Dave, la muerte de Soraya hacia rei ‘a alls, el dilema de Dave acerca de dénde guatdarlas cartas, su pedido de que yo las conservara en mi consultorio, y mi oferta, que él no habia aceptado hasta el momento, de gua {arselas sélo si accedia a informar al grupo sobre la tran- saccién. Tave culdado de respetarla intimidad de Dave no re: velando su edad ni ningiin material ajeno. Lego me ocupé del suefio. Yo pensaba que el suefio res- ppondfa la pregunta de por qué las cartas estaban tan cargadas de significado para Dave. Y, por supuesto, para mi. Pero no ha ‘ie de mis cartas: hay limites para mi coraje. Por supuesto, ten {go mis racionalizaciones. Los pacientes estén aqui por su te- Tapia, no por la mia. El tiempo es valioso en tin grupo —ocho 205 cients olonoventa initor~y nose wearaien los pacientes esachan ls problemas del erapeuta, Ls pacen {Eons tener en quloeerpestn ben etentary ‘eslier sl propio problemas Son rloolacines, claro La perdadera causa ra fa de cme. Gansistenternente, he pesado po ano pore caso desurevacon Sin embargo cadaver que comps {hd much informacion sobre sn, los pacientes tem pre ten sabato proverho a saber que yo amo els, dbo Risa confoe problemas de quesoy human. lsu, continue ere uncuoho cobrela vee Enyce be cola alte shdederdeDave aue pci ei, lai. gen coral era el oor an obree sontenia algo inne Strocrileteror, godin gd sorte aro Lat cma de amor cpa en amulet, on intent de negcin de a muerte Prtngln gona clement antenna Slinds efe conga end enpo Ser ama deverdad, er ferordadol futonarecon ots persona pra sempre son for tras dio perecer) de etarpotegi corss le soedad ene corazén dla existencia, Heifer coninn Danna te habia sida abierto y estaba vacio. ¢Por qué abierto y vacto?, (Quads él dentia que las cartas perderian su poder si las com- partfa con)otros. Habia algo patente y privadamente irracio- nal en la capacidad que tentan las cartas de proteger contra el, cenvejeclmfento y la muerte, una magia oscura que se evapors| cuando sella exatnina bajo la fria luz de la racionalidad. aoe del zapato viejo y sucio con la suela despren digndose? -pregunté alguien ‘ono f sala, pero antes de pader deco bab ove de, Jos miembros. —Simioliza la muerte, Bl zapato esta perdiendo su alma, sou palaljea que en inglés se pronuncia igual que “suela", sol. iPor supuesto! Era hermoso. ¢Por quéna se me habia ocu~ rrido? Yo habia captado la primera parte: sabia que el zapato, viejo reprdsentaba a Dave. En un par de ocasiones coraenGl { 206 plo, cuando le pidi6 el nimero de teléfono a la mujer, que era ‘cuarenta aflos més joven que é),el grupo estuvo al borde de llamarlo “vielo sucio". Yo me alegré de que no lo bubieran di- cho. Pero enla discusién ahora Dave seo endilgé asi mismo, —iPor Dios! Un viejo sucio cuya alma esté a punto de des- prenderse. (Bse soy yo, sin duda! —Se rio ante su propia erea- ién. Amaba las palabras (hablaba varios idiomas), A pesar dela jovialidad de Dave, era aparente que estaba ‘manefando un material muy daloroso. Uno de los miembros Te pidis que nos dijera més acerca de sentirse como un viejo sucfo. Otro le pregunté como se sentia al revelar la existencia de las cartas al grupo. bal Shai conta Sul Debeco, unsramee. Seat pote en pare paca ala buena reacign eae ee creme a niveridad y Insitute de Esiocolno. cee ent cm tegument Saul habla ego al nse ‘promiso con Ja comunidad, Por eso ahora, al ofr otra vez la letania, pensé en cémo cam- biar su estado mental, En ocasiones similares anteriormente se habia hundido en ana depresién durante varias semanas, ‘Yo sabia que si actuaba de inmediato podria ayudatla a evtar ‘mucho dolor Es su depresion la que habla, Marge, no usted. Recuerde ‘que cada vez que se ha hundido en una depresion ha vueltoa salir Lo bueno —Io dnico bueno— de sus depresiones es que siempre terminan, ‘Caminé hasta mi escritorio, bri cu carpeta y lei en vor al ta partes de una carta que me habia escrito hacia s6lo tes se ‘manas, cuando se eentia alborozada ante la vida: Fue un da fantastico. Jane y yo fuimos caminando por ia avenida Telegraph. Nos probamos vestidos de la década de 1940 en tiendas de ropa vieja. Encontré unos discos de Kay Stan Atravesamos el puente Golden Gate ala carrer, almorzamos en un restaurant dela caclena Greens. De mo do que hay vida en San Francisco, después de todo. Yo s6- Tole traigo malas noticias, y pens en compartir con usted algunas buenas, Lo veré el jueves Sin embargo, aunque por la ventana abierta entraba wna t+ bia brisa primaveral, era invierno en mi consultorio, El restro de Marge estaba congelado, Contemplaba la pared y apenas parecta ofrme. Su respuesta fue helada: 268 —Usted cree que yo say nada. Fijese en su comentario en ‘que me dice que me compare con los desamparadas. Eso eso ue valgo para usted. —Marge, le pido disculpas por eso. Mi promedio de utili dad por telfono no es bueno, Fue un esfuerzo torpe demi par- te, Peto, créame, mis intenciones eran ser de utilidad, No bien dijeeso, supe que era un error Eso parecié ayudar La of exhalarel alse. Sus hombros tie- 508 se relajaron, se le aflojé Ia cara, valvis la cabeza levemen- te hacia mi ‘Yo me acerqué unos centimetros. —Marge, usted y yo hemos atravesado crisis antes, cuando usted se sentia tan mal como ahora. ¢Quéayud6 en el pasada? Recuerdo las veces en que salié de aqut sintiéndase mejor que cuando entr6. 2Qué contribufa a] eambio? Qué hizo usted? Qué hice yo? Pensemos juntos. Marge no pudo responder al principio, pero demosts i terés. Mas signos de deshielo: movié el cuello, impulsé todo stt pelo negro hacia un costado y lo peiné con los dedas. La mo- lesté con la misma pregunta varias veces, y a rato nos haba ‘convertido en coinvestigadores que trabajdbamos juntos. Dijo que para ella era importante que la escucharan, que hho tenia anadie mas, excepto aii, y mi consultorioerael ini- nuaron), Durante esta primera etapa de la terapia, nos concentra- ‘mos en dos aspectos: su matrimonio y (en menor grado, de- bide a su resistencia) las implicaciones de su retiro. Sin em- ‘argo, yo procedis con mucha cautela. Me sentia como un hls arroillada junto ala cama, rezando, repitiendo la misma, frase una y otra vez: “La madre de Dios me protegerd. La ma tire de Dios me protegera, La madre de Dios me protegers.” ‘Marvin sintié un fuerte impacto, aunque le costabn expre- sarlo com palabras. Creo que se sinti6 abrumado por la last ma, Iastima por Phyllis, por s{ mismo, por todas las pobres per- sonas desamparadas. Creo que se dio cuenta de que esa frase 320 era como un conjuro mégico, una endeble proteccion contra todo lo terrible que dehemos enfrentar. Por fin volvié a dormirse y esa noche tuvo un suet: Habia via estatua de una diosa sobre un pedestal en unt ‘cuarto grande y eno de gente. Perecfa Cristo, sélo que tenfa puesto un vestido color anaranjado pastel. En el otro extre- ino de la habitacte habia ua actrie con wn vestide blanco largo. De alguna manera intereamblaron vestidos, la estatua se bajéy la actie subié al pedestal Marvin dijo que por fin entendia un sue: éste queria de- civ que él habia endiosado a las mujeres y luego crefa que es- tarfa a salvo sl era capaz de apaciguarlas. Poreso siempre ha- ‘ba temnida a ira de Phyllis, y por eso también, cuando estaba ‘ansioso, ella podia aliviario al calmario sexualmente. Sobre todo con sexo oral. Creo que le he contado que cuando estoy aterrorizado, ella se pone mi pene en la boca y yome tranguilizo en seguida, No se trata de sexo. Usted melo hha dicho todo el tiempo, y ahora sé que esta eno cierto, pues imi pene puede estar totalmente flaccido. Es que significa que ella me acepta por completo y también que yo paso a ser una parte de ella. Es verdad que usted le conflere poderes mgicos, como ‘una diosa, Ella puede sanariocon sélo una sonrisa, un abra- 20, otoméndolo adentro de ella. Noes raro que usted se preo- ‘cupe tanto por no disgustarla. Pero el problema es que el sexo se ha convertido en algo medicinal —no, mas atin— el sexo se ha convertido en una propuesta de vida 0 muerte, ysu super- vivencia depende de su fusion con esta mujer No es de extra- far que el sexo haya sido tan dificil. Deberia ser un acto de amor y placer, no proteccién contra el peligro. Con esa actitud lante el sexo, cualquiera —yo, por cierto tendria problemas con ser potente. Marvin sacé su libretay escribié unas lineas. Yo me invite unas semanas atrés cuando empez6 a tomar notas, pero estar m1 i be aprovecharéo tan bien Ia terapia gus termin€ aceptando sa ayuda ranemépica, : —Veamas she entendido bien esto. Su teoria esque lo que yo lame sexo muchas veces noes sexo (al menos no buen se- x0— sino, en Fambio, Une manera de protegerme contra él miedo, sobre tho el miedo al envejecimientoy la muerte. Y cuando padezto de impotencis, no es porque fracase sexial mente coma hbmre sino porque le estoy pidiendo al sexo que hhaga cosas qub no puede haces “Exactamente. Y hay muchas evidencias que lo prueban. Por ejemplo, el suetio de los dos empresarios de pompas fine. bores el basioh de la punta blanca. Yel suedo dl suelo que se dervtedebajo He su casa, que usted intentaarrglar con el tla: dro gigantesel Y lo que acaba de describirme, el hecho de que se sient alivado por na conexisn fisica con Phyllis que se ise fraza de acto sual pero que nolo es, como usted mismo dice. De modo que hay dos cuestiones. Primero, le pido al se- xo.gue hapa algo que ext mas allt de au pode, Sepsndo, le otorgo un poder casi sobrenatural a Phys para que me sane omeprot | Y luego todo se desmoroné cuando oy6 su quejumbroso e10 repetitive —Fus entoces cuando me di cuenta de lo fragil que es, no sélo Phyllis enjpaticulas, sino todas las mujeres, No, no s0la- mente las muie}es, sino todos nosotros. Yo estaba haciendo lo mismo que Phyllis: dependia de la magia. —De modo gue usted depende de su poder de proteccién y «lla, su vez, suplica proteceion mediante un céntico magico. Fijese dénde Ig dja eso austed —Hay algo fads que’ es importante. Considere ahora las co sas desde la perspective de Phyllis: si ela, por sa amor hacia usted, acepta q papel de diosa que usted fe asigns, piense en logue le hace dso asus propias posibildades de crecimiento Para poder permmanecer sobre el pedestal ella munca ha podi- dohablar con ysted de sus propios temores ni de su propio do- Jor hasta hace muy poco. | = | —iNo tan ripido! Permitame anotar esto. Tendré que expli- carle todo esto a Phyllis. ‘Marvin estabe escribiendo furiosamente ahora —De mode que, en cierto sentido, ella estaba siguiendo sus ddeseos no manifestados al no expresar abiertamente su inse- guridad, fingiendo ser més fuerte de lo que sentta ser Tengola impresion de que ésa fue una de las azones porlas que no qui so venir a terapia cuando empezamos: en otras palabras, sa- tisfizo su deseo de no cambiar: También tengo la impresién de aque sise lo pide ahora, es probable que venga. —Por Dias, estamos en Ia misma onda ahora. Phyllis y yo lo hemos discutido, y ella esté dispuesta a hablar con usted, Y fue asi como Phyllis entré en la terapia. Llegé con Mai vin para la siguiente sesién. Era una mujer apuesta,elegante que, por fuerza de voluntad, supers su timidez y en nuestras sesiones de tres revelé mucho de sf misma Nuestras conjeturas acerca de Phyllis resultaron acertadas: con frecuencia debfa ocultar sus propios sentimientos de in decuacién para no inquietar a Marvin. Y, por supuesto, debia ser en especial solicita cuando él estaba angustiado, lo que queria decir la mayor parte del tiempo. Pero su comportamiento no s6lo reaccionaba ante los pro- blemas de Marvin. También luchaba con muchas cuestiones personales, en especial el hecho de ser dolorosamente sensible a sufalta de educacisn y de creerseintelectualmente inferior a Ja mayoria de las personas, en especial Marvin. Una de las ra- zones por las que temfa yevitaba las reuniones sociales era por- {que alguien podria preguntarle qué hacfa. Eludia las conversa- clones largas parque pois sali «luz el hecho de que ella no Jnabfa asistidoa la universidad, Cada vez que se comparalya con ‘otras personas, siempre legaba ala conclusién de que los de- mis estaban mejor informados, eran més inteligentes, social- mente adeptos, mas seguros de sfy mas interesantes que ella, —Quizd —sugerf—la unica area en Ia que puede mantener el poder sea el sexo, Es allf donde Marvin la necesita yno pue- de ejercer control sobre usted, Phyllis respondi primero con vaeilacin, yluego las pala- bias enpezaron a brotar ~Supongo que debo de tener algo que Marvin necestara, En todo lo demas es autosuficiente. Muchas veces siento que no tengo mucho més que ofrecer. No pude tener hijos. Tengo ‘miedo a la gente. Nunca he trabajado fuera de casa. No tengo talentos ni habilidades. —Hizo una pausa, se secs ls ojos ysé dirigio a Marvin. —Mira, puedo llorar si quiero. ‘Se volvig a mi, Marvin le ha dicho que me cuenta todo lo que ustedes dis- cuten, De manera que he hecho terapia de manera indirect Algunos de los tépicos me sacudieron. Se refieren mas a mi que ad, gor ejemplo? Por ejemplo, el lamentarse. Eso dio en el blanco. Me Is- ‘mento por muchas cosas que he hecho en Is vida o, mejor di- ccho, por las que no he hecho, ‘Me senti conmovide por Phyllis en ese momento, y busqué Aesesperadamente algo para poder ayudaria Si examinaimos el pasado con demasiada dureza, es fcil lamentarse. Pero ahora lo importante es volverse hacia el fu turo, Debemos pensar en cambiar: Lo que no debe ocurrir es {que dentro de cinco afios mixen hacia atras y se lamenten por {el modo en que han vivido estos tltimos cinco anes. Phyllis respondié después de una breve pausa. ba a decis que say demasiado viela para hacer las cosas de-una manera diferente. Es algo que siento desde hace tein- ta afios. Treinta afias! Se me ha ido toda Ia vida pensado que ‘esdemasiado tarde. Pero verlo cambiar 8 Marvin estas dltimas semanas ha sido impresionante. Usted puede no darse cuen- t2, pero el s6lo hecho de que esté yo aqui hoy, en el consulto- ro dem psiquiatra, hablando de mi misma es un paso gigan- tesco. ‘Reeuerdo que pensé lo afortunado que era que el cambio cde Marvin acicateara a Phyllis a cambiar, Muchas veces la te- rapia no flinciona asi. De hecho, no es raro que la terapia cau 326 se tensién en un matrimonio: si un paciente cambla y su eén- yyuge se queda estancado en el mismo lugar, entonces el equl- librio dinémico del matrimonio puede desintegrarse. El pa- ciente debe renunciar a crecer o erecer y hacer peligrar la tunién. Yo estaba muy agradecido de que Phyllis demostrara tanta flexibilidad, ‘Lo ultimo que discutimos fue la sucesién de los statomas dde Marvin en el tempo. Yo estaba convencide de que el signi- ficado simbélico dela jubllacién —Ia ansiedad existencial sub- {yacente en este importante mojén dela vida era explicacién, suficiente para el comienzo de los sintomas, Pero Phyllis dio tuna explicacién adicional al “gPor qué ahora?" Estoy segura de que usted sabe de qué habla y que Mar- vin debe de estar mis trastornado de lo que cree por haberse retirado, Pero, francamente, yo estoy perturbada por el retiro, ycuando yo me perturbo por algo, Marvin se slente igual. Asi funciona nuestra relacién. Si yo me preocupo, aunque no di- sa nada, él lo siente y se preocupa tambien. Phyllis difo esto con tanta facilidad que por un momento ime olvidé de Ia tensin que sentia, Antes miraba a Marvin ca da vez que decia algo. Yo no estaba seguro si era para conse- sgulr su apoyo o para asegurarse de que pode tolerar lo que ella iba a decir Pero ahora estaba enfrascada en sus propias palabras, y mientras hablaba mantenta el cuerpo y la cabeza inméviles, —2Oué la perturba con respecto al retiro de Marvin? —Pues, por empezar él cree que retirarse significa viajar. No sé cuinto le ha dicho acerca de lo que plenso acerea de los viajes. No me enorgullezco de ello, pero me cuesta salir de ca- sa, ymucho mas dar a vuelta al mundo. Tampoco espero con, ansias que Marvin pase a ocuparse dela casa, Durante los sl- timos cuarenta aflos él ha administrado su oficina y yo a ca sa. Sé que también la casa es de él. Uno disia que es toda de 41, ya que la compré con su dinero, Pero me molesta ofzlo ha- blar de remodelar cuartos para poder exhibir ss colecciones Por ejemplo, ahora esté tratando de que alguien le haga una 35 | nueva mesa deomedor de cristal para desplegat sus botones de campaftas polticas. Yo no quiero comer encima de esos botones. Me temo que tendremos problemas. ¥:..—Se inte- mumps i | tba a ded algo més, Phyllis? —Bueno, eto es cifell de deci Me siento avergonaada ‘Tengo miedo dé que euando Marvin esté todo el tiempo en ea- sa, vea lo poco que hago y empiece a perderme respeto. Marvin la m6 dela mano, Parecia lo correcto para hacer. En realidad, cijrante toda la sesién mostr6 una fuerte empa- tia, No hizo preguntas que distrajeran la atenci6n, ni clisés chistosos, ni luché por quedarse en la superficie. Le aseguré a Phyllis ue viajar era importante para él, pero no tan Impor- tante como para no esperar a que ella estuviera lista para ha- cerlo. Le cijo explicitamente que lo més importante del mun- do para él era Ja relacién entre ellos, y que nunca se habia sentido mas cetea de ela. ‘Me reunf cop Phyllis y Marvin como pareja durante varias sesiones, Reforeé su nuevo modo de comtnicacin franca y les ensené algunos|datos fundamentales sobre el funcionamiento sexual: la oe en que Phyllis pod ayudar a Marvin a man- tener su ereccibn, cémo contribuir a evitar una eyaculacién prematura. A Marvin ledije la manera de enfocar el sexo me- nos mecénicamjente. Si perdia la ereccién, le ensefté a forma de inducir el orgasmo en Phyllis manual u oralmente Ella habia vpido confinada en su casa durante aos, y aho- 1a raras veces sf aventuraba a salir sola, Me parecia que era el ‘momento propifio para romper con esa pauta, Yo crefa que el significado —o 4l menos uno de los significados— de su agora- {obia era cbsoletoy podia ser influenciado por la paradoja. Pri- mero obtave el peuerdoide Marvin para ayudar a Phyllis a su- perar su fobia haciendole que siguieralmis sugerencias. Le instruf a que le jera, puntualmente cada dos horas —por te- lefono si estabd en la oficina~ exactamente estas palabras: “Phyllis, por favor no salgas. Nevesito saber que estés alltodo elempe pra tidaneeimpeeque te seta asst | i us | | Phyllis abrié grandes los ojos. Marvin me miré con incre- dulidad. 2Estaba hablando en serio? Ledije que sabia que parecia un disparate, perolo conven= fa que sigulera mis instrucciones al pie dela letra, Los dos se rieron las primeras veces que Marvin le dijo a Phyllis que no saliera: parecfaridiculo y artifical. Hacla me- ses que ella no salfa. Pero pronto empezaron a sentirse irvita- dos. Marvin estaba irritado conmigo por hacerle prometer que repetiria Ia misma estupidez. Phylis, aunque sabia que Mar- vin estaba siguiendo mis instrucciones, se irritaba con él por ‘ordenarle a que se quedara en casa, Después de algunos dias ella fue sola ala biblioteca, luego de compras, ya las pocas se- rmianas se aventuré a ir mds lejos que hacia afos. aras veees utilizo mecanismos tan manipulativos en la te- rapia. Por Jo general el precio es demasiado alto: uno debe sa- crificar lo genuino del encuentro terapéutico, Pero la parado- Ja puede resultar efectiva en aquellas instancias en que el fundamento terapéutico es solido y el comportamiento pres- cripto explota el significado del sintoma, En este easo, la ago- rafobia de Phyllis no era su sintoma, sino el sfntoma de los dos, ¥y servia para mantener el equilibrio marital: Phylis estaba ternamente presente para Marvin. El podia salir al mundo, proveer para la seguridad de ambos, y al mismo tiempo sen: tirse seguro sabiendo que ella estaba esperdndolo siempre. Habfa ciera ironfa en mi uso de esta intervencién: un en- foque existencial y una paratoja manipulativa por lo general son incompatibles. Sin embargo agu! Ia secuencia parecia na: tural. Marvin habfa aplicado a su relacién con Phyllis lo que habla aprendido de su confrontacién con al origen profundo de su desesperacién. A pesar del descorazonamiento (repre- sentado en sus sueios por simbolos tales como ser incapaz de reconstruir su casa de noche), no obstante habla procedida a hacer una reconstrucciéa radical dela relaci6n con su mujer ‘Tanto a Marvin como a Phyllis les importaba ahora el que el tre ereciera, y podian colaborar genuinamente en el proceso dearrancar tn sintoma de rafz 27 (6 una espiral de adaptacien: Ii bberada de un vol restrictvo, se oper6 en Phyllis una mejoria enorme en el espacio de unas pocas semanas, que ells cont- uo y solidificé en terapia individual con otre terapeuta dus ante el ao siguiente, Marvin y yo nos vimos sélo unas pocas veces mds. Conten- {0 con su progreso, segin dijo, logré buenos dividendos con > su inversi6n. Las migraiias —Ia razén por la que busc6 la ayu- da dela terapia— nunca volvieron. Aunque an se producian Jas fluctuaciones anfmicas (y segufan dependiendo del sexo), . Su intensidad se redujo considerablemente, Marvin estimaba ‘que ahora eran las mismas que haba tenido durante los vein- te anos anteriores, ‘Yo también me sentfa satisfecho con nuestro trabajo. Slem- pre hay algo més que se puede hacer, pero en general hab | mos logrado mas de lo que pude haber anticipado en Ia sesion inicial. El hecho de que hubleran cesado los suenos angustio- 05 de Marvin tamnbién era alentador. Aunque hacia ya varias ‘semanas que yo no recibia mensajes del sofiador, no los echa- ~ bade menos. Marvin y el sofiador se habfan fusionado, y aho- ra yoles hablaba como a una sola persona. ‘Via Marvin un afto después. Siempre cito a mis pacientes para una sesién de seguimiento un ano después, tanto para su propio beneficio como para el mio. También tengo como cos- ‘umbre hacerle ofr una grabacin de la sesion inicial. Marvin escuché diez minutos de nuestra primera entrevista con gran interés, somo, y dijo ~2Quién es ese imbécil, de todos modos? La broma de Marvin tenfa su lado serio. He ofdo el mismo Lipo de reacci6n de muchos pacientes, y lo considero un indi- dor vslido de cambio. Marvin, en efecto, estaba diciendo: nora soy una persona diferente, Casi no recanozco al Mar- vin de hace um afo. Bsas cosas que solia hacer —rehusarme a inirar mi vida, tater de controlar e intimidar a los demas, de impresionartos con mi inteigencia, mis diagrammas, mi mins- » ciosidad todo eso ha desaparecido. Ya no hago mis eso.” 328 Estos no son cambios menores: representan modificacio- nes bésicas en la persona. Sin embargo, son de naturaleza tan sutil que generalmente eluden la mayorfa de los cuestio- tarios de investigacién de resultados. Con su acostumbrada prevision, Marvin habia trafdo no- tas tomadas durante todo un fo, repasende y evaluando los puntos que habfamos tratado en la terapla. El veredicio era ‘mito: en algunas freas los cambios se habfan mantenido; en otros se habfa producido un retroceso, Primero, me inform6 ue Phyllis andaba bien: su fobia acerca de salir de la casa hhabfa mejorado mucho. Se habfa unido a un grupo de t ppia de mujeres y estaba trabajando sobre su temor de asistir a reuniones sociales. Quizé lo mas impresionante era su de- cision de hacer frente a su veretenza por su falta de educa- cign asistiendo a varios cursos de extensién universitaria, eY en cuanto a Marvin? No tuvo més migraitas. Sus cam- bios de estado de énimo persistian, pero nolo incapacitaban para nada, Segula con su impotencia periédica pero pense ‘ba menos en ella. Habis cambiado de parecer con respectoa retirarse y trabajaba medio tiempo, pero habia cambiado y ahora se ocupaba mas de bienes raices y administracién, tra ‘bajo que encontraba més interesante. El y Phyllis segufsn co- mnuniefindose bien, pero a veces se sentfa perjudicado e igno- rado por las nuevas actividades de ella. 2 mi viejo amigo, el sonador? (Qué habia sido de él? ¢Te- nia algin mensaje para mi? Aunque Marvin no tenia pesadi Tlas ni sueftos poderosos, sabia que habia resonancias noc- turnas. La noche anterior a nuestro encuentro tavo un breve suefto leno de misterio, Parecia quererle decir algo. Quizé yo lo entenderin, (Mi mujer esta frente a ma Bstd desnuda, de pie, con las pier ‘nas Separadas. Yo sro alo jos a través de triagulo de sus piemas, Peo todo lo que aleanzo aver, laos et el horizonte, sla cara de mi madre 329 | El mene fnal hue me nl el saader indice iy aia por mrs en ly pra tznapinacié, ub ast-ruedo ver alo lejos. Quits eso sea | i : i 2. "Si la violacién fuera legal...” ... + . 92 i 5, Nunca crei que me pasara a mf 181 { ; | 1 6."No vayas mansamente” .....cees 191 | | | 8. Tres cartas sin abrit oo. veeeee wee BBB : i | i | 10. En busca del sofiador .. nee 283 30 | ies ndosteamor ‘causes iar ningectoapanete come eS ee 05 20 Teams i ecu eagte we Soil vrmissst Siu a si oe Siete uaa Sims, “fgg so ae fer er Ca eésenesaraiy He Seorentasons SecsBlncncoy ‘easnconco SRE Sennen Eeanse SSE

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