Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ILUMINACION
Trabajaba como guía de buceo, y vivía muy alejada de todo, pues no tenía ni
televisor, ni radio, ni amigos, y hablaba muy poco con mi familia en Bogotá.
Me acosté en el piso mirando al techo y con los ojos dirigidos a las tablas,
sentí algo como una voz que me hablaba sobre los árboles de donde habían
cortado esa madera, como los habíamos arrancado de su lugar, los
habíamos talado, lijado, clavado y embalsamado para dejarlos allí, y que
habíamos hecho todo eso sin siquiera pedirles permiso, sin ninguna
reverencia hacia su vida, como si fuéramos dueños de todo lo que hay en el
universo.
Entendí porqué somos todos una sola cosa, vi como no hay nada separado
ni independiente de nada porque todo está dentro nuestro y nosotros
estamos dentro de todas las cosas, y de nuevo lloré pidiendo perdón a la
vida.
Sentí el universo entero y la unidad con todas las cosas que hay en él.
Por esos días había perdido casi por completo el apetito, y duré unos ocho
días en ayuno casi total más por olvido que por voluntad, no necesitaba
comer, era suficiente un vaso con agua, para ver como el agua se fundía
dentro de mí y con el aire me alimentaban para darme toda la energía que
necesitaba.
Vi lazos invisibles con toda la gente que pensé que "había perdido", y
comprendí que somos eternos, que este paso por la vida es como un juego,
y que este juego lo hemos hecho lo más complicado y antinatural posible.
Bueno, y así pasaron los días sin percatarme de ellos, sin miedo de nada, y
repentinamente entre en un estado en el cual sentía el amor más profundo y
limpio por todas las personas que pasaban frente a mí sin importar que no
las hubiera visto antes en toda mi vida.
Esta sensación fue la más fuerte, y es la que más recuerdo porque fueron
unos días maravillosos.
3
Después de esos días me fui para Calima, y allá me pasó también algo
curioso, repentinamente empezaba a sentir sensaciones físicas que no me
explicaba por qué y descubría después que alguna de las personas allí
presentes las estaba sintiendo. Pasé un tiempo allí antes de decidir volver a
Bogotá, sentí una profunda necesidad de venir y contarle a todo el que me
quisiera escuchar lo que había pasado, pensé en dar ejemplo, y aunque casi
no lo he logrado cada instante me reencuentro con lo que viví y nunca he
podido ser la que era antes, siempre hay un tercer ojo mirándome y
diciéndome lo que observa.
No sé por eso si lo que ahora creo sea lo que es definitivo, pero la certeza
es que soy un ser que vive más en paz consigo mismo de lo que solía ser, y
que esta hipótesis que tengo de la realidad puede sonar muy ficticia, pero la
prefiero a todas las demás hipótesis.
Muchas veces me han dicho que estoy loca, pero suelo pensar que prefiero
mi locura con sentido a la cordura sin él.
Octubre 1998