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474 LOSPRD1CIPIOS U~1D,1D y COMUNIO,ID DE LO REAL 475

ANAXAGOR.1S

B 4. . .. 'toúnov 06 o{h:w; sxóvnov BV 't@ CfÚp.1tavtL B 4. . .. y siendo esto así, hay que opinar que
%(lT] SOy'Sl" Bw:lvUl. n:á1crtU x~rf¡~lU-rU~ todas las cosas están en el todo.

B 8. nv Y.E'X,WQttrrctL d1J.11Awv La EV -rig Évl %Ó(j~ B 8. No están separadas Unas de otras las co-
IU¡l ... (Cf. Slip., Heraclitus, A 10). sas que pertenecen a un solo mundo ...
(eL Heráclito, A 10.)

LEUCIPPUS LEUCIPO

B 2. . .. OÜSEV XQllt.Hl t-lch-qv yLw::nll. UJJ.a 1Cávta B 2. Ninguna cosa sucede al azar SillO que
1

Ei{ t"óyou TE XUL V;t' tIvcÍY;tl1:;' todo sucede según razón y por necesidad.

2. PRINCIPIO DE UNIDAD Y COMUNIDAD DE LO REAL

a) La unidad. No hay manera de averiguar hasta qué punto


sea fidedigna la atribución a Tales de Mileto de la frase "el mun-
do es uno". Por otra parte, nada impide creer que él hubiese
afirmado esta unidad (aunque no es probable que empleara la
palabra "cosmos"). Aedo atribuye las mismas palabras a Herá-
clito. En verdad, éste es un lugar común entre los pensadores
presocráticos. Lo sintomático es que un doxógrafo tardio atribu-
yera esa frase al primero de los filósofos, como si con ella se
1mbiese iniciado la filosofia misma. De hecho, el principio de
unidad está implícito en la hipótesis de Tales de que "todas" las
Nicol, Eduardo (1965) cosas tienen una q)'úm:; común.
En todo caso, la frase de Filolao, en B 17, es auténtica e
Los Principios de la inequívoca. Heráclito afirma la unidad en varios fragmentos! en
Ciencia. B ID ("de todo uno, y de uno todo"); en B 41 (hay un designio
que lo gobierna "todo a través de todo"); en B 60, B 88 Y B 103,
Fondo de Cultura donde se afirma la unidad de los contrarios; en B 89 (hay "un
solo mundo común" para los que están despiertos); y finalmen-
Económica. te, con los términos más categóricos, en B 50: o/todas las cosas"
México D.F. (""lvea) forman una unidad. El concepto de armonía, que tiene
tanta importancia en la teoría de Heráclito, presupone, natural-
mente, la unidad de lo real. Por otro lado, EmpédocJes, en B 17,
Y Ana.'<ágoras, en B 4 y B 8, dicen lo mismo en otros términos.
Parecería, sin embargo, que el dato primario es el de esa plu-
ralidad de "ladas las cosas", y por ende su diversidad, mientras
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que ]a unidad sería un concepto de razón, una teoría científica rica de explicación de esta unidad, fundada en el. concepto de
elaborada a partir de ese dato. Y en efecto, es cierto que nues- una estructura cíclica del proceso, en el cual se umfIcan las co-
tra percepción capta siempre el espectáculo de una diversidad de sas que, al transmutarse, adquieren caracteres op,uestos CB lO,
entes reales 1 y es cierto también que la razón se ve impelida a B 88). Lo propio hace Empédoeles en B 17. EI?pedoel,;s y ~na­
pensar la reaíidad del mundo como algo unitario. La noción de xágoras reconocen, frente a los eleutas, la pluralIdad y dl:,ersIdad
una pluralidad de mundos inconexos es contradictoria. Pero no de las cosas. Esta pluralidad tienen que hacerla compatI bl,c con
es esta inherente necesidad racional la que da rango de principio la continuidad, porque una pluralidad discontin.ua .rompena, se-
a la afirmación de la unidad del mundo. La unidad es un dato gún ellos, la unidad ontológica integral. La contmU1~ad" por tan-
primario de la experiencia. Es erróneo creer que la experiencia to, es concepto de teoría; la un~da~l es concepto :pnnCIpal. Po:
capta primariamente sólo el dato de la pluralidad de entes, y que . supuesto, éste es un concepto pnnclpal para los, n11smos e1entas,
corresponde a la razón la tarea de "construir un mundo" sobre tanto es así, que éstos niegan incluso la plural~dad,. De 10 cu~l
esta base, elaborando una hipótesis teórica que unifique 10 múl- ha de inferirse que el principio ~~ unidad, no Im~lIcfl: la tc~na
tiple y diverso. La unidad no es teoria. monista no es componente espeCIfIco de nmguna tcona partIcu-
Dicho en otras palabras, la percepción de una pluralidad de lar, Po; 10 mismo es verdad de principio.
objetos no es fundamento para pensar en una pluralidad de mun- La unidad tampoco es un supuest,o rcq~leri?,o p~r e.l, .?ato de
dos. Si estos presuntos mundos separados no han sido perci- la pluralidad: un postulado que la lnvestIgacIOll CI,entIflc.,: ten-
bidos, no tiene sentido afirmar o suponer su existencia: y si dría que satisfacer de una manera u ot~a. La teOrIa .partIcular
fuesen percibidos, quedarian unificados por la percepción mis- que responde a la cuestión ¿ ~uál .es la formula de umdad ~e. lo
ma. Eliminada, pues, por la razón, la fantasía de una pluralidad diverso? parte de la base prIman a que es el dato de emplnco
actual de mundos, sólo resta probar que la unidad de las múlti- de esta unidad. Porque las cosas se presentan, en. efecto, como
ples cosas efectivamente percibidas es un dato tan primario como múltiples y diversas, pero se presentan tO,das y SIempre en Wl
el de esa multiplicidad. 11Iw1.do, constituido ya como tal en cualqmer fase de la pcrcep-
Lo que es tema de teoría~ u objeto de investigación científica, cion. La pluralidad y la unidad son datos conexos, Y por ello se
es la fórmula precisa de esta unidad. La unidad se percibe; lo captan simultáneamente. En rigor, el llamado dat'? de la plura-
que no se percibe es su clave. Por esto se ha confundido siem- lidad es una pura abstracció~. Las co~as so~ dIversas; per~
pre el principio, que se expresa con la proposición "el mundo ¿dónde se manifiesta su diversIdad? Al mIsmo tJempo qU? obsel-
es uno", con las hipótesis teóricas que toman la forma de la pro- vamos las diferencias entre dos objetos reales, perCIbImos el
posición litadas las cosas son x"; por ejemplo, son agua, o son hecho de su existencia conjunta. Nunca percibimos cosas suel-
fuego, o son agua, aire, tierra y fuego, o son elc:ctricidad, etc. tas, es decir, wuz'cosa suelta. Cuando desprendemos con la men-
Dichas' proposiciones cambian históricamente, siguiendo la mar- te esas cosas del contexto real en que se nos presentan, enton-
cha de la evolución teórica y el progreso de los conocimientos ces se convierte en problema su unidad, Pero ~~te. es un. f~l~o
positivos; pero todas ~l!~s presuponen la evi~encia ?el pr!ncip~o problema el ---cual sólo puede adquirir una legItImIdad fICtICIi1
de unidad, como condlclOn real que hace posIble la lnvestlgacll:~n cuando oividamos que la coexistenci.a de las cos.as. es un dato
sobre la fórmula de unificación de lo diverso. ~ Es la evidenCIa tan primario corno el de su existenclil. Cabe deClr Incluso que,
primaria de la unidad lo que suscita esa investigación, y no el antes de advertir sus diferencias, reparamos en ~l he.c!1o de que
dato aislado de la pluralidad. Pues lo que afirma el principio es están juntas, de que su existencia misma es CO~!-~UHClO~l. .
-que él mundo es uno; no afirma que todas las cosas sean igua- Por supuesto aparte de que se pueden perCIbIr conJuntamen~
les. Y si las cosas aparentemente diversas resulta que tienen una te no acertarno~ a ver desde el primer momento 10 que puedan
p1zysis común, esta averiguación científica sólo p.uede, confirmar te~er en común dos cosas tan dispares como el pez y la ~l~nta.
el principio, pero no lo establece. En suma: la dIversIdad de los Pero ésta es una cuestión distinta. La disparidad, por manlbesta
entes no se opone, ni empírica ni racionalmente, a la unidad que sea no nos permite dudar de que el pez y la planta perte-
del mundo. f:sta es la evidencia que proelaman Heráelito y otros necen al -mismo mundo. Para esto, basta recon?cer que ;lI~bos
presocráticos.' . objetos son reales, es decir, pertelle.ce~I.3 la realIdad. ,La ~vlden­
Así cuando Heráelito sostiene que "el camino hacia arriba y cía de la unidad en tanto que es pnnl1trva, no quedara reforzada
el carr:ino hacia abajo son uno y el mismo" (B 60), o que "en la por una invesdgación de quími~a orgánica que nos ~e;el: lo
circunferencia son comunes el principio y el fin" (B 103), afir- que tienen en común esos dos objetos reales. Es al reves. dIcha
~ma la unidad del mundo a la vez que propone una fórmula teó- investigación sólo es posible porque el pez y la p1anta aparecen
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desde luego unificados por su l/mundanidad", Si, además de per- mundos, nunca puede salirse d, su mundo. En el panorama
tenecer a un mismo mundo, pertenecen a una misma familia de del nlundo siempre se presentan cosas nuevas, y a la vez I}J?§_:-,,~
objet?s, esto no ,siempre lo capta desde luego la percepción. Lo ,,-,otrQ,s mismos vamos siempre en busca de 10 nuevo. Pero el pa-
que esta capta SIempre es la unidad del mundo, no la familiari- . ;.; n>üfáhm es también siempre el nlisrno. Quiere decirse que el
dad ontológica de los objetos. En SUilla: la idea de mundo como ha11azO"o de la novedad trae consigo, junto con la sorpresa, la au-
quiera que éste se conciba, no la compone la ciencia bu~cando tomática incorporación de lo nuevo a 10 viejo. a 10 ya conocido,
nexo,s er:t::e las diversas partes, ni la formamos en la experiencia o sea al mundo. Todo se integra, aunque no conozcamos la
preClcntlÍIca sumando cosas aisladas. No hay cosa que no ten-, fórmula de su integración. Por esto dice Heráclito que la natu-
ga posición, y toda posición es una c011Z-posició1Z. raleza ama el ocultarse (B 123); no porque no sea visible, sino
, Las nociones de cOl1-junciól1, com-posición y co-existencia evo- porque la arnionía que ella constituye radicalmente es invisib~e,
can prin1ariamente relaciones espaciales, y por ende temporales. y más fuerte que la visible (B 54). El mundo es uno y es vano,
?esd~ ,luego, es correcto señalar el significado espacio-temporal según la eterna sabiduría con la cual los presocráticos instituye~
lmphclto en tales conceptos; pero a la vez _es necesario aclarar- ron el fundamento de la ciencia, derivado de la experiencia co-
los con dos indicaciones. Primero, las relaciones no son pura- mún. Es vario porque en él encontramos la multiplicidad y la
mente espaciales y temporales, sino efectivas relaciones ontoló- diversidad; es vario porque se transforma; es vario porque nos-
gicas y ónticas entre los objetos reales. Aparte de la manera otros mismos transformamos, mediante nuestra acción histórica,
como puedan afectarse la una a la otra, la coexistencia de dos siquiera esta parte del mundo que es nuestra habitación; es va-
cosas no revela simplemente que la una está eDil la otra, en una rio, además, porque lo exploramos y ,vamos sacando a flote de1
posición detcnninada. Es el mundo entero el que está manifies- conocimiento muchos aspectos suyos que no eran aparentes. Pero
to en esa coexistencia de dos cosas. La espacialidad no es el siempre es el mundo, y no hay ni puede haber más que uno.
puro ref~rcncial que nos sirve para establecer la topografía; la Sobre el significado preciso del término griego cosmos habrá
tcmporahdad no representa tan sólo la sinlultaneidad o la suce- que hacer más adelante algun·as indicaciones. Aclaremos desde
sión. Espacio y tiempo son objetivos. El mundo, en tanto que ahoFa que la palabra castellana mundo se emplea con el signi-
espacio-temporal, es simplemente el situs naturalis de cada cosa ficado que ya tiene la palabra cosmos en Heráclito. En este con-
particular. Pero lo es de tal modo, que sÓlo por abstracción pa- texto, se trata del universo, no del conjunto de objetos que
demos discernir entre el situs y los objetos que 10 ocupan. Pues constituyen la perspectiva o circunstancia vital de un sujeto ?
/ "_ mundo v realidad S011 una misma cosa. de una comunidad social determinados. La misma palabra UIH-
" Por esto, en segundo lugar, debe entenderse bien que la uni- versus representa la noción de esa unidad total de lo diverso
dad de 10 diverso la captamos con la percepción, pero ésta no la que es el cosmos. La totalidad es inherente a la mundanidad,
produce: no es resultado de una síntesis subjetiva. Es cierto que aunque ella misma no pueda ser objeto de experiencia, ni pueda
la c~nciencia tiene una función unificadora y fanuadara; pero no ser, acaso, objeto de cálculo" porque el mundo careciese de lí-
es CIerto que elJa aplique al material bruto de la percepción sus mites. Esa totalidad no tiene- aquí un sigilificado cuantitativo,
propias formas de espacio y tiempo. Lo que ocurre es que el sino el de una integración. Representa, pues, el hecho de que
hombre, en cuanto que es también un ente mundano, es espacio- no pueda haber "otros mundos", aparte de este mundo. El mun-
tenlporal como todos los demás, y tiene además la capacidad de do, por tanto, tampoco es la Tierra en que vivinlos, y desde la
pensar el espacio y el tiempo. Pero éstos le son dados objetiva- cual vemos todo lo demás. La expresión "otros mundos" no es
mente. Cuando la teoría filosófica sostiene que el único factor más que una metáfora. Si se emplea literalmente, en un discurso
de unificación es el de la conciencia, presupone sin justificantes de ontología o de cosmología, carece por completo de significado
que la r~a1idad .misma no está 1:1ni.ficada u ordenada; o sea que científico. Y cuando se emplea como una metáfora (el mundo
esa teona prescmde del dato obJetIVO de la unidad, convierte así del arte, el mundo, de 10 inorgánico, el mundo político), la pala-
en problema 10 que era una evidencia primarié!, e intenta resol- bra expresa ese carácter de integridad y de orden que es apa-
ver este problema atribuyendo a la conciencia la función de pro- rente incluso en los compartimientos especiales que componen
cIucir ese orden unitario que ella misma ya percibe al captar la el gran mundo,
existencia ele cualquier objeto. Existencia es coexistencia. Podemos, ciertamente, imaginar la existencia de unos ámbitos
De ahí la gran aventura que es la existencia de este ser afa- desconocidos de la realidad, los cuales, al ser descubiertos, reve-
noso de conocer, que es el hombre, y a la vez la insuperable li- lasen una inconformidad con los sistemas de leyes que la ciencia
mitación de su ::wcntura existencial. Aunque descubre nuevos ha constituido para explicar l/este mundo". La revelación produ-
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dría sin duda una crisis interna en esos sistemas; pero no com-
prometería para nada la evidencia de la unidad. Los "nuevos pues el eITor versa tanto sobre el ser como'la verdad. -A su vez,
mundos" se incorporarían a éste, de inmediato, 10 mismo si se el error no seria denunciable si el ser no fuese compartido. (Y
tratara del ~undo de la anti-materia, del cual han' empezado a esto no contradice, aunque lo parezca, la teoría de Platón en el
hablar los flsIcas, que de unas grandes masas celestes ignoradas Sofista, según la cual el fundamento del error es el no ser:
hasta ahora. Su incorporación se produciría como se produjo el error consistiría en decir algo que DO es". Porque este no ser
If

la del. u!1uevo m~ndol/ de América en el Renacimiento, y la mis- fonna también parte integrante del ser, como ya se ha com~
ma CflSIS en el SIstema de conceptos y de leyes establecido sería probado en esta obra: es un no ser de algo que es.)
indicio inequívoco y suficiente de la incorporación. De cualquier modo, la idea de un pensamiento intransferible
b) La comwzidad. Este aspecto del primer principio es com- o incomunicable, o sea, la idea de una realidad captada por uno
plementario del otro. En realidad, los cuatro principios son in- solo, y que existe sólo para él, es una idea presuntuosa, además
I!' tcrdependíentes y forman una unidad solidaria, de tal suerte que
de contradictoria. Quien tuviese tal experiencia ¿ cónlo podría
es imposible explorar ninguno de ellos a fondo sin que esta ex- dar noticia de ella a los demás, si no es comunicándola, es decir
ploración irradie hacia los otros tres. Así, la unidad de 10 real haciendo patente a los demás aquello que uno ha percibido a s~
no tendría la evidencia apodíctica de un principio, si esta reali- las? Para los que están despiertos, dice Heráclito, no hay más
dad no fuese común. Por ende, la unidad y comunidad de la que UI1 solo mundo, y este mundo es común a todos (B 89). Lo
razón tampoco pudiera afinnarse apodícticamente sr lo pensado ~emás es sueño: solamen!e los dormidos tienen un mundo par-
por esta razón no fuese una misma realidad compartida o co- tIcular para cada uno, y estos son los que, al dormirse, se sus-
mún (aunque sean divergentes las maneras de representarla). traen a la realidad, a la vez que se sustraen a la comunicación,
Cuando afirma ]a comunidad de lo real, Heráclito no soslaya y por lo mismo. El solitario ensimismado (solus ipse) no está
el hecho de la discrepancia de las opiniones. Por el contrario, ~lo despierto: los solipsistas están soñando.
realza con insistencia muy enfática, en In. cual se acusa la clis- El texto del fragmento B 30 presenta una dificultad crítica.
tjnción radical entre ciencia y opinión vulgar. Pero, sea cual sea Las principales fuentes de este pasaje de Heráclito son Clemente
la variedad de las opiniones, es siempre una y la misma la reali- de Alejandzia (Strol1Zateis, V 105), Simplicio (i11 Arist. de Caelo,
dad a la cual ellas se refieren. No hay más que un mundo, y este 294, 13) Y Plutarco (de Anima procreatio¡ze in Timaeo, 5, 1014).
mundo es "el mismo para todos", como él dice en forma ine- La fórmula 11 el miSl110 para todos", como predicado de cosmos,
quívoca en el fragmento B 30: it{Ja¡W" 'tÓVOE, TO\' airrov ÜrrÚVT{¡}v. aparece en Clemente, pero no en Simplicio ni en Plutarco. Entre
An tes de que pudiera manifestarse en filosofía ninguna fórnlula los editores del texto, aceptan la lección completa Bywater, DieIs¡
sofística de perspcctivismo o relativismo, quedaba desautorizada Kranz, Gigon y Walzer; suprimen dicba fórmula Reinhardt y
con estas palabras que expresan una evidencia principal. Por KirIe Este último juzga que las tres palabras -rov uu'tov ú¡¡:ctv'tüJv
discrepantes que sean, las opiniones que formamos los hombres son una glosa de Clemente, interpolada en el texto de Heráclito.
al pensar la realidad no se fundan sólo en nuestro pensamiento. Si esto fuera cierto, la glosa sería extemporánea, porque el co·
Se fundan en la realidad. Pues, si esta realidad no fuese una y mentaría de Clemente versa sobre el aspecto físico y cosmológico
la misma para todos ¿cómo podrían advertirse nuestras discre- del resto del fragmento. Si el doxógrafo está comentando la
pancias sobre ella? Para que dos sujetos puedan estar en des- teoría de Heráclito, según la cual la pJzysis de este mundo es un
acuerdo, se necesita que hablen de 10 mismo, e jncluso que 10 fuego eterno ¿a qué responde que incluya por su cuenta un in..
reconozcan, pues sin este reconocimiento no hay diálogo. El ciso afirmando que dicho mundo l/es el mismo para todos"? Por
{wlclal1wnto de la verdad es el ser. Pero el ser también es fun- esta misma razón es explicable que Simplicio y Plutarco omitie-
damento del error. -Por esto, cualquiera que sea su contenido, ran aquellas tres palabras, las cuales no guardaban para ellos
Jos comunicados son la evidencia de la comunicación. Ahora relación directa con el terna físico que les in1portaba comentar.
bien: la comunicación no revela tan sólo la comunidad intersub- Pero el mismo argumento no vale para Heráclito, porque éste
jetiva de los comunicantes: esta comunicación no sería posible expone su pensamiento, no comenta el pensamiento ajeno, y lo
sin la comunidad del ser. Comunicación es objetivación. El ca- lmce siempre en forma sumamente escueta; por esto no desper..
municáclo, o el contenido de la comunicación, ha de ser algo· elicia ninguna ocasión de insistir en la evidencia de la comuuidad
patente para todos los comunicantes, 10 mismo en el caso de q;]e de lo real.
10 comunicado sea verdadero, que en el caso de que 10 comuni- La única razón que resultaría atendible para suprimir la
cado sea erróneo. Sin el ser común, el error no se producirla, fórmula "Cov aut"ov án:úvnov consistiría en demostrar que con ella
se expresa una idea incongruente con el resto del pensruniento
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de Heráclito, o por lo menos una idea que sería singular, porque adventicia,? contingente, sino constitutiva de la razón misma, o
no apareciese en ningún otro fragmento suyo. Por el contrario, sea que no tiene nada que ver con la eventual coincidencia de
esta comunidad del mundo que se afirma en B 30, no hace sino las opiniones, pues no puede ser desmentida por la discrepancia
complementar la idea de comunidad expresada igualmente en (cosa en la cual también insiste Heráclito reiteradamente). La
B 89 Y en B 114. Incluso la estilística aporta su razón para ad- comunidad de la razón no sería más que una presunción del filó-
mitir como auténticas esas palabras. La frase entera 'Xóuf1ov tóvBE, sofo; si no la confirmara a cada paso, en la experiencia ordina-
'tov uirrov arcúvrúJv, tiene el ritmo peculiar, sentencioso y rotundo, ria, el hecho principal de la comunidad del ser. Incluso para
de las fórmulas de Heráclito. Sin las tres últimas palabras, la discrepar es necesario que el ser sobre el cual discrepamos sea
frase queda coja. . . .. . común. Diríamos que el error es lo que el sujeto añade por su
Pero la cuestión debe resolverse, mas que con un análIsIS fi- cuenta a la evidencia común. Por esto hay que aferrarse a lo co-
lológico, mediante un análisis filosófico del pensamiento de He- mún. Lo común es el ser. Pero aferrarse al ser es aferrarse
• ráclito, y de la función que éste asigna en su teoría al concept? a la razón, la cual es, en un sentido, la ley del ser, y en otro
de comunidad (lo mismo la comunidad del ser que la comum- sentido es la ley del pensar.
dad del pensar). En verdad, aunque la tradición. no hubiese.c~m­ Por todo lo cual resulta igualmente inadmisible la interpre-
servado ningún pasaje de Heráclito en que se afirmase exphc~ta­ tación de Gigon. Éste acepta la autenticidad de las tres palabras
mente la comunidad de lo real, este principio estaría contenld? TOV UlJtov án:ciV'tffiV, pero juzga que á:n:áytú}v significa aquí "todas
implícitamente en todos los fragmentos que afirman la comum- las cosas", y no "todos los hombres" (cosa que es gramatical-
dad de la razón. Pues el único fundamento en que puede sos- mente posible, por el hecho de que el genitivo plural griego es
tenerse la comunidad de la razón es justamente la comunidad común a los tres géneros). En este caso, "cosmos" significaría
del ser pensado por esta razón. De otro modo, la comunidad. de "orden", y no·llmundo" (como cree también KirIe). El comienzo
la razón no sería más que la uniformidad de nuestras fant.asIas. de este fragmento B 30 se leería entonces así: l/Este orden, el
Por otra parte, la razón misma tiene en Heráclito dos acepCIOnes, mismo para todas las cosas", con lo cual el principio que se afir-
como veremos. Hay la razón inmanente a la realidad, la que maría sería el de unidad y racionalidad de lo real, pero no el
todo lo gobierna, y hay la razón entendida como facultad hu~a­ de comunidad.
na de pensar esta realidad. La concordancia entre el pensamIen- La objeción que puede y debe hacerse a esta interpretación
to racional y la realidad n? fuera P?sible si .Ia real.id~d mis,!,~ es decisiva, cuando se compara el inicio del fragmento con el
no fuese racional. Pero ¿como podna la razon SUbjetIVa verIfi- resto. ¿Cómo pudo decir Heráclito que l/este orden" es un IIfue~
car esa racionalidad objetiva, si 10 real no fuese objetivable? Esta go siempre vivo"? Esto no tiene sentido. La hipótesis del fuego
objetividad de lo real es, ni más ni menos, lo. que H<;ráclito ex- como plzysis, como sustancia radical, sólo puede aplicarse al mun-
presa diciendo que el mundo (de los objetos) es comun a todos. do. El orden no es "fogoso". Del orden tampoco puede decirse
Por esto, el fragmento B 114 puede interpret?rse de dos mane- que no ha sido "creado" (EJWlll0EV). Pero hay un prejuicio. al que
ras, ambas válidas, porque son complernentan~s. . . nos referiremos también más adelante, el cual consiste en negar
En efecto: haciendo un juego de palabras mtraducIble, afIr- que Heráclito pudiera haber pensado la idea misma de cosmos,
ma Heráclito que aquellos que hablan con entendimiento (~~v VÓ(~ y haberla expresado,con esta palabra. A pesar del testimonio
AÉyovru~) o sea que no hablan sin pensar, deben fortlfIcarse textual o contextua!. cosmos tendría siempre en Heráclito el sig-
en lo q~~ es común a todos (l;1Jvi¡i). ¿qué es lo C~)ffiú:, a. t,?dos? nificado primitivo de orden, y no el significado de mundo, o sea
Hay dos cosas en cuyo carácter camuo ha venIdo InsIstlendo de "realidad total ordenada". Nunca se ha ofreéido razón alguna
Heráclito: el ser y el pensar. Pero estas dos comunida~~s son para justificar el aplazamiento de esta incorporación de la pa-
interdependientes. Pues si los hombres formasen o fortlfIcasen labra cosmos a la terminología filosófica. Entre todos, Kirie es,
su comunidad en la coincidencia de sus pensamientos, esta comu- , acaso, el comentarista que se mantiene más obstinadamente en
nidad sería fortuita y precaria; sería un hecho social, sería una ese prejuicio. Jaeger discrepa (Tlzeol., cap. VII), y resigue de ma-
comunidad ideológica, y por ello mismo no tendría universalidad nera precisa la evolución semántica del término hasta su sig-
y permanencia. Sería, por ~jemplo, la. comunidad política, cuyo nificado filosófico.
principio es la ley, como dIce el prop~o fragmento 114. Pero el En suma: cosmos significa mundo en este fragmento de He-
ser no tiene leyes que puedan cambmrse, como las. leyes del ráclito; de lo cual no cabe duda si se coteja con el B 89: Herá-
Estado. Esta razón común es la ley del ser. Por ello mIsmo es la clito no pudo haber dicho que los que están despiertos tienen
ley del pensar. La comunidad de la razón, por consiguiente, no es un Horden" común, mientras que los dormidos se retiran cada
UNIDAD Y COMUNIDAD DE LA RAZÓN 485
484 LOS PRINCIPIOS Por otra parte, muchos prejuicios filosóficos impiden considerar
de~de luego com,; verdad pr~ncipal, como evidencia primaria, la
uno a su "orden" particular. Evideritemente, sólo pudo decir unld~d de la razan: Est~ umdad de la razón ¿no implicaría ne·,
que los despiertos tienen un solo "mundo" común: Eva ¡taL 'itOLVOV ces;nameny~ la un~formldad ~e sus funciones y de sus produc q

nÓü!_lOv. Pero, siendo esto aSÍ, la palabra ún:úvtOJV del fragmento tos .. Parmer:ldes afIrma la unIdad de la razón, pero lo hace por
B 30 significa /lpara todos" (los hombres), y no l/para todas las ID?trvos erroneos; pues, según él, unidad y uniformidad son una
cosas". mIsma cosa. Pero del error de Parménides no ha de inferirse
que su filosofía sea la única que hubiera afirmado la unidad
o que la unidad mis:,!a pueda quedar desmentida por el hech¿
3. PRINCIPIO DE UNIDAD Y COMUNIDAD DE LA RAZÓN patente de la dIverSIdad de los pensamientos racionales en la
ciencia y fuera de ella. '
Los fragmentos de Heráclito en que se formula este principio Este hecho ha planteado en la filosofia contemporánea un prGo
'Son el B 2, el B 72 Y el B 113 (los cuales deben cotejarse con blema de mayor gr~vedad . que en la filosofía antigua; porque
B 17, B 112 Y B 116). Se trata ahora de la razón humana. :esta ahora ya no se conSIdera solo desde el punto de vista subjetivo
se designa en B 2 Y en B 72 con el sustantivo Aóyoc;. En B 113, la psicológico, como el fenómeno, un poco desconcertante, que s~
facultad y función del pensamiento racional se designa con el produce en el seno de la ciencia, y que es el de las discrepancias
verbo qJQOV8LV. entre científicos. Ahora se considera como el hecho de la evolu~
Algtmos editores del texto consideran que las palabras Sln'O; ?ión .del pensam~en~o: La razón es histórica, y esta historicidad
"{af} Ó ¡!OLIIÓ;;, del fragmento B 2, son una glosa del doxógrafo (Sex~ lnvahd~rIa el pr:ncIplO de unidad en forma más decisiva que la
to Empírico, Adv. Maill., VII 13). Es posible. La eventual omi- mera dIscrepancIa de dos opiniones simultáneas. En el curso de
sión de esta frase no altera, sin embargo, el contenido del frag- la p~esent~ ~bra (y ya en La idea del hombre y en Historicismo
mento. Lo esencial en él es el concepto de comunidad. Como ya y e~lstelICtalrs111p) no,s vimos forzados a atender a este problema
se ha indicado en el comentario del principio anterior, aquello en capItal de la fIlosofIa. Examinando el conocimÍento en todos
que los hombres deben hacerse fuertes es /llo común", y esto sus niveles y sus formas, pudimos comprobar que la historicidad
puede interpretarse, con igual legitimidad, como el ser, eri tanto de~a ~azón .(Ia. ~o uniforn:ida~l no ha puesto en crisis ningún
que éste es racional, y corno la razón humana, en tanto que fa- a;t,tenbco pn~cIpIo d~ la CIenCia; pero que, en cambio, la nega-
cultad de pensar el ser. La misma ambivalencia se observa en Clon d~ la unId~d ~raIa consi,?o inevitablemente la negación de la
el fragn1cnto B 72. AllÍ se dice que la razón es aquello con lo comumdad (sohpslsmo l. Umdad y comunidad son solidarias.
cual mantienen los hombres un trato Inás asiduo. Dicha razón Por supuesto, ni Heráclito, ni ninguno de los griegos, pudo
puede también entenderse, indistintamente, como la propia fa- haber pensado el concepto de historicidad, porque en éste se in-
cultad humana de pensar, y como el designio (yvW!_l11V: B 41) que cluye algo más que la c1iversidad actual, y que la diversidad
es el piloto de todas las cosas de este mundo, o sea el orden sucesiva, de las opiniones: se incluye la noción de un desarrollo
racional del Devenir. De lo uno y de lo otro cabe ,decir que son orgánico del pensamiento científico en el tiempo. Hasta el adve~
aquello con 10 cual se encuentra el hombre en continuo comer- nimiento del historicismo, todos los filósofos han considerado
cio (5l''1VEl[(DC; Ófu),oüm). La comunidad del pensar (racional) es l,:s si.stemas de una manera intemporal, como independientes as-
dependiente de la comunidad del ser Cracional); de suerte que pIraCIOnes a una verdad definitiva, y han atribuido a cada uno
la consideración aislada de la una o de la otra representa el as- la misma actualidad, juzgando sus aciertos o desaciertos sin to-
pecto parcial de un mismo núcleo de principios. y sóló está jus- mar en cuenta el proceso histórico de mutación, y las leyes que
tificada por la técnica de exposición, la cual nos obliga a presen- lo regul.an. Pero el hecho de la diversidad actual de las opiniones
tar en forma sucesiva los dos aspectos solidarios. o doctnnas bastaba para que ya los griegos, y concretamente los
La razón es común, Este principio es sufícíentenlente explí- sofistas, puclieran dudar de la validez ele este principio de uní'
cito en los fragmentos de Heráclito, y el concepto mismo de co- dad ,de la razó}?-. !'Ti bastó el esfuerzo conjugado de Sócrates, de
munidad ha sido en esta obra suficientemente aclarado, para Platon y de Anstoteles, para que esa duda pudiera desvanecerse
que puedan quedar dudas al respecto (por 10 menos, si se en- por completo; porque, a pesar de que la ciencia fue concebida por
tiende la comunidad en el sentido de que todos los hombres son l~s presocráticos como el instrumento de unificación de las opi~
racionales; sentido que no es el más hondo de esta comunidad, filOnes en la verdad racional, y a pesar de que la filosofía elaboró
como podrá verse enseguida). Sin embargo, la comunidad no se después, para este fin, el instrumento auxiliar de la lógica (que
realiza sin la unidad, y esta unidad de ]a razón no la ha señalado
Heráclito en forma taxativa, como señaló la unidad de ]0 real.
486 LOS PRINCIPIOS UNIDAD Y COMUNIDAD DE LA RAZÓN 487
tddavía hoyes considerado por algunos como el unificador por siste todavía (aunque sin una base teórica tan sólida como la
excelencia), a pesar de todo esto, se reproducía en el campo de que sostiene la tradición que va de Descartes a Husserl) la con-
la <;ie?cia la misma disparidad de opiniones que los filósofos vicción arraigada de que todo 10 que representa diversidad com-
advIrtIeron en el campo de las limeras opiniones". El problema promete el ideal científic(}. De ahí la tendencia logicista, y el
no tiene solución mientras no se plantee en términos de histo- empeño de uniformar "el lenguaje de la ciencia", Ahora la con~
ricidad. Era necesario acentuar todavía más el factor mutación fusión entre unidad y uniformidad ya no se justifica, pues ignora
y diversidad, para que se advirtiera que la unidad de la razón no ese otro factor de diversidad, que es el factor histórico. Sin em-
imp!ica su .uniformidad. Incluso sin intención sofística, el griego bargo, la alternativa de la uniformidad no es el relativismo o el
podra sentIrse perturbado por esta cuestión: si todos los hom- subjetivismo. Por es'to, si no incurrimos en aquella confusión,
bres tienen la facultad de pensar racionalmente ¿por qué tia se advertimos (como advirtió Heráclito) que la unidad y comunidad
produce entre ellos la concordancia de manera automática? Y si de la razón es un hecho primario tan patente como el de la dis-,
'" la discrepancia se produce porque no todos piensan racional- cordancia. Pues también el que l/opina por su cuenta" hace uso
mente, o no emplean la razón como es debido ¿cómo puede en- de la razón, aunque use mal de ella. Usar de ella como es debido
tonces afirmarse que la razón es una y es común? no produce necesariamente la coincidencia (como debieran sa~
Juzgamos que esta cuestión ha quedado resuelta, en tanto que ber muy bien los nuevos Jógicos, si recordasen, por ejemplo, que
ella se .ha -J?resentado de nuevo, con otros términos más agudos, en la física actual se presentan como equivalentes o complemen-
en la CIenCIa contemporánea. Hoy ya no tiene sentido reprochar tarios dos esquemas teóricos distintos, que usan el mismo len-
a la filosofía la diversidad de las doctrinas, como si ésta fuera guaje y se fundan en una misma lógica).
una falla suya específica, y reclamar de ella una uniformidad El prejuicio de la uniformidad se mantiene porque la razón se
"c!e?tífica".. pues la uniformidad tampoco se produce én el do~ identifica con el pensamiento científico, y no se juzgan raciona-
mInIO de nmguna otra ciencia. Históricas son todas las ciencias. les otras formas de pensar. Corno hemos visto, ni siquiera dentro
Pero e? este punto preciso en que ahora estamos, 10 que conviene de la ciencia se obtiene la' uniformidad. Pero, además, lá uni-
advertir es que, según H eráclilo, la comunidad implica la unidad, dad de la razón significa que debe suprimirse la diferencia gené-
y. que .esta unidad él no la afirma porque ignore el hecho de la rica entre pensamiento científico y pensamiento precientífico. La
dIVersIdad. Heráclito mantiene el principio a pesar de su mar~ diferencia es específica. El lagos es el mismo, sólo que en la
cada insistencia en la incapacidad que muestran los hombres de ciencia funciona con método, objetividad y sistema. El filósofo
pensar racionalmente y de ponerse de acuerdo. Si la razón no presocrático, y sobre todo Heráclito, tenía un sentido muy aguza..
fuera una (la misma para todos), no se podrían hacer reclama. do de esta característica dual" del lagos, que es la unidad-comuni-
ciones a quienes no usan de ella. Y no sería virtud hacer de dad, precisamente porque el término lagos con que él empieza
ella buen uso, si la unidad implicara la automática uniformidad. a designar a la razón científica mantiene todavía el significado ra-
~n suma, la razón no podría ser común si no fuese una. Pero es dical de palabra, de verbo, de instrumento de comunicación. La
Justame~te la propia cOI;lUnidad la que explica o hace posible razón científica no es, entonces, sino una manera nueva de efec-
la pluralIdad. Con la razon ocurre lo mismo que con el ser. La tuar la comunicación; una manera más efectiva, porque se atiene
umdad del mundo no implica su uniformidad: "el mundo es uno a las cosas mismas, en vez de expresar un parecer subjetivo, y
porque es múltiple y diverso. examina cada una según su naturaleza propia (ltm:a <púmv: B 1).
I ~s cierto que, .según Heráclito, y en general según los preso- Por esto produce verdades, y no meras opiniones. Esta razón
cratIcos, la pluralIdad de teorías científicas era desconcertante' es común a todos e igual en todos, porque es algo inherente a la
pues ellos identificaron 10 que nosotros llan1amos ciencia co~ condición humana; cosa que no queda desmentida por el hecho
el buen uso de la razón (episteme es igual a conocimiento racio- de que algunos, incluso la mayoría (0\ rroUo[) prefieran no apro-
nal); y este buen uso creyeron que iba a producir indefectible- vecharse de ella, porque les interese más el interés que la ver..
mente la .uniformidad. Tal ambición era justificada, humanamen~ dad, o por simple estupidez.
te, en qUIenes estaban inaugurando la ciencia, y ponían por ello La posibilidad de un mal uso de la razón explicaría que, en
tanto esnlero en distinguir entre la buena razón y la mala razón el fragmento B 113, emplease Heráclito el verbo <PQOVELV para de-
entre la episteme y la doxa. ' signar la función del pensamiento racional. Otras formas ver~
Pero no han sido ellos los únicos que, por una fe desmedida bales del mismo concepto aparecen en B 2, B 17, B 112 Y B 116.
en la razón, confundieron la unidad con la uniformidad. Moder- Jaeger llama atinadamente la atención sobre el significado ético
namente, esta fe se llamó racionalismo. Y en nuestros días per- de la <pgóv~crtl;. Con ella diríamos que se representa, más que el "
488 LOS PRINCIPIOS UNIDAD Y COMUNIDAD DE LA RAZÓN 489
puro pensamiento, una actitud del pensamiento, actitud cualifi- Anotemos aquí que la palabra entendimiento conserva el do-
cada positivamente, frente a otras posibles actitudes negativas. ble significado de una capacidad intelectual de discurrir y de for-
:Ésta es la virtud o capacidad de pensar bien. Pero, según Herá- marse idea clara de las cosas, y de una capacidad práctica (de
clito, esta virtud de pensar bien no es puramente intelectual; no Itobrar con entendimiento", o sea con prude:.:cia y templanza,
es tan sólo noética, sino ética. Es la- virtud inherente a lo que sabiendo lo que se hace); y por esto es la que traduce con mayor
él concebía como vocación filosófica, a~nque no empleara estas fidelidad que ninguna otra la palabra griega <peóV11"'"
palabras para decirlo. La vocación, observemos, no requiere la Jaeger señala a este respecto una diferencia notable entre
coincidencia de todos los vacados, excepto en la sustancia misma Heráclito y Parménides, la cual se advertiría en el hecho de que
de la vocación: en la actitud, en la CPQ6V110l;'. este último emplee las palabras VOElV y vÓ1Um para designar el
Por esto llega a afirmar Heráclito que es la suprema virtud: 'o pensamiento racional, mientras que Heráclito emplea las pala-
<pQovdv deE"] fLEY'''''1 (B 112). ¿Y cómo se alcanza esta virtud? bras <pQovElv y <PQÓVT]Gt,. La diferencia existe, pei-o no por las ra-
Diciendo la 'verdad y obrdlldo según ella: MT]OÉU AÉyELV Ml nOlElv. zones que Jaeger propone. No hay que atribuir un valor exage~
• La sapiencia noética y lógica (AÉYELV = ).óyo,) incluye el com- rada a las variantes tem1inológícas de los presocráticos, porque
plemento activo, poético (.n"OLETv) o sea ético. Si el ser mismo es
I en su tiempo la filosofía no operaba C011 un vocabulario bien de-
racional, la actitud conveniente consiste en no apartarse de 'esta finido. Los presocráticos, precisamente, empezaban a formarlo,
razón (Bta<pEQElv: B 72), en pensar y obrar de acuerdo con su y con no pocos titubeos. -De cualquier modo, es evidente que
naturaleza ()mn" qníatv: B 112). Si lo hacen, los hombres se com- Heráclito no emplea la palabra cpQóV11at~ /len relación con el cono-
portan racionalmente, concordando, no sólo unos con otros, sino cimiento moral 'y religioso", como afirnJa Jaeger, ni pretende
,'con la racionalidad universal, y alcanzan así la virtud superior ;que f/ sus enseñanzas ejerzan una influencia práctica" sobre los
que es la 'PQÓV11crt,. hombres. No es que él presente su pensamiento como una espe-
Pero esta virtud, como todas las demás, es una posibilidad, cie de prédica moral, fundada en su particular concepción del
o sea que implica la posibilidad contraria. La unidad y comuni- universo. Lo cierto es que él descubre en el pensamiento racio~
dad de la razón es el fundamento ontológico de esa posibilidad nal una forma de excelencia (uQEní) de la condición humana, cosa
de la sapiencia. Pero, si constituye una evidencia primaria, es muy distinta. Heráclito no es un predicador o moralista, ni es
porque ella también es fundamento de la comunicación y enten- un profeta (tan1bién Jaeger, como antes Burnet, emplea esta
dimiento, y la comunicación es universalmente actual, incluso en desconcertante palabra para caracterizar a Heráclito). E.ste es
el error, y no potencial. un hombre de ciencia, en el sentido más puro de la palabra; y
Incidentalmente, la promoción de esta razón vital que es la no sólo porque es el primero en formular los cuatro principios en
'PQóv'lcrt" o sea la ,~rtud del hombre que piensa y actúa en con- que se funda toda ciencia posible, sino además porque es tam-
cordancia con la racionalidad universal, justifica la peculiar pre M bién el primero en completar este cuadro de los principios teó-
dilección que mostraron por Heráclito los estoicos. También ex~ ricos con el principio ético, con el cual se define la vocación
plica la predilección por el estoicismo que suelen mostrar los hom- humana del saber científico. Cuando Platón, en el Pedón y en
bres de ciencia que no conocen a Heráclito. Pero la idea de la otras obras, m~dita sobre este aspecto vocacional de la ciencia,
racionalidad del ser, y la consiguiente idea de la virtud racional recorre un camino iniciado ya por Heráclito. Éste no invita a
que logra el hombre cuando se conforma con la racionalidad del los hombres a escuchar sus razones, sino a escuchar a la razón
ser, no son ideas originales de los estoicos, aunque ellos las con- (B 50).
virtieron' en piedra angular de su sistema. Los estoicos han sido La filosofía de Heráclito es tan noética como pueda ser la de
ll1ás flpopulares" que Heráclito, o que Leucipo. Pero, en verdad, Parménides. Incluso terininológicamente, aunque ésta no sea la
tales ideas no son siquiera originales de Heráclito. Son verdades prueba (mica o la decisiva. Jaeger no recuerda que las palabras
COIDlU1es. Lo original es su forn1ulación filosófica, y la preeminen- vout;' y '\'oELv aparecen también en los fragmentos de Heráclito:
cia que tomen en un sistema determinado. En el nivel precien~ en B 40 Y B 114; Y en este último, precisamente en conexión di-
tífico, el hombre ordinario acepta implícitamente el hecho de la recta con el concepto de comw1idad. Por otra parte, la palabra
unidad y comunidad de la razón (como el hecho de la racionaIi~ favorita que él emplea para designar lo que entendemos por ra-
dad y comunidad del ser), en el acto más elemental de comuni· zón es la genuína palabra í.Óyo;, y a ésta no es posible asignarle
cación con sus semejantes. Su vida entera está fundada en esta ningún significado moral o religioso, ninguna intención proseli-
capacidad de entender y darse a entender, hablando de una reali- tista: es la razón científica. Ciertan1ente, éste es un lagos que
dad que es tan común como el propio entendimiento. todavía 110 se ha deshumanizado por la formalización lógica. La
490 LOS PRINCIPIOS UNIDAD Y COMUNIDAD DE LA RAZÓN 491
sabiduría (ampra: B 112) consiste en decir la verdad. ~ste es el pudiera muy bien, sin alteración gramatical traducirse así: co-
propósito de la ciencia; pero la ciencia no sería sapiencia si fue- mún es en todos los hombres el entendimie~to).
se nada más erudición, acumulación de conocimientos muertos: Este principio de comunidad no es una generalización: no re-
el mucho saber no educa el pensamiento (vou<;: B 40; eL B 129, sulta. de ir. comprobando ~n cada uno de los hombres (Exaam<;)
dudoso). El lagos de Heráclito es una razón vital, pero no por- la eXIstenCIa de una capacIdad de pensar y entender. Vistos uno
que sea moralizante (o inmoralista), sino porque es un etilOS por uno, los hombres parecen más bien incapaces de razonar,
humano. aunque de-hecho se entienden o comunican siempre. Claro está
En cambio, si Parménides no empleó la palabra 'PQóv11at<; es que una definición del hombre está incluida en los términos del
porque el pensan1iento racional no constituye para él una virtud, fragm~nto BIB. De hecho, es lo primero que resalta en él. Y
sino una necesidad. Pensar y pensar correctamente serían una tamblen es CIerto que Heráclito fue el primero en definir al hom-
misma cosa. El llamado padre de la lógica es el único filósofo b:e como ~{POV AÓyOV EXOV, como animal racional, según reza la
'* de la historia que suprime las condiciones que hacen posible y f~:mula post socrática. Pero dicho fragmento lleva otra inten-
necesaria la lógica, como correctivo del lagos. Para Parménides, ClOn, que es más recóndita para .Jos comentaristas cuando olvi-
el logos no requiere correctivos. Su idea de la razón pura y uni- dan que Heráclito es el filósofo de los principios, ~ero más emi-
taria excluye la diversidad de las opiniones racionales: el error nente para el propio Heráclito. Compárese este fragmento B 113
es imposible, y por esto la racionalidad no puede ser sapiencia. c.on el B 11.6, cuya autenticidad es dudosa, pero que es doxográ-
No hay un etilOS racional. Heráclito, en cambio, al reconocer el fIcamente fIel y corroborativo. Compárese también con B 1, B 2,
hecho de las discrepancias, presenta una idea de la razón que B 7,2 y. B 114. Lo que se afirma es el carácter común (XOLVÓC:,
hace posible el error, sin comprometer la racionalidad constitu- ~1Jvod Inherente a ese pensamiento, entendimiento o razón que
tiva del hombre. Por esto, la auténtica racionalidad torna el ca- en todos se encuentra ("'';aL). No es que cada uno de los hom-
rácter de una virtud; es decir, es la excelencia singular de una bres sea poseedor (Exov) de razón, cosa ya indudable; tan indu-
potencia común e igual. La razón es una función ética y noética d~ble cama esto es c:l hecho' de que la razón es común, por sí
a la vez. mIsma. E.sta no es solo la comunidad del género definida en la
Lo cual permite resolver una dificultad que presentarían los proposición universal "todos los hombres son ;acionales". Es
textos de Heráclito, y en la cual no reparan quienes los COll1en- la comunidad de la función: la razón humana funciona como ins-
tan con criterio filológico. E.l afirma que todos los hombres trumento de comunidad.
están dotados de razón (B 114). Sin embargo, suelta invectivas y ¿ Cómo es posible entonces la irracionalidad? Porque no cabe
reproches contra la mayoría, porque cada uno se comporta como duda ele que el hombre, "animal racional", es capaz de pensar y
si tuviera su razón propia (B 2). En ambos casos emplea la de .obra; irracionalmente. En el sentido peyorativo de la palabra,
palabra plzróllesis. Si esta razón es común a todos ¿qué tiene lo l:-raclOnal no es 10 que nuestra psicología incluye en la cate-
de objetable que cada uno haga uso de ella? La clave de esta gana de lo emocional y lo instintivo, porque esto constituye un
dificultad se encuentra en el adjetivo rOtO¡;, que significa 10 pro- ?rde~ de .motivaciol1es y de experiencias aparte de la razón. La
pio, lo personal, privado o peculiar. La razón es común: por esto IrraCIonalIdad que exaspera a Heráclito es una especie de fraude
no es /lidiota" (lí')lÓt'l1r;). Siendo común, es unitaria: por esto mis- de la ;azón, al cual era difícil que se aviniese un filósofo que era
mo no debe ser peculiar o personal, sino vinculatoria. Es trans- cOD;;cIen.te de estar ~creand.o una forma nueva del logos humano.
personal: es objetivadora, para decirlo en términos actuales. La Lo IrraclOnal es raCIOnal: este es el hecho decisivo. Es con la ra-
razón es la misma en quienes usan de ella para estudiar cada zón mis~a como el hombre se separa de la comunidad: con el
cosa según su naturaleza (B 1: éstos son los sabios), y en quie- actc? ~~cl~mal, y a la vez irracional, que consiste en l/querer tener
nes piensan que la verdad es una mera declaración personal razan SIn presentar buenas razones. Las buenas razones son
(éstos son los l/idiotas"). aquellas que se atienen a la otra razón, a la objetiva, a la inma-
La dificultad, como ya se advierte, no .era puramente termi- n~nte al ser, a la que gobierna el devenir. Apartarse de la comu-
nológica. Al resolverla, advertimos que el fragmento B 113 (co- TIldad de la razón es, pues, apartarse de la comunidad del ser
mún es a todos el pensar, o el entender) no tiene un significado ?e~deñar la evidencia objetiva en favor de la preferencia sub~
antropológico. La intención filosófica no recae primariamente ]etIva.
en los hombres, definibles por su racionalidad, sino en el carác- Ahora bien: la capacidad de usar irracionalmente de la razón
ter de esta razón que los define (predicado de la proposición, implica que el buen uso de la razón es también una capacidad
con el cual ésta se inicia en el texto griego, y que por tanto y esto significa una posibilidad. La razón no es algo dado en to:
492 LOS PRINCIPIOS
UNIDAD Y COMUNIDAD DE LA RAZÓN 493
dos, de una vez por todas, y que en todos funcione siempre de
TIlanera unifonne. Si así fuera, pensar y pensar Iti verdad seria!! hombre, en términos universales, en tanto que el lagos es eJ..1Jre-
una misma cosa (como cree Parménides). Cuando· Heráclito de- sión o comunicación. Pero, en tanto que razón científica, el lagos
fine al hombre por la razón, 10 define (para expresarlo en térmi- es definitorio de una vocación humana.
nuestros) por una potencia que él mismo no actualiza siem~ Cuando esto se comprende, y cuando se ha establecido que la
ni siempre de la misllla manera. Pero no hay varias razones: unidad y cOlTIunidad de la razón es una verdad de principio,
hay varias Dlaneras de operar con ella, y por esto son varios queda todavía un resto de problema. Quedó explicada satisfac-
los productos de su ejercicio: verdades comunes y peculiarida- toriamente la plura1idad de las limeras opiniones", y la plurali~
des, l/idioteces" o idiosincrasias personales del pensamiento; ver- dad constituida, de una parte, por estas opiniones, y de In, otra
dades enteras y Inedias verdades; errores y opiniones; creencias por la razón científica. Pero la manera como ]a ciencia se va
y ciencias; y aun dentro de las ciencias, diversidad de teorías. constituyendo sobre este principio nos inclinarla a pensar que,
/!< Ocurre, pues, con la comunidad de la razón, lo mismo que dentro de su recinto, sí encontraremos por fin la uniforn1idad.
con la comunidad humana. El hombre es definible también como La unidad de .la razón implicaria, por lo menos, la unidad de la
lIaninlal social", como ser de comunidad. De hecho, la comuni~ ciencia. Ésta seria la definitiva unificadora de los pensamientos,
dad de la razón o del lagos no es sino una de las modalidades, frente a la p1uralidad y discordancia de las n1eras opiniones
la más eminente, de la comunidad esencial. Esto no suprime en personales. .
el hombre la capacidad de variar las formas de las comunidades Pero, si la unidad- se entiende conlO unifornlidad, ésta tampo-
que él instituye, y hasta de destruirlas. Pero incluso en la ac- co se advierte en el seno de la ciencia. Ya' en la presocrática,
ción destructiva de comunidades muestra el hombre su esencia, son variadas, y hasta discordal1tes, las hipótesis que presentan
como ser ele comunidad. La destrucción no se efectúa en sole.- los filósofos sobre la realidad. Lo cual producirá, como es sabi~
dad. La qestrucción es tan dialógica como la creación; el error do, la primera crisis de la razón en la sofística. El éxito de la
es tan lógico como la verdad. Pero el error en que piensa Herá~ sofistica se alimenta de un desengaño. La desilusión en las capa~
cHto no es el que consiste en estar equivocado, sino el más ra~ cidades de la razón científica para promover la unanilnidad la 1

dical, que consiste en emplear la razón corno si ésta fuese un compensa la sofistica (10 mismo entonces que hoy) asignando
instrumento al servicio particular de quien la posee. De suerte a la razón una finaHdad práctica (no ética), por encin1a de la
que, al combatir este individualismo de la razón, Heráclito no exigencia de verdad (noética).
exhibe un supuesto desprecio por el vulgo; no manifiesta el or- De este aspecto 'del problema ya se ha ocupado la presente
gullo de su aristocracia intelectual, o la nobleza de su estirpe, obra. La historicidad de la ciencia no ha confirmado el hecho
sino todo lo contrario. Sus ataques contra el- vulgo son afirma- de la diversidad, que ya era bien patente, sino que ha obligado
ciones de comunidad; lo que desarticula la comunidad es la doxa a la fiJosofia a dar forma teorética 'a ese hecbo que antes perma~
vulgar irresponsable. En la ciencia que él contribuye a crear, la necía inexplicado, con10 una discordancia entre el ideal ele ob-
comunidad se 111antiene, no por una coincidencia fortuita de las jetividad v la subjetiva pluralidad de las doctrinas científicas.
opiniones, sino corno una concordancia necesaria entre todos Desde luego, la noción de que la ciencia produce la unanimidad
los pensamientos que tienen por objeto común una misma rea- no se mantiene ya sino como un fetiche. Otra cosa distinta es la
lidad. La nueva sophía, que después se llamará filosofía, envuel- cuestión de la unidad de la ciencia. Por razón del carácter ra~
ve la iden de una razón que es pura, no por su g~ado de de- dical que tienen Jos"~ pensamientos presocráticos, y por la razón
puración formal o lógica, sino porque se ha purificado de la complementaria de que las investigaciones de aquellos filósofos
subjetividad: porque es objetiva, o como dice Heráclito, común. no se han diversificado todavía en múltiples caminos de especia..,
A la vez, esta razón pura es vita1, porque es ética: porque, es vir- lización, esta ciencia presocrática ll1antiene una apariencia de
tud de sapiencia, y por e110 es una excelencia humana. unidad. Olvidando la primera de estas dos razones, muchos co~
Apartarse de la con1unidad de ]a razón es, por consiguiente, n1entaristas concuerdan en que esta ciencia es unitaria por su
algo parecido a apartarse de la comunjdad de la ley con una con· " primitivismo". Al progresar, 1a cienc~a s~ diye;s.ificó. Esta pl:O-
ducta antisocial. Es una posibilidad que no destruye la esencia gresiva diversificación interna de la CIenCia, !mcIada con PIa ton
comunitaria, ni en un caso ni en el otro. Por esto no es adecua- y Aristóteles, y tan acentuada en nuestr-:s dIas ¿compron1ete la
do el término esencia que acabamos de emplear. Si Heráclito vigencia del principio de unidad de la razón? O dicho de otra
hubiese fOTll1Udo este concepto ont01ógico, la esencia la hubiera manera: si este principio implica, no la uniformidad de las teo~
definido en este caso como potencia. El lagos es definitorio del rías, pero sí la unidad de la ciencia ¿cón;o puede .ent~nces res:I1~
tar compatible con el hecho de la pluralIdad de CienCias especm-
494 LOS PRINCIPIOS RACIONALIDAD DE LO REAL 495
liza das, cuya autonomía está asegurada por la diversidad de sus
métodos? 4. PRINCIPIO DE RACIONALIDAD DE LO REAL
Pero t<;das las ciencias son filosofía. El título de filosofía
I?u,ede aplIcarse por ex~el~n~ia a la ciencia primera sólo porque Este principio del orden aparece en el primer testimonio escri-
esta se ocupa de los pnnclplOs comunes a todas las ciencias. La to de la historia de la filosofía, o sea en el fragmento B 1 de Ana-
comunidad de principios prueba la unidad de la ciencia. La uni- ximandro. Su teoria se constituye con tres conceptos básicos, que
dad se comprueba también cuando las ciencias no se consideran son: el concepto de existencia corno determinación; el concepto
e~, su variedad exteTI?a, .sino internamente, en su común aspira- de una forma cíclica del devenir; el concepto de lo indetermi-
ClOno • Porque, cualqUIera que sea la especialidad, la ciencia no nado como origen y término de este devenir. Pero lo sustantivo
es mas que una fonna de sapiencia, la cual. consiste en contem- en el pensamiento de Anaximandro, más que su teoría, -fue la
"pIar el ser objetiva y metódicamente, en buscar la verdad racio- intuición del principio de racionalidad, en el cual la teoría se
nalmente. sustenta. Según él, las cosas suceden l/por 'necesidad" ('Xa:t<l 'to
En el fondo no hay dificultad, y sería trivial el empeño en re- XQEWV). Todo deviene, pero el tiempo es el regulador del devenir.
solverla si no fuese porque la crisis de principios le presta en Sólo posteriormente surgirá la presunción de que la temporali-
nuestros días un carácter de apremio. La especialización se ha -dad comprometa la racionalidad. Pero esta presunción, que pro-
acentuado tanto, que la pluralidad de las ciencias toma el cariz cede de Parménides, como veremos, es teorética: no es una
de una inconexión entre unas y otras. -Cuanto más penetra la evidencia apodíctica. Según Anaximandro, el tiempo es la sus-
~vestigación en un sector real determinado, tanto más olvidados tancia misma del orden. En todo caso, el mundo es un orden.
quedan en la mente -del investigador los principios originarios Las mutaciones de la realidad, las oposiciones que en ella se ma-
y las m~tivaciones radicales del quehacer científico, o sea la fuen- nifiestan entre los contrarios, y sus compensaciones mutuas, todo
te comun. Por esto, cuando llegan a plantear el problema de esto se produce l/según el orden del tiempo" ('Xut'u nlv 'tOü xeÓVOtl
los principios, los hombres de ciencia buscan unas proposiciones ,Ú~LV ).
que puedan adoptarse como fundamento teórico de su ciencia No hay ninguna razón válida que impida asignar aquí a la
particular, o de un grupo de ciencias afines. Esta fundamenta- palabra ,Ú~LI; el significado que ella tiene primariamente, y tra-
ción es precaria, porque resulta siempre de una síntesis de le- ducirla con la palabra orden. Es cierto que, en este contexto, su
yes, las cuales son a su vez provisionales siempre. El fundamen- empleo parece metafórico: el tiempo actúa como un "juez" de
to. tiene que ser pennanente; y aunque no corresponde a la las desavenencias que se suscitan entre los contrarios. Pero la
mIsión de ninguna ciencia particular la investigación de este so- metáfora jurídica se inicia más bien con los términos justicia,
porte universal e invariable, en cambio sería conveniente reavi- injusticia y reparación (oh"1' uo,x[a, ,[me;) con que se designan
var entre los científicos la conciencia del principio ético, exis- las relaciones entre contrarios: las pugnas o desavenencias, y la
tencial o vocacional, que define su propia actitud ante la realidad. retribución de los daños. Con esto se representa la forma inter-
Esta actitud es literalmente philo-sophia, y nada más. na del devenir. En este sentido, el "orden del tiempo" prolonga
E;n la ciencia unitaria, lo único que se diversifica son los mé- la metáfora, y puede entenderse como el "decreto" o la "senten~
todos. Éstos han de especializarse porque las ciencias particu- da" que dicta el ti"mpo. Lo que no puede hacerse es fundar en
lares recubren sectores especiales de la realidad. No todos los la metáfora, que es' un simple artificio literario, una teoría in-
aspectos de la realidad pueden ser investigados con el mismo terpretativa que desfigure el pensamiento de Anaximandro. (Véa-
método; de suerte que el empeño de procurar "el campo unifi- se, a este respecto, la obra ya citada de Jaeger, Tlteology of the
cado de la ciencia" mediante la aplicación de un método cientí- Early Greek Plzilosopllers, cap. n). La metáfora sirve para ilu-
fico particular (el físico, el lógico, el matemático), es el contra- minar la idea de principio, no ha de servir para embozarla.
sentido que consiste en buscar el fundamento en lo externo: en En efecto, aunque tradujésemos la referida frase con estas
lo que invariable y necesariamente tiene que ser diverso. Por palabras: "según la sentencia del tiempo", quedaría en pie la
esto, el intento choca sin remisión con una resistencia invencible, idea de que el tiempo es el factor legal, o sea racional, de la rea-
que es la que opone la realidad misma. Las ciencias han de ser lidad. Pero el tiempo no está personificado en la mente de
diversas, aunque la ciencia es una. Y la razón es una, aunque Anaximandro. Su pensamiento no es antropomórfico. El tiempo
sean varias las formas de usar de ella, aparte de la ciencia, e in- no impone orden en el desorden de las cosas, como un juez lo
cluso dentro de la ciencia misma. impone entre los litigantes, qictando una sentencia que termina
el conflicto. Lo que afirma claramente Anaximandro es que no
RACIONALIDAD DE LO REAL 497
496 LOS PRINCIPIOS
ne ya en aqúeI milesio, y expresa en variados contextos ese mismo
hay tal desorden. El tiempo es el orden, y todo lo que en él se principio de racionalidad que la filosofía moderna llamará prin-
produce es ordenado; aunque en la realidad percibamos el ferió. cipio de orden, o de razón suficiente. Las teorías de la causali~
meno de los conflictos, estos conflictos se producen de acuerdo _ dad, como hemos comprobado, son una derivación de este prin~
con una regulación constante y uniforme, precisamente porque cipio.
son temporales. Las fórrrmlas que emplea Heráciito para expresarlo aparecen
Por otra parte, cuando se toma literalmente la metáfora ju- en sus fragmentos B 1, B 2, B 41, B 50, B 72 Y B 80. Hemos pr",
rídica, o sea, cuando se asigna al tiempo el papel de un juez que sentado también el texto de los fragmentos B 8, B 10, B 30, B 49a,
dicta sentencias, se olvida en esta interpretación mitológica de B 51, B 60, B 88, B 91 Y B 103, porque son corroborativos del
Anaximandro que las sentencias son necesarias, según el propio principio" aunque no 10 expresen directamente. Es decir: lo que
texto del fragmento B 1. Las cosas sucen "ata TO XQEWV. (Herá- se afirma en ellos (la aTITlonÍa de los contrarios, la concordan~
clito empleará la misma fórmula para expresar la misma idea: da de 10 discordante, el no ser que se incluye en el ser ,del de-
"n 80. También empleará la metáfora de la justicia, para repre- venir r, presupone el 'principio de 11lanera' tan clara, que pareció
sentar el concepto de orden, en este mismo fragmento B 80.) En conveniente llmuar la atención sobre esta primera aplicación teo-
cambio, no hay ningún decreto legal que posea intrínseca nece- rética del principio de racionalidad (si se descuenta la sumaria
sidad. Justamente, en el orden legal es indispensable instituir indicación de Anaximandro); la cual, al mismo tiempo, es el pri~
la función del juez, porque este orden es contingente: regula las mer sistema dialéctico que se produce en la historia de la fiw
conductas, pero no las hace automáticamente sumisas y COllq losofin. '
cardan tes. Las leyes humanas pueden infringirse, pueden cam~ El cOl1lcntario debe tomar como punto de partida el fragmen-
biarse. Por el contrario, las leyes naturales son inmutables, 1m.. to B 50, Si la sabiduría -consiste en escuchar a la razón ¿ de -qué
prescriptibles, inexorables. Esa parte de arbitrio humano que razón está hablando aquí Heráclito? La interpretación debe fun-
hay siempre en la sentencia de un juez no se encuentra nunca en darse excIusivan1ente en los textos del propio Herác1ito, y pres~
"ei orden del tiempo" que regula el devenir. Aunque aplique cindir de las ,arduas discusiones que ha promovido entre los ca,.
la ley con probidad, el juez fuuda su sentencia en una doble mentmistns la significación' que él diera al término lagos. Esta
interpretación: la interpretación de la ley, y la interpretación de significadón, desde luego, no concuerda con los usos ordinarios
105 actos que constituyen el caso concreto al cual elebe aplicar de la palabra en tiempo de Heráclito. Pero si el lagos ha de in-
esa ley. Como toda forma de expresión humana, la que consiste terpretarse en función de ese uso común, la originalidad de He-
en l/hacer justicia" es una acción hermenéutica. Siempre se man~ ráclito queda anulada por completo.
tiene la alternativa, la posibilidad de otra sentencia; como reve~ En este fragmento, el logos no puede significar sino la l/razón
lan lllUy bien los alegatos opuestos de las dos partes contendien~ inmanente a 10 real", concepto con el cual está de sobra familia-
tes, y el derecho "de apelación de la parte que no estuvo rizado todo profesional de la filosofía. Las duelas al respecto
conforme con el fallo. Pero el orden 'natural o cósmico elimina sólo pueden nacer de una prevención, de un prejuicio según el
las alternativas, o sea, no contiene en sí mismo la posibilidad de cual la filosofía no había alcanzado en tiempo de Heráclito la
la l/injusticia" que sería el desorden. madurez suficiente para pensar ese principio del orden, q?e es
Por lo menos, así es como Ana."{imandro, y en general los grie- condición de posibilidad de la ciencia en general. De ahl una
gos, entienden la racionalidad. Pa~a ellos, .racionalida.d ~ ?ec:si~ sede interminable de conjeturas más o menos desorbitadas. Pero
dad son una misma cosa (como dIce LeUClpo en el SIgnIficatIvo este prejuicio se desvanece sin discusiones invocando nada más
fral!I11ento B 2). Según su manera de pensar, 10 azaroso sería estos hechos: 1? el principio de racionalidad habia sid~ ya,formu-
irn~cional: sería lo que ocurre porque sÍ, sin regularidad ni or~ lado por Anaximandro, quien empleó pm"a ello los tenmnos de
den, sin causa ni razón. Aristóteles es el primero en advertir que necesidad y de orden. ?? Ni este principio, ni ninguno ~e los otros
el azar 110 es incompatible con la racionalidad. Los hechos aza~ tres, son creaciones de un pensamiento que haya tenIdo que lo-
'rosos, cuya existencia es indudable, deben incorporarse al orden, grar madurez científica para producirlos. Son evidencias prima~
pues ellos tienen también su causa, aunque ésta sea irregu~. rías, y como tales, son condiciones búsicas de la existencia, no
lar, y por ello imprevisible. . , sólo de la ciencia. Ésta, por consiguiente, tenía que limitarse a
En fin, puede asegurarse si:, reservas que el cc;ncepto de :ra!;te; 'expresar una condencia reflexiva de tales verdades comune~f
queda consagrado desde AnaxImandro en la naCIente terrnIr:ol<; a dar una formulación conceptual a lo que ya era para todos eV1~
gía filosófica. El significado técnico que le dan Pl~tón y Aris~o­ dencia consabida. Lo cual explica la exasperación de Heráclito
teles, quienes lo emplean abundantemente, es el mIsmo que tIew
498 LOS PRINCIPIOS RACIONALIDAD DE 'LO REAL 499
ante el vulgo que no entiende. El vulgo es exasperante porque común la razón inmanente a 10 real, en tanto que la realidad
no entiende 10 que ya sabe, no porque no entienda lo que dice misma es común: es "una y la misma para todos".
Heráclito" o no esté de acuerdo con él. Tampoco Kirk se muestra muy acertado en la manera como
3~ La prueba decisiva de que Heráclito pensó este principio defiende su tesis de que no se trata, en B SO, de la razón perso-
consiste en el hecho de que pensó los otros tres; pues todos son nal de Heráclito. Este filósofo, afirma Kirk, fino muestra ningún
interdependientes. En particular, está vinculado estrechamente -deseo de subyugar su propia personalidad cuando proclama sus
al principio de racionalidad o de orden el principio de unidad verdades". De suerte que, si la vanidad de Heráclito desperdició
de lo real. Lo múltiple, diverso y cambiante no podría afirmarse -en B 50 una oportunidad de presentarse como autor de una
que constituye una totalidad unitaria, si esta unidad no estuvie- verdad principal, y dijo que lo sabio es atender fino a mí, sino a
ra regulada racionalmente, si esta totalidad fuera un conglome- !la razón", esto probaría que dicha razón no era la suya. Una
rado informe de elementos dispares. Recordemos que la palabra prueba psicológica tan singular puede invocarse cuando se -con~
;,. cosmos, con la cual designa Heráclito esta unidad, significaba funde la objetividad científica con la modestia personal. Es la
también, originariamente, el orden. Unidad y orden son una mis w objetividad de la razón irunanente al Ser la que oblicra a Herá-
ma cosa; orden y racionalidad son una misma cosa. y
clito, y a cualquier hombre de ciencia, a subyugarse hasta eli~
Examinemos ahora las otras posibilidades de interpretación. minarse a sí mismo, cuando proclama verdades de principio;
En verdad, si el lagos, en este fragmento B SO, no represen\ara porque éstas son comunes, justamente, y no mantienen siquiera
la razón inmanente a 10- real, la alternativa sería lllanifiesta: ~e ese vestigio de personalidad que encontramos en otras verdades
/ogos no podría representar sino la razón del propio Heráclito. de teoría, las cuales llevau siempre el nombre de su autor. El
Carece por completo de fundamento filosófico e historiográfico ton;> de la proclamación, el estilo expresivo del pensamiento, el
la conjetura de que Heráclito hubiese empleado ahí la palabra caracter personal del pensador, todo esto no afecta en modo almI-
lagos para designar, no la razón inmanente al Ser, ni- siquiera su nc: el ,alcance .de las verdade? que él presenta, ni puede servir °de
propio pensamiento. sino una especie de revelación -ll1Ística que cr:teno para lnterpretarlas. La contundencia con que Heráclito
él transmitiera en forma oracular. No hay en el texto de Herá- afirma las verdades de principio es más bien una muestra de hu-
clito nada que autorice esta intrusión de un elemento mántico mildad, de sumisión ante el Ser; pero también se confunde con
en su pensamiento. (Tal presunción pudiera sugerirla más bien fTecuencia la humildad con la modestia.
una lectura literal del texto de Parménides; pero ahí, la revela- Con~Iente,.pues, con este punto de Vista psicológico, es la
ción divina no es más que una alegoría del filósofo.) Queda por renuenCIa de Kirk a conceder alIagas de Heráclito los caracteres
ver, entonces, si se trata del lagos de Heráclito, de su propio de objetividad y racionalidad. Por plincipio de cuentas traduce
pensamiento. este término por "Palabra", con mayúscula. Esta "Pal~bra" no
Esta segunda conjetura está. desmentida por el testimonio sería la de Heráclito; pero Kirk señala la posibilidad de que ella
textual. 1? Heráclito, en el mismo fragmento B S0, dice que se i:nplique H1fn cierto grado de personificación". Este supuesto ves-
'Comportarán sabiamente quienes escuchen, olm e~lO'ü, üJJ. a. -roí3 tlglO de rnJtologla y de antropomorfismo es incompatible- con el
,1.ÓYOll, "no a mí, sino a la razón". Heráclito se excluye a sí mis~ tenor de la filosofía de Heráclito. Los historiadores y filólogos
IDO ele manera expresa e irrefutable. El es un hombre ele ciencia no a.caban de percibir que, desde Tales, el pensamiento griego ha
porque sostiene que la sabiduría consiste en atender a la razón sufn~o una !_lE~á~am~ El~ lUAo ¡,Évo s, ha efectuado el salto hacia
(del Ser), y no a lo que pueda decir un hombre, por sabio que un genero dlstJnto .. El concepto de una razón inmanente a 10
se considere. Esta actitud es la característica del etilos cientí- real, y re~ladora del devenir, no presenta ningún vestigio de an~
fico, en Heráclito y para siempre. A este respecto, es atinada tropornorflsmo; es una textual superación de las modalidades
la observación de Gigon, cuando establece un paralelo entre la místicas y mitológicas de representación del universo. ~ste es,
oposición que presentan, en B SO, los términos E!loií y 1.óyou, y ya claramente defínido, el lagos real, fundamento de toda concep-
la que presentan en B 2 los términos lOlOV y ~uvóv. En efecto, la ción científica de 10 real.
razón es com'ún; la razón particular no es razonable; por consi w
..... Por lo demás, la interpretación -antropomórfica no puede jus.
guiente, no puede Heráclito afirmar que la sabiduría consi.ste en ll{lcarse en el hecho de que Heráclito, al hablar de esta razón,
atender a su razón personal (que sería LOtO,,), sino a la razón co- haya dicho que es necesarip "escucharla". Son sabios los oyentes,
mún. Sin embargo, Gigon no repara en la ambivalencia de esta los que escuchan a la razón (uiw'Úaavtas;). ¿Hemos de tomar esta
comunidad, 10 mismo en B 2 que en B 72, sobre la cual ya he- palabra 1it~ralmente, y pensar que la razón tiene una voz, a la
mos llamado la atención. Porque es un hecho que también es que es pOSIble prestar oído? La palabra. oír o escuchar no signi-
RACIONALIDAD DE LO REAL 501
500 LOS PRINCIPIOS
fundarla los fragmentos B 1 y B 50. El B 41 es importante, por-
fica en el texto ,otra cosa que atender. Todavía hoy decimos "la que la función reguladora que ya se ha asignado al logos en B 1
voz de la razón", "hay que. atender a razones"; y aunque emplea- (lItodo sucede según esta razón'~) se indica ahora con una fórmu~
mos estas' fórmulas ,para aludir a la razón que es la sapiencia la muy expresiva: lIel designio que lo gobierna' todo a través de
humana, nada hnpide que Heráclito recurriera a la imagen del todo". El verbo griego 1iv~EQvá(O significa 10 mismo que el latino
oído para jndicar que la sabiduría _mayor consiste, no en escu- gubernare~ es decir, designa la acción del timonel que gobierna
char al sabio (aquí el significado es literal), sino en escuchar a la nave en su travesía. La travesía del mundo, por decirlo así" el
la razón del Ser (aquí el significado es metafórico). Así emplea- movimiento universal y eterno, no es una ruta azarosa, sino que
TI10S hoy el verbo l/ver" como sinónimo de entender. responde a un designio. Ese movimiento lo dirige un piloto. El
2'? Todo lo cuál se confinna en el fragmento B 1: "Esta razón piloto es la razón. Lo sabio es conocer este designio. La palabra
es sempiterna ll • afirma Heráclito; y añade: Htodo sucede según griega que traducimos por designio (yW;l~EV) significa mente, jui R

esta razón". El filósofo no pudo haber dicho que su razón es cio (no como acto de juzgar, sino como facultad de hacerlo),
'" sempiterna. Ella es sempiterna porque el Ser es sempiterno, propósito deliberado, voluntad guiada por la inteligencia. En este
como es sempiterno el devenir regulado por esta 'raz.9n. Lo que contexto, la palabra es una -imagen que pennite atribuir a la ra-
pudo decir Heráclito, y 10 dijo aS1, es que el vulgo no la en!i~mde zón 'inmanente todos· estos significados que se resumen en el de
cuando Heráclito la manifiesta, a pesar de que ya era manIfIesta una función reguladora del universo; y la imagen del designio se
para todos, pues todos existen según ella. ¿Quién puede viola! completa con la imagen náutica del pilotaje.
el orden del universo? ¿Hay algún hombre que no tenga ]a eVl~ Pero el designio no es arbitrario o variable, porque presenta
dencia de que las cosas forman una .unidad ordenada, y de que el carácter de regularidad infalible (o sea de necesidad), y los
el TI1tmdo se mantiene, permanece, no se desvanece, no se desar-< de medida y armonía. La necesidad se expresa, en el fragmento
ticula, no' se .. descompone ni desorganiza? La racionalidad de lo B 80, con la misma fónnula verbal que habí" empleado Anaxi-
real- nO- significa otra cosa. mandro: 'X.U1:a ['"Ca] XQErÍ1V. El principio dinámico es, según Herá-
Los fenómenos n1ás ordinarios confimlaD a cada paso esa evi~ clito, la oposición de los contrarios, para expresar la cual em~
dencia: la salida del sol todos los días, la regularidad con que plea, como imágenes vivas, las palabras guerra y lucha (:rcÓAEl-lOV,
el fuego produce calor, y la nieve frío, el ciclo de las ~stacion.es. EQLV). Esto ya es hipótesis teórica. Pero, sea ésta o sea otra cual~
También la men te prin1itiva percib,e el orden; lo que no. pe~c,lbe quiera la hipótesis correcta, las cosas suceden upar necesidad H

es la causa y la ley, o por lo menos no percibe la ley c¡entlflca, y además suceden según esta fónnula estricta de la necesidad
porque las causas de 10 que percibe tanlbién las busca el prllDI- racional que es la medida (~u\Tºa: B 30). A este respecto, el
tivo. Por esto su TI1lmdo, sin dejar de ser un orden, es un Inundo fragmento B 31 asocia muy significativamente los conceptos de
misterioso: las causas son místicas. Para la ciencia, las causas. 1 medida y de razón: las vicisitudes que sufren las cosas, en el pro-
son racionales, las cosas se expBcan por sí mism~s; que quiere ceso de transformación, se producen según la medida de la razón
decir: en ellas mismas está su razón. La racionalIdad de 10 real misma (~E'"CQÉt"tUL -E.l¡; '"Cov amo\' AÓyoV). Otras asociaciones del con-
no significa otra cosa. cepto de logos con el concepto de medida se encuentran en B 45
Pero Ja ciencia, cuando recae en que la racionalidad es con~ y B 115 (aunque en estos dos,casos se refiere Heráclito a las
dición de su propia posibilidad, no crea el orden, ni lo impone.
La razón es objetiva, y el orden ya era evidencia para to~os. Lo
que no todos advierten, cuando nace la ciencia" es. que esta ~e
I medidas del alma,.] no al concepto cosmológico de medida como
fonna de la racionalidad). Si la filosofía matemática del tiempo
de Heráclito, o sea la pitagórica, no se hubiese encontrado toda-
constituye como sistema de explicación de ese orden. Advertlr L vía mezclada con elementos místicos, podemos imaginar que ella
hubiera servido para desenvolver una física matemática, par-
la estabilidad del mundo no es 10 misTI10 que conocer sus leyes.
Precisar la legalidad del orden: este propósito d~ co:1ificación, a tiendo de la categoría de medida que encontramos en Heráclito.
la cual llan13lllos sistema, es ]a lnisión de la CIenCIa. El tono En fin, el concepto de armonía, que tanta importancia adqui-
misionero de Heráclito' ( y no sólo de él: véase Parrnéni?cs) es rió en el pensamiento griego, y particularmente en el pitagórico
el de un misionero de la ciencia, no es el de un transmIsor de (véase Filolao), aparece en Heráclito integrado por primera vez
oráculos misteriosos C'Herác1ito el oscuro"). en ,la trama de una teoría científica. Compárense al respecto los
Los conceptos de reguladón, necesidad, n1edida y a~'monia son fragmentos B 8; B 10, B 51 y B 88, entre otros. No es menester
los que empIca Heráclito para articular un~ teona hm;lada en que el comentario se detenga sino en los dos puntos siguientes:
el principio de orden, y los que han de sen.'lr para cOl1fInnar la Jt? en su significado más literal o inmediato, la armonía presu-
correcta interpretación de su pensamiento, si no bastaran para
502 LOS PRINCIPIOS TEMPORALIDAD DE LO REAL 503
pone el orden, o lo representa; pero éste es un orden que a' su del Ser en Parménides hemos elegido las que aparecen en B 3 Y
vez presupone la pluralidad y diversidad de lo real; y más aun, en los versos 34 y siguientes de B 8. El texto griego de este últi-
en el dato de esta pluralidad y diversidad se incluye el de la con- mo pasaje es una corroboración, un poco ·intrincada sintáctica-
tradicción. Esta contradicción no es formal: es el mundo real ,mente, de la misma idea expresada en B 3. Por fortuna, los tra-
el que está. lleno de contrarios. Por esto a Heráclito no se le ha ductores y comentaristas coinciden en su interpretación. La
ocurrido· siquiera la noción de que pueda haber ilegitimidad traducción que ofrecemos es una simplificación que permanece
lógica en el pensamiento que afirma la contradicción; pues, al fiel al pensamiento de Parménides, sin reseguir los vericuetos
afirmarla, tan sólo la confirma. La contradicción representa del estilo. La idea es ésta :el Ser y el pensar son una misma
la forma más depurada de la racionalidad, que es la armonía. cosa, no porque constituyan una identidad ontológica (no hay
Esto se explica porque la contradicción u oposición real no más identidad-que la del ser consigo mismo), sino porque la ra-
es estática, que si lo fuera, los contrarios serían irreconciliables. zón pensante tiene que acomodarse por necesidad a la razón deL
~s el tiempo, por consiguiente, es la racionalidad esencial del Ser. No puede haber discordancia entre el pensar y el Ser, por-
tiempo, lo que determina que la lógica del Ser en Heráclito sea que sólo el Ser es pensable. En este sentido, es lo mis,:",o el
dialéctica. Una lógica del Ser que se'fu.E'de en el principio de no pensamiento que aquello que es pensado por este pensamIento:
contradicción, si es consecuente, tiene que concebir el Ser como sin el Ser no hay pensar.
inmóvil. Pero Pannénides no sólo afirma que el Ser es racional, y, que
Pero el mundo es equilibrio, no es estabilidad, y el equilibrio el pensamiento sólo puede pensar el Ser, cosa que es una evi-
es una tensión, no es una paralización. Las cosas opuestas se dencia de principio; afirma adenlás que la unidad del Ser ex-
transmudan. La armonía es tensorial (B 15); por esto es din~­ cluye la diversidad y el cambio. El Ser pensab!e resulta ento~­
mica. Y por esto puede afirmar Heráclito que el principio y el ces el Ser idéntico. Los contrarios son incompatIbles. El cambIO
fin se confunden (B 103); o que la lucha es justicia, o sea orden es irraciónal. De suerte que, de la necesaria concordancia entr~
(B 80); o que son 'Uno y]o mismo lo vivo y lo muerto, etc.; pues el pensar y el Ser, constitutiva de la verdad, se inÍiere en P~rme~
las cosas opuestas no permanecen, unas frente a otras, sin alte- nides la imposibilidad del error. Y de esta manera, medlan~e
rarse, sino que literaln1cnte se alteran o sea que se convierten
J una afirn1ación de la racionalidad del Ser, que parece la mas
unas en las otras: es la oposición la ~que produce la transforma- radical de cuantas haya producido la historia de la filosofía, se
ción (I.lETUpoH¡). La armollía es metabólica. obtiene la suprema paradoja de la razón, a saber: la afirmación
2r: La unidad arrnónica de los contrarios implica la unidad de un principio trae consigo la negación de otro principio. El
dialéctica del ser y del no ser. Penetramos y no penetran10s en Ser es (Eon YUQ Elvm: B 6), Y es el principio del pensar; pe,:o
los mismos ríos, somos y no somos (B 49a). Este ser y no ser también es inmóvil (o."lvrp;ov: B 8, 26). La evidencia pnmana
no se refieren, naturaln1ente, al hecho de la existencia, sino a la de la racionalidad, que se obtiene en la intuición del orden, con-
forma de la existencia. En la dialéctica de Heráclito no aparece tradice la evidencia primaria de la temporalidad. El l/oscuro" es
la negación' del Ser, como creyeron algunos filósofos posteriores, Parménides: Heráclito es el diáfano. Lo cual nos remite al prin-
empezando por los sofistas. También estos térn1inos ontológi- cipio de temporalidad, que por esto se ha reservado para el úl-
cos (ya no físicos) están unificados y armonizados por el tiem- timo lugar.
po. O sea que el no ser es -también una afirmación del Ser: todo
existente no es lo que puede devenir, y cuando se transforma ya
no es lo que era (B 88; cf. B 31 Y B 80). En una dialéctica posi- 5. PRINCIPIO DE TEMPORALIDAD DE LO REAL
tiva como la de Heráclito, la racionalidad del Ser no sólo no
excluye .la unidad armónica de los contrarios, en sentido fisico No es necesario elegir ningún fragmento de Herácli.t? eom,o tes-
y cosmológico, sino que implica la unidad ontológica del ser y timonio especial del principio de temporalidad. Su frlosofra en-
el no ser en cada uno de los contrarios. Porque es el devenir la tera es una afirmación de esta evidencia. Tanto es así, que lo
razón de estas oposiciones. que en ella se ofrece como verdad primaria y común se inter-
La importancia teórica de este segundo aspecto de la armonía preta como rasgo peculiar del pensamiento de Heráclito.
Queda en relieve por su con traste con la teoría que Parnlénides La confusión se inicia ya entre los griegos, y todavía hoyes
funda en el mismo principio de racionalidad. (Lo cual confirma, frecuente que los historiadores y' comentaristas de la presocráti-
otra vez, que sobre un mismo principio pueden establecerse di- ca caractericen las doctrinas de Heráclito y Parménides con esta
ferentes teorías.) De las diversas expresiones de la racionalidad distinción: el primero sería el filósofo del Devenir, el segundo
504 LOS PRINCIPIOS TEMPORALIDAD DE LO REAL sos
sería el filósofo del Ser. Ante los textos, es difícil encontrar al- cionales, todos los sistemas de ontología (y todas las ciencias
gún ~otivo ,que justifique la persistencia de este lugar común. particulares) han de partir del dato del cambio y de la afinna-
Enynmer lugar, todas las filosol1asson filosofias del Ser. ¿De ción de la permanencia, incluso los sistemas I1an1ados aprioristas.
que otra cosa puede ocuparse una filosofía? Si acaso se busca Sobre esta base uniforme se montan las diversas teorias. Pero
algún rasgo . diferencial entre los dos, cabría decir que Heráclito su diversidad, en apariencia tan confusa, se reduce a un solo'
'* es, como todos los demás, un filósofo .del Ser mientras que Par- punto: a la manera corrio se conciba la permanencia. Con una
ménides es el primer filósofo de la Nada. ' simplificac~ón ,esquemática, pero ~idedigna, puede decirse que la
. En segund.o lugar, todas las filosofias parten del dato prima- permanencIa se busca, o en el nuc1eo del ser del ente, o en el
no. tiel crunb.lo, plenos 'la cIcata, precisamente. Sería correcto otro aspecto de este ser que -es la función. Con el punto de vista
aplIcar espeCIalmente a Parménides la designación de I'filósofo f:rncional, ]a c!encia ontológica (y detrás de ella las ciencias par-
del Ser" sólo en el caso de que el Ser y el Devenir fuesen incom- tlculares) obtIene leyes del' Ser, o sea las fórmulas constmites
patibles: en el caso de que Ser y Ser inmóvil fueran ténninos , del Devenir. Con el otro enfoque se obtiene una ontoloc:ría sustan-
idénticos. Pero esto implicaría aceptar _como criterio la idea cialista o esencialista. En tanto que son simplement~ maneras
fundamental del propio Pannénides. El nacimiento de la onto- ra~ionales ~i~erentes de explicación de la permanencia, por esto
logía habría consistido, pues, en el acto de negación expresa de mIsmo pudIeran parecer ambas legítimas en principio. Son tea-
uno de los cuatro principios de la ciencia. Por esta nc!Zación tan rias científicas; más aún, son tea nas que establecen' el funda-
peculiar, única ~n la historia -de ,la filosofía, sí puede~ caracteri- mento de la ciencia, pues evitan' las dos necraciones absolutistas:
zars~ ell?epsarnlento de Pannénides: según él, la alternativa del la negación del Devenir por el Ser, y la ~egación del Conocer
Ser lnmoV11 es la Nada. En cuanto se advierte que el Devenir por el Devenir.
es, o sea que nada puede devenir si no existe realmente, se hun~ P~ro ~l tipo de teoría' que' puede llamarse, por abreviación,
de la base en que se estableció aquella distinción entre el efesio funcIOnahsta, es el que adoptaron las ciencias positivas, y en
y el eleata. La ontología nace con Heráclito si no con los mile- cl!as ha l?robado su fecundidad. En cambio, después de Herá-
sios: no es ontología solamente la teoría del Ser l/puro". clIto, el tIpo de teona sustancialista ha sido predominante, si no
°
La temporalidad de lo real, sea el hecho del devenir, es un el único, en la historia de la metafisica. Hasta el punto de que
la metafísica misma se ha identificado con esa particular moda~
dato primario de la ex-periencia. Ésta no capta jamás ningún
ent.e que no esté sOTIletido al cambio. El tiempo~ como consti~ lidad teórica. Al producirse la crisis definitiva del sustancialismo
tUÍlvo del Ser, no lo descubren ni Anaximandro ni Heráclito. La (en la crisis .de su última fase, que ha sido la idealista), este
ciencia 110 es ajitmacióll del cambio. Ella se limita a reconocer suceso se ha mterpretado como prueba irrefutable de la nulidad
ese hecho del devenir, adopta el concepto de tiempo como cate- científica de la propia metafísica. Pero la crisis actual tiene cau~
goría principal, y procede a partir de ahí con la intención de sas ~rúfu!ldas, y efect.os tan dilatad?s, que !,'!n ellos se incluyen,
explicar cómo son las cosas que devienen, y cómo devienen. La no solo CIertas modalIdades de teona, o sólo alguna ciencia de-
ciencia es afirmación de la permanencia. tenninada, sino a la ciencia en genera1. Es la posibilidad misma
Las razones que penniten desechar por apócrifa la fónnula de una verdad científica la que, se ba puesto ahora en duda, por
Htodo fluye", que alguna vez se atribuyó a Heráclito, no son ra~ causa de esa temible victoria de la temporalidad que, al invali-
zones filológicas, sino filosóficas. Ni Heráclito, ni ningún otro dar el concepto de"esencia, parecía dejar a los entes sin '_estruc-
hombre de ciencia (el sofista queda aparte), pueden sostener tura, sin nada permanente. Por tanto, era necesario empezar de
esa noción de una total delicuescencia de la -realidad, que es el nuevo, y acometer el problema en su universalidad. ¿Cuáles son
significado que se ha de asignar a la frase "todo fluye". Que las evidencias primitivas? ¿ Qué tipo de teoría será congruente
todo fluye quiere decir que nada pennanece. Heráclito es el pri- con todas ellas, y sin restricción?
mer ,filósofo que establece, no ya la permanencia, sino la estricta Hemos ?ado por descontada la evidencia del Ser (Hay Ser).
racionalidad de esta permanencia. En verdad, la pregunta inicial Éste es el ~nvulnerable testimonio de la más radical y universal
de toda ciencia es ésta, invariablemente: ¿ qué es lo permanen- pennanencI3, de la que no queda comprometida, sino confinna-
te en el cambio? En Parménides, la "afirmación de la perma- da, por la mutación constante de 10s entes. Que el Ser es, o sea
nencia es absoluta, excluyente, y por esto anula el dato del cam- que permanece, se percibe en el hecho mismo' de sus eternas
bio, del cual surgi,ó la pregunta IDisma. La sofística, de la cual mutaciones, en su naturaleza temporal. El Set es l1zetabólico: el
Protágoras no es el caso único, sino el paradigma, anula por su cambio no es un desvanecimiento del Ser, sino una transforma~
parte la permanencia. Entre estos dos extremos igualmente iITa- ción. Pase 10 que 1?3se, todo es Ser y siempre hay Ser. Esto no
TEMPORALIDAD DE LO REAL 50S
504 LOS PRINCIPIOS
donales, todos. los sistemas de ontología (y todas ltis ciendas
sería el filósofo del Ser. Ante los textos, es difícil encontrar al- p.a,rticulares) han de .pa:-tir del dato del cambio y de la afirma-
gún ~otivo que -justifique la persistencia de este lugar corinlll. ClOn de la permanencIa, Incluso los sistemas llanlados aprioristas.
En_pumer lugar, todas las filosoi'íasson filosofías del Ser. ¿De Sobre esta base uniforme se montan las diversas teorías. Pero
que otra cosa puede ocuparse una filosofía? Si acaso se busca su diversidad, en apariencia tan confusa, se reduce a un solo <

algún rasgo, diferencial entre los dos, cabria decir que Heráclito punto: a la manera como se conciba la permanencia. Con una
es C?IDO todos lc.:s dem~s, un filósofo -del Ser, mientras que Parw
simplificac~ón -esquemática, pero ~idedigna, puede decirse que la
"
memdes es el pnmer filósofo de la Nada. pennanencIa se busca, o en el Dueleo del ser del ente, o en el
. En segund,o lugar, todas las filosofias parten del dato prima- otro aspecto de este ser que es la función. Con el punto de vista
no. del cambIO, ~enos la eIeata, precisamente. Sería correcto f~lncional, la c~encia ontológica (y detrás de ella las ciencias par-
aplIcar especialmente a Parménides la designación de "filósofo tIculares) obtiene leyes del· Ser, o sea las fórmulas constarites
'!:lel.Ser" sólo. en el caso de que el Ser y el Devenir fuesen incom- . d~l ?evenir. C0:t ~l otro enfoque se obtiene una ontología sustan- '
patIbles: en el caso de que Ser y Ser inmóvil fueran términos cmI.lsta o esenclahsta. En tanto que son simplemente maneras
idénticos. Pero esto implicaría aceptar como criterio la idea ra~lOnales ~iferentes de explicación de la permanencia, por esto
fundamental del propio Parménides. El nacimiento de la onto- mIsmo pudIeran parecer ambas legítimas en principio. Son teo~
logía habría consistido, pues, en el acto de negación expresa de fías -científicas; más aún, son teorias que establecen -el funda-
uno de los cuatro principios de la ciencia. _Por -esta necración tan mento de la ciencia, pues evitan-las dos negaciones absolutistas:
peculiar, única en la historia de la filosofía , sí puedee caracteri- la negación del Devenir por el Ser, y la negación del Conocer
zars~ el :pe!1samiento de Parménides: según él, la alternativa del por el Devenir.
Ser mmovll es la Nada. En cuanto se advierte que el Devenir P~ro ~l tipo de teoría' que puede llamarse, por abreviación,
es, o sea que nada puede devenir si no existe reahnente, se hun- funclOnahsta, es el que adoptaron las ciencias positivas, y en
de la base en que se estableció aquella distinción entre el efesio cl!as ha l?robado su fecundidad. En cambio, después de Herá-
y. el eleata. La ontología nace con Heráclito, si no con los mile- clIto, el tipo de teoría sustancialista ha sido predominante si no
SlOS: no es ontología solamente la teoría del Ser "puro". el único,. ~n la ~istoria de !a m~tafísica. Hasta el punto cÍe que
La temporalidad de lo real, o sea el hecho del devenir, es un la metaflslca nnSIDa se ha IdentIf1cado con esa particular moda-
dato primario d~ la e"l'eriencia. É.sta no ~apta jamás ningún lidad teórica. Al producirse la crisis definitiva del sustancialismo
ent:, que no este sometido al cambIO. El tlempo, como consti- (en la crisis .de su última fase, que ha sido la idealista), este
tutIVO del Ser, no lo descubren ni Anaximandro ni Heráclito. La suceso se ha mterpretado como prueba irrefutable de la nulidad
ciencia no es afinnaciórt del cambio. Ella se limita a reconocer científica de la propia metafísica. Pero la crisis actual tiene cau-
ese ,hech? ~el devenir, adopta el concepto de tiempo como cate- sas ~rofu~das, y efect.os tan dilatad?s, que, .en ellos se incluyen,
gona pnncIpal, y procede a partir de alú con la intención de no solo CIertas modalIdades de teona, o solo- alguna ciencia de-
explicar cómo son las- cosas que devienen, y cómo devienen. -La terminada, sino a la ciencia en general. Es la posibilidad misma
ciencia es afirmación de la permanencia. de una verdad cie.ntÍfic~ la :tue- se ha puesto ahora en duda, por
Las razones que permiten desechar por apócrifa la fórmula causa de esa temIble vIctona de la temporalidad que, alinvali-
l/todo fluye", que alguna vez se atribuyó a Heráclito, no son ra- dar el concepto de esencia, parecía dejar a los entes sin estruc-
zones filológicas, sino filosóficas. Ni Heráclito, ni ningún otro tura, sin nada permanente. Por tanto, era necesario empezar de
hombre de ciencia (el sofista queda aparte), pueden sostener nuevo, y acometer el problema en su universalidad. ¿Cuáles son
esa nOClOn de una total delicuescencia ~e la realidad, que es el las evidencias primitivas? ¿Qué tipo de teoría será congruente
significado. q~e se h~ de asignar a la frase "todo fll~yef1. Que con todas ellas, y sin restricción?
todo ~l~ye qmere deCIr que nada permanece. Heráclito es el pri- Hemos dado por descontada la evidencia del Ser (Hay Ser).
mer filosofo que establece, no ya la permanencia, sino la estricta Éste es el invulnerable testimonio de la más radical y universal
racionalidad de esta permanencia. En verdad, la pregunt?~ inicial permanencia, de la que no queda comprometida, sino confirma-
de toda ciencia es ésta, invariablemente: ¿ qué es lo pennanen- da, por la mutación constante de 'los entes. Que el Ser es, o sea
,te er; el cambio? En Parménides, laJ-- afirmación de la perma- que permanece, se percibe en el hecho mismo de Sli"S eternas
nenCIa es absoluta, excluyente, y por esto anula el dato del cam- mutaciones, en su nat4-raleza temporal. El Ser es l1zetabólico: el
bio, del cual surgió la pregunta lnisma. La sofística, de la cual cambio no es un desvanecimiento del Ser, sino una transforma·
Protágoras no es el caso único, sino el paradigma, anula por su ción. Pase]o que pase, todo es Ser y siempre hay Ser. Esto no
parte la permanencia. Entre estos dos extremos igualmente ÍlTa-
506 LOS PRINCIPIOS TEMPORALIDAD DE LO REAL 507
deja de reconocerlo, de una manera u otra (hasta implícitamen- fundamentadora .de la ciencia en general, en la situación de cri-
te) la metafísica tradicional. Pero esta tradición J al corregir el
I sis de principios que se ha producido en la física misma.
absolutismo de Parménides, no lo supera por completo, y adopta Pues, en efecto, en el comienzo, esa racionalización del tiem~
una fórmula que pudiera llamarse de metabolismo restringido: po presentó igualmente caracteres absolutistas. El tiempo, en la
no iodo el Ser es cambio. La atención recae entonces sobre esta física teórica de Newton, es l/tiempo absoluto": alcanza su per-
parte privilegiada del Ser que se sustrae al tiempo, más que en fección por su fonnalización. Así corno, en la n1ctafísica ~ tradi.
el aspecto funcional. O sea que el ser del ente y su función que- cional, el tiempo queda en parte desvinculado de la razón, en la
dan disociados, incorrectamente, por esa hipótesis directiva de física clásica el tiempo racionalizado queda desvinculado del Ser.
la sustancialidad, que es herencia de Parménides. Se desecha la Lo mismo que en Kant, para quien el tiempo no es atributo del
evidencia de Heráclito, según la cnal lo permanente está en el Ser, sino propiedad formal de la facultad de percibirlo (o de
,;¡.tiempo lllismo (o se interpreta erróneamente, como un absolu- percibir lo que él considera mero fenómeno).
tismo negativo, como arbitraria afirmación de la total impenna- La crisis del concepto absolutista del tielnpo se produce en la
nencia). De cste modo, el Devenir depende de lo que no deviene; fisica a comienzos de este siglo, con Einstein. La crisis filosó~
el dinamismo ha de explicarse por lo que no es dinámico. La fíca ha sido más profunda; pues la necesidad de mantener la
estructura del ente está compuesta de dos elementos que no racionalidad del tiempo, y de mantener a la vez su universalidad
pueden conciliarse. ¿De qué manera se conectan en el ente lo tem M
(como carácter propio del Ser en general), parecían dos reque~
poral y lo intemporal? La conexión misma tiene que ser diná~ rimientos incompatibles. La temporalidad total comprometía
mica, pero la estructura es estática. ¿Y cómo se explica la l/muer- nuevan1ente la racionalidad total. La teoría física de la relativi-
te del ente", si hay en él un componente nuclear que no está dad no era, por esto, n1ás que un episodio, sintomático en el
sometido a la temporalidad? cuadro" de la crisis, pero circunscrito en el límite de una ciencia
Además, como tod? lo que percibimos cambia, 10 permanente particular. Era la ,ciencia misma la que estaba en crisis, nueva~
sería lo invisible (literalmente aaÓÉe, como dice Platón en el mente por causa de ]a temporalidad, y de manera más precisa,
Fedón). Esta parte sustantiva e imperceptible del Ser sería la por esta forma especial de la temporalidad que es la" historicidad.
racional. Por su lado, la parte visible y cambiante queda empa- El proceso, como hemos visto en esta obra, se inició en fi1o~
ñada de irracionalidad. Aunque después de Platón varían las sofía con Leibniz y con Hegel. Se prolonga con el análisis de la
fórmulas sistemáticas, la metafísica tradicional no logra produ- experiencia temporal cualitativa en BergsoD, y con su teoría del
cir nunca una satisfactoria reconciliación entre la racionalidad élan 1'ítal, que es típicamente metabólica; con el historicismo de
y la temporalidad. Dicho de otra manera: el principio de tem- . Dilthey; con ]a fundamentación ontológica de este historicismo
poralidad no se acepta sino con restricciones. Por esto, el pro- en Heidegger. Pero estas últimas son, todavía, fases de la crisis,
blen1a que se plantea en metafísica no es tanto el problema de caracterizables también por su metabolismo restringido. La tem-
Ilel Ser y el tiempo", cuanto el problema de "la razón y el tiem- poralidad, corno atributo del Ser, se restringe en Bergson a una
po". Porque el Ser "no es problema, sino evidencia primaria y parte del Ser, que es lo viviente. En Dilthey y en Heidegger, la
común. El Ser está a "la vista; no hay que buscarlo con métodos cuestión ~ está planteada también parcialmente, en tanto que
especiales. "También es evidencia el can1bio, la temporalidad. el la temporalidad atañe al hombre y a lo humano. Pero todo el Ser
Devenir. Ni siquiera es problema la permanencia, 10 mismo si es temporal, no sólo el hombre. El problema que reclamaba
se entiende corno la presencia del Ser, que corno principio de or~ atención con mayor urgencia no era el de una -fundamentación
den, de racionalidad inmanente al Devenir. La racionalidad del de las ciencias humanas o del espíritu, ni el de una reforma de
tiempo se convirtió artificialmente en problema por causa de la ontología del hombre, que efectuara esa fundamentación in'
aquella fórmula metafísica según la cual una parte del Ser que cluyendo la nota de historicidad en la estructura del ser humano.
se juzgaba sustantiva,~verdadera"o auténtica, quedaba fuera del Porque la historicidad no es sino la forma específica que toma
orbe temporal. Lo que cambia no tenia plenitud de Ser, y por en el hombre la temporalidad universal, y TIa puede haber una
tanto no podía tener plenitud de racionalidad. ontología correcta o completa que no parta de este principio de
De ahí el fracaso unánime y definitivo de esa metafísica, a temporalidad. que es justamente una evidencia principal porque
pesar de la variada originalidad y la sutileza admirable de sus es universal. Todas las ciencias estaban necesitadas de nUeva
grandes sistemas. De ahí también el éxito de la física moderna, fundamentación. Pues, en tanto que la lTIetafísica es también
la cual se inicia con una racionalización del tiempo. De ahí, fi- ciencia del Conocer, y no sólo del Ser, ella tiene que hacer frente
nalmente, la necesidad de una reforma de la metañsica, como al problema de la verdad que plantea el carácter histórico del
508 LOS PRINCIPIOS TEMPORALIDAD DE 'LO REAL 509
conocimiento hUIÍlano. Las ciencias naturales 11an progresado en cambio? cabe dar estas respuestas: lo permanente es el Ser; lo
la época moderna a pesar de su precaria situación teórica~ Es· permanente es el Devenir; lo permanente es la razón del Devenir.
tas cienCias, partiendo del dato del cambio, reconocían implíci~ Después de esto comienza la tarea de análisis fenomenológico y
tamente la temporalidad propia de sus objetos; pero, fiadas en de construcción teórica; la elaboración de un método y de una
la constancia de los procesos de transformación y de movímien~ lógica apropiada para representar racionalmente el Ser tempa-
to, no creían que fuesen temporales o históricas ellas mismas. ral, lo inisn10 en su forma de temporalidad no humana, que en
O sea que estas ciencias, con la física al frente, adoptaban, sin la forma específicamente hUTIlana' que es In histolicidad. La on~
tener siquiera conciencia del problema, la misma postura que la tología es ciencia fundamentadora de todas las ciencias, las nu-
metafísica tradicional, que es la de un metabolismo restringido: turales y las humanas.
todo cambia, incluso cambia el hombre, y sin embargo éste era
capaz de producir sistemas de conocimiento que eran permanen· VOLVIENDO AHORA, en este punto final de nuestro recorrido, al pun-
'*tes. En suma, hasta ahora no empieza a despertar en la ciencia to en que iniciamos la investigación, podemos verificar qu~ el
natural la conciencia de que las construcciones teóricas son _esto, factor decisivo en la crisis actual de la ciencia ha sido, efectIva-
productos elel pensamiento, y no un simple reflejo de la realidad, mente, la revelación de -una nueva forma de ~sa lnisma tempo-
TI1ás o menos perfectible. ralidad que ya era; para. los presocráticos, evidencia de principio.
En su aspecto ontológico, la cuestión de la temporalidad no La histOlicidad, repetimos, no es sino la nl0dalidad ontológica
atañe solamente al hombre, bajo especie de historicidad. Y en que la temporalidad adopta específicamente en el sector del Ser
su aspecto epistemológico, esa historicidad no afecta solamente constituido por lo humano. Por esto, las ciencias hum::ll1~s, ,0, del
a las ciencias de lo humano, a las que .se ocupan de hechos his~ espíritu, se llaman históricas eqlúvocamente; porque 111stoncas
tóricos. Porque la ciencia natural 'también es un Ilhecho históri~ 10 son todas las ciencias, por su constitución, y no sólo aquellas
ca". Son históricas todas las ciencias: éste es el hecho y éste es cuyos objetos son los fenómenos históricos. Por esto también
el problema. la cuestión clásica de la permanencia ha de plantearse 'ahora con
Así se comprende que la conciencia de este problema, y la radicalidad ,y universaBdad: en todas las formas del Ser y en
eventual resolución de la crisis, impongan una revisión de la his~ todas las f0I111aS del Conocer.
toria completa de la metafísica, o sea de todas las formas de El alcance de la crisis, ahora como antaño, 10 hall percibido
fundamentación de la ci~ncia que ha ido proponiendo la filosofia. los sofistas de manera más lúcida que los filósofos y otros hom-
La crisis no puede tenninar con un sistema que simplemente bres de ciencia. Lo cual se comprende, porque el sofista desen-
fI--t;ada algo nuevo a sus antecedentes, y responda tan sólo a ,las cadena él mismo la crisis, y por esto su pensamiento es radical.
sugerencias inmediatas de la situación. Porque es ese mismo La· única· virtud que posee es la de esa con tunclencia con que rna-
carácter crítico de la situación el que determina que en ella es~ 'l1ifiesta /110 inadmisible", y nos saca del letargo y de la falsa
ténpresentes, con plena actualidad, todos los antecedentes: todo confianza que nos da el proseguir una línea de tradición. p.e hCn
10 que se interpone entre nosotros y las primeras evidencias cho la crisis actual reproduce casi simétricamente las pOSICIOnes
apodícticas. Por esto debemos reanudar el contacto con Herá~ de ~quel1a prhnera crisis de la verdad que consistió en afinnar
cHto; pero no por una subjetiva predilección historiográfica, ni que "nada permanece". En Protágoras,,!~ evidencia de la te~1po~
con la intención de restablecer la vigencia de un sistema pasado, ralidacl se presenta con rasgos parad?JIcos: es el. a~S?lut15T?O
al estilo de la divisa tlvolvamos a Kant", que adoptó~, a princi~ 'relativista. Esta paradoja de la reverSlOn de un pnnClpIO es In-
pi os de siglo la reacción contra el positivismo. En Heráclito se dicio genético infalible de una situación crítica. Ahora es la mis-
encuentran los principios, y_ su filosofía, aunque naturalmente nla temporalidad; bajo especie de historicid.ad, la que ~grava
no puede reimplantarse literalmente, presenta la fórmula de un todavía más aquella sensación de una total ImpermanencIa del
<

sistema que logra mantener la permanencia sin restringir la uni- Ser y el Conocer. Pues, si el hombre es histórico, .est,a . misma
versalidad y la racionalidad del tiempo. Este tipo de sistema permanencia de su condición determina que sean hlstoncos .t,o-
es el dialéctico. Heráclito es el hito a partir del cual se inicia dos sus productos, y la cienda, en. tanto que es una creaClOn
un largo periodo de la filosofia que hemos de considerar como un humana, carece de la otra permanencIa a la que llarnamo~ verd~.d.
paréntesis. Este periodo -ha terminado. La ¡f.vuelta a Heráclito" A esta vertiente del _problema no se han abocado, TIl la fI1o-
no representa sino la nueva vigencia, consciente, efectiva e irres- sofía de Heidegger, ni la de aquellos seguidores suyos qu~ -han
tric!a, de los principios inalterables de la ciencia. persistido sólo en el análisis antropológíco, o que h.~n term1l1~do
A la pregunta científica inicial ¿ qué es lo permanente en el considerando n la metafísica como una especuIaclOll mctaCIeI1-
510 LOS PRINCIPIOS lNDICE
tiliea. Lo urgente ahora es salvar la ciencia. La ciencia debe INTRODUCCIúN
procurar verdades. Si ningún conocimiento tiene perrnanenciá
¿ cómo puede llamarse verdadero? Y si tampoco hay permanen- Capítulo pr.imero: La crisis de la ciencia. Física y metafisica 9
cia ninguna en lo real, empezando por la realidad misma del
hombre ¿ cómo puede éste pretender que alcancen permanencia Capítulo segundo: ~La historia y la verdad. Las cuatro rela-
las obras de su entendimiento? Historicidad y verdad se han ciones del conocimiento ............................. . 42
-contrapuesto, en nuestros dias, como se contrapusieron el Ser y
el Devenir en los días de la filosofía griega. PRIMERA PARTE
Por esto es más atrasada, ineficaz y parcial, la idea de una ra
w

zón histórica que fuese idónea para las ciencias humanas, una LOS FALSOS PRINCIPIOS
razón "narrativa" que se limitara a describir "lo que al hombre
"le pasa", los hechos de la vida humana (cada cual los suyos, por Capítulo tercero: El principio de causalidad. 1. La causali-
supuesto, porque la razón narrativa ha de ser subjetiva: no pue- dad física ........................................... . 97
de ser objetivadora porque no es razón común). Si esta razón Capítulo cuarto: El principio de causalidad. n. La causa-
histórica, o vital, o como se quiera llamar, tiene que desplazar lidad hislólica ...... ~ .. ~ .. ~ ................... . 189
a la que se llama l/razón pura" ¿cómo podrán operar con ella
Capítulo quinto: El principio de no contradicción ....... . 294
las ciencias naturales, y sobre todo las que emplean el método
matemático? Y si no hay desplazamiento ¿ cómo se explica que
haya dos razones científicas diferentes, y que una de ellas no sea SEGUNDA P,lRTE
histórica, a pesar de ser tan humana como la otra? Siendo el
hombre un ser histórico, 11a de ser histórica la única razón de LOS PRINCIPIOS
que él dispone, incluso en su forma matemática y lógica; cosa
en la que no reparan ni los sofistas, los vitalistas y otros relati~ Capítulo se~to: Principios y orígenes ............. -...-... . 369
vistas, a quienes parece suficiente mostrar su desdén por la ra~ Capítulo séptimo: Principios y fundamentos ...... , ...... . 410
zón lógica, ni los absolutistas de la lógica, a quien~s no ha- lle-
gado la noticia de que su propia ciencia es histórica también. Capítulo octavo: La primera versión de los principios ... . 465
Ha proseguido, pues, en esta obra, la tarea metafísica de una § 1. Los textos. Fragnlentos selectos de Anax~mandro,
crítica de la razón iniciada ya en La idea del hombre, en Hista.. Heráclito Parménides, Empédoc1es, A..na"1{agoras y
deísmo y e.xistencialismo (cuyo subtítulo es, precisamente, La Leucipo (texto griego y traducción) ............. . 465
temporalidad del Ser)' la Razón), y en la Metafísica de la expre- § 2. Principio de unidad y comunidad de lo real ..... . 475
sió¡z. Resulta de ahí que la historicidad de la ciencia en general, 484
y la consiguiente crisis de la verdad, son componentes actuales § 3. Principio de unidad y comunidad de la razón ..... .
elel antiguo problema de la racionalidad del tiempo. La metafí- § 4. Principio de racionalidad de lo real ............. . 495
sica griega, y la que vino después tomándola a ella como mode~ § 5. Principio de temporalidad ele lo real ............ . 503
lo, trataron de resolver el problema restringiendo de alguna ma-
nera el prinCipio de temporalidad; es decir, no' se Jundaron
íntegramente en los cuatro principios de la ciencia. Por otra par-
te, la reivindicación de la ul'jversalidad del tiempo ha producido
en algunos la restricción o la anulación completa del principio
de racionalidad. Por esto, la plena recuperación de aquellas evi~
dencias primarias, que siguen siendo eficaces en la existencia,
aunque lleguen a perder su eficacia en la ciencia, produce una
verdadera revolución en ]a metafísica. O mejor dicho: esa recu-
peración ha de terminar el proceso revolucionario en que ha
consistido la crisis. Con esta firmeza institucional puede la meta-
física cumplir de nuevo la misión fundamentadora que permitió
definirla corno ciencia de los principios, o ciencia primera.

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