yer, lleve a mi mama al rancho; en todo el camino no se hablo palabra.
Al llegar, me di cuenta, que la casa
que nos criamos, ya no estaba de pie, los escombros se estaban usando para rellenar el hueco que quedaron al sacar los arboles, al tratar de preguntarle a mi jefa, porque esa decisin, mire que tenia los ojos anegados de llanto, metida totalmente en sus pensamientos: - Dona Raquel, podemos sacar tambin el mezquite, aunque marca el lindero de las tierras, podemos poner unas estacas rojas, como en la otra esquina, mientras arreglamos ese pedazo de canal-. un vago, - si, hgalo, fue escuchado. Al bajarnos, y empezar a caminar por el terreno, algo mgico paso; con cada paso que daba, la escenografa cambiaba; vi a mi padre lleno de vida, debajo de los eucliptos, comiendo, contando chistes y nosotros a su alrededor, muertos de risa; voltee, hacia mi izquierda, y vi a mi mama'lila, sentada con un balde entre las enaguas, mezclando salvado con agua, para los puercos, y a lo lejos, mi mama'ita con el alboroto de las chivas y perros que ya venan de pastar; pude escuchar a mi tio Rafael y al Arturo, gritandonos gozosos desde el canal, que nos echaramos un clavado, y al acercarme al lo que quedaba de la casa, me acorde de las frias noches de invierno, -iluminadas por aquellas grandes lunas llenas entretejidas por las estrellas, como el manto de la Virgen que todo el tiempo tenia una veladora encendida -, en que oamos el viento susurrar melodas misteriosas y aterradoras para los nios a su paso por los alamos, mezquites y eucaliptos, por lo que dormamos con mi mama; los cuatro hermanos hechos bola; Ave maria, Madre de dios, sguele Raul-, deca mi madre en la obscuridad, pero Raul no contestaba; ya se haba dormido,- no se cuando este cabron va a hacer su primera comunin-, deca con resignacin mi jefa. Estos y cientos de recuerdos mas me vinieron a la cabeza, y me dieron ganas de llorar a grito abierto; ese mundo se habia acabado y sus habitantes solo vivian en mi cabeza....pero me acorde de algo: "Los muchachos no lloran"