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34 el derecho de aprender crear buenas escuelas para todos Ane Educacion “me gp Lofapihets, ok ade a - oe “ “ Esta edicién de El derecho de aprender. Crear buenas escuelas para todos en \a Biblioteca para la Actualizacion del Maestro estuvo a cargo de la Direccién General de Materiales y Métodos Educativos de la Subsecretaria de Educacién Basica y Normal. Titulo original The Right to Learn Traduccién Fernando Marhuenda Fluixd Antonio Portela Pruanio Derechos exclusivos © Primera edicién Ariel, 2001 © Primera edicién sep / Ariel, 2002 Coordinaci6n editorial Elia Garcia Seleccién y produccién iconografica Rosa Maria Gonzdlez y Diana Mayén Disefio de portada Alejandro Portilla de Buen Ilustracién de portada La flauta magica, s/f, Gustavo Montoya (1905-), 6leo sobre tela, 100.5 x 75.5 om (fragmento), coleccién Acervo patrimonial SHCP. Fotografia Pedro Hiriart y Jeronimo Cruz DR. © Secretaria de Educacién Pablica, 2002 Argentina 28, Centro, 06020, México, DF. ISBN: 970-9031-20-1 Ariel ISBN: 970-18-9972-5 SEP Impreso en México DISTRIBUCION GRATUITA-PROHIBIDA SU VENTA Prohibida su reproduccién por cualquier medio mecanico o electrénico sin autorizacién. PRESENTACION L a Secretaria de Educacion Publica edita la Biblioteca para la Actualizacion del Maestro con el propésito de apoyar al personal docente y directivo de los tres niveles de educacion basica en el desempefio de su valiosa labor. Los titulos que forman parte de esta Biblioteca han sido selec- cionados pensando en las necesidades mas frecuentes de informacién y orientacion, planteadas por el trabajo cotidiano de maestros y directivos escolares. Algunos titulos estan rela- cionados de manera directa con la actividad practica; otros responden a intereses culturales expresados por los educadores, y tienen que ver con el mejoramiento de Ja calidad de la educa- cién que reciben los nifios y jovenes en las escuelas mexicanas. Los libros de este acervo se entregan de manera gratuita a los profesores y directivos que lo soliciten. Esta coleccion se agrega a otros materiales de actualizacién y apoyo didactico, puestos a disposicién del personal docente de educacion basica. La Secretaria de Educacién Publica confia en que esta tarea resulte util y espera las sugerencias de los maes- tros para mejorarla. SECRETAR{A DE EDUCACION PUBLICA INDICE Prélogo a la version espafiola . 6 cece ccc eee eee PRIMERA PARTE Capiruto 1. El derecho de aprender............. -. 2.00: 1 2. 3. 4. El derecho a aprender en la accion ..........4..5 Una historia diferente: hacer escuela . . Vayamos al tema . Las barreras en contra de una educacién democratica . 4.1. Los éxitos y fracasos de las reformas progresistas 4.2: Las exigencias de la ensefianza progresista . . 4.3. Expectativas, temores y situacién actual ... oe Los fracasos de nuestro sistema escolar en la educacién para Ja democracia 5.1. Los efectos del modelo fabril 5.2. Los resultados de la educacién al final de la cadena . 5.3. La ensefianza olvidada ............ ‘ ¢Son realmente necesarias las reformas? ... . Los retos que han de afrontar las escuelas 7.1. El reto econémico . 7,2, Bl reto humano y sos Crear el derecho de aprender .. Los fundamentos del derecho de ‘aprender: un nuevo para- digma para la politica educativa ........ Lene eee e ene CartruLo 2, Las limitaciones de la burocracia educativa ..... 1. La racionalizacién de Ia escuela ..............06.64. 1.1. La aplicacion de la gestién cientifica a la educaci6n i 19 21 37 38 40 41 43 a7 49 52 54 55 56 58 61 67 67 70 72 73 79 81 82 6 EL DERECHO DE APRENDER 1.2. E] intento de perfeccionar el modelo de escuela factoria 83 1.3. El nacimiento del papeleo ..............000005 84 1.4. La consolidacién del control jerarquico ..........- 85 1.5. La definicién de estandares .................05 87 2. Las bases burocraticas del fracaso escolar corriente . 90 2.1, Las teorfas conductistas sobre el aprendizaje....... 90 2.2, Los controles del curriculum .......-..0.0..0005 93 2.3. La orientacién del curriculum y la comprensién .... 97 2.4. La ensefianza y Ja evaluacién ............. vee 101 2.5. De cémo la politica refuerza la burocracia ........ 105 2.6. Los dilemas de una rendicién de cuentas excesivamenté burocratica . 109 . -, ae # CaPiTULO 3. Qué es lo que realmerite importa en la ensefianza 115 wy 1, La flexibilidad necesaria . 117 2. La planificacién de la ensefianza . 118 3, Conectar con los estudiantes .... 120 4, Los efectos del curriculum prescriptivo 122 5. La importancia de las relaciones . 126 6. El énfasis en el aprendizaje en lugar de en los proce limientos 129 6.1, Cubrir los contenidos del currfculum.. 130 6.2. Ensefiar para las pruebas de rendimiento 133 7. Las respuestas a la burocratizaci6n . . . 137 8. La polftica como problema .....6.... 000s eee eee -140 SEGUNDA PARTE Capfruto 4. La ensefianza y el aprendizaje para la comprensién 145 Escuelas que funcionan bien... .. weet eeweesennwees 148 1. 2. Las condiciones para el desarrollo de la comprensién . 155 3. El aprendizaje active y profundo......:.... . 157 3.1. La aplicacién del conocimiento ‘a contextos significa- tivos » 159 3.2. Hay que poner el acento en una comprensi6n discipli i nada 162 3.3, Algunas implicaciones polfticas del aprendizaje activo y profundo wae 3. 5163 4. El énfasis en el rendimiento auténtico’... . 7165 4.1. La importancia del destinatario de la ejecucién y el rendimiento 0.2... 0... cece eee eee eee eee 166 4.2, Utilizar criterios multiples para valorar el rendimiento 167 4.3. Las implicaciones politicas de una evaluacién auténtica 168 5. La atencién al desarrollo de los alumnos ......:.. cereus 168 5.1. Hacer honores a lo que es realmente basico ....... 171 INDICE 7 5.2. Organizar las escuelas en.torno al desarrollo evolutivo 173 5.3. Las implicaciones politicas de atender al desarrollo .. 174 6. La valoraci6n de la diversidad 175 6.1. Los beneficios de Ja diversidad 176 6.2. Asumir diversas perspectivas . 177 6.3.. Conectar con la experiencia . 178 6.4. Las implicaciones polfticas de Ja atenci6n a la diver- Es sa 180 7. Crear oportunidades para el aprendizaje cooperativo ..... 181 7.1, Hablar para aprender ...... 00... cece ee eeeeeee 182 7.2. Las implicaciones politicas del aprendizaje cooperativo 184 8. ye perspectiva compartida por todo el centro ......... 185 - Normas compartidas . 186 Be. La construccién de una perspectiva conjunta por todo el centro y sus implicaciones politicas .... . were 186 Estructuras para el cuidado personal......... ++ 187 Relaciones continuas en entornos personalizados se. 188 El respeto mutuo 0... 0... eee eee 191 Las implicaciones politicas de las estructuras atentas . al cuidado de las personas .... 64. -650 eres eee 194 9. El apoyo al aprendizaje democratico : 195 9.1. El acceso a una participacién democratica . . 195 9.2. Implicaciones polfticas del apoyo al aprendizaje demo. CYAtico eee «+ 198 9.3. Las relaciones con las familias y la ‘comunidad bees 199 10. Reforma y cambio polftico ... 0.2.0.0... 0002s eee +201 Capfruto 5. Organizar la escuela para los sujetos que aprenden 203 1. Algo més que carisma: estructuras para el éxito escolar ... 205 Generalizar un nuevo modelo de centros escolares . .. © 207 La prueba del éxito. 1) 209 Compromisos comune: 211 Reestructurar la rendicién de cuentas y la evaluaci6n 212 La reestructuracién de los grupos de aprendizaje.... 215 Estructuras para el aprendizaje . 215 -Estructuras para el cuidado person: 218 2. Reestructurar la toma de decisiones 219 .1, La gestion %....... wee eee 2D Los equipos ..........- bee e eee eee eens 222 Toma de decisiones colectiva y evaluaci6n entre igua- ~ NS eee cetera 222 2.4. El conocimiento y la informacién compartida . . 224 3. Los incentivos de los profesores y de los estudiantes . 227 3.1. Los incentivos de los profesores .......+.-+54+++ 228 3.2. El trabajo con un nimero més reducido de alumnos 228 8 EL DERECHO DE APRENDER 3.3. Disponibilidad de tiempo para el trabajo conjunto . 3.4. Oportunidades para la innovacién y apropiaci6n . . 3.5, Reconocer los intereses individuales y el liderazgo . . . 3.6. La elaboraci6n de los estandares del aprendizaje y la evaluacién desde dentro ..............005 bene 3.7. Los incentivos de los estudiantes . 3.8. Los estandares del aprendizaje y los apoyos .. 3.9. La atencién y el cuidado personal ....... 3.10. Los vinculos entre la escuela y el hogar eens 3.11. Eleccién, participacién y autonomfa ............. CapfTULo 6. Dotar a los centros de profesionales de la ense- fianza y el aprendizaje 2.2.2... 0... cece eee cece 1. La asignacién de recursos dentro de los centros......... 1.1. El instituto urbano tradicional ..............0.- 1.2, El instituto de la periferia....... 1.3, Los institutos reestructurados .... . 1.4, La reestructuracién de las escuelas primarias . 2. Una panordmica_ nacional ...... 0.0.00 0.000 2.1. La asignacién de personal y la utilizacién del ‘tiempo | 2.2, Estrategias organizativas y cuestiones financieras .. . 3* Imaginar alternativas a la burocracia actual ........... 3.1, Estructuras de trabajo y exigencias administrativas . . 3.2. Las nuevas alternativas y el conocimiento profesional . . 4. Polfticas para una reestructuracién valiosa de la educacién . . TERCERA PARTE CaPfruLo 7. Definir estandares sin estandarizacién ......... 1. El potencial de los estandares para dinamizar el cambio educativo 2.0... eee eee eee eee oe 2. La politica y las reatidades del cambio educativo 2.1. Lecciones de las reformas curriculares previas . 2.2, Una y otra vez, lo ya visto on 2.3. Lograr que las cosas vayan bien ..... 2.4. Establecer el papel justo del gobierno ............ 2.5. Apoyar la tarea del cambio ...............00.05 3. Hacia una reforma basada en estandares que promuevan el cambio de dentro hacia fuera .........00.-.0000000- 3.1. Elaborar estandares educativos titiles ............ 3.2. El curriculum como marco y el curriculum en la prac- HHA ee eee eee 3.3. @Dénde establecer y evaluar los estandares? ....... 229 229 230 231 231 232 232 233 234 237 239 240 243 243 249 252 253 258 260 260 263 266 273 274 277 278 282 284 285 288 289 291 294 298 INDICE, u 3.4. La formulaci6n de los estandares en multiples niveles 3.5. La participacién local en la evaluaci6én . La evaluacién como apoyo al aprendizaje ... 4.1, Palos y zanahorias, o desarrollo de capacidad . 4.2. Los efectos de basar la rendicién de cuentas en tests de rendimiento ...... 0.6... cee cece eee eee 4,3. Un enfoque alternativo de los estandares } y las reformas Crear un sistema genuino de rendicién de cuentas en edu- CACION . Leelee eee eee errs 5.1, Definir estdndares que, garanticen la rendicién de cuen- tas por parte del profesorado ..........5 0.00005 5.2. Los estdndares de los centros: la rendicién de cuentas de las organizaciones educativas 5.3. Los estandares del sistema escol: rantias para los alumnos ...........0060 e000 Relaciones de dentro a fuera, y de fuera a dentro: la refor- ma del curriculum en el estado de Nueva York . : 6.1, El contexto estatal ........... Los pasos inmediatos: fomentar la \nnovacién local . 6.3. Los pasos siguientes: repensar el curriculum y la eva- luacién . 6.4. Oportunidades para el desarro lo profesiona de’ los docentes 6... sei eee e cece eee ee Dee eee eae 6.5. Criterios de calidad referidos a las oportunidades de aprender . . Capiruto 8. Garantizar el acceso al conocimiento .......... 1. La educacién en Norteamérica: una visién panordémica de la desigualdad educativa . 1.1. El acceso a centros debidamente financiados . . 1.2. El acceso al conocimiento y los efectos del agrupa- miento de los alumnos por nivel . La distribucién de la ensefianza de calidad ..... 2.t. La contribucién del curriculum escolar ... . 2, Cémo contribuye la formacién del profesorado . 2.3. El acceso a profesores debidamente cualificados Hacia la igualdad de las oportunidades educativas . . 3.1. La equidad de los recursos ..............-. Los criterios de calidad referidos a las oportunidades del aprendizaje 3.3. Una financiacién suficiente 3.4, Garantizar la disponibilidad de profesores bien pre- parados 1... . ee eee eee wae we Descentralizar la financiacién La Revisién de Calidad del Centro Escolar Algunos principios para mejorar los centros escolares 299 302 305 305 307 309 313 314 315 316 318 319 321 321 327 329 331 333 334 337 340 341 343, 345 349 349 352 354 355 358 359 365 10 EL DERECHO DE APRENDER CapfruLo 9, La ensefianza como una profesién democratica . . 3. 4, 5, Lo que necesitan conocer y saber ‘hacer los profesores .... Los pros y contras de la profesionalizacién . vee 2.1. El papel del gobierno 2.2, Los costes 2.3. La capacidad de respuesta responsable 2.4. El acceso a la profesién y el conocimiento La calidad de la ensefianza .. : Nuevas estrategias para el apret Redisefiar la carrera docente Cartruco 10. Conclusién: una agenda para recrear la educacién plblica 2... ee eee terete ees 1 2. 3. Las caracterfsticas de una nueva forma de hacer polftica . . Los Ambitos del cambio .... tee 2.4. El curriculum 2.2. La evaluacién . . wee 2.3. La profesionalizacién del profesorado . 2.4. La evaluacién del profesorado . 2.5. La financiacién y asignacién de recursos . 2.6. Las estructuras para el aprendizaje 2.7. Una perspectiva colectiva de todo el centro 2.8. El control Una agenda para el cambio . . Bibliografia .. 0... eee cece cece eee e cece e eee e ees Indice onomdstico 6... 6c eect ene eee 369 370 374 380 381 382 385 391 398 406 41 413 414 414 415 415 416 416 4l7 417 418 418 PREFACIO Este libro describe c6mo podemos mejorar radicalmente, no sélo las escuelas 'individuales sino el sistema educativo en general. Desde el punto de vista de la mayoria de educadores, padres, empresarios y es- tudiantes, nuestro actual sistema educativo esta fracasando. Rigido y burocr4tico, nunca fue disefiado para ensefiar a todos los nifios de ma- nera efectiva, para ensefiar a los aprendices en todas sus modalidades, para ayudar a cada nifio en su mezcla particular de aptitudes’ y barre- ras para aprender. Educar a todos los nifios de manera efectiva es la misién de las escuelas hoy en dia. Sin embargo, gran ntimero de nifios no tiene todavia una oportunidad razonable de adquirir el conoci- miento y las capacidades que les ayudar4n a mejorar y contribuir a la sociedad actual. En El derecho de aprender examino las lecciones de la historia y de nuestro conocimiento creciente acerca de lo que fun- ciona en nuestras escuelas y en las aulas, y analizo de qué modo las reformas escolares podrian transformar nuestras concepciones y polf- ticas del sistema educativo ayudando a todos a aprender. En cierto modo, he estado escribiendo este libro durante al menos cuarenta afios. Siempre pensé que una de las cosas mds excitantes que puede hacer una persona es aprender; y una de Jas més satisfactorias y desafiantes que alguien puede elegir es ensefiar. Que la ensefianza y el aprendizaje constituyen los pilares de la civilizaci6n —tanto del ci- vismo como de la ciudadanfa— no se me ocurrié hasta hace poco. Sin embargo, la idea de que a nadie se le debe privar de la oportunidad de aprender o, en otro sentido, el hecho de que pueda sufrir una expe- riencia educativa aburrida o insatisfactoria, siempre me ha inquietado. Y siempre he crefdo que aprender es tan esencial como respirar. Durante los afios 50 y 60, en los dfas en que los sistemas educati- vos estaban creciendo rapidamente y siendo reformados, mis padres se trasladaron y se sacrificaron muchas veces para asegurarse de que mis hermanos y yo tuviéramos la mejor educacién publica a la que ellos pudieran optar. Se las apafiaron para encontrar escuelas donde pudié- ramos aprovecharnos de programas innovadores propios de aquella €poca, y financiados por un gobierno interesado en alcanzar a los ru- sos. Yo fui una de las beneficiarias de los currfculos disefiados por Je- rome Bruner, Joseph Schwab y Jean Piaget, asf como de los esfuerzos 12 EL DERECHO DE APRENDER pedagégicos de profesores como Kenneth Clark. Fui una de las jévenes afortunadas de aquella época que tuvo acceso a una educacién poten- te. Estudié y amé materias como la nueva matematica, las ciencias ba- sadas en la experimentaci6n, y nuevos enfoques en la ensefianza de las Jenguas extranjeras (también recuerdo a mis padres y a algunos profe- sores que se quejaban de no entender bien ese tipo de matemiticas y de las que tenian incluso interés en librarse). Me encantaron algunas innovaciones como la educacién a distancia que ofrecfan a los estu- diantes la oportunidad de trabajar con proyectos interesantes y ricos. Me encantaban los debates provocativos y los trabajos escolares que intelectualmente suponian un reto, utilizados por profesores que adop- taron enfoques de la ensefianza de las humanidades basados en el des- cubrimiento. Tuve la suerte de disfrutar de oportunidades para apren- der musica y conectarla con otras partes de mi vida. Me beneficié de algunos profesores extraordinarios cuyo desarrollo como docentes habfa sido estimulado por ayudas y recursos federales que sedimentaron adecuadamente su preparacién y les permitieron aprender nuevos métodos pedagégicos. Tuve algunos grandes profeso- res que habfan participado activamente en programas como Teachers Corps o la National Science Foundation. A través de otros programas federales tuve la oportunidad de trabajar como profesora ayudante, lo que desperté mi pasién por la ensefianza y, como sucedié més tarde, sellé también mi destino. Pude asistir a una universidad de la Ivy League gracias a polfticas financieras de ayuda a la igualdad de acce- so a la ensefianza universitaria; al cabo del tiempo, yo misma me in- corporé a la ensefianza en este nivel, gracias a un tipo de préstamos que se ofrecfa a los estudiantes, Sabia lo suficiente como para estar agradecida por estas oportuni- dades, pues también habfa tenido experiencias con otras pedagogfas mucho menos recomentables en algunas de las escuelas a las que ha- bia asistido: profesores que, en sus buenos dias, utilizaban gomas de borrar en lugar de libros para golpear a los nifios en la cabeza; que en- sefiaban a valorar la lectura exclusivamente desde el manual del pro- fesor; que nos ponfan centenares de deberes. También tuve algtin en- cuentro ocasional con un tipo de currfculum moldeado seguin las ideas conductistas derivadas de los estudios skinnerianos sobre ratas y pa- lomas, tan populares justo antes y después de Ja Primera Guerra Mun- dial. Recuerdo haber sido torturada por programas de ensefianza de la gramatica inglesa basados en textos que contenfan series intermi- nables de destrezas repetitivas y frases inconexas, con sus correspon- dientes tests tras cada una de las lecciones. Y no pude imaginar por qué a nadie se le ocurrfa desistir del empefio en que los estudiantes tra- bajaramos la lectura perfectamente alineados a través de un sistema de libros que incluia diversas formas y colores. (Recuerdo haber dejado de lado a Dostoievsky para demostrar que yo también podia seguir el PREFACIO : 13 camino de las tarjetas verdes a las moradas, trabajando sobre frag- mentos cortos de lectura, descontextualizados, y que finalizaban con preguntas de respuesta multiple.) Fue mi experiencia directa con un tipo de educacién estimulante, més allé de las destrezas rutinarias y los textos distantes, lo que pri- mero me animé a buscar y aprender otras alternativas, y mas tarde me convencié de que debfa dedicarme a la ensefianza. Al mismo tiempo tuve la ocasi6n de ver cémo mi hermano, que tenfa ciertas discapaci- dades y por ello habia sido emplazado en una clase especial distinta de Ja mia, era privado de la oportunidad de acceder a experiencias escola- res ricas. Pero no llegué a percatarme de la extensién real de las desi- gualdades educativas en mi pais —o de la politica curricular. segrega- dora de los pobres y desfavorecidos— hasta que empecé a ensefar como profesora novel en Candem, New Jersey. En este distrito, pobre- mente financiado y sometido a recortes presupuestarios por las politi- cas escolares durante mds de veinticinco afios, encontré una escuela de secundaria parecida a un almacén, gestionada con procedimientos in- humanos y a veces crueles, con un personal insuficientemente prepa- rado, incluso profesores no cualificados para ensefiar. Habfa una sala de lectura vacfa de libros y un curriculum tan rigido y empobrecido que los profesores apenas podian permanecer despiertos para ensefiarlo. Aunque todos los estudiantes de tercer grado habfan suspendido in- glés en afios anteriores, y muchos apenas sabfan leer y escribir (por eso Jes asignaron un profesor novel), el curriculum establecido me hacia emplear una porcién importante del tiempo de la clase ensefidndoles a memorizar et sistema decimal. Cuando, en lugar de eso, les hice leer y escribir sobre temas de su interés, fui advertida de sancién por no se- guir el currfculum oficial. Comencé a comprender, entonces, de qué estaban escapando mis padres cada vez que se trasladaban en bus- queda de buenas escuelas. No por casualidad, en aquella clase de Can- dem encontré a algunos estudiantes brillantes, y a muchos dispuestos a pensar, ser serios y trabajar duro. Cuando se les dio la oportunidad de hacer eso, practicamente todos ellos aprendieron a leer y a escri- bir. Aunque sistemdticamente se les habfa negado el derecho a apren- der, eso, pese a todo, no les habfa convertido en incapaces de aprender. A partir de entonces, reiteradamente me he encontrado con una peno- sa confluencia de financiacién insuficiente, profesores mal preparados y disefios curriculares rfgidos y sin sentido, tanto en mi experiencia como profesora como en Jas investigaciones que he realizado en otros sitios. Hoy como entonces, la educacién que se ofrece a los nifios, sobre todo a los pobres y ms desfavorecidos, sigue de espaldas a Ja investi- gacién educativa y a los principios democraticos. Hay muchas razones para el fracaso de nuestro sistema educativo en lo que respecta al propésito de proporcionar una educacién de ca- lidad a todos los nifios. Estas razones son complejas y no deben sim- 14 EL DERECHO DE APRENDER plificarse en ningun sentido, Creo, sin embargo, que no es algo insu- perable, En los mas de veinte afios desde que comencé a ensefiar, he luchado sobre cuestiones relacionadas con cémo proporcionar una buena educaci6n a todos los estudiantes; una educacién que les ayude a descubrir quiénes son y cémo pueden contribuir al mundo donde ha- bitan, que les haga conseguir altas metas en el aprendizaje, y que eso no suponga un dbice contra el desarrollo de su identidad basica y el derecho a perseguir lo que més les interese. Al trabajar con nifios y jévenes, en la escuela infantil, primaria, se- cundaria obligatoria y postobligatoria, asi como con estudiantes de mayor edad en la universidad, he intentado comprender cémo apren- de la gente, cuando le resulta dificil o cuando facil. Algo mas tarde, al fundar una escuela con otras personas, estudié diversos tipos de cen- tros y trabajé con docenas de ellos en proyectos de reforma educativa. Asf he ido comprendiendo qué es lo que permite a las escuelas apoyar el aprendizaje potente de todos, tanto de los estudiantes como también de los profesores. Al trabajar, asimismo, con quienes deciden sobre la educacién y estudian los efectos de la politica escolar, he Negado a en- tender-mejor cémo los contextos en los que trabajan Jas escuelas in- fluyen sobre su capacidad de lograr metas educativas, y también.cémo Jas ideas con que operan los politicos conforman su habilidad para ac- tivar las politicas escolares necesarias para otro tanto. Como analista de politicas educativas y asesora, he contribuido a poner en marcha ciertas iniciativas, aun a sabiendas de que podrian resultar contradictorias con politicas previas o posteriores. Sin embar- go, en 1992 tuve el privilegio de trabajar con un alto responsable de la educacién del estado de Nueva York entonces, Thomas Sobol, y dise- fiamos conjuntamente un proyecto de politica educativa radicalmente centrado en el aprendizaje de los estudiantes. Como miembro del Con- sejo del Estado de Nueva York para el Curriculum y la Evaluacién, tra- bajé con personas muy diversas, comprometidas en el desarrollo del curriculum escolar, la evaluacién, la formacién del profesorado, el ase- soramiento, apoyo educativo e inspeccién, Se trataba de elaborar con- juntamente lo que Sobol y los responsables de la politica educativa fe- deral habian denominado New Compact for Learning (Un nuevo pacto por el aprendizaje). El Consejo habfa esbozado una especie de visién anticipada de la escuela del siglo x0, incluyendo, a su vez, las estrate- *gias politicas que serfan necesarias para ese propésito: Las escuelas que imaginamos son lugares excitantes: donde habite el pensamiento y 1a reflexién, comprometedores y. comprometidos. .Lugares donde las cosas cobren significados. Que se parezcan a talleres, estudios, galerfas, teatros, laboratorios, salas de prensa, espacios de investigacié6n. Su espiritu ha de animar la indagacién compartida. Los estudiantes de esas escuclas han de sentirse estimulados para asumir riesgos y pensar de PREFACIO - 15 manera independiente. Se comprometerén a iniciar proyectos y evaluar sus ideas y resultados, desarrollando un respeto disciplinado hacia su pro- pio trabajo y el de los demAs. Sus profesores habrian de funcionar mds como entrenadores, mentores, consejeros y gufas que como transmisores de informacién y guardianes del saber. Establecerdn niveles altos de aprendizaje y apoyos consiguientes para alcanzarlos, armando puentes en- tre las metas del curriculum como retos y las necesidades particulares de cada estudiante con sus talentos y estilos de aprendizaje. Su crecimiento y aprendizaje es continuo, pues ensefian en escuelas donde cada cual se siente contento de ser estudiante, o profesor, donde quieren estar, pues ambos pueden ensefiar y aprender al tiempo. Lo mds importante de este trabajo fue que peleamos con dilemas inherentes a la politica educativa intentando desarrollar decisiones y apoyos «desde arriba» para propiciar reformas «desde abajo», esto es, estrategias para el cambio que hacen posible que las escuelas vayan mas alla de tantas retéricas y reglamentaciones al uso. Nucvas formas de evaluar a los estudiantes y profesores, politicas educativas sobre el profesorado, apoyos necesarios para el aprendizaje escolar y nuevos enfoques en materia de financiacién y organizacién de la escuela, son aspectos de la polftica escolar que han sido ignorados con frecuencia por los Estados, més ofuscados en controlar las escuelas que en favo- recer sus capacidades para conocer y aprender acerca de la ensefianza y el aprendizaje. En este modelo de hacer politica educativa todavia estA implicada mucha gente, fuera y dentro del gobierno de la educa- cién. En ocasiones luchamos por una causa comtn, en otras discuti- mos y deliberamos. Nuestro trabajo, no sélo ha ido progresando, sino que continuamente nos ha obligado a desvelar y manejar demandas di- ferentes y reajustes sucesivos, teniendo que echar mano de la imagi- nacién para hacer frente a condiciones politicas y practicas cambian- tes, El trabajo nunca es facil y nunca esté finalizado del todo. Es parte del compromiso que las democracias deben asumir para promover es- cuelas que realmente sirvan a todos los nifios, y también a la sociedad en su conjunto. En este libro, El derecho de aprender, se describen cambios de gran alcance tanto en la polftica educativa como en la practica, que son ne- cesarios para hacer que nuestras escuelas giren en torno a las perso- nas que aprenden y sus aprendizajes. Aunque en diversos momentos de reforma educativa han surgido algunas escuelas extraordinarias que consiguieron niveles altos de aprendizaje con todo tipo de estudiantes, lo cierto es que nunca han estado al alcance, de manera generalizada, de la mayorfa de las comunidades y ciudadanos. El fracaso persisten- te en el Jogro universal de escuelas eficaces y de calidad es atribuible, en gran medida, al hecho de que surgen en contextos politicos que poco hacen por contribuir a su florecimiento, y menos todavia por nu- trirlas como serfa necesario. En particular, muchos intentos previos de 16 EL DERECHO DE APRENDER reforma han sido sistematicamente cercenados por serias carencias en la formacién continuada del profesorado en sus capacidades pedagé- gicas, en las ideas y competencias complejas que exige un modelo de ensefianza realmente centrado en el aprendizaje. Por desgracia, las re- formas no suelen ir acompafiadas de politicas que refuercen la perse- cucién del aprendizaje rico y estimulante, ni de otros cambios asociados como los que conciernen a los materiales y recursos curriculares, la fi- nanciacién, o politicas de evaluacién y organizacién escolar. Ademds, Ja mayoria de reformas no se ha sustentado sobre la movilizacién de la comprensién publica de sus ideas, ideales y posibilidades educativas. El desarrollo de una comprensién tal ha sido desconsiderado a lo lar- go de todo el siglo xx, sobre todo a medida que la burocratizacién de las escuelas ha distanciado a las familias y a las comunidades de Jos aspectos técnicos y especializados de la escolarizacion, y, asi, merma- do sus compromisos necesarios. Los nuevos modelos de reforma de- ben buscar la movilizacién de comunidades de aprendizaje, fundadas en comunidades de discurso democratico. Sélo de esta manera la co- munidad social Negara a querer para todos los alumnos lo que quiere para los mds aventajados: una educacién que desarrolle sus capacida- des, una educaci6n para la libertad. Ciertamente, cuestiones que tienen que ver con el poder y los pri- vilegios contribuyen a que muchos nifios sigan recibiendo una pobre escolarizacién; y los efectos del racismo y clitismo no pueden ser ig- norados. Sin embargo, en el curso de mi trabajo he terminado por creer que muchas de las razones del actual estado lamentable de mu- chas escuelas es una falta genuina de comprensién, por parte de los politicos y los practicos, de qué es lo que se necesita para crear escue- las que ayuden a sus estudiantes a comprender’la realidad de una so- ciedad plural y compleja como la nuestra. Mi meta, con este libro, es profundizar en una conversacién colectiva sobre cémo podemos crear politicas y prdcticas que permitan a las escuelas ofrecer una buena educaci6n a todos los estudiantes. Linpa DARLING-HAMMOND Ciudad de Nueva York, febrero 1997 AGRADECIMIENTOS Estoy en deuda con un gran numero de personas que me han ayu- dado a desarrollar mi propio pensamiento y comprensién a lo largo de muchos afios. Mi primer mentor, Bernard Charles Watson, engendré en mi el espfritu investigador y la sensibilidad hacia el valor de la edu- cacién, lo que me Ilevé a escarbar en cuestiones dificiles afio tras afio. Arthur Wise fue un colega cercano en bastantes investigaciones sobre la ensefianza y la politica, incluida alguna de la que se da cuenta aqui, y me ayudé a desarrollar un sentido politico que me ha conducido a una teoria del profesionalismo democratico. Muchos colegas han agu- dizado y enriquecido mi pensamiento, Especialmente he de mencionar a Deborah Ball, Bill Clune, David Cohen, James Comer, Richard El- more, Howard Gardner, John Goodlad, Maxine Greene, Jim Kelly, Glo- ria Ladson-Billing, Magdalena Lampert, Ann Lieberman, Milbrey Mac- Laughlin, Richard Murname, Hugh Price, Seymour Sarason, Lee Shulman, Theodore Sizer y Gary Sykes. Deborah Meier ha sido la compafiera que ha inspirado y estimu- lado mi dedicacién, esfuerzo e¢ inteligencia al servicio de la causa de mejorar las escuelas para todos los estudiantes. Entre otros que dia- riamente inventan las escuelas del futuro, estoy en deuda con Edwi- na Branch, Ann Cook, Alan Dichter, Faye Freeman, Mary Futrell, Evelyn Jenkins Gunn, Haven Henderson, David Hirschy, Sherry King, Olivia Lynch, Lucy Matos, Floretta McKenzie, Nancy Mohr, Tom Mooney, Eric Nadelstern, Pat O’Rourke, Sharon Robinson, Paul Schwarz, Adam Urbanski, y muchos otros demasiado numerosos para ser nombrados. También he de dar las gracias a mis colegas del pasado y el presente en el Centro Nacional para la Reestructuracién de la Educacién, Es- cuelas y Ensefianza (NCREST), que han contribuido a este trabajo de muchas maneras: Jacqueline Ancess, Marcella Bullmaster, Lori Chajet, Velma Cobb, Beverly Falk, Kathe Jervis, Elaine Joseph, Maritza Mac- donald, Kemly MacGregor, Peter Robertson, Jon Snyder, Rob South- worth, y David Zuckerman, Ellalinda Rustique, Margaret Garigan y Janet Brown-Watts merecen un agradecimiento especial por su apoyo en la investigacién y borradores finales de este manuscrito. Parte del trabajo de este libro se inicié hace afios en la Rand Corporation, don- 18 EL DERECHO DE APRENDER de conversaciones muy encendidas con Paul Hill, Tom Glennon, Jean- nie Oakes y Arthur Wise conformaron mis ideas, y donde los ayudan- tes de investigacién Lynde Paul y Tamar Gendler me proporcionaron su apoyo. Por encima de todo, quiero mostrarme agradecida a mi marido, Allen, que comparte mis compromisos y apoya estos suefios de muchas maneras, desde lo mas trascendente a lo més cotidiano, y también a mis hijos, Kia, Elena y Sean; que motivan y hacen posible todo mi tra- bajo a favor de los demas nifios. 2 : -L. D.-H. LA AUTORA Linda Darling-Hammond es Catedrdtica William F. Russell en Fundamentos de Educacién en el Teachers College, Universidad de Columbia, donde también es codirectora del Centro Nacional para la Reestructuracién de la Educacién, las Escuelas y la Ensefianza (NCREST), y directora ejecutiva de la Comisién Nacional para la En- sefanza y Futuro de América. Es una persona muy comprometida con la investigacién, la ensefianza y el trabajo polftico sobre temas relati- vos a la reestructuracién de la escuela, las reformas y el profesorado, y la mejora de la igualdad en educaci6n. Es autora y editora de otros seis libros entre los cuales figuran Escuelas de Desarrollo Profesional: Escuelas para el Desarrollo de una Profesién (1994), Licencia para En- sefar: La construccion de una Profesién para las escuelas del siglo XXI (con A. E. Wise y S. Klein, 1995) y Evaluacion auténtica en la Accién (con J. Ancess y B. Falk, 1994). Ademds ha escrito mds de 150 articulos en revistas, capftulos de libros y monografias sobre temas relativos a la practica y polftica educativa. Darling-Hammond fue la anterior presidenta de la American Edu- cational Research Association, miembro del Comité Nacional para definir los Estandares Profesionales en la Ensefanza y miembro de la Academia Nacional de Educacién. Ha participado en diversos co- mités consuitivos nacionales, incluyendo el National Academy's Panel on the Future of Educational Research, el White House Advisory Pa- nel’s Resource Group for the National Education Goals y en los con- sejos de directores para Recruiting New Teachers, Spencer Founda- tion, Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching y National Foundation for the Improvement of Education. Como directora del Consejo del Estado de Nueva York para el Curriculum y la Evalua- cién, New York State Council on Currtculum and Assessment, ha con- tribuido a disefiar un plan de reforma comprehensiva en la escuela, que incluye un curriculum y evaluacién para el logro de metas de aprendizaje que supongan un reto vinculado al desarrollo profesio- nal y una mayor igualdad de oportunidades para aprender. Como di- rectora del Model Standards Commitee of the Interstate New Teacher Assessment and Support Consortium (INTASC), ha contribuido a de- sarrollar est4ndares para proporcionar la acreditacién de profesores 20 EL DERECHO DE APRENDER noveles que reflejan el conocimiento actual sobre lo que los profe- sores necesitan saber para ensefiar a distintos tipos de alumnos. Darling-Hammond empezé su carrera como profesora en una es- cuela ptiblica y como cofundadora de un centro de educacién infantil y de acogida. Antes de incoporarse como profesora al Teachers Colle- ge en 1989, fue investigadora y directora de la Rand Corporation’s Edu- cation and Human Resources Program. Anteriormente hab{a trabajado como directora del National Urban Coalition's Excellence in Education Program, encargdndose de dirigir una investigacién sobre programas escolares ejemplares en centros urbanos y sobre temas relacionados con la financiacién de centros educativos. Recibié su diplomatura con Ja m4xima calificacién en Yale University, en 1973, y su doctorado so- bre Educacién Urbana obtuvo la més alta distinci6n en Temple Uni- versity en 1978. Recibié el premio Phi Delta Kappa George E. Walk a Ja mejor tesis en.el campo de la educacién en 1978, el premio de la Re- vista de Investigacion en 1985, el premio del Concurso de American Fe- deration of Teacher para el académico més destacado en 1987, el:pre- mio de la Association of Teacher Educator's ‘Leadership in Teacher Education en 1990 y el premio Educational Equity Concept's Woman of Valor en 1995. Ha recibido.titulos honorificos en la Temple Univer- sity y en Claremont Graduate School: PROLOGO A LA VERSION ESPANOLA Hace algo mas de un ajio tuve la suerte de encontrarme con el li- bro de la profesora Linda Darling-Hammond El derecho de aprender. Enseguida que cayé en mis manos, lo lef con cierto detenimiento e in- cluso deleite, pues no resulta dificil percatarse, como podré compro- barlo el lector, de su capacidad de traducir a unos cuantos capftulos una serie de ideas y propuestas sumamente valiosas para pensar y en- carar algunos de los desafios que ha de hacer frente la educacién en nuestro tiempo. A mi modo de ver supone una excelente revisién y de- bate acerca de los asuntos centrales relacionados con las reformas y las polfticas educativas, la equidad y financiacién escolar, la ensefian- za y el aprendizaje para la comprensién, el desarrollo de Jos centros como comunidades de profesionales y aprendices, la formacién inicial del profesorado y su desarrollo a lo largo de la carrera docente, la eva- luacién educativa o las relaciones de los centres con la comunidad y las familias. Ademds, cada uno de estos y otros temas, asi como las re- laciones entre los mismos, son analizados y enfocados desde una pers- pectiva teérica y practica muy digna de atencién. Su foco central, sin perderse en drboles que impidan ver el basque, es sencillamente la me- jora del aprendizaje de los estudiantes y la recreacién de la escuela pu- blica y democratica. Es de esos textos en los que el lector se siente tan cautivado e“in- terpelado que no puede dejar de leer. hasta que llega al final. No sdlo es provocativo, en la mejor acepcién de la palabra, por los temas que trata; la actualidad y la relevancia de los mismos es manifiesta. Tam- bién lo es, y quizés en mayor medida, por !a postura intelectual que su autora hace patente y la manera de reflexionar sobre el entramado de valores, decisiones, factores y condiciones diversas que conforman la educacién. En este libro, los andlisis y consideraciones criticas sobre un buen ntimero de aspectos de los sistemas escolares de ayer y hoy se dan la mano con un abanico de propuestas practicas y bien fundadas para acometer las grandes politicas y las pequefas realidades. Considerado en su conjunto, nos ofrece una mirada bien documentada y rigurosa so- bre las polfticas y practicas educativas que, desde la perspectiva adop- tada y desarrollada, han de vertebrarse en torno al af4n de clarificar qué significa una educacién de calidad para todos y cudles son algunos 22 EL DERECHO DE APRENDER de los diversos frentes que han de confluir si realmente se pretende ga- rantizarla y realizarla. En un panorama como el actual, donde la cali- dad se ha convertido con frecuencia en un talism4n vacfo de conteni- dos y de referentes de progreso social y educativo, Darling-Hammond desvela sus relaciones innegables con las ideologfas sociales y educati- vas que definen los estandares de una buena educacién, asf como sus dependencias de miiltiples decisiones estructurales que en unos casos la facilitan y, en otros, la impiden por medio de multiples barreras tan- to estructurales como también mentales y practicas. Es encomiable su capacidad de moverse en un plano discursivo donde se hacen explicitas las bases y desaffos sociales, econémicos y culturales de Ja escolariza- cién, tanto en el pasadocomo en la actualidad. Eso no dificulta, sino todo lo contrario, una atencién detallada a los espacios mds concretos y cercanos al dia a dfa de la educacién, a los contenidos, aspiraciones y renuncias, relaciones y practicas que van armando las realidades y co- tidianeidades educativas, Al combinar los anélisis generales, estructu- rales y sociopolitices con sus proyecciones sobre las prioridades y de- cisiones escolares, asf como las.relaciones y las prdcticas que ocurren dentro del sistema educativo como un todo, va pasando revista a cues- tiones tan de fondo como las que se refieren al papel y las influencias sobre la educacién por parte de los poderes puiblicos, el Estado y la ad- ministracién (el disefio del curriculum escolar como un marco de tra- bajo, los estandares educativos, los sistemas de control y rendicién de cuentas, los esquemas de financiacién y redistribucién de recursos, la formacién y acreditacién del profesorado, o los mecanismos de garan- tia y control del funcionamiento y resultados del sistema...). Sobre ese telén de fondo, somete a finos andlisis y valoraciones la raz6n de ser y las limitaciones de tendencias actuales como la descentralizacién y la autonomfa, concretamente en lo que representan para el gobierno de la educacién y el control.local de diversas decisiones sobre la misma. Lejos a suscribir esléganes muy de moda, disecciona’con claridad la al- ternativa que pueden representar frente a las inercias de una maquina- ria escolar burocratica y reglamentista, més preocupada por la gestion del sistema que por la creacién de condiciones para su mejor funcio- namiento. Pero, por lo mismo, no se le pasan por alto las fuentes de de- sigualdad educativa, que a pesar de tantas retéricas siguen impactando sobre minorfas étnicas, colectivos inmigrantes y, en general, las clases y sectores sociales menos favorecidos. Para no quedarse en un mero conjunto de elucubraciones, conecta la idea del derecho de todos a aprender, la profundizacién democrética en la educacién y la recrea- cién de la escuela piblica con una serie de medidas y propuestas de in- dudable interés, Varias de sus propuestas cuestionan y desafian seria- mente los modos corrientes de hacer politica educativa, y también, por qué no reconocerlo, la realidad de muchos de nuestros centros y aulas. La autora sostiene la urgencia de reforzar los vinculos de conexién en- PROLOGO A-LA VERSION ESPANOLA 23 tre las escuelas y las familias, imperativo éste que todavia es mds nece- sario en el caso de los estudiantes que pertenecen a situaciones fami- liares social y econémicamente desfavorecidas, y donde, como es harto conocido, confluyen diversas circunstancias que pueden contribuir a re- producir una y otra vez el ciclo fatidico de la pobreza, marginacién es- colar y exclusién social. Formula con osadfa algunas propuestas de sumo interés acerca de Jos estandares escolares, que es un tema parti- cularmente rodeado de controversias y conflictos. Sus ideas respecto a una clara definicién de los esténdares, que ha de incluir su negociacién social.y educativa, asi como la utilizacién de los mismos para articular diferentes mecanismos de garantia y actuacién dentro de los sistemas escolares, son dignas de atencién, incluso al margen de las politicas y discusiones que hayan de merecer, 0, siendo més precisos, justamente para provocarlas. El libro, como podra ver el lector, no tiene los mas minimos reparos en poner el dedo sobre algunas de las !lagas abiertas en las relaciones y practicas que circulan por el interior de nuestros sis- temas escolares, tales como la adscripcién del profesorado a grupos de alumnos, las dinémicas de gestién y funcionamiento de los centros, el mantenimiento de formas organizativas que son un contrasentido si realmente se quiere facilitar el aprendizaje valioso de todos los estu- diantes, la constitucién de grupos de nivel o de «esfuerzo>, las relaciones entre el profesorado y los sistemas interno: de rendicién de cuentas, los procesos de ensefianza y aprendizaje, o los criterios, procesos y proce- dimientos de evaluacién de los aprendizajes, de la profesién docente, de los centros, y también de la misma administracié6n. Lo que dice y lo que propone este libro es un claro desafio a cual- quier perspectiva sobre la educacién que todavia pudiera sentir la ten- tacién de separar lo social de lo educativo, la politica de las relaciones escolares y las prdcticas, la organizaci6n del currfculum por los centros, 0 los procesos y resultados que ocurren en nuestras aulas, de las creen- cias y disposiciones que los alumnos y profesores sostienen sobre las mismas en sus relaciones e intercambios pedagégicos. La perspectiva que aqui se articula y va exponiendo con rigor, e incluso con ardor y pasién, invita a poner en relacién un abanico de multiples influencias que participan en la configuracién de la educacién, y tanto las que se cuecen en las estructuras y factores que pertenecen a las polfticas mas estructurales como las que estan ligadas al mundo de los sentidos y contenidos, expectativas y propésitos que nutren lo que es y puede llegar a ser la educacién para todos los sujetos implicados en la misma. La autora, una mujer comprometida con movimientos de renova- cién pedagégica en su pais, as{ desde tareas de investigacién como des- de otras como el asesoramiento y la reflexi6n teérica sobre la educa- cién en nuestro tiempo, es bien conocida hace afios por un buen ni- mero de profesores universitarios que hemos seguido con atencién sus contribuciones. Este libro, que es uno de los més recientes suyos, bien 24 EL DERECHO DE APRENDER ' merece a mi entender el esfuerzo de los editores por hacerlo accesible al profesorado en general, y a diversos profesionales de la educacién. Deseo dejar constancia de mi agradecimiento por esta contribucién editorial al traducir un libro que trata temas capaces de abrir, o profundizar en algunos debates educativos que en nuestro medio son tan oportunos como necesarios. Lo que digo tiene una relacién especial con algunos de nuestros avatares con la reforma en curso, y todavia mas con algu- nas de las directrices-que se quieren imprimir sobre la tan cacareada reforma de la reforma. A diferencia de otros tantos libros, que al hablar de la renovacién y mejora de la educacién dan a entender que se trata de un asunto de la responsabilidad exclusiva de los centros y el profesorado, en éste se ha- cen explicitos algunos mensajes y demandas dirigidas a los poderes pi- blicos, la administraci6n, el Estado. Ojala se atrevan a leerlo nuestros polfticos y gestores, y en lo posible tomen en cuenta algunas de sus con- sideraciones. El texto habla en muy diversos momentos de la politica, de Ja.m4s grande y también de la mds pequefia. En d{as como los que estamos viviendo, en los que est4 tan a la orden del dia la delegacién de responsabilidades y el desentendimiento de los poderes piiblicos con los intereses educativos de la mayoria socfal, nuestra autora hace hin- capié en algunos principios y valores que no pueden-soslayarse por par- te de los estados. Procediendo sus andlisis de las coordenadas geogra- ficas, culturales y politicas del norte de América, donde las cotas de des- centralizacién y liberalizacién de los sistemas escolares en particular son hasta extremas en algunos asuntos —y paraddjicamente interven- cionistas en otros— no se elude entrar de lleno en la valoracién de al- gunas de las nuevas formas de gobierno y toma de decisiones en los sis- temas escolares. Darling-Hammond no suscribe en absoluto la idea de los poderes puiblicos como meros 4rbitros que se escuden en los prin- cipios de la autonomfa para hacer dejacién de sus cometidos y respon- sabilidades. De modo que, como podré apreciar el lector, en cada uno de los capftulos aparecen interpelaciones explicitas respecto a las préc- ticas escolares dentro de nuestros centros y aulas, pero no quedan re- ducidas a un conjunto de buenas prédicas y responsabilidades dirigidas exclusivamente a los profesores o directores de centros. La provisién de una buena educacién, la calidad de la educacién para todos, sélo es po- sible, en opinién de nuestra autora, desde una perspectiva de respon- sabilidades compartidas por parte de muy diversas instancias y agentes relacionados con la formacién de nuestros estudiantes. Una muestra muy ilustrativa de lo que digo puede verse, por ejemplo, en el capitulo 4. En el mismo se ofrece una de sus propuestas pedagégicas mds inte- resantes sobre la ensefianza y aprendizaje para la comprensié6n, asi como para Ja formacién de la ciudadanfa que requiere la necesaria pro- fundizacién de nuestra democracia. Muchas de sus aportaciones se ha- cen eco de los mejores planteamientos actuales sobre el aprendizaje, la PROLOGO A LA VERSION ESPANOLA 25 inteligencia, el desarrollo evolutivo de los estudiantes, y sus impli ciones didacticas. Pero no se reducen, sin embargo, a aquellos andlisis que suelen quedar atrapados tan sdélo por perspectivas individuales y psicolégicas. Una educaci6n de calidad, reitera frecuentemente la auto- ra, ha de perseguir dos propésitos fundamentales; la formacién de una inteligencia popular, que es lo mismo que decir una educacién riguro- sa para todos, y la contribucién a crear gente honesta. Y es mds, tras describir el significado y las exigencias pedagégicas de las facetas mds importantes del aprendizaje escolar, siempre concluye con una referen- cia explicita a sus implicaciones y exigencias polfticas. Se trata, y espe- ro que el lector coincida conmigo en esta apreciacién, de uno de los me- jores ejemplos donde la pedagogia de las aulas se conecta con la orde- nacién y gobierno de nuestras instituciones escolares, y una y otras, a su vez, con la polftica. Tal como ella lo plantea, y las implicaciones de diversa naturaleza que pone en juego, resulta dificil no estar de acuer- do, 0, cuando menos, sentirse aludidos por sus criticas, interrogantes y propuestas en ese sentido. Segtin mis conocimientos, hasta la elaboracién de este texto, sus contribuciones habfan sido valiosas y reconocidas en temas especificos como Ja formacién del profesorado, tanto inicial como continuada, el cambio y las reformas escolares, ia evaluacién o el asesoramiento pe- dagégico. Aqui se tratan estos y otros temas, pero se adopta para ello una perspectiva todavia mds interesante, pues es integral, globalizada, 0, si se prefiere, sistémica. Para construir intelectualmente la idea de una educacién de calidad para todos, y para promover las politicas que son precisas para garantizarla y realizarla, no bastan los retoques par- ciales de los sistemas escolares y ]a educacién. Y, todavia mucho me- nos, instaurar medidas de alivio fuera del sistema, a través de alterna- tivas tan de moda como la libre eleccién, la fundacién de vias de exce- lencia para minorias selectas, 0, por citar otra férmula muy concreta, la organizacién de los estudiantes en grupos de nivel o esfuerzo. Aquellos que entre nosotros albergan expectativas tan a la orden del dfa como las que apuntan precisamente en la direccién de establecer grupos de nivel, o itinerarios segregados y alternativos, para salir del atolladero de la LOGSE, y particularmente de la ESO, no van a en- contrar en estas paginas una aliada con sus posiciones, sino todo lo contrario. Por el contrario, con lo que sf se topardn, en el caso de que resistan sus andlisis, tan fundamentados en consideraciones éticas y sociales como en un cuerpo mds que aceptable de evidencias empfri- cas, sera con argumentos alternativos y propuestas no sélo ingeniosas sino también viables. Eso sf, requieren que seamos capaces de asumir la osadfa de conjugar para ese propésito voluntades politicas, institu- cionales, profesionales y sociales..La libre eleccién, por ejemplo, y tal como argumenta Darling-Hammond, es una forma de exclusién esco- lar; uno de sus efectos particulares puede ser la provisién de educacién 26 EL DERECHO DE APRENDER de excelencia para unos pocos, los mas pudientes, pero otro, que puede socavar, como dice este libro, Jas bases del mismo sistema democrati- co, puede traducirse lanamente en la exclusién de la mayoria, la pro- pagacién de guetos escolares y virtualmente sociales, el resquebraja- miento de la cohesién social. La facilitaci6n de oasis de calidad a la medida de familias y grupos de profesores, aun cuando no se atengan a los principios explicitos de Ja seleccién de los mejores, no contribu- ye a retocar el sistema escolar en los términos que deberia hacerse para garantizar el derecho a aprender, sino sélo a desviar la atencién por otros derroteros colaterales. La segregacién de los alumnos, por su parte, sea en raz6n de sus capacidades escolares o rendimientos cons- tatados, no es otra cosa que una medida reactiva que lo que pone al descubierto es la existencia y el funcionamiento de una maquinaria es- colar oxidada y rigida, y no tanto una respuesta creativa, y justa, para alcanzar la meta insoslayable de proveer a todos unos minimos de edu- cacién necesaria y rigurosa. Resulta obvio reconocer que el libro est4 particularmente situado en el contexto de las polfticas sociales y educativas de EE.UU., que ciertamente son bastante diferentes de las nuestras, tanto en su histo- ria y tradiciones como también en sus realidades y condiciones actua- les. Aun en este supuesto, y aunque sélo fuere por aquello del «aviso para navegantes», muchos de los. asuntos tratados, o estan empezando a hacer acto de presencia ya en nuestras politicas escolares, o, antes 0 después, lo harén en términos muy similares y con implicaciones pa- recidas. Para percatarse de lo que digo basta con realizar un lectura que haga el mfnimo esfuerzo de ir més all4 de las peculiaridades del origen y contexto de produccién de este libro. Algunas de ellas, dicho sea de paso, no sdlo son manifiestas, sino hasta escandalosas, si, como es el caso, se refieren al pafs presuntamente mds poderoso y rico del planeta. Hay referencias sobre el maltrato infantil, la pobreza y el abandono, asf como sobre politicas de desigualdad manifiesta en ma- teria de recursos financieros y profesorado que a cualesquiera de no- sotros, todavia bajo el amparo del actual Estado del bienestar, senci- llamente nos resultan como poco sorprendentes. El hecho, por tanto, de que los andlisis y propuestas aqui planteados no se perfilen sobre un telén de fondo paradisfaco, sino sobre otro bien distinto y que ha- bla de condiciones sociales y personales nada favorables a la renova- cién educativa ingenua, hace de este libro un recurso intelectualmen- te poderoso para reflexionar y encarar nuestras propias realidades y si- tuacién. Las propuestas de renovacién, incluso de reestructuraci6n profunda del sistema escolar en sus diferentes planos, no se refieren a una situacién idflica en la que las cotas de una buena educacién estén garantizadas para todo el mundo. Mas bien al contrario. Como dice en algtin momento la autora, nosotros, refiriéndose a su pais, podemos presumir de tener las mejores escuelas, pero al mismo tiempo también PROLOGO A LA VERSION ESPANOLA 27 de las peores. Si, como es su propésito, el desaffo al que hay que res- ponder apunta no sélo a disponer-un-acceso universal a la educacién obligatoria, sino a garantizar a todos una buena educacién, parece mds que procedente atender a sus consideraciones y sugerencias, sean o no controvertidas. Lo que comento no se sittia sélo en el plano de Jos prin- cipios y generalidades. Aqui se describen algunos centros escolares y practicas pedagégicas que ejemplifican su manera de entender la cali- dad. No son centros que trabajen con minorfas selectas ni que estén basados en principios de exclusién. Mas bien al contrario. Son mues- tras de diferentes actuaciones encaminadas a reestructurar la organi- zaci6n de la educacién, las funciones, trabajo y formacién de los pro- fesores y la creacién de comunidades escolares que han tomado entre _ sus manos y bajo sus responsabilidades nada menos que el propésito de reconocer y garantizar una educacién de calidad minima para to- dos. Aqui se demuestra cémo, cuando una educacién comin y obliga- toria se aborda con rigor y eficacia, e] derecho a Ja educacién sin ex- clusiones se puede extender hasta un punto en el que también Jos mas desfavorecidos lleguen a participar de los beneficios culturales y edu- cativos que ofrecen los tramos superiores de los sistemas escolares. So- bre el'particular nos ofrece teorias, practicas, y también datos. Mere- cen ser lefdos y valorados con atencién. El derecho de aprender es un libro sin ningdn tipo de concesiones a la galerfa. Esta escrito por una profesora universitaria, pero también por una profesional tan comprometida con la teoria mds rigurosa, fun- dada y documentada como con la practica escolar y el trabajo peda- gogico en diversos niveles de la educacion. Es dificil tildarlo de acadé- mico, en el sentido peyorativo del término. Aunque no se le puede ne- gar un conocimiento profundo de las grandes cuestiones y dilemas que atafien a los sistemas escolares de los pafses.desarrollados, nada obe- dece en este texto a cosméticas académicas 0 vana erudicién. Cuando los temas Jo requieren, se echa mano de andlisis histéricos y estadisti- cas nacionales e internacionales, pero siempre estan al servicio de una descripcién mas rigurosa de lo que habla, y obedecen al afn de ofre- cernos perspectivas pertinentes para situarnos debidamente sobre los asuntos tratados. Sobre diversos datos y casos ilustrativos se montan Jas reflexiones y andlisis teéricos, y también una lfnea didfana que apunta hacia polfticas y prdcticas concretas que han de ser trafdas a colacién en cualquier intento de pensar y disefiar centros, curriculos y practicas docentes, y todo ello bajo el eje transversal de aspirar, ga- rantizar y hacer posible una buena educacién para todos. En la prac- tica totalidad de sus capitulos se conjuga perfectamente un discurso de la critica, especialmente dirigido contra la pervivencia de mentalidades y practicas burocraticas, y un discurso repleto de muestras alternati- vas de una educacién para la auténtica comprensién, con sus corres- pondientes propuestas para la accién, asi diddcticas y organizativas 28 EL DERECHO DE APRENDER como politicas. Se da cuenta de la realidad de algunos centros ejem- plares, pero, comprometida su autora con la idea de que el derecho a una buena educacién no es pleno si no es democratico, apunta refle- xiones sumamente provechosas sobre los diversos registros que hay que tocar para generalizar Jas condiciones, las oportunidades y los éxi- tos en el logro de aquellos aprendizajes que merecen ser considerados como derechos inalienables de todos los ciudadanos, clases o grupos sociales, centros y comunidades. De ese modo, pues, la critica y las propuestas alternativas se apoyan mutuamente; los casos y ejemplos particulares que describe se elevan a categorias desde las que cuestio- nar ideas y practicas obsoletas, e injustas, en nuestros sistemas esco- lares todavia vigentes para la mayorfa de los estudiantes. En alguna medida, el libro podria situarse en la misma esfera que otros tantos de los escritos y publicados en los ultimos afios sobre buenas escuelas, profesores eficaces, modelos de ensefianza y aprendizaje para la com- prensi6n, o incluso descentralizacién de la educaci6n y evaluacién, En el fondo, sin embargo, se desmarca de aquellas versiones de esas tra- diciones que se han limitado a ofrecernos —a veces poniéndonos los dientes largos y dejandonos una sensaci6n de irrealidad sobre sus pro- puestas— listas de factores que contribuyen a la excelencia escolar, un conjunto descarnado de atributos que ha de satisfacer la ensefianza para la comprensién, el aprendizaje constructivista y significativo, o aquellos modelos que describen comunidades escolares y de profeso- res ejemplares, pero desconocen las condiciones contextuales y estruc- turales que también son precisas para que puedan surgir, desarrollar- se y mantenerse. Y lo cierto es que, como una lectura atenta del libro permite apreciar, aqui se habla de comunidades de aprendizaje en los centros, entre profesores y alumnos, pero también de algo més, y pre- cisamente de algo que es decisivo en una opcién por una escuela pti- blica y democratica. Ese algo mas, a fin de cuentas, es el derecho a una buena educacién para todos, una buena educacién que ha de ser rigu- rosa y disciplinada, empejiada en cultivar el pensamiento y la capaci- dad de ir més alld de la informacién para desarrollar habilidades de ex- presién y resolucién de problemas, y que, simulténeamente, ha de propiciar a todos los estudiantes el aprendizaje activo y real de la con- dicién de ciudadanos conscientes, auténomos y responsables. La bue- na educacién para todos en Ja que piensa Darling-Hammond nada tie- ne que ver con el desdichado asunto de trivializar el curriculum, o re- bajar Jos niveles, que es la bestia negra del curriculum comprehensivo segtin algunos. Mas bien al contrario: es una apuesta por la posibili- dad, que ademds se procura hacer realidad en la muestra de centros reestructurados que va describiendo, de alcanzar altas cotas de rendi- miento pertinente, incluso en poblaciones desheredadas y sujetos de- sahuciados por los centros tradicionales. Como la autora no esté a fa- vor de la palabrerfa, ilustra con datos y miltiples evidencias por qué y PROLOGO A LA VERSION ESPANOLA 29 cémo, aun con alumnos que otros considerarian «objetores escolares», algunos centros, profesores y familias vienen logrando tasas de gra- duacié6n, acceso al tramo escolar equivalente a nuestro bachillerato e incluso a la ensefianza universitaria, que ya quisieran para sf incluso aquellos que seleccionan a su poblacion escolar para lograr éxitos si- milares. Es bien cierto, desde luego, que muchos de sus andlisis pue- den ser cuestionados, y algunas de sus propuestas concretas han de ser pasadas por el filtro de otras tantas condiciones ambientales, escolares y profesionales que nos son propias, Nadie esté en condiciones de pontificar en temas tan arduos como los tratados en este libro, y ni si- quiera nuestra autora, que tan fervientemente los defiende y testimo- nia. Pero también lo es, por otras muchas cosas que sabemos y en par- ticular por otras tantas como las que ella somete a nuestra considera- cién, que en materia de renovacién y mejora de la educacién no ha lu- gar sélo para la critica acida y la desesperanza. Tampoco queda a salvo el reducto, cada vez mas habitado por distintos moradores segtin pa- rece, en el que han decidido instalarse todos los que piensan que la me- jor manera de salvar la educacién y la salubridad de nuestros centros y profesion docente sea matar a los mensajeros que nos estan recla- mando reformas escolares en profundidad. Este libro, por cierto, es in- cluso beligerante contra muchos disparates de ciertas reformas. En particular, contra todas aquellas que proponen en sus retéricas, quizé para curarse en salud, las mejores metas educativas, y luego, en el do- minio de las decisiones u omisiones concretas, los peores modos de ha- cer polfticas y las formas mds sutiles para obstruir su desarrollo ade- cuado. Sus criticas en-contra de los afanes reguladores de la educacién por parte de polfticos-y gestores, cuando anteponen sus intereses par- tidistas y oportunistas a la habilitacién de espacios, condiciones y ca- pacidades para hacer frente a problemas dificiles de la educacién, son nitidas, y, a mi modo de ver, especialmente certeras. Ahora bien, tam- poco deja en buen lugar a aquellos (centros, profesores, otros profe- sionales de la educacién, 0 familias) que caemos en la facil tentacién de certificar y lamentar fracasos y desafecciones escolares, eludiendo de ese modo la tarea de entender, y cuando fuere posible remediar, los cémos y por qués que provocan tantas frustraciones y lamentos a alumnos y profesores, Darling-Hammond, que como digo, no sélo sabe de teorfas sino también de los entresijos que componen la trama.or- ganizativa de nuestros centros, deja bien claro que el disefio y'la orga- nizacién de lo que ensefiamos y cémo creamos o no oportunidades para que-los alumnos Io aprendan, lo que evaluamos y cémo lo hace- mos, a veces alejado de los aprendizajes auténticos y las formas natu- rales de demostrar la competencia, pueden ser fuentes del éxito esco- lar y también del fracaso. Ilustra con nitidez lo tantas veces dicho como mal entendido y asumido, a saber, que en gran medida la orga- nizacién de nuestros centros —sus tamajfios, espacios, tiempos, rela- 30 EL DERECHO DE APRENDER ciones personales y profesionales dentro de los mismos—, el valor de los contenidos que procuramos ensefiar a nuestros alumnos y las opor- tunidades que creamos para que realmente puedan aprenderlos, son otras tantas instancias donde, en ocasiones y por fortuna, se fabrica el éxito escolar. Pero, en otras, que son més frecuentes que lo que el de- recho a aprender exige, también aportan sus contribuciones no desea- das a Ja construccién de tantos fracasos intelectuales y personales. No hay, por lo tanto, ni hadas incomprensibles ni seguramente tampoco varitas magicas. Pero s{ un buen conjunto de conocimientos, hoy dispo- nibles, que nos permitirian a todos, desde los politicos a los centros, pro- fesores, estudiantes y familias, acometer un buen conjunto de cambios integrados, que sf podrfan contribuir a que nuestros centros fueran mas salubres para el profesorado, as{ como espacios intelectualmente ricos y socialmente democraticos para los estudiantes. Podrian, y de- berian ser utilizados para crear las condiciones idéneas que hagan po- sible que nuestros alumnos, todos sin exclusién, accedan al conoci- miento que hoy demanda nuestra sociedad para desempefarse en ella con autonomia y comportarse como gente honesta. Desde mi punto de vista, el libro est4 ademds muy bien organizado. Tan sdlo a partir de una ojeada del {ndice, el lector casi puede hacerse una idea bastante precisa de los temas, y también del tono, perspecti- vas y apuestas que irda encontrandose al leerlo. El eje que atraviesa todo el libro se hace patente y congruente. Gira alrededor del tema nuclear, el derecho a aprender, y, para no caer en ningiin género de ingenuidad, se ve obligada a partir del reconocimiento y critica de las multiples ba- rreras que dificultan su realizacién educativa. Presta una atencién muy particular a la ensefianza, al trabajo del aula y a los profesores, advir- tiendo de otros elementos y practicas distractoras. Su manera de en- tender la ensefianza para la comprensién es desafiante, y sus propues- tas incluso pueden servir para reflexionar y valorar algunas de nuestras prdcticas en curso, tanto en nuestros centros como en Jas aulas. Son poco comunes, como decfa més arriba, sus maneras de engarzar las im- plicaciones pedagégicas de las ideas que desarrolla, y también sus lec- turas y referencias polfticas. A través de una serie de circulos concén- tricos, que desde el punto de vista de la autora han de arropar y ga- rantizar el derecho a aprender, analiza e ilustra qué es lo que significa y comporta la idea de un centro escolar redisefiado —o, si se prefiere, reestructurado— para-hacer posible el aprendizaje de los estudiantes y los profesores, las polfticas de preparacién, acreditacién, formacién continuada y rendicién de cuentas —también el reconocimiento— que han de contemplarse en relacién con la profesién docente, y otros asun- tos tan cotidianos como los criterios y principios en que han de apo- yarse decisiones tales como la contratacién del profesorado por los cen- tros y su adscripcién a contextos escolares de especial dificultad o a grupos de alumnos que son, de hecho, social y escolarmente hablando, PROLOGO A LA VERSION ESPANOLA 31 los mas vulnerables. Aborda un tema bastante desconsiderado en- tre nosotros, ¢ incluso vilipendiado desde argumentos dispares, como es el de la definicién y aplicacién de estandares escolares. Su propues- ta, clara y justificadamente advertida por ciertas practicas de antafio, ahora actualizadas en su pais, que tanta fe depositaron en el culto a la medicién y los tests de aprendizaje, se mueve en una linea quebradiza en la que la defensa por la formulacién clara de ciertos estandares se pretende hacer compatible con la lucha contra la estandarizaci6n. Las condiciones que se refieren a ciertas estructuras de base que tienen que ver con el acceso al conocimiento, la construccién democratica de las funciones y cometidos de la profesién docente, y una sintesis final, en la que se plantean diversas vias de posibilidad para recrear la educa- cién ptiblica, cierran un libro como éste que, por t6pico que pudiera so- nar, abre tantos interrogantes como invitaciones:a la accién. No es mi intencién ni tan siquiera aludir a otras ideas que me han resultado. sugerentes en cada uno de los capitulos. El lector tendré la ocasién de verlas, conferirles sus propios significados y extraer las con- clusiones que estime pertinentes. No me resisto, antes de terminar este prélogo, a subrayar y comentar un par de cuestiones adicionales. Por el mismo tono de esta introduccién, el lector puede inferir que, como lo reconocfa al principio sin disimulo, a mf me han resultado espe- cialmente provocativos y sugerentes sus planteamientos de conjunto. Eso no quiere decir, sin embargo, que no me parezcan controvertidas algunas de las cuestiones que plantea, y, de modo especial, si preten- demos relacionartas con nuestra realidad. Llama la atencién, por ejem- plo, las comparaciones que en més de una ocasién establece entre el sistema educativo de su pais y el de otros muchos pafses europeos, cuya educacién parece admirar y afiorar. Aunque no lo dice una per- sona tan abierta a la diversidad como es nuestra autora, me figuro que es plenamente consciente de que también en el viejo continente hay di- versidades, y algunas, seguramente, tienen matices menos encomiables que lo que supone. Si es bien cierto que nuestros sistemas de _prepa- racién y acreditacién del profesorado son, hablando en términos ge- nerales, mucho més sélidos y consistentes que el suyo, también lo es que la especificidad de la formacién para ensefiar ciertas materias del curriculum —que segtin parece allf pueden estar en manos de aficio- nados—, tampoco nos garantiza aqui que las competencias cientificas y pedagégicas estén bien ponderadas, ni que, aun en el supuesto de es- tarlo, garanticen sin mds desempeiios profesionales de calidad, Dar- ling-Hammond conoce nuestro mundo educativo sobre todo a partir de grandes informes, y todos sabemos que éstos, aunque puedan ser ilustrativos en sus grandes cifras, no son del todo representativos de Ppequefias y variopintas realidades. También ensalza, en otro orden di- ferente pero estrechamente relacionado con el anterior, nuestra mejor politica en lo que se refiere al poder de los profesores para asumir un 32 EL DERECHO DE APRENDER protagonismo mucho mas importante en el disefio y correccién de pruebas de evaluacién. Su sistema tan extendido de definicién de los objetivos y su control mediante pruebas estandarizadas, que no sélo relega a los profesores a la condicién de meros dispensadores de un servicio disefiado por otros, dirigido por otros y controlado a distan- cia, merece todas las criticas, e incluso alguna mas afiadida, que nues- tra autora les dedica. Ahora bien, si lo que estuviera ocurriendo mds bien, como en nuestro caso, es que la evaluacién de los aprendizajes de los estudiantes residiera practicamente en exclusiva en la libertad de cAtedra y control depositada en cada uno de nuestros profesores, y sin minimas garantfas efectivas de que midan lo que realmente habria de medirse y valoren los aprendizajes de acuerdo con criterios bien esta- blecidos y correctamente aplicados, quizds esas apreciaciones serian de un signo algo diferente. De modo que, a mi entender, estos dos temas a los que aludo me pa- recen especialmente dignos de atencién. Puede ser interesante conside- rarlos, ademas, poniendo en relacién el conjunto de propuestas elabo- radas por nuestra autora y dejando al lado algunas de sus apreciacio- nes més especificas, que poco tienen que ver, a fin de cuentas, con su linea de argumentacién més sustantiva. El primero de ellos concierne al profesorado, el segundo, a lo que en el libro se enuncia como una po- litica centrada en los estandares escolares, sin caer en estandarizacién. Sobre el profesorado dice muchas cosas, y en general muy sensa- tas, aunque algunas de ellas pueden resultar hasta revulsivas, tanto por nuestra tradicién como por un conjunto diverso de realidades actua- les. El tema de fondo al que alude no es nada nuevo y, en principio, to- dos podriamos sumar nuestros consensos a sus puntos de vista. El de- recho a aprender de todos los alumnos pasa, entre otras cosas, por el derecho, y el deber, de preparar profesores capacitados para hacerlo posible, asi como también por la mentalidad y cultura educativa nece- saria e imprescindible para plantearse ese horizonte como algo digno de ser perseguido y ademas posible. jCasi nada! Y es que, en efecto, de plantearse seriamente ese referente, y ha- cerlo tanto los politicos como las instituciones de formacién, asi como aquellos ciudadanes que deseen optar por esta profesién, arrostraria tal grado de implicaciones que seguramente en algunas de ellas pueden surgir no pocas desavenencias. ¢Cudles serian algunas de las mismas? En la lectura del libro pueden encontrarse varias, pero limitémonos aqui a relacionar algunas mas necesarias tal vez, pero al tiempo més vidriosas. Por ejemplo, adoptar politicas encaminadas a «homologar» y «acreditar» a las instituciones destinadas a la preparacién inicial del profesorado, y, en su caso, a aquellas que pretendan servir a su for- macién continuada a lo largo de su carrera profesional; establecer sis- temas de «estandares profesionales» construidos y negociados sobre bases de conocimiento profesional y aplicados tanto a la seleccién del PROLOGO A LA VERSION ESPANOLA 33 profesorado para el acceso a la docencia como para tomar decisiones sobre su promocién en la carrera docente, o incluso su exclusién de la misma. Como puede apreciarse en el libro, uno de los temas centrales giran una y otra vez en torno al delicado asunto de la rendicién de cuentas y control en-educaci6n. Es cierto, desde luego, que se descar- ta una postura que lo aborde desde las politicas de «palos y zanaho- rias», Pero no cabe duda de que en la presencia y correcta utilizaci6n de esquemas bien definidos y validados de rendicién de cuentas, aqui se cifran algunos de los impulsos y presiones que han de ejercerse so- bre el sistema para hacer posible el derecho a aprender de todos. Y, mucha atencién, Darling-Hammond no reduce la rendicién de cuentas al profesorado —una tentacién facil para quienes de antémano lo con- sideran como el timico y principal responsable del malestar educativo—, sino que propone extenderlo a todo el sistema, desde los poderes pu- blicos y el ejercicio de sus responsabilidades educativas, hasta las ins- tituciones de formacién, los centros, el profesorado. En definitiva, las cuestiones que aquf se formulan respecto a lo que podrfamos denomi- nar la instauracién de mecanismos de garantia para una educacién de calidad, habrfa mucho que decir y pensar. Este es un tema de debate en el que seguramente habrian de entran la Administracién y los sin- dicatos, los centros escolares y el profesorado, la comunidad social y las familias. Las soluciones no serdn faciles, pero el imperativo de que hay que plantearlas parece dificil de eludir. Y, por supuesto, la rendi- cién de cuentas y otras medidas consideradas en relacién con la pro- fesién docente no pueden si no estar orientadas a dotarnos de los profesores mejor preparados posibles, y a garantizarles, para ello, las oportunidades de aprender que necesitan. Desde este punto de vista, si queremos averiguar algunas de las posibles causas que en un mo- mento particular de reformas, como por ejemplo es el nuestro, estan contribuyendo a que la educacién no acabe de funcionar como seria deseable, no tenemos mds que asomarnos con decision a nuestras po- liticas de profesorado, y particularmente a las orquestadas para su for- maci6n inicial y continuada. Y el otro elemento, el relativo a la definicién de estdndares de aprendizaje, que como digo es potencialmente conflictivo y polémico, tampoco parece que hubiéramos de dejarlo caer en saco roto. Darling- Hammond nos ofrece algunos puntos para abrir una discusién, que va mas alla del manido tema de los objetivos minimos, y que por lo tan- to reclaman nuestra atencién, quizds de manera especial en nuestro propio contexto. Nosotros podemos presumir de tener un sistema y po- litica escolar menos orientados a los tests y exAmenes que los que aqui se denuncian, y eso, bajo cualquier punto que se mire, debiera mante- nerse. Para conocer los efectos perversos de esas formas de controlar el curriculum, el trabajo docente y el aprendizaje de los alumnos, te- nemos bastante con lo aprendido en cabeza ajena. No serfa dificil de- 34 EL DERECHO DE APRENDER mostrar, no obstante, que nosotros estamos situados practicamente en otro extremo opuesto, a saber, el de la mas absoluta de las inconcre- ciones, y en la més flagrante ausencia y desconocimiento de qué es lo que pasa por dentro de nuestro sistema y cuales, de hecho, estan sien- do sus logros o resultados. Este libro nos advierte de que esconder la cabeza debajo de! ala no es fa mejor manera de saber qué pasa y qué deberia hacerse para que, cuando ocurra algo que no sea legitimo, jus- to, democratico y eficaz, se adopten medidas, basadas en estos mismos criterios, para hacer frente a situaciones y resultados inaceptables. Y lo que sugiero todavia puede ser mds convincente si, como bien jus- tifica y defiende Darling-Hammond, los estandares del aprendizaje de los alumnos han de ir acompafiados de otros similares para la profe- sién docente, tanto referidos a su formacién como a su desempeni, asi como para los centros, las instituciones de formacién y la misma ad- ministracién de Ja educacién, La rendicién de cuentas no seré la pie- dra filosofal de la educacién de calidad ni el eje vertebral del derecho a aprender. Lo que parece dudoso, sin embargo, es seguir esperando que sin la presencia de sistemas adecuados, relevantes y negociados de rendicién de cuentas, esas necesarias aspiraciones puedan Ilegar a al- canzarse. En fin, creo que tenemos entre las manos un buen compen- dio de asuntos realmente cruciales en los sistemas escolares de hoy en dia, y, desde luego, también en el nuestro. Sus andlisis y propuestas son una pequefia muestra de cémo y por qué no podemos escudarnos bajo el pretexto tan socorrido de que los problemas actuales que aque- jan a la educacién son tan complejos que no existe ningun tipo de al- ternativas para encararlos. Entre las posturas ingenuas, romanticas 0 voluntariosas que depositan expectativas excesivas e infundadas en la educacién como remedio de todos los males sociales, y aquellas otras que no van més alld de la critica, empefiadas en despertarnos del sue- fio de la razén pedagégica pero incapaces de movilizar esperanzas y posibilidades, parece haber un amplio terreno intermedio. Se puede Henar con nuevos esquemas de pensamiento, compromisos ineludibles y propuestas de actuaci6n. Es ahi, precisamente, donde, a mi entender, la contribucién en este libro de Darling Hammond es ciertamente apreciable. Y, como cualquier lector que lea con atenci6n ¢ interés este texto podrd apreciar, aqui se sostiene contundentemente que sélo la re- creaci6n y revitalizacién de la escuela publica y democratica ser la via y el trayecto que hay que profundizar para poder alcanzar nuestros mejores ideales educativos y aspiraciones sociales y culturales. Juan M. EscuDERO Munoz PRIMERA PARTE CapiruLo 1 EL DERECHO DE APRENDER De todos los derechos civiles por los que el mundo ha luchade y pelea- do durante 5.000 afios, el derecho a aprender es, sin duda, el mds funda- menial. [...] La libertad de aprender [.,.] ha sido comprada con un sacrifi- cio muy amargo. Sea lo que sea lo que pensemos sobre la reduccién de otros derechos civiles, deberfamos luchar hasta el ultimo suspiro por man- tener abierto el derecho a aprender, el derecho para que se considere en nuestras escuelas, no sélo lo que creemos, sino también lo que no creemos; no sélo lo que dicen nuestros Iideres, sino también lo de los lideres de otros grupos y naciones, y lo que han dicho los Iideres de otros siglos. Debemos insistir en esto para dar a nuestros nifios la justicia de un comienzo que les equipare con tal variedad de hechos y con tal actitud hacia la verdad que puedan tener una oportunidad real de juzgar lo que es el mundo, y lo que sus mentes més importantes han pensado que podria llegar a ser. W. E. B. Du Bois, The Freedom to Learn ([1949] 1970b, pp. 230-231) Se han escrito muchos libros en los tltimos afios sobre lo que no funciona en las escuelas de Estados Unidos y cémo podria arreglarse. Esta avalancha de preocupaciones de educadores, polfticos, gente de negocios y otros est4 en la mayoria de los casos bien justificada. En la medida que Estados Unidos se est4 moviendo desde una sociedad mds simple dominada por una economia de manufactura a un mundo mu- cho mds complejo, basado ampliamente en las tecnologias de la infor- macién y el trabajo en torno al conocimiento, sus escuelas estan su- friendo una de las transformaciones que s6lo ocurre a lo largo de todo un siglo. Nunca antes el éxito, quiz4s incluso la supervivencia de las naciones y de la gente, estuvo tan fuertemente ligado a la capacidad de aprender. Nuestro futuro, por lo tanto, depende ahora como nunca antes de nuestra capacidad de ensefiar. Si es bien cierto que el derecho a aprender es mas importante aho- ra que en cualquier etapa previa de nuestra historia, la existencia de escuelas que eduquen a todos sus estudiantes en niveles altos de com- 38 EL DERECHO DE APRENDER petencia social, intelectual y practica siguen siendo, en el mas amplio sentido de la palabra, algo excepcional. Aunque se han creado muchas escuelas de esas caracteristicas a lo largo de la historia de esta nacién, han vivido siempre en los limites del sistema, nunca generalizindose Jo suficiente, de manera que la mayoria de jévenes pudiera tener ac- ceso a ellas, En la ultima década se han creado y redisefiado miles de escuelas que ahora estan educando con un currfculum comin a Jos ri- cos y a los pobres, a los negros, a los morenos 0 a los estudiantes blancos, y persiguiendo niveles de logro que hasta hace poco se consi- deraban imposibles de.alcanzar. Muchas de ellas, no obstante, perma- necen en los m4rgenes, raramente apoyadas por sistemas educativos dentro de Jos que luchan por existir, y generalmente no se toma en con- sideracién todo lo que podrfan aportar a la educaci6n en general. Este libro se pregunta acerca de cémo podemos reinventar el sistema de educacién publica de los Estados Unidos de modo que garantice el de- recho a-aprender a todos los estudiantes, pues entrarén en un mundo donde el fracaso en el aprendizaje llegaré a ser, casi automdticamente, una derrota imposible de superar. 1. El derecho a aprender en la accién En una Escuela Secundaria Internacional de la ciudad de Nueva York, adolescentes que son inmigrantes recientes en los Estados Uni- dos pueden agruparse alrededor de mesas de laboratorio, hablar y ges- ticular expresamente mientras resuelven un problema de fisica. Dos estudiantes que hablan basicamente castellano estan trabajando sobre las implicaciones de una de las Leyes de Newton con un estudiante que sobre todo habla polaco, y con otro cuya lengua principal es el chino. Los cuatro se comunican de modo efectivo, usan para ello dia- gramas, anotaciones matemiaticas, interpretacién de papeles, frases en inglés y también en sus lenguas nativas. Sus profesores van trabajan- do sucesivamente con cada grupo de clase, se detienen con cada uno algtin tiempo y les plantean diversas preguntas, valoran de ese modo su comprensi6n y, si es preciso, recurren a ilustraciones grdaficas para explicar alguna cuestién que no han llegado a comprender adecuada- mente. El profesor indaga sobre si pueden relacionar algtin concepto estudiado ayer con el problema en el que estén trabajando ahora. Son- risas de reconocimiento van apareciendo en unas y otras caras de los estudiantes, mientras van percatandose de que las ideas’empiezan a relacionarse. Entre saludos silenciosos y palmaditas en la espalda van recogiendo los resultados. Cuando finaliza la sesién de sesenta minu- tos, los estudiantes estan demasiado concentrados en su trabajo como para interrumpirlo, hasta que el profesor les manda fuera para dar su proxima clase. EL DERECHO DE APRENDER 39 Esta Escuela. Secundaria Internacional fue fundada por un grupo de profesores decididos a invertir el fracaso de los estudiantes. En una escuela secundaria tradicional de Nueva York, la mayorfa de los es- tudiantes habrfa abandonado antes del grado doce; durante diez afios, la Escuela Internacional ha logrado la graduacién de Ja practica totalidad de sus estudiantes, que han superado tanto los tests de com- petencia curricular del estado de Nueva York como un conjunto de evaluaciones mucho més rigurosas desarrolladas por el propio centro; més del 60 % de los alumnos han pasado a la universidad. Tan impor- tante o mas que esto es el hecho de que los estudiantes abandonan este centro con un sentido claro de quiénes son y de sus propios talentos, con la capacidad de plantear y resolver los problemas, y de trabajar bien con una gama muy variada de compafieros (Darling-Hammond, Ancess y Falk, 1995). Los profesores creen, y la investigaci6n apoya este punto de vista, que el éxito de la Escuela Secundaria Internacio- nal se debe a su pequefio tamaiio, al saber y compromiso de sus pro- fesores, y a la libertad que experimentan como una escuela alternati- va. ‘Esta condicién de centro alternativo le permite al profesorado es- tructurar la ensefianza y las practicas escolares de manera que sean mucho més provechosas y renovadoras que las planteadas incluso por la polftica escolar vigente en materia de'‘reformas. . Aunque los cuatrocientos cincuenta estudiantes de mas de cin- cuenta pafses que acuden a la Escuela Internacional legan sin hablar Ppracticamente inglés, inmediatamente se introducen en un contenido que supone un reto para ellos, pues el curriculum est4 basado en acti- vidades que les permiten practicar la lengua al-mismo tiempo que aprenden ciencias sociales y literatura, desarrollar el pensamiento ma- tematico y cientifico, confrontar sus puntos de vista con argumentos razonables y datos observables, asi como explorar perspectivas alter- nativas. La mayor parte de su trabajo se realiza en grupos, y es facili- tado por los profesores que, como orientadores, les ayudan a alcanzar niveles altos de rendimiento. Tanibién los profesores trabajan en gru- Pos compartiendo ideas sobre el curriculum y estrategias de ensefian- za, asi como revisando conjuntamente sus practicas docentes. Los pro- fesores han puesto a punto estructuras de trabajo que les permiten centrarse en el éxito de los estudiantes y les proporcionan oportunida- des continuas de ir mejorando lo que hacen. He aqui otro fragmento que permite ilustrar la imagen del centro: En una de las clases, parejas de estudiantes estén leyendo sus propias autobiograffas y cada uno de ellos formula ciertas preguntas para facili- tar la comprensién y revisién de las mismas. Antes de dar por finalizada ta tarea, habrdn revisado sus escritos varias veces para precisar tas ideas y mejorar la claridad de la expresiOn. Un estudiante de Ghana pregunta a una estudiante de Puerto Rico si podria explicar algo mas sobre la cultu- 40 EL DERECHO DE APRENDER ra de San Juan en su autobiografia. Mientras conversan, aprenden acerca de la sociedad del otro, amplian sus conocimientos sobre el mundo, cons- truyen una nueva relacién y desarrollan sus habilidades comunicativas. La seriedad obvia con la que se toman esta tarea va pareja, a su vez, al gozo de compartir conocimientos con un amigo o amiga. La clase es un eco donde resuena el aprendizaje intencional que, en palabras de Paolo Freire, es riguroso y divertido al mismo tiempo (Freire, 1970). 2. Una historia diferente: hacer escuela A tan sdélo unas pocas millas de este centro, los estudiantes de una clase de mateméticas, en una escuela secundaria tradicional de un area suburbana, de mds de 2.500 alumnos, estan embutidos en pupitres to- davia fijados al suelo, en filas, tal como se construyé el edificio hace muchas décadas. Su profesora, que est4 haciendo garabatos en la pi- zarra sobre los pasos a seguir para resolver una ecuacién de segundo grado, les da la espalda, Grita a toda la clase: «anotad esto; necesitdis memorizarlo para el lunes». La mayorfa de los estudiantes escribe de manera obediente; unos pocos susurran entre sf, alguno est4 dormido sin que nadie se dé cuenta. Mientras la profesora recita los procedi- * mientos utilizados en la solucién, un joven levanta la mano y pregunta: «Por qué hace usted eso?» De pie, a mds de tres metros, la profesora no le ha ofdo, aunque ha girado la espalda... Continua escribiendo cud- Jes de los términos han de ser cuadrados, sumiados o sustraidos; esta «ensefiando» sin prestar demasiada atencién al aprendizaje. El joven se sostiene la frente con las.manos y deja su lapiz en la mesa, abatido por el esfuerzo no devuelto: La mayorfa de los estudiantes contintia co- piando, dispuestos a aceptar el hecho de que no necesitan comprender. Esta clase de matematicas es uno de los cursos al que asiste un ni- mero relativamente pequefio de estudiantes, en su mayorfa blancos y asiaticos, correspondiente al segundo de los niveles mds altos entre los seis que tiene la escuela, Un poco més abajo hay una clase de apoyo al aprendizaje del in- glés, compuesta fundamentalmente por afroamericanos, estudiantes latinos y otros inmigrantes recientes; se est4 trabajando en una leccién que versa sobre frases proposicionales. El profesor lee en voz, alta el texto y hace pausas para preguntar si alguien puede identificar la fra- se que ha ofdo como una proposicién de relative o adverbial. Aquellos estudiantes cuyas cabezas no estén sobre sus pupitres le devuelven la mirada en blanco. Una chica pregunta por qué deberian saber esto, y el profesor les explica que forma parte de los ex4menes. Otra chica le- vanta la mano para contestar. El profesor mira al diagrama de los asientos de la clase’ para identificar el nombre de la muchacha; es una de las mds de 140 que ve cada dia. Cuando contesta, pero lo hace de EL DERECHO DE APRENDER 41 modo incorrect, el profesor grufie, recita la respuesta correcta y pide a los estudiantes que completen las preguntas que se encuentran al fi- nal del capitulo. Se retira hacia su mesa con serias dudas sobre cémo hacer significativa su materia, y abatido por el unico intercambio sus- tantivo que durante una hora ha mantenido con la clase. 3. Vayamos al tema La historia de estos dos centros es real y bastante comun en la edu- cacién de Estados Unidos hoy en dfa. Aunque el derecho a aprender es algo declarado en la-retérica escolar, la ensefianza en muchas escuelas se reduce a un conjunto de procedimientos que apenas proporcionan Ja ocasién de provocar un aprendizaje satisfactorio. Es raro encontrar el tipo de educacién democrética que se ve en la Escuela Secundaria Internacional; una educacién que ensefia a los jévenes a pensar de ma- nera correcta e independiente, a usar to que se aprende para producir un trabajo de calidad, a tomar iniciativas y a trabajar juntos de mane- ra efectiva. Estas habilidades son cruciales para las demandas cambiantes de Ja sociedad y para las metas que dicen perseguir las reformas escola- res hoy en dfa. Desde que se publicé Una nacién en riesgo (Comisién Nacional para Ja Excelencia Educativa, NCEE, 1983), se han publica- do cientos de informes de la Comision, y miles de articulos legislati- vos se han aprobado con la pretensién de redisefiar escuelas capaces de propiciar altos niveles de aprendizaje a todos los futuros ciudada- nos, que les ensefien a manejarse con la complejidad, a utilizar las nuevas tecnologias, a trabajar de manera cooperativa para afrontar y resolver los problemas. En tan sélo una década hemos experimentado una «primera ola» de reformas que buscaban aumentar el rendimien- to escolar mediante regulaciones precisas de los contenidos y de los exAmenes, una «segunda ola» que reclamé procesos de mejora de la enseiianza y una sélida formacién del profesorado (Holmes Group, 1986; Carnegie Forum on Education and the Economy, 1986; National Go- vernor’s Association, 1986), y una «tercera ola» que se ha centrado en definir como un reto altos niveles de aprendizaje escolar, al tiempo que se reestructuraba la organizacién de las escuelas en orden a me- jorar sus resultados de forma radical (Smith y O'Day, 1990; Sizer, 1992; Schlechty, 1990). Cada vez con mayor insistencia se’ha pensado que el afan de redi- sefiar las escuelas habia de entenderse como una tarea encaminada a transformar el sistema educativo en lugar de perseguir tan sélo que las escuelas hicieran mejor.lo que han hecho siempre. Si el reto del si- glo xx fue crear un sistema de escuelas que pudiera proporcionar una escolaridad minima y una socializacién bdsica a las masas de ciuda- 42 EL DERECHO DE APRENDER danos que hasta el momento no habfan recibido educacién, el del si- glo xxr es que las escuelas garanticen a todos los estudiantes y en to- das las comunidades el derecho genuino a aprender. Hacer frente a este nuevo desaffo no requiere un mero incremento de tareas. Exige una empresa fundamentalmente diferente. Crear un sistema escolar capaz de educar a la gente para la socie- dad contempordnea requiere dos cosas respecto a las que las escuelas de Estados Unidos no han sido. convocadas con anterioridad: .1a) Ensefiar para la comprensién. Es decir, ensefiar a todos los es- tudiantes, no sélo a unos pocos, a comprender las ideas de una manera profunda y también a operar con ellas de modo efectivo: b). Ensefiar para la diversidad. Es decir; ensefiar de manera tal que se ayude a diferentes aprendices para que encuentren vias pro- vechosas de acceso al conocimiento, al mismo tiempo que - aprendan a vivir juntos de manera constructiva. A mi modo de ver, esta tarea nos exige un nuevo paradigma para enfocar la polftica educativa. Supondrd cambiar los afanes de los polf- ticos y administradores, obsesionados en disefiar controles, por otros que se centren en desarrollar las capacidades de las escuelas y los. pro- fesores para que sean responsables del aprendizaje y tomen en cuenta las necesidades de los estudiantes y las preocupaciones de la comuni- dad. Esto significa 1) redisefiar las escuelas de forma tal que su foco sea el aprendizaje de los estudiantes, la creacién de un buen clima de relaci6n, y la estimulacién de un trabajo intelectual serio y profundo; 2) recrear una profesién docente que garantice qué todos los profeso- res poseen el conocimiento y el compromiso necesario para ensefiar bien a alumnos diferentes, y 3) fortalecer equitativamente:a los centros de modo que dediquen sus mejores energias a la ensefianza y el apren- dizaje en vez de a la satisfaccién de ciertos requerimientos burocrati- cos del sistema. La visién encendida de la educacién democrética que motiva mu- chas de las reformas actuales es poderosa; y sin embargo también pro- fundamente problematica. Habra que evitar valoraciones ingenuas de barreras persistentes, y adoptar compromisos radicales, si queremos construir la educacién que es precisa para profundizar la democracia del siglo xxr en un mundo multicultural y tecnolégico. En la primera parte de este libro (capitulos 1 al 3) hablaré de la génesis de nuestro actual sistema educativo, y de las dificultades a las que nos enfrentamos. En lo que sigue de este capftulo se habla de las ba- rreras que dificultaron una educacién democratica y de su perviven- cia todavia, sélidamente arraigada en muchas de nuestras escuelas. El capitulo segundo nos muestra cémo el sistema educativo de Estados Unidos ha desarrollado una burocracia con rafces profundas, y por EL DERECHO DE APRENDER 43 qué ha sido una razén del fracaso en el logro de las escuelas que ne- cesitamos. En el tercero se aborda el tema central del aprendizaje en las aulas; describiremos lo que ahora sabemos sobre lo que significa ensefiar a alumnos diversos, y examinaremos también cémo ciertas politicas educativas contribuyen o dificultan el aprendizaje de los es- tudiantes. En la segunda parte (capftulos 4 al 6) se describe cé6mo algunas es- cuelas, que han sido reestructuradas, han elaborado nuevos enfoques educativos y logrado resultados extraordinarios con sus estudiantes. E] capftulo cuarto ofrece ejemplos especificos de escuelas que funcionan bien, se identifican nueve caracteristicas que tienen en comtin y c6mo cada una de ellas podria ser realmente estimulada por la polftica edu- cativa. El capftulo quinto presta atencién a la organizacién del logro de la calidad de las buenas escuelas, y propone que algunas de sis es- trategias podrian ser consideradas y adaptadas por otras. En el capi- tulo sexto nos centraremos en estudiar de qué manera se puede ges- tionar el personal y otros recursos en orden a mejorar la ensefianza y el aprendizaje, examinaremos experiencias de otros pafses y destaca- remos algunas de las lecciones que pueden extraerse de las escuelas re- estructuradas que han logrado funcionar bien. En la tercera parte (capitulos 7 al 9) describo los cambios polfticos necesarios para fortalecer un sistema educativo democratico y capaz de sustentar el desarrollo de buenas escuelas en todas las comunidades. El capitulo séptimo se centra en cémo pueden establecerse est4ndares u objetivos de aprendizaje y ser utilizados para apoyar a los estudiantes evitando sus escollos burocraticos. También trato de explicar por qué las estrategias de reforma del curriculum de arriba abajo nunca han funcionado, y sugiero algunas propuestas para crear las condiciones de trabajo adecuadas para una ensefianza y aprendizaje potente en todas las escuelas. El capitulo octavo muestra que el acceso al conocimiento varia dentro de cada escuela y entre ellas, y ofrece algunas pistas sobre por donde empezar para garantizar que todos los estudiantes tengan una oportunidad para aprender. Finalmente, el capitulo noveno versa sobre ciertos cambios en Ja preparacién del profesorado y sus condi- ciones de trabajo, necesarios para récrear una profesién como la do- cencia, de modo que pueda encarnar una visién mas amplia y mas in- clusiva de la igualdad de oportunidades educativas. 4. Las barreras en contra de una educacién democratica Siempre ha sido una lucha, y sigue siéndolo todavia, proporcionar a la mayoria de los ciudadanos una educacién que les capacite real- mente y que sea equitativa. Son pocas las escuelas capaces de ofrecer a todos sus estudiantes un curriculum rico y activo, que ensefie para 44 EL DERECHO DE APRENDER Ja comprensién. Son todavia menos las que consiguen educar a grupos de estudiantes diferentes, propiciando una interaccién social construc- tiva y estimulando la capacidad de tomar decisiones compartidas. Des- de la época en que muchos estados surefios consideraban que era un crimen ensefiar a leer a los esclavos, y los estados del norte optaron por establecer escuelas financiadas de manera diferente para los ricos y los pobres, a lo largo de décadas de escolarizacién separada y desi- gual que todavia continua en el presente, el derecho de aprender de forma que se desarrolle simult4neamente la competencia personal y el sentido de comunidad ha sido un mito mds que una realidad para la mayoria de los americanos. Fueron conocidos los grandes debates entre W. E. B. Du Bois y Bo- oker T. Washington sobre si los nifos negros debian ser entrenados como trabajadores 0 podrian ser educados para pensar y vivir mejor (Du Bois, [1930]; 19702). Algo similar subyacfa a las batallas ideolégi- cas que conformaron las escuelas urbanas para los hijos de los inmi- grantes én el cambio de siglo (Tyack, 1974). Se crearon grandes es- cuelas que segufan un modelo impersonal de factoria con rigidos sis- temas de agrupamiento homogéneo de Jos alumnos para ensefiar las habilidades rudimentarias; este esquema se aplicé sobre todo a los ni- fios de los pobres. A los més ricos y aventajados, por el contrario, se les ensefiaba en pequefias escuelas privadas y ptiblicas de élites, o eran cuidadosamente aislados en clases especiales dentro de las escuelas comprehensivas, donde se les ofrecfa un curiculum estimulante, aten- ciédn personalizada, ensefianza de alta calidad y una rica variedad de recursos y estimulos intelectuales. Al mismo tiempo, algunas escuelas genuinamente democrdticas surgieron a partir de la influencia y el trabajo de reformadores como John Dewey, Ella Flagg Young, y Lucie Sprague Mitchell en el cambio de siglo, entre los afios 30 y los 60. En esta época, muchos apostaron por crear una «pedagogia de la igualdad» (Banks, 1993), que ofreciera oportunidades educativas a distintos grupos de estudiantes para el cul- tivo del pensamiento independiente; para crear, inventar y comprender las materias académicas mediante la investigacién, la escritura y la in- dagacién, asi como el trabajo practico, la experimentacién y la toma democratica de decisiones. Fueron esfuerzos dirigidos a crear lo que John Dewey Ilam6é una «nueva educacién», y que han venido resur- giendo en unas y otras reformas de.épocas diferentes, incluida la més reciente: un curriculum interdisciplinar pensado para establecer rela- ciones entre ideas; ensefianza de las disciplinas sustentadas sobre el mundo de las experiencias de los estudiantes; metodologfa de proyec- tos destinados a promover la investigacién, el uso del conocimiento y el desarrollo de habilidades de pensamiento; aprendizaje cooperativo; tomar iniciativas y decisiones compartidas entre los profesores, estu- diantes y familias; y organizacién de la ensefianza en grupos hetero- EL DERECHO DE APRENDER 45 géneos de manera que todos los estudiantes puedan disfrutar de un cu- rrfculum rico y estimulante. A veces se han presentado esta serie de caracteristicas, propias de una educacién progresista, como la antitesis de un aprendizaje riguro- so y disciplinado en relacién con las distintas materias académicas. No creo en absoluto que las cosas sean asf, aunque algunos de los moti- vos de tal suposicién han de ser considerados. La educacién progre- sista, por poner un ejemplo, ha sido caricaturizada recientemente por E. D. Hirsch en Las escuelas que necesitamos (1996). Hirsch rechaza de manera correcta algunas falsas dicotomfas entre la construccién del conocimiento compartido y la atencién a los intereses de los nifios, en- tre la ensefianza propositiva y funcional y el compromiso con el aprendizaje efectivo. Desde su punto de vista, la educacién progresis- ta ha minado la educacién que ofrecen las escuelas de EE.UU. Creo que Hirsch se equivoca al menos en tres cosas: las metas que persigue una educacién progresista, la naturaleza de la prdctica prevaleciente en las escuelas de EE.UU., y el cuerpo de investigacién disponible so- bre la ensefianza y el aprendizaje efectivos. No comprende ni explica, por lo demas, por qué las prdcticas menos efectivas de ensefanza —sean calificadas de progresistas o tradicionales— son tan dificiles de cambiar. Tampoco se plantea la cuestién de qué es lo que seria nece- sario para ayudar a todos los estudiantes al.logro de la comprensién disciplinada de todas las materias escolares ni las competencias que serfan precisas para un aprendizaje riguroso que tanto él como yo, y muchos otros, convenimos en que es necesario. En éste y otros capftulos presento. evidencias extensas sobre cues- tiones tan importantes como éstas. De forma abreviada podemos, con- templar aqui los puntos centrales de esa discusién. En primer lugar, lo que Hirsch [lama los «principios del progresismo antimaterias académicas» (p. 49) no existen. Por el contrario, la mayoria de pen- sadores y practicos de la educacién que pueden ser tildados de pro- gresistas —John Dewey, Jean Piaget, Jerome Bruner, Howard Gardner, Theodore Sizer, Deborah Meier, y otros muchos se han manifestado siempre a favor de una comprensién més profunda y mds disciplinada de las materias escolares, y han desarrollado currfculos y estrategias de evaluaci6n para garantizar ese propésito. El Teachers College en Co- lumbia University —institucién que Hirsch sefiala como la agitadora de pensadores contra las materias académicas— ha mantenido duran- te mucho tiempo una forma tradicional de organizar y ensefiar las ma- terias académicas como sustrato fundamental de sus programas de formacién docente, y ha defendido, incluso frente a algunos intentos - de revisar esa estructura organizativa de los saberes, que las discipli- nas son uno de los pilares centrales de] conocimiento base para la ta- rea de ensefiar. Con toda seguridad, conformar un modelo de escuela que atienda a las necesidades de los estudiantes y simultaneamente a 46 EL DERECHO DE APRENDER las materias disciplinares es algo extremadamente dificil, y Hirsch esta en lo cierto cuando denuncia que muchas instituciones de formacién del profesorado y muchos centros no logran hacer ambas cosas como seria deseable. En segundo lugar, Hirsch argumenta que el problema de las es- cuelas de EE.UU,, y la raz6n por la cual consiguen resultados mas po- bres que las de otros pafses, es que han adoptado de manera genera- lizada ideas y prdcticas progresistas como la ensefianza por proyec- tos de investigaci6n y los métodos de descubrimiento, habiendo abandonado con ello la memorizacién y el aprendizaje que se exigfa en los viejos y mejores tiempos. Este argumento dista mucho de ser cierto. De hecho, tanto estudios nacionales como internacionales muestran de manera consistente que la gran mayoria de las escuelas de EE.UU. siguen haciendo hincapié sobre todo en el aprendizaje me- moristico y poco mas, utilizando para ello fuertes dosis de métodos expositivos, exigiendo habilidades que no traspasan la memoria y aplicacién, y utilizando ex4menes de respuestas multiples y cortas. Las excepciones a este patrén dominante pueden encontrarse en cen- tros escolares que pertenecen a comunidades sociales més ricas y en los que se cultivan procesos superiores de pensamiento. Las escuelas de los paises europeos, por el contrario, tienden a adoptar enfoques més amplios y apenas usan pruebas objetivas, pues suelen favorecer los exAmenes orales y tipo ensayo en su lugar. Ademas, las escuelas en el extranjero ofrecen mas oportunidades a sus alumnos de com- prometerse en investigacién y composicién escrita, experimentacién y discusién sobre problemas o temas. Finalmente, Hirsch cita de manera selectiva un tipo de «investiga- cién dominante>, la mayor parte de la cual arranca de los afios 70, en la que se argumenté a favor de un modelo de ensefianza directa, cen- trado en el profesor, dirigido al grupo clase como un todo, y en la que se ponfa el acento en la practica de ejercicios y destrezas como méto- do mas eficaz para el desarrollo de la comprensién de los contenidos. La educacién progresista, tal y como él la entiende, habria fracasado por desatender ese mensaje. Lo que hay que decir al respecto, sin em- bargo, es que nuestro autor ignora la investigacién previa, cocténea y posterior a la que documenta y donde se demostré el éxito de los mé- todos progresistas en el logro de habilidades superiores de pensa- miento; sus. resultados han mostrado con reiteracién, asimismo, que los métodos por los que él aboga y afiora fracasan incluso en objetivos tales como recordar ideas, aplicarlas a nuevos contextos, y no digamos en el rendimiento en tests que exigen habilidades complejas (para una revisién al respecto puede verse Good y Brophy, 1986; Resnick, 19784; Gardner, 1991). Y es mas, a Hirsch se Je ha pasado por alto que otros estudios de los mismos investigadores que cita han demostrado que los modelos de ensefianza que resultan eficaces para que los alumnos re- EL DERECHO DE APRENDER 47 cuerden y reconozcan datos y hechos en pruebas objetivas son marca- damente diferentes de aquellos que mds se asocian con un buen de- sempefio en tareas que requieren comprensidn profuida y habilidades que suponen la utilizacién del conocimiento para la resoluci6n de pro- blemas (para una revisién de estos estudios puede consultarse Dar- ling-Hammond, Wise y Pease, 1983). Y, como una muestra asombrosa de ignorancia, alega que «la investigacién educativa no ha logrado ofrecer ningun ejemplo de la puesta en practica exitosa de los métodos progresistas empleando estudios longitudinales cuidadosamente con- trolados» (p. 216). Aunque Hirsch se equivoca una vez mas, es verdad que las reformas progresistas han fracasado a menudo al intentar generalizarlas a todo el sistema, aun cuando hubiera constancia fehaciente de su eficacia en el aprendizaje de los estudiantes en cuyas aulas fueron desarrolladas de modo adecuado. Las razones que-nos permiten explicar un fenémeno como éste son dignas de consideracién. En el punto que sigue se ha- blaré, por tanto, acerca de por qué son tan diffciles de cambiar las prac- ticas de ensefianza ineficaces, y por qué las estrategias que pretendan contribuir al propésito de que todos los alumnos aprendan, tanto los contenidos escolares como las capacidades de pensamiento mds com- plejas, requieren enfoques mucho mas amplios e integradores. 4.1. Los EXITOS Y FRACASOS DE LAS REFORMAS PROGRESISTAS En diferentes reformas del siglo pasado, muchas. de las escuelas fundadas por educadores progresistas fueron extraordinariamente exi- tosas. En los aiios 30, la famosa investigacién Eight-Year Study, dirigi- da por Ralph Tyler, documenté, sorprendentemente para algunos, que los estudiantes de las escuelas progresistas experimentales lograban en realidad mayor éxito académico, mejores resultados en la aplicaci6n practica y también en el desarrollo.de la responsabilidad social que una muestra de contraste constituida por 1.475 alumnos que asistfan a escuelas tradicionales (Aiken, 1942; Smith y Tyler, 1942; Chamberlin, Drought y Scott, 1942). Del mismo modo que algunas de las escuelas de altos niveles de éxito promovidas al amparo de las reformas actua- les, aquellas comunidades escolares eran pequefias en tamajio y esta- ban vertebradas en torno a metas comunes e internamente desarrolla- das. Intentaron construir un curriculum escolar nucleado sobre temas de relevancia y preocupacién comunitaria, asf como en torno a los in- tereses de los estudiantes y sus necesidades de desarrollo. Las escuelas que mostraron logros més extraordinarios fueron aquellas que més se diferenciaban de Jas practicas dominantes: su ensefianza era mas ex- perimental, estaba orientada a la investigacién, y también sus sistemas de gestion eran mds democraticos. 48 EL DERECHO DE APRENDER Aunque fueron miiltiples las evidencias que testimoniaron los be- neficios de este modelo educativo, la educaci6n progresista practica- mente desaparecié durante los afios de la Segunda Guerra Mundial. Hacia 1950, incluso las escuelas que habfan sido estudiadas y habfan demostrado sus éxitos terminaron por volver al modelo mds extendido y tradicional (Redefer, 1950, p. 35). Las comunidades escépticas sobre las ideas de aquelta reforma no llegaron a convencerse de que sus cam- bios fueran realmente importantes ni de que valiese la pena extender- Jos, Sus inspiradores, sobre todo preocupados por el trabajo en las es- cuelas, no consiguieron comprometer al sistema polftico para que prestara atencién a su trabajo y tuviera en cuenta sus implicaciones a la hora de establecer los criterios y contenidos que inspiraran los cur- sos de formacién docente, los procedimientos de certificacién y acre- ditacién, 0 el establecimiento de pautas para la ordenacién de los re- cursos escolares. Algunas fuentes de informacién como las revistas o similares sélo prestaron atencién a las pruebas de rendimientos y re- sultados, y no precisamente a los cambios de los procesos y practicas que lograban formar a estudiantes competentes y mejor preparados. Los responsables politicos de la educacién jamas llegaron a percatar- se de la pluralidad de cambios necesarios para impulsar y sostener el mensaje renovador del movimiento progresista, y los padres y profe- sores de otras comunidades sociales y escolares tampoco entendieron debidamente qué y cémo habfan hecho aquellos centros para ser de ca- lidad (Kahne, 1994). Un curriculum basado en los libros de texto, orientado a la trans- misién superficial del conocimiento y centrado en el aprendizaje me- moristico recobré fuerza en las escuelas de EE.UU. durante los afios 40 y 50. A raiz del acontecimiento del Sputnik, los politicos americanos se persuadieron de la necesidad de ser m4s competitivos con los soviéti- cos, lo que marcé un punto de inflexién que espoleé la conciencia y la necesidad de una educacién de mayor relevancia intelectual. Las re- formas curriculares iniciadas por la National Science Foundation y la Office of Education durante los afios 60 pretendieron preparar a los es- tudiantes para pensar de manera critica e independiente, asi como para comprender las ideas con profundidad y ser capaces de aplicar- Jas a situaciones nuevas. Innovaciones como «el aprendizaje por des- cubrimiento», «la educacién a distancia», «la ensefianza en equipo», «la especializaci6n del profesorado» y «la toma de decisiones demo- crdtica» empezaron a proliferar de nuevo, Una gran parte de la investigacién educativa realizada durante esos afios mostré que los currfculos que suponfan un serio desafio in- telectual para los estudiantes y una ensefianza orientada a la investi- gacién provocaban mejores aprendizajes, especialmente en lo que se referfa a la capacidad de pensar criticamente y resolver problemas, habilidades de comunicacién oral y escrita, creatividad y autocon- EL DERECHO DE APRENDER 49 cepto escolar (para m4s informacién puede revisarse Dunkin y Bidd- le, 1974; Glass et al., 1977; Good y Brophy, 1986; Horwitz, 1979; Pe- terson, 1979). La reformas de los 60, sin embargo, tampoco fueron capaces de su- perar las inercias de la ensefianza tradicional y fueron barridas por el movimiento de «vuelta a lo basico» de los afios 70 y 80. A pesar de los esfuerzos de difusiédn extensiva que se acometieron, ni la coercién ni la persuasién pudieron conseguir que los profesores llevaran a sus practicas de una manera fiel los nuevos curriculos (Huberman y Mi- les, 1986; Gallagher, 1967). De modo particular, allf donde la formacién del profesorado estuvo ausente —lo que sucedié en la mayoria de los casos—, la practica de los docentes continué siendo basicamente la misma: los libros de texto, los métodos expositivos y el énfasis en el aprendizaje repetitivo siguieron predominando (Shaver, Davis y Hel- burn, 1979). Aunque hubo también algunas adopciones y realizaciones interesantes de la reforma (Berman y McLaughlin, 1978), en realidad, ninguno de los currfculos progresistas de esta época pervive ahora en los centros escolares. A pesar de sus éxitos en los contextos educativos en que fueron bien comprendidas y desarrolladas, las reformas de antafio terminaron por desaparecer cuando abandonaron las «incubadoras» de alta intensidad en Jas que se’ habfan desarrollado. Aunque se urgié al profesorado a que llevara a sus aulas ideas como aquellas, fueron incapaces de ha- cerlo de manera efectiva. Por lo general, las ideas y concepciones fue- ron pobremente comprendidas, su desarrollo practico resulté bastante complejo, exigian tiempos largos para irse desplegando, y necesitaban, ademas, cambios importantes en los centros y en el clima escolar, no s6lo detras de las puertas de las aulas. Incluso en las escuelas en las que las reformas habfan tenido éxito, fueron gradualmente desapare- ciendo a medida que los individuos, coordinadores, directores y profe- sores comprometidos con los cambios fueron reemplazados por otros practicos entrenados (incluso ni siquiera eso) en la tradicién. 4.2. LAS EXIGENCIAS DE LA ENSENANZA PROGRESISTA Quizds una de las dificultades mds importantes de una ensefianza progresista es que requiere al mismo tiempo competencias profundas en la materia y en la facilitacién del aprendizaje de los alumnos. En €pocas anteriores de reforma, de los profesores se esperaba que Jleva- ran a Ja prdctica innovaciones como Ja «educacién flexible» o el «mé- todo de proyectos», pues se pensaba que contribufan a promover un aprendizaje relevante y atento a las necesidades de los estudiantes. Sin embargo, con mucha frecuencia no sabian céme planificar un trabajo relevante en el aula ni cémo recurrir a diversas estrategias sensibles al 50 EL DERECHO DE APRENDER desarrollo de los altamnos y adecuadas para lograr niveles altos de com- prensién de los contenidos. Y los centros, tampoco eran conscientes de que las nuevas propuestas pedagdégicas debian ir acompafiadas de nue- vas formas de organizacién, gobierno y desarrollo del profesorado. Muchos profesores perdieron el rumbo de sus estudiantes, asi como de las metas del curriculum, al esforzarse por abandonar sus modos pre- vios de trabajar, ya fuera porque al centrarse en los estudiantes se ol- vidaron de los contenidos relevantes de las materias, ya porque al aten- der a las materias académicas y al curriculum prescrito perdieron de vista a los alumnos. En los afios sesenta, la incapacidad de muchos profesores de prestar atencién simultdnea a esas dos metas llevé a la sensacién de que las escuelas habfan perdido el rigor académico en aras de ser relevantes y significativas para los estudiantes. Un modelo de ensefianza que busque una comprensién profunda del contenido y al mismo tiempo su conexién con una gama amplia de estudiantes es de gran complejidad, pues ha de mantener una dialécti- ca entre los estudiantes y los contenidos, procurando que ninguno de estos aspectos suponga el olvido del otro. Requiere un dominio pro- fundo del contenido capaz de desarrollar capacidades de aplicacién a diversos contextos una vez que se vaya logrando captar los aspectos fundamentales de un ambito de conocimiento. Y ya que los alumnos acceden a cualquier experiencia de aprendizajé desde estrategias dife- rentes y sus correspondientes experiencias previas, y entonces con dis- tintos puntos de partida, los buenos profesores han de saber cémo crear experiencias que permitan a los estudiantes acceder al conocimiento por medio de diversas formas y que ademas todos consigan desarro- llar una comprensién profunda y disciplinada del mismo. Este tipo de ensefianza es propositiva y comporta incluso un grado notable de estructuracién, pero inevitablemente ha de ser flexible y apelar a la creatividad. La comprensién real, en efecto, es siempre di- ficil de alcanzar, pues cada uno de los seres humanos aporta al empefio capacidades y conocimientos previos diversos. No podemos pensar, por Jo tanto, en un conjunto de pasos predeterminados a seguir ni leccio- nes preestablecidas que sean para que todos y cada uno logren la com- prensién de la misma forma. Esto es fo que justifica que los profeso- res hayan de disponer de un conocimiento profunde de los contenidos y capacidades analfticas de las que echar mano para hacer posible que todos los estudiantes comprendan de modo efectivo. La ensefianza transmisiva es mucho més sencilla. Los docentes pue- den «ir pasando» por los libros de texto y cuadernos de trabajo. Las rutinas del aula estén claras y estén basicamente centradas en el pro- fesor; los controles son, asimismo, mas faciles de aplicar. Existe un halo de certezas y del deber cumplido cuando se imparte una clase ma- gistral y se transmite una lista de datos. O cuando se termina un tema, muchas veces al margen de las comprobaciones oportunas de si el EL DERECHO DE APRENDER 51 aprendizaje ha ocurrido o no. Cuando un profesor ha explicado un contenido, es facil poder decir «yo lo he ensefiado» —aunque, desde luego, nolo es tanto el poder sostener que los estudiantes lo hayan aprendido—, La ensefianza que persiga un aprendizaje activo y pro- fundo es una fuente de incertidumbre respecto a los procesos diddcti- cos. Cuando un estudiante va construyendo su propia comprensién a través de un proyecto de investigacién, por ejemplo, el profesor nece- sita construir un armazén cuidadoso que oriente sw proceso de apren- dizaje y disponer de un repertorio de estrategias bien disefiadas para estimular su pensamiento de forma que el mismo alumno vaya eva- juando lo que va aprendiendo. La formacién no les suele ensefiar a los profesores a crear condiciones en las que los aprendices puedan pro- gresar en la comprensién real, o en el analisis y evaluacién del proce- so para adaptar la ensefianza siempre que sea necesario. Es compren- sible, entonces, su tendencia a ensefiar de la misma forma que a ellos les ensefiaron, con una serie de lecciones'y actividades dirigidas a cu- brir de manera bastante superficial los contenidos, que discurren a su propio aire, ajenas al aprendizaje de los estudiantes. Los esfuerzos encaminados a’ promover aulas inteligentes y demo- créticas han sido abortados repetidamente por una flagrante desaten- cién a la formacién del profesorado y al desarrollo de la capacidad de las instituciones escolares. Lawrence Cremin (1965) ya decfa que-«la educacién progresista requerfa profesores infinitamente més capacita: dos, y fracas6 porque ni se habfa preparado ni seleccionado a todos los que habrian sido necesarios para ello» (p. 56). En cada uno de los gran- des hitos de reforma, los cambios realmente innovadores terminaron cediendo su lugar a las tendencias de una educacién estandarizada. Asi ocurrié con el movimiento por la eficiencia social de los afios veinte, con el currfculum «a prueba de profesores» de los cincuenta, o con la «vuelta a lo basico» de los setenta y ochenta. Un fenémeno muy simi- lar estA sucediendo en la actualidad, en contra de las mejores aspira- ciones de las reformas en curso. Las razones vienen a ser siempre las mismas: cuando los profesores a quienes se les ha negado el acceso a la formacién necesaria para Ievar a cabo una ensefianza de calidad se muestran incapaces de manejar modalidades complejas de ensefianza, los politicos y gestores vuelven la mirada hacia sus obsesiones regla- mentistas y simplificadoras, independientemente de que sean las mas idéneas ‘para lograr las metas que ellos mismos han declarado. El fra- caso de las reformas actuales es, si cabe, todavia mayor que en el pa- sado, pues la presién hacia el logro de rendimientos mds altos por un mayor numero de estudiantes, y los efectos perversos que pueden de- rivarse de no conseguirlos, comportan peligros sociales todavia mas inquietantes. 52 EL DERECHO DE APRENDER 4.3. EXPECTATIVAS, TEMORES Y SITUACION ACTUAL Desarrollar la capacidad de pensar de todos los estudiantes es un asunto diffcil, no sélo porque requiere una ensefianza estimulante sino también porque, desde muchos puntos de vista, es una actividad sub- versiva, Aun en el supuesto de que hubiera muchos profesores prepa- rados para ensefiar a pensar y alcanzar niveles altos de rendimiento, habrfa gente que pensaria que el hecho de que los jévenes tuvieran una mentalidad independiente serfa una amenaza para las reglas que go- biernan la vida social, y quizds algunos temerfan la alteracién del or- den social del que se benefician. Los grupos conservadores, que han hecho todo lo posible para hacer que fracasen este tipo de cambios en muchos estados, en ciertas ocasiones argumentan que ensefiar a los es- tudiantes capacidades propias del pensamiento critico puede socavar la autoridad de las familias. Y, cuando una comisién de Connecticut se pronunci6 a favor de la reforma escolar en 1995, hubo una reaccién fuerte por parte de los sectores sociales més acomodados contra la as- piracién a que «todos los nifios aprendan» y se les ensefiara de forma tal que pudieran alcanzar cotas altas de rendimiento. En el supuesto de que algo asf Ilegara a suceder, venfan a decir algunas de la familias mas pudientes, los nifios «ientos» terminarfan mezclados con los «brillan- tes» en las mismas aulas, y esto comportarfa consecuencias indesea- bles: o bien los nifios mds Jentos retrasarfan a los mas espabilados, o —lo que resultarfa acaso mds problemdtico— podrian competir con ellos en el acceso a universidades de élite, que son las que seleccionan para los trabajos de més nivel y estén resevadas a los aventajados. Aunque las preocupaciones de estos sectores respecto a los posibles efectos de aulas no segregadas por nivel pueden ser comprensi- bles, sus intereses en el mantenimiento del acceso selectivo a los be- neficios de una buena educaci6n va frontalmente en contra del cora- z6n de las metas de la escuela y las condiciones cambiantes de la so- ciedad. La retérica democratica y los supuestos de la meritocracia han descansado durante mucho tiempo sobre la ficcién de que todo el mundo tiene acceso a una buena educacién. En realidad, aunque estuviera lejos de lo ideal, Ja existencia de una mala educacién para la mayoria de los estudiantes no era un problema social serio cuan- do muchos de los trabajos poco cualificados ofrecian salarios acep- tables a quienes los desempefiaban. Sin embargo, hoy constituye un problema diferente, pues Ja mayorfa de los trabajos demanda una competencia mayor. Los sectores de clase media, donde cada vez es mayor la competenicia por lograr puestos de trabajo mejor remune- rados y de alta cualificacién, han empezado a sentir el sindrome de los cangrejos-en-un-barril: las comunidades y las familias trepan para permanecer en la parte alta de un equilibrio precario, en lugar de ha- cer un esfuerzo por extender a todos los beneficios de una buena edu- EL DERECHO DE APRENDER 53 cacién, Esto no es siempre el resultado de una estrechez de miras. Sencillamente es més sencillo intentar agarrarse a lo que uno cree que tiene que imaginar lo que podria comportar la mejora del fun- cionamiento de una maquinaria tan grande, voluminosa, diffcil de manejar, y pobremente comprendida, como es el sistema educativo publico de EE.UU. Por todas estas razones, la educacién verdaderamente democratica es algo raro y esta desigualmente distribuida. Aunque las influencias de las reformas progresistas han suavizado las barreras educativas, apenas han provocado incidencias significativas en las experiencias es- colares de Ja mayoria de los estudiantes. Las criticas recientes en este sentido, tanto de los investigadores como de los mismos estudiantes, se parecen asombrosamente. Denuncian la prevalencia de un sistema que persigue gestionar los centros escolares de forma simplista y efi- ciente estableciendo relaciones impersonales, curriculos superficiales y una ensefianza rutinaria. Tomadas en conjunto, estas pautas desbor- dan, e incluso cercenan, las mejores intenciones y esfuerzos de los su- jetos implicados en la educacién (Boyer, 1983; Goodlad, 1984; Sizer, 1984). Los problemas estructurales del tamafio de los centros, la bu- rocratizacién y la fragmentacién exacerban las enormes limitaciones de una pedagogia sin espiritu y mediocre. Un alumno que abandoné un centro de educacién obligatoria, por lo demas bien reputado, de la ciudad de Nueva York decfa lo siguiente: D Hubo una época en que la escuela fue importante para mf. Me gusta- ba sacar buenas notas y que mis padres estuvieran orgullosos de mf. [Pero en la secundaria] nunca me senti parte de la escuela. No importaba si es- taba allf o no. Los profesores no tenfan ninguna disposicién a mostrarse flexibles en su ensefianza y permitir a los estudiantes hacer las cosas ‘de otra manera. Los profesores simplemente me dejaban de lado, probable- mente por que yo era espafiol. La escuela tenia demasiadas reglas esttipi- das que no eran realistas. Sentfa que me ignoraban como si no fuera im- portante (Carrajat, 1995). Otro, que también habfa dejado el mismo centro, nos ofrece un andlisis que podria suscribir cualquier teérico de las organizaciones: Habfa aprobado todo cuando decidf abandonar, pero nadie intenté de- tenerme. A nadie le importaba [...] Ninguno de los orientadores me pres- t6 atencién. Las clases eran demasiado grandes para que los estudiantes pudieran aprender. Los estudiantes deberian tener un contacto mas pro- longado con cada uno de sus profesores. Si pudieran tener los mismos profesores a lo largo de toda su secundaria, esto les permitirfa conocerles mejor [...] Ninguna escuela secundaria deberfa tener mds de cuatrocien- tos estudiantes como mucho, y deberfa estar en una misma planta. ¢Quién necesita siete pisos en una escuela? (Carrajat, 1995). 54 EL DERECHO DE APRENDER Otro alumno de un centro de secundaria de California lo expresa de manera mas sucinta: «este lugar dafia mi espfritu» (Poplin y Weeres, 1992, p. 11). De su punto de vista se hacfa’eco un directivo del centro, que denunciaba el triste dilema de los profesores preocupados por in- tentar hacer que una organizacién disfuncional sirva a sus alumnos: «Si, en efecto, mi espfritu también se ve dafiado cuando tengo que ha- cet cosas en las que no creo» (Poplin y Weeres, p. 23). El estudio de Poplin y Weeres sobre los centros de California mostré que «Los pro- fesores se perciben a si mismos como gente preocupada por cuidar de Ja juventud, y se metieron en la ensefianza para darle algo valioso. En- contraban dificil explicar cémo era, posible que su atencién hubiera perdido de vista a los estudiantes. Se sentian presionados para acabar el temario, satisfacer las exigencias burocraticas, y denunciaban que les pedian demasiados cometidos no directamente relacionados con los estudiantes y el trabajo del aula. Estaban convencidos de que el tama- fio de sus clases y el ntimero de estudiantes que tenfan que ver cada dia, especialmente en los centros de secundaria obligatoria, les hacfan muy diffcil prestarles una verdadera atencién personal» (pp. 21-22). La investigacién, y la observacién cotidiana, nos dicen una y otra vez que en la mayoria de los centros organizados burocraticamente los estudiantes se sienten alejados de los profesores, que tienen poco tiem- po para prestarles atencién, a menos que sean ostentosamente «bri- lantes» 0 «probleméticos». Los profesores, a su vez, se sienten ajenos a los directivos y gestores, que tampoco tienen tiempo para ellos, a no ser que sus problemas toquen cuestiones de orden Jaboral, o afecten al cumplimiento de las reglamentaciones curziculares, sobre todo en lo qué atafie al papeleo. De este modo, todo el mundo se siente una vic- tima «del sistema», que-est4 obsesionado por las formalidades y pro- cedimientos, mientras los profesores, los estudiantes, e incluso los ges- tores, deberfan dedicarse mutuamente mucho més de su tiempo, y, desde luego, centrar todos sus ésfuerzos en el aprendizaje. 5. Los fracasos de nuestro sistema escolar en la educacién para la democracia La escuela burocratica que se creé en los inicios del siglo xx no se organiz6, por desgracia, ni para el desarrollo intelectual ni para res- ponder a los sujetos particulares. Cuando EE.UU. fue abandonando una economfa agricola para incorporarse a una de manufactura, los esfuerzos destinados a construir un sistema, que estaba compuesto de miles de edificios escolares de una sola aula y eran gestionados sin or- den ni concierto, adoptaron las entonces famosas tecnologias de pro- duccién en cadena para procesar en grupo Ja inmensa cantidad de es- tudiantes que llegaban en masa a las escuelas. EL DERECHO DE APRENDER 55 5.1. Los EFECTOS DEL MODELO FABRIL om Al igual que las industrias manufactureras, las escuelas se desarrolla- ron como organizaciones basadas en la especializacién de funciones y én Ja gestiéi mediante procedimientos cuidadosamente prescritos y disefia- dos para obtener productos estandarizados. Fundamentada en la gestién racionalista, en el poder de las reglas para dirigir la conducta humana, en la capacidad de los gestores para descubrir e-implantar procedimien- tos uniformes en orden a obtener los resultados previstos, la politica edu- cativa del siglo xx ha dado por supuesto que la mejora continuada del di- sefio de las directrices del trabajo escolar —contenidos a estudiar, libros de texto, instrumentos de evaluacién y sistemas de gestién— podria pro- vocar el aprendizaje de los estudiantes. Los profesores bien preparados no formaban parte de esa légica, pues el modelo burocratico asumia que las decisiones importantes debfan ser tomadas por otros, situados en los niveles altos de la jerarqufa, y debfan serles transmitidas y mandadas en forma de reglas y paquetes curriculares. Las inversiones en el aprendi- zaje de los profesores en este pais han sido, por lo tanto, pequefias, si las comparamos con las de otros paises y Jas de otras profesiones. En la época de la educacién obligatoria y de la inmigracién a gran escala se disefiaron grandes escuelas departamentalizadas segtin gra- dos y la edad de los alumnos, pensadas para «procesar» de manera efi- ciente grandes masas de nifios. Su misién era, en principio, educar bien a todos los estudiantes. Unos pocos, sin embargo, eran seleccio- nados y educados para el trabajo que requerfa capacidades mentales, pero la mayorfa de ellos era preparada y socializada para desempefiar puestos de trabajo que sdlo requerirfan tareas simples y disposiciones tales como la puntualidad y Ja obediencia. El aprendizaje memoristico satisfacta estos objetivos de la primera parte del siglo xx, y todavia pre- domina en las escuelas de hoy, reforzado por disefios curriculares ce- rrados y libros de texto, tests estandarizados y referidos a habilidades de bajo nivel cognitivo, y, asimismo, por los persistentes déficit de in- suficiente en Ja formacién rigurosa del profesorado. La estructura y organizacién escolar dispuesta para poner en funcio- namiento esta concepcién de la ensefianza y del aprendizaje es explicita- mente impersonal. Los estudiantes se mueven a lo largo de una cinta transportadora de curso en curso, y de un periodo de clase al siguiente, y van siendo impartidas lecciones que han de ensefiarse sucesivamente. Apenas hay posibilidades de conocerlos debidamente en perfodos cor- tos e insuficientes de tiempo, de modo que resulta casi imposible que los adultos que trabajan con ellos Ileguen a tratarlos como personas to- tales y con una inteligencia que se encuentra en proceso de desarrollo. Los profesores de secundaria pueden ver ciento cincuenta o més estu- . diantes al dia, y son incapaces de conocer bien'a ninguno de ellos en particular o a sus familias. Entre los inicios y finales de curso, los profe- 56 EL DERECHO DE APRENDER sores de ensefianza primaria disponen de apenas siete u ocho meses rea- Jes con sus estudiantes antes de pasdrselos a otro profesor, que empe- zara de nuevo.a intentar conocerlos. Generalmente trabajan de manera aislada, con poco tiempo para planificar juntos o para compartir su co- nocimiento con otros. También los estudiantes suelen trabajar de forma pasiva e individual, escuchando lecciones, memorizando hechos y algo- ritmos, y realizando un trabajo independiente en pupitres separados. En 4reas urbanas, esas escuelas del modelo fabril tienden a ser gran- des almacenes, edificios para 3.000 o més estudiantes, con una organi- zaci6n a la que le interesa més el control y la conducta que el desarro- Ilo del sentido de comunidad. Con una taquilla como tnico punto de contacto estable, un horario que les hace pasar ante siete a diez profe- sores sobrecargados de trabajo, y un orientador que pelea para descu- brir cémo responder a las necesidades «personales» de varios cientos de estudiantes, los adolescentes que deseen establecer vinculos sélidos tienen en realidad poco a Jo gue vincularse. Las escuelas, internamen- te muy estratificadas y, en general, bastante deshumanizadas, sori am- bientes a menudo hostiles, donde el «ir tirando» acaba por ser lo im- portante, pues el «afan de conocer» resulta imposible. Los adultos ven limitada su capacidad de respuesta adecuada a los estudiantes, ya que las estructuras del modelo de fAbrica les ofrece poco control sobre la mayorfa de ellos, a los que sdlo pueden ver de una manera superficial. itIncluso las escuelas de las areas residenciales, aunque con frecuen- cia son lugares mds «agradables» y est4n bien financiadas, no suelen ser viveros de provocacién intelectual. Tal y como Theodore Sizer (1984) advirtié tras visitar algunas docenas de estos centros, «excepto en situaciones de entrenamiento o de actividades extraescolares, tales como el atletismo, el teatro o las clases de comercio, apenas hay opor- tunidades de sostener una conversacién entre el estudiante y el profe- sor, El modo habitual de interaccién se reduce a una o dos frases... El didlogo brilla por su ausencia, y, como resultado, la posibilidad que tie- nen los profesores de provocar ideas en los estudiantes de manera 16- gica y sistemdtica es bastante limitada. Debido a las prisas y a lo ati- borrado del dia escolar, eso apenas puede suceder. Uno debe inferir que comprobar detenidamente lo que piensan los estudiantes no es una prioridad importante» (p. 87). 5.2, Los RESULTADOS DE LA EDUCACION AL FINAL DE LA CADENA El resultado de un sistema como éste es que la educacién no pre- para a los estudiantes para la comprensi6n, ni provoca el trabajo inte- lectual reflexivo. Segtin ia Evaluacién Nacional del Progreso de los Alumnos (Centro Nacional de Estadisticas Educativas, NCES, 1994c), en 1992, por ejemplo: EL DERECHO DE APRENDER 57 — Sélo el 43 % de los estudiantes de secundaria de 17 afios podian Jeer y comprender material como el que se les habfa presentado en su nivel escolar, y tan s6lo el 7 % podria sintetizarlo y apren- der a partir de materiales de lectura especializados. — Menos de la mitad era capaz de evaluar los procedimientos 0 los resultados segtin la metodologfa propia de un estudio cientffico, y apenas el 10 % sabfa extraer conclusiones usando: conoci- miento cientifico preciso. — Tan sédlo el 36 % era capaz de escribir suficientemente bien a la hora de comunicar sus ideas, y sdlo el 2 % lo hacfa de forma su- ficientemente elaborada. — Sélo el 7 % podria usar el algebra bdsica para resolver proble- mas mateméaticos que incluyeran mas de un paso. Estos indicadores muestran sélo-una mejora modesta respecto a los de afios anteriores (ver, por ejemplo, Servicio de Evaluacién Edu- cativa, ETS, 19892). Pocos estudiantes, sin embargo, demuestran las habilidades que son necesarias para moverse con facilidad por los ve- ricuetos de la sociedad actual. Las comparaciones internacionales de los resultados de los estudiantes en matematicas y ciencias nos di- cen algo similar. Los estudiantes de EE.UU. de quinto curso tienden a puntuar aproximadamente en la mediana de otros patfses, algo por debajo de la media en octavo grado, y bastante por debajo en rela- cién con la mayoria de otros paises industrializados en el duodéci- mo grado, especialmente en tareas que requieran un pensamiento de alto nivel y la capacidad de resolver problemas (McKnight et al., 1987; Asociacién Internacional para la Evaluacién del Rendimiento Escolar, IAEEA, 1988). Incluso cuando EE.UU. llevé a cabo un estu- dio internacional propio para descartar el posible efecto sesgado de tales resultados respecto a nuestra orientacién curricular, nuestros alumnos de 13 y 17 afios aparecieron al final, tanto en matematicas como en ciencias (ETS, 1989b). El Tercer Estudio Internacional so- bre Matematicas y Ciencias, publicado en 1996, demostré que los es- tudiantes de octavo grado de EE,UU. puntuaban cerca de la media- na de 41 paises, por debajo de la mayoria de los paises europeos y asidticos, y justo por encima de las naciones en vias de desarrollo. Nuestros resultados eran un poco mejor en ciencias. Estos andlisis han mostrado que, en contraste con la ensefanza de los paises que puntuan mas alto, la ensefianza en EE.UU. esta dominada por el libro de texto, las clases magistrales y las explicacio- nes en la pizarra por parte de los profesores, seguidas de trabajo in- dividual, sin apenas trabajo cooperativo, ni trabajo en ei laboratorio, ni uso de recursos tales como ordenadores, calculadoras o manipu- lativos. Los investigadores sefialan que estas «estrategias orientadas al aprendizaje memoristico» reflejan una perspectiva segtin la cual, 58 EL DERECHO DE APRENDER «el aprendizaje para la mayoria de los estudiantes deberia ser algo pasivo; los profesores transmiten el conocimiento a los estudiantes, quienes lo reciben y recuerdan sobre todo en Ja forma en la que les fue transmitido... A la vista de esto, apenas resulta sorprendente que el logro de nuestros estudiantes tienda a ser mas alto en aquellas pruebas que tratan de comprobar la aplicacién de procedimientos memoristicos» (McKnight e al., 1987, p. 81). En una revisién bastante amplia de resultados de evaluaci6n, Sted- man (1996) advierte que, ademas de estos datos preocupantes en re- lacion con Jas matemiaticas y las ciencias, «la historia y las clases de ciudadania estan dominadas por los libros de texto, tests, preguntas de respuesta corta, y encuestas. Es raro encontrar estudiantes que es- tén trabajando en grupo o escribiendo ensayos largos sobre ciertos te- mas. La ensefianza de la escritura en las escuelas es también limitada y se centra en sus aspectos mds mecdnicos. Sdlo la cuarta parte de los estudiantes de octavo grado declara que sus profesores emplean mAs de una hora a la semana en asuntos relacionados con la escritura... Lo que podemos apreciar, en suma, es que, particularmente en los cursos superiores de la escuela secundaria, a los estudiantes se les invita con frecuencia a no implicarse, el trabajo de los profesores todavia re- cuerda el modelo fabril de la ensefianza, y la actividad intelectual sue- le ser bastante pobre». aTa 5.3, LA ENSENANZA OLVIDADA EI fracaso del sistema educativo de EE.UU. para promover una en- sefianza de calidad ha costado un precio muy alto. Durante la mayor parte de este siglo se pensé que serfa posible mejorar el aprendizaje mediante prescripciones detalladas de los modos de ensefiar: un curri- culum fuertemente prescrito, libros de texto y materiales curriculares a prueba de profesores, la generalizacién de examenes, y un esquema de toma de decisiones cuidadosamente restringido. El problema de un enfoque como éste es que, aunque las pol{ticas puedan parecer uni- formes, los estudiantes no son sujetos que puedan estandarizarse ni en sus ritmos ni en sus procesos de aprendizaje. La tendencia a prescri- bir practicas, algo que se consideraba deseable desde argumentos es- tadfsticos, ha desviado la atencién de lo que realmente puede funcio- nar con los alumnos, y la ha concentrado en un «enfoque mas preo- cupado por la transmisién que por el logro del aprendizaje... y m4s por la provisién de ensefianza que por una educacion efectiva para todos los estudiantes» (Raywid, 1990, p. 162). Ademiés, el supuesto de que las practicas docentes pueden ser re- guladas mediante sistemas de procedimientos bien establecidos ha creado una burocracia sofisticada en e] disefio y gestion de directri- EL DERECHO DE APRENDER, 59 ces escolares, lo que es un ejercicio manifiesto de inutilidad-La ya vieja obsesién, que ha pervivido a lo largo de todo este siglo en EE.UU., de invertir mds en el disefio de organizaciones escolares al- tamente especializadas y en la supervision de la ensefianza que en el empefio de formar a profesores sensatos y capaces de tomar deci- siones responsables por si mismos, ha creado un sistema escolar que fracasa estrepitosamente en las tareas y propésitos esenciales de la ensefianza. Y, por afiadidura, detrae los recursos destinados a las au- las para utilizarlos en el apoyo a funciones que son periféricas res- pecto a la ensefianza. En pocas palabras, aunque el sistema que hemos heredado logré cumplir hace ya varias décadas una meta perseguida durante tiempo, es decir, la creacién de una estructura para proporcionar educacién basica sobre e] supuesto de una escolarizacién universal, no estd or- ganizado para alcanzar las metas mds ambiciosas de una ensefianza intelectual y socialmente relevante. Ademés, las evaluaciones inter- nacionales revelan que, en general, las escuelas de EE.UU., no sélo ofrecen una ensefianza menos racional y producen niveles de logro més bajos que las escuelas de muchos otros pafses, sino que también utilizan procedimientos administrativos mas fuertes, y provocan ma- yores desigualdades educativas, si nos comparamos con los paises in- dustrializados y prestamos atencién a los gastos escolares, la oferta curricular y la calidad de ensefianza (McKnight et al., 1987; ETS, 1989b; OECD, 1995). La idea de contratar profesores mal pagados e intentar dirigir su trabajo con todo detalle ha demostrado ser un pacto de Fausto, que ha creado una constante escasez de individuos competentes, en especial en campos como las matemiaticas y las ciencias, y una gran superes- tructura de supervisores, especialistas, y otras personas no docentes, para llevar a cabo la ensefianza y tratar los problemas del aprendizaje provocados por la falta de inversion en la formacién de los profesores. (Comisi6n Nacional para la Ensefianza y el Futuro de América, NCTAF, 1996). A comienzos de los 90, el sistema educativo de EE.UU. gastaba s6lo e] 33 % de sus fondos en los salarios de sus profesores, y s6lo.un poco mas de la mitad, el 53 %, en la ensefianza (Centro Nacional de Estadisticas Educativas, 1995a, tablas 72,77, 161); en esa época con- traté a mas personal administrativo y no docente que cualquier otro pafs industrializado (OECD, 1995). Muchos patses europeos y asidticos han adoptado un modelo mas profesional, de modo que se presta mayor atencién a la preparacién de sus profesores, éstos reciben buenos apoyos y son los responsables de la mayorfa de las decisiones escolares. Debido a que se contratan mds profesores, disponen de més tiempo para planificar y aprender juntos. Y debido a que disfrutan de un tiempo mas prolongado con sus alumnos, son més efectivos en una ensefianza de alto nivel. Ademds, 60. EL DERECHO DE APRENDER la mayorfa de estos pafses financian a las escuelas de manera centra- lizada e igualitaria, mientras que en EE.UU. se continua gastando mas de 10 veces en la educacién de algunos que lo que se gasta en la edu- cacién de otros (ETS, 1989a; 1991). Las comunidades de EE.UU. tie- nen algunas de las mejores escuelas de todo el mundo, pero también tienen algunas de las peores. Por todas estas razones, al tiempo que se exige a todos los nifios que asistan a la escuela por ley, no se les garantiza el derecho a un profesor debidamente cualificado. Mas del 25 % de los docentes con- tratados cada afio en la ensefianza no estén los suficientemente pre- parados ni titulados para su trabajo (NCTAF, 1996). Y estos profeso- res, que no estén bien preparados, se adscriben, en primer lugar, a centros y aulas donde hay que ensefiar a la mayoria de los alumnos educativamente mas vulnerables (Darling-Hammond, 1988; 1992; Oa- kes, 1990). En sus maneras de gestionar la clase tienden a ser mas au- tocrdticos, no estan capacitados para desarrollar estrategias variadas de instruccién ni para identificar los estilos y necesidades de apren- dizaje de Jos nifios y adaptar sus decisiones diddcticas a los mismos, y sus reacciones més habituales son las de culpar a los estudiantes cuando fracasan en los aprendizajes (Darling-Hammond, 1992). Estas manifestaciones flagrantes de incompetencia docente justifican, a continuaci6n, la contratacién de legiones de supervisores y especialis- tas, encargados de elaborar sistemas de direccién e inspeccién del quehacer de los docentes que no infunden confianza en que vayan a adoptar las decisiones pertinentes, y de este modo se fortalece y per- petua el ciclo de la burocratizacién de la ensefianza. Este esquema de distribucién de recursos podria ser justificable si provocara el aprendizaje de los estudiantes. Desgraciadamente, no es asf. El esfuerzo dedicado a regular las escuelas de manera cada vez més agresiva, simplemente sustrae dinero de los fondos destinados a la ensefianza y el aprendizaje, que podrian ser aplicados a contratar a profesores mejor capacitados, y a dotarles de mds tiempo para la planificacién, menos carga docente, asi como de materiales didacticos mas actualizados. A medida que un modelo de ese tipo fue convir- tiéndose en la regla bésica para gestionar la educaci6n a lo largo del siglo xx, el nimero de estudiantes mal atendidos ha ido en aumento. Progresivamente han sido mds los alumnos a quienes se les han ne- gado profesores bien preparados, pues los fondos necesarios para ello se han desviado hacia otros fines. Sus necesidades educativas no han sido satisfechas por el molde de las prescripciones administrativas que han garantizado que se Jes ensefie pero no que efectivamente aprendan, lo que es algo bien distinto. * EL DERECHO DE APRENDER 61 6. gSon realmente necesarias las reformas? ute Podria decirse que los americanos siempre estan poniendo a punto sus escuelas. Cada década surge un conjunto nuevo de modas (con fre- cuencia, ideas recicladas con nuevos nombres), tales como las nuevas matemiaticas, la vuelta a lo basico, el método de proyecto, el horario por médulos, la gestién por objetivos o la financiacién basada en la es- cuela. Habitualmente se pide a las escuelas que las adopten, como una serie de propuestas pasajeras y aisladas, pegadas sin més a las viejas estructuras, Por lo general, suelen ser mal recibidas y rapidamente re- chazadas. Las escuelas tienden a masticar y escupir reformas mal di- geridas. Esto provoca una disposicién dentro de los centros segun la cual, est consolidada la idea de que, sea cual fuere una nueva idea o innovacién, «también pasar4 como otras», e, incluso, que las cosas no pueden ser de otro modo. A pesar de todo el bullicio de la educacién actual, mucha gente se pregunta si las escuelas de EE.UU. no son ya Jo suficientemente buenas, y si toda la retérica de las reformas no es sino un montén de exageraciones. Muchos otros temen que el cambio afecte a los patrones familiares. Incluso los promotores de los cambios se percatan de que la tarea es extremadamente diffcil, y sienten tenta- ciones de abandonar. As{ pues, a mediada que se torna mas evidente la dificultad de promover cambios que valgan la pena, la cuestién sobre si verdaderamente deberfamos preocuparnos por ello, cada vez. esta con més fuerza en el ambiente. No todo el mundo piensa, por Jo tanto, que la reforma de la edu- cacién sea algo necesario. En primer lugar, hay fundamentalistas que celebran la tradicién, y entienden que si las escuelas se dedicaran sin més a lo bAsico {escribir y leer, y las cuatro reglas), todo irfa mejor. A ellos se pueden sumar los que defienden que, ciertamente, las es- cuelas han de mejorar, pero que eso debiera consistir en subir los nive- les, lo cual supondria hacer mds duro y riguroso lo que siempre se ha venido haciendo (Hirsch, 1996; Agenda Piiblica, 1994). Lo que se re- quiere para ello es mds disciplina, mas atencién a las materias clasicas, mas orden y limpieza. Este punto de vista parece estar provocado, en el fondo, por el miedo a un cambio radical y la fe que lo acompafia en. el sentido de que, al fin, los métodos «comprobados y verdaderos» terminardn por funcionar. La defensa a ultranza de més de lo mismo, sin embargo, no cuenta con el respaldo de la investigacién sobre escuelas eficaces. Pero, como muestran las encuestas de opinién, goza del apoyo sentimen- tal de una gran parte del publico. Y, por supuesto, es un sentimien- to que de vez en cuando se reaviva por-parte de ciertos sectores en- cargados de manipular y tergiversar esas opiniones. Por ejemplo, la Agenda Publica (1994) daba cuenta de que «la gente rechaza la idea de que el trabajo escolar haya de ser organizado a la medida de Jos 62 EL DERECHO DE APRENDER intereses y preferencias de los jévenes» (p. 21), y llegaba a esta con- clusién a partir de una encuesta en la que se planteaba la pregunta de si «las escuelas ‘deberfan usar el lenguaje de la calle para ensefiar a los chicos del centro de las ciudades», una cuestién que, como es facil de advertir, resulta mas apropiada para despertar prejuicios ra- ciales que preocupaciones pedagégicas. Otra de las conclusiones de la misma encuesta, en la que se podia ver con claridad que mds de 90 % de las familias y el publico en general querfan que las escuelas hicieran un aprendizaje mas interesante para los estudiantes, fue ig- norada en el informe que los autores entregaron a la prensa. E] men- saje de quienes tienen miedo de las reformas es que la vuelta a «los valores que el tiempo ha consagrado», como la memorizacién de re- sultados aritméticos, el: deletreo de palabras, el orden rigido y el mantenimiento de los cursos tradicionales, la separaci6n por niveles y los programas especiales,,es lo que harfa que las cosas funciona- ran como es debido. En segundo lugar, hay quienes coinciden en que las escuelas pu- blicas estan, ciertamente, en baja forma. Su respuesta, no obstante, no va en la direccién de reformar el sistema sino en la de crear salidas alternativas como los cheques escolares y la financiacién publica dé aquellos centros que permitan a los alumnos escapar de los publicos. Algunos de los defensores de esta opcién creen que la competitividad por.si sola sera suficiente para provocar Ja calidad escolar (Chubb y Moe, 1990). Concretamente, la parte de su razonamiento que dice que Jas escuelas privadas triunfan invariablemente alli donde las escuelas publicas fracasan es algo que las evidencias disponibles descartan de forma radical. Cuando se toman en consideracién los factores am- bientales de los estudiantes, los alumnos que asisten a escuelas publi- cas rinden igual o mejor que los de centros privados, y esto es asi a pesar del hecho de que estos tiltimos tienen la facultad de seleccionar a sus estudiantes de acuerdo con criterios de capacidad y conducta, asi como segun los niveles de ingresos de sus familias (Mullis, Jenkins y Johnson, 1994). Afiadamos que Jas escuelas privadas que tienen ma- yores cotas de éxito con una gama bastante amplia de estudiantes (no élites) muestran caracterfsticas organizativas que también pueden apreciarse en muchas de las escuelas pttblicas que logran lo mismo, a saber, un nucleo curricular bien articulado, una organizaci6n com- partida y valores comunes, y otras similares. Pero, por desgracia, ni todas las escuelas privadas ni todas las publicas tienen estas caracte- risticas, y suponer que sera precisamente la presién del mercado lo que llegar a provocarlas est4 muy lejos de haber sido demostrado (Lee, Bryk y Smith, 1993). De hecho, en los sectores escolares de for- macién técnica, donde abundan iniciativas escolares basadas en el afan de lucro y rentabilidad, la evidencia disponible sugiere que la ca- Jidad de su educacién es muy desigual y, a menudo, mucho peor que EL DERECHO DE APRENDER 63 la del sector publico (Kagan y Newton, 1989; Shanker, 1990).“za%pri- vatizaci6n por sf sola no es una respuesta suficiente al problema de la baja calidad. Otros proponen la alternativa de potenciar la libre eleccién de la es- cuela ptiblica. Aunque la eleccién es ciertamente mejor que la. coer- cién, como cimiento para la educacién publica, quienes sostienen sen- satamente esta medida saben perfectamente que la libre eleccién ino es suficiente. Antonio Alvarado, el superintendente del distrito escolar de la ciudad de Nueva York, cuyo famoso plan de eleccién de escuela pu- blica en el Distrito de la Comunidad n.° 4 estimulé Ja creaci6n de es- cuelas-de éxito, advierte que otras muchas del distrito permanecieron, a pesar de tal medida, ajenas al éxito educativo, principalmente por- que sus profesores y directores carecfan del conocimiento y destreza necesarias para acometer los cambios educativos fundamentales. En sus esfuerzos actuales en el Distrito de la Comunidad n.° 2, Alvarado esta concentrando toda la inversi6n disponible en la formacién y el de- sarrollo ‘del profesorado, pues ha Jlegado al convencimiento de que construir la capacidad de los profesores y de los directores es la clave para mejorar las escuelas. El] aumento sostenido a partir de entonces de los rendimientos escolares del distrito tienden a corroborar que su apreciacién es la correcta (Elmore, en prensa). A menos que las’ polfti- cas de libre eleccién vayan acompafiadas de politicas que proporcio- nen de manera general profesores excelentés y escuelas bien disefiadas, no contribuiran a qué la gran mayoria de los estudiantes pueda tener acceso a las plazas limitadas que desearfan poder elegir. Y, por su- puesto, tampoco mejorardn las escuelas que no funcionen adecuada- mente, que seguirdn necesitando desesperadamente apoyos y ayuda. Las escuelas «cooperativas» (charter) son, quizds, una de las pa- naceas més recientes. Estén exoneradas del seguimiento rigido de normativas oficiales, de modo que pueden crear nuevas opciones exactamente igual que las escuelas alternativas de los afios 60. Aun- que esta modalidad de centros puede ser util desde la perspectiva de crear pequeiias «islas de cambio», es poco probable que supongan al- guna contribucién apreciable a la transformacién necesaria del siste- ma. Las miles de escuelas experimentales y alternativas, creadas con mérgenes de movimiento especiales en cada época de reformas ante- riores, terminaron por desaparecer con la misma facilidad que habfan sido fundadas, porque los politicos hicieron poco para cambiar el sis- tema como un todo, es decir, la mejora sustancial y generalizada de la formacién del profesorado, la redistribucién de los recursos finan- cieros y la revisién o abolicién de las reglas de juego que caracteri- zaban las escuelas «normales». Algunos estudios recientes sobre estas escuelas en California y Minnesota han demostrado que han tenido escasa o nula incidencia en la mejora de los distritos escolares que las fundaron y apoyaron (Buechler, 1996). Si la experiencia del pasa- 64 EL DERECHO DE APRENDER do ha de servir como orientacién, las estrategias que descansan so- bre la competitividad entre centros, sin aumentar la capacidad del sistema para ofrecer una buena educacién, pueden tener, como mu- cho, algunos efectos particulares en la mejora de Ja educacién sélo para unos pocos, y, segtin parece, de corta duracién. Finalmente, hay algunos que sostienen que el sistema educativo americano esté funcionando lo mejor que puede, y, desde luengo, me- jor que nunca. En una defensa apasionada de la educacién publica, David Berliner y Bruce Biddle (1995) sugieren que la presién refor- mista actual se basa, en gran medida, sobre la conciencia de una «cri- sis manufacturada». Coincido con ellos en que el problema no reside en que nuestras escuelas de ahora sean peores que las de los «buenos tiempos». En realidad, funcionan como siempre Jo hicieron para la amplia mayorfa de los alumnos: se han ido elevando los niveles de graduacién a lo largo del siglo, también los de alfabetizacién basica, y hay muchos ms estudiantes que pueden acceder a una mayor va- riedad de oportunidades educativas en los niveles secundarios y post- secundarios. Ademas, las escuelas publicas son mucho més inclusivas y diversas que en los cincuenta, cuando casi la mitad de todos los j6- venes de 17 afios abandonaban la escolaridad. La mayoria de los es- tudiantes que constituyen el eje de atencién de los programas espe- ciales en las escuelas de hoy, ni siquiera asistfan a las escuelas enton- ces. Los alumnos discapacitados regularmente eran excluidos de la es- colarizacién; un gran ntimero de afroamericanos, latinos y nativos americanos, eran relegados a sistemas segregados pobremente finan- ciados, o hasta se les prohibia frontalmente el acceso. Los estudiantes que no hablaban inglés se manejaban como pod{fan, o sencillamente terminaban por abandonar. Y puede reconocerse incluso que los profesores de EE.UU. trabajan en un ambiente social menos favorable que sus colegas de otros paises industrializados, que tienen niveles mucho més bajos de pobreza, mor- talidad y abuso infantil, y un apoyo mayor en materia de salud, bie- nestar y educaci6én infantil. Una porcién creciente de los nifios de EE.UU. {casi uno de cada cuatro) vive ahora en situacién de pobreza; muchos lIlegan a la escuela hambrientos, sin vacunar y asustados por Ja violencia que les rodea. La mayorfa vive en un hogar monoparental, al menos durante alguna de las etapas de su crecimiento. Nifios que sufren en sus entornos una variedad de tensiones y conflictos famitia- res y comunitarios estan presentes, en realidad, en la mayorfa de las aulas. Los que defienden, por lo tanto, a nuestras escuelas de hoy es- tan en Jo cierto al sefialar que «el acoso» a las mismas no resuelve los problemas importantes que se refieren a la distribucién desigual de la riqueza, a las condiciones insalubres para el bienestar de !os nifios, la violencia social] 0 los prejuicios que inundan como una plaga la so- ciedad en que vivimos. EL DERECHO DE APRENDER 65 Berliner y Biddle argumentan que los estudiantes de EE.UU. son tan buenos como los de cualquier otra parte del mundo, una vez que se toma en consideracién a aquellos que muestran menos desigualdades educativas y que ofrecen a la mayoria de sus niiios oportunidades mis interesantes para aprender. Aquellos de nuestros alumnos a quie- nes se le ofrecen materiales y contenidos de calidad, en matematicas © ciencias, por ejemplo, aprenden tan bien como la mayorfa de los estudiantes de otros paises donde tales posibilidades est4n al alcance de la mayorfa (Westbury, 1992). En nuestro caso, sin embargo, esto ocurre més tarde en el proceso de escolarizacién, y se ofrece a un nu- mero reducido de sujetos. Y, qué duda cabe, la calidad de la ense- fianza es algo decisivo. As{, por ejemplo, el rendimiento en la lectura en EE.UU. es mejor que en matematicas si se compara con otros pai- ses. Esto es especialmente cierto en los primeros grados (Elley, 1992), y cabe atribuirlo a avances recientes en conocimientos sobre el apren- dizaje de la lectura, asf como a la formacién generalizada que se ha facilitado a los profesores de primaria en relaci6n con su ensefianza. Por contraste, mds del 30 % de los profesores de matemiticas de se- cundaria carece de formacién espectffica sobre la ensefianza de este contenido, En algunos estados, incluso, mas del 60 % de los profeso- res de matematicas no son especialistas en esta 4rea de conocimien- to (Comisién Nacional para la Ensefianza y el Futuro de América, NCTAF, 1996). La formacién del profesorado esta relacionada estrechamente con lo que aprenden los estudiantes. Por ejemplo: los estudiantes de es- tados que exhiben altos niveles de rendimiento, como Iowa, Minne- sota y Dakota del Norte, estan al mismo nivel en matematicas que los de aquellos paises de niveles m4s altos como Corea y Japén, mientras que los de estados como Alabama, Louisiana y Mississippi, cuyos rendimientos son mas bajos, estan situados en la cola de la relacién, junto a naciones como Jordania (véase la figura 1.1). Resulta intere- sante constatar que los estados cuyos alumnos puntuan alto, apenas establecen normas estrictas para la educacién, y ninguno de ellos dis- pone de un sistema de evaluacién generalizado. Los tres citados, sin embargo, han promovido comités de estandares profesionales para los profesores, han creado sistemas rigurosos para su formacién y acreditacién, y esta prohibido que los distritos contraten a profesores que no tengan la titulacién necesaria. Los estados con rendimientos mas bajos, por el contrario, disponen de muchas reglamentaciones escolares, evalitan a sus alumnos con frecuencia, pero no han pres- tado atenci6n a los estandares de Ja formacién del profesorado y con- tratan cada afio a un gran numero de ellos que no estan cualificados (NCTAF, 1996). 66 EL DERECHO DE APRENDER Participacién estados de la Unién Participacion patses extranjeros 285 Taiwan Towa, Dakota del Norte Corea Minnesota 280 Unién Soviética, Suiza Maine, New Hampshire Nebraska, Wisconsin -——] Hungrfa 275 Idaho, Utha, Wyoming Connectitut |—| Francia __ Colorado, Massachusetts Nueva Jersey, Pennsylvania Missouri | 270 | Canad& Indiana Irlanda, Escocia Israel, Italia | Michigan, Ohio, Oklahoma, Virginia Nueva York Estovenia Arizona, Rhode Island | 265 Maryland, Texas Espafia Delaware Kentucky California, California del Sur Florida, Georgia, Nuevo México Carolina del N., Tennessee, Virginia de! O. Hawai Te Arkansas | 255 Alabama 250 Loiisiana Mississippi Jordania 245 Fic. 1.1. Puntuacién media del rendimiento en matemdticas, en pruebas apli- cadas a alumnos de trece afios. Las puntuaciones corresponden a 1991 o 1992. Algunos estados como Alaska, Ilinois, Kansas, Montana, Nevada, Oregén, Dakota del Sur, Vermont y Washington, no participaron. Tampoco se documenta el Decreto de Columbia. El rendimiento en matemdticas se distribuye en un ran- go que va de 0 a 500. Una puntuacién de 250 equivale a rendimientos en opera- ciones numéricas y solucién de problemas sencillos; la de 300 se refiere a resul- tados en procedimientos de complejidad mediana y razonamiento. Fuente: U. 8. Department of Education, 1993, pp. 56-57; citada por Berliner y Biddle, 1995, p. 61. EL DERECHO DE APRENDER 67 En esas disparidades est4 el meollo de la cuestién. Si todas las es- cuelas de EE.UU. funcionaran tan bien como lo hacen las mejores, no habria necesidad de un cambio sistemtico. No es que los profesores y los estudiantes de EE.UU. no puedan tener éxito si se les apoyara como es debido; lo que ocurre es que el sistema, sencillamente no apoya como debiera a la mayorfa de ellos. Esta es la crisis real de la educa- cién americana. Como concluye Sizer (1984): «es sorprendente que tan pocas criticas se atrevan a desafiar el sistema. En términos absolutos, el aprendizaje que incluso es capaz de demostrar un estudiante de éxi- to después de mds de 12.000 horas en las aulas es llamativamente re- ducido. Cuando se contempla la energfa, el compromiso y la calidad de tanta gente que trabaja en los centros se empieza a pensar que la res- ponsabilidad reside en otro lugar. La gente es mejor que las estructu- ras. Por lo tanto, las estructuras deben ser el problema» (p..209). E] problema fundamental, en ultimo extremo, es que hemos Ileva- do el sistema actual al limite a que podia llegar, y ya no puede dar mas de sf. Si nos interesan todos los estudiantes y el destino de la sociedad en su conjunto, no podemos ignorar los problemas reales, ni dedicar- nos a buscar férmulas para sortear el sistema actual. Tenemos la obli- gacién de recrearlo de forma tal que devuelva las posibilidades de cam- bio a la gran mayoria de nuestros centros escolares. 7. Los retos que han de afrontar las escuelas En la década anterior y la actual se han puesto en marcha dindmi- cas de reformas, no sélo en las escuelas de EE.UU. sino en las de todas las partes del mundo. Por los cambios tecnoldgicos y econémicos que estén haciendo de la vida diaria y el empleo algo mucho mas complejo, y provocando emigraciones impresionantes por todo el planeta, practi- camente todas las sociedades tienen el imperative de educar a pobla- ciones mas diversas y asegurar niveles mas altos de capacidad a mayor numero de ciudadanos. En la prdctica totalidad de los casos, las nue- vas demandas estan recayendo sobre instituciones educativas disefiadas hace un siglo, y precisamente para atender otros propdsitos. Los siste- mas escolares y sus instituciones han de responder a complejos retos sociales y econémicos que otras instituciones apenas han empezado tan s6lo a reconocer, y que no suelen afrontar de manera adecuada. 7.1, EL RETO ECONOMICO La cuestidn no es si las personas que trabajan en la educacién lo ha- cen tan bien como pueden en estas circunstancias —aunque la mayoria seguramente lo hace— sino si el sisterna vigente de escolarizacién les 68 EL DERECHO DE APRENDER permite educar de tal manera que sea posible alcanzar las nuevas metas sociales, econémicas y humanas. El aprendizaje que ofrecen nuestros centros es adecuado para satisfacer las demandas de hoy y de mafiana? Algunos entienden que Ja economia de EE.UU., que ha experimentado recientemente un alto grado de crecimiento en el sector de los servicios (tradicionalmente leno de trabajos de baja cualificacién), esta mds que adecuadamente servida por el sistema educativo actual (Berliner y Bid- le, 1995, p. 100; Mishel y Teixeira, 1991). Sin embargo, muchos otros ad- vierten que la reestructuracién del trabajo hoy en dia demanda niveles més altos de capacidad, incluso para los empleados del sector de los servicios (Berliner y Bidle, 1995, p. 238; Murname y Levy, 1996a). Los términos del debate estan cambiando rapidamente. Entre 1992 y 1995, por ejemplo, la proporcién del salario de los nuevos trabajos que requerfan altos niveles de cualificacién, sobre el ingreso medio na- cional, aumenté del 22 al 45 % (Dobrzynski, 1996). La mayor parte de ellos se localiza en el sector de los servicios, pero hay que incluir pues- tos laborales que van desde la contabilidad al procesamiento de datos. Como ha sefialado algun andlisis, «para responder a toda esta deman- da, muchos americanos... sencillamente no tienen la educacién o las capacidades exigidas por trabajos de calidad. Algunos se han empo- brecido casi de por vida, otros son trabajadores de cuello blanco y azul que perdieron sus trabajos bien remunerados por reducciones de plantilla en sus empresas, aunque otros nuevos empleos se estaban creando en otras partes. Han sido incapaces, sin embargo, de encon- trar un empleo con una paga y beneficios comparables a los anteriores» (Dobrzynski, 1996, pp. 3-1). Peter Drucker (1994) sefiala que el ascenso y decadencia de la cla- se de «cuello azul», entre el afio 1950 y el afio 2000, es mas répido que el de cualquier otra época de la historia de la humanidad. Aunque representaban la mitad de todos los trabajos a mitad de si- glo, el empleo de «cuello azul» decaer4 aproximadamente hasta sdlo un 10 % del total del empleo en EE.UU. al final de éste. Las perso- nas que en su dfa podian conseguir altos salarios por formas ruti- narias de trabajo seran incapaces ahora de cambiarse a otras que re- quieran mas capacidades intelectuales e interpersonales, que son precisamente fas que la nueva economia estd ofreciendo, y que re- quieren mayor capacidad de tomar iniciativas y organizarse el tra- bajo con otros, afrontar problemas nuevos, utilizar tecnologias, asi como niveles altos de alfabetizacién basica y capacidades matemiati- cas. «La gran mayoria de los nuevos trabajos requiere cualificacio- nes que un trabajador industrial no posee y para cuya adquisicién se halla pobremente equipado. Exigen una base sélida de educacion formal y la capacidad de adquirir y aplicar conocimiento teérico y analitico. Asimismo, demandan una actitud diferente hacia el traba- jo y una mentalidad también distinta. Sobre todo, una disposicion EL DERECHO DE APRENDER 69 favorable al aprendizaje continuo. Por lo tanto, los trabajadores in- dustriales, a su pesar, no podran cambiarse con facilidad al sector de los servicios con su bagaje de conocimientos disponibles, ni del mis- mo modo que lo hicieron los granjeros y los trabajadores domésti- cos que se desplazaron en su momento hacia el sector industrial» (Drucker, 1986, p. 62), Murname y Levy (19964) consideran que el logro de esas capacida- des se ha ido convirtiendo bruscamente en el predictor mds importan- te de empleo y salario, y la demanda de las mismas ha creado dispari- dades crecientes entre los salarios de los que sdlo tienen el grado de secundaria y los licenciados o diplomados, con un claro proceso de dis- minucién del de los primeros a medida que se incrementa el de los tti- mos. Estudios longitudinales de graduados de educacién secundaria ponen de manifiesto que, incluso entre sujetos que tienen los mismos titulos, los que disponen de més altos niveles de capacidad, también al- canzan mayores cotas de ingresos. Las encuestas a los empresarios in- dican que desde la entrada inicial al empleo se espera de Jos trabaja- dores que demuestren un alto grado de dominio de las habilidades ba- sicas, que estén alfabetizados tecnolégicamente y que sean capaces de planificar y supervisar una parte importante del propio trabajo. Por lo demas, hay previsiones en el] sentido de que los trabajos que requieren capacidades técnicas y conocimiento representaran en torno a la mitad de todos los que se ofrezcan hacia el afio 2010. Y el rapido ritmo de cambio econémico significa que la mayorfa de tra- bajadores necesitar4 cambiar de ocupacién al menos dos o tres ve- ces durante sus vidas (Drucker, !994; Hudson Institute, 1987). Estas nuevas condiciones significan que los resultados tradicionales de nuestro sistema educativo —éxito académico para algunos y fracaso para la mayorfa— son ahora mds problematicos que en el pasado. ° En contraste con lo que sucedia sélo hace veinte anos, hay pocos tra- bajos en molinos y fabricas donde poder colocar a la mayorfa de los sujetos que no hayan alcanzado el éxito escolar. Los que abandonan Ja secundaria antes de graduarse, por ejemplo, tienen menos de un tercio de posibilidades de encontrar trabajo y, en el caso de encon- trarlo, lo normal es que su salario sea menos de la mitad de lo que habrian ganado hace veinte afios (William T. Grant Foundation, 1988). Cada vez mds se estan convirtiendo en una subclase, que va en aumento y est4 excluida de los procesos productivos de la socie- dad. Y los jévenes y adultos de clase obrera que son tan sélo prepa- rados para trabajos en trance de desaparicién, o que ya han desapa- recido en el] pasado reciente, estan al borde de la movilidad social descendente. Estos cambios estan provocando miedos legitimos so- bre el futuro de la sociedad, asf como conflictos crecientes entre ra- zas y clases sociales. 70 EL DERECHO DE APRENDER 7.2, EL RETO HUMANO Y SOCIAL Debido a que la economia no puede absorber por mds tiempo y con salarios dignos a muchos de los trabajadores no cualificados, la falta de educacién cada vez esté mds asociada al crimen y a la delincuen- cia. A medida que las escuelas de California han experimentado recor- tes sucesivos durante la ultima década, la poblacion reclusa del estado ha aumentado en mas del 600 %. Mas de la mitad de la poblacién pre- sa adulta tiene niveles de alfabetizacién que est4n por debajo de los re- queridos por el mercado del trabajo (Barton y Coley, 1996), y cerca del 40 % de los delincuentes juveniles tiene discapacidades de aprendiza- je para las cuales hay remedio, que no fueron diagnosticadas ni trata- das convenientemente en sus escuelas (Gemignani, 1994). En toda la nacién, a medida que la poblacién pobre crece mds, y una subclase cada vez mas grande desconfia de poder participar del suefio america- no, nuestra incapacidad para invertir en las escuelas que puedan crear oportunidades de vida adecuadas para la gente arrostrar4 consecuen- cias devastadoras, y cada vez mayores, no sélo para algunos ciudada- nos en particular, sino también para toda la sociedad en su conjunto. Ademis de una realidad industrial sometida a cambios acelerados, EE.UU, esta experimentando cambios demogrdficos importantes que comportaran altos niveles de productividad y, por afiadidura, un me- nor nimero de trabajadores. En 1950, por ejemplo, habfa dieciséis tra- bajadores por cada persona en la seguridad social; para el afio 2010 sdlo habré tres (Administraci6n de la Seguridad Social, 1996). Si no to- dos los trabajadores potenciales son productivos, la cohesién social de nuestra nacién se tambalearé. El crecimiento de la poblacién de EE.UU. y su potencial para la re- generacién social radica, sin embargo, fundamentalmente en los inmi- grantes y la gente de color, que constituiran el 40 % de Ja poblacién del sistema escolar publico, y m4s de un tercio de la fuerza de trabajo total en el afio 2000 (Hudson Institute, 1987). Una parte importante del futuro de esta nacién dependera de su capacidad de acoger y potenciar los talentos de aquellos que han luchado durante tanto tiempo por una oportunidad educativa. Hacer frente a este reto de la América del siglo xxi no sera simple- mente una cuestién relativa a mejorar la ensefianza de los contenidos académicos en las escuelas, asunto en el que que ahora estdn fraca- sando, aunque eso es ciertamente importante. Reparar el tejido social dariado que cada vez enfrenta mas a unos contra otros requiere pro- mover un didlogo social integrador y adecuado para que todos los in- dividuos ileguen a comprender distintas realidades, experiencias y puntos de vista. Esto significa que hemos de pensar en una educacién no s6lo para la democracia, en el sentido de tener en cuenta las nece- sidades de los estudiantes y su capacitacién para un buen oficio y el EL DERECHO D) papel de ciudadanos, sino en una (Glickman, en prensa), 0 lo que es | porcione a los estudiantes la capa participando de modo efectivo en APRENDER 71 lucacion en st misma democrdtica mismo, una educacién que pro- idad de una comprensién social, iuna comunidad plural, hablando juntos, tomando decisiones, y esforz4ndose por entender multiples puntos de vista. La mayorfa de nuestros centros; que es dificil aprender una cultura bien, son ejemplos de formas autori tratificacién social, tanto si consider! sf, como si observamos lo que ocut mo centro. Dos tercios de los estu sin embargo, son lugares en los democratica. Con frecuencia, mas arias y coercitivas de control y es- mos a los centros escolares entre e dentro de los niveles de un mis- diantes pertenecientes a minorias, por ejemplo, acuden todavia hoy de manera predominante a escuclas exclusivas para ellas (Orfield, Monfort y Aaron, 1989), y, de tos restan- tes, otros dos tercios estan segregad! ofrecen una experiencia educativa| mente diferente en la forma, la func} picia a los alumnos adscritos a lo: Esta experiencia escolar es un pa\ nuestros nifios y jévenes para la pai democraticos, asi como también pai con éxito a los requisitos de la vida] Si EE.UU. desea mantener una di cativo necesitard cultivar el sentido btisqueda mas ambiciosa del desarro manas. Las escuelas necesitaran de: lentos imposibles de predeterminar ci provocar «aquellas condiciones en la: lbs en los niveles mas bajos que les desigual y separada, cualitativa- én y el contenido de la que se pro- niveles altos (Oaks, 1985, 1990). tte fracaso en la preparacién de ‘icipaci6n plena como ciudadanos ‘a que sean capaces de enfrentarse econémica contemporanea. ocracia saludable, su sistema edu- le la vida:social compartida y una Io pleno de las potencialidades hu- lar conocimientos, destrezas y ta- n antelacién, pues est4n llamadas a que la gente pueda llegar a ser ella misma» (Greene, 1984, p. 4), reconocerse y actuar como en realidad son, con sus pasiones, sus talentos y sus dones, con lo que les preocupa y cémo quieren aportar cosas a los demas en el mundo. La complejidad social creciente también reclama ciudadanos capa- ces de comprender y evaluar problemas y alternativas, asf como de ges- tionar asuntos sociales complicados. Como Thomas Jefferson com- prendio acertadamente, la inteligencia popular emparejada con la toma de decisiones democratica p' porciona la mejor proteccién con- tra la tirania. En respuesta a la famosa afirmacién de Alexander Ha- milton: «jLa gente, sefior, es una stia!», Jefferson argumenté que la educaci6n capacitaria a Ja gente para tomar buenas decisiones. La mi- sién fundamental de la educacién publica, que no es otra que el desa- rrollo de una poblacién inteligente| y de una inteligencia popular, re- quiere que todos los individuos tengan acceso a una buena educacién, que les prepare para debatir y decidir entre diferentes ideas, sopesar el bien comin y el individual y elabotar juicios que contribuyan a soste- ner las instituciones e ideales democraticos. 72 EL DERECHO DE APRENDER La educacién, finalmente, tiene que contribuir al crecimiento de personas humanas y decentes, capaces de apreciar a los otros, y para eso las escuelas han de cultivar el aprendizaje de aquellas cosas que realmente significan e importan a los sujetos que las habitan. La edu- cacién debiera ser una fuente que nutra al espiritu, asi como también un medio para lograr Ja comprensié6n, procurando obviar tantas for- mas de ensefianza corriente que, por desgracia, la cercenan y desani- man para alcanzarla. Una escolarizacién tediosa y coercitiva genera frustraciones que, antes o después, saldran a la superficie en forma de autodesprecio, desesperacién 0 violencia contra los otros. Sin embar- go, cuando se establecen relaciones auténticas entre los estudiantes y los profesores, y se persigue la busqueda de logros significativos, las posibilidades de desarrollar disposiciones favorables hacia el apendi- zaje de por vida y establecer vinculos positivos con los demas se am- plian hasta limites inimaginables. 8. Crear el derecho de aprender Asegurar el derecho de aprender a todos los nifios en los términos contemplados por los nuevos estandares educativos que la sociedad de hoy demanda exige un cambio drAstico en Ja ensefianza, mucho mas profundo que lo que supone ensefar més. hechos y temas de los libros de texto. El mismo concepto de ensefianza ha de cambiar. Los profe- sores habran de ir mucho més alla de la mera transmisién de infor- macién, de los exAmenes al uso y las calificaciones. Necesitaran saber cémo hacer propuestas ambiciosas para el trabajo escolar, encamina- das a lograr niveles de rendimiento més efectivos, al tiempo que apro- vechar los distintos puntos de partida de los estudiantes y sus estilos de aprendizaje. Y, para apoyar este nuevo tipo de ensefianza, las mis- mas escuelas deberan organizarse de otras maneras. Si nuestros centros han de ser entendidos como espacios de crea- cién de un aprendizaje serio ‘deben incrementar ampliamente los esti- mulos y oportunidades intelectuales que provean, y perseguir mucho més que hasta la fecha el verdadero desarrollo de la comprensién y de la competencia (Cohen, Mclaughlin y Talbert, 1993; Gardner, 1991). Si logran centrarse mas en el proceso de aprendizaje, también pondran al sujeto que aprende en el primer plano, esto es, se organizaran inten- cionalmente para satisfacer diferentes necesidades, asi personales como cognitivas, que tienen sus raices en las experiencias distintas de cada estudiante, en sus talentos y estilos de aprendizaje, en sus entornos so- ciales, lingiifsticos y realidades familiares, asi como en las creencias que los estudiantes albergan respecto a si mismos y lo que la escuela signi- fica para ellos. Todo ello supone un cambio importante, radical. Habra que transitar desde un modelo selectivo, «que se define por una varia- EL DERECHO DE] APRENDER 73 bilidad minima de las condiciones de japrendizaje», y en el que «apenas hay disponible una escasa serie de opciones instructivas y un rango muy limitado de formas de demostrar|el éxito», hacia otro modelo adap- tado y flexible en el que «el ambiente educativo pueda proporcionar una amplia gama de oportunidades de éxito» (Glaser, 1990, pp. 16-17). Para alcanzar ese horizonte, los profesores deben saber c6mo pien- san sus estudiantes, y también qué és lo que saben. Necesitan un co- nocimiento profundo de los contenidos que ensefian y un amplio re- pertorio de estrategias de ensefianza,|combinado con un conocimiento preciso del crecimiento de los estudiantes, de su experiencia y su desa- rrollo (Piaget, 1970; Berliner, 1986;|Shulman, 1987; Carter y Doyle, 1987). También necesitaran que los fentros en los que trabajen estén organizados para prestar la atencidn|debida a los estudiantes, promo- ver relaciones personales y estimular sus mismos procesos de aprendi- zaje como docentes. La investigacién educativa de las ultimas décadas ha puesto de manifiesto, incluso con reiteracién, que los centros que consiguen alcanzar altos logros de competencia intelectual con sus alumnos, asi como también desarrollar el sentido de comunidad, com- parten nueve caracteristicas sobre las que me detendré en el capftulo | tercero: un aprendizaje activo y profiindo organizado en torno a metas comunes, un enfoque que valora el rendimiento auténtico, la atencién esmerada al desarrollo de sus estudiantes, una valoracién positiva de la diversidad, el aprendizaje cooperativo entre alumnos, una perspectiva de conjunto sostenida por todo el certtro, estructuras idéneas para pres- tar atencién personal a los alumnos| compromisos con el aprendizaje democr4tico y conexiones con la familia y la comunidad. Aunque todavia son una minorfa} cada vez hay mas centros escola- res, integrados en redes como la Coalicién por las Buenas Escuelas, el Programa de Desarrollo de los Centros, la Red Nacional para la Reno- vacién Educativa, las Escuelas Aceleradoras u otros, que han acometi- do dindmicas de reestructuracién en muchos de los aspectos que se contemplan en este libro. E] propésito comtin y fundamental de todas estas iniciativas es la profundizac en la democracia, es decir, con- juntar esfuerzos educativos encai dos a potenciar la busqueda de la igualdad educativa, creando para ello entornos escolares humanos ¢ intelectualmente retadores, y comunidades plurales para el aprendiza- je de todos los estudiantes norteaméricanos. 9. Los fundamentos del derecho de aprender: un nuevo paradigma para la politica educativa La investigacién ha comenzado a documentar que los centros que han acometido dindmicas serias de teestructuraci6n estén logrando ni- veles mAs altos de aprendizaje relevante y retador con una gama de es- 74 EL DERECHO DE APRENDER tudiantes mds amplia que nunca. Tales éxitos, en muchos casos sor- prendentes, han tenido lugar en centros urbanos, areas residenciales y zonas rurales (Elmore y Associados, 1990: Darling-Hamonnd, Ancess y Falk, 1995; Fine, 1994; Lee y Smith, 1994; Lieberman, 1995; Newman y Wehlage, 1995). Cada vez est4 mas claro que las escuelas normales pueden tener éxito de manera extraordinaria cuando son capaces de centrar su trabajo sobre las necesidades de los estudiantes en lugar de sobre las demandas burocraticas. Reestructurar la educacién es una tarea ciertamente dificil, pero no imposible. Todavia, sin embargo, no recibe el apoyo del entorno politico que serfa preciso. Por eso, suele ocurrir de forma excepcional, en situaciones especiales consentidas, y generalmente al margen del sistema. La reestructuracién de los centros educativos, asf, estA operando sobre la base de una permanente ten- sién con las administraciones y agencias del Estado que supervisan todo con un sistema de reglamentaciones.de otra época y que obede- ce a una visién diferente de la educacién. Pasar de varios miles de escuelas de éxito a casi cien mil es el reto mds importante que tenemos ante nosotros. Para triunfar, necesitare- mos una infraestructura educativa que ha de ser la contribucién de po- liticas que apoyen una ensefianza y aprendizaje de calidad, organiza- ciones escolares mas efectivas, oportunidades para una formacién y aprendizaje profesional poderoso por parte del profesorado, recursos que permitan la posibilidad de nuevas practicas pedagégicas. Los re- formadores de la educacié6n no debieran permitirse el mas minimo ti- tubeo en llevar a cabo una nueva forma de hacer que contribuya al sur- gimiento de nuevas escuelas. Dewey lo comprendié cuando ya decfa en 1902: «es facil caer en la tendencia de hablar sobre las organizaciones- mecanicas y la administracién escolar como algo externo y ajeno a los propésitos ¢ ideales educativos». Sin embargo, asuntos tales como «la clasificacién de los alumnos, el modo en que se toman las decisiones, la manera en que la maquinaria instructiva recae sobre las espaldas de los alumnos, son los que controlan el sistema como un todo» (citado en Tyack, 1974, p. 197). Una educacién progresista y de calidad exige no sélo profesores com- prometidos con los cambios en sus aulas. También reclama un conjun- to de condiciones sistémicas, entre las que necesariamente hay que incluir la formacién rigurosa del profesorado y la organizacién de los centros de forma que faciliten relaciones personales estrechas, que los po- Ifticos y gestores de la educacién de principios de siglo no alcanzaron a comprender ni a creer en su importancia. Los reformadores escolares se han ofuscado en sortear el sistema, y, sin embargo, son los mecanismos que estan profundamente arraigados en la organizacién escolar del sis- tema los que tienden a obstruir la posibilidad generalizada de cambios valiosos. Esas mismas estructuras matarén cualquier nueva reforma hasta tanto no sea radicalmente transformado el sistema como tal. EL DERECHO DE APRENDER 75 El éxito previsible de los actualés intentos de reforma va a depen- der, en definitiva, del grado en que las politicas educativas persistan en reforzar atin m4s:un enfoque burocrdtico, enfatizando la estandariza- ci6n y la regulacién externa de las practicas, o, por el contrario, opten. por otro alternativo, fundamentalmente profesionalizador, centrado en equipar a los profesores del conocimiento y competencias que necesi- tan para ensefiar de manera adecuada y tomar decisiones bien justifi- cadas. Por mds que alguien se empejie en «definir los procedimien- tos eficaces», as{ nunca se conseguiré mejorar el aprendizaje a gran escala. Como explica Benveniste: «Si las reglas y las rutinas.funcio- nan bien cuando las tareas son predecibles, invariables y son bien comprendidas, entonces puede recurrirse a ellas de manera generali- zada. Sin embargo, cuando las tareas son variadas e impredecibles, cuando el aprendizaje haya de ser el eje a la hora de configurar las tareas, o cuando se requiera adaptabilidad, la discrecién y la con- fianza deben reemplazar a las rutinas. En estos casos es cuando los profesionales dentro de las organizaciones cobran su verdadera im- portancia.., En un entorno incierto y una situacién incierta respecto a las tareas, el profesional ha de poseer el conocimiento y la expe- riencia necesarios para actuar de manera independiente. Es él quien ha de buscar soluciones, determinar qué alternativas adoptar y desa- rrollar nuevos enfoques» (1987, p. 256). Esta alternativa sélo es: via- ble, sin embargo, en el supuesto de que los profesores tengan el co- nocimiento neceario para actuar responsablemente y la oportunidad. de buscar soluciones a los problemas de la practica que carecen de respuestas tinicas. Los profesores que trabajan en centros reestructurados hablan elo- cuentemente sobre cémo la oportunidad de expandir su propio apren- dizaje y crear practicas adaptativas ha marcado la diferencia en rela- cién con su ensefianza y sus estudiantes: Ser un miembro del grupo de investigacién sobre la practica ha sido la experiencia de aprendizaje m4s reconfortante de toda mi carrera como profesor [...] No importa los problemas que surjan en la ensefianza. Ja- mis tendré que resolverlos solo [...] Los miembros de mi equipo han es- tado en mi aula, entendido qué es lo que estoy haciendo y si¢mpre estén ahf para ayudarme, {un profesor de la Nueva Escuela de Suncook, del Oeste de Maine, citado en Goldsberry et al., 1995, p. 138). Adecuar la ensefianza al nivel de cada uno de los alurnnos, créame, le- va mucho tiempo, pero una vez que lo intentas y ves cémo funciona, y te percatas que te divierte incluso ensefiar, sencillamente lo aceptas. Empie- zaS a pensar en la ensefianza como una carrera y no simplemente como un oficio (un profesor de la Escuela Wheeler, en. Jefferson Country, Ken- tucky, citado en Whitford y Gaus, 1995, p. 34). 76 EL DERECHO DE APRENDER Las politicas que apoyen decidamente el aprendizaje profesional de los profesores seran las que marquen una diferencia sustancial en todo lo que concierne al éxito de los estudiantes. Pero averiguar qué tipo de polfticas ser4 preciso para apoyar una ensefianza capaz de afrontar las metas de hoy y las emergentes, que son nuevas y dife- rentes para los estudiantes, no es tan simple. Los retos de la sociedad’ actual provocan interrogantes diffciles de responder por parte de los profesores, y también por los polfticos y gestores, en tanto que agen- tes encargados de asumir la responsabilidad de construir una escue- la democratica. ¢Qué significa, en realidad, ensefiar a todos los nifios de acuerdo con estdndares altos de aprendizaje, tan cacareados por los polfticos, ya los que se les pide a los profesores que se ajusten? ¢Cuéles son las implicaciones educativas reales de una declaracién de reformas tan ambiciosa como que «todos los nifios pueden apren- der»? cQué tipo de practicas de ensefianza son precisas para estimu- lar el aprendizaje de la comprensién profunda, las habilidades de aplicacién del conocimiento, y, asimismo, los diferentes tipos de apren- dices? ¢Qué tipos de conocimientos y destrezas necesitan los profe- sores para desarrollar esas practicas? ¢Qué clase de organizacién escolar puede permitir que tal ensefianza llegue a ocurrir? ¢Cémo puede llevarse a cabo la reestructuracién escolar de manera que tam- bién potencie la comprensién transcultural y las posibilidades de co- operacién entre individuos y grupos? {Qué han de hacer nuestros po- Ifticos y nuestros centros de formacién docente para conseguir que todo esto sea posible? Estas son las cuestiones centrales a las que hay que responder para una reinvencién contempordanea de la educacién democratica, y sobre Jas que este libro intenta ofrecer algunas contribuciones. Existen al menos tres asuntos espinosos en la persecucién de una ensefianza ca- paz de provocar el derecho genuino de aprender. En primer lugar, la cuestién de cémo construir esta prdctica de ensefianza, que es mds compleja, en las aulas y las escuelas. Esta nueva practica debe gestio- nar la tensién que ciertamente existe entre un conjunto de expectativas comunes y altas respecto al aprendizaje y el reconocimiento de distin- tas rutas a través de las cuales los estudiantes desarrollen su inteli- gencia. Si se plantea bien, este proceso debiera también capacitar a los estudiantes para ir més alld de las expectativas comunes y desarrollar sus talentos particulares, de modo que se les permita «una excelencia configurada individualmente» (Gardner, 1991). Las otras dos cuestiones tienen que ver con la formacién del profe- sorado y su desarrollo, y con la politica educativa. ¢C6mo podemos crear las experiencias de aprendizaje que-mejor contribuyan a que los docentes ensefien de esa manera? ¢Y cémo desarrollar el marco de po- Iftica educativa que sea capaz de apoyarles en tal empefio? La cons- truccién de una educacién democratica requiere conocimiento intenso EL DERECHO DE APRENDER 77 y extenso por parte de todos los actores del sistema. No puede lograr- se mediante mandatos jerérquicamente establecidos 0 curriculos a prueba de profesores, como tantos de los empleados por las politicas de reforma a lo largo de este siglo. Para crear el tipo de escuelas a que me estoy refiriendo, los profesores han de saber mucho mas sobre el aprendizaje, la ensefianza, las organizaciones escolares y los cambios educativos, En los capitulos siguientes hablaré con mAs detalle de los funda- mentos de la politica y de la preparacién del profesorado que debe- ria sustentar una educacién democrdtica para todos los alumnos y alumnas. CaPiTuLo 2 LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA Tenemos ante nosotros Ja tarea de reestructurar la totalidad de nues- tro sistema educativo. No me refiero a hacer apafios. No me refiero a cam- bios graduales ni tampoco a reformas bienintencionadas. Se trata de re- estructurar totalmente nuestras escuelas [...] Las empresas de éxito han descartado las practicas arcaicas, pasadas de moda y completamente de- sacreditadas que todavia permanecen vivas en muchos de nuestros gran- des distritos escolares. Esos distritos estén organizados como una empre- sa de finales del siglo xix: de arriba abajo, la gestién atenta al control de las 6rdenes,! un sistema disefiado para ahogar la creatividad y el juicio in- dependiente. Davip Kearns, An Education Recovery Plan for America, 1988 Cuando los reformadores de finales del siglo x1x y comienzos del si- glo xx crearon las organizaciones burocraticas sobre las que se asientan las escuelas de hoy en dia tenfan en mente muchas metas plausibles. Con el fin de sustituir un conjunto de escuelas unitarias y apenas financiadas, que educaban a los nifios sin orden ni concierto, con profesores sin for- macién y escasos materiales, confiaban en construir un sistema que po- drfa proporcionar un tratamiento igual y uniforme, con servicios estan- darizados y decisiones asentadas sobre reglas predeterminadas. Max Weber ([1946] 1978) describié la virtud fundamental de la burocracia como su capacidad «para especializar las funciones ad- ministrativas segtin consideraciones puramente objetivas... E] cum- plimiento objetivo de lo establecido significa, sobre todo, la ejecu- cién de las tareas segtin reglas calculadas «sin tener en cuenta a las personas» (p. 215). Desgraciadamente, es esta misma virtud la que ha hecho de la ensefianza y del aprendizaje algo tan dificil en las es- cuelas modernas. 1. Una cuestién basada en el control mediante érdenes. 80 EL DERECHO DE APRENDER El reto actual de crear estrategias que contribuyan a una ensefian- za apropiada a cada sujeto —necesaria para lograr altos niveles de éxi- to por parte de alumnos diversos— no fue el objetivo de las reformas del siglo pasado. Pretendian aplicar métodos de ensefianza «sin tener en cuenta a Jas personas», y lo consiguieron en gran medida. Su btis- queda del «mejor sistema posible» (Tyack, 1974) descansé sobre las técnicas de la gestion cientifica y modelos burocraticos de organiza- cién, bastante populares por entonces, que centralizaban la toma de decisiones, especializaban la gestién y funciones del personal, al tiem- po que desarrollaban sistemas precisos de reglas para dirigir la pro- duccién. Ademas de inspirarse en empresas y fabricas, tomaron cosas prestadas de las escuelas alemanas y prusianas de la época, donde se podia apreciar la existencia de procedimientos centralizados y muy es- tructurados como la agrupacién por edades y un curriculum lineal, bastante acordes con una concepcién del proceso educativo como si de una «cadena de montaje» se tratara. La imagen de una cinta transpor- tadora donde se colocaba a los estudiantes, mientras los profesores de- sarrollaban sobre ellos una serie predeterminada de operaciones, era una metdfora potente en términos de orden y eficiencia. Hoy, sin embargo, muchas de las personas dedicadas a la educacién tienen bastante claro que, si se entiende a las escuelas como cadenas de montaje, su capacidad de respuesta a las demandas que han de afrontar es radicalmente muy limitada. Como dice un profesor: «gCémo podemos ensefiar a los chicos de forma que lleguen a apren- der? No creo que la estructura educativa actual sea ya capaz de con- seguirlo. Es como intentar mover un buque de guerra con el motor de un remolcador» (citado en Poplin y Weeres, 1992, p. 40). Y parece que los esfuerzos sucesivos para perfeccionar la burocracia educativa sdélo han conseguido empeorar las cosas. En un estudio de casos que Arthur Wise y yo misma realizamos a principios de los 80,? los profesores de tres distritos escolares del Atlantico medio nos informaron de que los esfuerzos de los politicos por mejorar las escuelas mediante la pres- cripcién de procedimientos especfficos para guiar la prdctica de aula 2. Llevamos a cabo entrevistas en profundidad con 46 profesores, en 3 dis- tritos de 3 estados diferentes para conocer los efectos de las politicas en las practi- cas de los docentes. Los profesores fueron seleccionados al azar a partir de listas de todos los profesores de cada distrito proporcionadas por las asociaciones de pro- fesores, Todos aquellos con los que se contacté se mostraron de acuerdo en ser en- trevistados. La muestra se dividié entre profesores de primaria (47 %) y de secun- daria (53 %), estando representadas todas las dreas de conocimiento. El grupo era representativo de los profesores de Estados Unidos a principios de los 80, con una media de edad de-41 afios, y catorce de experiencia. Casi la mitad (47 %) tenia el ttulo de licenciado, (Una parte importante de esta investigacién se hace publica aqui por primera vez; ver también Darling-Hammond y Wise, 1985). LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 81 estaban afectando negativamente a la capacidad de los profesores para ensefiar correctamente. Cuando se les pregunté si habia algun tipo de politica apta para llevarlos a abandonar la profesién, la respuesta m4s frecuente no hacfa referencia a bajos salarios, a pobres condiciones de trabajo, ni a la falta de disciplina de los estudiantes 0 ni siquiera la fal- ta de financiacién. En lugar de esto, la respuesta mds citada fue el ex- ceso de regulacién administrativa respecto a los métodos de la ense- fianza, citada como la mayor amenaza contra su deseo de permanecer en la docencia. Los profesores albergaban el temor de que cualquier férmula que supusiera mayor burocratizacién de su trabajo les con- vertirfa en personas ineficaces, y contribuiria a eliminar las pocas sa- tisfacciones que quedan en Ja ensefianza. Como decfa un profesor: «La winica cosa que me haria abandonar la ensefianza es que en algtin mo- mento llegaran a informatizar todos estos objetivos y. nos obligaran a comprobar los informes de 38 chavales y 250 objetivos distintos. Creo que si llegara a suceder eso, abandonaria sin dudarlo, porque sentirfa que estaba pasando mds tiempo con informes que con los chavales».3 Para entender lo que es necesario cambiar en las escuelas de EE.UU. y las alternativas posibles es necesario, antes que nada, considerar cémo han Ilegado las escuelas a su estado actual, qué opciones se tomaron y en qué se apoyaron. Como ya sefialé en el capitulo primero, muchos otros paises han elegido rutas distintas, como, por ejemplo, invertir mucho mas en la preparacién de los profesores que obsesionarse en regulaciones ex- cesivas de la practica, crear escuelas mds pequefias y menos especializa- das, donde se presta mucha mds atencién a una ensefianza dirigida a las personas y menos ofuscada en los procedimientos. Otras realidades seran posibles si somos capaces de imaginar en qué podrfan consistir: Este capitulo estudia cémo las politicas del pasado produjeron és- cuelas burocrdticas y ensefianza en serie, y.cémo los errores habi- tuales de las escuelas de hoy en dia contintian vinculados a la buro- cratizacién de las mismas, tal como se aprecia aun en la influencia de concepciones conductistas del aprendizaje, controles desme- didos del aprendizaje y la practica de evaluaciones estereotipadas. Describo los resultados indeseables de este tipo de influencias y apun- * to hacia otras alternativas posibles y sus expresiones concretas. 1. La racionalizacién de la escuela La aplicacién de modelos de gestion cientifica a las escuelas de EE.UU. fue fruto de un entusiasmo desbordado por Ia eficiencia de los métodos de produccién en cadena de Henry Ford. De ese modo, se pre- 3. Salvo que se advierta de lo contrario, las citas de profesores que se refie- ren en este capitulo proceden de la investigacién que dirigf con Arthur Wise. 82 EL DERECHO DE APRENDER tendfa hacer de las escuelas medios mis eficientes para la obtencién de un producto cuya uniformidad y calidad pudiera ser programada me- diante procedimientos cuidadosamente determinados. Esto condujo a la adopcién paulatina de cursos y libros de texto para secuenciar la ense- fianza, de exAmenes para evaluar el dominio del curriculum, asf como la distribucién de los alumnos en distitintos grupos y grados. Se puso un gran énfasis en la preparacién de los estudiantes para el mundo de trabajo en las fabricas que vendria a continuacién. Los inspectores y los directores de los centros escolares asumfan que los habitos de puntuali- dad, regularidad, atencién y el silencio eran predictores eficaces del éxito futuro en la sociedad industrial de entonces (Harry y Doty, 1874, p. 14). En la mayorfa de las escuelas urbanas, se usaba el castigo con los que hablaban, se movian o simplemente no obedecfan; el fracaso se ci- fraba hasta el segundo e incluso tercer decimal; se hacia que los nifios se alinearan en filas. Raras veces se les permitia hacer preguntas; su trabajo consistfa en prdcticas repetitivas y memorizacién que no daban. lugar al pensamiento ni al andlisis. Helen Todd (1913) informé que mis del 80 % de los nifios que trabajaban en las fabricas preferfan las jornadas largas, sus ambientes sucios y el trabajo penoso a las condi- ciones que habjan experimentado en la escuela. Aunque las escuelas de hoy en dia estan menos militarizadas, arras- tran consigo algunas de las marcas de sus origenes fabriles. La frag- mentaci6n de las tareas escolares que pone el énfasis en la velocidad y en la limpieza, todavia vigente en la mayoria de las escuelas; el culto a las reglas, sean importantes 0 triviales, y la obsesién por las campanas o timbres, horarios y relojes, est muy arraigado en la cultura —ethos— de finales del siglo xrx en América, cuando se preparaba a los estu- diantes para trabajar en fabricas o en tareas predeterminadas que no requerian de ellos, para nada, la comprensién de lo que hacfan. 1.1. LA APLICACION DE LA GESTION CIENT{FICA A LA EDUCACION El advenimiento del sistema de Taylor en la década posterior a 1910 fue el mejor pretexto para justificar la separacién entre las responsa- bilidades de la nueva clase de gestores, a quien se le asignaba la fun- cién de pensar, y la de los ejecutores, limitados a realizar tareas ruti- narias siguiendo los procedimientos desarrollados por aquéllos. Frederick Taylor (1911) lo dijo asf de claro: «es necesario un tipo de hombre que planifique anticipadamente el trabajo y otro, completamente distinto, que lo ejecute» (pp. 37-38). EI sistema de Taylor establecié la mejor manera de’ hacer cual- quier trabajo organizAndolo de modo que cualquier trabajador pu- diera llevar a cabo una pequefia tarea muy repetitiva, exactamente de la misma manera, especificando 1a cantidad y-el tipo de trabajo LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 83 que debfa ser hecho por cada trabajador cada dia, y mediante un sis- tema de supervision en el que un capataz supervisaba cada una de las tareas. Este sistema también creé departamentos de planificacién para disefiar el trabajo, gestores y supervisores para coordinarlo, y administrativos para mantener registros de las entradas, salidas y pro- cedimientos. Aunque Taylor fue criticado por el hecho de que su sistema y plan de trabajo provocaba un numero considerable de gente improductiva, sus técnicas se difundieron ampliamente por las escuelas, dando asf lu- gar a la creacién de diversos sectores de personal no docente. En 1890, el tinico personal no docente de la mayorfa de los distritos era el inspector escolar. Hacia 1920, «habfa ya un universo de directores, ayudantes de directores, supervisores de materias especiales, directo- res de formacién profesional y de economfa doméstica, decanos, en- cargados de asistencia y administrativos, que no impartian ningtin tipo de ensefianza pero que se preocupaban de una forma u otra de man- tener e] sistema en funcionamiento» (Lynd y Lynd, 1929, p. 210). Hoy el personal no docente constituye mds de la mitad de la fuerza de tra- bajo de la educacién en EE.UU. (Organization for Economic Coopera- tion and Development, 1995). Se supone que deben disefiar, planificar y llevar a cabo el seguimiento del trabajo de los profesores, de quienes, sencillamente, se espera que hagan ese trabajo. x é 1.2, EL INTENTO DE PERFECCIONAR EL MODELO DE ESCUELA FACTORIA El andlisis de costes y eficiencia por parte de los expertos contribu- y6 a sustituir las escuelas pequefias y familiares por otras de dirnensio- nes enormes. William McAndrew, un inspector de Chicago, calculé que construir una escuela de 4.000 alumnos permitiria ahorrar 11,80 déla- res por alumno si se la comparaba con una de 2.500 (1926, p. 61). Aun- que diversos estudios posteriores demostraron que las disfunciones de los grandes centros impiden semejante ahorro (Public Education Association, 1992), la practica arquitecténica de grandes escuelas mantiene, incluso hoy, conceptos tan burdos como esos sobrecostes y eficiencias. El concepto de «escuela pelotén», que fue propuesto por por Wi- lliam Wirt en 1908, completé la reglamentacién escolar. Con la finali- dad de ahorrar espacios ‘mal utilizados y resolver la masificacién, disefié un sistema para que los estudiantes circularan por la escuela de unas clases a otras entre diferentes profesores, que habrian de ense- farles diferentes materias durante cortos periodos de tiempo. Bajo este sistema, los profesores comenzaron a ensefiar sdlo una materia, una y otra vez a lo largo del dia. Esta «maquinaria escolar mejorada», como Wirt la llamé, aligeré tanto los costes del espacio como también los de profesor por alumno. 84 EL DERECHO DE APRENDER Aunque la mayorfa de los administradores estaba encantada con el «plan pelotén», no sucedia lo mismo con muchos padres y profesores, que vefan de manera demasiado evidente que las largas filas de ni- fios, desfilando de clase en clase, parecian (en expresién de una ma- dre), «como cadenas de coches incompletos en la fabrica, moviéndose siempre hacia delante con un destornillador puesto o un tornillo por apretar mientras van circulando: estandarizados, mecdnicos, patéti- cos» (Haley, 1994, p. 28). Sin embargo, el plan «eliminaba gastos», y se difundié r4pidamente, hasta el punto de ser utilizado en la mayo- rfa de las escuelas como sigue sucediendo hasta la fecha. 1,3. EL NACIMIENTO DEL PAPELEO El control de la eficiencia de las organizaciones de forma siste- mitica requiere, desde luego, la creacién de oficinas de planifica- cién, y la contratacién de legiones de oficinistas. Pronto se inventa- ron sistemas para controlar la compra y otras funciones. Mejorados tales sistemas con impresos ad hoc que requerfan firmas por tri cado, «no sélo convirtieron el acto mas simple (por ejemplo, solici- tar una caja de tizas) en una operacién importante y complicada, sino que también fueron exponentes de una gran desconfianza hacia los profesores y los directores, al forzarles a registrar cada accion, y dando al oficinista el derecho a decidir si debieran facilitarse o no los pedidos» (Calahan, 1962: 173). En 1914, un inspector de la ciu- dad de Nueva York, William H. Maxvell, advirtié que si los profeso- res hacfan todo el trabajo administrativo que les pedian los expertos en eficiencia, «no tendrfan tiempo ni les quedarfa energfa para en- sefiars. Estos temores se han convertido abrumadoramente, desde entonces, en realidad. En muchos sistemas escolares de las grandes ciudades, tales proce- dimientos contindan funcionando exactamente del mismo modo que cuando se inventaron. Ahora, sin embargo, los impresos se cuentan por cientos y la solicitud del visto bueno paraliza con frecuencia cual- quier accién sensata, facilitando asf oportunidades de corrupcién sin fin para poder hacer las cosas. Como dijo Maxwell, se consumen enor- mes cantidades de tiempo del personal en informes de asistencia, re- traso, faltas a clase, ex4menes, gastos, obligaciones del personal, uso del tiempo, horas acumuladas, porcentajes de aprobados, porcentajes de promociones, planes de ensefianza individualizados, etc. Los profe- sores se quejan amargamente del tiempo de ensefianza que deben sa- crificar para alimentar el apetito insaciable de los administradores por . los informes. A pesar de que trabajaban en distintos distritos, los pro- fesores a quienes Art Wise y yo misma entrevistamos nos contaron his- torias como las siguientes: LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 85 Lo que resulta pesado es tener que gastar tantisimo tiempo rellenando papeles innecesarios que no me dejan hacer otras cosas para los estudian- tes [...] Entro a la escuela por la mafiana y algunos chicos quieren hablar conmigo, y cuando quiero darme cuenta, alguien me ha entregado ya un impreso para que lo rellene y lo devuelva antes de 15 minutos [...] Pienso que la cantidad tan tremenda de papeleo es verdaderamente innecesaria. Registrar notas, anotarlas en hojas informatizadas, llevar registro de la asistencia; todo ello resta tiempo al proceso real de ensefianza. Antes de terminar la clase, hay que cumplimentar aquf o all4 entre cinco o siete co- pias de tu asistencia. Podrfa hacerse una sola vez, entregarla en la secre- tarfa y realizar ah{ cuantas fuesen necesarias, en vez de tener que usar para eso un tiempo que debiera dedicar a ensefiar y planificar. Si pudiéramos conseguir que la administracién nos dejara solos y nos permitiera ensefiar, serfamos capaces de [...] Probablemente gastamos el 30 % o incluso més de nuestro tiempo haciendo papeleo. Gran parte de eso es completamente innecesario, y la otra podrfa hacerla un ayudante del profesor o una secretaria. Tiempo que podriamos y que debiéramos utilizar para ensefiar y que estamos empleando en el papeleo. Una paradoja que la mayoria de los polfticos y administradores to- davia no ha sabido apreciar en su totalidad se refiere a que la de- manda de papeleo que tiene como meta mejorar la rendicién de cuen- tas de los centros, en realidad afecta negativamente a la productivi- dad, en Ja medida en que resta tiempo a las funciones centrales de la escuela. En la ldgica de la gestién burocrdtica, a mayores preocupa- ciones por los logros de la escuela y de los estudiantes, mds tiempo dedicado a realizar informes sobre cada aspecto de la escolaridad, que son exigidos, ademds, por quienes estan lejos de las escuelas. Se abre asf un circulo vicioso: a medida que aumenta el papeleo reclamado de los profesores, de menos tiempo disponen para ensefiar; cuanto me- nos tiempo tienen para ensefiar, se provoca menos aprendizaje; cuan- to menos aprendizaje, m4s demanda de papeleo dirigida a asegurar que los profesores ensefien del modo y manera en que la burocracia insiste en que han de hacerlo. 1.4. LA CONSOLIDACION DEL CONTROL JERARQUICO La adopcién de la gestién cientifica también significé excluir de los procesos de toma de decisién a los miembros de Ja comunidad y a los pro- fesores. Tyack (1974) advierte al respecto que, aunque los inspectores escolares utilizaban a menudo el lenguaje de los «ingenieros sociales», en realidad estaban intentando reemplazar formas populares y direc- tas de participacién en la toma de decisiones descentralizada por los nuevos modelos burocrdticos de un sistema cerrado y «no polftico, 86 EL DERECHO DE APRENDER donde las directivas surgian de arriba hacia abajo, los informes ema- naban desde el final y cada paso del proceso educativo quedaba meti- culosamente prescrito» (p. 40). La imposicién de un esquema jeraérquico de toma de decisiones, asi sobre asuntos importantes como triviales, se torné todavia més facil por la feminizacién del profesorado. La estructura escolar, a modo de un cartén de huevos, encabezada por un administrador o director va- r6én, y compuesta fundamentalmente por personal femenino, fue idea- da por un educador de Boston, John Philbrick, cuyo modelo de centro contenfa 12 aulas constituidas por cincuenta y seis estudiantes y una profesora por aula. «Que el director se haga cargo de la supervisién ge- neral y el control de la totalidad —recomendaba Philbrick— y tenga un adjunto o subdirector, también varén, mds tantas profesoras femeni- nas como aulas.» (1856, p. 263). Esto fue el germen de lo que Tyack (1974, p. 45) llamé el «harén pedagégico», donde rige la subordinacién de las profesoras a las direétrices emanadas de quienes estan «por en- cima» de ellas. La feminizacién de la ensefianza redujo simultaneamente los sa- larios de los profesores y la libertad que se les debiera permitir para - ejercerla. Como a las mujeres se les pagaba menos que a los hombres, y muchas mostraban mejor disposicién a acatar las érdenes, los co- mités escolares comenzaron a contratarlas. En un libro utilizado con frecuencia para la formacién de las profesoras entre 1907 y 1930 se hacfa hincapié en la necesidad de una «obediencia no cuestionada» como la «primera regla del servicio eficiente» que corresponde a las profesoras (Bagley, 1910, p. 10). Hacia 1911, cuando mas del 70 % de los profesores eran mujeres, un estudio sefialaba que su predominio «se ha debido en parte al cardcter cambiante de la gestién de las es- cuelas publicas, a la especializacién del trabajo escolar, al emprobre- cimiento de la formacién y la versatilidad requerida de las profeso- ras, asf como a la disposicién de las mujeres a trabajar por menos que Jos hombres... [Casi] todos los puestos de trabajo de las escuelas graduadas han sido copados por mujeres; los hombres sobreviven to- davia en la escuela ptiblica como «gestores o responsables adminis- trativos», La escasa formaci6on de las profesoras se consideraba una ventaja: «asf estaran casi invariablemente de acuerdo con el trabajo propio de una escuela graduada» (Coffman, 1911, p. 82). Cuanto me- nos educadas las mujeres docentes, tanto mejor aceptaban y recla- maban la simplificacién y rutina de sus tareas de ensefianza. No todas las mujeres han estado satisfechas de su explotacién en Jas escuelas publicas, ni prestas a ser gobernadas por los esquemas de gestién de los administradores. En 1880, una antigua profesora que més tarde se convirtié en periodista, Mary Abigail Dodge, deploraba la «degradacién de las profesoras»: LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 87 Con todo el tiempo rellenando informes estiipidos para los adminis- tradores, y registrando estadisticas carentes de significado, las profesoras apenas tenemos tiempo para ensefiar [...] Los hombres que son capaces de realizar el trabajo de un hombre, no tendran tiempo que gastar en ti- rar del mandil a una mujer e impedirle la realizacién de su tarea [...] Lo que una escuela no debiera ser, lo que nuestro sistema de supervisi6n est4 intentando por todos los medios, es convertir a la escuela en una fAbrica, con inspectores en el lugar de los capataces, y las profesoras en el de los trabajadores. Los profesores, por el contrario, habrian de circular por las escuelas exactamente del mismo modo come los médicos por un hospital (yack, pp. 64, 82). Otras denuncias contra la. minusvaloracién de la condicién docente fueron proclamadas por Jane Addams, fundadora de Hull House, y miembro del consejo escolar de Chicago, y Ella Flagg Young, quien re- nuncidé a una plaza de ayudante de la inspeccién para protestar por la «degradaci6n mezquina» causada por los sistemas de supervisién que ale- jaron a muchas mujeres y hombres del aula. La educadora inglesa Sara Burstall afirmaba que la educacién en los Estados Unidos resultaba tan poco atractiva para los profesores que debfan sentirse «como una pieza de una maquina», y seguramente eso llevé a que muchos terminaran por abandonar la profesién (Tyack, 1964, p. 259). Humanizar las escuelas y reconocer el papel del profesorado en la toma de decisiones fueron, jun- to con cuestiones salariales, las reivindicaciones fundamentales de las manifestaciones y huelgas de los primeros sindicatos de profesores. Pero en vano. En los primeros ajfios del siglo, las decisiones sobre la ensefianza, el curriculum, la evaluacién y el aprendizaje pasaron de las manos de los profesores, individual o colectivamente hablando, a las de los administradores, los editores y agentes del mercado de los li- bros de texto, asf como a las de quienes tenfan la funci6n de elaborar pruebas de evaluacién, por lo general a buen recaudo contra distrac- ciones tales como contar con las necesidades de los estudiantes, de to- dos y cada uno de ellos. En gran medida, y por contraste con la tradi- cién de muchos otros pafses, las decisiones basicas sobre estos asun- tos estan todavia fuera del alcance de los profesores que trabajan en las escuelas de Estados Unidos. 1.5. La DEFINICION DE ESTANDARES En las nuevas escuelas gestionadas cient{ficamente, los expertos en eficiencia realizaron estudios sobre el tiempo para establecer los es- tAndares del trabajo de aula: la cantidad de problemas aritméticos que jos estudiantes debieran ser capaces de hacer en cada grado y a qué velocidad, las palabras que debieran ser capaces de deletrear, los he- chos que debieran recordar. Las tareas del aprendizaje se elegian por- 88 EL DERECHO DE APRENDER que, al formar parte del libro de texto, eran facilmente medibles, no debido a que llevaran al desarrollo de capacidades importantes. Los es- tAndares se convirtieron en evaluaciones generalizadas tipo tests, que, tal como se suponia, habrfan de resultar de gran valor para el profe- sorado. Como dice el experto en gestién Franklin Bobbitt, «si las tareas estén bien definidas, una profesora puede saber en cada momento si est cumpliendo o no con to que se espera que haga» (1913, p. 23). Se suponia que los tests podrian servir para sustentar las relacio- nes con las familias, asi como para cuestiones de incentivacién de los docentes, lo que comportaba ademas que habrian de ser elaborados y corregidos fuera de las clases por «expertos» y no por los profeso- res. En caso contrario, ¢c6mo podrian los inspectores garantizar al pueblo que les resultados eran cientificos, que no habfa habido tram- pa, y que los resultados eran comparables? De este modo, result6 que los profesores de Estados Unidos, a diferencia de los de otras partes del mundo, perdieron control sobre el curriculum y también sobre la evaluacién, Los tests también se utilizaron para clasificar a los estudiantes en distintos niveles, grados y programas, de modo que ast, y tal como se presumfa, los profesores pudieran ensefiar a todos los alumnos distri- buidos en grupos homogéneos. Se crearon niveles escolares donde or- ganizar y separar a los estudiantes; reflejaban con bastante fidelidad, por cierto, niveles y clases sociales diferentes. En 1909, el rector de la Universidad de Hardvard, Charles Eliot, daba cuenta de cuatro de ellos en concreto, asi como del tipo de educacién diferenciada correspon- diente a cada uno: el primero, naturalmente selecto, estaba destinado a gestores y lideres; habfa otros dos destinados a trabajadores cualifica- dos y comerciantes; y uno, el ultimo, el mds amplio y «acogedor», que correspondia a los trabajadores manuales. En nombre de la eficiencia social, se llegé a un consenso segun el cual, las escuelas urbanas debian «abandonar la idea excesivamente democratica de que todos somos iguales, y que nuestra sociedad est4 desprovista de clases», a fin de pre- parar a los estudiantes para que ocupen su lugar en la estructura social (Cubberley, 1909, pp. 56-57). El advenimiento de los tests de inteligen- cia —cociente intelectual— proporcioné la maquinaria y tecnologia pertinente. Las adaptaciones del trabajo de Alfred Binet en Francia y de las escalas de inteligencia utilizadas en el ejército de Estados Unidos en Ja Primera Guerra Mundial, convertidas en baterias de pruebas a apli- car a los nifios, cayeron como una tormenta sobre la educacién en los afios veinte. La técnologia de la evaluacién referida a la norma supuso una contribucién decisiva a los intentos de clasificar a los estudiantes; como es bien conocido, seleccionaba los ftems de una prueba segiin su capacidad de ordenar a quienes la realizaban distribuyéndolos segim un curva normal, aunque artificialmente construida, pues reflejaba mas el resultado de una comparacién entre sujetos que la comprobacién di- LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 89 recta del aprendizaje. Estos tests se utilizaban para clasificar a los es- tudiantes en niveles, y desde la escuela primaria. . Aunque algunos adujeron que la utilizacién de los tests para clasi- ficar a los estudiantes en niveles podria contribuir a la justicia social, los motivos reales de esa prdctica —as{ como los argumentos en los que se sustenta la utilizacién de puntuaciones del cociente intelectual para establecer cuotas de inmigracién en Estados Unidos— han obe- decido m4s que a otra cosa a determinadas polfticas raciales y étnicas. Al igual que el psicélogo Henry Goddard se.atrevié a establecer, a par- tir de sus experimentos con los tests en 1912, que el 83 % de los ju- dfos, el 80 % de los hiingaros, el 79 % de los italianos, y el 87 % de los rusos eran imbéciles, Lewis Terman, a su vez, demostr6 con el test de inteligencia de Stanford-Binet, que «[los indios, mexicanos y negros} debian ser segregados en clases especiales... No pueden dominar las abstracciones, pero s{ pueden convertirse en trabajadores eficientes» (citado en Oakes, 1985, p. 36). Terman encontré muchas desigualdades entre los grupos sociales con su test de inteligencia. La mayoria de ellas confirmaba sencilla- mente los puntos de vista de una época donde se sostenfa que los dis- tintos grupos sociales o étnicos eran también genuinamente desiguales en sus capacidades mentales. Sin embargo, cuando las chicas puntua- ron més alto que los chicos en ta versién del Stanford-Binet de 1916, revisé el test para corregir esta aparente desviacién, seleccionando para ello items que arrojaran paridad de puntuaciones entre los sexos (Mercer, 1989). Otras desigualdades —-entre estudiantes rurales y ur- banos, estudiantes ricos y pobres, hablantes nativos de inglés e inmi- grantes, blancos y negros— no fueron objeto, curiosamente, de revi- siones parecidas, pues se asumia como natural por los artffices de los tests de esa época, que su validez era algo obvio, fuera de discusién. Los andlisis de los resultados de los tests fueron el principal caldo de cultivo para una controversia como la de la herencia y el ambiente sobre los orfgenes de la inteligencia, y tuvieron una influencia desiva en cémo se percibfa y se trataba a los nifios en la escuela. Aunque al- gunos estudios encontraron correlaciones diferentes entre las medidas de la calidad escolar y las puntuaciones del CI, ast como que los ne- gros del Norte puntuaban mucho mejor que los blancos del Sur (Ba- gley 1925, Bond, 1934; Dearborn, 1928), la idea de que la educacién podria realmente desarrollar la intetigencia en lugar de racionarla es un punto de vista que todavia no ha visto la luz hoy en dfa. Esta idea resulta atin hoy extrafia en muchas escuelas de Estados Unidos. También se potencié la separacion por niveles mediante la descua- lificacién del profesorado. En teorfa, Ja clasificacién por niveles per- mitia una ensefianza uniformada dentro de las clases. Los esfuerzos para manejar la diversidad categorizando a los estudiantes para pro- cesarles mejor segtin métodos estandarizados, han constituido la pre- 90 EL DERECHO DE APRENDER tensién permanente de las escuelas gestionadas burocrdticamente, y han dado lugar a docenas de clasificaciones en las escuelas modemas: los «dotados y talentosos», «adelantados», y «potencialmente dotados» por una parte; «alumnos de compensacién», «de apoyo», «con dominio limitado de la lengua inglesa», «discapacitados para el aprendizaje», «con alteraciones emocionales», y una amplia gama de clasificaciones de educacién especial, en el otro extremo. A fin de cuentas, la necesidad que tiene la burocracia de procedi- mientos que permitan funcionar «con independencia de las personas», resulta ser la primera causa de su fracaso para gestionar el trabajo de educar bien a la gente. 2. Las bases burocraticas del fracaso escolar corriente Con la perspectiva que da un siglo, podemos ver con cierto alivio que la peor de las locuras de aquellos defensores de la gestién cienti- fica de la educacién ha quedado casi sélo en el recuerdo. Las estruc- turas escolares, no obstante, estan profundamente arraigadas, todavia, en esa tradicién. Aunque es verdad que las escuelas han cambiado en los ultimos cien afios, la mayorfa de ellas sigue todavia organizada para impartir un curriculum compuesto sobre todo de datos, orienta- do a la memorizaci6n, apoyado en estructuras que no permiten rela- ciones duraderas entre profesores y estudiantes, ni tampoco un estu- dio profundo del conocimiento. Todavfa hoy se piensa que las escuelas son mejores y funcionan adecuadamente si las decisiones se toman desde la jerarqufa; las politicas todavia se hacen desde las alturas del sistema y se pide a los gestores o administradores que las traduzcan en reglas y procedimientos que habrdn de aplicarse abajo. Los profe- sores siguen las reglas y procedimientos (horarios de clase, curriculos, libros de texto, criterios para la promocién, distribucién tradicional de alumnos en grupos); y los estudiantes son procesados mediante el uso de esas estructuras y la aplicacién de tales reglas. Las causas mas profundas de las limitaciones de los actuales siste- mas escolares siguen nutriéndose, por lo demas, de las teorfas conduc- tistas sobre e] aprendizaje, de la obsesién de prescribir el curriculum, y de estructuras organizativas estancas y supuestamente especializadas, tal como surgieron de la mano de la gestién cientffica hace un siglo. 2.1. Las TEORIAS CONDUCTISTAS SOBRE EL APRENDIZAJE La mayorfa de politicas empefiadas en controlar la ensefianza per- sisten en la idea de que el aprendizaje es simple y predecible. Los psi- célogos de la educacién que desarrollaron las teorias del aprendizaje LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA a1 en la primera mitad del siglo xx, mediante la manipulacién de la con- ducta de ratas y palomas en'sus jaulas y cajas, haciéndoles aprender conductas arbitrarias.que nunca habian desarrollado en sus habitats naturales, reforzaron este punto de vista. Como explicé la presidenta de la Asociacién Americana de Investigaci6n Educativa, Ann Brown, en su discurso de 1994, al estudiar las conductas provocadas artifi- cialmente en animales, y derivar a partir de ellas conclusiones a apli- car entre diversas especies y contextos, los psicélogos conductistas cre- yeron que los nifios también podrian aprender destrezas simples sélo mediante la practica descontextualizada bajo condiciones de refuerzo Ppositivo y negativo, Como a las ratas y palomas, sujetos de los prime- ros experimentos conductistas del aprendizaje, también se queria pe- dir a los nifios que recorrieran laberintos y apilaran cajas, y asimismo se les examiné de sus capacidades de desarrollar tareas arbitrarias que no tenfan significado intr{nseco para ellos (Brown, 1994). Los conductistas hicieron algunos estudios acerca de qué era lo que pensaban los sujetos acerca de lo que habfan experimentado, pero apenas intentaron comprender cémo la gente aprendia a hacer cosas complejas, o cémo funcionaba en la vida real. Watson, en 1913, argu- menté que, debido a que es imposible validar los informes introspec- tivos de quien aprende, el psicolégico cientffico sdlo debfa confiar en Ja conducta externa. Skinner, en 1961, rechazé. explicitamente con- ceptos tales como desarrollo intelectual o comprensién, tachandolos de términos «mentalistas», «puramente inferenciales», y por lo tanto. no vdlidos ni dignos de ser tenidos en cuenta: El aprendizaje era sim- plemente la provocacién de conductas especfficas bajo situaciones concretas de condicionamiento y refuerzo (Skinner, 1961, p. 161). El aprendizaje tenia lugar cuando las conductas recompensadas se repe- tfan una y otra vez. La gran fe de Skinner en que el aprendizaje complejo pudiera pro- ducirse al presentar estimulos e inmediatamente reforzar las respues- tas correctas Je condujo a resucitar la idea de la m4quina de ensefianza (Skinner, 1954), originalmente pensada en los afios 20 (Pressey, 1926). Las primeras no eran sino aparatos simples que presentaban informa- cién factual en pequefias porciones, formulaban preguntas muy sim- ples, presentaban espacios en blanco dentro de ciertas proposiciones que habfan de responder y cumplimentar los estudiantes, a quienes les ofrecfan informacién inmediata sobre las contestaciones correctas e incorrectas. Los principios de esta «ingenierfa conductista de procedi- mientos de ensefianza» (Holland, 1960) hablaban de proporcionar pe- quefios fragmentos concisos de informacién para ser dominados en una secuencia predeterminada, respuestas cortas a ser aprendidas de memoria, refuerzo inmediato de las respuestas correctas, muchas oportunidades para una ejecucién correcta (lograda mediante la eje- cucién de tareas en el nivel més simple posible), una progresién gra- 92 EL DERECHO DE APRENDER dual de las destrezas simples de los individuos, que habrian de acu- mularlas en ejecuciones mds complejas y en la utilizacién del refuerzo (recompensas y castigos), y el intento de mantener la participacién de los estudiantes en el programa. A pesar de que los treinta afios més recientes de investigacién en psicologia del desarrollo cognitivo desacreditan el valor de los puntos de vista conductistas, sus principios contintian influyendo en la edu- cacién hoy en dfa, Los materiales de instruccién programada, las series de cuadernos de trabajo y libros de lectura, los programas cu- rriculares basados en Ja competencia, las estrategias de evaluacién de respuesta multiple, y muchos manuales de ensefianza ~-incluyendo al- gunos con «orientaciones» sobre !o que los profesores deben decir y lo que los estudiantes deben responder—, demuestran el poso tan poten- te que aquellas ideas todavia tienen sobre el curriculum actual. La influencia del conductismo ha sido poderosa en la educacién por dos razones importantes: la primera, su presunta predecibilidad, su concepcién de los nifios como material bruto y pasivo, y su técnica consistente en descomponer las tareas complejas en unidades mas sim- ples, lo cual permite una secuencia ordenada y uniforme. Todo esto en- caja como anillo al dedo dentro de los principios constitutivos de una burocracia gestionada cientfficamente: En segundo lugar, las debilida- des de la profesién docente y la formacién de los profesores han favo- recido las orientaciones més simplificadoras de la ensefianza, y han evitado, de ese modo, mucha de la oposicién intelectual organizada que se podia haber planteado contra aquellos planteamientos y sim- plificaciones. En las escuelas de Estados Unidos ha brillado por su ausencia, salvo algunas excepciones a destacar, una oposicién fuerte, asentada sobre el conocimiento de los nifios y su aprendizaje, y apuntalada por Ja conviccién de que los profesores tienen algo que decir sobre la edu- cacién. Aunque muchos profesores han sentido personalmente que las directrices conductistas no satisfacfan en absoluto las exigencias de la ensefianza y el aprendizaje escolar, !a profesién como tal no ha sido capaz de hacer algo efectivo al respecto; muchos han tenido que «esconderse», encontrar entornos inusuales en los que realizar su practica, o abandonar la ensefianza cuando no podian resistir tantos reglamentos y directrices de sus practicas. Como decfa David Kearns, un alto directivo anterior de la Xerox Corporation (1998): «es un co- mentario tosco sobre la naturaleza de nuestras escuelas, pero los pro- fesores mejores y més brillarites [...] han de ser “delincuentes astu- tos” para hacer su trabajo correctamente. Los buenos profesores no encajan bien en las burocracias organizadas, pues su trabajo no con- siste en procesar a estudiantes como se podria hacer con ratas, sino educarlos», LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 93 2.2, LOS CONTROLES DEL CURRICULUM Muchos estados y distritos escolares contintian en la actualidad prescribiendo un curriculum estandar, regulado hasta en sus m{nimos detalles. Durante los afios ochenta, por ejemplo, se requeria de los pro- fesores de Filadelfia que ensefiaran un currfculum construido median- te esquemas diarios de clase, secuenciados y bien pautados, ademas de actividades y deberes prefijados, tests y orientaciones para poner no- tas; un currfculum, en suma, que tenfa que aplicarse con independen- cia de las necesidades y logros de los estudiantes. Como denuncié un representante sindical, no se permitfa ninguna desviacién en razén de «las diferencias en las clases, grupos de apoyo o de enriquecimiento, o por cualquier otro motivo». La guia curricular reflejaba una visién muy pobre del aprendizaje, fragmentaba habilidades bAsicas como la lectura o las matematicas en apartados tan reducidos, discretos y ais- lados que los estudiantes capaces de-aprenderlas serfan, en realidad, una excepcién en vez de la regla general. El sistema requerfa mucho papeleo y divorciaba completamente la ensefianza del aprendizaje. Un profesor describié la situacién como un circulo vicioso: «recibo men- sajes contradictorios, “no vas por donde debes”, dice el director, y yo digo: “claro, eso es porque mis chicos tienen problemas para entender esto”; y el director insiste: “no importa, tienes que-ir por donde marca el curriculum”; y dos minutos después: “tienes cinco chavales que han suspendido las matemiticas, ¢qué estas haciendo al respecto?”, y yo: “precisamente por eso sigo atin con este tema hasta que los chavales lo aprendan”, y él contintia: “no, has de seguir el curriculum estable- cido’». (Andrias, Kenevsky, Streib y Traugh, 1992, p. 14). Cuando los profesores se enfrentaron contra dicho curriculum, les acusaron de insubordinacién, hasta que el sindicato finalmente se sa- lié con la suya, al conseguir que hubiera otro diferente «no abosolu- tamente prescrito». Incluso cuando el curriculum se convirtié en op- tativo para el sistema en su conjunto, el distrito siguié insistiendo en su aplicacién como tal, también en las escuelas con altos niveles de pobreza y marginacién social. Como desgraciadamente ocurre con tanta frecuencia, los enfoques mds contraproducentes siguieron apli- cAndose de forma rigida en las escuelas a las que acudian los estu- diantes m4s desaventajados, y que mas habrfan necesitado una ense- fianza sensible a sus realidades. La historia de Filadelfia no era Gnica. Se adoptaron iniciativas si- milares en muchos distritos a lo largo y ancho de Ja nacién durante Jos afios ochenta, y muchas de ellas todavia funcionan de ese modo. En Washington se introdujo en esa época un curriculum muy pres- criptivo, impuesto de una forma rigida, basado en competencias y objetivos de conducta, y ha’ seguido vigente incluso en los afios en los que los niveles de rendimiento del distrito han cafdo en picado. 94 EL DERECHO DE APRENDER Muchos profesores en el distrito estaban ciertamente preocupados por la exigencia de no modificar su ensefianza en orden a responder mejor a las necesidades de los estudiantes. Un profesor del distrito de Columbia decia: Actualmente hemos aplicado un curriculum basado en el desarrollo de competencias especificas (CBC): te dan las orientaciones, y cada dfa, cuando los estudiantes llegan a la clase, se supone que tu has de tener los objetivos de conducta escritos en la pizarra, y una lista de ayudas ins- tructivas, etc. Esto significa que cada dfa tienes que cumplir a, b, ¢, y lo que figure en la pizarra. Pero las cosas no’funcionan de un modo tan pre- ciso. Entran en tus clases y comprueban asuntos como: «¢dénde estan tus metas?, ¢se han cubierto hoy, durante este perfodo de clase?». Eso carece de fundamento porque depende de cuén preparados llegan a las clases los estudiantes; si vienen preparados con lo que les has dado el dfa anterior, vale, pero si no vienen, pues hombre, tienes que repasar otra vez la clase del dfa anterior, quizds has de recomponer lo que habrias de hacer hoy, y puede que estés a bastante distancia de la meta que te habfas marcado. Esto hace [que la ensefianza] sea rigida. No me opongo a tener obje- tivos conductuales. No pongo objeciones a escribirlos en la pizarra. Pero la idea de que debiera ser capaz de producir «un bang, bang», exacta- mente eso y de ese modo todos los dias, no es mds que una ficcién. Los nifios pueden formular una pregunta, y «4 dices «bueno no, no te la pue- do contestar justamente ahora porque tengo estas metas a las que se su- pone que debo llegar hoy, y sencillamente no me queda tiempo. Tienes que tratar con lo que ellos quieran saber, cuando ellos quieran saberlo, o de lo contrario perderdn el interés. La busqueda constante por parte de los sistemas escolares de un cu- rriculum a prueba de profesores continvia sustentada sobre una descon- fianza profunda en las capacidades de los profesores para tomar deci- siones sensatas acerca de cémo y qué debieran aprender los estudiantes. Desgraciadamente, un curriculum a prueba de profesores es también ‘un curriculum a prueba de estudiantes. Tal curriculum ignora el hecho de que los estudiantes llegan a clase con diferentes preconcepciones, niveles de comprensién y estilos de aprendizaje. Las directrices curri- culares detalladas se basan en la idea de que los aprendices son pasivos porque el supuesto alternativo —que los estudiantes son generadores de ideas capaces de articular problemas, y cuyas motivaciones.y capa- cidad importan— desafiarfa la misma predeterminacién de las tareas a aprender. Mas atin, lo que se puede fijar facilmente en guiones, se- cuencias y evaluaciones estandarizadas, representa tan sdlo los aspec- tos més triviales del conocirniento que debiera perseguirse. Los libros de texto obligatorios exacerban todavia mas el proble- ma. Como Harriet-Tyson Bernstein (1988) escribe en su anilisis de la produccién de libros de texto, la influencia de grupos de presién donde hay un sistema estatal de adopcién de libros de texto conduce LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 95 al problema de la superficialidad: breves alusiones a miles de ideas del agrado de todos pero nada de anililsis en profundidad de alguna de ellas. Como consecuencia de ello, los textos se escriben de mane- ra tan superficial que apenas tienen sentido, y casi nunca presentan Ja variedad de puntos de vista, andlisis de las ideas, ni discusién so- bre posibles debates y controversias de un tépico, o las diferentes fuentes, primarias de datos desde las que se pueda extraer conclusio- nes. En matematicas, los textos exigen cubrir docenas de unidades cada afio. Se lleva a los estudiantes de unas listas a otras de proble- mas, y se va haciendo como un desfile de unidad en unidad, apli- cando algoritmos en lugar de transformarlos en conceptos y com- prensién. Debido a que los estudiantes no entienden realmente lo que han visto a lo largo del curso, tras ensefiar los mismos tépicos afio tras afio, muchos se graddan con muy poca capacidad para utilizar las matematicas més alla de las operaciones simples (McKnight et al., 1987; Educational Testing Service, 1989). En contraste, las pautas curriculares en muchos otros paises se 2po- yan y centran mucho més en la comprensién de las ideas principales y en el desarrollo de ejercicios reflexivos. Una evaluacién internacional reciente de los curriculos de mateméatica y ciencia mostré que los pla- nes de EE.UU., asf como los libros de texto, cubrian muchos més tépi- cos con menor profundidad y mayor repeticién, y con menor atencién a las habilidades complejas de pensamiento en comparacién con la ma- yorfa de los demas pafses (Schmidt, McKnight, y-Raizen, 1996). As{, por ejemplo, mientras que en un libro de texto tipico de 5.° grado de mate- miticas de los Estados Unidos se tratan ms de treinta t6picos, el mar- co curricular japonés del primer afio de la escuela secundaria obligato- ria tiene cuatro objetivos bdsicos en matematicas: ayudar a los estu- diantes a 1) profundizar comprensién de las integrales, 2) comprender el significado de las ecuaciones, 3) comprender las relaciones funcio- nales, y 4) profundizar en la comprensi6n de las propiedades de las fi- guras del espacio. Estos objetivos se traducen en sdlo tres grandes te- mas del programa. Con relacién a aspectos tales como la aplicacién, se recomienda a los profesores que «pongan el acento en la comprensién del significado de la misma, y descuiden los cdlculos formates» (Sch- midt, McKnight, y Raizen, 1996; Ministry of Education, Science, and Culture, 1983, p. 37). El énfasis se pone en el desarrollo de la com- prensién mas que en la aplicacién formal de algoritmos, hacer muchos problemas o dar muchos temas. En una clase japonesa tipica, los estu- diantes pueden pasarse todo un curso entero demostrando y discutien- do las distintas soluciones a un mismo problema. Al plantedrselo des- de distintas perspectivas, reflexionar sobre el modo cognitivo de enca- rarlo y corregir posibles concepciones equivocadas, aprenden a pensar de. manera flexible. Los estudiantes, asf, logran desarrollar y compren- der diferentes estrategias para la resolucién de problemas, y son capa- 96 EL DERECHO DE APRENDER ces de aplicar lo que han aprendido a nuevas situaciones en lugar de salir de la clase con un conjunto de reglas pobremente comprendidas y un gran niimero de problemas similares resueltos.con algoritmos repe- titivos. Tras afios de cultivo de este enfoque del aprendizaje, el estu- diante japonés medio obtiene en matemAticas puntuaciones que supe- ran las del 5 % mis alto de los estudiantes de Estados Unidos (Mc- Knight et al., 1987). Los curriculos tan reglados de los Estados Unidos exacerban fre- cuentemente el problema de tener que cubrir los contenidos mediante listas de cientos de objetivos de aprendizaje, con sus correspondientes temas y exdmenes, que han de ser aprobados antes de pasar al si- guiente conjunto de objetivos para ensefiarlos y evaluarlos. Y han de realizarse muchos informes sobre la ensefianza y la evaluacién de di- chos objetivos. Generalmente, las puntuaciones tope que indican «el dominio» se establecen y usan como criterios de promocién y decisio- nes para el emplazamiento curricular de los estudiantes. La utilizacién de curriculos altamente prescriptivos ha sido una practica generalizada en los sistemas escolares de las grandes ciuda- des, asf como en.bastantes estados surefios donde es tradicional la existencia de fuertes controles centralizados. Se trata, por afiadidura, de contextos donde la 'escasez de inversiones en educacién hace dificil reclutar y retener a un cuerpo de profesores bien formados. De este modo, la escasa confianza en la capacidad profesional de los profeso- res se asocia con tradiciones de control jerérquico de arriba abajo, y la estrategia mas destacable para la mejora de la educacién consiste, cu- riosamente, en la aplicacién de enfoques obsesionados en la evalua- cién de los profesores. La evidencia nos muestra que los mandatos curriculares altamente prescriptivos no mejoran el aprendizaje de los estudiantes, especial- mente si se centran en el control de la ensefianza. Resulta ilustrativo el estudio que se realizé sobre un programa de Aprendizaje para el Do- minio en Chicago. Se descubrié que el programa —una serie de uni- dades de lectura y matematicas organizadas en torno a cientos de objetivos secuenciales y ligadas a tests referidos al criterio— produjo «menos satisfaccién, competitividad, dificultad, y procesos superiores de pensamiento en el ambiente de aprendizaje de los [estudiantes]», que lo que existia con anterioridad a Ja puesta en practica del mismo (Talmage y Rasher, 1980, p. 32). Los profesores se quejaron de la can- tidad de trabajo administrativo, también del supuesto subyacente se- gun el cual, los estudiantes aprenderfan exactamente del mismo modo, asf como de la idea de que la adicién de destrezas simples provocaria Ja adquisicién de habilidades reales y mds complejas. Hacia 1981, in- cluso las familias empezaron a sospechar de que esos supuestos eran incorrectos; un grupo de ellos inicié un proceso judicial contra las es- cuelas publicas de Chicago exigiendo que el programa fuera retirado, LAS LIMITACIONES DE LA. BUROCRACIA EDUCATIVA 97 pues se trataba, desde su punto de vista, de una negligencia educativa. Y es que, en efecto, aunque las puntuaciones de los estudiantes habfan subido en los tests especificos del programa, habfan descendido de forma importante en otras pruebas externas de lectura mientras el pro- grama en cuestién se habfa estado aplicando. Cinco afios después, el comité retiré aquella prescripcién curricular. Se podrfa aducir que el caso de Chicago es sélo un ejemplo de los peores posibles. Sus materiales curriculares fueron criticados por Ken- neth Goodman, un antiguo presidente de la Asociacién Internacional de la Lectura, porque estaban hasta mal escritos, carecian de oportunidades para la lectura sostenida y para conectar el lenguaje con el significado, asi como por carecer de cualquier concepcién defendible sobre el desa- rrollo lingtifstico. Podria decirse por parte de alguien, entonces, que si tal curriculum hubiera estado bien disefiado, habria producido mejores re- sultados..El problema, sin embargo, tiene rafces mucho més profundas. Anne Bussis (1982) sostiene que los curriculos de lectura temprana que estan muy basados en pruebas tipo tests, ampliamente difundidas por to- dos los Estados Unidos, han producido una situacién incongruente: los nifios que mostraban un buen dominio en las destrezas medidas, real- mente no sabfan leer, mientras que, a su vez, los buenos lectores-no eran capaces, en ciertas ocasiones, de demostrar su dominio de las destrezas consideradas por los tests como «pre-requisitos» para la lectura. Bussis puntualiza al respecto: «una persona ajena al mundo de la investigacién, la politica y la prdctica educativa podria preguntarse legitimamente cémo se ha podido permitir que suceda algo asf....Se trataria de un co- mentario de lo mds oportuno» (p. 239). La sospecha de esa persona po- dria responderse apelando a la necesidad de controlar a las escuelas y profesores, u ofreciendo garantias de que situaciones incongruentes como esas desapareceran en el supusto de disefiar un curriculum per- fecto. Pero el extrafio podria continuar preguntandose cémo podria re- solverse legislativamente el problema’ de acomodarse y responder a las diferencias de los estudiantes, y si el curriculum perfectamente disefiado y mandado serfa apto para atender de alguna manera.a los caminos di- ferentes del aprendizaje, que «recuerdan mas el vuelo de una mariposa que la trayectoria de una bala» (Jackson, 1968, p. 167) 2.3. LA ORIENTACION DEL CURRICULUM Y LA COMPRENSION La investigacién reciente sobre el aprendizaje explica la insatisfac- cién casi visceral de muchos profesores con los disefios curriculares muy racionalizados. Ha demostrado ampliamente que los estudiantes a los que se les ensefia a memorizar fragmentos aislados de una mini- ma unidad de informacién, asf como a aplicar algoritmos simples, son capaces de devolver informacién como loros, por medio de respuestas 98 . EL DERECHO DE APRENDER: similares al modo en que se les proporcioné la informaci6n. Pero es- tos estudiantes apenas desarrollan la capacidad de utilizar la infor- macién en circunstancias. nuevas, o conectar ideas de diferentes lec- ciones, materias o 4mbitos de pensamiento. Es decir, en realidad no han llegado a comprender. Su conocimiento es inerte: no puede ser recordado, transformado, o aplicado de manera significativa a pro- blemas o situaciones que requieran la sintesis o manipulacién de aquello que se supone que han aprendido (Brown, 1994; Gardner, 1991; Good y Brophy, 1986; Schoenfeld, 1988). Lo que resulta atin mas alarmante es que el aprendizaje memoristi- co puede hacer que los estudiantes pierdan la confianza en la com- prensi6n intuitiva del lenguaje y los ntimeros con que han Hegado a la escuela.. Cuando repetidamente se les pide que memoricen datos arit- méticos y que apliquen reglas de manera irreflexiva como «llevar uno» o «suprimir el cero», por ejemplo, puede darse la circunstancia de que sean incapaces de razonar las cosas, de estimar si su respuesta es plau- sible, o de afrontar un problema que no se les haya planteado con an- terioridad. En realidad:comprenden menos en lugar de mds conforme van avanzando en la-aplicacién de algoritmos a situaciones que care- cen para ellos de significado porque son abstraidas de la experiencia real (Gardner, 1991; Gardner y Winner, 1982; Strauss, 1982). Los psi- célogos cognitivos han encontrado que incluso estudiantes bien educa- dos en escuelas de secundaria y universidades, con frecuencia no comprenden verdaderamente conceptos que supuestamente habrian aprendido de sobra, Aunque son capaces de enunciar principios de fi- sica, teoremas mateméaticos, o ideas de Ia ciencia social en abstracto, y pueden repetir como loros estos conocimientos de Ja misma manera en que los aprendieron, no logran extrapolarlos a nuevos problemas. En vez de eso, echan mano con frecuencia de preconcepciones primitivas y erréneas, de algoritmos, y de estereotipos que la educacién formal no ha legado a corregir (Gardner, 1991). Por el contrario, los estudiantes que han tenido oportunidades de realizar un aprendizaje activo, proyectos, discusiones e investigacién centrada en el cultivo de habilidades complejas de pensamiento, son mas capaces de recordar y aplicar lo que han aprendido que los que lo hicieron sélo de memoria. La gente aprende mejor cuando establece conexiones entre lo que ya sabe y lo que esta aprendiendo, cuando pue- de relacionarlo con sus experiencias y sacar mayor significado de ellas, cuando puede ver cémo las ideas se relacionan entre si, y cuando puede utilizar lo que ha apréndido en casos concretos (Brown, 1994; Gard- ner, 1991; Shulman, 1987; Darling-Hammond, 1993). Las estrategias de aprendizaje activo producen logros similares a otros métodos memo- risticos en los tests de habilidades bdsicas, pero, por afiadidura, con- tribuyen en mayor medida aj desarrollo de capacidades de solucién de problemas, curiosidad, creatividad, independencia, y sentimientos LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 99 Ppositivos hacia la escuela (Horwitz, 1979; Peterson, 1979; McKeathie y Kulik, 1975; Soar, 1977; Dunkin y Biddle, 1974; Glass et al., 1977; Good y Brophy, 1986; Resnick, 19872). Una ensefianza centrada en la comprensién y aplicacién de ideas —aunque en algtin momento se pens6 que sélo resultaba apropiada para estudiantes selectos de alto nivel de capacidad— ha resultado ser mas efectiva que la ensefianza memoristica para todos los estudiantes, con independencia de sus ni- veles de logro inicial, de ingresos familiares, y de sus entornos cultu- rales y lingitisticos (Garcia, 1993; Knapp, Shields y Turnbull, 1995; Braddock y McPartland, 1993). 1 El trabajo escolar que resulta mas facil de legislar tiende, : sin em- bargo, a no establecer conexiones con la experiencia y a ocurrir de ma- nera pasiva. Las ideas fascinantes que podemos explorar mediante bio- grafias, debates, escritos y modelos, se reducen a fichas de clase, datos discretos y definiciones a memorizar. Palabras que pod{an-ser apren- didas conforme se van leyendo en Ia literatura utilizada en los propios escritos de los estudiantes, se convierten as{ en ftems descontextuali- zados dentro de una lista sin sentido. Ecuaciones, que se podian apli- car en la resolucién de un problema cientifico 0 matemitico, se con- vierten en un fragmento mds de informaci6n que los estudiantes re- gurgitan sin comprender su significado o su propésito. E] afan de prescribir grandes cantidades de contenido que se han de impartir puede perjudicar seriamente las tareas necesarias para desa- rrollar una comprensién genuina. En tal caso, suelen suceder dos cosas: en primer lugar, la cantidad de materia impide una investigacién seria sobre los contenidos, o el uso de estrategias que estimulen el aprendi- zaje en profundidad, tales como hacer que los estudiantes realicen pro- blemas de investigacién, evalien estrategias alternativas, debatan con- ceptos y escriban con detalle sobre lo que han encontrado. El curricu- lum sigue su marcha con independencia de que los estudiantes hayan comprendido o no verdaderamente los conceptos fundamentales. En se- gundo lugar, el contenido se transmite y evahia a un nivel superficial: los tests de respuesta corta y respuesta multiple permiten que algunos es- tudiantes tengan éxito sin haber comprendido realmente, o sin poder responder y aplicar lo que saben en situaciones posteriores. El Sistema Nacional de Evaluacién del Progreso Educativo (NAEP) viene haciendo publicas preocupaciones como esas desde hace mucho tiempo. El informe de 1981 sobre la evaluacién de la lectura advertia que «sdlo un 5 o un 10 % de los estudiantes son capaces de ir mas alla de la lectura inicial de un texto. La mayoria se muestra realmente con- fusa cuando se le solicita que explique o defienda sus puntos de vista». Los evaluadores del NAEP concluyeron que «los métodos actuales de ensefianza y de evaluacién de la lectura requieren respuestas cortas y pensamiento de bajo nivel cognitivo, lo que conduce a poner el énfasis en las opiniones superficiales y tépicas, en menoscabo de un pensa- 100 EL DERECHO DE APRENDER miento razonado y disciplinado, [por lo tanto] no es sorprendente que los estudiantes no logren desarrollar un pensamiento mds comprensi- vo y habilidades analiticas» (p. 5). Desde 1981, todos los informes anuales del NAEP se han hecho eco de preocupaciones similares sobre el rendimiento de los estudiantes en tareas que exigen desarrollo intelectual profundo en escritura, mate- miaticas, ciencia y humanidades. Los datos nacionales demuestran que cuando los polfticos comenzaron a introducir medidas de rendicién de cuentas basadas en los tests en las escuelas de los Estados Unidos des- cendié la utilizacién de los métodos de ensefianza apropiados para el aprendizaje de habilidades més ricas y complejas. Entre 1972 y 1980, las escuelas piblicas mostraren un declive en el uso de discusiones centradas en los estudiantes, de la lectura y el trabajo de campo o de laboratorio (Centro Nacional de Estadistica Educativa —NCES—, 1982a, p. 83), y, por el contrario, un aumento de técnicas tales como la instrucci6n programada. Las criticas durante los ochenta a Jas escuelas de los Estados Uni- dos confirmaron muchos de los efectos derivados de la regulacién del curriculum. El estudio de Ernest Boyer (1983) sobre centros de se- cundaria documenté el predominio del aprendizaje pasivo y orientado a la memorizacién, basado en «fragmentos de informacién no exami- nada ni analizada», Boyer advirtié: «la presién se centra en ensefiar aquellas destrezas que se puedan medir y registrar. Como dijo un pro- fesor, ‘dependemos tanto de los niveles de aprendizaje susceptible de registro y medicién segun Jos tests normalizados a nivel de cada co- munidad o nacional, que ignoramos la ensefianza de todo aquello que no pueda ser medido con facilidad’ » (p. 90). John Goodlad (1984) encontré en un estudio realizado sobre mds de mil aulas que la mayor parte del curriculum sélo exigfa y validaba como apropiados ciertos modos de conocimiento y aprendizaje y no otros. Pudo apreciar que los estudiantes escuchaban, lefan pequefios fragmentos de los libros de texto, respondfan a preguntas breves del fi- nal del capitulo o de las fichas de clase y participaban en exAmenes de respuesta corta y multiple. Tras el discurrir de una experiencia escolar como ésta, que suele durar entre una o dos semanas, el mismo proce- so comienza de nuevo con la siguiente seccién del libro de texto. Los estudiantes que no han aprendido no tienen oportunidad de volver so- bre el trabajo, analizar sus errores, o intentarlo hasta que hayan apren- dido, aunque, sin una investigacién verdadera sobre lo sucedido, el aprendizaje no pasa de ser superficial por necesidad. Incluso a aque- llos que tuvieron éxito en ese tipo de ejercicio perfectamente acotado, s6lo se les pide que recuerden la informacién, no que analicen su cre- dibilidad, evaltien puntos de vista distintos, ni desarrollen su propia habilidad para hacer ciencia, o historia, o mateméticas, o literatura, mediante la creacién de sus propios productos. LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 101 2.4. LA ENSENANZA Y LA EVALUACION . ae Aunque Gardner (1991) est4 en lo cierto cuando afirma que nin- guna nacién ha conseguido crear escuelas que de forma generaliza- da ensefien para la comprensién, las evaluaciones internacionales re- velan que las escuelas de Estados Unidos se dirigen al logro de esta meta en menor medida que lo hacen las de aquellos pafses europeos y asidticos cuyos rendimientos en este sentido son mas altos (Mc- Knight et al., 1987; Schmidt, McKnight y Raizen, 1996). Los hallaz- gos de este tipo de estudios, no sdlo muestran diferencias en los mé- todos de ensefianza y los libros de texto; también han revelado el hecho de que las pruebas de evaluacién de otros pafses se apoyan sobre muestras de trabajo de los estudiantes, ensayos y exAmenes orales elaborados y calificados por los profesores, mientras que casi toda la evaluacién de Estados Unidos consiste en tests de respuesta miulti- ple que versan sobre habilidades basicas, y son corregidos con refe- rencia a la norma. Como concluyé el experto en evaluacién George Madaus en un estudio extenso sobre la evaluacién estandarizada uti- lizada habitualmente en matematicas y ciencias: «los tests que sue- len realizar los estudiantes -enfatizan el pensamiento y conocimiento de bajo ‘nivel:!:'Estos tests no siguen tan siquiera las recomendacio- nes actuales de los expertos en el currfculum de matemiticas y cien- cias» (Madaus et al., 1992, p. 7). Cuando Madaus y su equipo de in- vestigacién analizaron todos los {tems de los doce tests estandariza- dos més utilizados en matemiaticas y ciencias, asi.como las pruebas incluidas en los libros de texto de los grados cuarto y octavo de la educacién secundaria superior, encontraron que sélo el 3 % de los {tems de los tests de matematicas medfan conocimientos de alto ni- vel conceptual (habilidad de poner ejemplos y aplicar conceptos, por ejemplo), y sélo un 5 % miden capacidades mds complejas de pen- samiento (razonamiento que va ya mas alld del simple reconoci- miento y la aplicacién de algoritmos rutinarios). Los porcentajes co- rrespondientes a los tests de ciencia eran algo més altos, pero inclu- so por debajo del 15 %, tratando conjuntamente las pruebas tipo test y las que se incluyen en los libros de texto. También encontraron que las concepciones del conocimiento subyacentes a los tests entraban en conflicto con lo que muchos profesores sostenfan sobre lo que de- biera ser un aprendizaje valioso, y reforzaban un enfoque del apren- dizaje memoristico, especialmente en clases cuya poblacién se com- pone sobre todo de minorfas, y en Jas que la instruccién al uso es- taba directamente orientada a-la cumplimentacién de los tipos de tests mencionados. Los tests de respuesta multiple también han mermado de manera importante la atencién prestada a Ja composici6n escrita en la escue- la. Una evaluacién al respecto por parte de la NAEP (1990) encontré 102 EL DERECHO DE APRENDER que:a la mayoria de los estudiantes (61 %) del grado undécimo se le pide escribir un trabajo de tres paginas menos de una vez al mes, y a veces ni siquiera eso. Sélo al 8 % se le pide que escriba un trabajo de tres o ms paginas al menos semanalmente (Educational Testing Ser- vice, 1990; Office of Research, U.S. Department of Education, 1993). Como consecuencia de esto, la evaluacién de 1990 descubrié que sélo el'2 % de los estudiantes del grado referido era capaz de escribir de forma «elaborada», y menos del 20 % podia ejecutar correctamente una tarea que requiriera una escritura analitica. Tras dos décadas de investigacién, los miembros de la NAEP, el Comité Nacional de Investigaci6n y el Comité Nacional de Profeso- res de Inglés y Matematicas, entre otros, han atribuido el bajo nivel de rendimiento de los estudiantes en tareas de resolucién de proble- mas y de pensamiento critico al énfasis exagerado que las escuelas ponen en jos tests de respuesta multiple sélo referidos a habilidades basicas (Darling-Hammond, 1991). «Como quiera que este tipo de pruebas objetivas tienden a provocar una ensefianza equivalente, el abanico de métodos utilizados en el aula por los profesores es muy restringido, y la profesién docente se descualifica... A lo largo del tiempo y de manera acentuada con la generalizacién de los tests, la ensefianza cada vez se ha ajustado més a los tests» (Smith, 1991, p. 10). Es decir, cuando los profesores preparan a los estudiantes para apro- bar ese tipo de pruebas, sus prdcticas docentes se focalizan en el re- conocimiento de respuestas en formatos artificiales, més que en la produccién de ideas, soluciones, disefios, o andlisis. La.ensefianza dirigida y orientada por los tests termina por impedir el desarrollo del pensamiento y las capacidades de operar con el mismo de forma compleja. Los métodos de evaluacién influyen sobre la ensefianza de manera tan decisiva porque las puntuaciones de los tests se utilizan cada vez mas como criterios fundamentales para tomar decisiones administra- tivas en las escuelas de los Estados Unidos. A finales de los afios 70 y durante Jos 80, los politicos y los administradores de la educacién em- pezaron a utilizar las puntuaciones de los tests estandarizados para decidir sobre asuntos tales como la asignacién de los estudiantes a de- terminados niveles o programas, la promoci6n y la graduacién; tam- bién se han empleado para valorar la competencia del profesorado y la calidad escolar, asi como para decidir sobre determinados esquemas de recompensas y sanciones. Al reavivar las practicas de la era de la efi- ciencia de los afios veinte, los gestores escolares esperaban «dirigir la instruccién» e implantar, a través de los tests, una determinada polfti- ca curricular, afiadiendo a las pruebas que ya existfan nuevas baterfas de tests nacionales, tests de competencia minima de cada estado, y tests sobre el currfculum de cada distrito. Hay muchas evidencias que demuestran que, cuando las decisiones educativas importantes se vin- LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 103 culan a. las calificaciones, la influencia de los tests resulta muy pode- rosa para determinar «lo que se ensefa, cémo se ensefia, lo que los estudiantes estudian, cémo lo estudian, y también lo que aprenden» (Madaus, Kellaghan, Rakow y King, 1979, p. 226; ver también Haney y Madaus, 1986). Muchos de los defensores de una politica basada.en los tests han argumentado que, aun en el caso de que éstos no midan.todo lo que quisiéramos, sf miden las destrezas fundamentales que los estudiantes deben adquirir para alcanzar un aprendizaje-m4s complejo. Esto, sin embargo, est lejos de ser cierto. «Las habilidades bdsicas» que apare- cen en esos tests no son habilidades de rendimiento; se trata, m4s bien, de retazos arbitrariamente definidos como habilidades parciales, de cuya adicién se presume que surgirén otras més complejas para una ejecucién adecuada. Este resultado, como se sabe, no suele ocurrir. Como indiqué mas arriba, diversos andlisis han demostrado que ense- jiar a los nifios para que den respuestas correctas a destrezas especifi- cas en lectura y aritmética en tests de respuesta multiple, no es lo mis- mo que ensefiarles a leer o a resolver problemas, y puede que incluso esa practica dificulte una adquisiciéri adecuada de las habilidades pre- tendidas (Bussis, 1982; Kamii, 1982): ite t Este problema ya sucedié con el famoso programa Regents y sus presupuestos sobre el curriculum y la evaluacién en el estado de Nue- va York, Seguin el mismo, los profesores de secundaria habfan de usar un currfculum particular y determinados tests al final de curso, desa- rrollados por el Departamento de Educacién del Estado. Algunas aso- ciaciones profesionales se quejaron de que algunos de los programas estaban tan alejados del conocimiento més actual, y tan centrados en algoritmos y en memorizacién en vez de en una auténtica compren- sién, que.inducian un tipo de-ensefianza que resultaba incompatible con unos mfnimos esténdares de buenas practicas docentes. A titulo de ejemplo, por citar un caso concreto, tres programas de mateméti- cas no se atenfan a los criterios establecidos por el Comité Nacional de Profesores de Matemiaticas. Una investigacién que se realiz6é sobre el particular puso de manifiesto que cuando los profesores se centra- ban més en obtener buenas puntuaciones en los tests del estado, era m&s probable que terminaran. -por ,ensefiar «malas mateméaticas» (Schoenfeld, 1988). Las criticas del profesorado también se han dirigido contra los tests de ciencia por.su énfasis en la pura memorizacién de hechos aislados y vocabulario, que:nada tienen que ver tampoco con los cri- terios elaborados por asociaciones profesionales nacionales. Los que siguen son ejemplos t{picos de una gufa para estudiar biologia con el propésito de superar la prueba Regent. del estado de Nueva York {Raab, 1993): 104 EL DERECHO DE APRENDER El sistema circulatorio del gusano de tierra se parece mds en su es- tructura y funcién al de: 1. La hidra. 2. El protozoo. 3. Ei saltamontes. 4. El ser humano, El tejido que transporta el alimento orgdnico a través de una planta vascular se compone de: . 1, Células Cambium. - 2, Células Xylem, 3. Células Phloem. 4. Células epidérmicas. Los 6rganos excretores de algunos organismos unicelulares son va- cuolas contractiles y: ‘ Membranas celulares. Paredes celulares. Ribosomas, Centriolos. eer En la mayorfa de las aulas, la insistencia en la memorizacién de miles de datos simples como los que acabamos de ver kia suprimido por completo la posibilidad de realizar experimentos cientificos 0 in- vestigacién. Muchos profesores de otras materias se han manifestado igual- mente descontentos con los efectos de un tipo de pruebas como éstas, particularmente en lo que respecta a sus nulas contribuciones para en- sefiar las disciplinas de modo correcto. Asf se manifestaba un profesor de historia: «En nuestra opinién, ese modo de plantear las cosas no est funcionando en absoluto, Cuando observas cémo {los estudiantes} trabajan con el examen Regents, tienes la impresién de estar haciendo lo correcto, pues muchos logran superarlo. Pero cualquier conexién con la historia est4 ausente. Pertenecemos a una época en la que to- davfa aspiramos a verles salir de la clase de historia y decir que han aprendido algo y que han disfrutado con ello. Lo que no sé-es si con ese tipo de enfoque seguiré siendo posible.» En muchas materias, el ritmo con el que hay que ir pasando por los contenidos en orden a preparar tantos tests de respuesta miltiple ha provocado el abandono de actividades de investigacién y escritura que contribufan a desarrollar capacidades de andlisis y aplicacién del co- nocimiento. Los defensores de curriculos que giren alrededor de tests LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 105 aducen la parafernalia del rigor intelectual y, sin embargo, se olvidan de Ja cuestién central. No se percatan de que «el rigor de los conteni- dos no reside simplemente en datos y destrezas rutinarias, sino en la comprensién de los conceptos y sus relaciones, que es lo que confiere significado y utilidad a los datos y a las destrezas» (Porter, Archbald y Tyree, 1991, p. 11). Cuando se plantean las cosas de aquel modo, no ha lugar tampoco al aprendizaje sobre asuntos de relevancia y actualidad, tal como se puso de manifiesto en el hecho de que muchos estudian- tes de ciencias sociales del estado de Nueva York no sabjan que la Unidn Soviética se habfa disuelto a principios de los noventa, Cuando se trabaja con un curriculum prescrito y orientado a pruebas objetivas, no ha lugar, por lo visto, para detenerse y discutir sobre uno de los su- cesos mundiales mds importantes del siglo xx, pues, sencillamente, no estaba incluido en ninguno de los {tems de los tests. 2.5. DE COMO LA POLITICA REFUERZA LA BUROCRACIA La légica de la educacién burocratica se ha difundido y aduefiado de las politicas escolares de Jos tiltimos veinte afios. Desde principios de los afios setenta, a efectos de implantar un sistema de rendicién de cuentas por parte de los centros escolares, se establecieron procedimientos como la gestién por objetivos, la educacién basada en competencias y una orientacién del curriculum apoyada sobre gufas espectficas y sus prue- bas objetivas correspondientes, todo lo cual supuso demandas afiadidas de elaboracién de informes, asf como un conjunto notable de restric- ciones para el trabajo de los profesores e incluso de Jos mismos admi- nistradores. Las normativas federales para la educacién compensatoria, la educacion bilingtie y los programas de educacién especial han deter- minado cada vez mas los procesos y resultados educativos. La burocracia educativa lleva a clasificar a los estudiantes en gru- pos diferenciados, presuntamente para un tratamiento pedagégico mas eficiente. La financiacién por categorfas ha aumentado esta ten- dencia, clasificando y segregando a los nifios segiin sus «problemas» y dando lugar a programas separados que sacan a los chicos de sus clases habituales para que reciban servicios especiales. Estos progra* mas se administran como si los alumnos pudieran ser fragmentados en partes distintas, susceptibles de ser tratadas de forma especffica y separada (Klugman, Carter ¢ Israel,.1979). La directora de escuela Su- zanne Soo Hoo (1990) denuncié la futilidad de este enfoque tras ha- ber realizado el seguimiento de un estudiante de la escuela prima- ria cuyo plan de educacién individual (IEP) establecfa que habfa de recibir los servicios de un especialista en recursos, de un logopeda y de un profesor de educaci6n compensatoria, y participar en un pro- grama adaptado de educacién fisica: 106 EL DERECHO DE APRENDER i En un mismo dfa, [a Kelly] se Je pidié que respondiera a las pregun- tas que le formularon seis adultos diferentes, en seis aulas distintas y so- bre seis conjuntos de criterios variados sobre e] trabajo de aula [...] Un pe- riodo instructive parecfa no tener ninguna relacién ni continuidad con el siguiente [...] Como un cristal hecho afiicos, el aprendizaje de Kelly fue fragmentado en muchos mini-aprendizajes que apenas tenfan relacién en- tre sf [...] Para exacerbar todavia mds esta situacién, Kelly est4 ausente de su aula mientras que en la misma se desarrolla la ensefianza regular [...] De hecho, est4 ausente del nticleo basico del curriculum [...] Kelly habfa Megado a ser, en cierto modo, un trotamundos por distintos programas es- peciales [...] En cada uno intenté echar rafces estableciendo relaciones so- ciales, pero nadie le Ileg6 a conocer bien. A menudo los especialistas ni siquiera recordaban su nombre. Era una figura fantasma, que entraba y salfa de [sus] clases (pp. 208-209). Un estudié realizado por la Rand Corporation descubrié que un gran numero de estudiantes, que son «tratados» por programas espe- ciales, experimentan situaciones como la descrita més arriba (Kim- broug y Hill, 1981). Cada programa, y la etiqueta que lo identifica, se percibe como la deficiencia de un estudiante que requiere un trata- miento especializado. Dejando a un lado ese pequefio ntimero de estu- diantes que tienen minusvalfas severas, la mayoria de los asignados a «educacién especial» podrfan permanecer en las clases regulares, tal como sucede en otros pafses, si los profesores estuvieran preparados para ensefiar a una gama diversa de alumnos, y dispusieran del tiem- po y la flexibilidad necesarios para conocer como es necesario a cada uno de ellos. Otro de los resultados derivado de la adopcién de esquemas buro- créticos para afrontar los problemas escolares ha sido el incremento de una superestructura costosa y amplia a nivel federal, estatal y local, para asegurar que los requisitos legales se tengan en cuenta. Se nece- sitan muchas oficinas y personal para gestionar las inspecciones y auditorfas correspondientes, e] seguimiento y los informes, y estas de- mandas administrativas suponen desviar tiempo y dinero de los servi- cios fundamentales hacia las estructuras de control y regulacién. Como explicaba un profesor de un distrito escolar urbano sobre el pro- cedimiento que suele aplicarse para el emplazamiento de los alumnos en clases de educacién especial: Hay un montén de tiempo y energia que se desperdicia en nuestro cen- tro. Tuvimos trabajadores sociales y psicélogos durante todo el afio para ayudar a los profesores de alumnos con necesidades especiales y [estos profesionales] en realidad no legaron a realizar su trabajo, lo que resulta completamente idiota, pues se supone que para esos casos vas a recibir los apoyos de un trabajador social y un psicélogo [...] Pienso que los servi- cios que se'proporcionan no tienen relacién, en realidad, con lo que se dice y promete en los programas de atencién especial. Estan bien defini- LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 107 dos en lo que respecta a sus propésitos muy formalizados y burocraticos L..] pero esto realmente no comporta nada digno de atencién en términos de la calidad y utilidad real de tales apoyos. Los objetivos de los programas especiales son loables, pero su en- foque y gestién burocratica ha socavado su utilidad, Algunos expertos estiman que hasta el 55 % de la financiacién de la educacién especial, en vez de destinarse a.la instrucci6n, va dirigida a la identificacién, evaluacién, administracién y otros servicios no propiamente relacio- nados con Ja ensefianza (Rothstein y Miles, 1995). En muchas escue- las, Ja financiacién restante ha contribuido a establecer aulas segregadas y mal equipadas, a menudo con profesores que no disponen de la for- macién necesaria, y son gestionadas por procedimientos burocraticos en lugar de por una pr4ctica docente realmente fundada en un diag- néstico preciso de las situaciones. En las aulas de las escuelas rurales y urbanas de alumnos pobres,.los programas de educacién especial contribuyen con frecuencia mas a estigmatizarlos que a educarlos con mayor efectividad que si no hubieran acudido a las mismas. Los intentos persistentes de los politicos de regular la escolaridad suelen basarse en el supuesto de que es suficiente legislar algo para asegurar que ocurra (Horowitz, 1977). Quienes se encargan de emitir directrices tienden a presuponer, asimismo, que su cumplimiento es tan s6lo una cuestién de presién y que no se requiere ni la resolucién de problemas ni la creaci6n de capacidad. Asf, por ejemplo, cuando la Oficina para los Derechos Civiles quiso imponer el decreto de educa- cin bilingiie dictaminado por la Corte Suprema, «los legisladores die- ron por supuesto que existfa un método para aplicarlo cuando, en realidad, no lo habfa. Muy pocos distritos sabfan cémo hacer frente a una-amplia variedad de nifios que procedian de entornos lingtifsticos muy diferentes. No habia bastantes profesores bien preparados ni tam- poco materiales curriculares. Por ello, durante mucho tiempo los pro- gramas bilingties sufrieron los efectos derivados del hecho de que no habfa un numero suficiente de profesores debidamente formados, y de que su quehacer se desenvolviera preferentemente en un entorno bu- rocratico. Incluso hoy, todavia existen limitaciones de personal. Era necesaria la ayuda técnica y la experimentacién profesional. Sin em- bargo, en su lugar abundaron las tareas administrativas complacientes con la burocracia» (Benveniste, 1987, p. 13). Los legisladores tampoco suelen considerar la posibilidad de que Jas politicas que promulgan puedan llegar a tener hasta consecuencias no pretendidas. Hasta 1994, por poner un caso, la legislacién federal sobre educacién compensatoria requeria el uso de tests referidos a la norma para evaluar la efectividad de los programas. Como hemos vis- to antes, hoy en dia se cree que estos tests impiden el aprendizaje de los estudiantes al centrarse en destrezas de bajo nivel en lugar de en 108 EL DERECHO DE APRENDER las competencias reales de lectura, escritura y matemdaticas (Commis- sion on Chapter 1, 1991; Rotberg y Harvey, 1994). Otra linea politica adoptada al amparo del movimiento de rendi- cién de cuentas consistié en la decisi6n de que los alumnos que no superaran aceptablemente los tests de evaluacién habrfan de repetir curso. Hay abundante investigacién sobre el tema que ha demostra- do, sin embargo, que la repeticién, como tal, consigue de hecho un rendimiento mas bajo, y por afiadidura tasas més altas de abandono entre los estudiantes repetidores (Holmes y Matthews, 1984; Shephard y Smith, 1986; Wehlage, Rutter, Smith y Fernandez, 1989). Aunque las decisiones de los politicos a veces atienden a este tipo de cono- cimiento profesional —por ejemplo, la ciudad de Nueva York aban- doné un programa de promocién de cursos similar a principios de los afios 90, y Carolina del Norte rechaz6 una ley que requerfa pun- tuaciones mfnimas en los tests para la‘promocién incluso desde las escuelas infantiles—, ]a mayoria de los legisladores y comités esco- lares no tienen en cuenta en sus polfticas los resultados de la inves- tigacién, y ni siquiera creen que éstas hayan de orientar sus deci- siones. En 1994, mas de dos millones de estudiantes de Jos cuaren- ta que hay en Estados Unidos repitieron curso, perdiendo con ello tanto su progreso normal en el aprendizaje como sus probabilidades de obtener la graduacién a largo plazo. Y el recurso a esta polftica esté aumentando de nuevo con la implantacién de ciertas reformas basadas en estandares. Aunque muchas escuelas no saben cémo en- sefiar a los estudiantes para que los alcancen, s{ que saben cémo ha- cerles repetir cursos. Es muy diffcil que los politicos, a la hora de hacer frente a los pro- blemas educativos, resistan la tentaci6n de recurrir a soluciones de primera mano y corto alcance. Recuerdo a un legislador del estado que elaboré un anteproyecto de ley que requeria de las escuelas que hicieran todo lo posible por asegurar que todos los estudiantes pun- tuaran sobre la media o por encima del rendimiento evaluado por los tests estandarizados estatales. E] hecho de que los tests en cuestion estuvieran disefiados de modo que sélo el 50 % pudieran puntuar al nivel o por encima de la norma, resultaba irrelevante; la ley lo conse- guirfa. Curiosamente, una de las consecuencias no deseada de los es- fuerzos por legislar el aprendizaje fue un fenémeno peculiar, denomi- nado «Lago Wobegon», que afecté a las politicas de tests estandariza- dos en los ochenta: se descubrié que, en comparacién con el nivel de rendimiento precedente, la mayoria de los estudiantes lograron califi- caciones «alrededor de la media» en casi todos los estados y distritos, pues los profesores acomodaron su ensefianza a las exigencias de las pruebas, y Jos estudiantes de bajo nivel de rendimiento fueron elimi- nados de las muestras que se hicieron de los resultados obtenidos en los tests (Koretz, 1988). . LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA 109 2.6, .LOS DILEMAS DE UNA RENDICION DE CUENTAS vo EXCESIVAMENTE BUROCRATICA Cuando los legisladores decretan medidas inadecuadas para alcan- zar los fines perseguidos, sus politicas se vuelven chiperracionales» (Wise, 1979). Dichas polfticas, no sdlo provocan que las organizaciones traten inflexiblemente a sus clientes en jugar de atender a sus necesida- des; cercenan, ademas, el desarrollo de estandares y criterios profesiona- les que podrfan orientar mucho mejor la prdctica, y dificultan que sur- jan capacidades organizativas para la solucién de los problemas. Cuan- do lo legislado es el pilar sobre el que se asientan las decisiones, ni los individuos' ni las organizaciones se sienten libres para indagar sobre otras estrategias que podrian ser mds efectivas en sus circunstancias par- ticulares. Las manifestaciones de una excesiva burocratizacién son: — La falta de m4rgenes de flexibilidad escolar en la asignacién de --* los recursos —dinero, personal y tiempo—, que sean precisos para satisfacer las necesidades de los estudiantes. — La falta de flexibilidad en las aulas para determinar el conteni- do, los métodos y materiales apropiados para la ensefianza — Un exceso de especializacién que fragmenta el aprendizaje y las relaciones entre profesores y estudiantes. — El aumento del papeleo requerido para comunicar directrices y seguir las actividades escolares como una manera de reforzar el cumplimiento de las decisiones externas. La investigacién sobre la ensefianza nos ha informando sobre este tipo de consecuencias en la ultima década e incluso antes (ver, por ejemplo, Wolcott, 1977; Sizer, 1984; McNeil, 1986). Irénicamente, la consecuencia principal de los afanes burocrdticos de mejorar las es- cuelas ha sido un conjunto de prdcticas de control y peticién de cuen- tas que a menudo impiden el aprendizaje. Los estudiantes aprenden de muchas maneras y en distintas proporciones segtin circunstancias cambiantes, y las estrategias de ensefianza efectiva deben ser flexibles y adaptables para satisfacer tales condiciones. Pero debido a que el modelo burocratico necesita controlar a los profesores para que pon- gan en practica las directrices establecidas (por ejemplo, seguir fiel- mente un curriculum especffico y detallado), el conocimiento de los ‘docentes sobre el aprendizaje puede convertirse en un obstdculo si llega a entrar en conflicto con aquéllas (Darling-Hammond, Wise y Pease, 1983). EI incremento de la obsesién reguladora, que no deja de ser una op- cién polftica bajo el pretexto-de la rendicién ptiblica de cuentas por parte de los centros, ha éontribuido a mermar la capacidad de res- puesta de las escuelas a.las necesidades de los estudiantes y las aspi- 110 EL DERECHO DE APRENDER raciones de las familias. Ya adquieran forma en procedimientos ri- diculos para etiquetar a un nifio con necesidades educativas especiales y enviarle a servicios que no saben qué hacer con su aprendizaje, ya sea por la experiencia frustrante de tener que seguir un curriculum muy detallado, descontextualizado, pobremente disefiado, innecesario para algunos y de poca ayuda para otros, los procedimientos obsesio- nados con el control y la rendicién de cuentas est4n creando cada vez mas miedos, frustracién y desesperacién entre las familias y los estu- diantes. Estas medidas alimentan e} malestar actual de la educacién ptiblica y los deseos de mucha gente de salir del sistema, recurriendo a resortes como el cheque escolar, escuelas cooperativas u otras op- ciones similares. Ademés, si los profesores se ven obligados a respon- der a continuas recriminaciones por no seguir las directrices estable- cidas sobre cémo «hacer escuela», no es facil imaginar de qué mane- ra podrén resolverse los problemas que nos aquejan. Un gran ndmero de estudiantes va cayendo en el fracaso cuando la rutina impide que la escuela satisfaga sus necesidades, ya sea a causa del tratamiento uniforme que se les ofrece, o por Ja ausencia de alter- nativas pedagdégicas de las que echar mano. Quienes pueden permitir- se abandonar las escuelas publicas impersonales y muy reguladas, y sustituirlas por escuelas privadas, lo hacen con frecuencia. Ciertas in- vestigaciones nos indican que algunas familias, en principio compro- metidas con la educacién publica, cambian a sus hijos a la escuela privada, principalmente cuando empiezan a creer que las necesidades individuales de sus nifios no ser4n adecuadamente atendidas en las es- cuelas a las que asisten (Darling-Hammond y Kirby, 1985). Aquellos que no pueden abandonarlas se desesperan, y sus aspiraciones educa- tivas no Megan a realizarse. Michael Lipsky (1980) subraya que, en todos los niveles donde rige la burocracia y donde los trabajadores han de tomar decisiones que respondan a necesidades de sus clientes y seguir al mismo tiempo pro- cedimientos prescritos, opera un «sistema dual de responsabilidad y rendicién de cuentas». Los intentos burocraticos por controlar la ges- tién acaban alterando la calidad de los servicios al disminuir la res- ponsabilidad de los trabajadores hacia los clientes y respecto a buenos estandares de prdctica profesional. Por ello, aunque las politicas edu- cativas pueden estar repletas de buenas intenciones y, en ocasiones, in- cluso bien fundamentadas, el problema radica en que estas politicas, debido a su naturaleza, deben ser universales, deben realizarse me- diante una cadena burocrdtica de mando, e implantarse de manera uniforme para producir resultados facilmente medibles. Una buena en- sefianza, sin embargo, requiere flexibilidad, un amplio abanico de es- trategias y la utilizacién de juicio profesional en situaciones complejas y no rutinarias, en las que se han de perseguir metas multiples. Los profesores se encuentran atrapados por un lado entre la obligacién de LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA it seguir pol{ticas restrictivas y, por otro, el intento de satisfacer las’ ne- cesidades cambiantes de los estudiantes, Como explica un profesor: «El énfasis {del distrito] suele consistir en que hay que lograr los ob- jetivos y las metas fijadas; con frecuencia se olvidan; sin embargo, de que son alumnos individuales los que participan en los procesos de aprendizaje». Ademas, las polfticas que legislan la prdctica son necesariamente politicas que miran hacia atrdés: descansan sobre las tecnologias y el conocimiento disponible cuando se dicta la legislaci6n. Una adhesién excesivamente ciega'a sus requerimientos impide el incremento del co- nocimiento y la mejora de la practica. Las polfticas que no toman en cuenta las multiples contingencias que suelen incidir en la toma de decisiones,.o marginan las posibilidades de la mejora desde la prdcti- ca, estan abocadas a ser inadecuadas e incluso peligrosas. Si la prac- tica médica fuera regulada por mandatos politicos no profesionales, los médicos todavia estarfan utilizando sanguijuelas. Tendrfan que esperar a que los legisladores se dieran cuenta de los avances del conocimien- to médico, y a que después fueran traducidos en leyes. Seguidamente, los médicos habrian de aplicar los tratamientos prescritos (a estas al- turas ya anticuados), sin tener en cuenta las necesidades personales de cada paciente, y sin ajustar la practica tanto como sea necesario para asegurar el éxito. Esta es exactamente la situacién en la que los profe- sores se encuentran en estados y distritos con un alto grado de pres- cripcién, a lo largo y ancho de Estados Unidos. El problema, pues, de un sistema doble de responsabilidad es que la practica estandarizada es inadecuada desde una perspectiva de responsabilidad profesional. Los docentes profesionales tendrian que centrarse sobre todo en hacer bien las cosas adecuadas en. lugar de tener. que hacer las cosas que es- tén.mandadas. Nos ha llevado casi un siglo descubrir que la burocracia, como for- ma de organizacién, carece de las herramientas necesarias para ges- tionar e] trabajo complejo, manejar los imprevistos y satisfacer las ne- cesidades variables de los sujetos. Debido a su misma naturaleza, la gestion burocratica es incapaz de proporcionar una éducacién ade- cuada a los estudiantes que no encajan en los moldes sobre los que se basan Jas prescripciones de la practica. A medida que se estandarizan mas las condiciones de entrada, los procesos y medidas de resultados, el foso en el que pueden caer los estudiantes aumenta en lugar de dis- minuir, pues la posibilidad de que una nueva prescripci6n se adecue a cada alumno en particular es menor al reducir los mdrgenes y la ca- pacidad de los profesores para adaptarse a las necesidades de sus es- tudiantes. Las soluciones burocraticas a los problemas de la practica siempre fracasaran, pues la ensefianza efectiva no es una rutina, los es- tudiantes no son pasivos, y los interrogantes que plantea la practica no son simples, predecibles, ni uniformes. Por consiguiente, las decisiones 112 EL DERECHO DE APRENDER que hay que tomar al ensefiar no pueden empaquetarse ni ser remiti- das como tales al profesorado. Asimismo, los problemas de la ense- fianza no se resuelven a base de inspectores que de vez en cuando se dejan caer por el aula para hacer un seguimiento de lo que alli suce- de, y dar consejos sin un conocimiento intimo del contexto del aula, la materia que se est4 ensefiando, las metas de la ensefianza, y el desa- trollo de cada uno de los alumnos, Y, en ultimo extremo, la rendicién de cuentas genuina queda seria- mente cercenada por las polfticas burocraticas, pues el poder de deci- dir y la responsabilidad de la practica son tratados como ambitos se- parados y localizados en distintos niveles jerdrquicos. Los comités de administradores de alto nivel toman decisiones, y los profesores, los di- rectores, y los estudiantes, tienen que cargar con ellas. Cuando no se dan los resultados deseados, los politicos responsabilizan y culpan a la gente de la escuela de la falta de implantacién de los programas; los docentes, a su vez, disculpan su propia incapacidad de imaginar y per- seguir buenas soluciones en razén de las limitaciones que les imponen los polfticos. En realidad, nadie se hace responsable de los resultados de la practica cuando la autoridad y la responsabilidad estan separa- das y dispersas de ese modo. Las normativas sin rostro se convierten en los chivos expiatorios del fracaso escolar porque nadie, en el siste- ma, asume la responsabilidad de los efectos que arrostran las normas sobre los estudiantes. Un modelo de toma de decisiones de arriba abajo retarda el cambio, Sus efectos colaterales y disfuncionales no pueden resolverse de mane- ra r4pida mientras las directrices permanecen en su sitio, ajenas a las realidades de la vida escolar o protegidas por las fuerzas de }a inercia y los grupos de presién, tanto dentro como fuera de Ja burocracia. Sin embargo, la cantidad de esfuerzos e influencias que son necesarios para cambiar la politica del sistema escolar es tan grande que muchos pro- fesores, directores y familias no logran imaginar de donde extraer las suficientes energias para la tarea ardua, y con frecuencia no recom- pensada, de cambiar la situacién. Con el paso del tiempo, el cinismo termina por aduefiarse de la disposicién a solucionar los problemas, y la presién hacia la conformidad es tan fuerte que la mayorfa de los pro- fesores eluden la posibilidad de poner a prueba los Ifmites del sistema. Hace poco, algunas politicas federales y estatales plantearon la alterna- tiva de abolir o flexibilizar algunas de las normativas escolares vigen- tes, pero fueron muy pocas las escuelas que se mostraron dispuestas a solicitar y participar en la experiencia. El resultado final es que termi- namos por aceptar como fatales los fracasos del sistema. Sarah Lawrence Lightfoot (1983) dice que el desarrollo de la polf- tica educativa sufre de visiones de la ensefianza «anacrénicas y unidi- mensionales» (p. 241), Su postulado es que para que la politica fuera mas util habria de centrarse en «imagenes que sean mucho mas cer- LAS LIMITACIONES DE LA BUROCRACIA EDUCATIVA M3 canas a las complejidades e incertidumbres de las vidas de los profe- sores en en sus contextos reales» (p. 243), y tomar buena nota de las influencias multiples que inciden en el aprendizaje de los estudiantes. Los profesores comprenden de manera intuitiva estas ideas sobre la politica, aunque con frecuencia tienen dificultad para defender sus puntos de vista acerca de las condiciones necesarias para una buena ensefianza, pues la embestida de las prescripciones «cientfficas» ha sido enorme. No es raro que los profesores recurran a una coletilla cuando valo- ran determinadas propuestas de los reformadores: «pero, ¢saben ellos de qué va esto?»; de ese modo manifiestan sus dudas de que aquéllos sepan realmente lo que significa la ensefianza y el aprendizaje escolar. Como trataré de aclarar en los capftulos siguientes, lo que los politicos necesitan saber sobre la ensefianza y el aprendizaje es, precisamente, lo que la burocracia no valora: la importancia de las relaciones entre Jas ideas, las experiencias y la gente; la importancia del tiempo para el aprendizaje valioso; y la importancia de las relaciones entre profesores y estudiantes, asi como las posibilidades que tengan de crear una co- munidad de aprendizaje. aod CapituLo 3 QUE ES LO QUE REALMENTE IMPORTA - ,EN LA ENSENANZA Por encima de todo, lo que procuro es que Sos nifios se lo pasen bien en la escuela; que disfruten apréndiendo y pensando e investigando por su cuenta, y creciendo para convertirse en gente decente de verdad. Sin em- bargo, probablemente el sistema escolar est4 en desacuerdo con esto y en- tiende que yo debiera dedicarme a dar clases sobre un sinfin de objetivos. En cualquier caso, también me ocupo de esto, aunque dudo mucho de si los nifios guardaran un buen recuerdo de todo ello. UN PROFESOR DE ESCUELA PRIMARIA La investigacién educativa describe la ensefianza como una actividad compleja caracterizada por la simultaneidad, multidimensionalidad e imprevisibilidad (Jackson, 1968; Lortie, 1975; Clandinin, 1986). En el aula se negocian objetivos contradictorios y multiples tareas a un ritmo alocado; continuamente se realizan-intercambios, y surgen obstdculos u oportunidades imprevistas. Cada hora y cada dia los profesores han de hacer malabarismos ante la necesidad de crear un entorno seguro y de apoyo para el aprendizaje, presionado por el rendimiento académi- co, la necesidad de satisfacer la individualidad de cada estudiante y de- mandas grupales, asf como por llevar adelante multiples itinerarios de trabajo, de modo que todos los estudiantes, en momentos distintos de su aprendizaje, puedan avanzar y ninguno se quede rezagado. Realidades como éstas contradicen la visién burocratica de la ense- fianza como una tarea dirigida a un numero limitado de metas y obje- tivos simples y predeterminados, organizados en un conjunto secuen- cial de actividades y lecciones uniformes para todos los estudiantes de una misma clase o de clases distintas, que les sean planteados, en ge- neral, sin tomar en cuenta a los sujetos como personas particulares. Estas concepciones diferentes de ]a ensefianza tienen repercusiones importantes para las politicas educativas y sus efectos. Aquellas que no concuerden adecuadamente con la realidad de la ensefianza y del 116 EL DERECHO DE APRENDER aprendizaje, sencillamente no tendrdn éxito. Aunque los politicos pien- san que los educadores aplican sus directrices, lo que suele suceder, de hecho, es un proceso de redefinicién, y en ocasiones hasta de subversién. Las respuestas de los profesores a las politicas dependen del grado en el que éstas permitan flexibilidad o impongan barreras a su capacidad de satisfacer lo que los docentes consideran que son las necesidades de sus alumnos. Lee Shulman (1983) se pregunta: «¢por qué suele ser un pro- blema la relacién entre la “ensefianza’” y la “politica”? Somos propensos a pensar que la ensefianza es una actividad esencialmente clinica, artis- tica e individual. Dado que la instruccién es interactiva, pues las accio- nes de los profesores son dependientes de las respuestas 0 las dificultades de los alumnos, parece ridiculo, en principio, promulgar mandatos que determinen cémo han de realizar su trabajo los profesores» (p. 488). Si queremos desarrollar politicas educativas sensatas es imperativo comprender cémo los profesores responden a distintos enfoques em- pefiados en regular los centros, asf como mejorar sustancialmente la formacién del profesorado y la gestién de las escuelas. Richard Elmo- re (1979-1980) sugiere que los proyectos politicos en materia de edu- cacién debieran partir mucho mas del reconocimiento de los contex- tos donde hayan de aplicarse que de las «buenas» intenciones de sus actores, los politicos. Una vez que hayamos comprendido mejor los efectos de la politica, podriamos desarrollarla de modo mas provecho- so y echar mano para ello de procesos de «planificacién retrospectiva». Las preguntas acerca de cémo conjugar los controles del curriculum de arriba abajo y otras pretensiones de dirigir la educacién con Jas ini- ciativas que surgen en los centros y aulas han sido problemas recu- rrentes en cualquier momento de reforma. También representa uno de los asuntos centrales de nuestro tiempo, toda vez que una nueva ola de reformas basadas en los estandares y el rendimiento recorre todo el escenario actual de la educacién. ¢Cémo responden los profesores a distintos tipos de iniciativas po- Kticas? ¢Qué es lo que dicen sobre lo que facilita o dificulta su ense- fianza? En este capitulo, para contestar a estas preguntas, utilizo informacién que procede de la investigacién que Arthur Wise y yo mis- ma realizamos sobre los efectos de las politicas sobre la ensefianza. Los profesores que entrevistamos fueron seleccionados al azar en dos gran- des distritos residenciales conocidos desde hace tiempo como escuelas «excelentes», asi como en un gran distrito urbano que tenfa que hacer frente a una amplia gama de desventajas financieras y educativas. El estudio se realizé durante los primeros afios de los ochenta, cuando los intentos estatales de legislar Ja practica educativa estaban en plena efervescencia. Estos tres distritos habfan comenzado a poner en practica planes como la rendicién de cuentas, definidos por el Estado y la administracién local, y suponfan también un curriculum atin mds prescrito y una evaluacién mas frecuente de los estudiantes que la QUE ES LO QUE REALMENTE IMPORTA EN LA ENSENANZA 117 que existfa con anterioridad. El Programa de Estudios (POS) de uno de los distritos definfa lo que los profesores tenfan que ensefiar en cada materia. En algunos grados y materias permitfa ciertos margenes de flexibilidad por parte def profesorado, pero en otros, practicamente ninguna. En el segundo distrito se habfan disefiado «paquetes curricu- lares» secuenciados y organizados por niveles, principalmente para la educacién primaria y de manera mAs concreta atin para la ensefanza de las matematicas. En la escuela primaria y en la secundaria obliga- toria, los estudiantes debfan trabajar sobre centenares de destrezas es- pecificas, y «superar satisfactoriamente» las pruebas correspondientes a cada una antes de pasar a la siguiente. El curriculum basado en la competencia del tercer distrito (CBC) proporcionaba libretas escolares repletas de temas secuenciados, planes especificos para las lecciones 0 unidades diddcticas y también los exAmenes que los profesores habian de aplicar en cada una de las materias. Al analizar la situacién, aprendimos directamente de los profesores muchas cosas sobre el modo en que las polfticas, en muchas ocasio- nes, sirven de apoyo ala prdctica, pero también que, con mucha mas frecuencia, lo que hacen es dificultarla. Igualmente aprendimos sobre lo que realmente es importante para el profesorado: el valor de la fle- xibilidad para una ensefianza adaptada, la importancia de las relacio- nes con los estudiantes para conocerlos y motivarlos como es debido, y Ja necesidad radical de centrarse en el aprendizaje, mds que en la puesta en prdctica de normativas. Son éstos los temas que analizo en este capitulo. Muchas otras investigaciones también han destacado la importancia de estas condiciones para la ensefianza (ver, por ejemplo, Johnson, 1990; McNeil, 1986; Lee y Smith, 1994; Newmann y Wehla- ge, 1995). Destacarlas y llamar la atencién sobre las mismas debiera servir a los polfticos para adoptar estrategias que apoyen y orienten pero que no limiten el proceso de ensefianza y aprendizaje. 1. La flexibilidad necesaria A pesar de un siglo de esfuerzos por racionalizar la ensefianza, los profesores siguen hablando de'su trabajo como algo muy diffcil e im- predecible; no como una tarea rutinaria y bien pautada. Un profesor de musica de secundaria lo decfa de esta manera: «Nunca sabes dénde te metes cuando entras en una clase. Supongo que esto es lo que hace de este trabajo algo excitante, porque estds haciendo algo que es incluso ‘un poco peligroso... Nunca sabes lo que la confluencia de tantas per- sonas va a provocar.»! ' 1. Como en el capftulo 2, a menos que se especifique lo contrario, todas las citas de los profesores son del estudio citado previamente. 118 EL DERECHO DE APRENDER -La mayorfa de profesores a los que entrevistamos, un 65 %, carac- terizaba la ensefianza, mas como un arte que como una ciencia; que- rfan significar con ello que, aunque hay principios importantes para una buena ensefianza, siempre es necesario hacer uso de la creatividad y el juicio personal. Ensefiar una materia y desarrollar capacidades, al mismo tiempo que tratan con sujetos diferentes y sus respectivas personalidades, es algo que requiere una gran habilidad. Ser capaz de hacer ambas cosas a la vez es, a fin de cuentas, un arte [...] A diferencia de un abogado que esté tra- tando con un cliente o de un médico que lo haga con un paciente, los pro- fesores realizamos nuestro trabajo con grupos de 30 o 35. Hay que hacer frente, por lo tanto, a problemas miltiples; si no eres capaz de realizar cinco cosas a la vez, mejor seria que abandonaras la clase, porque en ella tienes que tratar con un montén de variables al mismo tiempo. Muchos estudios han demostrado consistentemente que la flexibili- dad, adaptabilidad y creatividad son determinantes muy importantes de la eficacia de los profesores (Schalock, 1979; Darling-Hammond, Wise y Pease, 1983). Sin embargo, las politicas que se empefian en im- plantar una instruccién a prueba de profesores socavan esas cualida- des. La multidimensionalidad de la ensefianza y la vasta gama de di- ferencias entre los estudiantes son realidades que las regulaciones de la practica no pueden tener en cuenta, Una y otra vez, los profesores manifiestan que si no pueden conectar con los intereses y necesidades, experiencias y motivaciones de sus estudiantes, no es posible que ocu- rra una ensefianza efectiva y capaz de implicar a los estudiantes en las tareas y en el aprendizaje: «He de tener en cuenta los intereses de los estudiantes [y] permanecer en sintonfa con lo que estén pensando y haciendo. Podria sacar algo a colacién y ellos no tendrian ni idea de lo que estoy hablando. Si lo que hago no conecta con su mundo, ha- bré perdido toda la clase». 2. La planificacién de la ensefanza La investigacién ha demostrado que los profesores que planifican teniendo en cuenta las capacidades y necesidades de sus estudiantes, y que ademas son flexibles mientras ensefian, son mas eficaces, espe- cialmente en estimular el pensamiento mds complejo, que aquellos otros que realizan una planificaci6n programada con todo detalle, cen- trada en objetivos operativos y en la ensefianza de datos. Los profeso- res que van a clase con la idea de poner en practica planes detallados basados en objetivos de ese tipo probablemente seran menos sensibles a las ideas y acciones de los estudiantes (Zahorik, 1970), o no ajusta- QUE ES LO QUE REALMENTE IMPORTA EN LA ENSENANZA 119 ran sus estrategias de ensefianza a las pistas que les van suministran- do sus estudiantes (Peterson y Clark, 1978). Esto disminuye la canti- dad de-razonamiento de alto nivel y el aprendizaje ocasional que va apareciendo en el devenir de una clase (Duchastel y Merril, 1977; Ye- lon y Schmidt, 1973; Melton, 1978). En pocas palabras, los profesores que siguen con mayor fidelidad.esquemas curriculares racionales son los que menos posibilidad tienen de lograr la comprensi6n. Debido a que las experiencias previas de los estudiantes y sus mo- tivaciones e intereses son cruciales para el aprendizaje, la planificacién de muchos profesores se centra en cémo conectar sus metas con las necesidades de los alumnos y, por consiguiente, no tanto en cémo «dis- pensarles la racién de contenido correspondiente» de acuerdo con un modelo racional. Cuando preguntamos a los profesores qué era lo que tenfan en cuenta sobre todo a la hora de planificar su trabajo, el 67 % mencionaba a los estudiantes en primer lugar, y casi todos los demas mencionaron a los estudiantes en el siguiente lugar, justo por detrds de las:metas del currfculum, También destacaron la importancia que tie- ne el] descubrir cudles pueden ser los puntos de conexién entre los es- tudiantes y la materia que se ha de ensefiar: “== " Bienso en log nifios para los que hago la planificacién. Pienso sobre qué es lo que en realidad quiero que aprendan de la materia. Procuro po- ner en relacién todo lo que intento ensefiar, y también pienso en e) grupo clase en su conjunto (...] De ese modo planteo mi planificacién de forma tal que se acomode a los alumnos para quienes estoy planificando. Mi principal preocupacién es cudles son las caracteristicas del grupo que tengo ese afio. Creo que nunca he impartido una clase dos veces de ,, la misma manera a lo largo de once afios, porque el grupo clase nunca es el mismo. ’ wt Aunque; en los distritos mas fuertemente regulados, los profesores tenfan que seguir, para empezar, el currfculum establecido, la mayorfa de ellos se centraba inmediatamente en cémo podfan alterarlo para sa- tisfacer las necesidades de sus estudiantes. Una profesora creativa le dio vueltas a la cabeza sobre este asunto, y disefié su propia gufa cu- tricular con la finalidad de propiciar diversas alternativas a sus estu- diantes: a Hemos elaborado iantos materiales de apoyo como para detener a un caballo. Por ejemplo, en una de las subdreas el material lena ocho li- bretas, cada una de cuatro pulgadas de grosor [...] Les digo a los estu- diantes: «Estas son las cosas que nos indican aqui. A ver, ¢cudles de ellas os interesan a vosotros?» Y entonces elegimos. Cada uno clige aquello que Je gusta en especial, entonces trabajan sobre ello y se lo cuentan al resto de la clase. me . “ 120 EL DERECHO DE APRENDER Muchos profesores de nuestro estudio describieron su planificacién como una actividad que no sélo comenzaba con los estudiantes sino que volvfa continuamente sobre los mismos, y de ese modo podian irse haciendo eco de temas y preocupaciones emergentes: En primer lugar y sobre todo, tengo en cuenta Jo que les pueda inte- resar a mis alumnos, resultarles familiar, de modo que puedan comparar- lo con las nuevas ideas; parto de lo familiar y voy levandoles hacia lo nue- vo. Pienso igualmente en sus habilidades y los materiales disponibles, y me pregunto en qué grado ser4n capaces de utilizarlos adecuadamente, Trato de introducir algo de variedad en una clase, quiz cambiando las ac- tividades dos 0 tres veces durante el curso de la leccién para ayudarles a conectar con sus intereses. En primer lugar pienso dénde estan mis chicos, lo que ya saben, y las capacidades que tienen. ¢Cémo podria presentarles el contenido de modo que les resulte interesante? ¢Cémo aprende mejor este grupo en particu- lar? ¢Es mejor la explicacién del profesor, o aprenden mds de un montén de preguntas y de la interaccién con otros estudiantes? ¢Aprenden mas de actividades de clase en las que tienen que participar? ¢Les vendria bien hablar menos y hacer més? Cada grupo es distinto y los estudiantes pue- den variar mucho de una actividad a otra. Pueden trabajar bien de un modo en una actividad de ciencias, pero necesitar un tipo distinto de ex- plicacién en otra de ortograffa. As{ que realmente tienes que conocer a tus nifios y saber cémo aprenden. 3. Conectar con los estudiantes Hubo un tiempo en el que se pens6 que si los profesores procura- ban estar atentos a las experiencias, intereses y conocimiento previo de sus estudiantes, eso significaba que tenian un corazén pedagdégico blando y desconsideraban los contenidos y métodos cientificos. Ahora, sin embargo, una exigencia como esa se sustenta sobre la investigacién cognitiva mds rigurosa que ha demostrado que el aprendizaje es un proceso de construccién de significados a partir de contenidos nuevos o no familiares que han de relacionarse con las ideas o experiencias disponibles de los estudiantes. Estos construyen el conocimiento a me- dida que van elaborando mapas cognitivos que les permiten ir organi- zando e interpretando las nuevas ideas. Los profesores que son eficaces ayudan a que sus alumnos construyan esos mapas de modo que esta- blezcan conexiones entre distintos conceptos, entre las nuevas ideas y sus conocimientos previos (Calfee, 1981; Curtis y Glaser, 1981; Good y Brophy, 1986; Resnik, 19872). Los sistemas de evaluacién del profesorado de muchos estados, sin embargo, todavia tratan la ensefianza como mera transmisién de QUE ES LO QUE REALMENTE IMPORTA EN LA ENSENANZA 121 formacién, sin tener en cuenta el pensamiento y las experiencias pre- vias de los estudiantes (Darling-Hammond y Sclan, 1992). En el Siste- ma de Florida para la Evaluacién de la Ensefianza (SFEE), por ejem- plo, un programa adoptado en una docena de estados aproximada- mente durante los afios 80, se valoraba negativamente actuaciones de los profesores que plantearan preguntas en sus clases referidas a cual- quier cosa que «tenga que ver con su opinién personal o que constituya una respuesta desde su punto de vista», En el manual correspondiente se afirmaba que «tales preguntas pueden tener buenas intenciones y ser incluso necesarias, pero debian anotarse en la colummna de ineficaces, dado que no hacen progresar el trabajo de la clase en el terreno acadé- mico» (Departamento de Educacién de Florida, 1989, p. 5b). Como muchos otros instrumentos de evaluacién docente, el de Flori- da asume y define como eficaces actividades de ensefianza uniformes, a menudo triviales pero faciles de medir (tales como «mantener un ritmo pautado en,la ensefianza», «gestionar rutinas», y «describir objetivos de conducta»), sin referencia alguna a los contenidos, el curriculum, o al aprendizaje del estudiante. Con frecuencia, tales evaluaciones refuerzan una ensefianza pobre, y socavan la perspectiva de una buena educacién. El Profesor del Afio 1986 en Florida, que también destacé en un programa de la NASA titulado un Profesor en el Espacio, decia que con ese sistema no habrfa conseguido pasar una evaluacién de su ense- fianza que la acreditara para recibir un incremento en su salario, pues el director de su centro no seria capaz de hallar en una de sus clases de laboratorio observada Jas conductas docentes requeridas. E] esque- ma de evaluacién SFEE, en efecto, exigfa puntuar como una practica incorrecta el hecho de responder a una pregunta con otra nueva; se prohibfa, asf, un modo de ensefiar tan popular como el que utiliz6 S6- crates y tantos otros buenos profesores. Este tratamiento de la ense- fianza, que puede observarse en el sistema de Florida y otros semejan- tes, es una buena muestra de instrumentos claramente deficientes para desarrollar estrategias de pensamiento critico con los estudiantes, y da Ja espalda a Ja mayoria de Jas investigaciones sobre el proceso a través del cual los alumnos construyen el conocimiento. Estos programas, en tanto que formas de articular la «rendicién de cuentas» por parte de Jos profesores en relacién con su ensefianza, re- fuerzan un tipo de practicas ineficaces, pues no tienen en cuenta la na- turaleza experiencia] del aprendizaje y el cardcter de la ensefianza, que es también de esa misma naturaleza. Los estudiantes necesitan abordar las ideas de forma que puedan relacionarlas con sus motivaciones y su conocimiento previo, y los profesores, por lo tanto, han de responder a los retos y preguntas que aquéllos les puedan plantear (Brown, 1994). Del mismo modo que el éxito en la composicién musical, en el juego del ajedrez, en el disefio arquitecténico, y en otros campos creativos, el de la ensefianza requiere un proceso interactivo: los profesores evalian 122 EL DERECHO DE APRENDER' ' ” la informacién disponible sobre sus alumnos y materia, anticipan op- ciones alternativas y van revisando sus planificaciones al prestar aten- ci6n a lo que realmente va ocurriendo en el-aula (Yinger, 1978). Muchos de los profesores que entrevistamos nos manifestaron que no sélo necesitan tener en cuenta el conocimiento previo y los intere- ses de sus estudiantes a la hora de planificar de qué forma encarar una leccién, sino que también han de prestar suma atencién al desarrollo de sus conocimientos durante las clases, pues es asf como pueden ir ajustando su planificacién sobre la marcha: «Puedes hacer todos los planes que quieras —comentaba una profesora—, pero si, por alguna raz6n, comienzas algo que no funciona, tienes que cambiarlo al ins- tante, pues has de adaptarte a los nifios». Otra profesora describfa por qué no seguia, de hecho, las programaciones de clase tan detalladas como la administracién de su distrito le exigia: 150 EL DERECHO DE APRENDER: Con el apoyo de un director innovador que implicé a los profesores en la toma de decisiones ¢ inicié sesiones de trabajo sobre la investiga- cién y la practica docente, el centro logré definir y desarrollar sus pro- pias innovaciones. Algunas de ellas han sido el aprendizaje cooperativo en clases heterogéneas, un modelo globalizado de ensefianza de la len- gua, el trabajo activo en mateméaticas y ciencias, proyectos de humani- dades tales como estudios sobre el mercado de la bolsa, el aprendizaje con el ordenador basado en programas tales como Escribir para Leer y Ja recuperacién de la Lectura, y ademés escuelas de padres y visitas a do- micilio, amén de programas extraescolares que implican tutorfas y sesio- nes de deberes supervisados. Los estudiantes se implican en la ensefian- za entre iguales, en la toma de decisiones sobre la disciplina escolar, ast como en las actividades extracurriculares. El profesorado est4 en estos momentos elaborando mejores propuestas para evaluar el aprendizaje y fichas propias para la evaluacién de las ciencias. Planifican en colabora- cién y se observan unos a otros en las clases, lo que les permite apren- der nuevas maneras de ensefiar. La clase de Escribir para Leer es una muestra del aprendizaje que ahora tiene lugar en la escuela de Keels: Hay un cartel que dice: «Este es un ambiente libre de riesgos.» En una esquina de Ja clase, un grupo est4 preparando un experimento de laborato- tio donde se estudian caracterfsticas de las plantas, y los estudiantes estan clasificando, ordenando y midiendo. Est4n acabando una unidad de tres se- manas sobre las semillas, tallos y hojas [...] Utilizan gorras con la palabra «cientffico» inscrita en la parte de arriba [...] Otros alumnos estén escri- biendo sobre lo que van aprendiendo. En este caso utilizan gorras con la pa- labra «autor», también escrita arriba. La profesora Sandra McLain lee con cuidado y critica el trabajo de Constanza, y le dice con una voz resonante: «Acabas de escribir un libro de ciencias.» Constanza responde contenta con un «jSi!». En otra esquina de la clase un nifio lee sentado en una hamaca, y junto a él otro chico «descubre a un autor» en un casete. En toda la sala hay tres ordenadores donde los estudiantes estan identificando fonemas. Sandra sefialé: «cuanto més escriben, mds aprenden» (Berry, 1995, p. 122). Debido a que el profesorado de la escuela investiga y adopta sus propias iniciativas, tiene un compromise con su trabajo que le supone una presién censtante para mejorar. Cuanto mas se esfuerza y mas se da cuenta de lo que los estudiantes logran hacer, mas altas son sus ex- pectativas, tanto respecto a sf mismo como en relacién con sus estu- diantes, Son tipicos comentarios como los siguientes: E] primer dia de clase les damos las cosas que pueden hacer [...] De hecho, las primeras dos palabras que nos aseguramos que puedan leer son «Yo puedo» y «Nosotros podemos». Con cada destreza que les ensefiamos utilizamos la vista, el ofdo, y el movimiento. Escribimos palabras, cons- truimos palabras, hacemos dibujos, les ensefiamos a ser lectores comple- LA ENSENANZA Y EL APRENDIZAJE PARA LA COMPRENSION 151 tos. Una manera de hacer esto es quitar paja y pelusa de los programas de lectura, como todas las paginas de los libros de texto. Antes yo crefa que sélo necesitaban saber los rudimentos de la cien- cia... Ya no creo en esto... Estamos en los primeros niveles [de rees- tructuracién del curriculum de ciencias]. Estamos conjugando princi- pios basicos de la ciencia con grandes principios de las matemiticas. Los estudiantes estan aprendiendo a clasificar, hacer graficos, pesar, medir y predecir, Estén aprendiendo sobre datos y construyendo hipétesis, todo en el primer grado. Yo no aprendf estas cosas hasta que estuve en la se- cundaria post-obligatoria (Berry, 1995: 121) ¥ : « Una y otra vez, quienes se implican en recrear las escuelas se en- cuentran con sorpresas y éxitos que antes-consideraron imposibles. En Filadelfia, profesores que est4n ensefiando en comunidades de aprendi- zaje m4s pequefias que est4n alojadas dentro de grandes centros de se- cundaria sienten que estén confiriendo mayor sentido a sus quehaceres y vidas profesionales y también a los de sus propios alumnos. La ense- fianza en equipo, el trabajar con los mismos estudiantes durante afios, planificar y decidir conjuntamente, asi como el hecho de tener la facul- tad de elaborar el curriculum, les ha permitido nuevas posibilidades para reducir el absentismo escolar e incrementar el rendimiento académico: Por fin puedo ensefiar a Jos estudiantes de una manera que mie per- mite comprometerme con ellos, y con el resto del profesorado, y continuar con ellos a lo largo de toda la etapa de secundaria. Cuando nos reunimos en grupo y hablamos sobre los estudiantes, po- demos hacer torbellino de ideas sobre cémo afrontar los problemas. Real- mente marca una diferencia el que yo pueda decirle a un estudiante: «Bueno, tus otros profesores dijeron esto sobre ti». Estamos trabajando como un equipo y fos estudiantes lo saben [...] Las reuniones son verda- deramente valiosas; discutimos lo que podemos hacer por los estudiantes. Siempre pensé que yo era un buen profesor, pero no siempre que fue- ra tan creativo. Nunca me lo he pasado tan bien ensefiando como ahora. jEstoy aprendiendo de mis colegas, y lo que me resulta m4s sorprenden- te es que jams pensé que mis estudiantes quisieran verse a si mismos como tales!-Antes hubiéramos echado a perder una clase a causa de algin estudiante incémodo; ahora, los mismos alumnos le dicen a Charly que se calle y les deje aprender (Fine, 1994, pp. 6-8). En estos centros de Filadelfia la implicacién de las familias de-los alumnos de secundaria ha dejado de ser una cosa extrafa. En el mo- mento en que hubo algo en lo que particicipar, se alegraron de im- plicarse, Un padre decfa: «Cuando [mi hijo] entré por primera vez en este centro pensé: “otra cosa nueva’. Pero luego le vi progresar y a los profesores tomarse mucho interés en él y en mf. Me llamaban y 152 EL DERECHO DE APRENDER trabajébamos juntos. Se me ha dado a lo que engancharme, gracias a eso la escuela me interesa, y ahora pienso que también es mia» (Fine, 1994, p. 4). Ast como diversas escuelas en la actualidad est4n transformando su modo de trabajar, también los profesores, familias y otros miembros de la comunidad est4n poniendo en marcha nuevas aportaciones para acometer reformas desde las bases que son necesarias. La Fundacién de Escuela de Chicago, por ejemplo, se fundé en 1992 por profesores que querfan crear «una escuela publica dirigida por los profesores y centrada en los estudiantes, sin grados y con agrupaciones flexibles de varias edades, que estuviera organizada al servicio de los profesores y los nifios» (Hiil y Weawer, 1994 p. 55). Una de las fundadoras habia obtenido como profesora la mencién de la fundacién Lynne Cherkasky Davis. Como muchos otros profesores profundamente comprometidos que estan al frente de escuelas reestructuradas al amparo de esa fun- dacién, habia estado trabajando con un éxito excepcional durante mucho tiempo con estudiantes de «riesgo» en una escuela tradicional en el centro de la ciudad. Incluso en aquellas circunstancias su escue- Ja habia sido descrita como: Un entorno que rezuma por doquier actividad [...} Los nifios len con frecuencia, y con sentido, en casa y en la escuela, seleccionan sus propios libros y los comparten con sus familias, otros colegas y con el profesor. Asumen una cantidad tremenda de responsabilidad, van a la escuela, pu- blican sus propios libros, edita cada uno el trabajo de los otros, y se van moviendo a través de muchos rincones de aprendizaje. Las familias se im- plican, leen libros a sus hijos todas las noches y visitan la escuela con fre- cuencia [...] Los nifios trabajan con sus compafieros que ya estan en el cuarto grado. Intercambian correspondencia con otros amigos. Todo esto ocurre, por cierto, entre nifios de los que nadie esperaba que fueran ca- paces de aprender a leer o escribir (Hill y Weawer, 1994, p. 56). Este éxito a‘ nivel del aula —contra lo que resulta habitual en un ambiente poco favorecedor— no fue suficiente para la escuela. Aque- lla profesora empezé a contemplar la posibilidad de unirse con otros colegas para crear un nuevo centro porque «ella estaba trabajando en una escuela infantil con un enfoque integrado del lenguaje, apropiado evolutivamente, con sélo el asentimiento del director, la burla de algu- nos colegas y algunas “preguntas” de parte de las familias. Necesitaba, como decfa, mds apoyo, una red en la que pudiera aprender, colegas con quienes pensar juntos y con los que compartir métodos pedagégi- cos» (pp. 57-58). Cada vez mas educadores como los de Cherkasky Davis estan asu- miendo el liderazgo de crear escuelas que trabajen verdaderamente para la ensefianza y el aprendizaje. En la ciudad de Nueva York, un co- LA ENSENANZA Y EL APRENDIZAJE PARA LA COMPRENSION 153 lectivo de profesoras que ya comenzé a renovar la educacién en los se- tenta ha ido aumentando hasta constituir una red compuesta por do- cenas de escuelas. Una de las pioneras, la escuela primaria de Central Park, fue fundada en 1974 por docentes que intentaron llevar a la pr4c- tica una ensefianza abierta y renovadora en el este de Harlem. Debo- rah Meier, la profesora que dirigié este proyecto recuerda: Una de las principales razones para crear aquella escuela... fue nues- tro deseo personal de tener mayor autonomfa como profesoras. Hablamos un montén sobre la democracia, pero ademas estabamos sencillamente cansadas y aburridas de tener que negociar con los otros y preocuparnos por las leyes vigentes y las normativas. Todas nos sentamos juntas con nuestros propios puntos de vista —algunos colectivos y otros individua- les— sobre lo que debfa ser la ensefianza si tuviéramos en nuestras ma- nos la facultad de decidirlo. La nuestra tenfa que ser una escuela dirigida por el profesorado, y las familias también debfan tener su propia voz so- bre la escolarizacién de sus hijos, asi que pensamos que «optar por ello» representarfa en sf mismo una forma de poder. También pensébamos que habrfamos de ser receptivas profesionalmente a las familias y, dado que la escuela estarfa abierta a ellas en cualquier momento, su profesorado tenfa que ser sensible al respecto, demostrar nuestra capacidad de reaccién y nuestra responsabilidad (1987, p. 37). La escuela del este de Central Park tuvo una gran acogida y, muy pronto, largas listas de espera de familias que querfan matricular a sus hijos. Los estudiantes, organizados en aulas de distintas edades, eran ensefiados por un grupo de profesores creativos que trabajaban en proyectos de arte y de ciencias. Lefan gran variedad de literatu- ra, escribfan en cualquier género literario y exploraban sobre las co- munidades y la cultura por medio de biograffas, cuadernos de cam- po e investigacién interdisciplinar. En diez afios crecié hasta con- vertirse en otras cuatro escuelas en el mismo barrio, tres primarias y una de secundaria. E] seguimiento de sus estudiantes graduados tras la celebracién de sus veinte afios nos descubrié que los efectos de estos centros habfan sido extraordinarios y duraderos. Entre sus estudiantes, cuya mayorfa lefan, en los inicios, por debajo del nivel que les correspondia a la entrada, el 89 % de los cuales eran afroa- mericanos 0 latinos y un gran ntimero proced{fa de familias con ba- jos ingresos, el 95 % llegé a graduarse en la secundaria post-obliga- toria, y el 66 % entré en la universidad. Algunos de ellos en univer- sidades de la Liga de la Escuela Ivy. Por comparacién, sélo el 67 % de la misma parte de los estudiantes de Nueva York se gradué y sélo la mitad de ese nimero habfa logrado entrar en la universidad, aun cuando en este caso el grupo era mayoritariamente blanco y mas ri- cos que los estudiantes que habjan asistido a nuestras escuelas (Bensman, 1994). 154 EL DERECHO DE APRENDER. Durante los afios 80, bastantes docentes de la ciudad de Nueva York se atrevieron a fundar otras muchas pequefias escuelas alternativas, comprometidas en el desarrollo de una educacién democratica centrada en el aprendiz. Un grupo de escuelas secundarias pequefias y nuevas, ca- racterizadas por un tipo de educacién muy atenta a las relaciones per- sonales y duraderas entre los adultos y estudiantes, una instruccién auténtica y un curriculum comun y no separado por niveles, ha tenido tanto éxito que se ha convertido en una plataforma de lanzamiento para la creacién de casi un centenar de centros similares (sus caracterfsticas organizativas serén descritas con més detalle en los capitulos 5 y 6). La investigacién a gran escala también est4 comenzando a confirmar los efectos positivos de la reestructuracién escolar centrada en el apren- dizaje y el logro de los estudiantes. Un estudio reciente de 820 centros de secundaria, que ha sido Ilevado a cabo en todo el pais, encontré que aquellos alumnos que hab{an estudiado més cursos en centros reestruc- turados, realmente preocupados por propiciar una atencién personali- zada y una relacién docente a largo plazo entre estudiantes y profeso- res, un curriculum comin que ofrecia aprendizajes de alto nivel para to- dos los estudiantes, ensefianza en equipo y planificacién colaborativa entre los profesores, asi como con las familias de los estudiantes, habfan alcanzado resultados significativamente mejores entre los grados 8 y 10, y LO y 12 que aquellos que habian estudiado en centros cuyas prdcticas segufan siendo tradicionales (Lee, Smith y Croninger, 1995). Y los logros conseguidos en los distintos niveles, no sélo eran mejores en estos alum- nos que en los de centros tradicionales, sino que también eran menores Jas diferencias entre los que obtenfan puntuaciones mas altas y mas ba- jas. Los factores que nos permiten explicar este fenémeno tienen que ver con el hecho de perseguir experiencias educativas y un curriculum co- min para todos, sostener expectativas altas para todos los estudiantes (esto es, la oferta de materias optativas es reducida y se minimiza la se- paracién por niveles, por lo tanto los estudiantes cursan estudios simi- Jares con un contenido académico més fuerte), el énfasis en el aprendi- zaje activo y la instruccién auténtica, y ciertas formas de organizacién que permiten a los profesores trabajar juntos y asumir colectivamente la responsabilidad por todos los estudiantes. A pesar de estas y muchas otras pruebas que hablan del éxito de ex- periencias de reestructuracién escolar como las mencionadas, las re- formas més generalizadas resultan todavia vacilantes porque muchos politicos y practicos no comprenden cual es el alcance de los cambios, © no aprecian el hecho de que cualquier transformaci6n seria ha de afectar a todas y cada una de las «regularidades de la escuela» (Sara- son, 1982). Para que una reforma escolar triunfe a largo plazo, los po- liticos y los profesores han de trabajar sobre la base de una compren- sién compartida en torno al aprendizaje significativo, qué condiciones requiere y qué ha de hacerse para apoyar su ocurrencia. LA ENSENANZA Y EL APRENDIZAJE PARA LA COMPRENSION 155 2. Las condiciones para el desarrollo de la comprensién Garantizar mds y mejor aprendizaje a todos los estudiantes depen- derA en ultima instancia de que desarrollemos una ensefianza adecua- da para ello, que lo favorezca y estimule. Por el contrario; si sélo se in- siste en aumentar el logro de mayores est4ndares de aprendizaje, los fracasos en conseguirlo iran a la par. Y, en principio, si algunos cen- tros han conseguido aprender a ensefiar de una manera mis efectiva, eso hace suponer que otros también pueden hacerlo si se lo proponen seriamente. Pocos, no obstante, aprenderdn de los éxitos de estos pio- neros, a menos que la sociedad, conscientemente, cambie su punto de vista sobre los estandares educativos. En realidad, los estandares edu- ¢ativos del sistema, tanto sobre la ensefianza como sobre el aprendi- zaje, no son otra cosa que mecanismos de seleccién y distincién de los estudiantes, de distribucién de los recursos y apoyos, as{ como crite- rios sobre los que pensar para decidir qué tipo de ayudas han de po- nerse a disposicién del desarrollo de nuestros alumnos. Con bastante frecuencia la gente tiende a suponer que los estanda- res o niveles educativos han aumentado, y son de mayor calidad, si un mayor numero de estudiantes fracasa en-alcanzarlos. Este punto de vista es obvio en escuelas y universidades donde la discusién sobre los niveles es la prdctica al uso para decidir acerca de la politica de ad- misi6n, y no tanto para mejorar la calidad de la educacién que se ofre- ce. Esto refleja una creencia subyacente segtin la cual, el logro es una funcién de la capacidad innata en lugar de uno de los resultados de los procesos de escolarizacién; también revela la poca confianza que te- nemos en nuestra capacidad para ensefiar de manera suficientemente potente como para lograr altos niveles de aprendizaje con la mayoria de nuestros estudiantes. Esta es la habilidad que cualquier nacion que crea en la educacién ha de desarrollar para afrontar el siglo xx1. Los estudiantes que razonan adecuadamente y hacen bien los ex4- menes casi siempre han tenido una experiencia escolar cualitativa- mente distinta de aquellos que no son capaces de realizar estas habili- dades. Afortunadamente, a quienes todavia.no se les ha pedido que comprendan y desarrollen un pensamiento profundo pueden llegar a desarrollarlo aun, concretamente si se les permite que experimenten una ensefianza que intensamente haga hincapié en el desarrollo de la comprensién y los resultados consiguientes. Hay diversos requisitos que ha de satisfacer la ensefianza para ser ambiciosa y lograr éxitos. En mi propia experiencia como docente he descubierto que una cla- ve para el desarrollo de los estudiante es proponerles est4ndares claros y criterios respecto a sus tareas escolares, ofrecerles continua infor- macién sobre el trabajo que van haciendo, asf como oportunidades su- cesivas de revisién del mismo a la luz de las pistas que vamos dando- Jes. Los alumnos también necesitan acceso a ejemplos de trabajo de 156 EL DERECHO DE APRENDER gran calidad, pues as{ pueden utilizarlo como modelos. La revisién de sus tareas escolares a la vista de la informaci6n que se les suministra, y de otros modelos que representan de manera muy explfcita los es- tdndares propuestos son aspectos importantes de una ensefianza para la comprensi6n. Los t6picos corrientes sobre altas expectativas pueden transformase en satisfaccién por el logro de altos niveles de aprendi- zaje, si conseguimos motivar a los estudiantes y les capacitamos para ir mas all4 de los niveles de capacidad con los que llegaron a nuestras clases, y para ello les proveemos de oportunidades valiosas que desa- rrollen su competencia y los andamiajes que les ayuden a aprender cémo hacerlo. Si aspiramos a que nuestros estudiantes se enfrenten con deman- das de aprendizaje que les ponen al Nmite de sus capacidades debe- mos ofrecerles acceso a un tipo de ayuda educativa que les garantice instrumentos para triunfar en lugar de intimidaciones de fracaso. Los estAndares claros y los criterios de un buen aprendizaje han de ir acompaiiados de apoyos consecuentes y sostenidos. Los profesores deben trabajar en ambientes estructurados que permitan relaciones firmes y continuas. La personalizacién no es sélo algo «agradable» para los estudiantes; es esencial para una ensefianza y un aprendiza- je serios. Ademds, las metas y apoyos suplementarios han de encon- trarse en todos los espacios de la escuela —y, desde luego, seria muy deseable que asf fuera también en sus hogares—, particularmente si a lo que se aspira es a que desarrollen Ja comprensién en difentes ma- terias y dominios. Una ensefianza francotiradora, aislada no ser4 capaz de potenciar a los estudiantes para que sean pensadores competentes y sujetos que tomen decisiones como seres humanos criticos y cons- tructivos. No hay, claro est4, una unica bala de plata que pueda crear este conjunto de condiciones escolares. El currfculum, la ensefianza, la evaluacién, la organizacién escolar, el gobierno de los centros y el de- sarrollo profesional de los docentes deben ir de la mano y aglutinar- se alrededor de un conjunto de ideas compartidas sobre cémo la gen- te aprende, crece y se desarrolla. En el resto del cap{tulo describo nueve factores claves que, por lo que hemos visto, vertebran los en- tornos propicios para el aprendizaje significativo, y que pueden ob- servarse en escuelas que han logrado una reestructuraci6n valiosa y provechosa. Voy a ir detailando, asimismo, algunas de las implica- ciones que este conjunto de caracterfsticas habrfa de comportar en materia de polfticas escolares. — El aprendizaje activo y profundo. — E] énfasis en el rendimiento auténtico. — La atencién al desarrollo. — La valoracién de la diversidad. LA ENSENANZA Y EL APRENDIZAJE PARA LA COMPRENSION 157 -— Oportunidades para el aprendizaje cooperativo. ~ — Una perspectiva conjunta de todo el centro. — Estructuras sensibles al cuidado de las personas. — Apoyo al aprendizaje democratico. -— Conexiones con las familias y la comunidad. Ninguna de estas caracteristicas por sf sola es suficiente para garan- tizar que los estudiantes se sientan interpelados, desafiados y, ademas, apoyados en el aprendizaje. Las escuelas han de tejerlas conjuntamente en una malla estrechamente anudada, si lo que quieren es fortalecer al mismo tiempo la competencia personal y el desarrollo del sentido de co- munidad, 3. El aprendizaje activo y profundo E] aprendizaje activo refleja el viejo dicho: «oigo y olvido; veo y re- cuerdo; hago y entiendo»,.El aprendizaje activo que persigue la com- prensién genuina comienza con los contenidos, no con un activismo insulso a base de acciones separadas de los conceptos de las discipli- nas como malinterpretan algunos criticos del aprendizaje activo, y trata a las disciplinas como algo vivo, no inerte. Las escuelas que ensefian para la comprensién implican a los estudiantes en hacer un trabajo de escritores, cientificos, mateméticos, musicos, escultores y crfticos, en con- textos tan realistas como sea posible, y-utilizan criterios propios de la realizacién de las diferentes disciplinas como estandares que han de perseguir los profesores y estudiantes. Ademéas de los resultados de la investigaci6n que antes cité en tor- no al aprendizaje activo en la década de las reformas curriculares de los afios sesenta y setenta, otras mds actuales han confirmado que el rendimiento, tanto en ex4menes convencionales como en los tests tra- dicionales, aumenta mediante el aprendizaje activo. En un estudio so- bre mds de 2.000 estudiantes en veintitrés escuelas reestructuradas, Newmann, Marks y Gamoran (1995) encontraron niveles altos de desem- pefio en tareas complejas de matematicas y humanidades en el caso de estudiantes de cualquier condicién que habian tenido la ocasién de ex- ‘perimentar modelos de la que estos autores denominan «pedagogfa au- téntica», esto es, una instruccién centrada en el aprendizaje activo en contextos de la vida real que exigen operar con esquemas de pensa- miento complejo, la consideracién de alternativas, la utilizacion de las ideas sustantivas y la légica de la investigaci6n disciplinar, la prdctica frecuente de la composicién escrita y la elaboracién de sus trabajos para una audiencia no sélo reducida al Ambito de la escuela. Asimis- mo, un anilisis reciente de los datos de la Encuesta Longitudinal de la Educacién Nacional de 1988 puso también de manifiesto que los estu- 158 EL DERECHO DE APRENDER diantes en escuelas de secundaria reestructuradas donde se experi- mentaba de manera generalizada la «instruccién auténtica» logran ni- veles mas altos de rendimiento en los tests convencionales. Los inves- tigadores concluyeron que «un estudiante medio que acuda a una es- cuela que practique alto grado de pedagogfa auténtica puede aprender aproximadamente el 78 % mds de matematicas entre octavo y décimo curso gue un estudiante que va a una escuela donde no se lleve a cabo ese modelo pedagégico» (Lee, Smith y Croninger, 1995, p. 9). Para implicar a los estudiantes en los procesos y resultados propios de un pensamiento profundo, las tareas sobre las que trabaje debera representar formas de ejecucién real en un determinado dmbito de estudio (no fragmentos separados y algoritmicos escasamente relacio- nados con los contextos reales de aplicacién). Asf, por ejemplo, un es- tudiante debiera tener la ocasién de disefiar, dirigir y organizar un ex- perimento, en lugar de limitarse a aprender de memoria los pasos del método cientifico; escribir e interpretar un fragmento literario, en vez de, simplemente, identificar el signficado de una frase en un pérrafo aislado; elaborar y verificar hipétesis y no sélo realizar un experimen- to de laboratorio enlatado. Igualmente, podrian cuidar y mantener un jardin y observar los resultados de sus acciones; cuidar animales y es- tudiar su crecimiento; dirigir una investigacién sobre condiciones am- bientales locales; escribir y producir un periédico de una época histé- rica; desarrollar y argumentar un caso famoso en un juicio simulado; construir una casa a escala, o montar una dramatizaci6n artfstica. Una mafiana de la Nueva Escuela del Bronx de la ciudad de Nueva York nos ofrece una buena cantidad de ejemplos: En una clase, un grupo de estudiantes de 4.° y 5.° grado hace prepa- rativos para pasar el dia en el puente de Brooklyn, acompafiados de un profesor de arquitectura que les est4 visitando, asf como de sus estudiantes de la universidad local El grupo realiza una reunién antes de partir, en la que se discute acerca de cierta informacién arquitecténica pertinen- te para la investigacion que realizardn [...] En otras clases de 4.° y 5° curso hay un mapa que representa una visita reciente al lago de Van Cor- tland. Un grupo de nifios examina el agua de un terrario y comprueba los criterios que ha de reunir un «estanque vivo», lo que constituye una par- te de un estudio que est4n realizando sobre ecosistemas. Los nifios de segundo y tercer curso acaban de terminar su reunién de Ja majiana en la que han tratado sobre la terminacién de dos amplios es- tudios antes del fin de afio: uno sobre Egipto, y otro sobre ciencia en ha- bitats humanos y animales {...] Al observar el aula mientras los nifios tra- bajan en sus proyectos pueden verse gr4ficos, esquemas, mapas y listas donde van anotando lo que ya saben y lo que todavia necesitan saber so- bre cada tema [...] Las mesas se agrupan para que puedan sentarse en ellas tres o cuatro nijios a la vez. Dos nifias estan hablando sobre la lon- LA ENSENANZA Y EL APRENDIZAJE PARA LA COMPRENSION 159 gitud del Nilo, y aplican etiquetas al Nilo Alto y al Nilo Bajo. Otras tres estén pegando jos pilares de una pirémide de papel para que después se seque. Otros estudiantes escriben informes e historias sobre lo que ya han aprendido. Algunos estan buscando la longitud exacta del rio Nilo para di- sefiar una medida correcta en su mapa. Los adultos y los nifios trabajan juntos, y todos estén decididamente implicados en sus tareas. (Darling- Hammond ef al, 1993, pp. 31-35). El aprendizaje activo contextualizado también puede realizarse s0- bre la base de simulaciones informaticas tales como el proyecto Jasper, que est4 construido sobre un documento hipermedia que ha sido ela- borado por la Universidad de Vanderbilt. Jasper es una de tantas simu- Jaciones video-informatizadas, cada vez mas frecuentes, que son ttiles para crear contextos reales de solucién de problemas; exige de los es- tudiantes que analicen datos y apliquen conocimientos de geografia, matemiticas y ciencias de la tierra a medida que van abordando cier- tos problemas, como, por ejemplo, rescatar a alguien perdido en la selva, Sin embargo, no basta con crear tareas interesantes para los estu- diantes. E] trabajo que conduce a una comprensién profunda tiene al menos tres caracterfsticas: 1) requiere la utilizacién de operaciones cognitivas de alto rango, de modo que los sujetos vayan més alla del mero recuerdo, reconocimiento o reproduccién de la informacién, lo que supondra evaluar, analizar, realizar sfntesis, generar argumentos, ideas y realizaciones concretas; 2) exige que apliquen ideas y habilida- des a contextos significativos, lo que implica que realicen actividades idéneas para hacerles descubrir razones que les leven a querer impli- carse en actividades auténticas; 3) descansa sobre el aprendizaje previo de los estudiantes sin por ello dejar de insistir en que vayan desarro- Ilando una comprensién disciplinada y rigurosa. Teniendo en cuenta que partir y terminar con los intereses inmediatos de los estudiantes no es algo que precisamente genere una compresién profunda, la uti- lizaci6n sensata de los est4ndares y procedimientos de trabajo han de ser tales que ayuden a que los estudiantes superen sus compresiones intuitivas de la realidad y vayan progresando hacia el logro de niveles de pensamiento y ejecucién que desarrollen sus capacidades y recur- sos intelectuales. 3.1. LA APLICACION DEL CONOCIMIENTO A CONTEXTOS SIGNIFICATIVOS Entre los miembros de la Coalicién por Buenas Escuelas, la metéfo- ra més al uso para referirse al aprendizaje activo es la de «el estudiante como un trabajador». El propésito que se persigue es capacitar a los es- tudiantes para que operen con sus conocimientos de manera intencional. Como Sizer (1992) explica: «Mostrar lo que se sabe es algo que puede 160 EL DERECHO DE APRENDER realizar con relativa facilidad un estudiante pasivo. Usarlo requiere que el estudiante sea una parte fundamental del proceso» (p. 85). De igual forma, en las aulas de una Comunidad de Aprendices, los alumnos ac- tian como investigadores, asumen la responsabilidad de su propio aprendizaje sobre diversos temas en relacién con los cuales podran en- sefiar al resto de la clase (Brown, 1994). La necesidad de ensefiar algun contenido a otros facilita una implicacién ms activa y un aprendizaje mas profundo que lo que comporta el hecho de que los estudiantes se sienten de manera pasiva en sus pupitres mientras los profesores ex- plican, ellos escuchan y més tarde dan cuenta de lo aprendido en un examen. Habitualmente se espera de los estudiantes que planifiquen y estructuren un tema de investigacién, que incorporen e integren el aprendizaje académico en actividades practicas, que proyecten su pro- pio trabajo, desde !a busqueda de materiales para una creacién artis- tica hasta la construcci6n de disefios experimentales o informes preci- sos. La clave es proporcionar oportunidades para que ocurra el apren- dizaje «activo, estratégico, autoconsciente, motivado e intencional» (Brown, 1994, p. 17). Debido a que los seres humanos tienen una ten- dencia a construir significados en relaci6n con su ambiente, aprende- mos y ejecutamos mejor algo cuando el significado de nuestro trabajo resulta evidente. Asf, incluso convenciones académicas, como pueden ser los rudimentos de la aritmética, la ortograffa y la decodificacién de textos, se aprenden de manera mucho mas provechosa si forman par- te de una actividad mds amplia y significativa. Las estancias en determinados contextos de actividad en calidad de aprendices son una de las maneras por medio de la que !os estudian- tes pueden adentrarse en un determinado ambito de estudio, com- prender sus multiples facetas y desarrollar actividades practicas a través de] modelado tacito o una ensefianza formal y explicita. Esas estancias permiten a los estudiantes aprender de manera concreta tareas com- plejas en etapas progresivas. Se trata de experiencias de aprendizaje que pueden organizarse en torno a ciertos servicios a la comunidad o un determinado tipo de actividades practicas dentro y fuera de las es- cuelas, asi como por medio de tutorfas entre iguales en las que los alumnos puedan aprender de sus compafieros mayores o més expertos en aulas que acojan a sujetos de distintas edades, Gardner (1991) ar- gumenta que las estancias de aprendizaje pueden considerarse como uno de Jos modos de ensefianza que emula con mayor efectividad los modos segtin Jos cuales, la mayoria de la gente aprende mejor: combi- nan, simultaneamente, el aprendizaje experiencial y formal con una orientacién personalizada: [Las estancias de aprendizaje] permiten a los jévenes trabajar directa- mente con profesionales en cjercicio, incluso establecer vinculos persona- les, asi como un sentido del progreso hacia un horizonte claro. Frecuen- temente también pueden utilizarse para cubrir tramos intermedios en el LA ENSENANZA Y EL APRENDIZAJE PARA LA COMPRENSION 161 desempefio de un trabajo que tiene diferentes niveles de excelencia, de modo que un aprendiz puede apreciar mejor de dénde viene, dénde esta y anticipar hacia dénde habria de llegar. Esta forma de aprendizaje gene- ralmente resulta muy motivadora; los jévenes entran directamente en el contexto que envuelve a una tarea compleja e importante, y percibe cua- les son los criterios del éxito (y los costes del fracaso), asf como hasta qué grado son dificiles. Las estancias de aprendizaje, a fin de cuentas, con- densan el conocimiento secular sobre cémo Ilevar mejor a cabo una tarea, y ademas lo inserta en el momento preciso en el que es necesario, en lu- gar de situarlo arbitrariamente a la mitad de una leccién magistral, un texto, o un plan de estudios (p. 124), Con independencia del modo preciso en que se haga, el cultivo ge- neralizado de un aprendizaje profundo requiere bloques sustanciales de tiempo dedicados a una inmersién intensa en un 4mbito de traba- jo y estudio. Por ejemplo, un principio clave de la Coalicién de Buenas Escuelas es que «menos es mAs», que comprender algunas cosas bien es mucho mas importante que pasar por encima de una gran cantidad de cosas nuevas sin comprenderlas. Las experiencias que permiten a los estudiantes darles vueltas a los problemas y desarrollar efectiva- mente capacidades de ejecucién les capacitan para desarrollar el pen- _Samiento y habilidades de resolucién de problemas en sus entornos. Gardner, Torff y Hatch (1996), también coinciden en sostener que en Ja batalla perenne entre amplitud y profundidad (de los conocimientos), el énfasis ha de ponerse en esta ultima: Una vez que las personas adquieren una buena competencia en el do- minio de los sistemas simbélicos clave de la lectura, la escritura y el reco- nocimiento, no apreciamos necesidad alguna de establecer o favorecer al- guna materia por encima de cualquier otra [...] Desde nuestro punto de vista, lo fundamental es que sean profundas Jas experiencias de contacto con los temas clave de las 4reas de conocimiento mas reconocidas: mate- miticas y ciencia, historia y filosoffa, literatura y arte. Los estudiantes ne- cesitan aprender c6mo aprender y como adentrarse de manera profunda en unos u otros tépicos. Una vez han adquirido estas formas preciosas de conocimiento, est4n en condiciones de continuar su propia educacién de manera indefinida. Y si no ha dominado estas lecciones, todos lo datos, seudo datos y tests que se obliga a responder a los estudiantes no salvarén sus almas (p. 50). Desarrollar la comprensién en los estudiantes requiere, tanto el tiempo y el ritmo que haga posible un aprendizaje profundo como la orientaci6n diestra del -profesor que construya un armazén para las ideas clave, anticipe los errores conceptuales o estereotipos, y disefie experiencias de aprendizaje que tengan en cuenta el modo de pensar de sus alumnos y reflejen los parémetros a los que ha de atenerse la investigacién en una determinada disciplina. 162 EL DERECHO DE APRENDER 3.2. Hay QUE PONER EL ACENTO EN UNA COMPRENSION DISCIPLINADA Los estudiantes necesitan algo mas que sélo actividades interesan- tes en las que desarrollar una experiencia real. Para alcanzar altos ni- veles de dominio en cualquier esfera de actividad han de implicarse en una practica continua y realizar ajustes de su desempefio en perfodos sucesivos de tiempo sobre tareas que scan lo suficientemente comple- jas como para representar Jas distintas formas de conocimiento y ha- bilidad que han de’conjugarse en un desempefio correcto. Una de la caracterfsticas del conocimiento experto es la habilidad de captar las relaciones existentes dentro de un drea de estudio y apli- car los conocimientos y las destrezas a una gama amplia de situacio- nes. Cuanto més experta es una persona, més flexible es también en la aplicacién de sus conocimientos a la variabilidad de circunstancias de un determinado 4mbito. Es por eso, pues, por lo que los estudiantes debieran implicarse en diferentes formas de pensamiento —anilisis es- critos de su propio trabajo, asi como del de los compaiieros, diarios re- flexivos, procesos y productos cualitativos y cuantitativos, presentacio- nes orales—, pues esta. variedad les permite, tanto confirmar las po- tencialidades que ya tienen como desarrollar otras, crear un repertorio flexible de pensamiento y de estrategias de trabajo. A medida que los estudiantes aprenden a través de la investigacién y estudios de caso y lo aplican a Ja construccién de modelos, ejemplos y demostraciones, debates y disefios, se les ha de exigir que analicen el resultado de sus esfuerzos de manera sistematica, adoptando como re- ferencia los criterios establecidos y los modelos de buenas practicas. Al evaluar su propio trabajo y el de otros, debieran observar y analizar ejemplos de buenos trabajos y discutir sobre lo que hace que sean de calidad, pues as{ pueden ir internalizando los estandares rigurosos del buen hacer. Por lo mismo, deben tener la oportunidad de revisar continuamente su trabajo de.manera que puedan acercarse progresi- vamente a los criterios establecidos. Creo que es ésta una condicién fundamental para el aprendizaje, que es rara en la mayorfa de las cla- ses, aunque es facil percatarse de su valor fundamental si prestamos atencién a como se va logrando la excelencia en los deportes, Ja mtsi- ca u otras artes escénicas. Estoy interesada en diferenciar aqui entre, de un lado, un tipo de desarrollo y procesos que son necesarios para elaborar ciertos productos y buenas ejecuciones, y, de otro, el énfasis en «competencias» fragmen- tadas como las que fueron propias de algunas propuestas educativas de los setenta, y que ahora vuelven a resurgir como una determinada ma- nera de entender lo que pueda comportar «una educaci6n centrada en los resultados». Cuando se adopta un punto de vista reduccionista sobre el particular, a los estudiantes se les proponen objetivos como: «identi- fica el tipo de sonido», «sumar ntimeros de dos digitos sin reagrupar- LA ENSENANZA Y EL APRENDIZAJE PARA LA COMPRENSION 163 los», y «enumerar los pasos del método cientifico», en lugar de metas mas significativas como «leer con fluidez y comprender lo leido», «ra- zona bien las mateméaticas», «elaborar y verificar hipétesis». Desde la perspectiva del rendimiento, los estandares pueden ser un tema excelente de discusién y didlogo para clarificar los propésitos y metas educativas. Los profesores y estudiantes pueden preguntarse por qué est4n haciendo esto y qué es lo que de ellos se espera. Es cierto que han de disponer de diversas opciones de trabajo para partir desde lo que saben y trabajar desde ahi, pero también necesitan estandares y requisitos compartidos respecto a los que desarrollar hdbitos inte- lectuales disciplinados y habilidades pertinentes en cada uno de los Ambitos del conocimiento. 3.3. ALGUNAS IMPLICACIONES POLITICAS DEL APRENDIZAJE ACTIVO Y PROFUNDO Las condiciones necesarias para un aprendizaje activo y profundo tienen implicaciones politicas al menos en cuatro érdenes. En primer lugar, la prescripcién curricular debe centrarse en los conceptos clave y permitir una investigacién en profundidad, en vez de exigir que se cubran temarios con cantidades ingentes de conocimientos de datos y hechos. En segundo lugar, la evaluacién ha de buscar la comprensién de la informacién y no sélo el recuerdo de la misma. En tercer lugar, las estructuras del aprendizaje, es decir, la organizacién de los conte- nidos y del tiempo correspondiente, han de propiciar horarios amplia- dos de modo que los profesores y estudiantes trabajen juntos en torno a problemas significativos de manera tan auténtica como sea posible. En cuarto lugar, los sistemas de evaluacién del profesorado deben va- lorar y reconocer a los docentes por su habilidad de facilitar un apren- dizaje activo y no por usar tan sdlo la leccién magistral o los modelos de ensefianza expositiva. Un curriculum fragmentado, que se ensefie en sesiones de cuaren- ta y dos minutos de clase, y que se dedique sobre todo a cubrir gran- des cantidades de informacién porque estan en el temario, dificilmen- te contribuird a! desarrollo de la comprensién de los contenidos. Como Gardner, Torff y Hatch (1996) observan: «Si quisiéramos ensefiar para la comprensién, tenemos que aceptar una verdad dolorosa: sencilla- mente no es posible darlo todo. Con toda seguridad, el mayor enemi- go de la comprensién es «la obsesién de acabar el temario». Sdlo en la medida en que seleccionemos aquellos tépicos que valga la pena tra- bajar y explorar, y les dediquemos el tiempo que requieren para tratarlos con profundidad y desde miultiples perspectivas, tendremos alguna posibilidad de que la comprensién genuina pueda lograrse de manera generalizada» (p. 49). 164 EL DERECHO DE APRENDER Uno de Ios problemas més importantes es que las polfticas curri- culares actuales y los materiales correspondientes en EE.UU., desde California a Nueva York, fuerzan a practicar una ensefianza superfi- cial por su insistencia en la cantidad de contenidos que han de dar- se en las clases y su fracaso en distinguir lo que es realmente im- portante y lo que es a todas luces trivial. A pesar de los esfuerzos apreciables de asociaciones profesionales, como el Comité Nacional de Profesores de Mateméticas, para construir nuevos est4ndares cu- rriculares, la realidad actual es que la mayorfa de los centros de este pafs se encuentran en un ambiente cultural que debe ser transfor- mado para que los estudiantes sean formados en una I{nea que per- siga con decisién el desarrollo de la comprensién profunda y habili- dades utiles. Y es mas, la ensefianza que realmente puede contribuir a un aprendizaje auténtico es sustancialmente diferente de los modelos implicitos en la actual evaluacién del profesorado, asi como de los sistemas destinados a su formacién y desarrollo. La mayorfa de los instrumentos de evaluacién al uso valoran a los profesores de acuer- do con atributes propios de una

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