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AÑO II NÚMERO XVIII EDICIÓN DE NOVIEMBRE DEL 2009

REVISTA CINOSARGO 1

Editado en Arica- Chile 2009


Diseño: Daniel Rojas Pachas
Cinosargo
Contacto: carrollera@gmail.com
Web: www.cinosargo.cl.kz

Editorial Cinosargo by Daniel Rojas Pachas


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Director:
Daniel Rojas Pachas
Coordinadores.
Milvia Alata y Daniel Rojas.

Redactores:

• Daniel Rojas P.
• Arturo Volantines
• Violeta Fernández
• Rolando Gabrielli
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• Wilfredo Carrizales
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Colaboradores externos:

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EDITORIAL.
Estrenamos el número XVIII de la revista, ha sido un periodo lleno de
novedades y trabajo, lo cual ha retrasado nuestras publicaciones
habituales, sin embargo hemos entregado al público además de las
acotumbradas ediciones de cada mes de la Santísima y Cinosargo;
tres títulos que agrandan nuestro catálogo, Aguante Barreda de
Alejandro Colliard en novela, Respirar puede ser un fracaso de
Yamila Greco en poesía y en cuentos. la Antología de la nueva
narrativa de dos regiones del Norte Grande de Chile, Arica y
Antofagasta, esperamos seguir creciendo tanto en la virtualidad de
nuestro sitio como en la repercusión que nuestras intervenciones y
lecturas han hecho en la comunidad en distintos sectores del país y
las zonas vecinas del continente, abriendo el diálogo.

Esperamos disfruten este número y sigan atentos a la labor que


estamos realizando, dando un mordisco a las letras y el arte.

Daniel Rojas Pachas


Director de Revista Cinosargo
26/11/09
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En torno al primer encuentro de escritores de


Por Daniel Rojas Pachas

El pasado 18 de noviembre se realizó en Antofagasta el primer encuentro de escritores organizado


por la biblioteca municipal 122, este evento contó con el apoyo del académico y ensayista Sergio
Gaytán y los escritores Rodrigo Ramos y Patricio Jara. Se destaca la variada muestra de autores
que participó. Esta incluía a dos premios nacionales de literatura José Miguel Varas y Raúl Zurita,
el destacado poeta Floridor Pérez, la autora Nona Fernández, Pablo Azocar que presentó su
poemario –El placer de los demás- y el autor de la novela “Tubab” Beltrán Mena. Hay que destacar
que el norte grande también estuvo presente a través de las voces de Miguel Morales (El Tipógrafo
Huraño) la escritora de Iquique Cecilia Castillo y quien redacta Daniel Rojas Pachas desde Arica.
El diálogo con el público fue fluido siendo lo más interesante el doble carácter descentralizador del
proyecto.

Por una parte se valora el reunir en el norte a un número considerable de consagrados y


emergentes interactuando maratónicamente con un publico no menos diverso, adultos mayores,
jóvenes universitarios así como adolescentes y escolares de básica ávidos por empaparse de la
cultura literaria de su país y en una segunda medida y no menos importante, la inteligencia en la
selección de poetas, narradores y ensayistas lo cual privilegia una multiplicidad de géneros y
trayectorias que demuestra como en todo Chile se vienen creando proyectos escriturales
interesantes que integran estilos, estrategias discursivas, códigos y medios variados, la prueba
está en la presentación de los invitados.
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e Antofagasta.

Los participes en este sentido aportaron al entregar una visión panorámica y pluralista de la literatura
que nace dentro de está región de América. José Miguel Varas compartió la lectura de su relato La
Huachita que da titulo a su colección de cuentos, imprimiendo toda su experiencia en locución, Zurita
respondió agudamente revelando en la lectura la conexión intertextual de sus poemas con los sueños
de Kurosawa, Beltrán Mena mostró la lábil frontera entre la narrativa y la crónica de viaje, Nona por su
parte, mostró parte de Av. 10 de Julio Huamachuco conectando la urbe y sus edificaciones como base
para el imaginario narrativo y nos iluminó con respecto a su trabajo como guionista de teleseries, la
poesía de Floridor galopó al ritmo de la cueca y la de Cecilia Castillo expuso las bondades del bolero,
otra parte de la actividad buscó dialogar en torno a la irrupción de las nuevas tecnologías en la
construcción de una obra y su difusión; nueva mirada para la identidad nacional y regional, en ese
ámbito se destaca el proyecto Alto Hospicio de Rodrigo Ramos y la Revista Cinosargo de Daniel
Rojas, en definitiva este primer encuentro que esperamos se mantenga en el tiempo, resulta un gran
incentivo para el público lector pues presentó voces que están vigentes y aportando al gran edificio
que constituye la literatura nacional.

Daniel Rojas Pachas.


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Patricio Jara: Quemar un pueblo fue mi novela más complicada

Fue un año prolífico en lo literario para Patricio Jara, escritor antofagastino radicado en Santiago.
Lanzó tres libros. Por orden temporal: "Prat" –biografía novelada-, "Las zapatillas de Drácula"
–cuentos enganchados como novela que surgieron a mediados de los años 90- y "Quemar un
pueblo" -novela-. "Son libros distintos. Quiero pensar que podrían hacer su camino sin
estorbarse" afirma.

Jara estuvo de paso por Antofagasta en el marco de unas charlas por la biblioteca Viva
denominadas "Santiago no es letras".

Como dato: "Quemar un pueblo" ya cuenta con 10 comentarios o críticas en importantes medios.
"Las críticas fueron bastante radicalizadas. A algunos le gustó mucho y a otros, nada. En todo
caso jamás le iría a pedir explicaciones a un crítico sobre qué dijo. Tengo clarísimo que es parte
del juego y aquello lo tengo desde la época de Huberto Plaza (fallecido profesor de castellano del
colegio San Luis). "Nunca olvidaré que después de leer mis primeros cuentos, me dijo: dedícate a
otra cosa. Me hizo una crítica demoledora en cinco páginas. Al final aprendí. Uno no puede ser
tan soberbio para decir que no me interesa la crítica. La crítica sí interesa. Es bueno cuando te
critican bien y una lata cuando no gusta lo que haces. Las críticas son a libros puntuales. El
tiempo dirá si fuiste buen escritor o no".

"Por suerte hay dos críticas que no me han hecho, la por cursi y por mal escrito".

Novela

-¿Entiendo que "Quemar un pueblo" las venías escribiendo desde hace algún tiempo?

-La novela surgió en Antofagasta en 2004. Tiene dos grandes historias: la del circo y una por
debajo que es la de un maestro cervecero. Este por ganar plata termina haciendo cualquier cosa.
Entremedio comencé a tomar apuntes para las otras novelas como Prat. Salí de una novela y
descansé en otra. Pensé que no se podía y suena hasta cursi decirlo. Creo que por el armado,
"Quemar un pueblo" es la novela más complicada que me tocó hacer hasta ahora, por el hecho
de unir las dos historias. En lo personal cada vez me cuesta más escribir.

- ¿Cómo fue el proceso de "Prat"?

-Fue un trabajo periodístico. Estuve en Iquique. Las pequeñas partes de ficción que tiene Prat
pasan inadvertidas. La información está ahí. Hay material de los 80, unas reproducciones que se
hicieron en los diarios de la época. Fue bueno y agotador.
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-¿Respecto a "Prat", el mismo aparece comiendo chumbeque en la novela, es ficción aquello?

Ficción, pero era perfectamente probable. La transcripción del diario es 99% real, ahí se hace una
descripción bastante clínica de Iquique. Probablemente en esa época ya habían chinos, es un dato
especial lo del chumbeque.

Antofagasta

-¿Cómo ves a la actual Antofagasta en general?

-Los contrastes se están acentuando. Actualmente veo tres ciudades: la del reflejo del progreso o la
buena vida justa (nuevos departamentos y condominios); el Antofagasta que no perdió su carácter
de puerto, de barrio chino, de Bronx, y entremedio está la clase media que es el lugar de dónde yo
vengo (los blocks de departamentos donde las generaciones se van renovando).

-¿Qué te parece este nuevo "boom de inmigrantes" que es rico en historias?

-Me parece súper bien. Es necesario recibir a los inmigrantes y darle una oportunidad.
-Otro aspecto es que la ciudad se construye por las leyendas que pueda tener, por la memoria
colectiva. Recuerdo el tiempo de mi papá cuando hablaba de los "malvados de yumas" (un grupo
que se paraba en Prat con Latorre, años 60). Ahora esas historias urbanas se han perdido. Hoy
entre más porteros eléctricos y más vigilantes de seguridad se cierran a la vez las puertas para
conocer las historias de otra gente.

Me llama la atención como el paseo Prat se ha ido popularizando. La ciudad cambia mucho de una
cuadra a otra. Curiosamente un sitio como el mall es un lugar de paso. El lugar para ir el fin de
semana.

Soy convencido que la vida de la ciudad no se puede organizar en torno al mall o al supermercado
que se instala en un lugar y barre con los locales del barrio.

Siento que los procesos de arraigo son súper lentos. Me consta que los primeros chuquicamatinos
no quisieron a la ciudad de buenas a primeras. Creo en Antofagasta vivimos un período en que
recién se pusieron las cebollas escabechar. Hay que abrir el frasco en un par de años.

-¿Y en literatura?

-Se ha ganado un espacio con los blogs. Son pequeñas luchas periféricas que da poco han ido
llegando al centro. Siento que aquello puede coexistir con el discurso e imaginario pampino. No
tiene porque uno negarlo ni que uno barra con el otro. Es como pensar que después de la Segunda
Guerra Mundial nadie hable de aquello. Siento que Antofagasta está en un período de empezar a
acomodarse al cambio. El sitio donde más había retroalimentación cultural, en el sitio donde llegaba
la gente nueva, el puerto, hoy se construyó un mall.

Quizás el sitio dónde estén llegando las historias, la nueva gente esté en otro lado. Hay que esperar
un tiempo para identificarlo o definirlo.
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Periodismo

-¿En la parte periodística hay artículos tuyos en varias revistas, incluso recién armaste una
radiografía de los chilenos para un diario argentino?

-En este rato escribo en Qué Pasa. Me siento bastante a gusto. Estoy en una buena etapa. No sólo
estoy escribiendo sobre libros, sino que sobre otras cosas. El oficio periodístico lo mantengo
siempre. Lo interesante es que paso desde el ensayo de los chilenos a una entrevista con Anarquía
(hincha de la “U”). Lo bueno es moverse en varios registros. Finalmente son pequeñas variantes que
ventilan.
-¿No te han dado ganas de escribir algo de fútbol, algo de la “U”?

-Soy tan fanático que me quedaría empantanado. Quedaría como demasiado fans. Si me interesa el
fútbol. Voy siempre al estadio. Escucho los programas deportivos a diarios. En este rato no me
lanzaría de fútbol. Siempre me llamó la atención la vida de los futbolistas. El futbolista independiente
de la fiebre mundialista puede ser un personaje literario re interesante. Es de los personajes que hay
más que escarbar que recoger lo que te da. Me pregunto ¿Qué hace un futbolista cuando no está
entrenando?
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Cien golpes en la espalda

Ahora mismo está a mi lado. Dulce y sumisa como un animalillo, siempre cariñosa, siempre dispuesta
y complaciente. Me mira con sus grandes ojos verdes, y por momentos consigue que me olvide de
todo. Eso lo hace muy bien, siempre ha sido así. Está sentada en el suelo, enroscada entre mis
piernas y frotando su nariz contra mi rodilla. Sólo lleva unas pequeñas braguitas blancas. Desde mi
posición puedo ver su elástico cuerpo adolescente. Veo como encoge y estira sus largas piernas,
despacio, muy despacio. Veo como su respiración hace elevar y descender sus pequeños pechos,
Veo su nuca sobre mis muslos, entregada a mí, dócil y vencida. Huele a aire fresco, a pelo limpio y a
sexo. Me excita, lo hace hasta nublar mi entendimiento. Ella lo sabe. Lo sabe y lo utiliza contra mí.

He intentado alejarme de ella. Lo he intentado por todos los medios, pero siempre vuelvo a su lado.
Dominado por el deseo, vencido por el sabor de su cuerpo. Hoy ha vuelto a hacerlo. Se presentó en
mi casa de noche, con la ropa sucia y el pelo revuelto. Sus enormes ojos suplicaron mi perdón. No
me dijo nada, no hacía falta. Había vuelto a traer la oscuridad a mi vida. Cuando me vio coger el
cinturón, sonrió, se desnudó despacio y se humilló ante mí. A cuatro patas en el suelo, aguantó su
castigo sin quejarse. Fui brutal como siempre. Descargue cien golpes en su espalda mientras le
dedicaba los insultos más crueles. Fue brutal, brutal e inútil. Al terminar la dejé en el suelo. Enroscada
como un gato. Inerte. Después me desnudé e hicimos el amor. Mientras yo lamía sus heridas, ella me
juraba no volverlo a hacer. Por un momento la creí, o tal vez creí que la creía, o seguramente sabía
que me engañaba, pero ya no me importaba. Ya ha dejado de importarme lo que haga. Por
monstruoso que me pueda parecer, por abominable que sea lo que hace, la amo, o tal vez sólo la
deseo, pero si es así, la deseo de una forma terrible. De una forma absorbente, ilógica, inhumana. A
ella le ocurre lo mismo. Por eso se presta a mis estúpidos castigos. Por eso deja que engañe a mi
conciencia con la ilusión de que puedo corregirla. Como si se pudiera borrar los impulsos de un
animal, como si pudiera curarla a fuerza de golpes.

Ahora estoy acariciando su espalda. Mis dedos recorren las señales de su castigo. Ella ronronea.
Sabe que ha vencido otra vez. Sabe que mañana volveré a dejarla entrar en mi casa, y que volveré
castigarla por sus pecados, y que volveremos a hacer el amor como dos animales, ajenos a todo,
envilecidos y salvajes. Y yo se que antes de que todo eso ocurra, ella volverá a matar, y la muerte de
otro inocente caerá sobre mi conciencia. Lo volverá a hacer porque su instinto se lo ordena, y yo no
haré nada para impedirlo, tan solo rezaré para que alguien le pare los pies y acabe con esta
oscuridad que me envuelve.

Héctor Gomis - http://uncuentoalasemana.blogspot.com


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LA ACORDEONISTA
por Juan Ignacio Malacrida

Disfrutaba volver una y otra vez, a diario, a verla o tal vez a escucharla y a dejarse envolver en los
sonidos artificiales que se dibujaban sutilmente en su fuelle endiablado, quizás, por su color rojo pálido
y sin brillo o por el rojo carmesí de la uñas de las pequeñas manos de la acordeonista o, a lo mejor, por
el granate de su vestido que no era ni tan largo ni tan corto pero que dejaba ver parte de sus piernas
desnudas que acababan en unos delgados pies envueltos en unas aparentemente cómodas sandalias
de un color indefinido, quizás, por el paso del tiempo, quizás por la iluminación o quizás por la sombra
que se formaba a causa de esta y que también le oscurecía parte del rostro pero le remarcaba sus
facciones más interesantes, como su nariz puntiaguda pero pequeña, los contornos de su cara
definidos y afilados pero saludables y proporcionados, sus labios rojos pero sin pintar y su pelo negro,
lacio, que caía sobre su cara y le tapaba la frente y las orejas, y llegaba hasta sus ojos que estaban
cerrados y con muy poco maquillaje, y que demostraban una entera correspondencia con las notas
confusas que parecían escaparse del acordeón que ocupaba el centro de la escena pero que no
eclipsaba a esa extraña belleza de la imagen completa que consistía en una joven y delgada mujer,
sentada, ejecutando el instrumento con actitud indiferente para quien quisiera escucharla u observarla,
o mirarla como lo estaba haciendo él en este momento, atento, callado y concentrado en cada detalle
de ella, convirtiéndola en una mujer especial, en una mujer muy especial o quizás en la mujer más
especial e importante en la vida de él, que siempre volvía para extasiarse de la belleza y de la
delicadeza de ella sentada siempre en la misma silla de mimbre corroída por los años pero íntegra y
armónica con el escenario de madera despintado y gastado, que alguna vez fue negro y ahora no era
más que una mancha en escala de grises y marrones que yacía bajo las pequeñas sandalias de la
acordeonista, encerrado entre dos cortinas que en un principio fueron azules y ahora eran dos pedazos
de tela descoloridos que contrastaban con la luz que emergía del acordeón en forma de música, en
forma de sonido, en forma de libertad imaginaria o quizás por el foco de iluminación que hacía resaltar
los dedos de la acordeonista y su fuelle, que se abría y se cerraba como una mariposa en su primer
vuelo, que se abría y se cerraba rozándole ocasionalmente sus pechos proporcionados que
amenazaban a salirse por debajo del escote de su ajustado vestido granate, que se abría y se cerraba
bajo la atenta mirada de ambos, bajo la atenta mirada de ojos cerrados de ella, una mirada espiritual,
una mirada de concentración, una mirada de compromiso con el instrumento, con la música y con él,
que ahora la miraba también con los ojos cerrados, entrando en comunión con su música, con sus
notas, con ella tocando el acordeón para él, solamente para él y para nadie más, solamente para sus
oídos para su alma que se fundía con el alma de ella formando un solo espíritu mezclado, indivisible,
indistinguible, en meditación eterna, moviéndose y bailando al ritmo de la melodía incorpórea que los
envolvía y los liberaba, que los encandilaba y los iluminaba, que los llevaba a volar y los despojaba de
todo lo material, como el escenario, las cortinas y la silla de mimbre, y los dejaba flotando en el aire,
unidos, conectados a través de cada uno de sus sentidos pero adivinándose y sabiéndose que son dos
cuerpos,
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que ella es la acordeonista y que él es quien la observa en este momento y se enajena con su música
y con su belleza que pertenece al mundo de los sueños, al mundo de los sentimientos, al mundo de los
recuerdos, que por momentos parecen olvidarse pero que vuelven, que siempre vuelven al mundo en
que la vio y la escuchó por primera vez en ese mismo escenario, o al mundo de esa otra noche en que
la saludó, y le invitó un trago y ella aceptó, y le dijo que estaba casada pero a él no le importó y la
quiso besar en un intento de penetrar su frontera, y ella le dijo que no pero él estaba muy borracho y
volvió a insistirle tomándola de la mano, y ella se soltó, lo insultó y salió rápido a la calle, al mundo de
esa calle oscura y solitaria en que él la siguió, y la agarró con firmeza de un brazo, y ella se quiso
soltar gritando y pidiendo la ayuda que nadie escuchó, y él le dijo que se callara apretándole el cuello
cuando ella gritó desesperadamente que la soltara, que por favor la soltara, que le dolía mucho, y la
llevó obligada a la negrura de las vías del tren, llorando y gritando con más desesperación porque
sabía lo que le iba a pasar en el momento en que la tiró al suelo y le metió una mano por debajo de la
ropa, penetrando, ahora sí, en el mundo humedecido de llantos y de sangre en que él le desgarró el
vestido granate, hurgando con sus dedos el sudor y la blanca piel desnuda, quitándose el pantalón,
penetrándola, haciéndola gritar ya no de miedo sino de dolor, volviéndola a penetrar, otra vez,
quebrantando toda su juventud y toda su pureza, golpeándola para que se callara mientras ella
forcejeaba, lloraba, gritaba y luchaba contra él, tratando de despertar de la pesadilla que no estaba
soñando, tratando de arrancarse las manos que la estaban estrangulando cada vez más fuerte y no
cesaban, como la noche, el llanto, el sudor, las penetraciones, la sangre, la carne desgarrada, los
golpes, los gritos, las manos, las heridas, las eyaculaciones, la desesperación y la lucha que se cerró
en un último aliento sobre ella y en ella, durmiéndola en un vacío oscuro, quieto, silencioso,
impregnado en unos labios violetas y azules exclamando un grito mudo y ensordecedor y en unos ojos
abiertos de mirada perdida que lo encontraron en su casa a la mañana siguiente, borracho e
inconsciente, señalándolo con el dedo, escupiéndolo y humillándolo con las lágrimas de dolor del viudo
y del acordeón insonoro que le hizo llorar un océano de lágrimas secas, ausentes e incapaces de regar
el cuerpo de ella que se pudría en la sombra de una tumba como la que lo ocultó a él durante veinte
años pero que no le pudo esconder la esperanza de volver a verla, la esperanza que le dio la fuerza
para escaparse clandestinamente a ese pequeño pero no tan olvidado pueblo del Paraguay, donde
pasa sus días mirando, observando y escuchando a ella, a la acordeonista, a su acordeonista que vive
inmortalizada, pura, inmaculada y bella en uno de los tantos cuadros que se exhiben en el museo de
bellas artes de la capital y que él acaba de disfrutar.

Juan Ignacio Malacrida

Nació el 3 de febrero de 1983 en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde también reside. Es
Ingeniero en Sistemas de Información y recientemente concluyó sus estudios de posgrado en
Ingeniería del Software. En el ámbito laboral, se desempeña como ingeniero en la unidad académica
del Hospital Italiano de Buenos Aires. En cuanto a su formación literaria, se desarrolló casi por
completo de manera autodidacta y sus intereses van desde la poesía hasta la narrativa.
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MIL MANERAS DE AMAR

La poesía rehúye a los fuertes de ambiciones, a los rabiosos y ansiosos de poder, especialmente a
los políticos palaciegos. Cuando más exitosos parecieran los gobiernos y los Estados más lejos se
ubica la poesía.

Definitivamente este poder y la poesía tienen mala convivencia. El poder institucional puede
empezar a articularse en la intemperie y vertebrarse a través de los clanes, sectas y partidos
políticos; pero, cuando se adueña del poder, los poetas son los primeros enviados a los ghettos. Los
Estados autoconformes se alejan de la creación y la creatividad, ya que buscan casi siempre la
cristalización de la eterna juventud y construir un Estado que dure mil años. Claro, al poco andar
éstos terminan derrumbándose o, a lo menos, convirtiéndose en un festín nerónico.

Por ello, las políticas culturales del Estado de Chile y del CNCA. son un puente y son un claro en el
bosque latinoamericano, porque al financiar y difundir el arte apuestan a su propia sobrevivencia. Es
un puente; sin embargo, difícil, pero estimulante, ya que encaminan fórmulas refrescantes y fluidas
que pueden resolver nudos destructivos, y servir profundamente al arte y al pueblo.
Cuando la verdadera poesía pasea por el poder político se incomoda, le sale urticaria y alergia
nerviosa; se exila debajo de los puentes, como algunos personajes que andan con el “Marqués de
Villa Rica” o como los desterrados de la Revolución Constituyente .

Por esto mismo, la poesía se aviene con los pulgosos; se apega bien a los pobres, anda en la
ciénaga; siempre revolviéndola en la revolución; siempre “es soldado y es amante” ; anda desnuda
debajo de las estrellas por más que el mismo poeta quiera vestirla de retórica y privilegios; anda,
definitivamente, con los más necesitados y anda, también, con los “bandidos y vagabundos” ; y es
absolutamente generosa con los que no tienen nada y quieren darlo todo.

Por ello, “Mil formas de amar” es una volada desde el alma; es la volada desde la poesía que se
pone de pie aunque no tenga piernas; y, aunque sea muda, habla desde el corazón, y se puede
escuchar como el viento acompaña al árbol; ésta es la poesía que se echa a volar haciendo del
destino del poeta algo más que cáscara y cacareo.
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Marco Antonio nos deja entrar a su intimidad, a su visión poética, a su luminoso corazón y nos
ofrece una vendimia, donde el amor, la desilusión y la reflexión poética cabalgan por la página en
blanco en busca de una respuesta a su destello. Su poesía descansa en un arco que va desde ese
amor que pareciera que no se concreta, pero que estremece. En cada caída se levanta: Un gesto
aquí, una sonrisa allá; la imagen de esa mujer que lo despierta y despierta su poesía. Se trata de
un navegante que vuelve sobre el tema, como el albatros vuelve a sumergirse en el mar.

Marco Antonio desafía las fórmulas poéticas para decir su decir; para construir un diálogo directo, y
no caer sólo en el garlito de este buen decir a cuestas de disfrazar lo que el destino le indica.
Marco Antonio avanza desde la poesía del amor que martilla y canta en su corazón, porque las
razones del amor son muchísimas. Pero, Marco Antonio avanza hacia otros temas aventurándose
en un discurso propio. Creo, firmemente que la poesía y el arte parten del corazón cuando hay
corpus que transmitir, y que se puede colgar en aire como si fuera una nube a punto de llover.
La poesía no puede estar comprometida con la nada sino con los avatares del hombre que “…si
todavía respira/ debe inventar unas piernas,/ unos brazos, un corazón,/ para luchar por el mundo” .
Por ello, a los eruditos y académicos se le hace imposible entrar a la obra, porque no es el negocio,
ya que el negocio de ellos es cobrar; un cobrar tan externo que sacan una pistola como los nazi
para analizar una obra o como ese funcionario de la Biblioteca Nacional que lo fui a buscar para
que fuera jurado de un concurso de poesía, y lo primero que me preguntó es cuánto pagaba.

Esta poesía es un testimonio de vida contra la muerte, contra los imposibles; es desabrocharse de
un cerro de imposiciones que al cuerpo se le ha impuesto, pero de allí nace libre y cobra vida como
un tejido eléctrico por las palabras. Esta poesía nos da señales que no todo está perdido, y que
todavía la humanidad tiene una oportunidad. Esta poesía impone un derecho a la vida.
Marco Antonio no es sólo un poeta detenido en lo amoroso sino también se preocupa del destino
de los otros, del miedo y del dolor que percibe y del claroscuro de la vida. Esta poesía busca ser un
espejo, donde el poeta dialoga con el otro que es el mismo; un diálogo para comprenderse a sí
mismo y para aclararse y saber encontrarse, tal vez con la aceptación del destino particular del
poeta. Esta poesía completa lo que falta al poeta, a lo menos es el complemento para sentirse
íntegro y, fundamentalmente, es su respiración, porque a pesar de los tremendos desafíos, apuesta
en la vida y no en el cementerio.

.- Marco Antonio nació en la ciudad de La Serena, Región de Coquimbo, el 17 de mayo de


1983. Producto de una grave complicación durante el parto sufrió una parálisis cerebral que afectó
parte de su sistema motriz, impidiéndole caminar. A los dos años y medio ingresó al “Centro de
Evaluación, Diagnóstico e Intervención Infantil”(CEDIN.), y paralelamente al “Centro de
Rehabilitación Infantil”; ambos lugares claves para su desarrollo personal. Antes de los ocho años y
gracias a significativos avances en su rehabilitación, entró a kinder en el Colegio José Gaspar
Marín. Fue en ese lugar, en séptimo básico y bajo la tutela de su profesora de castellano, Manuela
Rojas, descubrió sus dotes artísticas, en especial en el área de las Letras y la Poesía. Poco
después, a raíz de un concurso poético de la comuna se incorpora a las actividades públicas de la
literatura regional. Hizo sus estudios en el bicentenario Liceo Gregorio Cordovez de La Serena.
Participa activamente en revistas literarias, recitales y acciones de arte. Gracias al apoyo del
programa “Creando Chile en mi Barrio” del Consejo de la Cultura y las Artes y “Quiero mi Barrio” del
Ministerio de Vivienda y Urbanismo, Marco Antonio publicó su primer libro llamado “Esperanza de
Amor”(2008). Es miembro de la Sociedad de Creación y Acciones Literarias de la Región de
Coquimbo (SALC.).
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EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE DIOSES


(o monstruos) escrito por Arturo Ruiz
La razón y la ciencia han fallado, o al menos eso es lo que mucha gente afirma, buscando cualquier
forma de camino alternativo que les re encante el mundo o que les solucione sus problemas. Atrás
quedó la época en que nos encantamos con los prodigios de Thomas Edison o las audacias de los
hermanos Wright. Nada nos impresiona ahora. Muchos quieren volver a aquello ancestral, a ese
mundo antiguo que parecía lleno de magia, que estaba lleno de magia.

Pero no ha fallado. Nuestras vidas son un sueño de longevidad para las antiguas generaciones; los
vilipendiados transgénicos han desplazado las aprehensiones de Malthus, quien creyó que
moriríamos de hambre por el conflicto entre geometría y aritmética, sin embargo… el mundo se
vuelve para muchos demasiado prosaico. Las explicaciones científicas se vuelven demasiado
difíciles de intuir. La propia ciencia cae en malas manos, manos privadas que abultan los precios de
los medicamentos, por ejemplo.

Pero los actuales problemas de los mortales no están en la razón ni en la ciencia. Los problemas son
precisamente la sinrazón y la codicia de unos pocos que quieren enriquecerse a costa del resto de
nosotros. La economía se ha vuelto muchas veces despiadada y parece que no hay esperanza en
las soluciones que ofrece el mundo de la razón, que aparece frío, distante y complicado ¿habrá algo
que puedan trasmitirnos nuestros ancestros? ¿Acaso sabían algo que nosotros hemos olvidado?

La sabiduría ancestral no está en los libros escritos de los antiguos, no en la mayoría de ellos, que no
son más que relatos épico fantásticos con un poco de historia, aunque sí hay cosas que aprender de
los griegos, de los chinos y otros pueblos que en algún momento se apartaron de los mitos e
interrogaron al mundo con sus mentes. La sabiduría ancestral consistió en haber sabido salirse de un
mundo sin agua potable, sin energía eléctrica, sin computadoras, sin derechos humanos ni
democracia y heredarnos un mundo mejor que aquel en que ellos tuvieron que vivir.

De ello, sin embargo, no pudieron separarse totalmente la superstición y la religión que contaminó
nuestra Filosofía de una serie de prejuicios que el pensamiento recién en los últimos siglos extirpa.
Los prejuicios se adhieren, sin embargo a los juicios y toman los primeros la forma de estos últimos
y se hace muy difícil distinguirlos. Así, por ejemplo, la creencia en un dios personal es tenida no sólo
por racional, sino como una condición previa en toda persona juiciosa por demasiadas personas.
REVISTA CINOSARGO 17

La experiencia contradijo hace mucho que la creencia constituyera un conocimiento, pero la


creencia forma una parte espuria de aquel cuerpo de conocimiento heredado y como no puede
sobrevivir al más mínimo escrutinio racional, se reserva para sí, como bien afirma Dawkins, un
territorio separado que no puede ser sometido a un examen como corresponde. Este creer se
afirma a sí mismo como dogma de fe. Yo solía afirmar a modo de broma, que mi gigantesca
cabeza era la señal y condición de una gran inteligencia, entonces, al ser cuestionado, oponía que
era dogma de mi fe, así como era otro dogma el hecho de que era delgado, pero que me veía
gordo –además de dogma, misterio.

“Razonamientos” como esos de mi cabeza y contextura son esgrimidos en todas partes sin pudor
alguno y en serio. Reclamamos nuestro derecho a nuestras creencias y renunciamos a nuestro
derecho a cuestionarlas, a nuestro deber de cuestionarlas. Cada uno de esos actos inconscientes
de renuncias es un paso más hacia fanatismos y un freno en el progreso que, como hemos visto
antes, no es tanto una ley natural necesaria como el resultado del esfuerzo conjunto de toda la
especie y, a estas alturas, de un esfuerzo consciente.

Todo lo que hemos logrado como especie lo hemos logrado al deshacernos de creencias. Muchos
principios que ahora las instituciones religiosas defienden –como los derechos humanos o incluso
el actual dibujo del sistema solar –se convirtieron en principios universales precisamente como el
resultado de una lucha en contra de esas instituciones. Todo progreso ha sido siempre la
superación de supersticiones, supercherías o prejuicios de cualquier índole, pero ahora, al amparo
de una Filosofía que duda y equipara todos los discursos, los prejuicios, las supercherías y los
temores religiosos vuelven al ataque para someter nuevamente a la especie a su dominio.

No nos engañemos: el calentamiento global, la crisis energética y en general todos nuestros


problemas serán solucionados por la razón y la ciencia, con ayuda de la Filosofía cuando quiera
plantearse los problemas más profundos y cuando quiera dotarnos de sentido vital. Allí fuera del
conocimiento no hay nada que nos sea útil, sólo están los viejos temores a los espíritus y a la
oscuridad y aquella magia añorada, pero inútil para conjurarlos. Ningún ángel descenderá de los
cielos a llevarse a sus escogidos ni ningún rapto será el preludio de ningún reino de ningún dios.
Deberemos seguir trabajando con nuestras cabezas… ¿pero qué se puede esperar de cabezas
llenas de encantamientos extravagantes y absurdos?

Auspicia PERVERSA SEÑAL


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BESO DE LIRA
por Ignacio Cardenal

Moría por besarte


Sujetar tu silueta, su figura
Poder enamorarte
Beberme tu ternura
Tenerte entre mis brazos y arrullarte.
Los labios celestiales
En tu faz, un edén inigualable
Libráronme de males
¡Oh boca tan amable!
Una joya entre cosas desiguales.
La vida regresaste
A mi cuerpo de páginas resecas
Y pronto capturaste
Mis sílabas secretas:
La música en mi alma liberaste.
Privada sinfonía
Quisiera sin cadenas entonarte
Llenarte de alegría
Mis versos susurrarte
¡Te volviste mi única agonía!
Estámpame en la risa
Un sello de pasión indisoluble
Y píntalo de prisa
Ligero, no voluble
Pues mía te soñé, no de la brisa.
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Murmullos y voces que apuntalan un sentido en Pedro Páramo


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Es por medio de la palabra ajena que nos enteramos de cuál es la fuerza e importancia de
personajes como Susana San Juan, Pedro Páramo, Miguel Páramo y Juan Preciado y cómo es que
los personajes secundarios adquieren relevancia tanto por lo que cuentan como por su intervención
en las acciones.
Pero cada personaje teje su propia historia, no todos se complementan en el otro sino que algunos
cuentan de “viva” voz su tragedia.

El verdadero protagonista de la obra como dice en el prólogo a dicho texto narrativo literario, Jorge
Volpi, es el pueblo; ya que es a partir de los fantasmas del lugar como se configuran las historias de
personajes surgidos en tiempos diversos, creando una mezcolanza de una sola historia contada por
todos los que pudieron atestiguar o escuchar a los demás. Es la historia de un Comala que baña a
sus personajes en el sopor de la muerte, mientras éstos se rehúsan a olvidar, es como si el calor y
el aire enrarecido provocara conversaciones truncas, diálogos efímeros con personajes aletargados
que están dispuestos a hablar de sí y de los otros con el sólo objetivo de no caer en el olvido.

Jorge Volpi dice de Pedro Páramo: “al reconstruir Comala y sus abismos, el lector les infunde nueva
vida por un momento; así se torna capaz de dialogar con calaveras y huesos, de volver a escuchar
sus palabras, de tener la momentánea ilusión de que la muerte puede ser vencida o, al menos,
detenida” (p.4).

Una de las formas de transmisión del discurso ajeno es de memoria: "Hay allí, pasando el puerto de
Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde
ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche” (p.1). La otra es con
nuestras propias palabras, lo que vuelve más truncado el dialogo:” -Abundio -me contestó. Pero ya
no alcancé a oír el apellido” (p.7).

El primer fantasma que ve, es al que le pregunta por Doña Eduviges, sabiendo ya por Abundio que
en el pueblo no habitaba nadie. Además su madre Dolores ya conocía lo que su hijo tenía que
enfrentarse, en Comala los recuerdos viven: “"Allá me oirás mejor. Estaré más cerca de ti.
Encontrarás más cercana la voz de mis recuerdos que la de mi muerte, si es que alguna vez la
muerte ha tenido alguna voz “(p.6).

La palabra ajena surge cuando:”el autor de la novela no le da la palabra directa y representa lo que
hace el héroe a través de las palabras, discursos o rumores de los demás” (p.12). En este caso es
una forma de ganarle a la muerte, de sacar al ser de su olvido. Como lo dice la madre de Juan
Preciado en su lecho de muerte: “El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro” (p.1).

Los murmullos o ideologemas. Cada hablante o personaje de la novela cuanta con un horizonte,
con una visión particular de lo que le aconteció y que al unirse a las demás forma la representación
de un habla común: la vida en el Comala de Pedro Páramo. El término hibridación puede ayudar a
clarificar estas nociones. Al respecto nos dice M. Bajtín:” es la mezcla de lenguajes sociales en una
misma palabra proferida que difiere en ideología, al estar separados por el tiempo y el nivel social”
(p.15) La hibridación está presente en las voces autorizadas que murmuran o conversan entre sí a
lo largo de la novela.
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Gracias a que Rulfo otorga voz a sus anchas a los personajes, sin importar la continuidad cronológica
o lingüística de los hechos, es que con este ejercicio pretendo llenar los espacios vacíos que el autor
de toda obra lega a sus lectores.

En una tierra inhóspita a la vida como es Comala, no hay lugar para la vida, únicamente los muertos
dialogan, de ahí que Rulfo vuelva gradual este ciclo y Juan Preciado tenga que morir pues no hay
lugar para él en Comala.

Juan Preciado tratará de huir de su fantasmal realidad, ahora ya es parte de la galería de fantasmas o
espectros que deambulan por las calles tratando de que su voz no se extinga, de no morir en el
olvido, de contar su historia en un pueblo ajeno, pero que a la vez los hermana a todos en el dolor y
en el fatalismo de sus vidas.

Juan aceptará su nueva condición: “Es cierto, Dorotea -confesará-, me mataron los murmullos” (p.4).

Comenta Chávez Melina en Tres apuntes sobre teoría literaria que: “El yo es por naturaleza polifónico
y se comunica en una amalgama de voces que tienen orígenes diversos. Somos «nosotros», nunca el
«yo» individual y autónomo” (p.3). El yo (que es Comala) se manifiesta en los murmullos y lamentos
de los distintos personajes que habitan el pueblo. Como dice Mariana Frank, en Las dos tramas de
"Pedro Páramo" de Donahue John y Antolin Francisco: “sino una novela con dos tramas paralelas. La
primera narra el diálogo en la tumba entre Juan Preciado y Dorotea, la segunda es la biografía, casi
siempre en tercera persona, de Pedro Páramo, cacique de Cómala” (p.2). De ahí que surjan múltiples
voces con la autoridad suficiente para atestiguar a través de murmullos, ecos y rumores.

La dialogia término de Bajtín es la razón por la cual los personajes mezclan sus voces sin importar el
factor del tiempo, también conocida por Yoon, Bong-Seo en Sátira menipea y teoría carnavalesca en
la obra de Juan Rulfo como "diálogo entre los muertos o hibridación que es un plano dialógico donde
enfrentan hombres e ideas separados por siglos” (p.5). Este dialogo va más allá de los años o siglos,
es un dialogo en la que los hados o la fatalidad no intervienen, pues se consuma el dialogo entre
vivos y muertos, que son todos los diálogos producto de las voces y murmullos que Juan Preciado
escucha de todos los fantasmas y espectros de Comala.

Pedro Páramo como rumor vivo. El cacique y padre de todos los del pueblo, se encuentra presente en
los distintos tiempos que forma esa Comala de ensueño, los personajes conocen su personalidad y
es a través de esas voces que reconfiguramos la vida que llevaba. Los murmullos para mí son
reproducidos o percibidos tal cual, la última imagen que proyecta una pantalla de televisión, ambas
son difusas, efímeras, de la que cada espectador la aprecia en distintas magnitudes. Para conocer a
Pedro Páramo tenemos que enfrentar la imagen que nos crean esos murmullos y la que nos lega el
autor.
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Los ecos desmitifican el tiempo o hasta las paredes hablan. Por los rincones de las casas, en las
piedras y calles de Comala los tiempos pasados se hacen tangibles en nuestro presente. Dice Juan
Preciado respecto a los ecos que escucha:” untados a las paredes” de ahí la respuesta “será algún
eco que está encerrado aquí”. De esta manera es que con el manejo de tiempos diversos es que
complementamos la historia de Comala. Los murmullos muestran la verdad de la historia, funcionan
de vehículo entre la verosimilitud o fe poética y el lector, ya que en este dialogo en el que intervienen
infinidad de conciencias toma forma la verdadera imagen que nos narra de Comala, si la palabra
estuviera en un sólo personaje el texto no expresara el mismo grado de verdad que el que se logra
con la palabra ajena.

Comala, un paisaje cubista. Se dice esto porque nos presenta la novela como un conglomerado
poliédrico, se pueden apreciar muchos ángulos, cada personaje aporta su lenguaje y enriquece la
tragedia. Chávez Melina en su obra ya citada dice que:” Se presenta una totalidad, una suma de
impresiones en un mismo plano; se quiebran la progresión y la perspectiva tradicionales” (p.8).

En palabras de otros expertos de la novela, como Guzmán Díaz José Manuel (2008) Panorama de
las teorías sociológicas de la novela, y que confirma lo dicho por Bajtín respecto a ésta es que:”Cada
novela trata de personajes particulares en circunstancias particulares, en contextos temporales y
espaciales definidos” (p.6). Son personajes fallecidos en distintas épocas, la mayoría ligados a Pedro
Páramo y su familia, que van de hechos históricos como la revolución mexicana hasta la guerra
cristera, pero todo circuncidado al espacio geográfico de Comala. Con la anterior cita que resume
bien el objeto de estudio de la novela y de este ejercicio, es que finalizo el análisis, donde además de
fragmentar y obtener una lectura poliédrica de Pedro Páramo, pudimos poner en práctica algunos de
los postulados del estudioso de la novela Mijail Bajtín.

LISTA DE REFERENCIAS

Rulfo Juan. Pedro Páramo. Versiones pdf y Word. Poner el sitio de Internet.

Bajtín, Mijail (1989) Teoría y estética de la novela .Madrid, España: Taurus.

Zbinden Karine Acta Poética 27 .Primavera 2006. El yo, el otro y el tercero: el legado de en Todorov. Poner sitio de Internet. PSDI
Guzmán Díaz José Manuel. Panorama de las teorías sociológicas de la novela. Cultura y representaciones sociales .Año 3, núm.
5, septiembre 2008, Pdf. PSDI
Bong-Seo Yoon. Sátira menipea y teoría carnavalesca en la obra de Juan Rulfo Universidad Nacional de Seúl. Consultado en
http://sincronia.cucsh.udg.mx/yoonfall08.htm
Donahue John y Antolín Francisco (1980) AIH. Actas VII. Las dos tramas de "Pedro Páramo".Concordia University, Morttreal
Centro Virtual Cervantes pp.10 (pdf) PSDI
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EL PRINCIPIANTE.
Autor: José "Jorro" Rojas

Deje mis aros grandes, redondos de plata, por pequeños largos de pluma púrpura. A díos queridos
míos. Míos esos trapos de ocre y amarillos apagados. Dejo ese esmalte de uñas marrón, por un verde
eléctrico. Extensiones para mi pelo, fuertes colores, para impresionar las zapatillas de los jóvenes. Un
lápiz labial frutilla. Un chaleco rosa grande, para darme un personaje suave. Fosforescente quiero.
Olvido mi lengua particular para ordenar, servir, y permitir. Y dibujo mi boca pequeña, confundo la
huella de mis haberes, de la experiencia que envejece. Arropo mis arrugas con crema, delineando mis
curvas con serviles cerezas frescas, para no delatar el exceso de piel duna, achatada por el viento de
las tantas ventanas que he tomado el sol. Por momento sumerjo mi vida en una sola vida aniñada…
para verte tomar una bebida de fantasía. Acariciarte tu cabello fino, asomando mi olfato, y preguntar
por qué aún no te blasfeman los aromas vencidos. Tu chaqueta de niño estrella, tus zapatillas de
blanca e inocencia plástica. Llenan mis senos, que por mucho amamantamiento, vuelcan a una postura
pequeña, y rosada de juventud. La palma que suda, frecuenta el recuerdo mío, de las muchas que ya
he tomado por continuar bajo la misma corriente que absorbe a los demás ¡Te amo! Te amo tanto
pequeño… Deja que te mire el sierre del pantalón. Y que mi picardía, que te llevo como un cuento a los
oídos, se transforme en un beso de lentejuelas. Vaciar sobre ti todo lo que aprendí, pero calma, que
será despacio, y nadie nos observara frente a tan ridícula postura la mía, que tanto anhelo conservarte,
para después mirarte por sobre los pupitres, y profanarte con la cuaresma de las matemáticas y
números que llevan a fin, prescindir sobre las cosas atoradas.

Ven. Toma de mi leche. Y frota tus manitas por mi cuello. Es un museo con peces de colores que
debes conocer. Lo que hacemos no esta mal, nadie nos espiara por la mañana, es seguro ¡Mírame!
Soy de tu misma edad, estatura y calma. Las ventanas se dejaran mudas, mientras las cortinas
asegurarán esconder nuestra romanza de niños.

Bájate el pantalón. Tocare de ti tu pequeño violín taimado, precoz de fruta madura.

Y si mi cornea tirita del espasmo asqueroso que te conllevo, distráete con la figura de mi vello púdico,
que enrarece a un festival de títeres que desean conocer tu nombre.

Tranquilo, deja que esparrame la gota que despojo de tus infantes. Perico, báñate de mi, y sacude mi
enfermedad, mi paciente locura delictual, hasta verme llorar, sentirme desproporcionada, querida tabú.
Que el reloj avanza, y tu memoria crea venganza, vomito y recelo sexual ¡Delato! Y delito para mi ser
enfurecido por un extraño, sentimiento, que ni la luna, puede mecer.

Encendí el auto. Las luces corrieron tras de nosotros. Nadie iba a pensar en nuestra fuga hacia el
pecado. Ese pecado, que radica en cada centímetro que separa lo curvilíneo y recto de las cifras
numéricas. De nuestro reloj biológico.
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Estacionamos en parís y Londres. La habitación era en París y Londres. Para mi era sencillo,
imaginar. Por simple hecho de que nos encontrábamos en suelo sudaca -pero esto es un simple
engaño de la razón-. El cuarto, rodeado de atmósferas damasco; benevolente espacio de olores
mermelada; siendo la ventana, quien ofrece una luz bermeja, perspicaz como un cuadro expresionista:
lánguido, de colores fríos, embargando la vista hacia un hemisferio quimérico… ¡Y allí, él estaba!
Entregado al desnudo. La piel toda aislada por un pequeño témpano de frío, sin dudar que sus tetillas
rosadas estuvieran con el fuego del sol ¡Y su mirada, en distintas formas! Un clavo que atora la
sensación de estar vivo, entregando el ultímate, del nirvana. Emprendo a tocar sus carnes rosadas,
que también las ahogaba al tacto de mi lengua. Cada extremidad cóncava, curvilínea, exagerada,
honorable ¡Sólo! Entregada a este cariño abochornado, en un pequeño orden pasional.

De formas inmediatas te cargue a las sabanas, blancas, como tu saliva virginal… tú, pequeño, me
eras como si fuese éste el primer amor. Bese las mejillas rojas que traes, enseguida al hueso de tus
pómulos. Tu uña, el muslo perdido y cuanto derrame de tus plumas recién paridas. Entre tu entre
pierna, me sorprendí al ver, una canasta de frutos rojos. Esa guinda que revolvió mi yo tantas veces
ausente con un hombre; las cerezas de tus pupilas que engordaron la satisfacción; la mora, frutilla, y
que más, enlodaron, de helados, este paladar.

¡De cien siglos haber recorrido tu cuerpo! El tiempo se hizo engaño y lo escondió en un segundo.
Acudí a tus labios ¡Frescos! Encogiendo las caderas, para luego levantar el mentón. Desde aquí, la
cantidad de fuerza que sentíamos entre el uno y el otro, fue tan suave que excitaba tan sólo al
pensarlo. El quejido se hizo estar. Este guión facultado de un lenguaje indescifrable. Escandaloso
soneto de dicha: encantado de tanto dar, hasta perderse.
Bajo el vientre, por alto del ano, la raíz de un te quiero carnal; ese capullo tuyo mi amor, bañada por
un manantial, jugos plásticos, junto a un poco de ámbar; extracto de algodón, para acariciar de forma
regocijante, tierna. Joven.
Gritabas de tantas formas esa noche ¡Porque el amor no destruye, sino que transforma, hasta
disolverte! Lo decías en tantas lenguas, a través de tu cuello, de tu pelo removido, tu sudor de
invisibles olores, de las costillas crudas.
Creíamos que nos entregamos por segundos, más eran las horas de la madrugada que transcurrían.
Así la noche corría, y queríamos que se detuviera, quedar paralizados, en un fantástico orgasmo
púrpura.
El cansancio se hacia notar, más lo despejábamos con un remediable sueño placentero, el uno del
otro. Y cuando ya se perdía la fuerza de puje, la transpiración evaporada, los músculos atrofiados,
lanzábamos nuestra masa sobre el colchón…allí nos mirábamos; haciendo el tuerto a ojo del otro. En
pocos segundos, un velador me robaba la mirada. Era él quien sujetaba de una luz, una pequeña
lamparilla. De corte a corte entregaba iluminaciones: verticales, horizontales, diagonales, y tantas
más, ciegas al ojo no enamorado. De esa luz no escapaban los comentarios malversados, de celos,
de las paredes. Y a causa del continuo orgasmo hormonal que expelíamos, la pieza toda alegaba una
bruma púrpura, de mi falo húmedo, y de esos orificios todos tuyos, donde se exprime el libo de la
locura apaciguada.

Cuando el espacio abordo un temple celeste, empujaste –frágil- mis tetillas hacia el lomo. Mi
sensación corpórea abandonó la tuya. De allí, te observe como un cristal, del cual puedo reflejar mi
carne; algo más, más aún… ese nicho escondido entre las tripas – la pequeña sustancia que esconde
los secretos de un olimpo lujurioso
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¿Será verdad…? ¿Estoy enamorada?-. Inmediatamente sujetas mi cadera izquierda y me arrojas a un


lado. Te subes en mis carnudas faldas que llevo como piernas, te prestas a mirarme completa,
mirando con sospecha esos labios de abril -¿Será que piensa en primavera, o bien, amas lo que amo
del amor? Dime piel de niño-. En seguida se sonrojan mis venas, y parecido a un tomate escribo en tu
hombro cada secreción oral, firmada con la esponja aguada que es como suena un beso.

De tu coral ofrecías la plata, arena y un rosal. Y lo acercabas de a poco, ocultando la parte del glande,
tu cera, luego su todo. Sostenido por tu mano, en principios, para que no se extraviara. Cada
punzante propósito, regalaba un exquisito olor a fuga. El choque de la piel, exprimiendo el jugo de los
últimos románticos.

¡Lo sé corazón! Pellizcas tu cara, con ayuda de esa sonrisa del placer. Esa que pinta una ola,
estallando en su propia alquimia. Siendo los dedos que se enredan en tu quijada, se arremolinan en tu
pelo, de resbaladero utilizan tu espina dorsal, penetrando en tus límites secretos; protagonizando se el
buscador de viejos tesoros…

¿A quien miras…a mí, o quien se esconde tras de mí? Lo haces como ausente. Después el rostro
hace cuarzo lo suyo, para reflejarnos. Me maravillo, como lo hacen los campos de trigo; naranja todos.
Y en cuanto logro entrañar tus mejillas rotas; la boca volátil, entre la punta del vacío. Al atragantarme
por cada poro tu agua de la frente. Acudes a un sonido que escuchan los pájaros para rematar su
vuelo: se abre mi ombligo, y despacho diecinueve pajarillos de azul cielo. Te los tragas, acudiendo a
un calor de tonos fríos, brotando tu acuarela sobre la cama, mis piernas, una sabana; manchabas la
almohada. Estabas obteniendo tu culminación ¡Más no era suficiente este hermoso festín, se
necesitaba más fuerza! La sensibilidad debía hacer presente su ser. Cuidé de tus partes,
presionándolas hacia mí. Que al rozar tú de ellas se encrespaba tu piel, hasta el punto de estar
erguido, ambos, por un hermoso cosquilleo. Sentí un enjuague por mi vagina; se extraviaron mis pies;
la espalda volteo hacia el mentón ¡Gritamos, gritamos tanto! Y contaminamos el espacio de una
pintura acuosa; manchábamos el colchón, estábamos culminados, estábamos lejos, muy lejos.

Después se ofreció lagrimas secas, un beso despacito, y un te amo censurado - para no asustar de
sentimentaloides-. Cerraste tu coral; la plata, la arena y un rosal, los guardaste en el bolso. Con oro de
mi pecho pague tu amorío, desaparecimos, nos refugiamos, por mucho tiempo, bajo muchos objetos
arrinconados….

Con la luna arriba por algunas noches, el sol que baja y sube, detrás de las grietas de los murales,
sobre todo lo que sufre reparos, es ahora, a cada segundo que te robo la mirada gelatina; padecemos
sobre la viva pregunta, que azota a quienes probaron de una manzana prohibida.. Nos preguntamos
mientras tomo tus clases, expió tus movimientos por el patio de escuela, junto a vuestros padres,
discutiendo actividades de colegiatura… allí ¡Juntos! Sobre el mismo escritorio. Robándonos la culpa,
pero jamás, de un amor -debes creer mi amor-, distinto a los demás ¡La viva pregunta! Recuerda
amor, de cómo será ese suave gusto ahora, justo ahora.

Reseña Bio-bibliográfica: Octubre de 2008, junto a Magoeditores, edito mi primer libro.


Poemario, titulado Muerte rosa.

El mismo año, recibo una Mención Honrosa, de parte del concurso de cuentos Andrés Sabella.
" Mapeo nocturno"
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EDITORIAL CINOSARGO ©
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