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Casación Número 31615.

John Hamil Ramírez G.

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACION PENAL

Aprobado Acta No. 374


Magistrado Ponente:
Dr. JOSE LEONIDAS BUSTOS MARTINEZ

Bogotá D. C., tres de diciembre de dos mil nueve.

Se pronuncia la Corte sobre la demanda de casación excepcional


presentada por el apoderado de la compañía de seguros que fue llamada
en garantía, contra la sentencia dictada por el Juzgado Dieciséis Penal
del Circuito de Cali el 16 de julio de 2008, mediante la cual confirmó
con modificaciones la proferida por el Juzgado Once Penal Municipal de
la misma ciudad el 10 de diciembre de 2007, que condenó al procesado
John Hamil Ramírez Giraldo por el delito de lesiones personales
culposas.

Hechos.

Entre las 6:00 y 6:30 horas de la mañana del 8 de diciembre de 2002, en


el cruce de la calle 15 con carrera 10 de la ciudad de Cali, la buseta de
servicio público de Placas VBV 788, manejada por John Hamil
Ramírez Giraldo, chocó violentamente contra el automóvil de placas
EWR 069, causándole graves heridas a BLANCA ISABEL DUQUE
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VALENCIA, quien conducía el vehículo, y a su acompañante JULIANA


CEBALLOS RODRIGUEZ.

Las lesiones recibidas por BLANCA ISABEL DUQUE VALENCIA le


ameritaron una incapacidad médico legal de 90 días y le dejaron como
secuelas invalidez del 86.95%, deformidad física en el rostro y el cuerpo,
perturbación funcional del órgano del sistema nervioso central, del
órgano de la locomoción, del órgano de la prensión, del órgano de la
excreción urinaria, del órgano de la excreción fecal, del órgano de la
comunicación y el lenguaje, todas de carácter permanente. Las
ocasionadas a JULIANA CEBALLOS RODRIGUEZ le reportaron una
incapacidad médico legal de 45 días y deformidad física en el rostro de
carácter permanente.

Actuación procesal.

1. La fiscalía inició investigación por estos hechos, vinculó a proceso


mediante declaratoria de persona ausente al implicado John Hamil
Ramírez Giraldo y el 20 de enero de 2005 calificó el mérito probatorio
del sumario con resolución de acusación en su contra por el delito de
lesiones personales culposas. El superior revisó esta decisión por vía de
apelación y la confirmó el 24 de junio de 2005.1

2. Rituado el juicio, el Juzgado Once Penal Municipal de Cali condenó a


John Hamil Ramírez Giraldo a la pena principal de 6 meses y 12 días
de prisión y multa de 5.2 salarios mínimos legales mensuales, y la
accesoria de interdicción de derechos y funciones públicas por el mismo

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término de la pena privativa de la libertad, como autor responsable del


delito imputado en la acusación.

Lo condenó también a pagar a favor de BLANCA ISABEL DUQUE


VALENCIA $633.439.073 por concepto de perjuicios materiales,
solidariamente con los terceros civilmente responsables ( JESUS MARIA

GIRALDO ARISTIZABAL y la SOCIEDAD COOPERATIVA ESPECIALIZADA DE

TRANSPORTE Y SERVICIOS LA ERMITA LIMITADA) y con el tercero llamado en


garantía (Compañía de Seguros COLPATRIA); y al pago de 200 salarios mínimos
legales mensuales por concepto de perjuicios morales, solidariamente
con los terceros civilmente responsables.

En relación con JULIANA CEBALLOS RODIRIGUEZ, lo condenó a


pagar el equivalente a 80 salarios mínimos legales mensuales por
concepto de perjuicios morales, solidariamente con los terceros
civilmente responsables (JESUS MARIA GIRALDO ARISTIZABAL y la COOPERATIVA
ESPECIALIZADA DE TRANSPORTE Y SERVICIOS LA ERMITA), y se abstuvo de
condenarlo al pago de perjuicios materiales.2

Este fallo fue apelado por la defensa técnica para discutir la


responsabilidad del procesado en los hechos y la legitimación para actuar
en el proceso del representante de la parte civil. También apeló el
apoderado de la compañía de seguros, para cuestionar la prueba de la
responsabilidad penal del procesado y la prueba de la acreditación de los
perjuicios, al igual que sus montos.3

3. El 16 de julio de 2008, el Juzgado Dieciséis Penal del Circuito


confirmó la decisión del a quo y la adicionó en el sentido de condenar

1
Folios 74, 87, 187-193, 214-219 del cuaderno original 1.
2
Folios 377-396 del cuaderno original 2.
3
Folios 401-409, 414-422 ibídem.

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también a la compañía de seguros COLPATRIA al pago solidario de los


perjuicios morales declarados a favor de BLANCA ISABEL DUQUE
VALENCIA y JULIANA CEBALLOS RODRIGUEZ, hasta por el
monto del valor del amparo.4

El 5 de noviembre del mismo año, a instancias del apoderado de seguros


COLPATRIA, el juzgado aclaró que la responsabilidad de la compañía
abarcaban “hasta por el monto de sesenta (60) salarios mínimos legales
mensuales vigentes a la fecha de la ejecutoria de la sentencia para cada
una de las lesionadas”.5

Contra este fallo interpusieron recurso de casación la defensa y el


apoderado de la compañía de seguros COLPATRIA, pero la primera
desistió días después de la impugnación. El juzgado, por auto de 16 de
enero de 2009, concedió el recurso interpuesto por el apoderado de la
compañía de seguros.6

La demanda.

Con el fin de demostrar que se cumplen los presupuestos legalmente


requeridos para acudir a la casación por vía excepcional, sostiene que el
fallo impugnado viola las garantías fundamentales del debido proceso, el
derecho de defensa y la igualdad, como quiera que condenó
solidariamente a la compañía de seguros COLPATRIA al pago de los
perjuicios materiales y morales “sin hacer consideración alguna frente a
su situación dentro del proceso como llamada en garantía”.

4
Folios 436-478 ibídem.
5
Folios 506-513 ibídem.

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Explica que el fallo dictado por el juez ad quem es completamente


contradictorio, porque en la parte considerativa de la sentencia aceptó
que los perjuicios morales no se hallaban cobijados en forma expresa en
la póliza y sin embargo condenó a la compañía a su pago solidario, tanto
a favor de BLANCA ISABEL DUQUE VALENCIA como de JULIANA
CEBALLOS RODRIGUEZ.

Esta contradicción entre la parte considerativa y la resolutiva aparece


evidente, pues, como es sabido, los perjuicios morales no hacen parte de
los perjuicios patrimoniales amparados, dado que para que queden
cubiertos se requiere pacto expreso entre el tomador del seguro y la
aseguradora, y aunque el juzgado aceptó en la providencia que ese pacto
no existía, condenó a COLPATRIA a pagar dichos perjuicios.

Las partes, en la cobertura otorgada en la póliza, circunscribieron el


amparo a los perjuicios materiales derivados de la responsabilidad civil
extracontractual del asegurado, concepto éste que en ningún caso
encierra la noción de daño moral, por cuanto en el seguro de
responsabilidad la obligación del asegurador, de conformidad con lo
establecido en el artículo 1127 del Código de Comercio, se limita a los
perjuicios patrimoniales, dentro de los cuales no quedan comprendidos
los de carácter moral.

La prueba del contrato de seguro que obra en el proceso y la aplicación


recta de la ley, no dejan ninguna duda en torno a la improcedencia de la
condena al pago de los perjuicios morales que el juez ad quem le impuso
a la compañía aseguradora, si se tiene en cuenta que dicha obligación no

6
Folios 491-504, 517, 519-561 ibídem.

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se encuentra pactada en la póliza, tal y como lo afirmó el mismo


despacho en el fallo.

Por esta razón, resulta contradictorio que el juez, a pesar de reconocer


esta situación, pretenda construir una interpretación contraria a la ley
para señalar que cuando los perjuicios morales no se encuentran
expresamente excluidos, se entienden pactados, como si se tratara de un
elemento natural del contrato, “lo cual constituye una interpretación que
no sólo raya con lo absurdo, sino que también se torna completamente
ilegal, contradictoria y ambivalente”.

Adicionalmente a ello se violó el debido proceso, por cuanto no sólo se


condenó a seguros COLPATRIA al pago de los perjuicios morales, no
obstante no estar amparados, sino que además se lo obliga a reconocer
una indemnización por un monto superior al límite asegurado, en tanto
se le ordenó cancelar el valor de 120 salarios mínimos legales mensuales
vigentes para la fecha de la condena, sin tener en cuenta que el valor
asegurado en la póliza corresponde al valor del salario mínimo vigente
para la época del siniestro.

Explica que la póliza tenía vigencia para el año 2002, fecha en la cual se
produjo el siniestro, siendo a todas luces ilegal pretender que la
aseguradora reconozca una suma mayor a la asegurada en ella, cuyo
excedente estaría representado por el mayor valor del salario mínimo
actual, cuando según lo pactado en la póliza debe realizarse teniendo en
cuenta el valor del salario mínimo de la fecha en la que ocurrió el
siniestro.

Como si esto fuese poco, el juzgado ad quem desconoció que en el texto


de la póliza que sirvió de fundamento al llamamiento en garantía se

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pactó un deducible del 10% del valor de cada siniestro, lo cual lo llevó,
sin justificación alguna, en contravía de las pruebas y con violación al
debido proceso, a desestimar esta estipulación contractual, que era
indispensable reconocer, toda vez que una condena a la aseguradora
debe tener como fuente exclusiva lo pactado en la póliza.

En este orden de ideas, la casación por la vía excepcional se torna


procedente, para proteger los derechos fundamentales de la compañía
aseguradora, “por cuanto el fallo proferido por el ad quem presenta
defectos de orden sustantivo, fáctico, orgánico y procedimental, en el
que se aprecia un grave defecto sustantivo que se configuró al basarse en
normas claramente inaplicables al caso concreto y un protuberante error
en cuanto resultó evidente que el apoyo probatorio en que se basó el juez
de segunda instancia para aplicar las normas no fue valorada en su
totalidad y contrario a ello se resolvió contrariando esas mismas
pruebas”.

A continuación presenta tres cargos contra la sentencia impugnada, uno


principal por nulidad con fundamento en la causal prevista en el numeral
tercero del artículo 207 de la Ley 600 de 2000, y dos subsidiarios al
amparo de la causal primera ejusdem, por violación directa e indirecta de
la ley sustancial, respectivamente.

Cargo principal.

Sostiene que la sentencia es nula por absoluta falta de motivación de la


decisión en relación con la condena impuesta a la compañía aseguradora,
toda vez que ninguna referencia se realizó en torno a su vinculación, los

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elementos de su responsabilidad, el alcance de la misma, la cobertura


otorgada en la póliza y las circunstancias atinentes a su participación.

Explica que la póliza que sirvió de fundamento para el llamamiento en


garantía no pactó el amparo de los perjuicios morales, situación que
reconoció el juez en la sentencia y que encuentra pleno respaldo en el
contrato de seguro, donde se convino que la aseguradora COLPATRIA
indemnizaría “hasta por la suma asegurada estipulada en la póliza o en
sus anexos, los perjuicios MATERIALES causados a terceros derivados
de la responsabilidad civil extracontractual en que incurra el
asegurado…”.

Bajo este entendido, necesariamente se concluye que COLPATRIA no


estaba obligada a indemnizar los perjuicios extrapatrimoniales causados
a las víctimas, toda vez que el amparo del daño moral constituye una
cláusula accidental del contrato de seguro de responsabilidad que
requiere de pacto expreso, por lo que a falta de estipulación el
asegurador sólo está obligado a responder por los perjuicios
PATRIMONIALES, entre los que NO se cuenta el daño moral.

No obstante ello, el juzgado, contradiciendo lo probado en el proceso y


su propia fundamentación, terminó precisando que “si bien esos
perjuicios morales no son señalados expresamente en la póliza, tampoco
se encuentran excluidos”, lo cual resulta contradictorio, porque a pesar
de reconocer que en el contrato no se encontraba pactada tal cobertura, a
continuación señala que en los eventos en que no ha sido estipulado
expresamente, el amparo se entiende incluido, como si se tratara de un
elemento natural del negocio.

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Esta construcción argumentativa riñe con la fundamentación de la


providencia y con la claridad de la ley, que en el artículo 1127 del
Código de Comercio “define la cobertura de la indemnización del daño
moral como un elemento accidental del contrato que ni esencial ni
naturalmente se entiende pertenecerle, haciendo indispensable pacto
expreso entre las partes para que se entienda incorporado al contrato”.

Tal argumentación, claramente contradictoria, sirvió al juez ad quem de


fundamento para modificar los numerales quinto y sexto de la sentencia
de primer grado y condenar a la compañía de seguros COLPATRIA al
pago solidario de los perjuicios morales decretados a favor de BLANCA
ISABEL DUQUE VALENCIA y JULIANA CEBALLOS RODRIGUEZ,
variando en forma trascendente la condena que le fuera inicialmente
impuesta, puesto que sin esta decisión hubiera disminuido el porcentaje
en un 50%, debido a que únicamente serían indemnizables los daños
materiales causados.

Considera procedente, por tanto, que “se case la demanda (sic) al amparo
de la causal tercera de casación descrita en el numeral 3° del artículo 207
de la Ley 600 de 2000, por cuanto lo que el suscrito reprocha es la
evidente vulneración de los derechos fundamentales de mi procurada al
haberse dictado una providencia en un juicio viciado de nulidad según lo
preceptuado en el artículo 306 numeral 2° de la ley 600 de 2000, que se
materializó en una evidente contradicción entre los fundamentos de la
sentencia y su parte resolutiva, concretándose en una palpable
motivación deficiente”.

El fallo evidencia ausencia de fundamentos jurídicos que puedan


soportar las condenas que le fueron impuestas a seguros COLPATRIA,
“ya que se contradijo en su propia argumentación, contrarió la ley y

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omitió adicionalmente la verificación de la normatividad aplicable a la


materia que se sometió a estudio. Dichas omisiones argumentativas,
ostensibles y claras, impidieron conocer el sustento real de la decisión y
configuraron una violación al derecho de defensa, en particular la
contradicción, así como el debido proceso”.

El juez omitió la verificación de la naturaleza del contrato de seguro de


responsabilidad, sus elementos esenciales, naturales y accidentales, las
obligaciones que impone el asegurador, el tomador, el beneficiario y la
entidad aseguradora, puntos todos que exigían claridad para determinar
el límite de responsabilidad que le asistía a la aseguradora llamada en
garantía, limitándose a verificar el valor del amparo y el número de la
póliza vigente, sin que hiciera un estudio de las condiciones generales y
particulares pactadas en ella.

Primer cargo subsidiario.

Sostiene que la decisión del juez viola en forma directa la ley sustancial,
por falta de aplicación del artículo 1127 del Código de Comercio, pues
hallándose demostrado, como lo reconoce el fallo, que las partes no
pactaron expresamente el amparo de los perjuicios morales, debió aplicar
el referido precepto, de acuerdo con el cual “el seguro de responsabilidad
impone a cargo del asegurador la obligación de indemnizar los perjuicios
patrimoniales que cause el asegurado”.

Utilizando sin embargo un convencimiento personal equivocado, decidió


no aplicar la referida norma y condenar a la compañía de seguros
COLPATRIA al pago solidario de los perjuicios morales decretados a

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favor de BLANCA ISABEL DUQUE VALENCIA y JULIANA


CEBALLOS RODRIGUEZ, argumentando que tampoco se encontraban
expresamente excluidos, apartándose del contenido de la disposición,
que obliga indemnizar sólo los perjuicios PATRIMONIALES, los cuales
no comprenden el daño moral.

El razonamiento del juez, constituye una interpretación que no sólo es


contraria a la regulación legal del contrato de seguro, sino que se torna
injustificada. Además es trascendente, por cuanto determinó que la
compañía de seguros fuera condenada a pagar una indemnización por
perjuicios morales, cuando sólo estaba obligada a cancelar los perjuicios
materiales hasta por la suma de 60 salarios mínimos legales mensuales
vigentes para la época del siniestro.

Segundo cargo subsidiario.

Asegura que la sentencia viola en forma indirecta la ley sustancial, “por


error de hecho por falsa apreciación de la prueba, por haberla apreciado
parcialmente y no en todo su contenido, esto es, por haber incurrido en la
causal primera, cuerpo segundo de CASACION, consagrada en el
numeral primero del artículo 207 del Código de Procedimiento Penal”.

Argumenta que en el expediente se encuentra la póliza de


responsabilidad civil extracontractual otorgada por la aseguradora
COLPATRIA, en la que figura como tomador la COOPERATIVA DE
TRANPORTES Y SERVICIOS LA ERMITA, que ampara la
responsabilidad civil derivada de la conducción del vehículo de placas
VBV-788.

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En esta póliza las partes acordaron una cobertura por daños


patrimoniales por muerte o lesión a una persona del equivalente a 60
SMLMV para la época del siniestro, y una cobertura por daños
patrimoniales ocasionados por muerte o lesión a dos o más personas del
equivalente a 120 SMLMV para la época del siniestro, sin que cada
uno, individualmente considerado, pueda superar los 60 SMLMV.
Adicionalmente, convinieron pactar un deducible del 10% de cada
siniestro.

El juez ad quem, aunque hizo relación a la prueba del contrato de seguro,


en ningún momento se refirió a su contenido, limitándose a determinar el
límite del valor asegurado, sin verificar el monto total de la obligación
que asumió la aseguradora y sin reparar en las demás condiciones
generales y particulares que fueron objeto del convenio, como la
existencia del deducible, su aplicación, la existencia de causales de
exclusión, y sin determinar el salario mínimo con el cual debía liquidarse
el monto de la obligación.

Esta apreciación parcial de la prueba, determinó que el juzgado dejara de


lado la aplicación del deducible que se pactó en la póliza y que adoptara
una decisión contraria a la evidencia probatoria, al declarar que la
compañía de seguros COLPATRIA “debe pagar el valor de la condena
que le fue impuesta liquidada al valor del salario mínimo actual sin
reparar que esa obligación solamente se suscribía al valor del salario
mínimo correspondiente a la fecha de la ocurrencia del siniestro es decir
en el año de 2002”.

Concluye diciendo que de haberse apreciado la prueba en su integridad,


el fallo habría sido diferente, por cuanto la obligación de la aseguradora

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devendría en una suma menor, dado que “el salario mínimo vigente en el
año 2002 equivale a una suma inferior al 45% aproximadamente del
valor del salario mínimo actual y, adicionalmente a ello, la aplicación del
deducible haría aún menor la obligación de Seguros Colpatria S.A.”.

Sustentado en estas consideraciones, solicita a la Corte casar la sentencia


impugnada y proferir en su lugar la que en derecho corresponda

Alegaciones de los no recurrentes.

El apoderado del la parte civil afirma, después de referirse a las condenas


que la compañía aseguradora discute, que en aras de llegar a un acuerdo
económico en torno al pago de los perjuicios materiales, los terceros
civilmente responsables ofrecieron como indemnización integral la suma
de cien millones de pesos, oferta que fue aceptada por los familiares de
los ofendidos, firmándose un contrato de transacción, del cual adjunta
copia simple.

A raíz de lo anterior, iniciaron contactos con la compañía aseguradora


COLPATRIA para que efectuaran el pago correspondiente, con quienes,
después de varias conversaciones telefónicas y una reunión, se acordó
que pagarían los 120 salarios mínimos legales mensuales vigentes a la
fecha de la ejecutoria de la sentencia, pactándose el pago para el 8 de
diciembre de 2008, fecha que fue pospuesta en varias oportunidades,
después de lo cual recibieron una nueva comunicación de COLPATRIA
en la que les informaban que no pagarían ninguna suma hasta que no se
resolviera el recurso de casación.

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Dice no entender la nueva actitud asumida por la compañía aseguradora,


después de haberse comprometido a pagar toda la suma indemnizatoria,
lo cual no es correcto ni justo.

SE CONSIDERA:

La procedencia de la casación discrecional presupone el cumplimiento


de dos condiciones, (i) demostrar la necesidad de intervención de la
Corte para el desarrollo de la jurisprudencia o la protección de las
garantías fundamentales y (ii) presentar una demanda que formal y
sustancialmente cumpla las exigencias mínimas requeridas por la
normatividad legal y la jurisprudencia para su estudio de fondo.

La primera condición presupone acreditar que la sentencia impugnada


desconoció un derecho fundamental específico que requiere la
intervención de la Corte para su protección, o que se está frente a un
tema que no ha tenido desarrollo jurisprudencial, o que teniéndolo es
necesario reexaminar o replantear, o que alrededor suyo se presentan
posturas interpretativas disonantes que es indispensable unificar.

La segunda implica cumplir los requerimientos de forma y contenido


señalados para la casación común por el artículo 212 del estatuto
procesal penal, a saber: (i) identificación de los sujetos procesales y de la
sentencia impugnada, (ii) resumen de los hechos y de la actuación
procesal, y (iii) señalamiento de la causal invocada y exposición de sus
fundamentos, en la forma requerida por los principios que rigen la
casación y la lógica de la causal planteada.

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La demanda que se analiza no colma ninguna de estas exigencias. En el


intento de acreditar la necesidad de intervención de la Corte para la
realización de los fines de la casación, el libelista asegura que el fallo
dictado por el juez ad quem viola los derechos fundamentales del debido
proceso, la defensa y la igualdad, por falta de motivación, motivación
deficiente y motivación ambivalente, pero al presentar el ataque, no logra
demostrar la existencia del vicio que denuncia, ni la afectación de las
garantías fundamentales que menciona.

La jurisprudencia de la Corte ha sostenido en doctrina reiterada que los


defectos de motivación son cuatro: (i) ausencia absoluta de motivación,
(ii) motivación incompleta o deficiente, (iii) motivación equívoca,
ambigua, dilógica o ambivalente, y (iv) motivación sofistica, aparente o
falsa, y que cuando se selecciona en casación esta vía de ataque es
necesario identificar con claridad el defecto que permea de invalidez el
acto procesal, y demostrarlo, teniendo en cuenta las particularidades de
cada uno de estos vicios.

También ha hecho claridad en el sentido de que existe falta de


motivación cuando la decisión omite precisar por completo sus
fundamentos fácticos y jurídicos. Motivación deficiente cundo pretermite
analizar uno cualquiera de estos dos extremos o cuando lo hace en forma
precaria, con prescindencia de sus aspectos esenciales. Motivación
equívoca cuando los argumentos que contiene se excluyen entre sí
impidiendo conocer la razón de ser de la decisión. Y motivación sofística
cuando existe motivación pero los argumentos expuestos contradicen la
verdad probada.7

7
C.S.J. Casación 20756 de 22 de mayo de 2003. Casación 17738 de 31 de marzo de 2004. Casación
28880 de 20 de febrero de 2008 y Casación 26818 de 19 de febrero de 2009, entre otras.

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El primer desacierto de la demanda radica en afirmar indistintamente que


la decisión atacada adolece de falta absoluta de motivación, motivación
deficiente y motivación contradictoria, sin identificar con exactitud el
defecto que en concreto la afecta y sin tener en cuenta que cada uno de
ellos tiene significaciones distintas. Y aunque muestra mayor empeño en
denunciar la existencia de una motivación contradictoria, dilógica o
ambivalente en la fundamentación de la condena al pago solidario de los
perjuicios morales, la verdad es que no la demuestra y que el ataque
termina reduciéndose a una simple inconformidad con la decisión
adoptada porque se la considera jurídicamente incorrecta.

Los argumentos que el juez ad quem expuso para sustentar la decisión


impugnada son del siguiente tenor:

“Ahora bien. Plantea el recurrente, representante de la Compañía de Seguros, que no puede responder
dicha entidad por el pago de perjuicios morales, por no estar previstos en el contrato: no obstante lo
anterior este despacho se había pronunciado en un caso similar en otro proceso, y para estos efectos se
aplica esa regla de derecho que obliga al suscrito juez, cuya decisión avaló el Tribunal Superior de
Cali, al sostener la Sala presidida por el doctor Leoxmar Benjamín Muñoz Alvear, de 11 de febrero de
2008, que si bien el representante de la compañía de seguros Colpatria S. A., solicita que dicha
empresa no sea condenada al pago de perjuicios morales por no cobijar este rubro el respetivo amparo
en el contrato, para el Tribunal es claro que la cláusula respectiva no dice que la compañía de seguros
no deba responder por los perjuicios morales, sino que en el numeral 19 precisa que la póliza no
ampara las reclamaciones que no sean consecuencia directa de daños o perjuicios materiales. Por ello
la Sala en mención precisa a continuación „que los perjuicios morales no se encuentran expresamente
excluidos de la póliza de seguros, en la medida que ellos son consecuencia de los daños o perjuicios
materiales tal como lo refiere la póliza’.

“Si bien esos perjuicios morales no son señalados expresamente en la póliza, tampoco se encuentran
excluidos. En esas circunstancias no se acepta la solicitud que eleva el impugnante en tal sentido.

“[…] Finalmente solicita el abogado de la compañía de seguros que de confirmarse la sentencia la


empresa no puede responder sino hasta el límite asegurado, que son 60 salarios mínimos legales
mensuales vigentes para la fecha de los hechos, sin incluir lucro cesante ni los perjuicios morales. Al
respecto considera el despacho que por las razones ya anotadas los perjuicios materiales y morales
tasados en el proceso desde luego que hacen parte de los perjuicios; pero la responsabilidad de Seguros

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Colpatria S.A., llega al límite de los 120 salarios mínimos legales mensuales vigentes a la fecha de esta
sentencia, pues se trata aquí de dos lesionadas y no de una, que es la cobertura de la póliza, en la suma
que supere los 180 salarios mínimos legales diarios vigentes al momento del accidente, que es la
indemnización que otorga el SOAT”.8

El casacionista sostiene que esta argumentación es contradictoria porque


en ella el juez acepta que los perjuicios morales no se encontraban
pactados expresamente en la póliza y no obstante ello ordenó condenar a
la compañía de seguros COLPATRIA al pago solidario de su monto de
tasación, tanto a favor de BLANCA ISABEL DUQUE VALENCIA
como de JULIANA CEBALLOS RODRIGUEZ.

Si por motivación contradictoria, dilógica, ambigua o ambivalente se


entiende aquella en la cual los argumentos que contiene se excluyen
entre sí, impidiendo conocer la razón de ser de la decisión, no se
requiere mayor esfuerzo para concluir que esta situación no se presenta
en el planteamiento expuesto por el juzgado, y que la postura que asume,
lejos de revelar ambigüedad en sus fundamentos, alberga una tesis clara
en el sentido de que la falta de estipulación expresa de los perjuicios
morales no implica necesariamente su exclusión de la cobertura, por
oposición a la expuesta por el casacionista, quien asegura que sólo
pueden entenderse comprendidos si han sido expresamente incluidos en
la póliza.

Es posible que la tesis que el juez ad quem plantea no sea la aceptada por
la doctrina o la jurisprudencia dominantes, pero esta disconformidad
nada tiene que ver con la irregularidad denunciada, puesto que la
motivación contradictoria, como vicio in procedendo, no deriva de la
falta de conformidad de la decisión con la ley, la doctrina, la
jurisprudencia o el criterio del casacionista, sino de la existencia de una

8
Páginas 28,29 y 38 del fallo.

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fundamentación ininteligible, intrínsecamente contradictoria, que se


apoya en argumentos incompatibles o excluyentes, falencia de la cual la
decisión impugnada no adolece.

Consciente de las inconsistencias de su planteamiento, el casacionista


presenta un segundo ataque contra la sentencia, ya no por defectos de
motivación, sino por violación directa de la ley por falta de aplicación
del artículo 1127 del Código de Comercio, donde insiste que la condena
al pago solidario de los perjuicios morales no procede por no hallarse
éstos expresamente estipulados en la póliza, lo cual viene a ratificar lo ya
dicho en el sentido de que todo se circunscribe a una inconformidad con
una interpretación que considera jurídicamente incorrecta, lo cual está
distante de erigirse en motivo de selección discrecional de la demanda
por violación de garantías fundamentales.

Falencias similares de demostración presenta el tercer cargo, en el que el


casacionista, al amparo de la causal primera del artículo 207 ejusdem,
cuerpo segundo, discute la decisión del juez ad quem de condenar a la
compañía de seguros al pago solidario de los perjuicios “hasta por un
monto de los sesenta salario mínimos legales mensuales vigentes para la
fecha de ejecutoria de la sentencia”, sustentado en que los referidos
pagos debieron ordenarse en salarios mínimos vigentes para la fecha del
siniestro, porque así quedó estipulado en la póliza.

No obstante denunciar un error de hecho en la apreciación de la prueba,


al desarrollar el ataque no precisa si el error cometido fue de existencia,
identidad o raciocinio, ni demuestra su configuración, ni indica el
derecho fundamental que específicamente los juzgadores violaron al
disponer que los pagos se hicieran en salarios mínimos vigentes al
momento de ejecutoria del fallo y no en salarios mínimos vigentes al

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momento del siniestro, como corresponde hacerlo cuando se intenta la


revisión del fallo por la vía supletoria de la casación discrecional.

Toda la argumentación, al igual que en los casos anteriores, se reduce a


un discusión por el monto de la condena en perjuicios, que disfraza con
el argumento de supuestas violaciones a los derechos fundamentales,
ante la certeza de no tener acceso a la casación común, por no cumplir
las condiciones de procedencia previstas del artículo 205 de la ley 600 de
2000, ni las relativas a la cuantía del interés para recurrir que para estos
casos expresamente exige el artículo 208 ejusdem, fijado hoy día en 425
salarios mínimos legales mensuales.

Pertinente es recordar que cuando se invoca casación discrecional por


violación de un derecho fundamental, la exigencia de demostración de la
necesidad de intervención de la Corte no se cumple afirmando simple y
llanamente que una determinada garantía fue violada, sino que es
necesario acreditar su vulneración a partir del análisis objetivo de la
realidad que el proceso revela, de suerte que su desconocimiento emane
evidente de la sustentación, para que sea dable la admisión a trámite de
la demanda.

Con el fin de cumplir esta exigencia, el casacionista afirma de manera


general que el fallo impugnado violaba las garantías al debido proceso,
el derecho de defensa y la igualdad, pero su discurrir argumentativo en
procura de demostrar este aserto se queda en los terrenos de la retórica,
lo cual resulta explicable, puesto que de la confrontación de la actuación
aparece claro que la parte impugnante ha gozado de amplias garantías en
el ejercicio del derecho de defensa y que en el adelantamiento del
proceso ha recibido también igualdad de trato.

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Casación Número 31615.
John Hamil Ramírez G.

Tampoco se advierte que la decisión afecte el debido proceso por


defectos manifiestos de orden sustancial o probatorio, porque la
determinación de condenar al pago teniendo en cuenta el valor del
salario mínimo vigente para el momento de la condena, que el
demandante cuestiona, no provino del desconocimiento arbitrario o
caprichoso del contenido del contrato, sino del propósito de salvaguardar
los principios de equidad y de justicia, procurando que el valor que la
compañía pague sea cualitativamente el mismo que debía cubrir cuando
se presentó el siniestro.

Además, porque el valor real de la cobertura se integra de un


componente cuantitativo representado por el número de salarios mínimos
legales mensuales pactados y uno cualitativo constituido por el valor del
dinero cuando se genera la obligación por realización de siniestro, de
suerte que si el pago se hace o pretende hacerse varios años después,
como ocurre en el caso en estudio (siete años), su monto actual tiene que
ser cuando menos igual al que correspondía efectuar cuando surgió la
obligación, teniendo en cuenta el número de salarios acordados y la
pérdida del poder adquisitivo del dinero.

La cadena de inconsistencias señaladas, deja al descubierto lo ya dicho


en líneas precedentes, en el sentido de que todos los ataques propuestos
por el demandante se reducen a una discusión de contenido puramente
patrimonial, para la cual carecería de interés para recurrir, porque los
valores que en general se discuten están muy lejos de aproximarse al
monto requerido para la procedencia de la casación cuando se debaten
aspectos puramente patrimoniales.9

20
Casación Número 31615.
John Hamil Ramírez G.

En síntesis, la demanda no logra justificar la necesidad de intervención


de la Corte para la protección de los derechos fundamentales, ni cumple
las exigencias mínimas de orden formal y sustancial requeridas para su
estudio de fondo por la vía excepcional, ni acredita el interés para
recurrir por razón de la cuantía. Por tanto, se la inadmitirá, pero como se
advierte que el juez ad quem desbordó los marcos de competencia
funcional que le fija el recurso de apelación, casará de oficio la sentencia
impugnada en este punto para ajustarla a los lineamientos del debido
proceso.

Casación oficiosa.

La Corte ha sido insistente sostener que la competencia funcional del


funcionario de segunda instancia tiene carácter limitado, por cuanto sólo
puede pronunciarse sobre los aspectos que constituyen el objeto de la
impugnación y de los vinculados inescindiblemente con ellos. Este
principio se encuentra consagrado en el artículo 204 de la Ley 906 de
2004, en los siguientes términos:

Competencia del superior. En la apelación, la decisión del


superior se extenderá a los asuntos que resulten
inescindiblemente vinculados al objeto de impugnación.

“Cuando se trate de sentencia condenatoria el juez no podrá en


ningún caso agravar la sanción, salvo que el fiscal o el agente del
Ministerio Público o la parte civil, teniendo interés para ello, la
hubiere recurrido.

9
El artículo 366 del Código de Procedimiento Civil, modificado por el artículo 1°, numeral 182 del
Decreto 2282 de 1989, y el artículo 1° de la Ley 592 de 2000, fija la cuantía del interés para recurrir en
425 salarios mínimos legales mensuales vigentes.

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Casación Número 31615.
John Hamil Ramírez G.

“Tampoco se podrá desmejorar la situación de la parte civil o del


tercero civilmente responsable cuando fueren apelantes únicos.

“La consulta permite al superior decidir sin limitación sobre la


providencia”.

En el caso analizado el juzgado de primera instancia condenó a la


compañía de seguros COLPATRIA al pago solidario de los perjuicios
materiales causados a BLANCA ISABEL DUQUE VALENCIA con el
delito, hasta el monto del valor amparado, y lo excluyó de esta
obligación en relación con la condena por los perjuicios morales
causados a las dos víctimas (numerales tercero, quinto y sexto de la
parte resolutiva).

La defensa y el apoderado de la compañía de seguros apelaron este fallo.


La primera para cuestionar la responsabilidad del procesado en los
hechos y discutir la legitimación para actuar en el proceso de la
representante de la parte civil. El segundo, para avalar las alegaciones
sobre la ausencia de responsabilidad del procesado y cuestionar la
prueba tenida en cuenta para demostrar la causación de los perjuicios
materiales y su monto.

El juez ad quem, al desatar el recurso, negó las pretensiones de los


apelantes, pero decidió motu proprio adicionar el fallo para condenar
también a la empresa de seguros COLPATRIA al pago solidario de los
perjuicios de los morales, hasta por el monto del valor asegurado en
relación con cada una de las víctimas, en condición de tercero llamado
en garantía, en cumplimiento del contrato de seguros tomado por la
COOPERATIVA DE TRANSPORTES Y SERVICIOS LA ERMITA
LIMITADA.

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Casación Número 31615.
John Hamil Ramírez G.

Esta decisión, adoptada sin que ninguna de las partes con interés para
hacerlo lo hubiese solicitado, contraría el principio de limitación de la
competencia funcional, que prohíbe al superior desbordar los contenidos
de la impugnación; y el de prohibición de la reforma en peor, que
proscribe desmejorar la situación de quien es apelante único, aplicable
también al tercero llamado en garantía, no obstante no hallarse
expresamente mencionado en el inciso tercero del referido artículo 204
de la Ley 600 de 2000.

Con el fin, entonces, de salvaguardar la garantía fundamental del debido


proceso, quebrantado por la decisión del juez ad quem de adicionar el
fallo impugnado para tomar decisiones desfavorables al apelante, con
desbordamiento de la competencia funcional que le discernía el tema de
la apelación, la Corte, en ejercicio de la facultad oficiosa prevista en el
artículo 216 ejusdem, casará parcialmente la sentencia impugnada para
excluir del fallo la decisión de condenar a la compañía de seguros al
pago de los perjuicios morales.

En mérito de lo expuesto, LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA,


SALA DE CASACIÓN PENAL,

RESUELVE:

1. Inadmitir la demanda de casación excepcional presentada por el


apoderado de la compañía de seguros COLPATRIA, en condición de
tercero llamado en garantía

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Casación Número 31615.
John Hamil Ramírez G.

2. Casar parcialmente, de oficio, la sentencia impugnada, para dejar sin


efecto las adiciones introducidas por el juez ad quem consistentes en
condenar a la compañía de seguros COLPATRIA, en condición de
tercero llamado en garantía, al pago de los perjuicios morales decretados
a favor de BLANCA ISABEL DUQUE VALENCIA y JULIANA
CEBALLOS RODRIGUEZ, hasta en los montos de los valores
asegurados.

En lo demás el fallo se mantiene inmodificable.

Contra esta decisión no proceden recursos.

NOTIFIQUESE Y CUMPLASE.

JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA

JOSE LEONIDAS BUSTOS MARTINEZ SIGIFREDO ESPINOSA PEREZ

ALFREDO GOMEZ QUINTERO MARIA DEL ROSARIO GONZALEZ DE LEMOS

AUGUSTO J. IBAÑEZ GUZMAN JORGE LUIS QUINTERO MILANES

YESID RAMIREZ BASTIDAS JAVIER ZAPATA ORTIZ

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Casación Número 31615.
John Hamil Ramírez G.

Teresa Ruiz Núñez


SECRETARIA

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