Hace unos días festejamos en Rosario los primeros veinte años de
nuestra Institución. Nos pareció adecuado festejarlos en un Congreso antes que en un brindis; esto es, festejarlo recordando nuestra vocación inicial: discutir las ideas que necesita la construcción de una justicia penal propia de una democracia republicana, respetuosa del Estado de Derecho. Lo hicimos recordando las tradiciones del Inecip, su apego a la tradición liberal del derecho penal (que tan firmemente impulso Jiménez de Asúa en nuestro país, formando a la mejor generación de penalistas) como así también a la tradición de reforma del proceso penal que tuvo el mayor impulso de la Escuela Cordobesa del derecho procesal penal, que tanto nos ha enseñado y legado. Nos reunimos para recordar esas herencias en los lugares donde todavía se están dando las peleas que ellas señalaron. Al mismo tiempo recordamos las cuestiones pendientes: no sólo en el plano del desarrollo institucional de nuestro país, tan en ciernes, tan necesitado aún de fuertes impulsos, sino también las ideas que todavía necesitan desarrollo, investigación y docencia. Pensar, decir, enseñar. Reflexionar continuamente sobre lo que nos sucede y necesitamos: no por simple ejercicio espiritual sino por un directo interés emancipatorio; la tarea permanente de construir y conquistar espacios de libertad para todos, no sólo para algunos. Decir, porque las ideas necesitan debate y el decir tiene su ética; decir aunque moleste, aunque sea inoportuno para algunos, aunque sea un pensamiento de minorías cada tanto. Y enseñar, quizás el mayor de los legados; enseñar presupone la construcción colectiva de proyectos y el respeto por quienes tienen quizás la fuerza, el talento y las oportunidades que otros ya han gastado con esfuerzo. Nos reunimos también para convocar. En especial a otras generaciones que estén dispuestas a dar nuevas peleas por viejas aspiraciones. Sin por ello renunciar a todo lo que tenemos todavía que hacer quienes ya llevamos muchos años en el Inecip. No es sencillo para una organización transitar los años y renovarse cada tanto. Lo hemos podido hacer ya varias veces y estamos convencidos que ello no ocurre por virtud de quienes formamos parte de ella, sino por el compromiso de quienes recién comienzan. Ojala que uno de los principales mandatos que nos ha dado nuestro Presidente, el Profesor David Baigún, quien siempre pensó una institución “para los más jóvenes” se siga sosteniendo con el tiempo. Así trataremos de hacerlo. A lo largo de los años muchas personas han contribuido a este proyecto. Muchos siguen estando presentes, otros acompañan desde diferentes lugares de trabajo; todos recuerdan sus pasos por el Inecip como una época de intensidad, de esfuerzo, de entusiasmo. A todos ellos nuestro agradecimiento. Todos han puesto algo en este proyecto que hoy todavía perdura. El próximo festejo será dentro de cinco años y ya estamos trabajando para que las ideas por las que peleamos se encuentren mejor defendidas y mejor instaladas en la realidad. Hasta pronto.