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Teníamos ganas de hincarle el diente a esos pimientos, no eran muchos pero coloraos. No fue el azar quien nos llevó a el expediente 969, fue Azucena quien enlazó el caso. A Severino García lo buscábamos por masón, la masonería Avilesina fue uno de los blancos del sistema jurídico militar franquista, sabíamos que era socialista, ni más ni menos que estaba asociado a la casa de Pueblo y a la gestión del ayuntamiento durante la guerra. Se nos abrió un mundo lleno de declaraciones y papeles internos de los sindicatos. Una mole de papeles con todos los actores de la revolución avilesina . Como siempre en Ferrol no hay tiempo, demasiados papeles que digitalizar , poco tiempo y pocos fondos. Hay que volver.
No sé de quién fue la idea pero el comando calavera tenía la misión de rescatar esos papeles, era nuestro pequeño homenaje, una parte de nuestra Historia secuestrada durante años, trasladada a un baluarte en Ferrol del caudillo. Intolerable para nuestras conciencias . Pazos nos brindó alojamiento en As Pontes, la base. Era el bautizo de Salci en el archivo, cámara en mano, hojas amarillentas , la pátina de la historia enmarcadas en un juicio oscuro. Misión completa.
EL cafetón es un ir y venir de ideas, pero ésta no era una de tantas. A Carlos se le iluminaron los ojillos, ya nos lió. Gracias a su trabajo de recopilación e investigación sobre la Historia local podíamos contrastar las informaciones del expediente, conocer varios tipos de relatos, inmiscuirnos en las pequeñas anécdotas locales.
Son años complicados, mil retos y poco tiempo para ensamblar de una forma coherente el relato de la revolución en Avilés. Manos a la obra.La decisión de producir algo sustancial sobre los sucesos del 34 en Avilés respondía a la necesidad de arrojar luz sobre este hito de nuestra historia contemporánea.
Teníamos ganas de hincarle el diente a esos pimientos, no eran muchos pero coloraos. No fue el azar quien nos llevó a el expediente 969, fue Azucena quien enlazó el caso. A Severino García lo buscábamos por masón, la masonería Avilesina fue uno de los blancos del sistema jurídico militar franquista, sabíamos que era socialista, ni más ni menos que estaba asociado a la casa de Pueblo y a la gestión del ayuntamiento durante la guerra. Se nos abrió un mundo lleno de declaraciones y papeles internos de los sindicatos. Una mole de papeles con todos los actores de la revolución avilesina . Como siempre en Ferrol no hay tiempo, demasiados papeles que digitalizar , poco tiempo y pocos fondos. Hay que volver.
No sé de quién fue la idea pero el comando calavera tenía la misión de rescatar esos papeles, era nuestro pequeño homenaje, una parte de nuestra Historia secuestrada durante años, trasladada a un baluarte en Ferrol del caudillo. Intolerable para nuestras conciencias . Pazos nos brindó alojamiento en As Pontes, la base. Era el bautizo de Salci en el archivo, cámara en mano, hojas amarillentas , la pátina de la historia enmarcadas en un juicio oscuro. Misión completa.
EL cafetón es un ir y venir de ideas, pero ésta no era una de tantas. A Carlos se le iluminaron los ojillos, ya nos lió. Gracias a su trabajo de recopilación e investigación sobre la Historia local podíamos contrastar las informaciones del expediente, conocer varios tipos de relatos, inmiscuirnos en las pequeñas anécdotas locales.
Son años complicados, mil retos y poco tiempo para ensamblar de una forma coherente el relato de la revolución en Avilés. Manos a la obra.La decisión de producir algo sustancial sobre los sucesos del 34 en Avilés respondía a la necesidad de arrojar luz sobre este hito de nuestra historia contemporánea.
Teníamos ganas de hincarle el diente a esos pimientos, no eran muchos pero coloraos. No fue el azar quien nos llevó a el expediente 969, fue Azucena quien enlazó el caso. A Severino García lo buscábamos por masón, la masonería Avilesina fue uno de los blancos del sistema jurídico militar franquista, sabíamos que era socialista, ni más ni menos que estaba asociado a la casa de Pueblo y a la gestión del ayuntamiento durante la guerra. Se nos abrió un mundo lleno de declaraciones y papeles internos de los sindicatos. Una mole de papeles con todos los actores de la revolución avilesina . Como siempre en Ferrol no hay tiempo, demasiados papeles que digitalizar , poco tiempo y pocos fondos. Hay que volver.
No sé de quién fue la idea pero el comando calavera tenía la misión de rescatar esos papeles, era nuestro pequeño homenaje, una parte de nuestra Historia secuestrada durante años, trasladada a un baluarte en Ferrol del caudillo. Intolerable para nuestras conciencias . Pazos nos brindó alojamiento en As Pontes, la base. Era el bautizo de Salci en el archivo, cámara en mano, hojas amarillentas , la pátina de la historia enmarcadas en un juicio oscuro. Misión completa.
EL cafetón es un ir y venir de ideas, pero ésta no era una de tantas. A Carlos se le iluminaron los ojillos, ya nos lió. Gracias a su trabajo de recopilación e investigación sobre la Historia local podíamos contrastar las informaciones del expediente, conocer varios tipos de relatos, inmiscuirnos en las pequeñas anécdotas locales.
Son años complicados, mil retos y poco tiempo para ensamblar de una forma coherente el relato de la revolución en Avilés. Manos a la obra.La decisión de producir algo sustancial sobre los sucesos del 34 en Avilés respondía a la necesidad de arrojar luz sobre este hito de nuestra historia contemporánea.
La Revolucin de Octubre de 1934 representa uno de los hitos de la historia contempornea de nuestro Estado. Los sucesos se enmarcan en un escenario social y poltico de confrontacin. La joven Repblica espaola no ha satisfecho las demandas de una gran parte de la poblacin movilizada a su favor y el triunfo de las derechas con Gil Robles, cuyo discurso hace cada vez ms guios al fascismo, encendern las voces de alarma de las organizaciones obreras. El partido socialista, el gran derrotado en las elecciones del 33, liderado por Largo Caballero y con el apoyo de Prieto reaccionar a la demanda de sus bases. Las conquistas insuficientes del Primer Bienio y el miedo a una derecha seducida por el Fascismo, adems de las ganas de reforma y el anhelo de un cambio social posible hacen pensar que un movimiento revolucionario sera la solucin. No hay que perder tampoco de vista el contexto internacional. Europa est sumida en una crisis brutal, donde los valores de las nuevas ideologas fascistas y totalitarias afloran; el movimiento obrero ha sido derrotado en Alemania y en Austria y las organizaciones fascistas se estn reforzando en numerosos pases. Se trata de noticias poco alentadoras para un movimiento obrero asturiano altamente politizado y organizado.
La Huelga revolucionaria que empieza en la madrugada del da 4 al 5 de octubre tiene un impacto singular en Asturias. El porqu debe explicarse desde diferentes variables; una zona industrial que apenas particip en las huelgas del verano del 34, una poblacin altamente politizada, donde el movimiento obrero posee una gran capacidad de movilizacin y las luchas por las mejoras salariales y sociales formaban parte del poso ideolgico de sus dirigentes y militantes.
La Revolucin tuvo gran impacto en la zona ms industrial de la regin, las cuencas mineras son los focos revolucionarios por excelencia. El conocimiento de los acontecimientos en la localidad avilesina responde a la necesidad de ampliar los hechos y las consecuencias de este fenmeno.
Cierto es que la Revolucin avilesina no tuvo la intensidad que podemos encontrar en los concejos mineros y, aunque sea tratada como un hecho menor en alguna de las obras clsicas sobre la Revolucin que la tachan ni ms ni menos que de comedia, lo cierto es que en la villa se mantuvo un duro pulso durante ms de 5 das por el control de los centros de poder. La falta de armas, la implicacin parcial de la CNT y la rpida respuesta del gobierno central dieron al traste con el objetivo del Comit Local, tomar el Ayuntamiento.
Los sucesos dejaron huella en la ciudad, varias casas destrozadas por el fuego y por las bombas artesanales, numerosas personas heridas y muertas, rehenes polticos, la dura represin policial y el largo proceso jurdico militar al que se somete a los principales implicados.
En busca de la Alianza.
La prdida de las elecciones por parte de la izquierda en noviembre de 1933 va a generar un intenso debate dentro del seno del Partido Socialista. El sector de Largo Caballero toma el mando en la direccin y, aliado con el de Prieto, llevar a cabo un movimiento dentro de la UGT para derrocar a Besteiro. A finales de enero el proceso de radicalizacin del PSOE y de la UGT se completa, la va revolucionaria est en marcha. En Avils, tanto el Partido Socialista como las secciones ms numerosas de la UGT estn desde un principio de acuerdo con el cambio de estrategia. Desde el 1 de diciembre de 1933 se inicia un intenso dilogo con los delegados sitos en Madrid. La primera circular enviada desde la Federacin de Agua, Gas y Electricidad insta a las federaciones a estar preparadas para un cambio de rumbo, exhortando a las secciones a estar dispuestas a defenderse de un ataque de la reaccin y las alerta a encontrarse en situacin de lucha y dispuestos a la accin
Gracias a la documentacin obtenida en el proceso judicial, que contiene la correspondencia entre las organizaciones, sabemos cmo se fue fraguando la Alianza obrera en la Villa. Las secciones ms combativas de Avils, El Despertar que rene a los trabajadores del puerto y la Seccin de Transportes, se encargan de fomentar ese giro revolucionario entre sus filas. Desde la Casa del Pueblo, Jos Mara Rodrguez, presidente de la Seccin ugetista de Transportes, y Severino Garca Cienfuegos, secretario de la misma, impulsarn junto con Luis Garca (Meleno) la Alianza obrera.
La noticias de la formacin un frente generan un debate entre las distintas centrales sindicales y partidos. En Avils el movimiento sindical est dividido en 3 sindicatos, no es fcil apaciguar los nimos. La UGT durante el Primer Bienio republicano mantuvo una posicin tibia ante las movilizaciones en la Villa. La CNT est dividida entre las opiniones favorables a una alianza y las que repudian un frente con la UGT, pues el recelo ante el dominio del PSOE y las viejas luchas hacen que un sector importante de militantes anarquistas recelen de un cambio de estrategia. Desde el lado comunista la visin es otra. El Partido Comunista en la comarca est creciendo desde el Sindicato nico y las Juventudes Comunistas. El Sindicato, dirigido por Emeterio Garca, ha ganado fuerza entre la poblacin obrera, siendo su fortaleza la Fbrica de cidos de la Real Compaa en San Juan y barrios como el de la Magdalena. Su estrategia es la de hacer un frente y, a pesar de la sensacin de exclusin, buscan la Alianza.
La Alianza.
El 31 de Marzo de 1934 se firma el pacto de la Alianza Obrera entre la CNT Regional de Asturias, Len y Palencia, la UGT y el PSOE asturianos. As comienza la marcha hacia el movimiento revolucionario, no sin tiranteces y con un clima muy agitado en las calles.
En Avils, el Pacto es recibido con entusiasmo por los lderes del movimiento obrero. Los encargados de organizar la Alianza en Avils son Luis Garca (Meleno), concejal del Partido Socialista, ngel vila del PSOE y secretario de una seccin sindical de la UGT y Jos Rodrguez lvarez de la Federacin de Transporte. Los actos de propaganda se suceden y se llama a las secciones a la movilizacin y a estar dispuestas a actuar.
Peridicos como Avance y Regin mantienen duras luchas dialcticas. En Avance la seccin de Avils publica uno de los artculos ms famosos, Espaa a la Deriva, en el que se realiza un anlisis de la situacin y con un lenguaje apocalptico se diserta sobre la estrategia a seguir ante el estado de las cosas, la revolucin social debe ser el objetivo.
El 1 de mayo se organiza una gran manifestacin. Jos Mara Martnez y Graciano Antua vienen a Avils. En el mitin tambin habla el presidente de la Casa del Pueblo.
El Partido Comunista y el Sindicato nico no se quedan atrs en la campaa de agitacin y concienciacin. Pese a no entrar en la Alianza en un primer momento, mantienen una correspondencia activa con la Casa del Pueblo. Durante el 31 de julio aumenta la presencia de guardias en la ciudad, pues un supuesto plan revolucionario comunista en la regin pone en alerta a las autoridades. La CNT mantiene activo su debate interno, su participacin ser liderada por Valentn Dintn, mientras que otros sectores quedan al margen incluso en el fragor de la Revolucin.
Impedir que el fascismo llegue a Covadonga.
Septiembre empieza con un fuerte reto para las centrales obreras, la inminente entrada de Gil Robles en el Gobierno y su visita al Santuario el da 8 de noviembre moviliza a la izquierda. En Avils la derecha, cada vez ms seducida por el Fascismo, pues gran parte de sus filas locales ven en esta ideologa la solucin perfecta para acabar con la agitacin obrera, no deja de vigilar los movimientos de la izquierda.
El 4 de septiembre el Sindicato nico, dirigido por Emeterio Garca, enva una circular a los restantes sindicatos convocando una huelga de 48 horas en la ciudad. La respuesta es lacnica por parte de la UGT, la revolucin no est madura, no hay que precipitarse.
Ser el da 6 cuando en una reunin de las Juventudes del Partido Comunista y del Partido Socialista se frage un mnimo de accin para el da 8. La movilizacin fue acordada despus de una tensa reunin. El Partido Comunista, representado por Germn Lpez, Florentino Fernndez y Jos Prez Incln, quera un manifiesto y una accin conjunta de todas las organizaciones en un paro de 48 horas. El Partido Socialista, dirigido por Francisco Casal, Herminio Surez y Celestino Arias, no ve con buenos ojos el paro. Se decide movilizarse en Avils, sern las juventudes la vanguardia de la accin.
Durante el da 8 hubo gran agitacin y enfrentamientos con las Juventudes Accin Popular de Avils. Turbas de mozalbetes intentaron incendiar la Iglesia de Santo Tomas en Avils, rezaba un peridico nacional que se hizo eco de los sucesos.
Armas.
En la preparacin del movimiento revolucionario, la bsqueda de armas y explosivos es una de las principales tareas en los meses precedentes a la Revolucin. El Comit buscar por todos los medios nutrirse de ellas, es una tarea difcil ya que las fuerzas policiales andan con la oreja puesta.
A finales de agosto, el Comit Local decide robar la cantera del Estrelln, donde encuentran cajas de dinamita. La tarea es dirigida por Valentn Dintn, Faustino Muiz (el Bollero) y un gallego de la CNT. El trabajo pareca sencillo ya que no haba guardia de seguridad en aquella cantera. Los tres paisanos llevaban un formn para abrir la cerradura del polvorn. Al no poder abrirlo, tuvieron que robar una pala en una de las casetas de la cantera, donde adems encontraron fulminante y mechas. Cuenta Dintn la sorpresa al descubrir 40 cajas que les era imposible transportar, llevndose un total de 9 que fueron escondidas. A la maana siguiente, una de las cajas escondidas cerca de una casa estaba abierta y eran unos nios los que jugaban con los cartuchos. La dinamita fue puesta a buen recaudo en la casa de la ta del Bollero. Esta dinamita ser utilizada para realizar artefactos caseros, empleando latas de pimientos como continente.
El cido para fabricar explosivos tambin era necesario y fue comprado en la farmacia de Juan Menndez (en la calle de la Fruta). En total 25 litros de cido que ser utilizado para la confeccin de un gran artefacto.
Uno de los sucesos que va a condicionar la posterior Revolucin en toda Asturias es el desembarco de armas del Turquesa. El ex-ministro de Hacienda Prieto, dirigente socialista, haba gestionado la compra de armas para la insurreccin, llegndose al acuerdo de desembarcar el material en la playa del Aguilar en el concejo de Muros de Naln. Prieto llega a Asturias para supervisar el desembarco de la noche del 10 al 11, que se lleva a cabo bajo la direccin del Soma y el Partido Socialista asturiano. El desembarco fue descubierto y slo se pudo descargar una parte. Prieto, ante el temor de ser descubierto por las fuerzas del orden, huye hacia Piedras Blancas, donde tomara el tranva hacia Avils para ser trasladado a Bilbao. El Partido Socialista est al corriente de la operacin y una parte de sus miembros toma parte directamente en el desembarco de armas.
El Turquesa se convierte en un barco fantasma que haba que localizar. El da 13 se presenta en Avils Jos Mara Martnez, Vilaso y un tal Calleja reunindose con Hiplito Arias y Valentn Dinten en el Caf de Luis Garca (Meleno). Avils ya haba participado en la operacin del desembarco, pero sin mucho xito. La motora de Hiplito es ideal para la operacin, pero se encuentra averiada; as que tienen que alquilar una lancha al Noruego, que les cobra 600 pesetas y les exige el acompaamiento de su hijo. La salida se retrasa y no se puede contactar con el Turquesa.
Las pistolas Csar.
Son el arma de la Revolucin en Avils. Se cuenta con unas 60 pistolas de este tipo del calibre 7,95. Las pistolas son entregadas a Jos Rodrguez y Luis el Meleno por parte de Graciano Antua en los talleres de Avance en Oviedo. Las armas son escondidas en una finca del Quirinal.
La ausencia de armas largas fue una tnica general en la Revolucin. En Avils son escasas, contando simplemente con varios mosquetones y un par de fusiles; por ello la bsqueda de este tipo de armamento durante la Revolucin se convierte en una obsesin. Las pistolas Csar con su corto alcance obligan a disparar desde muy cerca, situndose dentro del campo de tiro de los guardias atrincherados en el Ayuntamiento.
Expediente resuelto.
El 4 de octubre de 1934 se forma un nuevo gobierno presidido por Lerroux con tres ministros de la CEDA. El PSOE declara la huelga revolucionaria para el da siguiente. El objetivo es la conquista del poder a partir de dos instrumentos, las milicias y las armas. Es un redactor de Avance, Taibo, el encargado de transmitir el da 4 la noticia de la Revolucin inminente. El Comit debe espera una orden para iniciar la huelga. La consigna en un telegrama, Expediente resuelto.
El objetivo prioritario, parar la ciudad y tomar los centros de poder. Esa misma noche en la esquina del caf Coln se reparten las pistolas y se dan las consignas. El contingente revolucionario, en un nmero inferior a cien personas, tienen que enfrentarse a unas fuerzas gubernamentales que, a pesar de su inferioridad, cuentan con armas suficientes para aguantar la embestida revolucionaria.
El desarrollo de los hechos.
Viernes, 5 de Octubre.
El Comit Revolucionario est constituido de forma provisional por ngel vila, empleado de una firma consignataria, de UGT; Jos Mara Rodrguez (Tataguyo), empleado del tranva, de UGT y JS; Severino Cienfuegos, maquinista del taller de la Junta de Obras de UGT; Valentn Dintn de la CNT; Granda de la UGT, metalrgico que haba sido expulsado del PSOE por un problema de manejo de fondos, y Emeterio Garca del PCE, que ingresaba en el Comit la maana del 4 de octubre. La noche del 4 al 5, todos ellos esperaban un cargamento de armas que nunca lleg. En vista de eso, a las seis de la maana del da 5, se hace el llamamiento a la huelga general y se forman pequeos piquetes de huelguistas que, a la espera de una orden, recorren Avils en busca de esquiroles, quemando los ejemplares del diario Regin que se distribuan por la villa. La tarde anterior, en el Parque del Muelle se haban repartido unas 60 pistolas Csar a los militantes ms comprometidos. Se trata de las pistolas procedentes del garaje de los talleres del peridico Avance en Oviedo, que haban estado escondidas en una finca del Quirinal.
Tambin a primeras horas de la maana, las fuerzas reaccionarias de la villa empiezan a coordinarse. As a las tres de la tarde, el alcalde Bernardo Garca y Ruiz-Gmez convoca a las fuerzas vivas de la ciudad en el Ayuntamiento, donde concentra las fuerzas que posee: 23 guardias municipales, 16 carabineros, 18 guardias-jurados de la Asociacin Patronal, 2 marineros de la Subdelegacin Martima, 2 celadores y 9 guardias civiles del puesto de Avils; a los que se suman 30 ms de Miranda, Villalegre, Salinas y Castrilln, que han recibido rdenes de Oviedo de replegarse en el Ayuntamiento de Avils.
En esa reunin de las tres de la tarde en el Consistorio, el alcalde y las fuerzas vivas de la villa acuerdan que debe transmitirse la sensacin de que la ciudad est controlada. Por ello, deciden mandar a unos guardias civiles a clausurar la Casa del Pueblo y a declarar el estado de guerra. Los guardias civiles se acercan a la calle de la Ferrera que est inundada de huelguistas en actitud hostil, por lo que regresan al Cabildo sin haber cumplido sus rdenes.
Sobre las cinco de la tarde el Partido Comunista congrega a sus militantes en la Plaza del Ayuntamiento para intentar tomar el mismo y conseguir armas, pero son rechazados por un fuerte tiroteo de los guardias civiles y los guardias jurados. Unas horas ms tarde, Valentn Dintn con militantes de la CNT empieza a fabricar bombas de mano con latas de pimientos. Una de ellas es lanzada contra el taller del diario El Progreso de Asturias, propiedad del cacique Julin Orbn, situado en la Plaza de Abastos, produciendo bastantes daos en su interior.
Durante la noche, la Revolucin espera la llegada de un camin con armas; los guardias civiles del Ayuntamiento intentan hacer una descubierta, pero son obligados a volver a entrar en el Consistorio, que sigue rodeado por huelguistas. Como dice Paco Taibo en su libro sobre la Revolucin de Octubre, la calle no es de nadie, o ms bien, sera de la revolucin si sta se atreviera a tomarla. Pero la indecisin provocada por la falta de armas inmoviliza al Comit. El miedo y la indecisin est en los dos bandos, el sector obrero no toma decisiones en espera de su cargamento de armas y las fuerzas reaccionarias atrincheradas en el Ayuntamiento tampoco lo hacen, confiando en la llegada de refuerzos de Oviedo. Para hacernos una idea de cmo es la noche del 5 al 6 de octubre nada mejor que los comentarios de Maximiliano lvarez, militante de Partido Comunista, que sale esa noche en busca del camin que traera el armamento:
[O]frece el aspecto de un campamento de guerra durante un ataque del enemigo. Se suceden las descargas y menudean las explosiones de bombas o petardos. El alumbrado elctrico tiembla y se estremece bajo el estruendo de las detonaciones. Algunas luces se apagan. Los estampidos resuenan al otro lado de la ra con ilimitada prolongacin lo mismo que el tronar de tormenta. Y todo esto, para nada. Plan de ataque en serio, no existe ninguno. Los compaeros colocan bombas o petardos donde quiera y como quiera, y la fuerza pblica hace descargas cerradas contra la menor sombra que ve.
Sbado, 6 de Octubre.
La maana del sbado 6 comienza con una reunin del Comit Revolucionario para decidir el ataque al Ayuntamiento. La falta de armas largas les lleva a posponer el ataque, pues solamente con pistolas y algunas escopetas tradas de los pueblos cercanos sera un fracaso. Mientras tanto la poblacin obrera en huelga ocupa la casa de Eduardo Hidalgo (actual Banco de Santander en la calle Emile Robin).
A media maana, un grupo de militantes del PC y de JJSS ataca a una pareja de carabineros cerca del paso Larraaga, a los que dejan heridos y les confiscan sus fusiles y correajes. Segn el diario de Julin Orbn, los revolucionarios operaban sobre todo en la zona de Sabugo, La Parada y el camino a San Cristbal, requisando las mercancas que se encontraban en los almacenes de la Estacin del Norte y en los muelles del Puerto local.
Por la tarde, la guardia civil sale del Ayuntamiento hacia el Parque del Muelle, repleto de huelguistas, contra quienes disparan y logran as que se disuelvan. Sin embargo, los grupos revolucionarios regresan al Parque y vuelve a producirse otra carga de los guardias, que esta vez es repelida con disparos de pistolas huelguistas, obligando a los guardias a refugiarse en el Ayuntamiento.
Por la noche, los sectores obreros intentan un ataque a la Fbrica de Luz (situada en la esquina de la calle Jos Manuel Pedregal con Gonzlez Abarca), que se encuentra custodiada por un grupo de carabineros; pero otra vez la falta de armas largas impide el xito del ataque. Por ello, se refugian en la casa del diputado reformista Jos Manuel Pedregal, tomando como prisioneros a l y su familia. Poco despus, se dirigen con sus rehenes hasta Miranda, donde dejan a la familia de Pedregal custodiada por unas mujeres, y prosiguen con el diputado hacia la crcel que los revolucionarios haban habilitado en la Fbrica de Armas de Trubia. Caminando bajo la lluvia, atraviesan Taborneda, suben el Gorfoli, llegan a Llanera y finalmente, a Trubia.
Domingo, 7 de Octubre.
El domingo 7 de octubre es el da de mayor actividad revolucionaria en Avils. Sobre las 8 de la maana, un nio es atendido en la Cruz Roja de una herida de bala en la pierna. Segn cuenta el nio, los disparos procedan de las ventanas de la casa de Julin Orbn. La indignacin entre la poblacin obrera se vuelve cada vez ms fuerte contra el periodista reaccionario, pero el Comit Revolucionario tiene otras duras cuestiones que resolver. Durante toda la maana se suceden los tiroteos en la Plaza del Ayuntamiento, Sabugo y Parque del Muelle. Una buena parte del acoso a la Casa Consistorial se lleva a cabo desde el bar Casa Campanal (en la calle Cabruana). En el patio del bar se juntan los grupos revolucionarios y desde all disparan contra el Ayuntamiento. Como dato curioso, diremos que los atrincherados en el Cabildo se suministran de vveres en la misma Casa Campanal, lo que supone ms de un problema para Campanal, al estar literalmente atrapado entre dos fuegos. El Comit empieza esa maana a organizar los abastos y concentra la mayor parte de sus tropas en el barrio de Sabugo. Pasado el medioda llega a la Estacin del Norte, procedente de Villabona, un tren con 25 huelguistas que venan a entregar armamento para la Revolucin en Avils. Pero eran artefactos viejos y en mal estado; adems, con municin para apenas un da. Por lo tanto, el Comit decide enviar una camioneta a Trubia para recoger ms armas; pero slo consiguen 5 fusiles, 500 cartuchos, algunos cascos de hierro y algunas granadas de mano.
Por la tarde corre el rumor de que un barco de guerra va a desembarcar en Avils y el Comit decide hundir un barco mercante en la entrada de la ra. Se eligi el Agadir, un mercante vasco de 3000 toneladas. El capitn era un vasco muy terco que se quera quedar dentro de l con un canario que tena, cuenta ngel lvarez. Seis hombres se acercaron al Agadir, slo seis. Llevan bombas. Dos de ellos bajan a las mquinas, obligando al maquinista a abrir el grifo para que el agua entre en la sala de mquinas. Acto seguido, se dirigen a las escotillas de proa con las bombas y acetileno. Todos abandonan el barco. Y all queda, destruido, convertido en chatarra y bloqueando la entrada a la ra. Unas horas antes, un tripulante del pesquero Lus Adaro recomienda a Jos Mara Rodrguez (Tataguyo), que va al frente del grupo que vuela el Agadir, preguntar por radio al Lus Adaro si hay algn barco de guerra fuera de la barra. Jos Mara contesta que no puede desistirse de echar el barco a pique.
Esa tarde en el barrio de Sabugo, se empieza a confeccionar una gran bomba con la intencin de ponerla a rodar desde la casa de Balsera (actual Conservatorio) hasta la Casa Consistorial. Es Ramn Granda el que acude a Sabugo y les quita esa idea de la cabeza. Se corre el peligro de que la bomba se desve y no cause el efecto deseado; adems se esperan los refuerzos pedidos a Oviedo, con los cuales se tomara el Ayuntamiento.
Las fuerzas sitiadas en la Casa Consistorial estn totalmente desmoralizadas. Al no llegar los refuerzos esperados y ver que la villa est a merced de la Revolucin, empiezan a valorar abandonar el edificio. Pero el Comit no sabe esto, pues si no, en aquel momento se podra haber tomado el Ayuntamiento sin gran oposicin.
Sobre las 10 de las noche del domingo 7 se produce la mayor accin de toda la Revolucin de Octubre en Avils. Un grupo de huelguistas ataca con bombas los talleres y la imprenta del diario El Progreso de Asturias y la casa de su propietario, Julin Orbn. El incendio se propaga a las casas colindantes de la calle de la Cmara y de Rui-Prez, destruyendo 7 casas y varios arcos de la Plaza de Abastos. Orbn y su familia logran escapar; la familia se resguarda en una casa vecina, mientras que Orbn inicia una fuga por todo Avils, hasta que encuentra refugio en el chalet de unos amigos en la calle Fernndez Balsera. Durante el incendio tiene lugar una ancdota casi macabra, ya que en una de las casas afectadas de la calle de la Cmara, se est velando el cuerpo de una seora de 80 aos, cuyo cadver tiene que ser abandonado en la vivienda y es devorado por el fuego. Son ancdotas de la Revolucin, las que nos hacen ver su lado ms humano, ms popular, como la de uno de los guardias revolucionarios que custodian a Pedregal en la crcel de Trubia. Al llegar Pedregal totalmente empapado a la crcel, le pide a uno de los guardias si puede comprarle ropa en Trubia. ste lo hace y al regresar, le entrega a Pedregal la ropa y la vuelta del dinero que el diputado le haba dado para comprarla. Al ser liberado, ya en Avils, le preguntan a Pedregal que piensa de los sucesos revolucionarios y l responde: Todo esto es consecuencia de una repblica hecha a base de remiendos polticos. Hay que hacer la repblica o Espaa acaba en una subasta pblica de baratijas sangrientas.
Durante la represin posterior a la Revolucin, Pedregal intercede ante el gobierno de la Repblica para que sean liberados sus guardianes en Trubia, debido al buen trato que haban tenido con l. Uno de ellos, el anarquista que haba ido a comprarle la ropa, le enva una carta dndole las gracias por haber ayudado a que le pusieran en libertad y aade: Me he enterado de que tiene usted vacante la portera de su finca y chalet. Le pido ese puesto y le servir lealmente, con mi serenidad de costumbre, como usted ha visto en mi obligacin, que no hice ms que cumplir en la fbrica de Trubia. Recuerde que fui hombre honrado, que soy el que le fui a comprar la ropa y le devolv la 105 que restaba. Tengo cuatro hijos y estoy sin trabajo.
Lunes, 8 de Octubre.
La maana del lunes 8, el Comit Revolucionario de Avils, decide atacar el Ayuntamiento, ya que cuenta con los fusiles llegados de Trubia y Villabona. Pero entonces les llega la noticia de que dos camionetas de la Guardia avanzan a Avils desde Piedras Blancas. El Comit ve ah su oportunidad, los guardias traeran armas largas, las necesarias para tomar por fin la Casa Consistorial. El plan es sencillo, atacar las camionetas y requisar las armas a la Guardia Civil. Se prepara una barricada por donde se supone que van a pasar las camionetas y grupos de huelguistas se apostan a ambos lados de la carretera.
A partir de aqu, lo que ms nos acerca a la realidad, son las declaraciones de huelguistas y militares recogidas en dos libros imprescindibles para conocer lo que supuso la Revolucin de Octubre en Avils, el diario de campaa del general Eduardo Lpez-Ochoa y la crnica novelada del militante comunista avilesino Maximiliano lvarez Surez, editada en Madrid en 1936, y que desaparece de libreras y bibliotecas en 1939. A estos dos libros, los completan los testimonios de un grupo de presos encarcelados en la Crcel Modelo de Oviedo a principios de 1935, que se van al exilio en las maletas de Mario Moreno Mateo, abogado y diputado por Asturias.
Cuenta Maximiliano lvarez:
Se oyen ruidos de motores. Levantamos la cabeza y miramos al espacio creyendo que son aviones, pero no vemos uno en toda la inmensidad que alcanza nuestra vista. Damos la vuelta para mirar a la espalda y tampoco se divisa nada. El ruido contina en aumento, acercndose cada vez ms. Ya se precisa el sonido con mayor exactitud. Es de camiones. Andamos unos pasos en direccin donde parte para salir de dudas. Por la carretera de San Juan en lnea recta avanza una larga fila de camiones, autocares abarrotados de tropa, con traje de campaa. Los siguen detrs coches de turismo. Miramos con prismticos. En algunos lugares traen ametralladoras emplazadas
Cuenta el General Lpez-Ochoa:
no bien la compaa de vanguardia se aproxim a la lnea frrea que cruza la carretera en uno de sus barrios de las afueras, fue recibida con nutrido tiroteo y se inici el combate. El batalln contino su avance a lo largo del camino que, pasando por la orilla del muelle de la ra, conduce al interior del casco de la ciudad, siendo batido por fuego de fusilera por el frente y ambos flancos, pues tambin se nos tiraba desde el otro lado de la ra, y obligando a desplegar la fuerza, que no se detuvo un punto y avanz lentamente, desalojando al enemigo y venciendo esta resistencia. Ms tarde tambin recibamos fuego por la retaguardia. En vista del serio aspecto que presentaba la situacin, lance una Compaa por nuestra derecha (la izquierda se apoyaba en la ra), que envolviera la estacin del ferrocarril y depsito de material, que eran los puntos desde donde con ms furia se nos hostilizaba, y esta fuerza que lo ejecut con gran bizarra y suma decisin, hizo huir al enemigo en desorden, hacindole ms bajas, y me trajo ms de ochenta prisioneros, sin armas, que, indudablemente, en su mayora, haban tirado o escondido, no dando tiempo la premura del caso para ejecutar un registro y cerciorarse Los testimonios de los presos de la crcel modelo de Oviedo cuentan que los detenidos eran hombres ajenos a la Revolucin recogidos en el barrio de los Telares prximo a la estacin donde no haba fuerzas de la Revolucin. La enorme mayora hombres de edad mediana.
En este primer enfrentamiento con el ejrcito de Lpez-Ochoa, ste tiene una baja y 15 heridos; los grupos huelguistas, tres bajas. Lpez-Ochoa se acaba de encontrar con la primera resistencia seria desde que parti con su columna de Lugo, desconoce como est la situacin en Avils y decide acampar en los almacenes de Balsera, donde improvisa una barricada con sacos de sal, sacados de un almacn cercano y utilizando de mano obra a los prisioneros tomados en Pravia, Los Telares y Piedras Blancas.
Por otro lado, Dintn con un grupo de 25 hombres armados con tres mosquetones y latas de pimientos registra el Banco de Gijn en busca de pistolas, mientras el resto de sus hombres cubre el Ayuntamiento desde el edificio del Banco de Santander de la calle Emile Robn.
Sobre la construccin de la barricada de los almacenes de Balsera por parte de Lpez- Ochoa, el informe de los presos de la Crcel Modelo cuenta: Las fuerzas empleadas como auxiliares en la construccin de las trincheras empiezan a caer algunos; unos muertos y otros heridos, dndose la circunstancia tambin, de que los detenidos estn cubiertos de los tiros de los revolucionarios por la misma trinchera que estaban levantando, mientras que los soldados a sus espaldas disparaban desde los edificios en que estaban parapetados. Esto nos hace suponer que los muertos y heridos en la realizacin de la barricada, lo fueron por los propios soldados de Ochoa. Tambin en ese informe se narra como un prisionero herido es arrojado a la ra por los militares.
Las fuerzas reaccionarias atrincheradas en el Ayuntamiento efectan una salida, lo que hace que el Comit Revolucionario d la orden de replegarse al barrio de Sabugo, pues los guardias civiles han llegado hasta el Parque del Muelle. A pesar de esa orden un pequeo nmero de socialistas y comunistas repelen el ataque en el parque, haciendo una baja a los guardias, a los que arrebatan el fusil y el correaje. Los guardias vuelven a encerrarse en la Casa Consistorial y los grupos huelguistas reanudan el acoso sobre ella.
Lpez-Ochoa sigue en los almacenes de Balsera, cada vez ms desconcertado. Para empezar, no se esperaba esa resistencia en Avils y adems recibe un informe de un capitn de sus tropas que se ha acercado al Ayuntamiento, un informe de los all sitiados. En l se afirma que Avils se encuentra en poder de ms de 1000 personas revolucionarias armadas y que esa misma noche planean volar la Casa Consistorial.
Cuenta Lpez-Ochoa en su diario: En cuanto cay la noche, aprovechando su oscuridad, envi al capitn Martnez Ostendi, de que he hecho referencia, y que se me ofreci voluntariamente, para que, como conocedor del terreno, se pusiese de nuevo al habla con los sitiados en el Ayuntamiento y regresase acompaado por una de las resoluciones por mi adoptadas y de mis planes para el siguiente da, ponindome de acuerdo con ellos. Ello se realiz sin novedad, viniendo al cabo de media hora con el capitn el oficial de carabineros, acompaado por una pareja de la Guardia Civil y otra de su instituto. Le hice saber mi firme voluntad de no enviar durante la noche fuerza alguna para reforzarles por los riesgos indudables que ello implicaba en aquellos momentos, convencindoles de que era seguro que estando el Batalln a tan corta distancia, y habindoles batido, no se atreveran los rebeldes a atacarlos y mucho menos a realizar sus amenazas, pero que en todo caso, si eso llegase a suceder contra mis previsiones, tuvieran la absoluta seguridad de que seran auxiliados en el acto, pues sacara las fuerzas y los atacara a mi vez por la espalda. Consegu con estos argumentos tranquilizarlos en parte, y despus de quedar de acuerdo respecto al plan para el siguiente da, se retir el oficial con los carabineros, quedando la pareja de la Guardia Civil para servir de guas en la madrugada siguiente, incorporndose sin novedad al Ayuntamiento los primeros.
Yo, despus de reunido con el Jefe de Estado Mayor, el de Batalln y los capitanes del mismo, con objeto de estudiar y redactar el plan de ataque para el siguiente da, con todos sus detalles y pormenores, me retir a descansar breves horas en espera de los acontecimientos, transcurriendo la noche sin ms novedades que algn disparo aislado, y sin que los rebeldes se atrevieran, como yo haba vaticinado, a ejecutar sus amenazas.
Mientras tanto los grupos revolucionarios van acabando las pocas municiones que tienen y el Comit decide ir replegndose, primero al barrio de Sabugo y luego a San Cristbal. Durante la noche todos los grupos revolucionarios armados van abandonado Avils.
Segn el diario de Lpez-Ochoa, [e]n Avils, una hora antes de amanecer, el Batalln nmero 12 se encuentra formado y dispuesto a emprender el ataque contra los rebeldes. El espritu de esta tropa, que durante el primer da de marcha (da 7) al salir de Lugo durante las primeras veinticuatro horas, se hallaba como amodorrado y algo deprimido, obligndome a frecuentes intervenciones para levantarlo, teniendo a cada paso que reprender y censurar enrgicamente esta aparente apata, estimulando a la oficialidad y a los mismos soldados con frases en ocasiones despectivas para picar su amor propio, lo que lleg a ocasionarme por el derroche que tuve que hacer de fuerzas y energa, momentos de desesperanza, haba reaccionado brillantemente con mis repetidos esfuerzos, y los encuentros sostenidos la vspera, primero en Soto del Barco y luego en Avils, a nuestra llegada, haban levantado la moral del Batalln de modo insuperable, sintindome ya completamente tranquilo y satisfecho de aquellos soldados, al observar este fenmeno, seguro de poder conducirlos a la victoria, y as se lo hice saber a los oficiales y tropa la noche anterior, a raz del combate, no mostrndome parco en mis elogios. Por cierto, que al felicitar a solas a su Jefe, el comandante Manso, por su actuacin, como le mostrara mi extraeza por este cambio de conducta tan repentino, me contesto textualmente: Mi general, usted olvida que somos gallegos y estbamos dormidos, usted ha sabido despertarnos. Antes de emprender la operacin, an de noche, comoquiera que el nmero de prisioneros que haba reunido, y que era superior a un centenar, me embarazase notablemente, y por otra parte, unos ochenta de ellos haban sido cogidos sin armas, y segn los guardias civiles de Avils que all pernoctaron, no haba antecedentes contra ellos, decid pone en libertad inmediatamente a estos ltimos, a excepcin de dos de ellos, que conserv para una misin que narrare. Y, acompandolos yo mismo, personalmente, los conduje hasta fuera del parapeto a corta distancia, dndoles suelta en direccin a las afueras del poblado. Seguidamente sali la compaa del Capitn Martnez Ostendi con dos ametralladoras, dirigindose al Ayuntamiento donde deba situarse para coadyuvar el plan de ataque, llevando consigo los dos prisioneros cogidos sin armas a que acabo de hacer alusin, quienes, portadores ambos de duplicado escrito que haba preparado la noche anterior, escrito que se hallaba redactado en los siguientes trminos: El General en jefe de las tropas de operaciones en Asturias al jefe de los revoltosos en Avils: Requiero a usted por el presente escrito para que en el plazo improrrogable de dos horas, a partir de su recibo, se retire y disuelva abandonando las armas, en la inteligencia de que de no efectuarlo as, sern fusilados los veinticuatro prisioneros rebeldes que, cogidos con ellas en la mano, se encuentran en mi poder, y a continuacin les atacare a ustedes sin contemplacin alguna, fusilando en el acto a cuantos rebeldes sean apresados haciendo resistencia a las tropas a mi mando deban hacer entrega del mismo a los revoltosos que en las inmediaciones del Ayuntamiento de encontraban sitindolo. El resto del Batalln aguardo preparado la ejecucin del movimiento. No haba transcurrido an media hora de la salida de la fuerza cuando recib noticia por conducto de un oficial de la compaa destacada, de que el enemigo haba huido durante la noche abandonando gran nmero de armas en las inmediaciones del Ayuntamiento, y sin que hubiera sido posible entregar mi escrito a los prisioneros encargados de esta comisin, pues no haban encontrado a nadie armado ni quien siquiera hacerse cargo del documento, la noticia me produjo la natural alegra, pues me permita seguir la marcha a Oviedo sin ms dilacin, y en el acto orden la evacuacin de los almacenes, as como la de las bajas que habamos sufrido el da anterior, transportando a los heridos al hospital de Avils. Hice pedir al Alcalde que sin prdida de momento se racionase a mi tropa con lo que a mano hubiese en ella, y mientras estas operaciones se ejecutaban con gran premura, reorganizando la columna de camiones sobre la carretera.
En Avils se acaba el sueo, comienza la pesadilla.
El da 9 de octubre, los revolucionarios ms destacados se concentran en la carretera de Trubia volando el Puente de la Consolacin para impedir el paso de las tropas. En esos momentos las noticias son poco alentadoras. Algunos se dirigen a Oviedo, otros huyen a los montes y otros esconden las armas y buscan cobijo en casa de algn familiar a esperar.
En la villa comienza la pesadilla. Desde el mismo da de la entrada de las tropas empiezan a prestar declaracin, ante la guardia civil y la polica gubernamental, testigos que identifican a las personas revolucionarias. Se abren diligencias y comienza un largo proceso judicial que acabar en febrero de 1936 con el decreto de amnista del gobierno del Frente Popular.
En Avils se abrirn varias causas que acabarn en juicios sumarsimos contra los dirigentes de la Revolucin. La crcel de la villa se llena de muchachos, personas jvenes revolucionarias que son sometidas a todo tipo de vejaciones. La dureza de los agentes del Cuerpo de Investigacin y Vigilancia, dirigidos por Juan Domnguez Vzquez, intenta reconstruir los hechos a base de duros interrogatorios y de registros. Los locales de las organizaciones obreras son registrados minuciosamente. En ellos se encuentra suficiente material para encausar a los jefes de la Revolucin. Estos irn cayendo o entregndose. Uno de los primeros es Severino lvarez, secretario de la Casa del Pueblo, a quien se le somete a un duro interrogatorio. Emeterio caer tambin, aunque se tardar un tiempo en identificarlo como tal. El Arturo Rojo, el Andaluz, se entrega directamente en el juzgado para evitar las torturas de la Guardia Civil. Los dirigentes son buscados a conciencia, los agentes echan en falta a varios de ellos.
En la huida revolucionaria, ngel de vila y Jos Rodrguez consiguen llegar a Santander, donde gracias al Partido Socialista y la UGT, son provistos de identificaciones falsas, pasando a ser Julio Romero Font y Genaro Ibarguren. Ambos se dirigen a Madrid con el dinero robado del Banco de Espaa. Son apresados por la polica el 22 de noviembre a las 14:30 en la Pensin Blanco de Madrid y sometidos a un duro interrogatorio, segn le comunicarn despus al juez instructor.
La Represin alcanza niveles insospechados, la crcel de Avils fue escenario de duras palizas y vejaciones para sacar informacin a las personas detenidas. Los propios agentes declaran la dificultad y la tenacidad de las personas presas, pues todas se conocen y se protegen. Los juicios sumarsimos tardan en completarse, los autos son largos, se tardan meses en probar los hechos. Todava en febrero de 1935 hay ms de 25 personas presas en la crcel de la Villa.
Los dirigentes del Comit sern encausados y juzgados. Las condenas comenzarn a llegar a finales del ao 35, pero hay quien no llega a escuchar su condena. Las duras condiciones, las palizas y vejaciones merman sus fuerzas. Jos Mara Rodrguez fallece el 12 de junio en el Hospital de Avils, Luis Garca (Meleno) fallece en febrero del 1935. Los otros dirigentes son condenados a largas penas de prisin. Faustino Muiz (el Bollero) es condenado a 30 aos junto con Severino Garca.
Emeterio Garca y el Andaluz son absueltos en el juicio, pero siguen en la crcel tras un recurso de casacin por la autoridad judicial. Sern liberados de la crcel de la Corua en Marzo de 1936 tras la amnista de ese mismo ao, junto con ngel de vila, Valentn Dintn y Ramn Granda. Todos ellos haban sido los organizadores de la Revolucin en la villa, fueron sin duda alguna los promotores y los ejecutores de los planes.
Destaca la labor de David Arias, que defiende a los revolucionarios avilesinos, consiguiendo exculpar a una parte considerable y poniendo en duda la legalidad del proceso.
El impacto de la Revolucin.
La Revolucin de Octubre dej su huella en la villa. Numerosas casas fueron afectadas por las bombas revolucionarias. Las barricadas y los cortes de las carreteras, la voladura del Puente de la Consolacin con cartuchos de dinamita y el hundimiento del Agadir son ejemplos del grado de violencia que se alcanz. Las vctimas fueron numerosas, es hoy todava una incgnita el nmero de muertes, aunque las cifras no alcanzaran los nmeros de otras zonas revolucionarias.
La Revolucin de Octubre condiciona la vida poltica de Avils. La prdida de los representantes polticos supuso un duro golpe para las organizaciones obreras, pero stas no tardaron en reorganizarse y en demostrar que podan regenerarse rpidamente. La derecha local tendr muy en cuenta los sucesos, pues demostraban la capacidad organizativa y ofensiva de un movimiento obrero avilesino que haba conseguido mantener en jaque a las fuerzas del orden locales durante cuatro das. Un movimiento obrero que se haba lanzado con entusiasmo a la Revolucin. Como demuestran los documentos internos de las organizaciones, la revolucin era un objetivo claro; para los dirigentes locales, el rgimen del 31 no satisfaca sus ansias de igualdad social. Fueron conscientes de la oportunidad que se les brindaba el 5 de octubre y por ello asumieron el reto. La amenaza de la instauracin de un rgimen autoritario y de corte fascista estaba muy presente. Las declaraciones de la derecha y la resistencia de las clases conservadoras para aceptar los principios del Rgimen Republicano alimentaron las ansias de la Revolucin Obrera.
1934 estar muy presente en la campaa de las elecciones de 1936, siendo uno de los debates centrales la dura represin a la que fueron sometidos los grupos revolucionarios. Fue una experiencia nica en aquella Europa que estaba cayendo bajo el yugo de los fascismos. No es casual que la movilizacin no se retrajera y tampoco es casual el grado de agitacin y movilizacin de la poblacin en las elecciones de 1936.
La revolucin de 1934 se ha convertido en un mito para la izquierda asturiana. Este episodio contiene un grado de audacia, de valenta y de utopa que no pocas personas han intentado instrumentalizar. Ha generado debates historiogrficos e investigaciones convertidas en clsicas lecturas para el movimiento obrero del siglo XX. Octubre es un lugar de memoria, sus mitos han alimentado la Historia de un movimiento obrero que tuvo por una vez la osada de querer tomar el cielo por asalto.
Conclusiones.
Conmemorar un aniversario como el de la insurreccin asturiana tiene un sentido histrico y tambin conlleva un debate histrico-poltico. Una visin al pasado desde el presente siempre puede resultar presuntuosa a la hora de establecer lecturas crticas.
Uno es capaz de analizar al ms mnimo detalle cada paso, cada gesto histrico, sin dolos ni adulaciones. Somos capaces de discernir errores y aciertos, convirtindonos en estrategas del tiempo bajo ese encorsamiento filosfico europeo de la comprensin del mundo en base a causas y consecuencias. Existe numerosa literatura histrica y poltica que somete a interrogantes esta gigantesca experiencia histrica, no tanto por el tiempo de su duracin sino por la trascendencia de su significado para los invisibles del mundo, para quienes practican el arte plebeyo de la insurreccin al poder soberano.
Podramos detenernos a analizar si como algunos autores sostienen la revolucin de Ochobre fue la ltima revolucin genuinamente obrera de la historia para posteriormente hablar de revoluciones de carcter popular. Esto sera someterse a la tirana del campo acadmico y creo que no tiene sentido detenerse para este apartado de conclusiones. Discusiones no nos faltan. Es as como dentro de las diferentes escuelas historiogrficas existe un enorme debate en torno a la ruptura de la legalidad y el carcter de su legitimidad porque en las trincheras de la historia uno no puede operar en el campo de la neutralidad. Pero este no es un duelo que nos interese para este escrito.
Podramos rendir cuentas con Largo Caballero, seguro que ms de un minero asturiano se acordara de l cuando era torturado en una de las celdas una vez ya enterado de cmo haba sido la verdadera historia. Otro camino a explorar podra ser el de analizar ciertos errores estratgicos de los insurrectos en el campo de batalla contra la injusticia, convirtiendo la enorme complejidad que supone hacer poltica en un simple movimiento que reduce el anlisis a la poltica de la trinchera insurrecta. Con ello solo conseguiramos hacer poltica ficcin, poltica del deseo, del anhelo por esa municin que nunca lleg. No menos polmico sera el debate sobre si Ochobre fue el deseo de establecer una repblica de los comunes o la defensa de una repblica secuestrada por una extrema derecha que tena ya media Europa bajo sus botas militares. Quizs podramos adentrarnos en el pensamiento postmoderno, ese que ha inundado la historiografa actual y hablar en trminos psicolgicos, de la ingenuidad infantil de la revolucin asturiana que establecera como nica patologa la precipitacin y por lo tanto, su derrota.
Si uno no quiere problemas con la historia y sus contradicciones, podra decantarse por identificarse con un personaje del siglo XVIII y adoptar la pose de un amante romntico. Podramos concluir de esta manera con un alegato heroico, sealando la importancia histrica del acontecimiento, honrando a sus protagonistas, esos que se atrevieron a impugnar la historia, que tomaron el cielo por asalto.
Podramos poner todas las emociones al servicio de los insurrectos y escribir hermosas metforas ante una memoria histrica que nunca ha estado a la altura del acontecimiento del 34 y sus protagonistas. Nada de esto me suscita inters, no porque no lo tenga sino porque ya existe demasiada narrativa en este sentido y porque en un momento de empata histrica con aquellos protagonistas, tambin queremos comprometernos con esa rebelda insurrecta y no vamos a someternos a las causas y consecuencias de la derrota del octubre del 34 como si fusemos estudiantes de bachillerato concienciados ante una posible pregunta de examen.
Cul es entonces la conclusin? una pregunta al presente. Deca Walter Benjamin que toda revolucin extrae su poesa del pasado. Por eso al margen de los debates expuestos anteriormente, al margen de las narrativas en disputa, el hecho ms significativo de octubre del 34 fue su capacidad estratgica a la hora de establecer marcos de diagnstico. Octubre del 34 no se puede entender nicamente desde una perspectiva estatal, desde las idiosincrasias polticas particulares sino que obedece a un campo de disputa poltica mucho ms amplia, el periodo de revolucin y contrarrevolucin que vivi Europa en los aos 30. Las correspondencias entre el partido socialista avilesino y la direccin estatal es un buen ejemplo de ello. En esa correspondencia se insiste en el ascenso de Hitler al poder en Alemania o de Dollfus en Austria, pero sobre todo, lo que se traduce de ese anlisis es la percepcin de que estn ante un cambio de poca donde el futuro se presenta para la izquierda como todo o nada. Acertadamente entienden que la llegada del fascismo a Espaa supondr la desaparicin fsica de las organizaciones obreras y con ello, una derrota histrica para la inspiracin antagonista a favor de los desposedos. Esa intuicin poltica quedara desgraciadamente demostrada solo unos aos ms tarde con la derrota en la guerra civil. La virtud del Ochobre asturiano fue construir un amplio movimiento popular que apostaba por la va insurreccional, puesto que la va reformista, la legalidad democrtica de la Repblica como mecanismo democrtico de expropiacin del poder en beneficio de los desposedos se demostraba incapaz de resolver las demandas populares y al igual que Alemania la democracia de la Republica de Weimar haba entrado en una crisis de rgimen y de representacin que haba capitalizado polticamente el partido nazi con su ascenso al poder en las elecciones en al ao 33, el movimiento obrero haba tomado nota que esa crisis de rgimen tambin se estaba desarrollando en Espaa y cuya expresin ms notoria ser el giro del PSOE haca la va revolucionaria liderada por Largo Caballero pero sobretodo reclamada por las Juventudes socialistas y la entrada en escena de la CEDA en el gobierno republicano fruto de esa tremenda polarizacin poltica entre las clases. Si la clase obrera alemana haba sido derrotada y enterrada por el nazismo, la insurreccin como movimiento estratgico ante la crisis de institucionalidad del gobierno republicano del ao 33, era el mecanismo necesario para frenar la ofensiva fascista en Espaa. La otra gran virtud del Ochobre asturiano fue la capacidad para innovar polticamente. Para responder a este cambio de coyuntura o poca no se basaron en frmulas experimentadas en el pasado sino que fueron capaces de generar una nueva cartografa poltica antagonista a travs de las alianzas obreras, que ser el impulso definitivo para generar un amplio campo popular desobediente que saldra a defender su vida a las calles incluso antes de que el propio comit revolucionario avilesino lo anunciase. Este texto ha sido elaborado con una doble intencionalidad. Por un lado reclamar la poltica de la memoria de los invisibles, de los olvidados, rescatando fragmentos de la historia avilesina que estn ocultos en la memoria colectiva de los pueblos, pero tambin como un ejercicio de compromiso con nuestro presente. La audacia poltica del 34 responda a un cambio de poca y aunque las analogas histricas solo pueden ser entendidas como metforas temporales y no como reproducciones, la actual crisis de rgimen, la recomposicin de nuevas gramticas polticas, la certeza de que el neoliberalismo ha fragmentando los nichos en que la izquierda sociabiliza su experiencia poltica, estudiar esta experiencia histrica nos puede otorgar la virtud de comprender que los cambios de poca implican nuevas estrategias contrahegemnicas a la altura del periodo que nos toca vivir. Es evidente de que la va insurreccional hoy es impensable. No reclamamos para el presente su experiencia histrica sino su inteligencia poltica deslegitimadora del orden creado por los ricos. Escribe Le Goff: apoderarse de la memoria y del olvido es una de las mximas preocupaciones de las clases, de los grupos, de los individuos que han dominado y dominan las sociedades histricas. Los olvidos, los silencios en la historia, son reveladores de esos mecanismos de manipulacin histrica colectiva. La memoria colectiva no es solo una conquista, es un instrumento y una mira de poder
Bibliografa. -Camn, Alfonso, El Valle Negro, Imprenta Love, Gijn 1979 - Ruiz, David, Insurreccin a la defensiva y revolucin obrera. El Octubre Espaol de 1934, Labor, Barcelona 1984 . - Daz Nosty, B, La comuna Asturiana, Zero, Madrid 1984. -Juli, Santos (Coord.) El socialismo en Espaa: Desde la Fundacin del PSOE hasta 1975, Fundacin Pablo Iglesias, Madrid 1986. - Shubert, A, Hacia la revolucin, Orgenes sociales del movimiento obrero en Asturias, 1860-1934. Crtica, Barcelona 1984. -Solano Palacio F., La revolucin de octubre. Quince das de comunismo Libertario, Fundacin Anselmo Lorenzo 1994. -Taibo, Ignacio Paco, Asturias 1934, Ediciones Jcar. Gijn, 1980 - Orbn Julin, Avils en el movimiento revolucionario de Asturias, Talleres la Fe Gijn, 1935
MEMORIA GRFICA DE LA REVOLUCIN DE OCTUBRE DE EN AVILS
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Barricada en los Almacenes de Balsera
Casas incendiadas en la Calle de la Cmara
Caseta de Carabineros destruida por los huelguistas
Declaracin ante el juez de Jos Mara Rodrguez
El Agadir bloqueando la entrada de la ra
Manifestacin del 1 de Mayo de 1934
Casas incendiadas en la Calle Rui -Prez
Registro como refugiado poltico en Mxico de Valentn Dintn