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COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS
Bruselas, 24.11.2009
COM(2009)647 final
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DOCUMENTO DE TRABAJO DE LA COMISIÓN
Europa se ha visto duramente afectada por la peor crisis económica y financiera desde hace
décadas, que se ha traducido en una fuerte contracción económica. Se espera que en 2010 la
tasa de desempleo llegue a cifras de dos dígitos, unos nivel que no se registraban desde el
último decenio.
La salida de la crisis debería ser el punto de entrada en una nueva economía social de mercado
sostenible, más inteligente y más respetuosa del medio ambiente, en la que nuestra
prosperidad reposará en la innovación y en una mejor utilización de los recursos, y cuyo
principal motor será el conocimiento. Estos nuevos hilos conductores deberían permitirnos
explotar nuevas fuentes de crecimiento sostenible y crear nuevos puestos de trabajo a fin de
compensar el aumento de las tasas de desempleo que nuestras sociedades van sin duda a
conocer en los años venideros. Sin embargo, el éxito de esta operación depende de nuestra
capacidad para diseñar y poner en práctica una respuesta política ambiciosa. De lo contrario,
corremos el riesgo de entrar en un periodo de bajo crecimiento que no haría sino socavar los
esfuerzos desplegados por Europa para resolver los principales problemas a los que nos
confrontamos hoy.
Para hacer posible este crecimiento sostenible procede llegar a un acuerdo sobre un programa
que sitúe en primer plano a las personas y la responsabilidad. La crisis podría dar al traste con
los esfuerzos que hicieron posible reducir en una década la tasa de desempleo de la UE del
12 % al 7 %. Necesitamos nuevas fuentes de crecimiento para recuperar los puestos de trabajo
que la crisis ha destruido.
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Estados miembros puede dar mejores resultados, así como en la mejora de la puesta en
práctica, haciendo un mejor uso de los instrumentos disponibles.
Para llegar a buen término, la estrategia UE 2020 debe sustentarse en un análisis correcto de
las limitaciones que pesarán sobre los responsables políticos en los próximos años y en la
correcta delimitación de los desafíos que hay que abordar.
La crisis económica y financiera ha pasado una abultada factura a las finanzas públicas, las
empresas, el empleo y los hogares. Los responsables políticos, a todos los niveles, tendrán que
encontrar formas de imprimir dinamismo a la economía con un margen de maniobra
presupuestaria limitado. A medida que se reduce el déficit público, habrá que reorientar el
gasto público de forma que nos permita hacer realidad los objetivos que nos hemos marcado
para 2020. Los recortes presupuestarios en ámbitos con perspectiva de futuro, como la
educación o la investigación, no harían sino dificultar aún más la consecución de estos
objetivos.
Al perfilar esta nueva visión e imprimir un nuevo rumbo a las políticas de la UE hemos de ser
conscientes de que la preservación de la energía, de los recursos naturales y de las materias
primas, su utilización de forma más eficiente y el incremento de la productividad serán los
factores clave de la competitividad de nuestra industria y de nuestras economías en el futuro.
Tampoco hemos de perder de vista el reto que plantea la demografía europea: aún antes de
que estallara la crisis, se preveía que, de no adoptarse medidas correctivas, la evolución de
nuestra demografía, que se caracteriza por una menor proporción de jóvenes en la población
total, conllevaría un crecimiento potencial sustancialmente reducido para 2020. La crisis ha
exacerbado los desafíos sociales a largo plazo a los que se enfrenta Europa, entre ellos la
integración de una población inmigrante que no deja de crecer, la exclusión social y la
pobreza infantil, y la solidaridad intergeneracional en una sociedad en proceso de
envejecimiento. Para hacer frente a estos desafíos, las tasas de empleo, tanto de los hombres
como de las mujeres, deberán aumentar rápidamente y habrá que modernizar los sistemas de
protección social, a fin de responder, a un coste razonable, a las futuras necesidades de
nuestra sociedad.
Esta solución requiere que las nuevas políticas contribuyan de forma decisiva a la cohesión
social, aborden el desempleo y refuercen la inclusión social, garantizando en todo momento el
buen funcionamiento de los mercados laborales. Para ello es necesario remodelar los sistemas
de enseñanza y los mercados laborales, así como potenciar la movilidad y estimular el
dinamismo de Europa a fin de sacar el máximo partido de nuestro potencial creativo e
innovador.
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Si queremos convertirnos en una economía más inteligente y más respetuosa del medio
ambiente, debemos reforzar la coordinación política al objeto de reforzar la competitividad.
Para que nuestras prioridades temáticas para 2020 se hagan realidad es preciso que los
objetivos sociales, económicos y ambientales que nos hemos marcado se complementen. En
el presente documento, la Comisión recaba opiniones sobre la forma en que la UE puede fijar
sus prioridades en la próxima década, un plazo suficiente para que la UE y los Estados
miembros puedan aunar esfuerzos para superar la crisis actual y movilizar nuevas fuentes de
crecimiento que garanticen la cohesión social y territorial, conforme a los principios
fundamentales del nuevo Tratado de Lisboa.
Para hacer realidad una economía social de mercado sostenible, más inteligente y más
respetuosa del medio ambiente, Europa debe promover prioridades esenciales, fijadas de
forma consensuada, y trabajar con miras a su realización a lo largo de varios años. Ningún
Estado miembro puede abordar estos desafíos por sí solo. La política de la UE, por su parte,
tampoco es la suma de veintisiete políticas nacionales. Al trabajar juntos en pos de un
objetivo común, el todo será más que la mera suma de sus partes. Este programa atañe a todos
los Estados miembros, grandes y pequeños, antiguos y nuevos, muy desarrollados y aún en
desarrollo: en la UE ampliada existen niveles de desarrollo diferentes y, por ende, necesidades
diferentes. Sin embargo, la visión estratégica UE 2020 es pertinente para cada uno de ellos y
puede adaptarse a diferentes puntos de partida y a diferentes particularidades nacionales de
modo que favorezca el crecimiento para todos.
Las oportunidades que se abren para particulares y empresas son enormes, siempre que estén
bien pertrechados para aprovecharlas. El objetivo de la Comisión es que Europa ejerza
liderazgo, compita y prospere como una economía basada en el conocimiento, conectada, más
respetuosa del medio ambiente y más inclusiva, capaz de crecer de forma rápida y sostenible
y de generar altas tasas de empleo y de progreso social. Para ello, Europa ha de disponer de
una base industrial sólida y competitiva, de un sector de servicios moderno y de una
agricultura, una economía rural y un sector marítimo prósperos. Como pionera en la
construcción de esta sociedad del futuro, Europa podrá beneficiarse del desarrollo de
productos innovadores y competitivos, del despliegue de las infraestructuras del futuro, de la
penetración en nuevos mercados y de la creación de nuevos empleos de calidad.
Pero los beneficios irán mucho más allá. Una Europa abierta al mundo seguirá siendo un
modelo para los demás, difundiendo sus valores y favoreciendo la adopción de normas más
estrictas en los ámbitos del trabajo, el medio ambiente y la seguridad en todo el mundo. De
esta manera, la UE podrá hacer gala de liderazgo a escala mundial demostrando que —una
vez instaurado el marco político correcto y haciendo pleno uso de los nuevos agentes y
estructuras previstos en el Tratado de Lisboa— es posible compaginar la apertura necesaria
para asegurar un dinamismo económico constante con el respeto de las preocupaciones
sociales y ecológicas de nuestros ciudadanos.
La Comisión considera que los factores clave de la estrategia UE 2020 deben ser temáticos y
centrarse en las siguientes prioridades:
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2) Potenciar el papel de los ciudadanos en sociedades inclusivas. La adquisición de
nuevas capacidades que estimulen la creatividad y la innovación, el desarrollo del
espíritu empresarial y una transición fluida entre diferentes empleos serán elementos
cruciales en un mundo que ofrecerá más empleos a cambio de una mayor capacidad
de adaptación.
3) Crear una economía competitiva, conectada y más respetuosa del medio ambiente.
La UE ha de ser capaz de competir de manera más efectiva y de mejorar su
productividad consumiendo menos recursos y energías no renovables, y haciéndolo
de manera más eficiente, en un mundo en el que los precios serán altos y cada vez
será más reñida la competencia para obtenerlos. De esta forma se estimulará el
crecimiento y se contribuirá a la consecución de nuestros objetivos
medioambientales. Ello redundará en beneficio de todos los sectores de la economía,
desde las industrias manufactureras tradicionales hasta las empresas emergentes de
alta tecnología. La modernización y la interconexión de las infraestructuras, la
reducción de la carga administrativa y la aceleración de la penetración de las
innovaciones en el mercado contribuirán igualmente a la consecución de este
objetivo.
Potenciar la educación es una de las formas más efectivas de luchar contra la desigualdad y la
pobreza. Es imperioso intervenir urgentemente para reducir el elevado número de estudiantes
con resultados insuficientes en capacidades básicas (lectura, matemáticas y ciencias) a fin de
aumentar la empleabilidad de los jóvenes y de facilitar su incorporación al mundo del trabajo
una vez concluida su escolarización. La prevención del abandono escolar reduce la exclusión
del mercado laboral y el riesgo de una futura exclusión social. Hay que hacer mayor hincapié
en los grupos vulnerables, la igualdad de género y la cohesión social a fin de garantizar que
nadie quede excluido del acceso al conocimiento.
Algunas de las mejores universidades del mundo son europeas. Pero nuestra meta ha de ser
que sean muchas más y convertirlas en verdaderos motores de conocimiento y de crecimiento.
Para ello harán falta no solo inversiones sino también reformas y, en caso necesario, acciones
de consolidación, una colaboración más estrecha, en particular con las empresas, y una actitud
más abierta al cambio. Para contribuir a este proceso de cambio, las universidades europeas
deben medirse con las mejores universidades del mundo. La mejora de la calidad de nuestras
universidades y de su investigación ha de ir acompañada de una mayor movilidad de los
estudiantes, con el fin de adquirir nuevos conocimientos, de aprender nuevas lenguas, de
adquirir experiencia viviendo y estudiando en el extranjero y de constituir redes. Debería
estudiarse la conveniencia de incluir en los programas Erasmus, Leonardo y Erasmus Mundus
ya existentes una nueva fase, y de completarla con iniciativas nacionales, a fin de brindar a
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todos los jóvenes europeos la posibilidad de efectuar parte de su itinerario educativo en otros
Estados miembros.
La meta para 2020 consiste en hacer realidad un auténtico espacio europeo del conocimiento,
basado en unas infraestructuras de calidad de nivel mundial, en el que todos los agentes
(estudiantes, profesores, investigadores, centros de enseñanza, centros de investigación y
empresas) se beneficien de la libre circulación de personas, conocimientos y tecnologías (la
quinta libertad).
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2. Potenciar el papel de los ciudadanos en sociedades inclusivas
En la economía posterior a la crisis, muchos de los puestos de trabajo que han sido destruidos
no serán reemplazados. La transformación de la UE en una economía más inteligente, más
respetuosa del medio ambiente y más competitiva impulsará la creación de nuevos empleos y
permitirá responder a las altas tasas de paro. Pero mientras esta transición esté en curso, se
requerirán esfuerzos importantes para impedir que los ciudadanos queden fuera del sistema, lo
que significaría su exclusión, y para garantizar la cohesión social. De hecho, están surgiendo
nuevos modelos en los que los trabajadores podrán efectuar varias entradas y salidas del
mercado laboral durante su vida profesional, en lugar de la secuencia tradicional (estudios,
empleo y jubilación), y que brindan más oportunidades. Conviene dotarse de un marco para
organizar y respaldar estas transiciones, posiblemente sirviéndose de algunas de las medidas
adoptadas durante la crisis (p. ej. desempleo parcial combinado con acciones de formación).
Se crearán nuevos empleos que requerirán nuevas capacidades. Será necesario gestionar la
transición entre los diferentes empleos, así como entre la formación y el trabajo. Es aquí
donde debe entrar en juego la flexiguridad. De lo que se trata es de encontrar la mejor
manera de reforzar, por una parte, la flexibilidad de los mercados laborales en materia de
organización del trabajo y de relaciones laborales, y por otra, la seguridad que aportan el
aprendizaje a lo largo de la vida y una protección social apropiada. El aprendizaje a lo largo
de la vida ha de ser mucho más accesible y las universidades deben estar más abiertas a
estudiantes atípicos.
Las capacidades son el elemento clave del crecimiento económico y del crecimiento de la
productividad de Europa, así como de la creación de empleo. El aprendizaje a lo largo de la
vida constituye el elemento esencial que permite asegurar una buena transición entre empleos
y ocupaciones y evitar el desempleo de larga duración que conlleva la pérdida de capital
humano. También la economía digital ofrece nuevas posibilidades de aprendizaje a distancia
en el marco de un planteamiento de aprendizaje a lo largo de la vida y formas de
comunicación que están cambiando el mundo del trabajo, reduciendo las distancias y
haciendo del trabajo a larga distancia una posibilidad real en un número de empleos cada vez
mayor.
Garantizar que nuestros trabajadores poseen las capacidades necesarias para contribuir a la
economía del conocimiento es una condición necesaria, pero no suficiente. Es preciso adaptar
mejor la oferta y la demanda. Se debe promover la movilidad de la mano de obra para
garantizar que los trabajadores pueden aprovechar las oportunidades a su alcance
desplazándose allí donde sus capacidades son más necesarias. Debemos actuar con
perspectiva de futuro y adaptar mejor las capacidades a las necesidades venideras,
particularmente en lo que respecta a nuevos tipos de empleos como los trabajos «verdes» y
otros ámbitos de crecimiento, por ejemplo en el sector sanitario. Por último, pese a su
considerable contribución al crecimiento, el potencial de la migración no se tiene plenamente
en cuenta a la hora de elaborar las políticas a escala nacional o de la UE. Es posible mejorar
las tasas de empleo de los inmigrantes, particularmente para determinadas categorías, como
los inmigrantes con bajos niveles de educación, las mujeres y los inmigrantes recién llegados.
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modernos, adaptados a la crisis y al envejecimiento de la población europea. Otra manera de
mejorar la justicia social es combatir la ineficiente segmentación del mercado laboral.
Para crear más empleo debe desarrollarse en Europa una cultura más emprendedora, asociada
a una actitud más positiva hacia la asunción de riesgos, así como la capacidad de innovación.
La actividad por cuenta propia debería convertirse en una opción real para las personas que
han perdido recientemente su empleo. Para ello será necesario suprimir los desincentivos,
como el trato desigual que se da a los trabajadores autónomos en la mayoría de los regímenes
de seguridad social y los obstáculos al establecimiento en otros Estados miembros como
consecuencia de la falta de transferibilidad de los derechos sociales y de pensión.
El objetivo marcado para 2020 se cifra en más puestos de trabajo, mayores tasas de empleo
para la población en edad de trabajar, mejores empleos, con una productividad cada vez
mayor y de mejor calidad, y equidad, seguridad y oportunidades, a fin de que todos tengan la
posibilidad real de incorporarse al mercado laboral, de crear empresas y de gestionar las
transiciones del mercado laboral gracias a regímenes sociales y de bienestar modernos y
financieramente viables.
3. Crear una economía competitiva, conectada y más respetuosa del medio ambiente
Europa necesita seguir siendo competitiva en un mundo futuro en el que los precios de la
energía serán relativamente altos, se impondrán restricciones a las emisiones de carbono y la
competencia para obtener recursos será considerablemente más reñida. Un uso más eficiente
de los recursos, en particular la energía, y la aplicación de nuevas tecnologías más respetuosas
del medio ambiente crearán nuevos empleos y servicios y ayudarán a la UE a mantener una
base manufacturera sólida y un sector de servicios dinámico y a alcanzar sus objetivos
medioambientales y climáticos. Condición ineludible para el éxito de esta operación es
asegurar mercados de productos, servicios y trabajo que funcionen bien. Una economía más
respetuosa del medio ambiente no pasa únicamente por la creación de nuevas industrias. Es
igualmente importante acelerar la modernización de los sectores industriales existentes en
Europa, muchos de los cuales ya habrán comenzado a reestructurarse cuando empiecen a salir
de la crisis. La consecución de estos objetivos será un elemento esencial para que la UE pueda
ser competitiva en un mundo en el que todos los países estarán buscando soluciones para
responder a estos desafíos.
Para ello, conviene utilizar los insumos físicos en la economía de forma más eficiente y
potenciar la productividad reduciendo la presión sobre los recursos. Se impone, pues, un
cambio de rumbo de nuestra economía, mediante una reglamentación específica (p. ej.
favoreciendo los productos y sistemas eficientes desde el punto de vista energético); el
intercambio de derechos de emisión; reformas fiscales; subvenciones, subsidios y créditos;
inversión pública y políticas de contratación pública; y la orientación a tal fin de nuestros
presupuestos de investigación e innovación.
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Paralelamente al despliegue de internet de alta velocidad, el desarrollo de infraestructuras
inteligentes y modernas en los ámbitos del transporte y la energía contribuirá a la
consecución de múltiples objetivos, entre ellos la descarbonización, la seguridad del
transporte, la seguridad del suministro energético y la competitividad de nuestra economía en
red.
Para conseguir un cambio de tal envergadura, será necesario revisar la política de transporte.
Los elementos esenciales de esta actuación serán los siguientes: mejor integración de las redes
de transporte, desarrollo de alternativas al transporte por carretera, promoción de tecnologías
limpias y modernización de las infraestructuras. Los grandes proyectos europeos, como
Galileo, GMES, y los sistemas de gestión inteligente del tráfico por carretera, del tráfico
ferroviario (ERMTS) y del tráfico aéreo (SESAR) desempeñarán un papel decisivo en la
integración de las redes de transporte.
La meta para 2020 consiste en lograr nuestros objetivos acordados en materia de cambio
climático y energía, consolidar nuestra base industrial, aprovechar al máximo el potencial de
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las PYME y responder a las necesidades del futuro, aumentando la productividad y
reduciendo la presión sobre los recursos.
Hacer realidad estos proyectos empezando por una salida airosa de la crisis
La primera tarea de la UE es, claro está, lograr salir con bien de la crisis, promoviendo
estrategias globales que garanticen un crecimiento equilibrado y sostenible y políticas fiscales
saneadas. La recesión y las turbulencias financieras han tenido un mayor impacto en los
países que ya sufrían desequilibrios o debilidades estratégicas importantes en el momento en
que estalló la crisis. Esta situación plural requiere una respuesta diferenciada, lo que plantea
problemas de coordinación. Las repercusiones de las respuestas dadas en los diferentes países
y ámbitos requieren una coordinación efectiva a nivel de la UE. En concreto, es preciso
preservar condiciones de competencia equitativas en los sectores financiero e industrial y
tener en cuenta el impacto macroeconómico en la estrategia coordinada de salida de la crisis a
escala de la UE.
Como consecuencia de la crisis, los recursos financieros se han visto sometidos a presiones.
Por consiguiente, hay que resolver rápidamente los problemas que siguen afectando al sistema
financiero a fin de estimular la recuperación. El acceso al crédito y la supervisión eficiente del
mercado financiero serán esenciales para la recuperación y la transición a una economía del
valor dependerá de la disponibilidad de capital para financiar la innovación. Las nuevas
prioridades han de quedar reflejadas en las políticas presupuestarias.
El principal desafío consiste en encontrar un equilibrio entre, por una parte, la necesidad
constante de apoyo presupuestario en favor de la demanda a corto plazo y, por otra, la
necesidad de restaurar unas finanzas públicas sostenibles y la estabilidad macroeconómica. La
recuperación podría ser lenta e incapaz de generar un crecimiento del empleo suficiente para
hacer bajar las altas tasas de paro.
La Comisión considera que, para salir airosamente de la crisis y conseguir los objetivos de la
estrategia UE 2020, es preciso elaborar una estrategia de convergencia e integración que
reconozca de manera más explícita la fuerte interdependencia de la UE:
– interdependencia entre los diferentes niveles de poder (UE, Estados miembros, regiones,
interlocutores sociales, es decir, una gobernanza a varios niveles);
– interdependencia entre las diferentes políticas, así como entre políticas e instrumentos, e
importancia de contar con políticas integradas con miras a la consecución de los objetivos
generales;
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El desafío consistente en convertirse en una economía social de mercado sostenible, es decir,
una economía inclusiva, más inteligente y más respetuosa del medio ambiente, requerirá una
coordinación política cada vez mayor, mejores sinergias mediante una subsidiariedad efectiva,
y una cooperación reforzada entre la UE y los Estados miembros por lo que hace a la
elaboración y la ejecución de las políticas públicas. Es necesario integrar los diferentes
instrumentos políticos, poniendo en relación las reformas institucionales, la mejora de la
reglamentación, las nuevas iniciativas y las inversiones públicas.
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El comercio internacional es uno de los motores del crecimiento, el empleo y la inversión en
la UE. Hemos de actuar tanto en el marco de la OMC como en el de la cooperación bilateral
defendiendo la supresión de los obstáculos a los flujos internacionales de intercambios e
inversiones y promover un comercio mundial abierto y regulado. Debemos intensificar
asimismo las relaciones económicas y políticas con nuestros socios estratégicos clave,
prestando especial atención al acceso al mercado, el acceso a la energía y a las materias
primas y los avances hacia la consecución de los objetivos ambientales y sociales.
Sin embargo, una transformación de tal magnitud no puede hacerse realidad sin invertir en las
personas y en las capacidades de producción. El desarrollo del potencial económico requiere
que se pongan plenamente en práctica reformas estructurales encaminadas a crear nuevas
fuentes de crecimiento. Una agenda de reformas estructurales reforzada, basada en medidas
que estimulen el crecimiento potencial y mejoren la productividad, también se beneficiará de
la coordinación a nivel de la UE, en lo que respecta a su diseño y su puesta en práctica, sobre
todo para sacar el máximo partido del mercado único.
Una vez acordadas, estas nuevas prioridades deberán quedar reflejadas en las políticas
presupuestarias. La Comisión tiene la intención de examinarlas en el marco de la revisión
presupuestaria que publicará el próximo año, así como en sus propuestas relativas al próximo
marco financiero plurianual. Conviene asimismo que los Estados miembros revisen sus gastos
públicos a fin de mejorar la calidad y la eficiencia y, a pesar de las importantes restricciones
fiscales, liberar recursos para poder invertir en crecimiento sostenible. También habrá que
estudiar nuevos modelos de financiación (p. ej. asociaciones entre los sectores público y
privado y la movilización de fondos de la UE o del BEI) a fin de aglutinar los recursos
públicos y privados y de maximizar su impacto.
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¾ Instaurar una gobernanza transparente con miras a hacer efectiva la nueva
estrategia
La estrategia UE 2020 necesitará el respaldo activo de las partes interesadas, como los
interlocutores sociales y la sociedad civil. Su adopción en todas las regiones de la UE también
será esencial para su éxito y la Comisión desea que los parlamentos nacionales muestren un
interés particular por esta nueva estrategia a medida que se elabora.
El Consejo Europeo de primavera de 2010 debería marcar el rumbo de la estrategia para los
próximos cinco años sobre la base de una propuesta de la Comisión, que debería presentarse a
principios de 2010. El Consejo Europeo fijaría un número reducido de objetivos prioritarios y
definiría las acciones correspondientes que deberían emprenderse en régimen de asociación, a
nivel de la UE y de los Estados miembros. Las conclusiones del Consejo Europeo, así como
las orientaciones correspondientes para las políticas de la UE y de los Estados miembros, se
convertirían así en el punto de anclaje de las directrices integradas previstas en el Tratado.
Para cada uno de estos objetivos, se invitaría a los Estados miembros a fijar objetivos
nacionales quinquenales en función de sus situaciones respectivas y de sus circunstancias de
partida. La Comisión y el Consejo Europeo supervisarán anualmente los progresos registrados
en los Estados miembros y a nivel de la UE.
Comentarios
La Comisión desea recabar comentarios y sugerencias sobre las ideas expuestas en el presente
documento. Deberán enviarse a EU2020@ec.europa.eu a más tardar el 15 de enero de 2010.
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(http://ec.europa.eu/transparency/regrin/). Este registro se creó en el marco de la Iniciativa
Europea en favor de la Transparencia, con el objeto de proporcionar a la Comisión y al
público en general información sobre los objetivos, la financiación y las estructuras de los
grupos de interés.
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