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TELECRECIENDO EN RESPETO

EN LA TORRE DE CONTROL
Existen ciertas circunstancias en las que no
podemos cumplir con nuestra responsabilidad.
Por ejemplo, si enfermamos de gripe y no
acudimos a la escuela o al trabajo, o si había
demasiado tránsito vehicular y nos retrasamos
para llegar a una cita. Esos casos resultan
comprensibles y, simplemente, hay que explicar
lo que ocurrió. Pero hay otros en los que las
personas cuentan con todo lo necesario para
hacer lo que les corresponde y, no lo hacen. Esas
personas se llaman desobligadas. Las
consecuencias de esa actitud ocurren en dos
sentidos: por un lado quienes los rodean dejan de
tomarlas en serio y pierden la confianza. Por otro,
las personas irresponsables son incapaces de ir
dando una orientación a su vida. Se les olvida
que son ellos, y no los demás, quienes
construyen su destino. Ten presente que cada
paso que des puede marcar un avance o un
retroceso en la vida.
EL APRENDIZ DE BRUJO
 

En un inmenso castillo vivía un hechicero que se dedicaba al estudio de las


fórmulas mágicas. No permitía que nadie fuera a visitarlo y sólo aceptaba la
compañía de su joven ayudante, Daniel, un jovencito moreno y espigado que no
entendía lo que hacía su maestro.

En una ocasión, el mago tuvo que salir a un largo viaje en busca de plantas para
una fórmula secreta. Antes de partir le hizo recomendaciones a Daniel: no debía
abrir la torre donde él trabajaba, ni tocar sus libros. También le encargó que
limpiara algunas habitaciones del castillo.

—Es una gran responsabilidad, pero sé que podrás cumplirla —le dijo.

Los primeros días Daniel siguió las instrucciones. Pero dos semanas después
comenzó a sentir fastidio por las tareas de limpieza. Así que una tarde subió a la
torre. Sobre la mesa halló el libro con las anotaciones del mago. Emocionado por
pensar podía ser un hechicero, se puso la túnica de éste y, subido en un banquito
de madera, comenzó a leer. No entendía las palabras, pero las pronunció en voz
alta sin darse cuenta que eran mágicas. De repente, la escoba y el balde se
presentaron y se pusieron a sus órdenes.
 
Daniel se asustó un poco, pero pensó aprovechar la situación.
Para limpiar tenía que cargar agua, y le daba flojera. Así que
les dio instrucciones de hacerlo.

El balde y la escoba iban y venían, iban y venían. Después de


algunas vueltas ya había agua suficiente y Daniel les pidió que
no trajeran más. Pero como sólo entendían palabras mágicas
no le hicieron caso y siguieron trabajando.

Al cabo de un rato el agua cubría el piso y corría escaleras


abajo. Llenó las habitaciones e inundó el castillo pero el balde y
la escoba no se detenían. El líquido le estaba llegando al cuello
y los objetos del laboratorio flotaban a su alrededor. “¡Auxilio!”
gritó el joven aprendiz.

En ese instante apareció el brujo. Vio lo que estaba pasando y


pronunció las palabras necesarias para resolverlo. El hechizo se
detuvo y pronto todo estuvo bajo control. Instantes después el
mago reprendió a Daniel: “Antes que aprender magia y
hechicería, tienes que aprender a cumplir con las
responsabilidades que se te encomiendan”.
VIVIENDO EL VALOR

El valor de la responsabilidad se relaciona con la


idea de respuesta, y se ejerce cuando cada
persona ofrece una actitud adecuada a las tareas
que le corresponden. En algunos casos exige
superar las dificultades necesarias para conseguir
un objetivo. En su sentido más profundo se vincula
con el respeto a los compromisos que hicimos con
las demás personas y con la tarea de definir la
dirección de nuestra propia vida.
MUCHAS COSAS
DEPENDEN DE TI
Cada una de las personas que pueblan el mundo desarrolla sus
propias tareas a diario. Éstas, como puedes ver a tu alrededor,
suelen ser muy variadas: el albañil acude a la obra que está
construyendo, el policía vigila el orden de las calles, el
estudiante aprende en la escuela y en sus libros. Ser
responsable significa hacerlas con excelencia, depositando en
ellas nuestras mejores cualidades: lograr que la construcción
sea segura y hermosa, procurar que las personas se sientan
seguras al atravesar, aprovechar al máximo las clases que nos
da el maestro.

Cuando nos pregunten de qué forma hemos cumplido con


esas tareas, daremos una respuesta segura: pusimos todo
nuestro empeño en ellas. Pero la responsabilidad también
existe hacia adentro. La mayor tarea que tenemos como seres
humanos es hacer algo brillante y valioso de nuestra vida. La
reflexión nos permite verificar si lo estamos haciendo así, y
orientar nuestro esfuerzo en el mejor sentido.
PARA LA VIDA DIARIA
 
Ten claras tus obligaciones, acostumbra anotar a diario cuáles
tareas desarrollaste ayer, y cuáles debes desarrollar mañana.
Ordenarlas en un calendario vuelve todo más fácil.

Reúne todos los elementos necesarios para cumplir con el objetivo


propuesto. Si se trata de estudiar organiza bien tu material, si se
trata de practicar un deporte, reúne el equipo necesario.

Comparte las responsabilidades de los otros: tu contribución al


quehacer doméstico será siempre bienvenida.

Recuerda a los demás las responsabilidades que tienen para contigo.


Si no reaccionan, llámalos amablemente a que lo hagan:
"Te recuerdo que tú quedaste en regresarme tal objeto".
POR EL CAMINO DE LA
RESPONSABILIDAD
 
-Aprovecha el recurso más valioso que tienes: tu
pensamiento. Antes de aceptar un compromiso piensa
bien si puedes cumplirlo. Expresa tus dudas y solicita la
información necesaria.
 
-No te "escudes" en los demás para cumplir una
obligación. Aunque la ayuda de los otros es invaluable eres
tú y sólo tú quien debe cumplir con lo que le corresponde.
-No sientas excesiva presión por el peso de tus
obligaciones; aunque tarde o temprano debes cumplir con
ellas, disfruta lo demás que te ofrece la vida: hay
momentos para estudiar y otros para salir a divertirnos.
ORANDO PARA SER
RESPONSABLES 
Este 31 de julio se realizará el sorteo
del concurso conociendo a
Virtu@lmente, recuerda enviar el
código de la tarjeta que te fue
obsequiada. Participa y gana
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