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Ciencias sociales Alexis de Tocqueville El Antiguo Régimen y la Revoluci6n El libro de bolsillo Cieacia politica Alianza Editorial 170 FI. AS TIGUG RCIMEH y LA REVORLCIO: ¥ en fin, ese pueblo, que parece haber side el anico ef aprovechiarse de las faltas y de los errores de todos sus amos si, en efecto, ha sabido sustraerse a su dominacion, no hi podido hacerlo al yugo de las ideas falsas, le las costumbeeé viciosas, de fas malas inclinaciones que le hicieron 0 que le permitieron contraer. Asi, lo hemos visto a veces llevar loi gustos de'un esclavo al uso misine de la libectad, most dose tan incapaz de gobernarse a sf sus preceptores ins mismo como duro con; ‘Libro tercero CAPITULO 1. cOMo Los HOMBRES DE LETRAS | SEODNVIRTIERON EN LOS PRINCIPALES POLITICOS DEL PAIS "AMEMIADOS DEL SIGLO XVI, ¥ DE LOS EFECTOS | QUE OE YaL HCHO SE DERIVARON IMescindo ahora de los hechos antiguos y generales que | pepararon la gran Revolucion que intento describis, para “ocuparme de los hechos particulares y mas recientes que -delerminaron su lugar, su nacimiento y su cardcter. Hacta tiempo que Francis era, de todas las maciones de / Europa, la mas literaria; no obstante, los hombres de letras _aohabian mostrado aunca las tendencias que revelaron mediado el siglo xvi, ni ocupado ef ugar que entonces © akanzaron. Semejante hecho jarnas se habla visto entre no- © sotios, ni cree que en parte alguna, No intervenian diariamente en los asuntos pablicos, “como ocurria en Inglaterra: por el contrario, nunca ha * blan vivido tan apartados de ellos. No estaban revestidos _ deninguna clase de autoridad, ni desempefiaban funcién © publica alguna en aquella sociedad ya tan epleta de fun- ; Sonatios. o recuse, s Pero tampoco permanecisa, como la mayor parte sus colegas de Alemania, enteramente ajenos a ta politica retirados al terreno de la filosofia pura y de las letras. Corn tinuamente se ocupaban de materias relacionadas con el! gobierno, siendo ésts realmente sa yerdaders ocupacin, A diario se les oia discurrir acerca del origen de las sot dades y de sus formas primitivas, de los derechos primor | diales de los ciudadanos y de los de la autoridad, de hs relaciones naturales y artificiales de los hombres entre si det error o la legitimidad de ia costumbre, y de los pris pios mismos de las leyes. Peneitando de este modo hasta ll? bases de Ja organizacién general de su época, examinaban’ minuciovamente su estructus y criticaban su plan geneiil) Cierto que no todos hacfan de estos grandes problemas t objeto de estudio particular ¥ profundo: la mayoria incl: no los trataban sino de paso y a la ligera pero todos se 024: paban de ellos. Esta especie de politica absteacta y litera estaba repartida en dosis desiguales por todas jas obras de) dicha época, y no hay una, desde el tratado pesado hastalé cancién, que no contenga algo de ella En cuanto a los sistemas politicos de estos escritores, a7, riaban tanto de unos a otros que, si alguien se propusiese! conciliarlos y format con elles una tnica teoria de gobier:! no, jamas Jo logearia i Sin embargo, si se dejan a un lado los detalles para legit: a las ideas madres, se descubre facilmente que los autores; de estos diversos sistemas estan de acverdo al menos en'tti idea muy general, que todos parecen concebir del misnia: modo, que parece preexistir en su espititu a todas las ideas) particulares y constituir su fuente comin. Por macho dng se separen en el resto de su curso, todos tienen ef misma! punto de partida; todos coinciden en que conviene sus: air las costumbres complicadas y tradicionales que rigent la sociedad de su tiempo, por reglas sencillas y elementiley basadas en la razén y en la ley natural. Sooreicscast us © Sise examina bien, se observard que to que pudiera fla | arse la filosotia politica del siglo xv gira, en realidad, en -lommoa esta Hnica mocion. : Tal idea no era nueva; desde hacia tres mil aps pasaba y via a pasar sits cesar por fa imaginacidn de les hombres. ia poder arvaigar en ellos, gCOmo logco esta vez imponerse -anel espirite de todos los escritores? ;Por qué, en lugar de (detenerse, como otras veces habia hecho, en la mente de ai “guns fildsofos, lego a la masa y adguiri6 en ella ka consis- encia y el calor de una pasion politica, de modo que teorias J eenerales y abstractas sotre la natualeza de las sociedad {legaron a convertirse en objeto de fas conversaciones dia # las de los aciosos ya inflamar inchiso la imaginacion de kas Emoajeres y de los campesinos? {Como hombres de letras, sin [posicién, sin honores, sn riquezas, sin responsabilidad, in poder, se convittieror. practicamente en tos principales cliticos de la época, ¢ incluso los tnicas, puesto Que si otras jercian ef gobierno slo ellos tenian autoridad3 ‘Trataré de “esplicarlo en pocas palabras y hacer ver la exteapsdinania y ‘ecrible influencia que estos hechos, que parecen’pertenecer “exclusivamente a le historia de nuestra literatura, tavieron Eobre la Revolucion e inc'uso en nuestros dias “No fue la castalidad lo que hizo que tos filésofos del siglo vitten general concibiesen ideas tan opuestas a las que atin arvian de base a Ia sociedad de su epoca estas ideas se las habla sugerido la contemplacién de esa misma sociedad. EI {spectaculo de tantos privilegios abusivos 0 ridifulos, cayo eso se dejba sentir cada vez mas y cuyas causps se perci Ebian cada vez menos, impulsaba, mejor dicho, precipitaba San i espiritu de cada tino de ellos hacia la idea de a igualdad natural de las condiciones. Ante tantas instituciones invegulares y extrastas, hijas de otrds tiempos, ‘gue nadie habia intentado conciliar entre st ni adaptar a las enuevas necesidades y que parectan destinadas a elernizarse [sre haber perdido se wirtad, sensor aversion por todo bo AL ANHIGUO REGINA EA REVORDIO antiguo y tradicional, y el deseo de querer reedificar la s0- ciedad de su tiempe con arreglo a un plan enteramente?, nuevo que cada uno de ellos trazaba guidndose nicamen”? te por su razon. : La misma condicién de estos eseritores es predisponld | en favor de las teorias generales y absteactas en materia dé gobierno y les hacia confiar en ellas ciegamente. Viviendo como viviah tan alejados de la practica, ninguna experiend podia entibiar su ardor natural nada tes hacta ver los obs. téculos que los hechos ya existentes podian significar, incluso. para las reformas més deseables; no tenian ninguna idea de: Jos peligros que siempre acompafian hasta ¢ fas revoluciones aids necesarias. Tampaco los presentian; pues fa total ausen cia de libertad politica hacia que el mundo de los negocios pablicas na slo les fuera desconocido, sino también invisi > ble. Ni intervenian en él, ni podian ver siquiera lo que attos: hacian. Catecian, pues, de esa instruccidn superficial que bt contemplacién de una sociedad libre y el ruido de o que en ella se dice dan incluso a los mas ajenos a los asuntos de - gobierno. tllo les dio una mayor osadia en sus innavacio- nes, més athor por las ideas generales y més confianza en stt ta76n individual de fa que se encuentra por Lo commin en los: autores de libros especulativos sobre fa politica, i Psa misiha ignorancia ies permitio ser escuchados por la multitud y conquistar su corazdn. Si los frouceses bubjeraa seguido interviniendo en el gobierno a través de los estados generales, como ett otro tiempo; incluso si hubieran con, tinuads ocupéndose diariamente de la administeacién del ? pais en las gsambleas de sus provincias, se puede asegurar que. nunca se habrian dejade inflamas, como entonces lo hicieron sor las ideas de los escritores, porque habrian conservado cier- ‘a prictica en los asuritos publicos que les habria prevenido contra fa teoria pura Si, come los ingieses, hubieran podido cambiar gradual niente el espivitu de sus antiguas instituciones, sin destruitlas; | lmgotencsno cant 175 tal vez no habian ideado capsichosamente otras totalmente huevis. Pero todos se sentian diariamente perjudicados en ufortuna, en su persona, en su bienestar 9 en su orgullo, sin \peribir ningein remedio a su aleance, por una ley anticuada, ‘por un arcaico uso politico, por ciertos restos de antiguos “poderes. Era come si hubiera que soportarle todo o destruir todo lo que constituia el pats. No obstante, conservabamos una libertad en medio de la muita de todas las dems: poufamos flosofar casi sin temor _ sobre el origen de las sociedades, sobre la naturaleza esen «cil de fos gobiernos y sobre los derechos primordiates del © séneco humane, ‘Todos aquellos a quienes perjudicaba Ix prictica diaria «dela legislaciOn pronto se apasionaron por esa politica li- ‘telaria, Esta aficién se adueé incluso de aquellos que por “naturaleza © condicién social estaban més alejados de las sspeculaciones abstractas. No hubo contribuyente, lesiona- do por el desigual reparto de las tallas, que no se enardecie~ seante La idea de que todos ios hombres debian ser iguales; i pequefio propietario, cuyos campos devastaran los conejos de los nobles de su distrito, que no se complaciese ent oft que todos los privilegios estaban indistintamente conde- Snados por la razon. Cada pasion publica se disfrazd ast ‘de filosofia; la vida politica refluyo violentamente hacia literatura; y los escritores, arrogindose la direccidn de la _ opinidn publica, se vieron por un momento ocupando el lugar que de ordinario ocupan los jefes de partido en los paises libres. E-Tampoco estaba ya nadie en situacién de disputartes ese © papel. Cuando una aristoctacia std en su apogeo, no sélo di- tige fos asuntos pibticos, sinvo fa opinion; da fa pauta alos sstitores, y autoridad a las ideas, En el siglo xvut la nobleza Arancesa habia perdido por entero esa parte de su imperio, y “sucrédito habia seguido la suerte de su poder; pues ef lugar 176 Bo amricun re que ocupaba en ef gobierno de los espiritus estaba vacidyy = tos escritores podian ocupatlo a sus anchas y tlenarlo ellos 5 solos Es mis, esa misma aristocrncis, cuyo puesto ocupardh favorecta su empresa; habia olvidade hasta tal punto quelas ‘eorias genersles, una vez admitidas, Hegan inevitablemente a transformarse en pasiones politicas y en actos, que hasta, las doctrinas mas opuestas « sus derechos particulars, ; incluso a su existencia, te parecian juegos ingeniosos del es piritus se mezelaba an ellos pars distraer sus ocios; ygoaaba, © tranguilamente de sus inmunivlades y privilegios, disertan do con serenidad sobre fo absurdo de todas las costambres establecidas A memudo se queda uno asombrado al ver la extrana ce! | Buera con que las clases elevadas del antiguo régimen con: nibuyeron a su propia ruina. ero como habrian podids. ? advertir lo que les amenazaba? Las instituciones libres son = tan necesarias a los principales ciudadanos para hacerles conocer los peligros que les amenazan, como a ios peque- jos para gerantizar sus derechos. Mas de on siglo después | de que bubiesen desaparecide entre nosotros los altimos vestigios de la vida puiblica, ni los mds directamente inte- resados en el mantenimiento de la antigua organizacién 2 habian sido advertidos por ningun choque ni ningtin suids de la decadencia de este viejo edificio. Como exteriormentt nada habia cambiado, se figuraban que todo seguia igual, Su espiritu habia quedado fijo, pues, en el mismo puntode vista de sus padres, La noblezs se muestra tan preocupads = por las invasiones del poder real en los cuadernos de 1789/2) como hiibiera podido estarlo en el siglo xv. Por su parte, el inforvunado Luis XVI, momentos antes de perecer eit desbordamiento de la democracia, observa Burke conta z6n, alin seguia viendo en la aristocracia al principal rival del poder regio, y desconfiaba de ella como si aqnellos fies! ran los tiempos de la Fronda, Por el contrario, la burguesia: 7 ye Pcblo le parectan, como a sus antepasados) el mi fir “ne sostén del trono. Pero to que nos parece mas raro a Jos que tenemos ante los ojos los restos de tantas revoluciones, es que la nocién _nisma de ana revulucion violenta cstuviese totalmente atsen- “ede espiriru de nuestros padres, Ni se discutia ni siquiera {se habia concebido. Las p:quefias sacudidas, que la libertad | publica imprime sin cesar incluso a las sociedades mas s6té _damonte asentadas, recuerdan a diario la posibilidad de un derrumbamiento, y mantienen alerta la prudencia publi Pero, en aquella sociedad francesa del siglo xvi que iba a hundirse en ef abjsuno, nada se habla producido todavia que indicara tal peligro. Leo atentamente los cuadernos redactados yior los tres Grdenes antes de reunirse en 1789. (Hablo de log tres orde- nes: nobleza y clero, asi como el tercer estado,} Observe que ea unos se pide la modificacin de una ley, en piros el de “una costumbre, y tomo nota de ello, Contino hasta el fin {ste inmenso trabajo, y, cuando acabo de teunir todas estas _peticiones particulares, me doy cuenta con una especie de error de que to que se rechuma es fa abolicion ginultanea ysisterndtica de todas las leyes y usos vigentes del pais; veo jinmediatamente que ésta sera una de las mas vastas y peli - grosas revoluciones que se hayan producido en el mundo. “Los que mafiana serin sus victimas no saben nada; creen {que fa tansformacién total y sdbita de una sogiedad (an “omplicada y Vieja se puede operar sin conmociones, con dayada de la razon y por sa sola virtud. ;Desgraciados!, han volvidado hasta uguella maxima expresada por sus padres _tuatrocientos aos antes en el francés ingenuo y enétgico “dela época: «Por pedir muchas franquicias y libertades se cae Sen gran servidumbres No es de extrafiar que la nobleza y la burguesia, exdui “das por tanto tiempo de toda vida publica, diera) muestras _ de tal inexperiencia; lo que si debe sorprender es que no Baas 178 mostraseh mayor previsidn los que ditigian los asuuntos pi” Dlicos, log ministros, tos magistrados, los intendentes. ¥, sin embary g0) muchos de ellos eran expertisimos en su oficio; 4 conocianja fondo todos los pormenores de la administra. cidn politica de su tiempo; pero, en relacién con esa gran’ Giencia da gobierno que ensefia a comprender el movimien: to general de la sociedad, a juzgar lo que pasa en el espiritu de las mabas y a préver sus resultados, eran tan ignorantes | como el pueblo mismo. ¥ es que el juego de las institucia’ nes libres.es el unico capaz de ensefar completamente a los hombres de Estado esa parte principalisisna de su arte, 1 2 Esto seve bien en la memoria que Turgot dirigié al rey én." 1778, en la cual le aconsejaba, entre otras cosas, que ordena: ra.a la nacién elegir ibremente una asamblea representative que se reuniera cada abo durante seis semanas, pero sin con: cederle ningun poder efectivo, Esta asamblea silo se acapa: ria de la administracin, y nunca del gobierno: mas que ee: cutiva serla consultiva; v en realidad no tendefa otra misién | que discutir las leyes sin hacerlas, «De esta manera, el poder real seria asesorado, mas no obstaculizado —decia-, y la opi. nidn piiblica se satisfaria sin ciesgos. Pues dickas asambleas ho tendrian autoridad alguna para oponerse a las operacio= nies indispensables, y, en el caso de mostrarse disconforme con las mismas, siempre seria Su Majestad quien decidiera.x No cabia mayor desconacimiento del alcance de una medida v del espititu de su época, Es cierto que frecuentemente ha podide hacerse impunemente al final de las revoluciones fo, que proponis Turgot, asi como conceder Hibertades aparentes mas que reales, Augusto tuvo éxito en tal intento. Una nacion | cansada de largos debates consiente de buen grado que séla engane can tal de descansar; y fa historia nos ensefia que oi” tal caso basta para contentarla con reunir un cierto nimero? de hombres oscuros 0 dependientes y hacerles representar ante ella el papel de wna asamibles politica. mediante un sala- rio, De ellb existen varius ejemplos. Pero al principio de una Ssh Urevolucidn tales empresas fracasan siempre y no hacen mas “gle enardecer al pueblo sin contentarle. Hasta el tiltimo ciu- “datano de un pais libre sabe esto; no obstante, Targot, con “sertan gran administrador, fo ignoraba, si pensamos qute esa misma nacién francesa, tan aje- “na asus propios intereses y ian desprovista de experiencia, ‘lan perjudicada por sus instituciones y tan impotente para hnodificarlas, eva a a vez en dicha época fa mas ustrada y |) més enamorada de la cultura, facilmente se comprendera “ cbiino se convistieron los escritores en una potencia politica | yacabaron por ser la primera de todas Asi como en Inglaterra se confundfan los que escribian | sobre el gobierno y los que gobernaban ~los unos introdu- “sitndo ideas nuevas para ser puestas en préctica ¥ los otros Fajustando y citcunseribienco fas teorias a los hechos-, en “Francia, el mundo politice quedé coma dividide en dos provincias separadas y' sin trato entre sf, En la primera se _xlministraba, y en la segunda se esteblecian los principios “abstractos sobre los cuales debfa fundarse toda adminis- tacion. En ls primera, se adoptahan medidas particulares “ndicadas por la cutina; en ésta se proclamaban leyes gene- tales, sin pensar en los medios de aplicarlas. Unos tenian la “diweccién de los negocios; otros, la de las inteligencias. “Por encima de la sociedad real cuya organizacion era “adn tradicional, confusa e irregular, donde las leyes eran “i dwversas y contradictorias, lus rangos estaban separados cy las condiciones evan fijas y desiguales las cargas, se iba “edificando poco a poco una sociedad imaginaria en la que “todo parecia sencillo y coordinade, uniforme, equitativo y taionable. La imaginacién de la muchedumbre fue desertande gra dualmente dela primera y pasdudose a a segunda. Se desin- “ teres6 de lo que era, para no pensar sino en lo que podria Ugh y se vivid, en fin, espicitualmente en aquella ciudad “deal construida por los escsitores. A menudo se ha atribuido mestra revolucién a la de América, En efecto, ésta tuve mucha influencia en ls Re- volucién francesa, pero no se lebid tanto a lo que entonées se hizo en los Estados Unidos como a lo que en el mismo momento se pensaba en Francia, Mientras en el resto dé Europa la revolucion americana no era atin mas que un hecho nuevo y singular, entre nosotros hacia mas palpable ¢ iinpresionante Jo gue ya se creia conocer, En tos denis sitios producia asombro, aqui acababa de convencer, Pa yecia como si los amerivanos no hicieran sino ejecutarlo concebido por nuestros escritores; daban la sustancia dela realidad a lo que nosotros estamos softando; era como Pénelon se hubiera encontrado de repente en Salent Bota circunstancia, tan nueva en ka historia, de la tot educacién politica de un gran pueblo hecha enteramentt por gentes de letras, fire quiza lo que mas contribuye a dat aa revolucién francesa su caricter propio y a hacer salir de ella lo que ahora vemos. Los escritores no solo comunicaron sus ideas al pueblo ate la hizo; fe dieron también su temperamenta y su carécé ter. Bajo su protongada disciplina, sin mas guifa que ellos, en medio de fa profunda ignorancia de Ja préctica en que vivia, toda Ia navi6n a} leerlas acalé por contraer los ios! tintos, las tendencias, los gusts ¢ inchuso las extravagancias propias de los escritores; de tal modo que cuando le Hegé e momento de actuar trslads « Ja poltica todos los habit de la literatura, Cuando se estudia la histo:ja de muestra revoluciénsse ve que fe levada precisamenie con ef mismo espiritu que inspiz6 tantos libros abstractos sobre el gobierno, Destact en clla la misma aficién a las teorias generates, a los sistemis completos de legislacidn y a la exacta simetvia en las leyesiél mismo desprecio por los hechos existentes; la misma con? fianza en La teoria; el mismo avin de originalidad, ingea‘oy novedad en las instituciones; «l mismo deseo de rehacer dé lino rca cars 131 e fina vez toda la organizacisn estatal conforme alas reglas de ‘lnl6gica y segun un plan dnico, en lugar de tratat de corre- ‘girla por partes. ;Terrible espectéculo!, pues lo que es cua slidad en el escritor puede ser vicio en el hombre tle Estado, ‘ylas mismas cosas que han dado origen a excelentes libros pueden conducis a grandes revofuciones. ‘Hasta el lenguaje politico adquirio algo det qué hablaban los escritores; se lend de expresiones generales, de termi- -nos abstractus, de palabras ambiciosas, de giros'literarios Fomentado por las pasicnes politicas de quienes lo em- pleaban, este estilo penets en todas las clases yj Megs con singular facilidad hasta las mas bajas, Mucho antes de la Re» ‘volucion, lus adictos del rey Luis XV hablar a menudo de laley natural y de los derechos del hombre. Los campesinos aman en sus solicitudes conciudadanos a sus yecinos; al Untendente, respetable magistrado; al cura de la parroquia, ‘minjstro del altar ya Dios, el Ser Suprema; para que se con iticran en unos escritarzuelos no les faltaba mas que sa~ ‘bor ortogratia Estas nuevas cualidades se incorporaron tan bien al an- ‘Aiguo fondo del cardcter francés, que con frecueheia se ha atribuido a nuestro modo de ser lo que en realidad era pro- lucto exclusive de esta singular educacisn, He vido afirmar {que la aficidn o, mejor dicho, la pasion que mostranigs des- ‘de hace sesemta afios por las ideas generales, los sistemas y las palabras ahtisonantes en materia politica, cbedecia a no 88 qué atributo peculiar de nuestea raza, a lo que se Hama algo enfaticamente el espiritu francés (I'espriz| franguis) ‘Como si ese supuesto atributo hubiera podidd aparecer “de epente a fines del siglo tltimo, tras haber estado oculto durante el resto de nuestra historia. Lo raro es que hayamos conservado Jos habitos inspi- dos en la literatura y perdido casi por completo nuestro jo amor a las letras. A menudo me ha sorprendido, en el “Gurso de mi vida publica, ver que personas que apenas Jeian | Baten Pascoe a seven 182 fos libros del siglo xv, ni los de ningun otro, y que mies tvaban menosprecio por sus autores, conservaban fielmenté! algunos de los principales defectos que habian caracterizada, alespiritu literario mucho antes de que ellas nacieran. 25 CAPITULO TH. come La IRRELGION Mm » CONVERTIRSE 9) EN UNA PASION GENERAL Y DOMINANTE ENTE Los ERaNcests Jf OGL ICLO Nin, ¥ QUE CLASE DE NHI UENCIA THWO ESTO EN EE. CARACTER DE La REVOLUCION 2 a A pattit de ta gran revolucién del siglo xvi, en la que ef espiritul de examen habla pretendido discernis, entte la diversas tradiciones cristianas, las falsas de fas verdaderasy, no habfan dejado de aparecer hombres osados que las habfen combatido 0 rechazado todas. El) mismo espiritu que en tiempos de Lutero habia apartado, de una vez a varios millones de catdlicos del catolicismo? impulsaba aisladamente cada ao a muchos cristianos & abandonar ef cristianismo, A la herejia habia sucedido la} incredulidad. a Se puede decir de una manera general yue en el sigio xvi? al cristianismo habia perdido gran parts dle su poder en! todo el continente de Europa, Pero en Ja mayoria de tos pate} ses, mas que combatido con violencia, habla sido abanda:! nado, y los mvismos que se separaban parecian hacerlo con) pesar, La inreligion se habia extendido entre fos principes y los hombres cultos, pero atin no habia penetrado en el senot de las clases medias ni en el del pueblo; constitula una ie cie de capricho de ciertos espiritus, no una opinida comin vs un prefuricio muy general en Alemania —dice Mirabeau en 1787~ el que Jas provincias prusianas estén Hlenas det ateos, La verdad es que, si bien hay en ellas algunos libres) pensadotes, ef pueblo esta tan apegado « Ja religion como’ en las regiones mas devotas, encontrandose gran nimer!

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