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1. Aproximaciones generales.
Por otro lado, el inicio de los procesos de descolonización llevó el tema a las
regiones más recónditas del planeta, creyendo –de manera ingenua para quien
quiera decirlo así- que ya lograda la independencia política de las naciones antes
colonizadas, la libertad alcanzada marcaría una nueva dirección económica,
ideológica, política y cultural.
Esta idea del “desarrollo siempre posible” fue, tal vez, uno de los elementos que
más contribuyó a su rápida y fácil divulgación. La fiesta comenzaba y todo mundo
estaba invitado. Mas no debe olvidarse que con la creación y ayuda de políticas,
organismos y estrategias a nivel institucional, fueran estas gubernamentales o
académicas, tuvo mucha mayor aceptación. Inclusive, es gracias a esto que el
desarrollismo encuentra suelo fértil en su proceso de complementación y
“renovación” teórico-práctica. Desde instituciones de carácter internacional como
2
el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la misma CEPAL (Comisión
Económica Para América Latina), hasta instituciones nacionales que promueven el
desarrollo nacional, urbano o rural; estrategias como el Plan Nacional De
Solidaridad en México, tan polémico en sí mismo como del contexto en el que
surgió, junto con la inundación en pro del tema en los planes de estudio
académicos, el desarrollismo fue tomando forma.1 De esta manera, se fue
construyendo y, en otros casos reforzando –sobre todo en los países
económicamente fuertes- todo un aparato institucional que justificara, promoviera,
pero, principalmente, que legitimara la necesidad de una praxis, especialmente
política económica, acorde a esta nueva doctrina.
Toda esa ayuda –entre otras cosas- permitió que el desarrollismo gozara de un
“status científico”, pero la relación se dio también a la inversa. Por un lado, esa
pretensión de cientificidad avaló la creación y reforzamiento de todo el aparato
institucional regulador de las prácticas desarrollistas, al mismo tiempo que éstas
reforzaban esa pretensión científica. Puede verse como un condicional lógico-
hipotético en términos de suficiencia y necesidad: es suficiente con que el
desarrollo tenga un carácter científico para la construcción de un aparato
institucional y, de la otra forma, es necesaria la existencia de un aparato
institucional para exhibir su lado científico.
3
posibilita el ejercicio del poder por parte de quienes abanderan el desarrollo.
Como se mostrará más adelante, esta relación de complementariedad es uno de
los factores que han permitido la sobrevivencia y actualidad de las teorías del
desarrollo. No obstante, hubo quienes se resistieron a adoptar estas ideas.
2
Mallorquín, Carlos. Ideas e historia en torno al pensamiento económico latinoamericano. México,
Plaza y Valdés Editores, 1998, p. 12
4
respuesta es más o menos la misma. La medida universal que habrá de aplicar –o
mejor dicho, ha aplicado- la concepción desarrollista de la sociedad, es el hombre
occidental, el desarrollado, y lo hará siempre desde sus condiciones propias de
existencia y desde su propia región: Occidente.
3
Ibid., p. 19.
5
Cabe entonces aclarar que dicha categoría, en el contexto desarrollista, no se
entiende como un principio transgresor a sus propias dinámicas y estructuras; por
el contrario, nos proyecta un horizonte axiológico donde los valores que desde sí
maneja no sólo serán los éticamente correctos, sino también los políticamente
adecuados. El libre comercio, por ejemplo, además de ser una de las principales
banderas en la defensa de los derechos individuales, es también un factor
determinante en la pretensión de dominación en términos de desarrollo.
4
En este sentido, desarrollado y subdesarrollado deben entenderse como categorías –con toda la
carga ideológica que conllevan- pertenecientes a un discurso que designa una identidad, aún
cuando los sujetos referidos no las asuman por ellos mismos. El discurso desarrollista le pone
nombre y etiqueta a uno y a otro de manera arbitraria desde sus propios límites, como el ingreso
per capita, nivel de escolaridad, etc.
5
Rostow, Walt Whitman. The stages of economic growth: A non-comunist manifesto. Cambridge,
University Press, 1960.
6
vida humana, de la misma manera los teóricos latinoamericanos que se oponen a
aquellas se han movido en diferentes terrenos.
6
Citado en Cerutti Guldberg, Horacio. Hacia una metodología de la historia de las ideas
(filosóficas) en América Latina. Porrúa-UNAM, México, 1997, 2ª ed., p. 95.
7
Véase a Cerutti Guldberg, Horacio. Filosofía de la liberación latinoamericana. Tierra Firme,
F.C.E., México1992, 2ª ed., principalmente el capítulo II referente a la teoría de la dependencia.
8
Hernández López, Roberto C. Cardoso – Marini: Un debate inconcluso. Desarrollo, dependencia y
democracia en América Latina”. Tesis inédita para obtener el grado de maestría en Estudios
Latinoamericanos, UNAM, 2004.
7
1) El pensamiento económico ortodoxo, cuyo marco teórico se basa en las
propuestas de la escuela clásica, además de las contribuciones de Smith,
Ricardo, Malthus y Mill.
2) La de Marx y las versiones regionales del marxismo, con Baran y Sweezy,
Gunder Frank como principales expositores.
3) La del evolucionismo9 como una sucesión histórica, modelo propuesto por
Rostow en su obra por demás conocida.10
4) El estructuralismo de la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL).11
5) Por último, la de la modernización como vía más corta para el desarrollo y
la democracia, con Gino Germani como representante más fuerte.
A pesar de que unas fueron y han sido más difundidas que otras, el apogeo que
han tenido tales teorías desde la segunda mitad del siglo XX no ha sido producto
de la casualidad. Por supuesto, se toma en cuenta que las referencias históricas
de la idea de desarrollo o progreso son extensas, pero el desarrollismo, como tal,
debe verse como una experiencia histórica singular. No es un mero discurso, sino
un “conjunto de prácticas que obedecen a ciertas reglas definidas de acuerdo con
un cuerpo de conocimientos”.12
9
En Cursivas por Roberto Carlos H.
10
Op. cit.
11
Que se identifica como la ruta hacia el desarrollo que buena parte de los estados
latinoamericanos adoptaron, principalmente en los periodos de nacionalismo y populismo.
12
Picas Contreras, Joan. “La construcción social del subdesarrollo y el discurso del subdesarrollo”,
en Los límites del desarrollo: modelos “rotos” y “modelos por construir” en América latina y África.
Francisco García y Albert Rocca eds., Icaria Institut Catala d’ Antropologia, Barcelona, España,
1999.
8
Esto último quiere decir que no es un fenómeno históricamente aislado, por el
contrario, su génesis y desenvolvimiento puede detectarse en un período histórico
específico. Si bien es cierto que la idea de progreso o de desarrollo económico ha
estado presente en distintas épocas y siglos y en diferentes culturas, no es sino
hasta mediados del siglo XX que el desarrollo deja de ser una simple meta a
alcanzar en la marcha del hombre por la historia. Se convierte en el paradigma
universal del hombre y en la última parada de éste en dicha marcha.
Se subraya este último aspecto por dos razones. En primer lugar, porque las
teorías del desarrollo y en general el discurso desarrollista nacen en el seno de
una cultura específica, la cultura occidental. Parece muy vago decir simplemente
“cultura occidental”, pero es sólo para aclarar que el discurso y prácticas
desarrollistas se dan de un modo particular en un momento histórico concreto que
no ocurren en ningún otro ni en ninguna otra cultura. Desde luego, esto no quiere
decir que culturas como las precolombinas, la romana, la renacentista u otras, no
hayan tenido nociones de crecimiento económico o de progreso. Tal vez dicha
vaguedad pueda acotarse un poco si se toma en cuenta el momento exacto de su
nacimiento: la segunda mitad del siglo XX y que se extiende hasta nuestros días.
Es a partir de esta época que se abre todo un panorama de entendimiento de las
prácticas y discursos del desarrollo, puesto que, como nos sugiere Carlos
Mallorquín en su obra antes mencionada:
13
Op. cit., p. 18.
14
Por lo menos, en el caso de América Latina las discusiones al respecto están muy bien
documentadas, puede consultarse por ejemplo: Gerbi, Antonello. La disputa del Nuevo Mundo.
9
que hasta entonces había prevalecido en el esfuerzo para mostrar cierta
superioridad del hombre occidental-europeo frente a, digamos, los demás era más
bien de corte filosófico-antropológico. La igualdad, por ejemplo, del americano con
el europeo, se ponía en duda por la comparación de las capacidades humanas en
general, fueran intelectuales, artísticas, culturales, históricas, etc. Ahora, lo que se
pone en discusión son las condiciones materiales de existencia, lo cual no elimina
dicho enfoque filosófico-antropológico, en tanto que se cuestiona la “forma” en que
se ha llegado a tales condiciones. En resumidas cuentas, lo que nos insinúa
Mallorquín es que a tal enfoque se agrega el factor económico.
Historia de una polémica 1750-1900. F.C.E., México, 1995, 2ª ed (publicado por vez primera en
italiano en 1955 y, en castellano hasta 1960). León Portilla, Miguel. Coloquios y doctrina cristiana.
Instituto De Investigaciones Históricas, UNAM, México, 1986. Vale la pena mencionar también la
obra de Juan Ginés de Sepúlveda impresa por primera vez en 1550 en Roma, bajo el título
“Apologia pro libro de justis belli causis”, Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los
indios. F.C.E., México, 1996. En la obra de Sepúlveda, en todo momento se encuentra dicho
elemento comparativo como factor determinante tanto para mostrar la inferioridad del americano
frente al europeo, como la necesidad y justeza de la guerra del segundo hacia el primero.
15
Salvatore Schiavo-Campo y Hans W. Singer, Perspectivas of económic development. Boston,
Houghton Mifflin, 1970, citado por Roberto Hernández, p. 3.
10
economía. La rebasan ampliamente hasta alcanzar a la vida de la persona […]
en todas sus facultades.16
Vale la pena recordar que son muchos los trabajos críticos que se han realizado
alrededor de cada uno de esos fenómenos, entre los que cabe destacar, por
ejemplo, el valioso trabajo de Walter Benjamin.17 A grandes rasgos, la crítica de
Benjamin al “progreso” va dirigida especialmente en el marco de la filosofía de la
historia, en tanto que existe un dominio discursivo al interior del modelo occidental
de la historia. Los efectos negativos, los fracasos –muy comunes por cierto-, son
encubiertos en la interpretación de la historia, de modo que tal interpretación se
concentra principalmente en los triunfos del vencedor. En su tesis IX sobre
filosofía de la historia, Benjamin nos ofrece una visión de progreso bajo la imagen
de un huracán que va acumulando un montón de ruinas a su paso, lo cual no
representa otra cosa más que al vencido, al excluido por la historia.18
16
Benavides Gómez, Leandro. El desarrollo económico: raíces culturales. Servicio de
publicaciones de la Universidad De Córdoba, España, 1997, pp. 53 – 54.
17
Benjamin, Walter. “Tesis sobre filosofía de la historia”, en Discursos interrumpidos. Taurus,
Madrid, 1992.
18
Véase a De La Garza, María Teresa. Política de la memoria. Una mirada sobre Occidente desde
el margen. Anthropos, Universidad Iberoamericana, España, 2002, pp. 12-15.
11
uno y otro fenómeno no puede ser metodológicamente similar. El terreno en el que
se moverá la crítica al desarrollismo no será entonces el de la filosofía de la
historia, sino el de la filosofía política. Esto se debe principalmente al análisis que
se efectuará del aparato institucional del desarrollismo y las relaciones de poder
que de ahí se desprenden. A diferencia del desarrollo, la idea de progreso no
contaba con un aparato similar que lo desplegara explícitamente. No había una
red institucional de “dependencias” o “secretarías” de progreso, tales como, las
secretarías de desarrollo social, urbano o de fomento económico. En otras
palabras, el progreso se sostenía de forma “implícita” en instituciones ligadas
primordialmente a las estructuras del Estado. Pero, todo ello no significa el dejar
de lado la concepción que sobre la historia tiene el desarrollismo, ni de las
condiciones históricas concretas que permiten su realización.
Es verdad, puede decirse que es “un tema pasado de moda”, pero, en muchas
ocasiones existe un abismo tan grande entre lo que puede decirse y lo que
acontece en la realidad, lo cual permite reabrir el paréntesis en la discusión.
12
La aportación de América Latina al pensamiento universal, desde cualquier
disciplina, siempre ha sido cuestionada. Ya sea que se le tache de poco original,
de inauténtico o de mera copia de lo producido por el “verdadero pensamiento
original”, europeo por cierto, el pensamiento latinoamericano es poco reconocido.
19
Vargas Llosa, Mario. Entre palabras e ideas” en 1492-1992 La interminable conquista.
Emancipación e identidad de América Latina. Joaquín Mortiz/Planeta, Editorial El Búho, México
1990, pp. 284-285.
20
Véase la introducción de Dudley Seers. La teoría de la dependencia. Una revaluación crítica.
Trad. Mercedes Pizarro, F.C.E. México, 1987, pp. 11-19.
13
dependencia marcaron una nueva dirección y pauta en el debate. Pero, en la
actualidad no podemos olvidar que han pasado entre treinta y cuarenta años
desde su formulación, lo que obliga a preguntarnos sobre la necesidad de
continuar con el esfuerzo crítico y buscar condiciones de vida distintas y mejores a
las que el desarrollismo nos presenta. Empero, la pregunta central sigue siendo
¿qué se puede decir desde el punto de vista de la filosofía respecto de un tema
que se considera, por excelencia, propio de la ciencia política o económica?
14
privilegiados. El desarrollismo trastoca múltiples niveles de la vida humana
además del económico: políticos, culturales, axiológicos, antropológicos,
éticos, religiosos, ontológicos, pedagógicos, sexuales, etcétera. Dentro del
proceso histórico del fenómeno, se hace hincapié a partir de la década de
los ochenta hasta nuestros días por la radicalización que toma el asunto
con la entrada en vigor de las prácticas neoliberales y globalizadoras.
15
desarrollista de corte formal con sus conceptos y categorías con la realidad
sociopolítico-económica de nuestra América.
16
se podrían añadir a la lista, sin embargo, el desarrollo ha radicalizado éstos de
manera indiscriminada bajo una aparente apertura y reconsideración: el desarrollo
sustentable, la apertura de los espacios políticos y económicos para la mujer
permitiendo su incorporación al dominio del desarrollo (como objeto indicativo de
grados de desarrollo) y, la democracia. Al problematizar cada uno de estos temas,
se pueden develar las relaciones de poder y dominio que oculta el desarrollo al
insistir en mantener una visión mercantilista y utilitarista de la naturaleza, al
mantener la doble negación de la corporalidad femenina (por ser cuerpo y ser
mujer) y, al rechazar la pluralidad y diferencia efectivas que no comparten su
visión de democracia (capítulo III). Este es el camino propuesto en el presente
trabajo y no queda más que recorrerlo.
17
CAPÍTULO I
Mapamundi
El mapamundi que nos enseñaron otorga
dos tercios al norte y un tercio al sur. Europa
es, en el mapa, más extensa que América
Latina, aunque en realidad, América Latina
duplica la superficie de Europa. El mapa
miente. La geografía tradicional roba el espacio,
como la economía imperial roba la riqueza, la
historia oficial roba la memoria y la cultura
formal roba la palabra.
-Eduardo Galeano-
4. El desarrollo.
18
El desarrollo económico de las áreas subdesarrolladas apareció a finales de la
década de 1940 y principio de la de 1950 como un campo de estudio nuevo y
especialmente atractivo.21
Había una clara división que se traducía entre las sociedades industrializadas,
fueran éstas libres o comunistas y, digamos, el resto del mundo no industrializado
o en proceso. De cualquier forma ese resto se caracterizaba por su pobreza. Ante
la situación de las naciones pobres, el peligro de sucumbir a las tentaciones del
comunismo estaba latente, por lo que para los Estados Unidos era primordial
mantener el control, del cual, el Plan Marshall sería la primera medida a tomar.
21
Hirschman, A.O. De la economía política y más allá. F.C.E., México, 1984, p. 129.
22
Cabe recordar que, para atacar al movimiento estudiantil de 1968 en México, los medios masivos
de comunicación desplegaron con éxito una campaña de desprestigio social al tacharlos de ateos.
Un significativo ejemplo de lo anterior, basado en una historia real, lo rescata Felipe Cazals en su
largometraje Canoa de 1975.
19
En poco tiempo el Plan Marshall demostró que no se trataba de solidaridad y
cooperación, sino de un buen negocio para Estados Unidos y, a un tiempo, de
una estrategia eficaz para detener el comunismo en Europa. La economía
estadounidense seguía creciendo y la de los países europeos beneficiados se
recuperaba. El Plan Marshall se convertía en el molde del desarrollo.23
Puede cuestionarse este último punto, pero para los defensores del
desarrollismo, el trato a las naciones no podía ser el mismo, en tanto que la
pobreza, atraso y la devastación en general, no tiene la misma explicación. La
situación europea en el período inmediato a la posguerra se explica por los
23
Hernández López, Roberto C., p. 26.
20
efectos de la guerra, mientras que en el caso de los llamados países del “Tercer
Mundo” se trata de una “anomalía” que arrastran con su propia historia.
24
Escobar, Arturo. La invención del Tercer Mundo. Construcción y deconstrucción del desarrollo.
Edit. Norma. Bogotá, Colombia, 1996, pp. 110-111.
21
relación de inferioridad entre quienes poseen el conocimiento y los que no lo
tienen.
Lo que estaba en juego era toda una política del conocimiento que
permitiera a los expertos clasificar problemas y formular políticas, emitir
juicios acerca de grupos sociales enteros y hasta predecir su futuro, en
síntesis, producir un régimen de verdades y normas al respecto. Nunca se
pondría énfasis en las consecuencias que esto tuvo para los grupos y países
en cuestión26.
25
Tomando en cuenta, como bien señala Arturo Escobar a lo largo de su obra, que la difusión de la
imagen del subdesarrollado por parte de los medios masivos de comunicación corresponde a la de
los latinoamericanos, asiáticos y africanos. Ya sea que luchen entre sí por las “generosas”
despensas que reparte la ONU, que se ahoguen entre ellos por la sobrepoblación o que trabajen
en la “pizca” con un salario miserable en algún rancho de California. De cualquier forma, la
representación de tales imágenes casi siempre recae en “negros”, “morenos” o “amarillos”.
26
Escobar, Arturo (1996), p. 97.
22
Es en plena “guerra fría” que las teorías del desarrollo comienzan, literalmente, a
crear sus propios conceptos y categorías con los cuales definirá su discurso.
27
Ibid., p. 70. Sobre la cuestión del “Tercer Mundo” se volverá más adelante.
28
Vocho, tele y changarro fueron algunos de los elementos que más anhelaban los ciudadanos
mexicanos, según el presidente de este país, Vicente Fox, en el sexenio de 2000 a 2006.
23
Al modo de vida de una sociedad moderna se le opone el de las “sociedades
tradicionales”, las cuales se caracterizan básicamente por la ausencia de las
manifestaciones de la modernidad.
29
Rostow, W. W. 1961, pp. 16-17.
30
Magallón Anaya, Mario. “La idea del hombre y del sujeto en América Latina en el mundo
globalizado”, en Historia de las ideas latinoamericanas. ¿Disciplina fenecida? del mismo autor
junto con Cerutti Guldberg, Horacio. UCM, México, 2003, p. 96.
24
El discurso del desarrollo tomó la “modernización” como una de sus principales
premisas, es decir, la superación de lo arcaico y tradicional, así como de las
condiciones que generan el atraso social, que comprende lo económico. El
desarrollo se presenta, pues, como un fenómeno que rompe con tradiciones
culturales, históricas, axiológicas, políticas, antropológicas, filosóficas, etc., al
manejar una sola noción de sujeto, que dentro del desarrollismo se entiende
únicamente bajo el paradigma del capitalismo, orientado hacia la producción, el
alto consumo en masa, la utilización moderna de la ciencia y la técnica y, por
supuesto, la democracia en oposición al comunismo.
La noción de sujeto del desarrollo rompe con otras tantas al crearse no sólo a
ella misma, sino también al construir su oposición. Al tildar de viejo, arcaico y
premoderno a otras concepciones de sujeto, los determina y categoriza dentro de
sus propios parámetros, definiendo el rumbo que deben tomar hacia la
constitución de lo que considera como el ser humano por excelencia.
31
Escobar, Arturo (1996), pp. 87 – 88.
25
Para el discurso del desarrollo, el problema radica al interior del objeto. El
pobre, desnutrido, subdesarrollado, tradicionalista, ignorante, campesino -cabe
aclarar que puede tratarse de un mismo sujeto, el cual tendría todas estas
propiedades (y otras aún)- es el problema a resolver. Éste es el objeto que debe
reformarse. El desarrollismo no localizó un problema, lo creó. De manera que este
discurso inventó tanto el problema como la solución para el mismo.
32
Ibid., pp. 89-90.
26
se encuentra en que ninguna de ellas subsiste por sí misma. El desarrollo carece
de sentido sin su otrora, el subdesarrollo, y viceversa, posición que, por supuesto,
no comparten los desarrollistas.
Esto a su vez determinará las relaciones entre ambos actores, puesto que, al no
existir culpabilidad alguna por parte del desarrollado, todo lo que haga en beneficio
del otro será bienvenido. Es un juego de representaciones que el desarrollismo
reproduce de forma constante, en donde uno se maneja casi de manera mesiánica
–en tanto que posee el conocimiento- como “salvador” de la situación y el otro
como “asistido” a la espera de la salvación.
33
Dos Santos, Theotônio. La teoría de la dependencia. Balances y perspectivas. Trad. Mónica
Bruckmann Maynetto. Edit. Plaza Janés. México, 2002, p. 20.
34
En varias ocasiones el mismo Rostow en su obra ya citada, menciona que su intención era dar
cuenta de las diferencias socioeconómicas sin necesidad de recurrir a la teoría marxista, la cual
pone énfasis en la dominación como principio motriz que permite la producción y reproducción de
las relaciones capitalistas. De ahí lo sugerente del subtítulo de la obra de Rostow: “Un manifiesto
no comunista”.
27
5. Del “Tercer” y otros mundos.
Con la disolución del socialismo europeo el mundo regresa al siglo XVI: las
libertades de opción filogenética se reducen a una sola. La especie humana
se queda organizada en forma dicotómica (Primer/Tercer Mundo) y
jerarquizada, desde las cúpulas del poder mundial hasta el último poblado.35
Pese a que el lugar ocupado por el Segundo Mundo nunca estuvo claro por la
constante disputa a la que se le sometió, debatiéndose entre el Primero y el
Tercero, su desaparición fue clave en la configuración conceptual del
desarrollismo. No sólo se produjo la dicotomía de la que se hablaba, sino que
también permitió la producción y reproducción de las nuevas formas de relaciones
sociales capitalistas: las del neoliberalismo y la globalización.36 Lejos de reducir la
brecha entre los países desarrollados y subdesarrollados, ésta se amplió de
manera abrupta, dado que la mayoría de los países del Segundo Mundo pasaron
a formar parte de las filas del tercero, haciendo más difícil el ascenso a la forma
de vida desarrollada, al menos en el discurso, al eliminar un escalón. La
35
García, Roberto. “El Tercer Mundo y el fin del socialismo” en 1492-1992 La interminable
conquista. Emancipación e identidad de América Latina. Joaquín Mortiz/Planeta, Editorial El Búho,
México, 1990, p. 224.
36
Cuestión a la que se volverá en el siguiente apartado.
28
jerarquización que devino con la extinción del Segundo Mundo, en las
estadísticas, produjo más pobreza y necesidades, por lo que la distancia entre
ricos y pobres también se amplió. El discurso desarrollista se encontró con una
oportunidad única de renovación, la cual no desaprovechó. Era el momento
histórico propicio para llevar al mundo entero la promesa de desarrollo, la cual era
imperativa a toda costa más que nunca.
37
Cabe aclarar que el concepto “Tercer Mundo” se aplica indiscriminadamente, pues no sólo
denomina a países o amplias regiones, sino a comunidades, sociedades, culturas, y por qué no
decirlo, también a tradiciones históricas, pequeñas o locales. En el caso del “Primer Mundo”, el
concepto parece tener menos flexibilidad, sea por escasez u otras razones.
38
Escobar, Arturo (1996), p. 30.
29
los países del Tercer Mundo se denominaran como tales en comparación a la
escasez de la riqueza que los países económicamente fuertes sí poseen.
Sin embargo, el desarrollismo hace uso del concepto de pobreza de manera tan
amplia que en ocasiones es casi imperceptible. Si tal concepto se entiende como
“carencia” de algo, entonces puede entenderse que su operatividad funciona a
distintos niveles. Una región se identifica como tercermundista, porque carece de
conocimiento científico, de tecnología, de recursos económicos, de políticas
económicas adecuadas, etc. Todo esto, por supuesto, siempre en relación a los
países ricos. Desde luego, es en el ámbito económico donde el concepto se
desenvuelve mejor, pero si al interior de todo esto lo que se encuentra es el
aspecto comparativo, los espacios sobre los que trabaja el discurso se
incrementan.
30
elementales, carece de las condiciones mínimas para su realización. Si seguimos
esto, desde el punto de vista antropológico, el pobre no logra ver completa su
Humanidad en tanto sujeto carente.40
40
La realidad cotidiana se encuentra con ejemplos como éstos a cada momento. En una de sus
famosas “ventanas”, el escritor uruguayo Eduardo Galeano, en relación con el uso de drogas por
parte de los niños de la calle de la Ciudad de México, recoge esta singular declaración del gerente
general de la Central Camionera Del Norte de esta ciudad: “No dejamos que los niños se mueran
porque, de alguna manera, son humanos” (el subrayado es mío). Véase Galeano, Eduardo. Patas
arriba. La escuela del mundo al revés. Ediciones del Chanchito, Uruguay, 1998, p. 15.
31
propia situación y de su falta de progreso colectivo es un fenómeno bastante
común.41
Esto último pone de manifiesto dos cosas muy importantes: primero, que el
Tercer Mundo no puede salir de su situación de desventaja sin la ayuda del
Primero, lo cual establece una diferencia entre los habitantes de uno y otro
mundo; en segundo lugar, la diferencia no es precisamente aceptada en tanto que
busca eliminarse con la promesa de desarrollo. Pese a que se reconoce la
existencia de diferencias, se niegan al considerárseles como las causas directas
del problema. Respecto a la construcción del Tercer Mundo, cabe agregar algo
más de suma importancia. Si es cierto que el término ha ganado la aceptación y
simpatía de muchos, esto no ha sido posible sin aquello extra que en gran medida
justifica su existencia y le da sentido. Las teorías del desarrollo proyectan, al
menos en el discurso, posibilidades de eliminación de las diferencias desde un
aspecto progresivo arropadas por un cuerpo de conocimientos de naturaleza
científica.
32
estadísticas e imágenes de los medios masivos de comunicación son su principal
herramienta. Son las estadísticas las que determinan quién merece tal o cual
categoría, sea la de pobre, analfabeta, hambriento, campesino o lo que sea. Al fin
y al cabo, todos entran en la noción de subdesarrollado.42 Esta afirmación puede
parecer demasiado apresurada. Sin embargo, como lo muestra Arturo Escobar en
su obra ya citada, al trabajar el desarrollismo con estos conceptos a manera de
datos estadísticos, se pierde toda posibilidad de subjetividad en ellos, lo cual
desde luego, no es una situación per se. Todos los conceptos mencionados, se
desprenden de la “visión economizada de la vida” del discurso desarrollista, por lo
que difícilmente se entenderían fuera de él. Al trabajador del campo en América
Latina, por ejemplo, se le definió como subdesarrollado unilateralmente, no por
que él mismo adoptara el término; aún más, la connotación negativa de
“campesino” es algo a lo que difícilmente estos trabajadores le encuentran
sentido.43
42
Cuestión que se manejaba en el apartado anterior. Al considerárseles como un problema o
anomalía a resolver, los sujetos en el discurso son transformados en objetos; simplemente no
entran en la definición de lo que se ha trazado como lo propiamente Humano, en tanto que no
cuentan con las condiciones óptimas para su realización. Si la providencia de la historia nos ha
marcado un camino hacia un modo de vida moderno, quién no ha seguido la ruta se ha separado
de su propia “naturaleza”, por así decirlo.
43
La connotación negativa de “campesino” se desprende de las técnicas que utiliza para la
producción y las formas de trabajo de su tierra, las cuales casi siempre carecen de la tecnología
recomendada por los “expertos”, por lo que se consideraran como arcaicas y subdesarrolladas.
33
representaciones, a través de las cuales se ha concebido y entendido el Tercer
Mundo.44
Un dicho popular reza de la siguiente manera: “una imagen vale más que mil
palabras”. Por supuesto, este caso no es la excepción. Las imágenes de pobreza,
hambruna, conflictos y demás, que transmiten los medios masivos de
comunicación, generalmente corresponden a áreas específicas, las cuales se
encuentran dentro de las fronteras de América Latina, Asia y África. Este ha sido
un factor importante en el reconocimiento de tales regiones como
subdesarrolladas y “tercermundistas”, haciendo creer que por definición en ellas
se encuentra el problema. Lo cual ha llevado a muchos autores al cuestionamiento
de qué es realmente el Tercer Mundo, cuando las imágenes se trasladan a los
países ricos. Si acaso aquél puede darse al interior del Primero. Al igual que las
estadísticas, las imágenes sirven como punto de comparación que devela las
diferencias entre una sociedad y otra, negando las condiciones y formas de vida
de quienes padecen las carencias y problemas. Al ver una escena de total
devastación y caos, nos hace apreciar más la vida moderna, además de que sirve
como incentivo para acercarse al desarrollo.
44
Escobar, Arturo (1996).
34
mapas de las configuraciones del conocimiento y el poder que definen el
período posterior a la segunda posguerra.45
45
Ibid., p. 32.
46
La relación entre lo propiamente discursivo y la praxis como elementos inseparables en el
discurso del desarrollo, y la generación de conocimiento y poder que originan se tratará de forma
más amplia en el siguiente capítulo.
35
cuanto a su aceptación o rechazo. Lo que ha originado que existan diferentes
puntos de vista al respecto, puesto que para algunos, dichos fenómenos, juntos o
separados, son sinónimos de una gran bendición por los beneficios que han traído
consigo. Para otros, éstos han sido las causas y consecuencias de los grandes
males que aquejan a la humanidad entera en nuestros días.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que no existe una relación absoluta
entre neoliberalismo y globalización, como en ocasiones pareciera mostrarse en la
extensa literatura que los aborda bajo el mismo espacio.47 Sin embargo, no hay
duda que ambos operan de manera conjunta y que comparten muchas de las
premisas y conclusiones, aunque cada uno de ellos tenga un origen distinto.48
Ambos términos se identifican comúnmente como fenómenos al interior de la vida
económica, es decir que, son determinaciones de la economía capitalista en su
fase actual, una especie de actualización de las formas, dinámicas y ordenes del
capitalismo.
47
A riesgo de que al presente trabajo pueda criticársele de lo mismo.
48
Por su parte, el origen y despliegue teórico del neoliberalismo suele situarse alrededor de los
años 70 del siglo XX, mientras que la primera manifestación de su práctica efectiva se identifica
con la dictadura de Augusto Pinchet en Chile, aunque no es sino hasta la década siguiente donde
tiene mayor auge. En cambio, el origen de la globalización suele situarse en la década de los 80 y
su período de auge comienza en la de los 90.
36
6.1. Neoliberalismo. Respecto a las características que definen al
neoliberalismo cabe apuntar que:
para lograr sus fines, los neoliberales proponían la riqueza monetaria como
valor supremo, e impusieron nuevos modos de funcionamiento del
capitalismo tanto en el centro como en la periferia, imprimiendo nuevas
formas a la mundialización: una nueva disciplina del trabajo y de la gestión
en beneficio de acreedores y accionistas, un retroceso de la intervención
estatal en materia de desarrollo y de protección social, una amplia
liberalización financiera, un crecimiento espectacular de las instituciones
financieras, la creación de nuevas relaciones entre sectores no financiero y
financiero en beneficio de este último, una nueva actitud favorable a las
fusiones y adquisiciones, el reforzamiento de los poderes y de la autonomía
de los bancos centrales obnubilados con la estabilidad de los precios.49
37
En el planteo popperiano, basta la lógica deductiva para llevar a cabo el
testeo empírico de la hipótesis o teorías; el método de conjeturas y
refutaciones requiere solamente de las reglas deductivas, muy especialmente
de la regla del [modus] tollendo tollens.53
53
Ibid, p. 23. La regla del modus tollendo tollens se enunciaría de la siguiente forma: Si A entonces
B, no B entonces no A.
54
Pese al antineopositivismo de Popper, para Ricardo J. Gómez, su metodología no escapa de los
“fantasmas” de la inducción. Por ejemplo, al corroborar simplemente una hipótesis, el método
popperiano mide únicamente la probabilidad lógica de su veracidad, además de no garantizar su
reproducibilidad futura mediante la falseación. A éste último principio, supuestamente ineludible, se
le contradice en el caso de las ciencias sociales mediante el “principio de racionalidad”,
estableciendo que los agentes individuales siempre actúan apropiadamente a la situación, por lo
cual, pareciera que no existe completa unidad metodológica.
55
En su investigación, Ricardo J. Gómez describe el marco normativo como principal componente
del marco teórico de la economía neoliberal en su totalidad. Este marco normativo constituye-
determina las distintas esferas de estudio del modelo teórico (segundo componente del marco
teórico). Es importante puntualizar que para el autor los supuestos del marco normativo expuestos
en su obra, sólo son aplicables a la economía neoliberal.
38
única racionalidad que mediaría las relaciones sociales es la de los medios-fines,
que en una visión economicista la utilidad se enfoca hacia la ganancia. Para sus
fines, los agentes individuales deben gozar de una libertad absoluta sin
interferencias ni riendas de ningún tipo, por lo que restringir la libertad humana es
restringir el orden mismo de las cosas, del mercado. Para el neoliberalismo, la
finalidad de toda institución u organización social debería orientarse a la
maximización de las posibilidades del mercado.
56
Basándose en el investigador de la obra de Darwin, Patrick Tort, Ricardo J. Gómez afirma que la
aplicación de la teoría evolucionista al ámbito social debe atribuirse en realidad a Spencer. Cfr.
Gómez, Ricardo J. (2003), p. 34.
39
intervención del Estado era imprescindible en beneficio tanto del sector público
como del privado.
40
en un síntoma de subdesarrollo, de igual forma, un campesino perteneciente a un
ejido.59 Al tachar de “reaccionarias” a las políticas opuestas a la privatización de
los bienes públicos y verlas como un impedimento para el desarrollo, se ponía de
manifiesto no la contradicción del discurso desarrollista como se podría sugerir 30
años atrás, sino el proceso de su constante evolución, al menos para sus
defensores. Lo cual sugiere un movimiento coyuntural por parte de las teorías del
desarrollo con las situaciones políticas a las que se enfrenta, asumiéndolas e
incorporándolas a sus esquemas.
59
Respecto a las reformas al artículo 27 de la constitución política mexicana anunciadas el 14 de
Noviembre de 1991, el presidente en turno del país, Carlos Salinas de Gortari, manifestó que éstas
constituían “una visión progresista del país”, y añadió que “la posición reaccionaria está en
pretender repetir y congelar las formas y las maneras del pasado para el campo. Lo único
reaccionario es proponer que nada cambie en el campo, que todo es intocable. Los mitos llevan
hoy pobreza al medio rural”. Revista mexicana Proceso No. 785, 18 de Noviembre de 1991, p. 10.
60
Guillén Romo, Héctor, p. 26.
41
denominado como economía-mundo y economía mundial.61 La primera se concibe
como “un mundo en sí”, es decir que, sus fronteras y alcances llegan hasta donde
comienza un nuevo modelo económico. En este caso, una economía-mundo
puede subsistir junto con otras y es además entendible sólo al interior del Estado
nación, por lo que su centro se encuentra dentro de una ciudad específica. Sus
dinámicas se entienden bajo ciertos parámetros, como el uso de una misma
moneda, fronteras definidas casi siempre correspondientes a las fronteras político-
geográficas. Por economía mundial se entendería la economía del mundo entero,
en su totalidad.
61
Ibid., véase principalmente el capítulo 1.
62
Ibid., p. 25.
42
Esto último no quiere decir que el proceso de globalización no esté en marcha,
pero sí puede orientarse hacia una problematización de los mitos –en sentido
peyorativo- que se han gestado alrededor del concepto, como por ejemplo, el del
carácter transnacional de las empresas privadas o la anulación total del Estado en
la vida económica.63 Respecto a esto último cabe preguntarse: ¿realmente las
empresas carecen de carácter nacional? y ¿realmente el Estado no participa ya
en la toma de decisiones en cuanto a economía se refiere? La respuesta dista
mucho de ser afirmativa. Las ganancias, beneficios, y hasta las investigaciones
que llevan a cabo las empresas tienen un destino común: su país de origen. Por
su parte, el Estado mantiene una relación abierta con las empresas, aunque sólo
sea para modificar o desaparecer algún artículo constitucional en beneficio de las
segundas. Pero, la cuestión central tiene que ver con la universalización. ¿Qué es
lo que se universaliza? El acento, suele ponerse en el carácter económico y la
estructura institucional. De entrada, no se puede negar que uno de los principales
elementos a universalizarse es el modelo económico neoliberal, con todos sus
supuestos, los cuales no pueden desligarse de otros ámbitos, los toca
necesariamente. Las ideas, patrones de conducta, valores y otras esferas de
carácter socio-cultural.
63
Véase a Nogueira Batista, Paulo. “Cinco mitos de la globalización”, en revista Memoria. No. 117,
pp. 23-25, Noviembre, 1998.
43
transformativos.64 No obstante, el nuevo régimen de globalidad “articula intereses
económicos, militares e ideológicos en una constelación de poder hasta cierto
punto inusitada”.65
Desde el principio, la intención del desarrollismo era llevar a todo lugar y a toda
cultura la visión moderna de la vida, sólo que no se había encontrado con las
condiciones óptimas para su realización, oportunidad que se presenta con un
nuevo orden económico que trastoca las diferentes esferas de la vida humana y
se pretende mundial, que además, no encuentra oposición alguna o, por lo menos,
digna de ser considerada.66
Por todo esto, las configuraciones y categorías del discurso mismo también
sufren –si es que realmente se puede manejar la palabra sufrimiento- un cambio
radical. Conceptos y categorías como Primer y Tercer Mundos en plena
globalización van perdiendo fuerza día con día al quedar subsumidos dentro de la
64
Escobar, Arturo. Más allá del Tercer Mundo. Globalización y diferencia. Instituto colombiano de
antropología e historia, Universidad del Cauca, Colombia, 2005, pp. 27-28. En el siguiente capítulo
se abordará de forma más amplia sobre las posibilidades de alternativas transformadoras al interior
de la globalización.
65
Ibid, p. 12.
66
Como se sugería en el apartado anterior respecto a la desaparición del “Segundo Mundo”.
44
homogeneización de la categoría: “comunidad global”. Empero, algunos otros
siguen vigentes, su articulación en el discurso y la práctica no se ha visto
trastocada. Tal es el caso de “desarrollo” y “subdesarrollo”, que siguen operando,
pero bajo las modalidades que el nuevo orden, neoliberal y globalizado, exige.
45
CAPÍTULO II
La segunda mitad del siglo XX fue una época muy ajetreada e inestable a nivel
global en muchos aspectos de la vida humana. En geografía, mientras unos
países aparecían otros se desvanecían haciendo que los mapas cambiaran
constantemente. Asimismo, economías, ideologías, prácticas políticas y hasta
proyectos utópicos de transformación social también se evaporaron. A fin de
cuentas, la desesperanza fue lo que prevaleció en muchos. El derrumbe del
bloque socialista incumpliendo sus promesas de revolución, el fracaso de los
movimientos liberacionistas, las crisis económicas que empeoraron las situaciones
de pobreza, la creciente dependencia de los países pobres para con los ricos, las
transiciones democráticas que nunca llevaron una democracia plena para las
mayorías y tantos otros fenómenos que harían interminable la lista, dejaron un
gran desaliento en quienes desde su propia trinchera buscaban construir “otros
mundos posibles”.
46
Se dice que fue en la década de los ochenta cuando se vivieron los momentos
más críticos, lo que le valió el mote de “la década perdida”. No obstante, hubo
otros elementos que caracterizaron a dicha época. Con diferentes motivos, se
promulgó el fin de la historia, de los meta-relatos, de las ideologías y de las
utopías. De igual forma, se declaró la muerte del socialismo y, más radicalmente,
la del sujeto. La proclamación de estos elementos fueron reivindicados
principalmente por un marco teórico que se gestaba e iba tomando fuerza.
Inspirado el nombre por la obra de Lyotard, el discurso postmoderno se mostraba
como el nuevo paradigma para el análisis de la realidad bajo los esquemas
globales que la actualidad exigiría.
Cierto que el prefijo “pos” sugiere una periodización en el tiempo y que el libro
más conocido de Vattimo lleva justamente este nombre: el fin de la
modernidad. Pero nada más inexacto que entender este “fin” como el
cumplimiento de una época y el comienzo de otra. La postmodernidad no es lo
que viene después de la modernidad, sino que es la asunción de la conciencia
de crisis que caracteriza a la modernidad misma.69
67
Castro-Gómez, Santiago. Crítica de la razón latinoamericana. Puvill libros S.A., Barcelona. 1996.
68
Roig, Arturo Andrés. Caminos de la filosofía latinoamericana. Universidad del Zulia, Maracaibo,
Venezuela, 2001, p. 135.
69
Castro-Gómez, Santiago (1996), p. 32.
47
relaciones entre la modernidad y la postmodernidad estará mediado por la manera
como se aborden los principios por él mencionados.70 En ese sentido, “la asunción
de la conciencia de crisis que caracteriza a la modernidad misma” varía de un
autor a otro, lo cual, explicaría el que algunos conciban la postmodernidad en un
sentido de superación de la modernidad bajo cierto esquema dialéctico de
continuidad.71
De cualquier forma, los rasgos comunes que comparten los teóricos del
postmodernismo se centran en la crítica del estado de la razón moderna,
dominadora y universalizante. Frente al totalitarismo moderno, los
postmodernistas proponen “una racionalidad fragmentada y débil, instalada en una
pluralidad de juegos de lenguaje, con diferentes mecanismos y contenidos de
legitimación, dado que estamos en una situación epocal diferente”.72 Esta
necesidad de afrontar teóricamente el estudio de la realidad con elementos y
esquemas funcionales para la actualidad, es uno de los puntos que comparten los
teóricos postcolonialistas con sus contemporáneos postmodernos.
70
Véase la cita correspondiente a la nota 30 del presente trabajo.
71
A propósito de la variedad de definiciones de “postmodernidad”, especialmente en el
pensamiento filosófico latinoamericano, puede consultarse el último capítulo de la obra de Carlos
Beorlegui Historia del pensamiento filosófico latinoamericano. Una búsqueda incesante de la
identidad. Universidad de Deusto, Bilbao, España, 2004.
72
Ibid., p. 835.
48
nuestro presente, más allá del análisis basado en categorías nacionalistas,
antinacionalistas y/o regionalistas.
73
Roig, Arturo Andrés (2001), p. 139.
49
efectiva de los conocimientos y culturas subalternas en el diseño del(os)
mundo(s), particularmente mundos regionales y locales.74
74
Escobar, Arturo (2005). p. 14.
50
Siguiendo la vena postestructuralista de cuestionamiento de las
epistemologías realistas (ver el trabajo de Michael Foucault para la mejor
explicación de esta tendencia teórica), el motivador principal de la crítica
postestructuralista no fue tanto el proponer otra versión del desarrollo –como
si a través del refinamiento progresivo del concepto los teóricos pudieran
llegar finalmente a una conceptualización verdadera y efectiva- sino el
cuestionar precisamente los modos en que Asia, África y Latinoamérica
llegaron a ser definidas como “subdesarrolladas” y, por consiguiente,
necesitadas de desarrollo.75
75
Escobar, Arturo. “El postdesarrollo como concepto y práctica social”, en Mato, Daniel (coord.)
Políticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos de globalización. Facultad de Ciencias
Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas. 2005** p. 18
76
Escobar, Arturo (1996). p. 23.
77
Foucault, Michael. La arqueología del saber. Ed. Siglo XXI, México. 1970.
51
de una forma y no de otra, penetrando por completo en el imaginario social
dibujando formas de ver, entender y de expresar la realidad.
8.1. Primer eje del desarrollo. El primer eje tiene que ver con “las formas de
conocimiento que a él se refieren, a través de las cuales llega a existir y es
elaborado en objetos, conceptos y teorías”.78 Con ayuda de disciplinas como la
economía, la sociología, la politología, la antropología, la filosofía y otras, en
ocasiones todas ellas con diferentes enfoques, el desarrollo va adquiriendo forma.
Cada una aporta los elementos que desde sí considera válidos y necesarios para
la conformación científica del desarrollo. El conocimiento que posee cada
disciplina se pone al servicio del desarrollo, en el cual, cada uno de sus
enunciados conserva la dependencia referente a la formación discursiva que le
dio lugar. Al respecto, cabe señalar, según Foucault, las diferencias existentes
entre las frases, las proposiciones y los enunciados. Para él, “mientras la
regularidad de una frase está definida por las leyes de una lengua, y la de una
proposición por las leyes de una lógica, la regularidad de los enunciados está
definida por la misma formación discursiva”.79
78
Escobar, Arturo. (1996). p. 31.
79
Foucault, Michael. (1970). p. 197.
52
teórico (que haya sobrevivido o al menos no esté en agonía) que goce de la
credibilidad y aceptación de la mayoría de los especialistas.
80
Ibid. p. 307.
53
que pudiera administrarlos política, social y culturalmente. Al respecto, explicando
a Procacci, Arturo Escobar sugiere que la pobreza:
81
Escobar, Arturo. (1996). p. 54.
54
ejerce una función de traductor de las culturas y prácticas de los objetos de
estudio, transformándolos en datos de investigación.
Lo que estaba en juego era toda una política del conocimiento que permitiera
a los expertos clasificar problemas y formular políticas, emitir juicios acerca
de grupos sociales enteros y hasta predecir su futuro, en síntesis, producir
un régimen de verdades y normas al respecto. Nunca se pondría el énfasis
en las consecuencias que esto tuvo para los grupos y países en cuestión.82
8.2. Segundo eje del desarrollo. El segundo eje que menciona Escobar, está
más relacionado con la práctica efectiva del desarrollo. Para que el desarrollo sea
posible en la realidad socio-histórica, más allá de un mero ideal y, en conjunción
con el aparato de conocimientos, necesita cimentarse en un sistema de poder que
regule su práctica. Las principales muestras de esto las representan las grandes
instituciones. Desde universidades, centros de investigación, instituciones
bancarias y financieras, dependencias de gobierno en todos los niveles y otras
más, las estrategias de desarrollo junto con el conocimiento que proveían se
implantaron en prácticamente todo lugar, impidiendo con ello que los más pobres
definieran por sí mismos sus propias formas de vida. Bajo la mirada del
“especialista”, el pobre se halla en una situación de ingobernabilidad incapaz de
superar él solo. Ante ese escenario caótico lo que se necesita es poner orden.
82
Ibid., p. 97.
83
Ibidem.
55
desarrollo que diseñaron las instituciones, en complicidad con el ejercicio político,
definieron prácticas concretas en el desenvolvimiento del poder.
Las formas de poder que han surgido no funcionan tanto por medio de la
represión, sino de la normalización; no por ignorancia sino por control del
conocimiento; no por interés humanitario, sino por la burocratización de la
acción social.84
8.3. Tercer eje del desarrollo. Por último, el tercer eje tiene que ver con los
“regímenes de representación” que se manejaron en el capítulo anterior, es decir,
con las formas de subjetividad creadas por el desarrollismo. Es en este espacio
donde convergen historias, culturas, identidades, políticas y lenguajes, al tiempo
84
Ibid., p. 109.
56
que otros desaparecen. Para Escobar, la visibilidad de Asia, África y América
Latina como subdesarrollados, tercermundistas y tradicionalistas tiene su origen
en la lógica de la modernidad europea y en las formas de colonización producidas
desde 1945. Puede parecer caduco y hasta ridículo hablar de colonialismo en
pleno siglo XXI, sobre todo, cuando abundan las imágenes video grabadas de los
movimientos de descolonización celebrando su independencia. Se podría pensar
que tal concepto no tiene lugar en la actualidad y que debería manejarse en
términos de “Estados libres asociados” como es el caso de Puerto Rico.85 Sin
embargo, “si bien es cierto que muchos aspectos del colonialismo ya han sido
superados, no por ello las representaciones del Tercer Mundo a través del
desarrollo son menos incisivas que sus homólogas coloniales y tal vez lo sean
más”.86
85
Pese a la retórica política que inunda el imaginario social con sus ideales de democracia y
libertad, el término “neo-colonialismo” seguramente retrataría mejor la realidad que viven países
como Puerto Rico.
86
Escobar, Arturo (1996), p. 41.
57
que no caben en sus parámetros. Las culturas que buscan reivindicar su
identidad, el papel activo de la mujer en los procesos de conformación histórica y
la construcción de formas de producción más justas y equitativas, son
constantemente atacadas, juzgadas y violentadas en el amplio sentido de la
palabra.
Al atravesarse unos con otros, esos tres ejes permiten entender el desarrollo
como una formación discursiva que opera al interior de la episteme moderna de la
economía política. Las sociedades terminaron por ser encajonadas en un sistema
de interpretación de la realidad, construido sobre la base de las concepciones
consumistas de una fórmula definida con anterioridad. De ahí que el espacio
cimentado se definiera no sólo por las relaciones con sus objetos, sino también
por las maneras como se ha llevado a la práctica sus teorías, conceptos y
estrategias.
87
Ibid., p. 401.
58
tercero, dificultando la respuesta a la pregunta sobre quiénes participan en la
producción y reproducción de sus relaciones de poder y dominio.
88
Ibid., p. 110.
89
Escobar se refiere a los análisis tradicionales donde algunos marxistas –sin aclarar de quienes
está hablando-, sólo resaltaban el papel de los subdesarrollados como víctimas. Se podría decir,
que se trata de acabar con la visión sufriente/pasivo de los pobres.
59
Cabe preguntarse ahora, si es suficiente el análisis del discurso del desarrollo y
su crítica, para dar cuenta de la realidad que viven muchos de los pueblos,
sectores, culturas e historias de nuestra América. A este y otros cuestionamientos
se ha enfrentado la crítica postestructuralista. Arturo Escobar condensa tales
objeciones en tres puntos:
Está por demás decir que tales objeciones carecen de validez para Escobar.
Para el colombiano, el enfoque epistemológico del postestructuralismo y su
propuesta de postdesarrollo se desenvuelve en un marco
interpretativo/constructivista que parte del análisis del lenguaje y el sentido a
través de las relaciones de representación-discurso y conocimiento-poder.91 Es
mediante el análisis discursivo de los esquemas de la economía, la política y la
ciencia que se accede a un examen materialista, es decir que, “no puede existir un
análisis materialista que no sea al mismo tiempo un análisis discursivo”.92 Este
nexo entre la materialidad y el discurso es lo que, según Escobar, no ven los
90
Escobar, Arturo (2005**), p. 22.
91
En el mismo articulo de la cita anterior, en la página 21, Arturo Escobar presenta una tabla
comparativa entre los enfoques de los paradigmas liberal, marxista y postestructuralista del
desarrollo. Las diferencias que él marca entre una y otra teoría son enormes, aunque no aclara
cuáles son los autores, escuelas o líneas de pensamiento en los que se basa para establecer tales
diferencias. Hasta cierto punto, se podría decir que comete el pecado de ver como algo
homogéneo a estas teorías.
92
Escobar, Arturo (1996), p. 395.
60
marxistas y liberales, por lo que, llevan a cabo el primer conjunto de críticas
mencionado, lo cual, constituiría una “ingenua defensa de lo real”.93 Esto nos lleva
al segundo momento de la crítica al postestructuralismo.
93
Escobar, Arturo (2005**), p. 23.
94
Ibidem.
95
Ibid., p. 24.
96
Ibidem.
61
Escobar, la intelectualidad en la que se encierran los teóricos les hace hablar en
nombre de la gente y de un realismo materialista cuando, a fin de cuentas,
carecen de representatividad. Con la defensa de lo “local”, es como se podría
superar el imperialismo de la intelectualidad.
Son muchos los dichos populares, frases o refranes que nos invitan a mantener
una actitud positiva frente a las adversidades. Cosa difícil de ver o seguir cuando
la vida va de por medio. Sin embargo, como si se tratara de una invitación a no
caer en la desesperanza, Leopoldo Zea aseveraba que las crisis que sacuden al
ser humano podían ofrecer soluciones, aunque fueran parciales, a situaciones y
circunstancias infortunadas, “crisis que hacían que el hombre tomara clara
conciencia de sí mismo y, con ella, de los demás”.97 Los momentos de crisis de la
modernidad en su fase globalizadora se han caracterizado por niveles de
violencia, exclusión, marginación, sometimiento y dominación a territorios tan
vastos como nunca antes se había visto en la historia. Los efectos negativos de
los reajustes económicos golpean tan fuerte a un mexicano, como a un angoleño.
La democracia norteamericana la sufren tanto iraquíes como puertorriqueños y,
todo aquel en cualquier parte del mundo a donde lleguen las ilusiones de los
“gobiernos provisionales”. No obstante, hay quienes vislumbran oportunidades de
transformación en medio del huracán, punto que comparten algunos autores
postmodernos, postcolonialistas y postestructuralistas.
97
Zea, Leopoldo. La filosofía americana como filosofía sin más. Ed. Siglo XXI, México, 1969, p. 69.
62
Si aceptamos que el novus ordo mundial se ha generalizado a través de un
nuevo imperio que impone sus normas y patrones de conducta en lo económico,
político, social, histórico y cultural, también hay que decir que la resistencia a las
pesadillas provocadas por el “sueño americano” no ha cesado. Prueba de ello son
las protestas masivas contra el Foro Económico Mundial que desde 1999 se
efectúan casi cada año.98 De igual forma, día con día millones de personas
sobreviven con un ingreso mucho más digno, producto de la “economía informal”,
a otro que pudiera ofrecerles cualquier maquiladora. Las luchas por educación
pública y gratuita, contra las privatizaciones, por los derechos humanos, de
reivindicación cultural, religiosa e histórica, por la soberanía y la
autodeterminación de los pueblos, son tan comunes en cualquier parte. En las
universidades, instituciones, regiones, pueblos y comunidades, la resistencia se
lleva a cabo desde la trinchera que se pueda tomar.
98
El 30 de noviembre de 1999 en la ciudad de norteamericana de Seattle tuvo lugar una de las
protestas más significativas contra la Organización Mundial de Comercio. Tres días de violencia
policial contra los manifestantes marcaron el evento. Bajo la consigna de “otros mundos posibles”,
los autodenominados altermundistas (a quienes en uno de sus tantos destellos de estupidez, el ex
mandatario mexicano Ernesto Zedillo llamó globalifóbicos), lograron detener la reunión de la OMC.
El movimiento resurgió el 16 de abril de 2000, esta vez en Washington D.C. para presentarse
desde entonces en prácticamente cualquier lugar donde se reúnan las instituciones u organismos
pro-corporativos.
99
Escobar, Arturo (1996), p. 408.
63
términos no se podría caracterizar en uno u otro. Este punto es determinante en la
argumentación de Escobar:
100
Ibidem.
64
Reconocer la especificidad moderna de nuestra América en expresiones de
heterogeneidad, podría significar un nuevo rumbo en la práctica política distinta a
la del modelo desarrollista. Desde el punto de vista postestructurlista, “el concepto
de culturas híbridas ofrece una salida, aunque sea provisional, para la invención
de nuevos lenguajes”.101 Sin duda, sería un grave peligro afirmar que las culturas
del “Tercer Mundo” se mantienen estáticas o pasivas a las condiciones impuestas
por el neoliberalismo globalizado.102 El cambio es constante, al articular elementos
varios es posible una restructuración de sus características con otras que no le
son propias, obligándonos a replantear las relaciones entre lo moderno y lo
tradicional.
101
Ibid, p. 410.
102
Aún cuando se aceptara la noción de “culturas híbridas”, tampoco se puede afirmar que toda
cultura del “Tercer Mundo” se categorizaría como tal. Cfr. Escobar, Arturo (1996).
103
Escobar, Arturo (1996), p. 412.
65
interesante aquí, es el proceso, el cómo se ha llegado a un estado de
conformación de elementos heterogéneos. Esta sería una razón más para afirmar
que el análisis de las relaciones de dominación y de poder, no puede seguir
efectuándose bajo categorías fijas.104
104
Sobre la infecundidad del análisis, bajo lo que H. Cerutti llama “dialéctica interrupta”, Cf. la
sección 3ª de su Filosofar desde nuestra América. Ensayo problematizador de su modus operandi.
Porrúa-UNAM, México, 2000. 199 pp.
105
Escobar, Arturo (1996), pp. 416 - 417.
66
absoluta negación de los escenarios globales. La búsqueda de alternativas
económicas debe articularse alrededor de la diferencia cultural y de las economías
que trascienden los meros intereses del mercado y la ganancia.
67
como híbridas, sin embargo, ¿aceptarían tal denominación? Ellos mismos nos dan
una respuesta, aunque sea parcialmente.
Una pregunta: ¿servirá todo esto para que, siquiera, los “mexicanos”
aprendan a decir “Chiapas” en lugar de “Chapas” y digan “tzeltales” en lugar
de “setsales”?107
106
Aunque se redactó el 6 de enero de 1994, este comunicado se dio a conocer hasta el día 18 del
mismo mes bajo el título “Composición del EZLN y condiciones para el diálogo” en el 1er tomo de
EZLN. Documentos y comunicados. Ediciones ERA, México, 1994, p. 74.
107
Ibid., p. 72. Publicado el mismo día que el comunicado anterior, éste se redactó el 13 de enero
de 1994 bajo el título “Presentación de Marcos a seis comunicados”.
68
10. Desarrollo e historia de las ideas latinoamericanas.
Quiero cartografiar, por así decirlo, la invención del desarrollo. Sin embargo,
en vez de enfocarme en la antropología y la filosofía, contextualizo la era del
desarrollo dentro del espacio global de la modernidad, y más particularmente
desde las prácticas económicas modernas. Desde esta perspectiva, el
desarrollo puede verse como un capítulo de lo que puede llamarse
“antropología de la modernidad”.108
108
Escobar, Arturo (1996), pp. 33 - 34.
109
Escobar, Arturo. “Mundos y conocimientos de otro modo”, en la revista Tabula rasa, no. 1 enero-
diciembre de 2003, Bogotá, Colombia, pp. 51-86.
69
visión intra-moderna (eurocéntrica) de la modernidad como se han movido la
mayoría de los pensadores tanto defensores como críticos. Escobar ha
denominado esto último como “el efecto Giddens”, el cual, pasaría por alto la
alteridad efectiva respecto de la identidad europea al reducir el entendimiento de
la modernidad como una mera expansión o universalidad radical de los valores
occidentales. La orientación antropológica de su obra le permitiría mantenerse
fuera de los márgenes de tales interpretaciones, mostrando el perfil des-
territorializado, hibridizado, confrontado, desigual, heterogéneo e incluso múltiple
de la modernidad.110
Es común ver que, para llevar a cabo un proyecto de desarrollo se haga uso de
la fuerza y la violencia fácticas. En las imágenes de los medios masivos de
comunicación no sólo vemos la pobreza representada en determinados sujetos,
sino también la violencia, represión y brutalidad con que son tratados los
denominados “pobres”. La represión para Foucault es “una noción jurídico
disciplinar sea cual sea el sentido crítico que se le quiera dar”.111 Sin embargo,
para quien ha experimentado un “toletazo”, un “macanazo” o la muerte misma en
nombre del desarrollo, puede ser difícil que esto sea visto solamente como efecto
de una noción jurídico-disciplinar. El análisis del discurso y su crítica como
segmento de la modernidad eurocéntrica es una dimensión importante para la
reflexión y diagnóstico de la realidad como parte constitutiva de lo que se vive en
nuestra América, pero no es suficiente. Como lo advirtiera Ricaurte Soler, es
indispensable la incorporación del análisis de las ideologías para la investigación
de las conexiones desiguales de dependencia y, por tanto, del desarrollo.
Asimismo, la correspondencia con otros fenómenos que fomentan las relaciones
de dominación tales como la “democracia”, la “liberación”, la lucha contra el
terrorismo, la cooperación entre países, y otros que buscan mantener la
hegemonía y control de acuerdo al modo de vida norteamericano. Tampoco se
puede pasar por alto la historia de dominación que en el caso de nuestra América
110
Escobar, Arturo (2005), pp. 25 - 27.
111
Foucault, Michael. “Curso del 14 de enero de 1976”, en Microfísica del poder. 3ª ed. Julia Varela
y Fernando Alvarez-Uría (trad.), ediciones de La Piqueta, Madrid, España, 1992, p. 161.
70
lleva ya más de quinientos años. No es posible ignorar que el discurso del
desarrollo ha sido un capítulo más de esa historia, por lo que su análisis y crítica
exigiría incorporarse a la reflexión de una realidad como producto histórico,
sumergiéndose de lleno en la historicidad de la región y en sus especificidades
(sin rehuir las similitudes con otras latitudes como Asia y África).
Mi propia opinión es que ambos métodos –la historia de las ideas y el estudio
de las formaciones discursivas- no son incompatibles. Mientras que el
primero presta atención a las dinámicas internas de la generación social de
las ideas en formas que el segundo método no toma en cuenta (dando con
ello la impresión, por así decirlo, de que los modelos de desarrollo son
solamente “impuestos” al Tercer Mundo y no, como realmente sucede,
producidos también desde su interior), la historia de las ideas tiende a
71
ignorar los efectos sistemáticos de la producción del discurso, el cual
estructura de modo importante lo que se considera como “ideas”.112
[La historia de las ideas] toma a su cargo el campo histórico de las ciencias,
de las literaturas y de las filosofías; pero en él describe los conocimientos
que han servido de fondo empírico y no reflexivo a formalizaciones ulteriores.
Trata de encontrar la experiencia inmediata que el discurso transcribe; sigue
la génesis de lo que, a partir de las representaciones recibidas o adquiridas,
dará nacimiento a unos sistemas y a unas obras. La historia de las ideas es
entonces la disciplina de los comienzos y fines, la descripción de las
continuidades oscuras y de los retornos, la reconstitución de los desarrollos
en la forma lineal de la historia.113
112
Escobar, Arturo (1996), p. 38.
113
Foucault, Michael. (1970). p. 231.
114
El objetivo del presente trabajo no es el de mostrar tales diferencias. Para entender la
especificidad de la historia de las ideas en nuestra América puede consultarse la obra conjunta de
Cerutti y Magallón, Op. cit.
72
Intelectual History, ambas marcadas por la descontextualización. A propósito,
Ricaurte Soler enfatizó tales rechazos en su conferencia inaugural del curso de
historia de las ideas en la Universidad de Panamá durante el verano de 1958.115
Por otro lado, existe un fuerte arraigo con el historicismo latinoamericano (también
con características propias) atendiendo principalmente a los sujetos
productores/portadores de ideas y que constituyen sus propias historias. A estos
tres puntos cabe agregarse un enfoque problematizador.116
115
Soler, Ricaurte. “Criterio historiográfico para una historia del pensamiento americano” en
Estudios sobre historia de las ideas en América. Universidad de Panamá, Panamá, 1966, 2ª
edición.
116
Sobre estos puntos, puede consultarse Cerutti Guldberg, Horacio. “Historia de las ideas
filosóficas latinoamericanas” en su obra con Magallón. Op. cit. P. 41.
117
Cfr. Magallón Anaya, Mario (coord.). “Ideas políticas: la democracia realmente existente en
América latina” en Historia de las ideas: repensar la América latina. CECyDEL-UNAM, México,
2006.
118
La dominación al interior de los países pobres y su concomitante contribución al aumento de
esa pobreza, fue uno de los elementos que la teoría de la dependencia no tomó tanto en cuenta y,
por tanto, es ahí donde radica una de sus deficiencias. Cfr. Hernández López, Roberto. Op. cit.
73
relaciones sociales con los otros, al punto de llegar a dudar de su existencia. Se
trata de una pluralidad de sujetos, de racionalidades en comunicación de sus
problemáticas y posibles soluciones. Un diálogo conjunto donde la diferencia no
se diluye, sino que se afronta en un ejercicio donde la alteridad se sitúa en un
contexto histórico específico sin pretensiones de dominación, más bien de
cooperación. En este caso, la duda cartesiana no llega a tales extremos.
119
Op. cit.
120
Cerutti Guldberg, Horacio (2000), p. 63.
74
que lo constituyen y afirman como parte de una sociedad, grupo, religión, etnia o
nación? Desde la cotidianidad, lo que se vive en las calles, pavimentadas o no,
desde los pueblos de nuestra región, en suma, desde la realidad misma, la
exigencia radica en develar ese desde dónde se ejerce el pensamiento.
De tal forma, el sujeto como miembro de una sociedad que se esfuerza por no
ser incluido dentro del “nosotros” es un “hipotético” falso, porque la realidad del
conocimiento social tiene una raíz “asertórica”, surgida de la reflexión dialéctica
sobre la praxis, de la práctica histórico social, lo que, de algún modo, incide en
la conformación del yo y del sujeto. Porque es ahí, en el “nosotros”, donde los
seres humanos se encuentran inmersos y se relacionan entre ellos y con los
otros, donde viven, aman, sienten y mueren.121
121
Magallón Anaya, Mario. Modernidad alternativa: viejos retos y nuevos problemas. CECyDEL-
UNAM, México, 2006, pp. 132-133.
75
autosuficiente, individual y, por tanto, antisocial. Sus críticas han ayudado a
tambalear los cimientos de un yo que en distintos momentos ha mostrado sus
límites. Empero, la alternativa no puede sustentarse en la radicalización que
elimina toda forma posible de sujeto. Antes de lanzar defunciones al aire sin pleno
diagnóstico –o por un diagnóstico poco adecuado-, hay que atender algunos
cuestionamientos:
76
la imaginación de un ideal al que debiera volcarse la realidad. Este reconocimiento
de las dimensiones ideales y reales en las aspiraciones de nuestra América, en un
movimiento dialéctico, marcaría las pautas del ejercicio político y, con ello, del
ejercicio filosófico, bajo el entendido que hacer filosofía es, al mismo tiempo, hacer
política.123
123
No se trata de una mera consigna, la estrecha relación entre política y filosofía en la tradición
filosófica de nuestra América ha quedado de manifiesto a lo largo de su producción teórica, pese a
los reclamos de la tradición occidental que la suponen como “contaminante” a la pureza de un
saber desinteresado. “Para América Latina, el origen de sus ideas se encuentra en el pensamiento
humanístico del siglo XVI. El llamado escolasticismo “renacentista” se enfrentó a la problemática
que planteaba la naturaleza del hombre americano, lo cual habría de convertirse en la piedra de
toque de su filosofar […] La actitud opresiva del sistema colonial en Latinoamérica será el motor
certero y la fuente inagotable del proceso liberador. Es ésta la virtud de una dialéctica paradojal,
pero inevitable, de la opresión, asumida y pensada al convertirla en el elemento, en el suelo firme
de la lucha por la liberación; y allí donde aquélla crece, ésta se muestra con mayor precisión y
posibilidad. Es la lucha a muerte entre lo viejo y lo nuevo, entre la libertad y la servidumbre”.
Magallón Anaya, Mario. Dialéctica de la filosofía latinoamericana. Una filosofía en la historia.
Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, UNAM, México, 1991, p. 109.
77
Esto no significa claudicación o desprecio alguno de lo local. Por supuesto que
debe tomarse en cuenta, más no hay que olvidar que las resistencias locales son
atravesadas constantemente por aspectos más globales. En su lucha por la
sobrevivencia, las sociedades en conflicto buscan el encuentro y apoyo con otras
que viven problemáticas similares, hasta cierto punto, suspendiendo su localía.124
Las macro alternativas que tanto se empeña en rechazar Escobar, tendrían lugar
no sólo en la creación de nuevas opciones políticas, sino también en la
recuperación de los espacios de intervención política que históricamente han sido
cooptados por los grupos privilegiados.125 En este punto, se refuerza la necesidad
de superación dicotómica, así como también la diferencia preposicional. La
demanda de alternativas de desarrollo son tan urgentes como las de al desarrollo.
Políticamente las segundas posibilitarían la creación de nuevos marcos teórico-
prácticos para la acción. Sin embargo, las primeras también contendrían una
capacidad transformadora si se asume la tarea de reformar los espacios políticos
para el beneficio público.
124
Los movimientos altermundistas y zapatista podrían ser muestra de ello. Otro igual de
significativo fue el que llevaron a cabo los pobladores del pueblo San Salvador Atenco en defensa
de sus tierras ejidales luego del decreto expropiatorio (22 de octubre de 2001), donde el gobierno
mexicano planeaba la construcción de un nuevo aeropuerto en las orillas de la ciudad de México.
Para los pobladores el valor de su tierra no podía cuantificarse en 500 mil pesos por hectárea,
simplemente no era cuantificable. En la resistencia por la defensa de su tierra contaron con el
apoyo de sindicatos obreros, organizaciones campesinas, urbanas, indígenas, estudiantiles,
magisteriales y armadas como el EZLN o el EPR. Se gestó un movimiento popular de base bajo la
consigna “ni hoteles, ni aviones, la tierra da frijoles”.
125
En una nota publicada el viernes 6 de enero de 2006, la CEPAL informó que aún cuando
México fue el país latinoamericano con mayor inversión extranjera, también fue uno de los países
con menor crecimiento económico de la región. Argentina, Venezuela y Brasil fueron las naciones
con mayores incrementos, e incluso, lograron disminuir significativamente el monto de su deuda
externa. Zuñiga, Juan Antonio. “México entre los países de menor crecimiento per capita en AL”,
en La Jornada, México, 6 de enero, 2006. La cercanía y aceptación de la nación mexicana con las
políticas neoliberales ha sido incondicional. Paradójicamente, el 31 de marzo de 2008 el secretario
del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Paulson, contra las recomendaciones hechas por ese
país a otros, presentó un plan que otorgaba nuevos poderes a la Federación para la regulación del
mercado en un intento de acción centralizadora. Reuters. “Lanza el Tesoro de EU plan para regular
mercados financieros”, en La Jornada, México, 1 de abril, 2008. La finalidad de estos dos ejemplos
no es mostrar el fracaso de las políticas neoliberales, sino el replantear las relaciones de los
Estados-nación para con sus habitantes, lo que se podría traducir en la posible reutilización de las
instituciones para el beneficio social mediante la acción política.
78
La reforma del Estado, las políticas públicas y privadas en cualquier ámbito, los
planes y programas de estudio escolares, la administración de la justicia, la cultura
y la economía, todos estos y otros más, no son asuntos triviales; en la cotidianidad
el conflicto es permanente. La batalla por la reapropiación del espacio institucional
no sólo tiene la mira puesta en el palacio presidencial, sino también en los centros
educativos (con todo y bibliotecas), secretarías y hasta la más pequeña “casa de
cultura”. No es cuestión de rechazar el paradigma completo y crear nuevos. La
práctica política desde los movimientos de base persigue también la
transformación y recuperación de los ya construidos. Mandarlos al vacío sería, sin
duda, un desperdicio enorme.
En fin, los golpes de la mano que mece al mercado duelen cada vez más y sus
efectos se van acumulando. Por fortuna, también se incrementa la intransigencia
hacia el apego a la racionalidad neoliberal-globalizadora desde sus
manifestaciones particulares en los poblados más alejados, hasta macro
alternativas como el Mercosur y otros mercados no alineados a la economía
totalizadora. El fin de la batalla aún está lejos y las tareas se multiplican. No queda
más que hacer frente al “spencerianismo social” con la solidaridad, a la
indiferencia con la alteridad, a la mismidad con la diferencia (la cual no puede
79
descansar en el asesinato postmoderno del sujeto), al atomismo-individualista con
el “nosotros”, al fin con el comienzo, a la pasividad con la transformación, al olvido
con la historia, a la dominación con la liberación, a las chingaderas con la
responsabilidad reflexiva…, a la muerte con la vida.
80
CAPÍTULO III
Problematizaciones al respecto.
126
Hegel, G.W.F. Fenomenología del espíritu. Trad. Wenceslao Roces, Fondo de Cultura
Económica, México, 1998.
81
absoluto.127 El ser humano legitima su dominio del hábitat al someter la naturaleza
a la razón moderna, tesis que el capitalismo ha llevado al extremo.
Una “condición de producción” se define como todo lo que se trata como bien
económico, aunque no sea producido como bien según las leyes del valor y
el mercado. La fuerza de trabajo, la tierra, la naturaleza, el espacio urbano, y
así sucesivamente, encajan en esta definición.128
127
Hyppolite, Jean. Génesis y estructura de la “Fenomenología del espíritu” de Hegel. Ediciones
Península, Barcelona, España, 1998, pp. 543-547.
128
Escobar, Arturo (1996), p. 376.
129
Ibidem. La contradicción del capital, que Marx teorizó a profundidad, es entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción. La contradicción del capital con sus condiciones de
producción se evidenciaría más con la crisis ambiental.
82
tal contradicción: el desarrollo sustentable.130 En las últimas dos décadas del siglo
XX se desplegó con gran éxito y aceptación la estrategia sustentable, con la cual,
se suponía se revertirían los daños causados a la naturaleza. Por supuesto, lo
exitoso de la medida nunca se tradujo en términos de la reducción del deterioro
ambiental -que por cierto, se ha agudizado con el paso de los años-, sino en la
(re)incorporación de la dimensión ecológica al capital. Cabe resaltar la apariencia
altruista con que se cubrió el discurso, razón por la cual se ha permitido su libre
desenvolvimiento en prácticamente todo el mundo.
130
Un ejemplo notable es la propuesta de Francisco Almagro (profesor-investigador de la Escuela
Superior de Economía del IPN). Según él, habría que incorporar la sustentabilidad ambiental como
un indicador económico de los costos por la degradación ambiental y el agotamiento de los
recursos naturales. Al tomar en cuenta la dimensión ecológica, se vuelve necesario ampliar la
clasificación de los activos fijos, lo que permitiría la transición del PIB (producto interno bruto) al
PIBE (producto interno bruto ecológico). Almagro Vázquez, Francisco. “La dimensión ambiental en
el PIB y políticas ambientales en México” en Mundo siglo XXI, revista del Centro de Investigaciones
Económicas, Administrativas y Sociales del Instituto Politécnico Nacional, no. 6 otoño 2006, revista
trimestral. Por supuesto, la viabilidad de la propuesta se inserta en los parámetros del capital y sus
cifras. En la realidad, una transición de las categorías económicas a otras no representa alternativa
alguna, es sólo un simple cambio en las premisas del discurso que no se refleja en las condiciones
materiales de la gente a la que el capital ha empobrecido.
131
Escobar, Arturo (1996), p. 381.
83
responsables”, la administración política y de conocimiento de la ecología ha sido
asumida por empresas que buscan la compatibilidad entre el cuidado del entorno
natural y sus negocios. Desde luego, la responsabilidad social que pregonan no
asume la responsabilidad por la destrucción que ellas mismas causaron en el
pasado, sino que sólo se comprometen a no continuarla, siempre y cuando no
interfieran con sus negocios. Es una mera estrategia empresarial. En suma, la ola
de privatizaciones no pudo dejar pasar la naturaleza, donde el desarrollo
sustentable fijó el objetivo en la constante renovación de los recursos para las
dinámicas del valor y el mercado.
84
últimos años, el “Protocolo de Kyoto”, no mereció más que una (re)invitación a su
incorporación por parte de la comunidad experta.132
85
constituye a sí misma. Por tal motivo, las condiciones de posibilidad de lo natural
para la vida humana sólo tendrían sentido dentro de la visibilidad económica.
86
Ahora que al parecer el destino ya nos alcanzó, marcándose así una nueva era
de apocalipticismos, las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza exigen
transformarse urgentemente. La brutal depredación humana de la naturaleza ha
excedido los límites de riesgo hasta el punto de una crisis global insospechada
que, por cierto, afecta de manera inmediata y con mayor fuerza a los sectores más
empobrecidos de cualquier sociedad. Frente al agotamiento del camino de la
mismidad eurocéntrica de la ecología capitalista, se alcanza a vislumbrar la
posibilidad de una ecología plural, de la diferencia, la cual, se opone a la
reproducción de las relaciones de poder y dominio permitiendo el acceso a los
beneficios (no en términos economicistas) de la naturaleza a las mayorías. Esta
otra particularidad ecológica intenta mantener una relación de complementariedad
con la naturaleza como constitutiva del ser humano. Busca redimensionar los
ángulos socio históricos de la ecología tratando de equilibrar las relaciones
naturaleza-humano, en un intento de resignificarlas dentro de un marco teórico-
práctico alejado de la racionalidad capitalista.
87
socio históricas y culturales con la naturaleza, no como extensión ajena, sino
como constituyente imprescindible de la vida en su totalidad, en palabras de
Lenkersdorf, como compañera.
La privatización del agua en Argentina fue un duro golpe para los movimientos
de resistencia de la ecología plural, sin embargo, la esperanza revivió con el caso
de los pobladores de Cochabamba en Bolivia que entre el final de 1999 y
principios del 2000 terminaron por sacar del negocio a la Bechtel Corporation y
Edison.
88
que ha representado el cuerpo se radicaliza aún más en lo femenino.135 Antes,
vale la pena problematizar en torno a algunas cuestiones lógicas que, en
ocasiones, pueden llegar a crear más confusión que claridad.
135
Cfr. Montalvo, Sergio. Del perfecto manual misógino. Tintas editores, México, 1994. Aunque
puede criticársele a Montalvo por el hecho de no incluir en su obra las referencias y fuentes
utilizadas, no deja de ser interesante su recopilación de frases, dichos, pasajes y declaraciones
contra las mujeres en distintas personalidades a lo largo de la historia, las cuales, van desde
Schiller, Benjamin, Sartre, Balzac y Faulkner, hasta Woody Allen y The Rolling Stones.
89
que criticaron. En la realidad, una doble negación puede no alterar el valor de
verdad de una fórmula. La mujer, es doblemente negada en su corporalidad, por
ser cuerpo y, además, mujer. En este caso la segunda negación no altera el valor
de verdad de la primera, sino que la refuerza. Si el cuerpo debe ser dominado por
la razón, en la mujer se justificaría doblemente dicha afirmación.
136
Gargallo, Francesca. Ideas feministas latinoamericanas. Universidad Autónoma de la Ciudad de
México, 2ª edición, México, 2006, p. 33.
90
invisibilidad deriva en una idea masculinizada del mercado y la repartición de la
riqueza hacia los hombres, relegando a la mujer a un status de mera
sobrevivencia a partir de las dádivas económicas como el “gasto familiar”.137 Si
alguna actividad laboral es llevada a cabo por mujeres, el sistema capitalista
permite el desplazamiento de la mano de obra hacia la producción varonil bajo el
lema: “es un trabajo de hombres”. Sigue presente la lógica aristotélica que exigía
el sometimiento de los seres más “débiles” en una jerarquización donde las
mujeres y los niños toman la peor parte.
137
Escobar, Arturo (1996), p. 327.
138
Carmen, Raff. Desarrollo autónomo. Humanización del paisaje: una incursión en el pensamiento
y la práctica social. Trad. Eduardo E. Saxe Fernández, Editorial Universidad Nacional (EUNA),
Heredia, Costa Rica, 2004, p. 49.
91
Existe, sin embargo, un grupo aún más grande, eminentemente susceptible a
los agobiantes procesos de formación del Cuarto Mundo: se trata del grupo
de mujeres y sus hijos del Tercer Mundo, quienes tradicionalmente han sido
el “recurso olvidado” que pasa por alto –las mulas de trabajo de la fábrica,
invisibles, no reconocidas, no pagadas, no registradas.139
139
Ibid, pp. 49-50.
92
Ligar el sistema de género con la identidad de las mujeres es atarlas a la
subordinación de los hombres. Liberarse del género es, por el contrario, una
propuesta de construcción de la propia subjetividad que implica el
reconocimiento del valor cultural y económico de cada mujer en el colectivo
femenino, y la validación del derecho a una diferencia sexual positiva y de la
desconstrucción de la occidentalización forzada.140
93
jurista orientó su argumento en la no existencia de un alma cristiana en los
indígenas, semejante a la del europeo, el segundo –entre otras razones- abogó
por las similitudes corporales entre conquistados y conquistadores, a excepción de
la barba.141 Es vital la necesidad de in-corporar el tema en el análisis y reflexión de
nuestra realidad. Las alternativas al desarrollo se llevaran –y se han llevado- a la
praxis no desde la inteligibilidad, sino a partir de los elementos físicos concretos.
De igual forma, la liberación femenina del sistema de dominación patriarcal sólo
encontrará las condiciones de posibilidad y eliminará las negaciones a través de la
afirmación de su propia corporalidad. Urge desprenderse de las actitudes
inverosímiles con que se ha tratado la cuestión y “poner el dedo en la llaga”,
después de todo, las bofetadas de la “mano invisible” también las han sentido
nuestros cuerpos.
141
Son muchos las referencias respecto a la corporalidad que se podrían rescatar en el
pensamiento de nuestra región. Véase Cerutti Guldberg, Horacio. “Preliminares hacia una
recuperación del cuerpo en el pensamiento latinoamericano contemporáneo” en la revista Anatellei.
Centro de Estudios Filosóficos y Teológicos “Villa Claret”, Córdoba, Argentina, año VII, no. 14,
diciembre 2005.
94
de su muerte, en nuestra América algunos no quedaron conformes y trataron de
superarlo con la resurrección de toda una nación.
Desde luego, Carlos Saúl Menem no es el único “falso profeta”. Durante más de
medio siglo otros como él han abanderado los discursos y prácticas del desarrollo
sin que se vea beneficio alguno para las mayorías empobrecidas alrededor del
mundo. El velo de las promesas incumplidas no sólo cubre la investidura
presidencial, también ha tejido los trajes sastre de banqueros, economistas,
políticos, académicos, funcionarios públicos, analistas y hasta las sotanas de
quienes, pese al fracaso histórico de sus modelos económicos, políticos y de
pensamiento, mantienen una actitud de intransigencia al seguir imponiéndolos a
costa de lo que sea, aún de la vida misma.
142
Estas “mesiánicas” palabras, que forman parte de un discurso pronunciado por el entonces
presidente argentino Carlos Saúl Menem, fueron recogidas en el documental Memoria del saqueo,
dirigido por Fernando Ezequiel Solanas en el año 2004.
95
frase que ha servido en los últimos años como justificación para la imposición
(casi siempre de manera violenta) de las políticas del régimen democrático-
capitalista, lo mismo en el pueblo de Atenco que en las calles de Buenos Aires,
Caracas o Quito.
143
Un ejemplo de esto son los “mercados sobre ruedas” o “tianguis” de la ciudad de México. Para
poder vender, los comerciantes de estos grupos tienen que afiliarse al partido político que en ese
momento se encuentra en el poder, conformando una parte considerable de su plataforma política
de base.
96
nacionales o regionales- de los empobrecidos por las prácticas desarrollistas que
buscan diseñar, imaginar y practicar alternativas diferentes desde la
heterogeneidad. Es importante diferenciar esta idea de la noción de “los
oprimidos” o de comunidad. Como lo muestra Raff Carmen, la opresión puede
adquirir múltiples formas y operar en distintos niveles, por lo que, la noción podría
no articular necesariamente las prácticas de desarrollo o desfigurar el sentido en
la amplitud de sus márgenes. Se pueden presentar problemas similares con el
término de comunidad.
144
Carmen, Raff (2004), p. 105.
145
Véase Tapia, Luis. Política Salvaje. Muela del Diablo Editores, Consejo Latinoamericano de
Ciencias Sociales (CLACSO), La Paz, Bolivia, 2008.
97
ampliado y hasta diversificado, al mismo tiempo se han delimitado y regulado en
los marcos de la institucionalización oficial. La acción política colectiva trasciende
los espacios y formas de las prácticas tradicionales con cuestionamientos críticos
sobre los principios de organización del Estado, gobierno y sociedad. Esta es una
característica que no debe perderse de vista: la praxis política colectiva no se
desenvuelve en un lugar específico, sino que transita entre uno y otro de los ya
establecidos, reapropiándose de aquellos que fueron neutralizados por las
estructuras del poder y, desde luego, posibilitando la creación de otros más. En
otras palabras, para la promoción y difusión de sus demandas, proyectos y fines,
quienes integran el colectivo adoptan prácticas que podrían señalarse como una
especie de “nomadismo político” en un desplazamiento fluido de los lugares
oficialmente permitidos a otros.146
Para que esto no sea un espejismo más y realmente se considere como una
alternativa viable, debe tomarse en cuenta algunos puntos problemáticos.
146
Ibid, p. 56.
147
Escobar, Arturo (1996), p. 421.
98
La aculturación de los países “en desarrollo” a valores, tecnologías y
costumbres extrañas, con una concurrente alienación de lo propio, constituye
la materia misma que se le imprime al circuito del desarrollo. La aculturación
es el corazón mismo del negocio del desarrollo. La transferencia imperativa
se extiende sobre todo al campo de la política y la práctica del desarrollo: sin
ella, el “desarrollo” resultaría inconcebible.148
148
Carmen, Raff (2004), p. 57. Para Carmen, la aculturación es “cuando una cultura de origen
extranjero influye profundamente, o reemplaza, una cultura indígena” (Ibid, p. 56).
149
Autoempoderamiento se refiere a la “toma del poder” (colectiva) por parte de quienes
históricamente les ha sido negado. Ibid, pp. 112-114.
99
reflexión socio histórica y atendiendo los símbolos, lenguajes, políticas e historias
que se desenvuelven en la cotidianidad, se cimentarán las bases para formas de
pensamiento verdaderamente incluyentes. Desde luego, tal reflexión requiere
también de la colectivización interna de sus procedimientos; es indispensable
terminar con el prerrequisito de la monodisciplinariedad como forma de acceso in-
mediato de la realidad.
100
A modo de conclusión
101
del desarrollo? Desgraciadamente, la respuesta se afirmó con la crisis económica
mundial que tuvo lugar en septiembre de 2008. Antes hubo por lo menos tres
manifestaciones que anunciaban el llamado crash de 2008: la crisis de los
combustibles que elevó los precios del petróleo hasta los ciento cincuenta dólares
por barril, otra de los alimentos que llegó a triplicar los precios del trigo y el arroz y,
finalmente, la de las hipotecarias con la bancarrota de Lehman Brothers que
terminó por desencadenar el pánico financiero.150 El panorama económico
después de la mega crisis es poco alentador. Tan sólo hasta el mes de noviembre
del mismo año en el país de “los sueños y las oportunidades” había por lo menos
diez millones de desempleados, dos millones de embargos hipotecarios y miles de
bancarrotas. El sueño terminó por convertirse en pesadilla y las oportunidades en
fracasos.151
Para el resto del mundo, no desarrollado, todo esto sólo puede significar una
cosa: más pobreza y el empeoramiento de las condiciones de vida. El principio del
“derrame económico” ha dejado en claro que no es la riqueza la que se derrama,
sino sólo su contraparte. Ejemplo de ello es el multimillonario rescate financiero de
los Estados Unidos dirigido a los grupos corporativos transnacionales y no a los
desempleados y sin techo que la crisis generó.152 Irónicamente, como suele
suceder, el rescate será solventado con el dinero de los contribuyentes,
convirtiéndose en burla la consigna de la cúpula política de ese país: “no es para
Wall Street, sino para Main Street”.153
150
Véase el artículo “La vida después del crash” en el periódico La Jornada, 16 de diciembre de
2008.
151
Cfr. Brooks, David (corresponsal). “Defiende Bush el neoliberalismo mientras el Estado
interviene en el sector financiero” en La Jornada, 14 de noviembre de 2008.
152
El viernes 3 de octubre de 2008, en medio de aplausos y gritos, la Cámara de Representantes
de los Estados Unidos, con 263 votos a favor y 171 en contra, aprobó un paquete económico de
700 mil millones de dólares para la estabilización del sistema bancario y económico de ese país.
En menos de una hora, el presidente de esa nación convirtió la iniciativa en ley. Brooks, David
(corresponsal) “La Cámara de Representantes de EU aprueba el rescate financiero” en La
Jornada, 4 de octubre de 2008.
153
Ibidem. “Main Street” es un eufemismo para referirse a “la gente ordinaria”, como si el banquero
fuera extra-ordinario.
102
Ante el más grande tropiezo de la economía capitalista en la historia, las
reacciones han sido diversas y no se han hecho esperar. Los defensores del
“mercado libre” arguyen que la inestabilidad sólo es pasajera, no se debe perder la
fe en el capital neoliberal. Tal es el caso de George W. Bush:
154
El mismo artículo de la nota 148.
155
“Sin precedente, actual crisis financiera: FMI” en La Jornada, 17 de septiembre de 2008.
156
Reuters. “Demanda el FMI gran estimulo fiscal para la economía mundial” en La Jornada, 30 de
diciembre de 2008. En franca contradicción a lo que siempre se declaró, sus defensores tratan de
restarle importancia al hecho afirmando que “la historia ha demostrado que la amenaza mayor a la
103
economía actual se ha agotado.157 El supuesto ontológico constituyente que ve en
lo social un conglomerado de agentes individuales es puesto en duda, mientras,
los expertos demandan cooperación y solidaridad con el libre mercado (sic).
Epistemológicamente, ya no suenan tan irracionales las voces que desde antes
anunciaron (sin profetismos) el colapso teórico-práctico del capital neoliberal. En
términos éticos, la brutalidad a la que llevó el spencerianismo social en aras de la
libertad también quiere ser regulado.
Pero, hay que ser justos y cuestionarse: ¿la crisis del modelo teórico neoliberal
se originó con el desplome económico? Por supuesto, la respuesta es no. Dicho
fenómeno sólo vino a confirmar lo que desde las prácticas cotidianas de los
empobrecidos, en su lucha por la sobrevivencia, han llevado a cabo en sesenta
años de desarrollismo. ¿Acaso las economías “informales”, las organizaciones
colectivas por la defensa de los derechos humanos, las economías alternativas
arraigadas cultural e históricamente distintas al modelo occidental y, otras tantas,
además de la pobreza desmedida, no eran ya síntomas de la crisis del paradigma
capitalista-desarrollado? En caso de que la respuesta sea afirmativa, entonces, no
se puede mantener la ceguera frente a lo que la realidad cotidiana nos presenta.
Todas esas historias concretas, no alineadas, exigen abordarse teóricamente. Su
reflexión filosófica puede enriquecer las posibilidades de una vida más digna. Para
ello, hay que derribar los muros que impiden ese contacto con lo cotidiano: el
academicismo estéril, la monodisciplinariedad, el atomismo-individualismo, el
spencerianismo social, la “corpofobia” (si se permite el neologismo), el
enfrentamiento con la naturaleza, las relaciones poder-conocimiento que
reproducen la visualización del otro como inferior y un largo etcétera. Si se opta
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por encarar el reto, la reflexión en torno a la preservación y reproducción de la
naturaleza y los cuerpos es impostergable. Lo mismo con la noción de sujeto
social organizado colectivamente para el ejercicio político cotidiano en la
búsqueda de la afirmación y dignificación de la vida.
Las puertas para una nueva concepción del poder y su ejercicio se han abierto
de par en par. Lo mismo en el plano epistemológico para el entendimiento de la
realidad. Sin embargo, hay que ser mesurados, pues aún falta presenciar las
reconfiguraciones que en el discurso y la práctica seguramente tendrá el
desarrollismo/neoliberal/globalizado. De ahí el título de este apartado: “a modo de
conclusión”, ya que aún estamos lejos de presenciar el final del problema. Todo
indica que la situación se agudizará en grados insospechados, sin ánimo de caer
en actitudes fatalistas. Las interrogantes se multiplican: ¿cuántos y quiénes
creerán en la reconfiguración del desarrollo?, ¿cuántos y quiénes mantendrán la fe
158
Carmen, Raff (2004), p. 92.
159
En su obra, Teivo Teivainen sugiere atender las dimensiones pedagógicas de las prácticas del
desarrollo como formas de enseñanza, adoctrinamiento y disciplinamiento por parte de los
poderosos . Teivainen, Teivo. Pedagogía del poder mundial. Relaciones internacionales y
lecciones del desarrollo, en América latina. Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación
(CEDEP), Perú, 2003.
105
en el libre mercado?, ¿cuántos habrán de perecer en el proceso?160 y, ¿cuánto
tiempo durará esto?
160
En este caso, no vale la pena preguntarse por el quiénes. Es una perogrullada decir que serán
los empobrecidos.
106
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107
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111