Liliana Galván*
El niño, pleno de contenidos fantásticos, sin límites, animista, con un lenguaje flexible
capaz de variar el tiempo y el espacio, conquista en cada improvisación cada uno de sus
sueños. Entre sus principales preferencias está el azar, lo lúdico, lo vivencial, la historia
sin fin. Sin embargo, el nivel de elaboración del lenguaje teatral infantil y su forma, va
a variar de acuerdo al contenido, a la edad y al proceso de desarrollo del niño. Es tarea
del educador de drama y teatro respetar el lenguaje del niño, tanto por su proceso
evolutivo como creativo. Por ello, el diseño de una sesión de drama puede considerarse
como un diseño “emergente”, porque éste debe ser transformado durante la sesión, de
acuerdo a las necesidades del grupo o de evolución de la misma. El educador se
convierte en un investigador del entorno y de la ciencia de la transformación, para lo
cual recupera su visión animista, orgánica, concreta y fantástica. No obstante, es
importante advertir que el mejor diseño, es aquel que impulsa el método del propio
niño. Es fundamental respetar su proceso dada su sensibilidad y fragilidad.
A continuación, compartiré una experiencia educativa a través del arte que toma en
cuenta el proceso creativo dramático centrado en el niño, con sus fases de preparación,
aspiración, inspiración, iluminación y producción.
CONTENIDO TEMÁTICO:
“Tierra, Viento, Fuego, Aire”
Visión: A través de drama, el niño descubrirá el movimiento de la tierra, del agua,
de las plantas; recreará la danza del fuego, de la lluvia, de las olas y el viento.
Escuchará el sonido de las piedras, la música de las hojas y de la brisa. Creará la
melodía de las aves, caracoles, cañas y troncos. Interpretará música cálida, fría o
templada. Moldeará los rostros del sol y de la luna, de dioses y de niños de todas
las razas del mundo con quienes bailará alrededor del globo. Pintará murales en la
tierra, en las cataratas, en el firmamento.
Para lograr la integración y la comodidad de los niños, durante esta primera fase, todo
aquello que se identifique como extraño debe convertirse en familiar. Esto asegura un
clima de confianza general. Es indispensable ocuparse de la concentración, la
elasticidad y soltura corporal, así como del contacto y la comunicación. Estos recursos
permiten remover obstáculos del camino como la inercia, la dispersión, el
ensimismamiento, la inhibición.
A medida que el niño crece, la educación se vuelve cada vez más racional y lógica,
dejando de lado la sensorialidad, el movimiento y el contacto corporal. El espíritu
explorador del niño se puede inhibir, si éste, en la escuela, se conforma con recibir los
estímulos en forma pasiva.
El ser humano puede reconocer una sensación o inhibirla: puede oír sin escuchar, mirar
sin ver, oler sin reconocer lo que es. Por lo general, los inventores, descubridores o
creadores han sido personas sensibles, capaces de observar lo no evidente, de captar la
mayor cantidad de estímulos de una situación ordinaria, de fijarse en aquellos detalles
que para otros pasan desapercibidos. He aquí la primera oportunidad para ampliar
nuestro conocimiento: sensibilizarnos. Aristóteles expresaba al respecto: “nada hay en
el entendimiento que no hubiera antes en los sentidos”. Para él, el mundo de la
experiencia sensorial debía ser el punto de partida para la adquisición del conocimiento.
Cuentan que en la india había un sufí, muy conocido por su extremada sensibilidad. Él
acostumbraba viajar, por lo tanto, observaba cada detalle como por primera vez. Por
ejemplo, era capaz de describir las características de un camello cualquiera, sin haberlo
visto antes, con tan solo mirar por dónde pasó. Si observaba que las huellas de sus
pisadas eran desiguales, podía concluir que era cojo; si contemplaba los matorrales
podía darse cuenta cuánto y cómo había comido, además de reconocer si tenía buena
vista y buen apetito; si las hojas aparecían rasgadas, deducía que le faltaba un diente;
si, por el camino por donde el camello pasó, veía abejas y hormigas comiendo a los lados
del mismo, comprendía que el camello cargaba miel y maíz. El sufí, gracias a su
capacidad para observar, era muy sensible a cualquier estímulo. Para él cada detalle
era un dato fiel que le permitía conocer más allá de lo obvio1. Observar constituye el
eslabón principal para aspirar el conocimiento.
Si trabajamos a partir de una pintura, el niño puede leer la visión de diversos autores
para representar la naturaleza. Como por ejemplo, la exótica interpretación de Gaugin
en “Por el mar”, o en “El diluvio” de Kandinsky, en donde el movimiento turbulento
conmueve el espacio. O de pintores peruanos costumbristas que representan diversos
rituales de la siembra, la cosecha, la pesca. El niño explora el movimiento de las líneas,
la intensidad de los colores, la sensualidad de las formas, la composición y el vacío.
Se investigan diversos rituales locales creados para perennizar los elementos naturales.
Por ejemplo, el canto a la Pachamama, para el cual enterramos semillas en la tierra, la
1
HALKA, A.H.D., 1983. Cuentos de Oriente para niños de Occidente. Argentina: Ediciones Dervish
Internacional.
Yunsita, recreada como la danza del árbol, la fiesta del sol, las Diabladas y los
carnavales.
Durante la investigación, en un contexto real, los niños exploran la belleza de la
naturaleza pero, por contraste y al mismo tiempo, observan el maltrato del hombre
hacia ella. Advierten la basura en la arena, la contaminación de las aguas, las malas
costumbres, las actitudes de egoísmo, la irresponsabilidad por el mantenimiento del
ambiente. En el bosque urbano, perciben el peligro en las zonas oscuras, la falta de
tachos para el recojo de basura, los desagües al descubierto, etc. En su sensibilización
con la luz y el fuego, descubren el calor, la luminosidad, pero también el peligro y el
dolor que el fuego puede causar si no existe un sistema de prevención. En la
investigación sobre el viento descubren la fragilidad de los objetos, el frío, el polvo y la
suciedad. En esta etapa de la inspiración es muy importante la información que puedan
recabar del medio ambiente. Los niños la reciben con avidez por la necesidad de
encontrar una explicación al deterioro y a la apatía de la población.
Visión del niño: “Enseñemos a nuestra comunidad, cómo nosotros, los niños, podemos
respetar y hacer un homenaje a nuestra naturaleza: tierra, mar, fuego y viento. A
partir de ese momento nada será igual.”
Título de la Obra: Rituales: el renacimiento
V. PRODUCCIÓN - montaje
En esta experiencia los niños decidieron representar su propia versión sobre la creación
de cada uno de los elementos naturales. Pensaban que para cada “nacimiento”, Dios
tuvo un ritual diferente. Imaginaron que ésta representación se tenía que desarrollar en
un escenario natural, en donde se pudiese apreciar tanto la belleza, como la torpeza del
hombre para conservarla. Por todo ello, escogimos una playa llamada Villa. Dicha playa
tenía una serie de contrastes. Por un lado, estaba muy bien conservada y por el otro
cargada de quioscos, de abandono y deterioro. Los niños incluyeron, como parte de la
obra, el ritual de la limpieza y la recuperación de su estado natural.
Para destacar el homenaje resolvieron utilizar vestuario y maquillaje totalmente
natural. Se vistieron con hojas, mantos, tierras de colores. Tocaron instrumentos
musicales autóctonos, como pututos, cañas, plumas, mates. La exhibición de sus
diseños y obras plásticas fue realizada en la arena, sobre mantos y pareos. Eligieron un
atardecer, una puesta de sol, para darse cita con las familias y compartir con ellos dicho
homenaje.
A veces, suele suceder que para la realización de un montaje uno busca un presupuesto
o pide ayuda a los padres para elaborar costosos vestuarios o escenografías. En este
proyecto pudimos contar con el escenario más majestuoso, auténtico y sin límites: el
mar. Y no tuvimos que pagar por él. Los niños crearon sus vestuarios con hojas y tierras
con lo cual adquirieron un aspecto primitivo que los vinculaba con otra convención,
necesaria para el ritual. Los niños que trabajaron la musicalización, acompañaron el
canto de las olas con sonidos de cañas, y llamadas de pututos.
Tenemos que reconocer como docentes que estamos rodeados de recursos para la
creación. Cada localidad puede encontrar elementos propios que los identifiquen y
caractericen.
El drama es una experiencia vivencial muy diferente a una actuación en la que sus
profesores disfrazan, mueven y hasta le ponen sonrisas a sus alumnos. El mundo interno
del niño es mágico, él tiene más que mostrarnos que nosotros cuando tratamos de
enseñarles nuestra visión convencional del mundo. En la educación elemental, el drama
es un juego de roles sin fin, en donde el profesor debe facilitar que el niño proponga,
tome decisiones, e interactúe. Démosle tiempo a los niños para iniciar su proceso
creativo, desarrollarlo y transformar su realidad.
Preparación
Relajación
integración
Producción
Evaluación Montaje Sensibilización Aspiración
PROCESO
apreciación
CREATIVO
Reflexión Contextualización
Iluminación
Inspiración