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LA CONSTRUCCIÓN DE LA SUBJETIVIDAD EN SARTRE

Prof. Mag.Marta Bayarres

En este trabajo nos proponemos comenzar el análisis de la filosofía de la conciencia en


Sartre, para luego abordar algunos de los temas que de ella se desprende, a saber, la
autoridad de la primera persona en lo que se refiere al conocimiento y su dependencia
en lo que respecta a la relación con el otro.
En la ontología de Sartre lo que diferencia al ser humano de otros seres es precisamente
la nada. O con más precisión, es una nada. El ser humano no es igual que el resto de
los seres, se distingue de ellos por estar separando por la nada.
Cuando los Atomistas griegos declararon que la realidad consistía en átomos y vacío,
era fácil entender que lo nulo era real sin ser una sustancia.
Claramente, el vacío era necesario para que los átomos pudieran agruparse y
reagruparse en formas que hacen al universo. Pero el no ser del Atomista no hace nada;
está en el conjunto de átomos automotores que son responsables de permanencias
relativas y cambio.
Por el contrario, Sartre pone toda la actividad dónde hay nada.
En Sartre la ontología es una descripción fenomenológica de la relación de esta
ninguna-cosa que es la conciencia del ser del que depende.
La conciencia revela al ser. Ambos el revelado y los que revelan tienen una cierta
transfenomenalidad. Como una" prueba ontológica" de la transfenomenalidad del ser,
La conciencia es transfenoménica. El objeto no entra en la conciencia más que la
conciencia entra en él. La conciencia no es una cosa, no, una entidad, no una sustancia.
Sartre lo llama un" absoluto no substancial." Es absoluto porque es no substancial. La
conciencia no tiene nada sustancial, es la pura" apariencia" en el sentido más literal.
Sólo existe en la medida en que aparece. Pero precisamente es porque la conciencia es
la pura apariencia, porque es el vacío total (ya que el mundo entero está fuera de ella) es
debido a esta identidad de apariencia y la existencia dentro de ella que puede ser
considerada como el absoluto.
Su existencia es sólo la actividad de revelar. Sartre adopta totalmente la "declaración de
la fenomenología: “Toda conciencia es conciencia de algo"
La conciencia no es un ser, pero es la fuente de toda la determinación, de todo lo que"
pasa" a ser.
El propio Sartre deseó establecer un monismo materialista. Por este término Sartre quiso
indicar que no hay una realidad espiritual o mental que exista independientemente de la
materia. Pero esto no significa que esos procesos conscientes puedan explicarse por los
mismos tipos de leyes que determina el químico o el físico en las reacciones.
La conciencia no es ni cosa ni espíritu.
Así la conciencia es consciente de los objetos y de su propia actividad, por su poder de
separación. No debemos decir que esa conciencia es una mente estructurada o cualquier
otro tipo de entidad.
La posición de Sartre sería incomprensible salvo una cosa: Aunque la conciencia revela
al ser, la oposición fundamental, en la que él construye su ontología no es entre la
conciencia y el ser, sino la distinción entre dos regiones de ser, sólo que, una de ellas se
caracteriza como indisolublemente asociada con la conciencia.
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Éstas son [1'etre-en-soi) y (l'etre-pour-soi], pero en la medida en que como el ser para sí
es, tiene él, el mismo ser, como ser en sí. Sólo se distingue por la presencia en sí mismo
de la actividad de negación activa que experimentamos como la conciencia.

La conciencia es la actividad de revelar; es decir, de reflejar, de pensar. Como una


actividad, la conciencia es doblemente dependiente en ser.
Primero, no puede existir excepto como algo al que algo es revelado (toda conciencia es
conciencia de algo). Y es la actividad de un ser; es decir, de un ser-para -sí.
Nosotros no debemos pensar en la conciencia como una clase de espacio vacío dentro
del para-él. Eso sería hacerlo en una pasividad.
La conciencia es una presencia a su objeto, una reflexión de él. Cada acto es
posicionalmente consciente del objeto que postula y no posicionalmente consciente de
sí mismo.
Sartre distingue los dos poniendo el segundo" de" en los paréntesis: La conciencia de un
objeto también es la conciencia (de) él.
Pero no hay ninguna sustancia o contenido en este ego, sólo el hecho del conocimiento
de sí mismo. En cierto sentido esta “conciencia (de)”, es la negación.
La conciencia no podría existir sin la separación de su objeto. Si la conciencia fuera una
con su objeto, habría sólo el objeto.
Cuando Sartre dice que el para-sí es la nada de lo nihilizado, él simplemente quiere
decir que el acto de estar consciente precisamente es la introducción de la separación de
(sí-mismo) - el conocimiento de su objeto, que pone lo otro como parte del objeto que
no es el conocimiento.
En este contexto nosotros estamos considerando lo pre reflexivo de la conciencia.
El" yo" y el" yo moi” son el resultado del trabajo de la conciencia reflexiva, un
conciencia que toma su conocimiento como su objeto directo. Nosotros pretendemos un
YO como precediendo al EGO, pero la conciencia pre reflexiva es translúcida.
La conciencia en su misma existencia es temporal, Sartre habla de la conciencia como
de un" perpetuo vuelo."
Los no reflexivos nivelan, y lo que esto significa es que cada intención consciente
aparece en un espacio temporal interior comparable al espacio que conecta con el del
ámbito de una percepción.
La conciencia es consciente (de) sí como el revelar de una sucesión continua de
nihilizaciones. Si reconocemos que la introducción de la nada y la conciencia
intencional son una y la misma, no caeremos en el absurdo de preguntar si la conciencia
es la nada, y en ese caso, cómo puede actuar.
La conciencia es la reflexión de objetos, y esto, a su vez, es sólo el (sí-mismo)-
distanciado, eso que Sartre llama nihilización.
Ahora nos interesa aclarar una distinción que Sartre trata de hacer muy precisa. La
conciencia no es el instrumento del cuerpo, y Sartre declara explícitamente que el
cuerpo no es el instrumento de la conciencia.
Con respecto al cuerpo Sartre dice que la conciencia es y no es su cuerpo. Esto es
porque el cuerpo es ser-para-sí y siendo - él.
Más precisamente, el cuerpo existe en tres dimensiones. La primera es la del cuerpo
como ser-para-sí.
Sartre nos dice que el cuerpo es la facticidad del para-sí, el hecho que su ser situó en el
mundo. Decir que yo he entrado en el mundo, vine al mundo o que hay un mundo o que
yo tengo un cuerpo es una y la misma cosa.
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Es el cuerpo que individualiza, eso sirve como un centro unificador de referencia que
hace posible distinguir el sueño de la realidad.
Sartre nos prohíbe que pensemos en una conciencia como habitando un cuerpo o como
poseyéndolo o como usándolo, pues implicaría la existencia separada - y existente -
dentro de un para-sí.
Debe ser totalmente el cuerpo, y debe ser totalmente la conciencia; no puede unirse con
un cuerpo. El cuerpo es ser-para-sí.
Como en su relación a todos los otros seres, la nihilización de la conciencia también se
produce la nihilización del cuerpo de que él es consciente, distanciándose incluso de él
en tanto es dependiente en él.
La diferencia aquí es que ese cuerpo siempre está presente como la parte de la tierra de
todas las percepciones intencionales, los sentimientos, y así sucesivamente.
Así como" el mundo" es. El mundo, en las condiciones de la fenomenología, es realidad
externa perdida en la unificación de la experiencia consciente.
Estar consciente es siempre estar consciente del mundo, y el mundo y el cuerpo están
siempre presentes a mi conciencia, aunque de maneras diferentes. El cuerpo es el foco
de referencia por que la conciencia se localiza en el mundo.
El cuerpo es un punto de vista adelante del mundo, pero es el punto de vista que yo no
puedo tomar como punto de vista.
En la medida en que la conciencia siempre" va más allá de" su cuerpo, el cuerpo, debe,
de alguna manera estar presente como siendo-en-él.
La segunda dimensión es mi-cuerpo-para-el-otro, aunque Sartre reconoce que nosotros
podemos discutirlo más convenientemente como" el Otro cuerpo" - es decir, un cuerpo
como aparece a otra conciencia.
El “Otro, cuerpo” es un objeto material en el mundo que yo percibo del exterior. Pero
es diferente a cualquier otro objeto, porque yo sólo puedo entender sus movimientos y
manifestaciones por referencia a una subjetividad.
. Yo no puedo asirlo directamente, pero su existencia innegable domina mis relaciones
con el Otro cuerpo. Si el otro corresponde aproximadamente a la primera persona en el
orden de la experiencia y si El otro, cuerpo permite el surgimiento de la segunda
persona, la tercera persona de Sartre, la dimensión corporal, mi-cuerpo-como-lo
desconocido - el-otro es totalmente tercera persona. Aquí el cuerpo es puro en-sí.
En la Trascendencia del Ego Sartre es muy claro al analizar cómo el Ego entra al Ser.
Se ha constituido una conciencia reflejándose en sus propias actividades, unificándolas.
El ego se fabrica fuera del psíquico, es el residuo de experiencias más tempranas, y es
su unidad. Pero es la conciencia la que establece esta unidad. El ego no está dentro de
la conciencia sino fuera de él.
La conciencia está separada del ego del mismo modo de nihilización que la conciencia
efectúa con respecto a todos de sus objetos. El ego es el objeto de conciencia.
Sartre describe la formación del ego enumerando sus componentes. La conciencia hace
el ego unificando sus propias acciones, sus cualidades, y sus estados. Las acciones que
llevan, claro, las interpretaciones impuestas por la conciencia que las realizó.
Las cualidades son, la conciencia de los diversos objetos intencionados, en la medida
que no son cualidades subjetivas sino cualidades radicadas en los diversos objetos
intencionados. Un estado es una estructura psíquica constituida por la conciencia para
imponer una continuidad entre el pasado, presente. Los estados solamente son posibles
a partir de las acciones intencionales que tienen como objetivo los diversos objetos
intencionados con sus diversas cualidades. El hecho de que Pedro se aparezca a mi
conciencia como odiable, determina mi acción y, el estado de odio en mi subjetividad.
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Pero de ningún modo podemos suponer que el odio tuvo su origen en un yo a priori. En
Sartre encontramos, por paradójico que parezca, una subjetividad “sin sujeto”.
El Ego constituirá la subjetividad, cuyas dos caras serán el “yo”, su aspecto “activo”, y
el “yo-moi”, su cara pasiva. En definitiva el Ego sartreano constituye lo que en otros
contextos se denomina “la personalidad”.

BIBLIOGRAFÍA

BARRETT, William, El hombre irracional, Ed. Siglo Veinte, Bs. As. 1967

CABANCHIK, S., El Absoluto no Sustancial, Ed. Luis O. Tedesco, Bs.As., 1985

MOUILLIE, Jean-Marc, SARTRE, Consciente, ego, et psyché ; Philosophies

Presses Universitaires de France ; Paris 2000

Rev. TEOREMA, MONTERO, F. « La fenomenología del “yo”; Vol. X/4,

Universidad de Valencia, 1980

SARTRE, J.P., El Ser y la Nada, Ed. Losada, Bs.As., 1972

SARTRE, J.P., La Trascendencia del Ego, Ed. Calden, Bs.As., 1968

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