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Éstas son [1'etre-en-soi) y (l'etre-pour-soi], pero en la medida en que como el ser para sí
es, tiene él, el mismo ser, como ser en sí. Sólo se distingue por la presencia en sí mismo
de la actividad de negación activa que experimentamos como la conciencia.
Es el cuerpo que individualiza, eso sirve como un centro unificador de referencia que
hace posible distinguir el sueño de la realidad.
Sartre nos prohíbe que pensemos en una conciencia como habitando un cuerpo o como
poseyéndolo o como usándolo, pues implicaría la existencia separada - y existente -
dentro de un para-sí.
Debe ser totalmente el cuerpo, y debe ser totalmente la conciencia; no puede unirse con
un cuerpo. El cuerpo es ser-para-sí.
Como en su relación a todos los otros seres, la nihilización de la conciencia también se
produce la nihilización del cuerpo de que él es consciente, distanciándose incluso de él
en tanto es dependiente en él.
La diferencia aquí es que ese cuerpo siempre está presente como la parte de la tierra de
todas las percepciones intencionales, los sentimientos, y así sucesivamente.
Así como" el mundo" es. El mundo, en las condiciones de la fenomenología, es realidad
externa perdida en la unificación de la experiencia consciente.
Estar consciente es siempre estar consciente del mundo, y el mundo y el cuerpo están
siempre presentes a mi conciencia, aunque de maneras diferentes. El cuerpo es el foco
de referencia por que la conciencia se localiza en el mundo.
El cuerpo es un punto de vista adelante del mundo, pero es el punto de vista que yo no
puedo tomar como punto de vista.
En la medida en que la conciencia siempre" va más allá de" su cuerpo, el cuerpo, debe,
de alguna manera estar presente como siendo-en-él.
La segunda dimensión es mi-cuerpo-para-el-otro, aunque Sartre reconoce que nosotros
podemos discutirlo más convenientemente como" el Otro cuerpo" - es decir, un cuerpo
como aparece a otra conciencia.
El “Otro, cuerpo” es un objeto material en el mundo que yo percibo del exterior. Pero
es diferente a cualquier otro objeto, porque yo sólo puedo entender sus movimientos y
manifestaciones por referencia a una subjetividad.
. Yo no puedo asirlo directamente, pero su existencia innegable domina mis relaciones
con el Otro cuerpo. Si el otro corresponde aproximadamente a la primera persona en el
orden de la experiencia y si El otro, cuerpo permite el surgimiento de la segunda
persona, la tercera persona de Sartre, la dimensión corporal, mi-cuerpo-como-lo
desconocido - el-otro es totalmente tercera persona. Aquí el cuerpo es puro en-sí.
En la Trascendencia del Ego Sartre es muy claro al analizar cómo el Ego entra al Ser.
Se ha constituido una conciencia reflejándose en sus propias actividades, unificándolas.
El ego se fabrica fuera del psíquico, es el residuo de experiencias más tempranas, y es
su unidad. Pero es la conciencia la que establece esta unidad. El ego no está dentro de
la conciencia sino fuera de él.
La conciencia está separada del ego del mismo modo de nihilización que la conciencia
efectúa con respecto a todos de sus objetos. El ego es el objeto de conciencia.
Sartre describe la formación del ego enumerando sus componentes. La conciencia hace
el ego unificando sus propias acciones, sus cualidades, y sus estados. Las acciones que
llevan, claro, las interpretaciones impuestas por la conciencia que las realizó.
Las cualidades son, la conciencia de los diversos objetos intencionados, en la medida
que no son cualidades subjetivas sino cualidades radicadas en los diversos objetos
intencionados. Un estado es una estructura psíquica constituida por la conciencia para
imponer una continuidad entre el pasado, presente. Los estados solamente son posibles
a partir de las acciones intencionales que tienen como objetivo los diversos objetos
intencionados con sus diversas cualidades. El hecho de que Pedro se aparezca a mi
conciencia como odiable, determina mi acción y, el estado de odio en mi subjetividad.
[Escribir texto]
Pero de ningún modo podemos suponer que el odio tuvo su origen en un yo a priori. En
Sartre encontramos, por paradójico que parezca, una subjetividad “sin sujeto”.
El Ego constituirá la subjetividad, cuyas dos caras serán el “yo”, su aspecto “activo”, y
el “yo-moi”, su cara pasiva. En definitiva el Ego sartreano constituye lo que en otros
contextos se denomina “la personalidad”.
BIBLIOGRAFÍA
BARRETT, William, El hombre irracional, Ed. Siglo Veinte, Bs. As. 1967