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Kärre y cols. observaron que variantes de una misma línea celular tumoral
manifestaban distinto grado de sensibilidad a la lisis NK, que se correlacionaba
inversamente con la expresión de moléculas de clase I del MHC (Figura 12.3).
Por otra parte, la transfección de células diana con moléculas del MHC-I les
confería resistencia. Los autores propusieron la teoría de missing self para
explicar los fenómenos de citotoxicidad natural. Así hoy se considera que pese
a que las células NK son responsables de mecanismos de citolisis inespecífica no
restringida por el MHC, se sabe que la función de las células NK está regulada en
parte por el reconocimiento de moléculas MHC de clase I (MHC-I) en la célula
diana.
Las principales citocinas producidas por las células NK son TNF-alfa, IFN-
gamma, IL-3, GM-CFS y M-GSF. Estos inmunomoduladores se producen como
consecuencia de la activación de células NK como consecuencia de su
interacción con la célula blanco, por la acción de diferentes citocinas como son
IL-2 y Il-12 o por activación directa, por ejemplo por anticuerpos frente a las
moléculas CD16, CD69, CD80 y otras.
Hoy se sabe que las células NK mas positivas para el CD56 (CD56bright) poseen
mayor capacidad para producir citocinas que las células mas débiles para esta
molécula (CD56dim). A su vez las células NK CD56dim poseen mayor capacidad
citotóxica que las CD56 bright.
RECEPTORES ACTIVADORES DE CÉLULAS NK
Para que las células NK desarrollen su función tienen que identificar a la célula
blanco. Para ello las células NK poseen diferentes tipos de receptores con
función de reconocimiento de moléculas en las células blanco y en
consecuencia de activar la maquinaria citolítica y/o secretora de estas células.
Después veremos como junto a estos receptores de tipo activador existen otros
cuya función es inhibidora. En consecuencia hoy se conoce que la acción final
de las células NK depende del equilibrio entre las señales inhibidoras y
activadoras procedentes de sus receptores de superficie.
Receptor CD16.
• NKp46,
• NKp44 y
• NKp30.
TRANSDUCCION DE SEÑALES
Tal como se ha indicado con anterioridad, tanto los receptores KIR, ILT como el
homodímero de CD94 con distintos miembros de la familia de NKG2, pueden
ejercer acciones inhibidoras como activantes. El que ejerzan una u otra acción
depende de la cola citoplasmatica de dichas moléculas y de las cinasas con las
cuales se asocien.
Mecanismos de inhibición.
Estos mismos fenómenos has sido descritos para linfocitos T, en los que el
efecto activador mediado por el TCR-CD3, puede ser bloqueado por acción de
un receptor de tipo inhibidor (Figura 12.15). Los receptores de este grupo son
KIR2DL, KIR3DL, ILT-2, NKG2A y NKG2B.
Mecanismos de activación.
Las células NK forman parte de la primera barrera defensiva del individuo junto
con macrófagos y polimorfonucleares. Constituyen así parte de la respuesta
inmune innata. Ciertas citocinas que potencian el efecto de estas células son
producidas precisamente por macrófagos en las primeras fases de la infección.
Las células NK actúan destruyendo células (por ejemplo infectadas por virus) y
produciendo citocinas y quimiocinas, que intervienen regulando el sistema
inmune y el proceso inflamatorio.
Por otra parte una excesiva capacidad citotóxica de las células NK pueden
inducir estados de pérdida de la tolerancia normal y contribuir al desarrollo de
enfermedades de tipo autoinmune.
INMUNOLOGÍA
INMUNIDAD INNATA (NO-ESPECÍFICA)
I. GENERALIDADES DEL SISTEMA INMUNE
Aunque los seres humanos estamos constantemente expuestos a agentes infecciosos, en la mayoría
de los casos, somos capaces de resistir a estas infecciones y es nuestro sistema inmune el que se
encarga de esta función. El sistema inmune está compuesto de dos principales subdivisiones, el
sistema innato o no-específico y el sistema adaptativo o específico (Figura 1). El sistema inmune
innato es la primera línea de defensa contra organismos invasores mientras que el sistema inmune
adaptativo actúa como la segunda línea de defensa y pero además ofrece protección contra re-
exposiciones al mismo patógeno. Cada una de las principales subdivisiones del sistema inmune
cuenta con componentes celulares y humorales los cuales llevan a cabo su función protectora
(Figura 1). Además, el sistema inmune innato tiene también características anatómicas que actúan
como barreras a la infección. Aunque estas dos ramas del sistema inmune tienen distintas funciones,
existe una importante interacción entre los dos sistemas (i.e., los componentes del sistema inmune
innato influyen en el sistema inmune adaptativo y viceversa).
Si bien la función de ambos sistemas innato y adaptativo es la de protegernos contra organismos
invasores, estos difieren en ciertos aspectos. El sistema inmune adaptativo requiere tiempo para
reaccionar a un organismo invasor, mientras que el sistema inmune innato incluye defensas que, en
su mayor parte, se encuentran presentes constitutivamente y listas para ser movilizadas durante la
infección. Segundo, el sistema inmune adaptativo es específico para el antígeno y reacciona solo con
el organismo que indujo la respuesta. En contraste, el sistema innato no es específico del antígeno y
reacciona igualmente bien contra una variedad de organismos. Finalmente, el sistema inmune
adaptativo posee memoria inmunológica. Es decir, “recuerda” que previamente se ha encontrado con
un agente invasor y reacciona más rápidamente a la exposición subsecuente con el mismo
organismo. En contraste, el sistema inmune innato no tiene memoria inmunológica.
Todas las células del sistema inmune tiene su origen en la medula ósea y estas incluyen a las células
mieloides (neutrófilos, basófilos, eosinófilos, macrófagos y células dendríticas) y a las células
linfoides (linfocitos B, linfocitos T y células asesinas naturales) (Figura 2), las cuales se diferencian
a lo largo de distintas vías (Figura 3). La célula progenitora mieloide (célula madre) en la médula
ósea da lugar a los eritrocitos, plaquetas, neutrófilos, monocitos/macrófagos y células dendríticas
mientras que la célula progenitora linfoide da lugar a las células asesinas naturales (NK), células T y
células B. Para el desarrollo de las células T se requiere que células precursoras de T emigren al
timo en donde se diferencian en dos distintos tipos de células T, las células T cooperadoras CD4+ y
las células pre-citotóxicas CD8+. Dos tipos de células T cooperadoras se producen en el timo, las
células TH1, que ayudan a diferenciarse a las células pre-citotóxicas CD8+ en células T citotóxicas,
y las células TH2, que ayudan a las células B a diferenciarse en células plasmáticas, que secretan los
anticuerpos.
La principal función del sistema inmune el la discriminación de lo propio/no propio. Esta habilidad
para distinguir lo propio de lo no propio es necesaria para proteger al organismo de invasores
patógenos y para eliminar células propias modificadas o alteradas (vg. células malignas). Ya que los
patógenos se pueden replicar intracelularmente (virus y algunas bacterias y parásitos) o
extracelularmente (la mayoría de las bacterias, hongos y parásitos), los diferentes componentes del
sistema inmune han tenido que evolucionar para protegernos de estos diferentes tipos de patógenos.
Es importante recordar que la infección con un organismo no necesariamente significa enfermedad,
ya que en la mayoría de los casos el sistema inmune es capaz de eliminar la infección antes de que
ocurra la enfermedad. La enfermedad se presenta solo cuando el tamaño de la infección es alto,
cuando la virulencia del organismo invasor es grande o cuando la inmunidad está comprometida.
Aunque el sistema inmune, en su mayor parte, tiene efectos benéficos, puede haber efectos nocivos
también. Durante la inflamación, producida en respuesta a un organismo invasor, puede haber
irritación local y daños colaterales a los tejidos sanos como resultado de los productos tóxicos
producidos por la respuesta inmune. Además, en algunos casos la misma respuesta puede dirigirse
hacia los tejidos propios resultando en una enfermedad autoinmune.
Tabla 1
Immunidad Innata
Immunidad Respuesta antígeno-
Adaptativa Respuesta dependiente
antígeno-independiente
Hay respuesta máxima Hay un periodo de
inmediata latencia entre la
exposición y la respuesta
máxima
No antígeno-específica Antígeno-específica
1. Factores mecánicos
Las superficies epiteliales forman una barrera física que es bastante
impermeable a la mayoría de los agentes infecciosos. Es decir, la piel actúa
como nuestra primera línea de defensa contra organismos invasores. La
descamación del epitelio de la piel también ayuda a eliminar bacterias y
otros agentes infecciosos que se han adherido a las superficies epiteliales. El
movimiento de los cilios o la peristalsis ayuda a conservar las vías
respiratorias y tracto gastrointestinal libre de microorganismos. El lavado
producido por el flujo de las lágrimas y la saliva ayuda a prevenir las
infecciones oculares y bucales respectivamente. El efecto pegajoso del moco
que cubre al tracto tanto respiratorio como gastrointestinal ayuda a proteger
a los pulmones y al sistema digestivo de las infecciones.
2. Factores químicos
Los ácidos grasos del sudor inhiben el crecimiento de bacterias. La lisozima y
la fosfolipasa presentes en lágrimas, saliva y secreciones nasales pueden
romper la pared cellular de bacterias y desestabilizar sus membranas. El pH
ácido del sudor y de las secreciones gástricas previene el crecimiento de
bacterias. Las defensinas (proteínas de bajo peso molecular) presentes en
pulmón y tracto gastrointestinal tienen actividad antimicrobiana. Los agentes
surfactantes en pulmón actúan como opsoninas (substancias que promueven
la ingestión de partículas por las células fagocíticas).
3. Factores biológicos
La flora normal de la piel y tracto gastrointestinal puede evitar la colonización
de bacterias patógenas al secretar substancias tóxicas o al competir con los
patógenos por los nutrientes o por la adhesión a las superficies celulares.
A. Células fagocíticas
1. Neutrófilos/células polimorfonucleares
Los PMNs son células fagocíticas móviles que poseen núcleo lobulado. Pueden
ser identificadas por su núcleo característico o por un antígeno presente en la
superficie celular denominado CD66. Presentan dos tipos de gránulos cuyo
contenido de ambos confieren las propiedades antimicrobianas de estas
células. Los gránulos primarios o azurófilos abundantes en los PMNs jóvenes
contienen proteínas catiónicas y defensinas que pueden matar a las bacterias,
enzimas proteolíticas como elastasa y catepsina G para degradar a las
proteínas, lisozima para romper las paredes celulares de las bacterias y,
característicamente, la mieloperoxidasa, la cual está involucrada en la
generación de compuestos bactericidas. El segundo tipo de gránulos
encontrados en los PMNs más maduros son los gránulos secundarios o
específicos. Estos contienen lisozima, componentes de la NADPH oxidasa
implicados en la generación de productos de oxígeno tóxicos, en forma
característica, lactoferrina, una proteína quelante del hierro y una proteína que
une B12.
D. Fagocitosis
Después de que una bacteria se adhiere al fagocito, este comienza a extender sus
pseudópodos hacia el microorganismo. Eventualmente los pseudópodos rodean a la
bacteria y terminan por engullirla y encerrarla en un fagosoma. Durante la fagocitosis los
gránulos o lisosomas del fagocito se fusionan con el fagosoma vaciando su contenido en
este último. El resultado es una bacteria confinada en un fagolisosoma que contiene las
sustancias de los gránulos o lisosomas.
3. Reacciones de destoxificación.
Los PMNs y los macrófagos tienen maneras de protegerse ellos mismos de los
intermediarios de oxígeno tóxicos. Estas reacciones implican la dismutación del
anión superóxido a peróxido de hidrógeno por la superóxido dismutasa y la
conversión del peróxido de hidrógeno a agua por la catalasa.
Tabla 3
Reacción Enzima
H2O2 + Cl- --> OCl- + H2O
Mieloperoxidasa
- 1 -
OCl + H2O --> O2 +Cl + H2O
La unión de las bacterias a los macrófagos particularmente vía receptores tipo Toll, resulta
en la producción de TNF-alpha, la cual funciona de manera autocrina para inducir la
expresión del gen de la oxido nítrico sintetasa inducible (i-nos ) dando lugar a la
producción del óxido nítrico (figura 12). Si la célula es también expuesta al interferón
gamma (IFN-gamma) se producirá más óxido nítrico (figura 12). El óxido nítrico liberado
por la célula es tóxico y puede matar a los microorganismos cercanos a los macrófagos.
V. CELULAS ASESINAS NO-ESPECÍFICAS
Varios tipos de células que incluyen a las NK, LAK, K, macrófagos activados y eosinófilos
son capaces de matar células blanco extrañas y propias alteradas de manera no-específica.
Estas células juegan un papel muy importante en el sistema inmune innato.
A. Células NK y LAK
Las células asesinas naturales (NK) se conocen también como linfocitos granulares grandes
(LGL, por sus siglas en inglés) ya que se asemejan morfológicamente a los linfocitos,
excepto que son ligeramente más grandes y tienen numerosos gránulos. Las células NK se
identifican por la presencia de los marcadores de superficie CD56 y CD16 y la ausencia del
marcador CD3. Las células NK son capaces de matar células blanco infectadas con virus y
células malignas aunque son relativamente poco eficientes para hacerlo. Sin embargo,
cuando se incuban con IL-2 e IFN-gamma, las células NK se convierten en células
activadas por linfocinas (LAK, por sus siglas en inglés), las cuales son capaces de matar
células malignas. La exposición continua a IL-2 e IFN-gamma capacita a las células LAK
para matar a células transformadas así como malignas. La terapia con células LAK es uno
de las estrategias para el tratamiento del cáncer.
¿Cómo distinguen las células NK y LAK a las células normales de las infectadas por virus
o las malignas? Las células NK y LAK tienen dos tipos de receptores en su superficie – un
receptor activador de la citotoxicidad (KAR) y un receptor inhibidor de la citotoxicidad
(KIR). Cuando el KAR encuentra su ligando, un ligando activador (KAL) en la célula
blanco, las células NK o LAK son capaces de matar a las blanco. Sin embargo, si el KIR se
une también a su ligando entonces la citotoxicidad es inhibida aunque el KAR se encuentre
unido al KAL. Los ligandos del KIR son las moléculas del MHC clase I. Por lo tanto, si una
célula blanco expresa moléculas MHC clase I no será destruida por las células NK o LAK
aunque ésta tenga KAL que se una al KAR. Las células normales expresan
constitutivamente moléculas MHC clase I en su superficie, sin embargo, las células
malignas y las infectadas por virus regulan negativamente la expresión de las moléculas
MHC clase I. Por lo tanto, las células NK y LAK matan selectivamente células infectadas
por virus y células malignas sin afectar a las células normales.
B. Células K
Las células asesinas (K) no son un tipo morfológicamente distinto de células. Más bien una
célula K es cualquier célula efectora en la citotoxicidad celular dependiente de anticuerpo
(ADCC). En la ADCC el anticuerpo actúa como enlace para acercar a la célula K con su
blanco y permitir que la citotoxicidad ocurra. Las células K tienen en su superficie
receptores para la región Fc de los anticuerpos y por lo tanto pueden reconocer unirse y
matar a células blanco cubiertas con anticuerpos específicos. Dentro de las células K que
tienen receptores Fc se incluyen a las NK, LAK y macrófagos que tienen receptores Fc para
IgG y los eosinófilos, con receptores para Fc de IgE.
Todos los components del sistema immune no-específico son modulados por
productos del sistema immune específico, tales como las interleucinas, el
interferón gamma, los anticuerpos, etc.
Célula Ig Fc CD Fagocitosi
CD3
efectora s
Neutrófilo - - IgG CD67 +
MEMORIA INMUNOLÓGICA.
Proceso que permite que un encuentro secundario con el mismo antígeno, produzca una respuesta inmune
más intensa e inmediata que la de la exposición inicial a dicho antígeno. Esta memoria inmunológica es la que
se busca con las vacunas.
EL SISTEMA INMUNOLÓGICO
¿Qué es el sistema inmunológico?
El sistema inmunológico es la defensa natural del cuerpo contra las infecciones. Por medio de una
serie de pasos, su cuerpo combate y destruye organismos infecciosos invasores antes de que causen
daño. Cuando su sistema inmunológico está funcionando adecuadamente, le protege de infecciones
que le causan enfermedad.
Los científicos han empezado a comprender el sistema inmunológico. Han podido entender el
proceso en detalle. Los investigadores están generando más información sobre su funcionamiento y
qué pasa cuando no anda bien.
El Proceso Inmunológico
El proceso inmunológico funciona así: un agente infeccioso entra en el cuerpo. Quizá es un virus de
la gripe que entra por la nariz. Quizá es una bacteria que entra por la sangre cuando se pincha con
un clavo. Su sistema inmunológico está siempre alerta para detectar y atacar al agente infeccioso
antes de que cause daño. Sea cual fuere el agente, el sistema inmunológico lo reconoce como un
cuerpo ajeno. Estos cuerpos externos se llaman antígenos. Y los antígenos deben ser eliminados.
La primera línea de defensa del cuerpo es un grupo de células llamadas macrófagos. Estas células
circulan por la corriente sanguínea y en los tejidos del cuerpo, vigilantes de los antígenos.
Células llamadas linfocitos de la clase T, pueden entonces reconocer e interactuar con el complejo
péptido antigénico-HLA que se encuentra en la superficie del macrófago.
Una vez que dicho complejo es reconocido, los linfocitos T envían señales químicas llamadas
citocinas. Estas citocinas atraen más linfocitos T. También alertan a otros linfocitos, de la clase B,
para que produzcan anticuerpos.
Estos anticuerpos se liberan a la circulación sanguínea para encontrar y unir más antígenos, de tal
forma que los invasores no se puedan multiplicar y enfermarle. En el último paso de este proceso,
una célula llamada fagocito se encarga de remover el antígeno del cuerpo.
¿Qué es la Autoinmunidad?
Normalmente, el sistema inmunológico se encarga de combatir a los virus, bacteria o cualquier otro
organismo infeccioso que amenace su salud. Pero si ocurre una falla, el mismo sistema que ha sido
diseñado para protegerle, puede también volverse en su contra.
Enfermedades Autoinmunes
Hay muchos ejemplos de enfermedades autoinmunes, tales como el lupus, la miositis y la artritis
reumatoide (AR). La información aquí presentada se enfoca al sistema inmunológico de una persona
con AR.
El sistema inmunológico está hiperactivo en personas con AR. Los linfocitos se aglomeran en la
membrana que cubre las articulaciones afectadas, conduciendo a la inflamación (hinchazón) que
contribuye al daño del cartílago y hueso. Además, la mayoría de los pacientes con AR también tienen
un autoanticuerpo llamado factor reumatoide.
Los mensajeros químicos entre las células, llamados citocinas, juegan un papel clave en la
inflamación y el daño al cartílago y hueso que ocurre en la AR. Una citocina llamada factor de
necrosis tumoral (FNT) y la interleucina-1 (IL-1) contribuyen al dolor y la hinchazón que ocurre en las
articulaciones inflamadas.
Nadie sabe qué causa las enfermedades autoinmunes, pero probablemente hay varios factores
implicados. Estos pueden incluir virus y factores ambientales, ciertos compuestos químicos y algunos
fármacos. Todos ellos pueden dañar o cambiar las células del cuerpo. Las hormonas sexuales
pueden tomar parte, porque la mayoría de las enfermedades autoinmunes son más comunes en
mujeres que en hombres. La herencia también puede jugar un papel.
Avances in la Biotecnología
Los investigadores han progresado mucho en los últimos años al comprender la AR y cómo afecta el
cuerpo de las personas. Este conocimiento ha llevado al desarrollo de medicamentos llamados
modificadores de la respuesta biológica (MRB). Los MRB bloquean pasos específicos del proceso
inmunológico.
El etanercept (Enbrel) fue el primer MRB aprobado por la Administración de Fármacos y Alimentos
(FDA) para tratar la AR. El etanercept actúa interrumpiendo la actividad del FNT, una de las citocinas
más importantes involucradas en la AR.
El infliximab (Remicade), el segundo MRB, fue aprobado por la FDA para el tratamiento de la AR. El
infliximab utiliza un anticuerpo monoclonal, o sea una versión de los anticuerpos humanos
específicamente diseñado para luchar contra el FNT.
El anakinra (Kineret) fue el tercer MRB aprobado por la FDA para el tratamiento de la AR. El anakinra
interfiere en la interacción de la citocina IL-1 con otras células. La IL-1 es otra citocina importante
durante la inflamación y daño articular que ocurre en la AR.
Es muy importante entender que el FNT y la IL-1 son citocinas primordiales para la actividad normal
del sistema inmunológico. Por lo tanto, cuando se les suprime, los pacientes tienen que ser
monitoreados cuidadosamente para asegurarse de que estas sustancias no se hayan suprimido del
todo.
Los modificadores de la respuesta biológica ofrecen una nueva propuesta hacia el tratamiento de la
AR. Como los científicos vayan conociendo más sobre el funcionamiento del sistema inmunológico,
desarrollarán agentes más poderosos y específicos para combatir enfermedades como la AR.
CONCEPTO DE INMUNOPATOLOGÍA
A principios del siglo XX, se había apreciado la importancia de los anticuerpos en las
respuestas inmunes protectoras, habiéndose descrito sus propiedades de opsonina,
aglutinina, precipitina, etc. Se había comprobado también, que una segunda
exposición al antígeno en un animal previamente inmunizado con él, se traducía en
una respuesta de anticuerpos más vigorosa. Gradualmente se llegó al convencimiento
que estos anticuerpos podían eventualmente producir efectos deletéreos al organismo,
al participar en reacciones conocidas hoy como Hipersensibilidad. En 1902, Richet y
Portier hablaron de "anafilaxis" para referirse a un frecuente estado de shock inducido
en perros que habían sido inmunizados con pequeñas dosis de antígeno de toxina de
tentáculos de Actinaria.
Poco después, en 1906, von Pirquet propuso el término "alergia" para referirse a
fenómenos contrarios al rol protector de la respuesta de inmunidad adaptativa, los que
se manifiestan como daño tisular. Un ejemplo de estos fenómenos es la anafilaxia, otro
es la respuesta a la inyección de tuberculina en la piel de un individuo que tiene o ha
tenido tuberculosis.
Posteriormente se inició el estudio de una serie de condiciones que afectan al hombre
en las que el Sistema Inmune participa produciendo daño tisular (figura central). Se
describió la hipersensibilidad inmediata y retardada, de acuerdo al tiempo que
transcurre entre la aplicación del antígeno y la aparición de las manifestaciones
clínicas. Utilizando animales experimentales se llegó al convencimiento de que la
hipersensibilidad inmediata está mediada por anticuerpos y que puede ser transferida
de un animal sensibilizado a uno normal mediante el traspaso de suero. En cambio, en
la hipersensibilidad retardada, participan células linfoides y sólo puede ser transferida
a un animal sano al inyectar linfocitos de un animal sensibilizado. En 1963, Gell y
Coombs publicaron una clasificación de las reacciones alérgicas "responsables de
hipersensibilidad clinica y enfermedad" basada en los mecanismos involucrados en el
daño tisular observado. Enfatizaron en la necesidad de demostrar la participación
directa de la respuesta inmune en el daño para calificar una entidad clínica como
Hipersensibilidad o Alergia.
Estos autores utilizaron el término alergia para referirse a un estado específicamente
alterado de un huésped, a raíz de la exposición a un alergeno. Describieron cuatro vías
o tipos principales de reacciones " por las cuales el individuo o animal sensibilizado por
una experiencia previa con el antígeno, puede reaccionar y, si la reacción es
suficientemente intensa, sufrir daño como resultado del estado alérgico ". Los cuatro
mecanismos básicos de daño inmunológico descritos por estos autores son: tipo I o
anafiláctico-reagínico, tipo II o citotóxico, tipo III o por complejos inmunes y tipo IV o
celular. Posteriormente se vió que estos mecanismos de daño, especialmente los tres
últimos operan en el daño tisular observado en enfermedades autoinmunitarias.
El mecanismo de daño tipo I está mediado por IgE y células cebadas y es consecuencia
de la exposición a antígenos comunmente llamados alergenos. Las células cebadas
liberan mediadores químicos que alteran la microcirculación y producen fenómenos
inflamatorios (1).
En el mecanismo tipo II participan como elementos responsables del daño, la IgG y la
IgM las que, al activar
al sistema complemento, producen lisis celular e inflamación. Este tipo de mecanismo
de daño puede también ocurrir sin la participación del sistema complemento en cuyo
caso se produce acortamiento de la vida media celular por opsonización mediante
inmunoglobulinas o bien estimulación o inhibición de determinadas funciones celulares
por anticuerpos (2).
El mecanismo de daño tipo III involucra necesariamente al sistema complemento, el
cual es activado in situ por complejos antígeno- anticuerpo en el interior de pequeños
vasos, produciendo en ellos inflamaciones exudativas (vasculitis) (3).
En el mecanismo de daño tipo IV, el antígeno está unido o forma parte de membranas
celulares, determinando una respuesta citolítica por parte de linfocitos T CD8+ o bien
inflamación productiva a raíz de la liberación de linfoquinas por los linfocitos TCD4+
(4).
La hipersensibilidad y la autoinmunidad presentan como factor común, daño tisular
provocado por una respuesta inmune adaptativa.
Es necesario hacer una distinción entre estas patologías y el daño tisular que suele
producirse en el trascurso de respuestas protectoras frente a diversos
microorganismos, parásitos y virus. La persistencia de un agente injuriante o
respuestas inmunes e inflamatorias exacerbadas, con gran liberación de mediadores
químicos y citoquinas, pueden conducir a un daño tisular secundario cuyo origen
difiere de aquel encontrado en hipersensibilidad o autoinmunidad. Por otra parte,
algunas respuestas autoinmunes no se manifiestan como daño tisular.
Al observar la sintomatología y evolución clínica de diversos pacientes afectados por
hipersensibilidad o autoinmunidad y al averiguar a través de diversos métodos cuál es
la patogenia de su enfermedad, se puede dilucidar el mecanismo inmunológico
responsable. En términos de frecuencia, la mayoría de los casos de hipersensibilidad
son consecuencia de los mecanismos de daño tipos I y IV mientras que en
autoinmunidad participan fundamentalmente los mecanismos de daño tipos II y III. Sin
embargo, en muchas ocaciones ocurre que la patogenia responsable del daño no
corresponde estrictamente a uno de los mecanismos de daño descritos por Gell y
Coombs, sino a una combinación de ellos. Por otra parte, a medida que se avanza en el
conocimiento de la inmunología, se ha postulado la participación de elementos que no
fueron conocidos en la época en la que estos autores plantearon su clasificación. No
obstante, el análisis de los mecanismos de daño inmunológico de acuerdo a la
clasificación de estos autores, es de gran valor didáctico.
En la hipersensibilidad, la respuesta inmune produce fenómenos inflamatorios u otras
manifestaciones mórbidas a raíz de la exposición del individuo afectado a antígenos
exógenos. El término hipersensibilidad ha sido históricamente utilizado como sinónimo
de respuesta inmune exagerada frente a antígenos que en condiciones normales
deberían producir una respuesta protectora adecuada. Sin embargo, esta definición
merece reparos, ya que en hipersensibilidad, no siempre existe una respuesta
anómala en cuanto a intensidad. Así, en la hipersensibilidad mediada por mecanismos
de daño inmunológico tipos II, III y IV las características cualitativas y cuantitativas de
la respuesta suelen ser normales, sin embargo hay daño a estructuras propias.
Diversas circunstancias, ligadas a la presentación del antígeno, a su naturaleza
química y a la secuencia de eventos que ocurre durante la respuesta, conducen a que
se produzca un daño tisular cuando el sistema inmune intenta eliminar al antígeno. De
manera que en estos casos, parece necesario considerar el papel que juega el azar en
este tipo de reacciones. Una excepción a esto es la hipersensibilidad mediada por un
mecanismo de daño tipo I, en la cual existe generalmente una síntesis exagerada de
inmunoglobulina E ante la presencia de antígenos generalmente inocuos para la gran
mayoría de los individuos.
En la autoinmunidad, el sistema inmune pierde su estado de tolerancia a antígenos
propios y elabora respuestas efectoras frente a ellos las que pueden cumplir un papel
fisiológico o bien producir daño tisular.