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CENICIENTA EN OTOÑO: EL BAILE MÁGICO

BAILE UNIVERSAL

1º estación: El En-cantamiento
“…la entrega de un canto es un acto de compasión que
permite a los seres humanos evocar a los dioses y a las
grandes fuerzas en los círculos humanos. El canto es una
modalidad especial del lenguaje que permite alcanzar
cosas que la voz hablada no podría.”(CLARISSA P. ESTÉS
“Mujeres que corren con los lobos”, p.225)

Cada día bailamos la danza de la vida como pequeños trashumantes


del universo, terrícolas de la razón brincando tras un despertador, bajo la
cárcel del tiempo. Nos ha llegado el momento de romper las estructuras
heredadas que aprendimos de los mitos y los cuentos. Al paso de un, dos, tres,
una vuelta y al compás iremos deshaciendo las pautas, bailaremos hasta dejar
en las aceras los complejos y las dudas para diseñar un nuevo sueño. Cada
mirada, cada rostro, cada paso irán limpiando el rastro de las cenizas… ¡felices
cenicientos!...en la primera estación de la danza de otoño, oiremos el poder
mágico del canto para renacer y encontrar aquello que buscamos: el bien
deseado. Como en la vida y en los cuentos sonarán las doce campanadas y
encontraremos en el par no a una media naranja, sino a una fruta completa
con quien compartir el sueño.

¡El destino se diseña a cada paso, en cada baile!

SOÑAR ES DESEAR
Soñar es desear la dicha
en nuestro porvenir.
Lo que el corazón anhela
se sueña y se suele vivir.

Si amor es el bien deseado


en dulces sueños llegará.
No importa quién borre el
camino
marcado está un destino
y el sueño se realizará.
Música: Mack David y Al Hoffman
Letra: Edmundo Santosa.
BAILE EN LA OSCURIDAD
2º estación: Nuestro Par
El extenso barrio de nuestra mente puede observar el mundo a través
de unas ventanas hacia el exterior: “los ojos”. Esos diamantes cristalinos con sus
capsulas vivas, nos hacen contemplar paisajes increíbles, imágenes
inolvidables pero pueden además, parcelar la realidad y condensar nuestra
manera de interpretarla “vivimos inmersos en un auténtica iconosfera, pues
recibimos la mayor parte de la información a través del sentido de la vista”
(PANOFSKY, Iconografía e iconología: introducción al estudio del arte, 1998)

Por eso, nuestro príncipe se enamora de la imagen, la luz que irradia el


cuerpo de cenicienta, el arquetipo femenino, el canon joven de la perfección
que no podría estar más lejos de lo que verdaderamente somos: auténticas/os
cenicientas/os de pelos en pecho, sin coronas, oficinistas de curvas
voluptuosas, calvas brillantes, caderas anchas y hermosos cuerpos danzantes .
Si aprobamos una clase de belleza, en cierto modo, estamos dejando de lado
la esencia de la naturaleza con su infinidad de formas, colores y funciones. Si
aprobamos una sola clase de amor en una sola clase de género nos limitamos
a defender las parcelas del miedo. El cuerpo que baila no es un objeto mudo
del que pugnamos por librarnos. La idea que existe en nuestra cultura de
valorar el cuerpo como una simple escultura nos impide moverlo con libertad y
conocer cómo siente, huele, suena, sabe el cuerpo de otro en la oscuridad.

¡No temáis al poder de la magia, encontremos a nuestro par sintiendo lo que


es no lo que parece; el sueño está intacto y el azar es nuestro aliado en la
oscuridad!

BAILE DEL ENCUENTRO

3º estación: el rostro del amor


¿Que rostro tiene el amor?

Nuestro par ya tiene un cuerpo visible. Hallamos accidentalmente


nuestro tesoro, a nuestro príncipe y nuestra cenicienta midiendo la
horma de su zapato. Podemos desenredar, comprender, descubrir y
desenmascarar. Estamos en la estación de la relajación y la confianza
descansando en su presencia y con su beneplácito. Ambos/as
participamos de los sueños futuros y curamos las antiguas heridas de
amor.

¿Bailaremos como una madrastra inconformista que no cubre sus


expectativas, mujer altiva y egoísta o bailaremos sorprendidos ante la
magia del momento presente descubriendo aquello que nos dice otro
ser?

BAILE LIBERADOR

4º estación: el transe tras las cenizas


En los cuentos de todo el mundo el fruto de
los cantos y el tambor es la magia (…)
desde tiempos inmemoriales el canto,
como el tambor, se han utilizado para
crear una conciencia no ordinaria, un
estado de hipnosis o un estado de
plegaria.

(Ídem p.
225-230)

Cuando se cumple el sueño, cuando encontramos el amor en todos los


rostros y las formas… llega la calma. Los cuerpos sanados pueden liberarse y
moverse con su propio ritmo. Se podría decir que cada uno, habitado por
una estación vuelve a nacer en este baile de otoño: las apariencias
caen como las hojas y renace el anhelo de lo perdido en nuestro
interior. Como cada uno tiene su propio sonido, así los grupos o
sociedades tienen la música que los identifica. A través de los cuentos y
mitos cada cultura aprende, reconoce y puede romper sus códigos
compartidos. Cada uno encontrará su paso, como recién llegados al
mundo para soltar amarras y curar lo que estaba encallado.

Hemos pasado las cuatro estaciones bailando y pudimos amar


ante la vida y la muerte con nuestros pasos. Habrá desbordamiento y
sequía, luz y oscuridad…madera, fuego o cenizas, júbilo y exaltación
entre las flores… nacimientos o muertes y habremos amado. Amar es
bailar la danza reconociendo la grandeza del alma en todas sus
múltiples formas.

¡Relata tu propio cuento de hadas, tu propia


danza, tu movimiento irreemplazable y
único!

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