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La Huella Ecológica1
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Ponencia presentada en Cuernavaca, Mor., el día 24 de enero de 2009 en el foro Hacia la
construcción de un proyecto educativo del Estado de Morelos en la Mesa 4: Formación integral de los
alumnos y las alumnas para la vida y el trabajo, en el subtema: Reforma curricular. Convocada por el
IEBEM y el SNTE. Revisada y actualizada el 16 de julio de 2009.
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En Tamayo, L. (2004). El discipulado en la formación del psicoanalista. Un aporte del psicoanálisis a
la pedagogía, México, Sello de agua, p.7. (Kertész es un intelectual y escritor húngaro sobreviviente
del horror nazi y estalinista. Premio Nobel de Literatura 2002).
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Palabras clave: consumismo, educación, ética, formar, generaciones actuales y
futuras, huella ecológica, Tierra.
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La Legenaria luncantanh, produce un fruto parecido a la calabaza el cual es usado entre otras
cosas, para transportar agua. Se le conoce también como bule, guaje botella, tecomate, etc.
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Conocido como externalización de costos,
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fuentes de vida y prestigio, los buscan afanosamente, y a este anhelo dedican gran
parte de su existencia. Para obtener más ingresos económicos se emplean a fondo
en el ejercicio de la ley de la selva. Claro, si se puede, se hace con los mejores
modales. El lenguaje que se usa para justificar ese actuar perverso es sorprendente
y así, la distancia entre la palabra y la acción vuelve vacía esa voz y su dueño,
hueco de condición humana de valía.
La educación está dedicada en gran medida a convencer a las generaciones
nuevas a abrazar esa lucha por el éxito personal como el sentido a la vida, buscando
más y más progreso eternamente.
Toda esta manera de actuar, en un planeta finito, junto con la sobrepoblación
nos conduce al problema del cambio ambiental global. La naturaleza, sabia, en un
proceso de millones de años, enterró en el fondo de sus entrañas el carbono que le
impedía dar origen a la vida y el mundo que conocemos. El Homo sapiens sapiens
en su afán compulsivo de lograr cada vez más bienes y servicios, se las ingenió
botándolo nuevamente al aire, a la superficie terrestre y al agua, contaminándolo
todo.
Ese actual modo de vida cotidiana, se refleja en aberraciones nunca antes
vistas, como tener disponibles frutas y verduras durante todo el año y en casi todas
partes del mundo, producidas a cientos o miles de kilómetros. Podemos ahora
disfrutar varios meses del año el kiwi, traído de Estados Unidos, de Chile… o de
Australia. Para ello están los transportes, la gasolina, los frigoríficos, las bodegas,
etc., (según algunos estudios, la alimentación recorre un promedio de 2,400 Km.
desde el lugar en donde se produce hasta el lugar en que se consume). Otro
disparate común de estos tiempos es el de usar una gran cantidad de artefactos que
tienen componentes que vienen, o que han pasado por varios países. Ejemplos
sobran.
El ser humano, en su búsqueda por el tener, ha olvidando el ser. El medio
natural se encuentra en graves aprietos, donde las generaciones presentes se han
olvidado de los derechos de las y los futuros pobladores del planeta.
El presente ensayo pretende dar cuenta de la urgencia de apostarle a la
educación para propiciar un cambio en nuestro actuar. Niñas, niños y jóvenes, en su
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mayoría, están enterados de las consecuencias que para ellas y ellos traerá el
cambio ambiental global. Cuando el profesor o la profesora, muy seriamente aborda
su actividad educativa, ignorando lo que para sus alumnos pueden ser asuntos muy
importantes, incluso vitales, como su propio futuro, éstos se dan cuenta de la
enorme distancia que separa la utilidad, la pertinencia y lo significativo del estudio,
y aprenden a vivir entre la incongruencia, la indiferencia, la apatía, o en el mejor de
los casos, evalúan al profesor y lucharán por no ser como él.
Lamentablemente, los empresarios son los verdaderos educadores, que
actuando de innumerables formas y empleando efectivos recursos como la
televisión, moldean incluso a los mismos profesores.
Educar para la vida implica conocer una problemática y tomar conciencia de
ella, para asumir la responsabilidad ética de nuestra actuación personal y como
docentes.
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hectáreas. Esta pequeña parte del globo terráqueo tendría que producir todos los
recursos para mantener a un ser humano, y al mismo tiempo, poder regenerar los
ecosistemas para heredarlo en buenas condiciones a las generaciones futuras. Sin
embargo, la huella ecológica media mundial hoy día, es de 2.8 hectáreas de
superficie. Se está consumiendo o degradando 1.1 hectáreas de más, por habitante.
Es decir, se está usando el planeta en un 165%.
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Ganador del Premio Nobel Alternativo de Economía, el chileno Manfred Max-Neef expone de
manera clara y afilada su tesis llamada Economía Descalza donde defiende su propuesta heterodoxa
que combina ecologismo y su Teoría del desarrollo a escala humana donde sostiene que “de ninguna
manera se pueden hacer cosas por los pobres, sino con los pobres”. Ver Max-Neef, Manfred (1986).
La Economía Descalza. Señales desde el Mundo Invisible. NORDAN-Comunidad, Montevideo.
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El informe publicado por la ambientalista Organización Mundial de
Conservación (WWF) sobre el año 20066 dice que existe la posibilidad de que para
el año 2050 se hayan agotado los recursos naturales y biológicos del planeta. Faltan
41 años para esa fecha.
Los niños y niñas que están estudiando la primaria, tendrán una edad
aproximada de 50 años. Las y los jóvenes universitarios tendrán alrededor de 60
años. ¿Cuál es la responsabilidad ética de las generaciones presentes para con las
generaciones futuras?, ¿se puede egoístamente aniquilarles el futuro sin
reflexionar?, en la educación formal ¿se está educando para la vida (toda y a largo
plazo) como dicen los programas de estudio?, ¿se puede vivir dignamente ignorando
el futuro de las y los demás?, ¿qué tipo de inteligencia es la de esa especie animal
autonombrado Homo sapiens sapiens? Hombre dos veces sabio: que sabe, y que
sabe que sabe. ¿Para qué sirve saber si no se puede o quiere ver el abismo cada
vez más cerca, delante de nuestro acelerado andar?
Otra referencia preocupante: el Secretario General de las Naciones Unidas,
lanzó una advertencia a los delegados asistentes al congreso sobre el cambio
climático en Bali, Indonesia el 12 de diciembre de 2007, cuando debatían un nuevo
documento: “La situación es tan desesperadamente grave que cualquier demora
podría colocarnos más allá del punto de inflexión, después del cual los costos
ecológicos, financieros y humanos se incrementarán en forma dramática. Estamos
en una encrucijada”, agregó. “Un camino conduce a un acuerdo amplio sobre el
cambio climático, y el otro a la extinción. La elección es clara”.
El periódico El País, el día 12 de enero de este año, informó que el
Presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU,
Rajenda Pachauri, un economista indio, advirtió a la comunidad internacional sobre
“los peligros que corre si no deja de abusar del planeta”, “no es tarde para evitar la
hecatombe. Soy optimista, pero tenemos poco tiempo para actuar”, agregó.
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http://www.wwf.es/noticias/informes_y_publicaciones/
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Sobre todo en estos tiempos, para la mayoría de los seres humanos, “ha
desaparecido el asombro ante la existencia del mundo”, como lo dijo Kertész, esa
pérdida de la capacidad de asombro ante las pequeñas cosas naturales de la vida,
conducen a los seres humanos a una ansiedad, insatisfacción y consumismo
permanente.
Es necesario tomar en cuenta que enormes megacapitales colocados en
unas cuantas manos, (fenómeno nunca antes visto en la historia de la humanidad),
están ávidos hasta el extremo de obtener más y más jugosas ganancias, acudiendo
a diversos mecanismos, entre ellos, aturdir a cuanta persona pueden para que
“asegure” su felicidad en el consumismo diario. Se compra y se despilfarra, se
compra y se despilfarra al grado de perder la noción de ese acto cotidiano.
Además, en una sociedad donde la ley de la selva es la que rige, se provoca
una angustia y estrés crónicos, donde la acumulación de bienes es lo más
importante, tanto para mostrar que se es exitoso como ser humano, como para
prever el futuro personal en la vejez (se sabe que más y más en esta sociedad los
ancianos son un desecho). Es así como en lugar de la búsqueda del bien común, lo
más importante en la vida es la preocupación y ocupación individualista. Estar arriba
de los demás es lo que cuenta dejando atrás la dignidad y los principios éticos.
Se necesita una cosmovisión diferente, en la que se acepte que el Homo
sapiens sapiens, considerado la mayor manifestación de la evolución del planeta, no
era tal. La vanidosa visión antropocéntrica está impregnada de una Locura Ecocida,7
y en su incapacidad de prever el futuro no se ha percatado de la necesidad de
preservar ni siquiera su propia supervivencia, ni de procurar conservar la herencia
que recibió de las generaciones precedentes, y así entregársela a las generaciones
que vendrán, ofreciéndoles un futuro de esperanza y armonía con su entorno.
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Término trabajado por Luis Tamayo, en La Jornada, Morelos en su columna dominical. Fue
subdirector académico del Centro de Investigación y Docencia en Humanidades, Cuernavaca, Mor.
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pensar, de amar y de actuar” nos conduce a reflexionar que ese pensar, ese amar y
ese actuar deben ser los elementos primordiales para una educación para este
nuevo siglo, donde se pongan los pies en la tierra y se acepte lo que
desesperadamente gritan científicos, pensadores y algunos dirigentes, preocupados
por el futuro del hábitat que alberga y mantiene la actual biodiversidad. El desarrollo
de la inteligencia se queda corto si sirve para “pensar en la luna”.
Frente al individualismo, la mirada de corto alcance, la búsqueda de
superación personal y el yo egoísta, claman porque se logre la mirada del bienestar
común, del nosotros colectivo y se adopte también la Declaración sobre las
Responsabilidades de las Generaciones Actuales para con las Generaciones
Futuras, proclamada el 12 de noviembre de 1997 por la Organización de las
Naciones Unidas, donde comisiona a la UNESCO a difundirla “lo más ampliamente
posible y a adoptar todas las medidas necesarias en sus esferas de competencia,
para sensibilizar al público a los ideales que en ella se consagran”.
No atender en el ámbito educativo este llamado, es una forma de actuar
asesinando a la propia descendencia, lo que en la Grecia antigua se consideraba el
grado máximo de locura. Hoy, el asesinato se realizaría a través de la destrucción
del ambiente y ofreciendo un futuro desolador, un futuro robado (Colborn, Peternos y
Dumanoski, 2001) a las posteriores generaciones.
Para Sylvia Schmelkes (1995, 13) “La calidad que estamos buscando como
resultado de la educación básica debe entenderse claramente como su capacidad
de proporcionar a los alumnos (…) las capacidades para la participación democrática
y ciudadana, el desarrollo de la capacidad para resolver problemas y seguir
aprendiendo, y el desarrollo de valores y actitudes acordes con una sociedad que
desea una vida de calidad para todos sus habitantes.”
Estos postulados, aplicados a la temática presentada en esta ponencia,
tendrían que contemplar una mirada inteligente y generosa con el futuro, aún a costa
de modificar los hábitos cotidianos de consumo, recreación y lucha por acumulación
de bienes, haciendo cuanto antes cambios drásticos, inusuales y atrevidos cada uno
de los implicados antes de que sea demasiado tarde.
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La calidad de la educación pasa por la calidad de vida, y la calidad de vida, en
este escenario, obliga a asumir también esa calidad ética necesaria para la recons-
trucción de raíz de una educación que conduzca a la sustentabilidad y la esperanza.
Los problemas financieros, de empleo, de hambruna, ambientales, etc., son el
resultado de un trastocamiento de valores, es decir, “la crisis del mundo es una crisis
moral y del conocimiento que apela a la ética…” (Leef, 2007:93) misma que se ha
fracturado en la vida diaria y en el quehacer educativo.
En la escuela laica, le corresponde a la ciencia ser considerada como una de
las bases de la educación, y ella, la ciencia, por medio de sus científicos, está
alertando de este sombrío futuro. Se acerca el planeta, como el Titánic, a una
velocidad enorme, incluso, acelerándose día con día más amparado en el discurso
reiterativo de desarrollo, progreso y bienestar, en precisa dirección al iceberg,
remando cada individuo con una fuerza, con unos bríos, en relación directa al
tamaño de su huella ecológica. Es aún tiempo de frenar y girar el timón. En la
educación, basada en la realidad concreta, está la clave, donde es imprescindible
asumir, ya, esa imperiosa responsabilidad.
La orfandad teórica y prospectiva en la educación no debe tener cabida
ahora, menos que nunca. En el currículum de cada uno de los niveles y de todas y
cada una de las asignaturas, por medio de ejes transversales, es urgente que se
consideren las diversas posibilidades de contribuir para transformar la visión de cada
una de las personas inmersas en el acto educativo y también modificar la visión
antropocentrista del mundo. La verdadera superación del ser humano y las
sociedades está no en el tener, sino en el ser (Fromm, E., 1984) para así, alejarse
de la necrofilia, es decir, el amor a la muerte, al egocentrismo y transitar a la biofilia,
el amor a la vida (Fromm, E., 1983). La educación como verdadero acto de amor a la
vida nos conduce a la búsqueda del bien común, a la colaboración, a la solidaridad,
y a la empatía, pero sin olvidar los derechos de las y los futuros pobladores del
planeta, tanto humanos, como animales y vegetales.
El asumir el respeto a los derechos humanos, incluidas las niñas, los niños y
las y los jóvenes, así como la creación de la conciencia de su defensa, en ellas y
ellos es una acción real de la educación como acto de amor.
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En estos tiempos, toda persona medianamente informada, y, sobre todo,
quien se dedica a la educación, puede darse cuenta de la situación crítica del
planeta y su proceso acelerado de extinción de la vida tal y como la conocemos, por
lo que valdría la pena obligarse a ser las primeras en hacer esfuerzos para disminuir
la mencionada huella ecológica, al grado de llegar cuanto antes a presentarse con la
frente en alto ante l@s niñ@s y l@s jóvenes donde se eduque con el ejemplo, con la
transformación personal que es manifestada en la forma de ser y de vivir. Asimismo,
a las autoridades de todos los niveles también les corresponde apropiarse de esa
responsabilidad a la mayor brevedad para dar ejemplo, el cual educa más que mil
palabras. “Dime lo que haces y no lo que dices”, reza el refrán.
Por convicción de principios y para no ser cómplices con el silencio, se puede,
además, proponer e impulsar que las autoridades, ellas mismas, como represen-
tantes del pueblo, asuman en su vida cotidiana este imperativo ético-ecológico, lo
que eliminaría, o al menos, disminuiría uno de los más graves males de esta
sociedad: la corrupción. La desigualdad, la desigualdad vergonzosa que no existe ni
en los países europeos, ni en el vecino del norte, también se vería disminuida
transformándose como consecuencia, en un ambiente social menos áspero.
El cambio en nuestro planeta es tan lento, relativamente hablando, que nos
pasa lo que el llamado síndrome de la rana hervida. Aún es tiempo de saltar. Hasta
ahora, la mayoría ha permanecido ciega a este sombrío futuro, como magistralmente
lo revela José Saramago en su Ensayo Sobre la Ceguera.
El egocentrismo, la descalificación, la exclusión, la falta de empatía y las
certidumbres, deben ser erradicadas para dar paso a la resolución no violenta de
conflictos, a la solidaridad, al abrazo, a la escucha, a la utopía, a los sueños, a la
ilusión, y a la creación de preguntas para acercarnos a entender la complejidad de
nuestro mundo material y social.
La posibilidad verdadera del cambio tan necesario, lamentablemente, no es
sencilla. La historia de la humanidad así lo demuestra. El origen del Homo sapiens
sapiens es bestial. Los genes permanecen. El romanticismo rousseauniano compite
con la visión de Thomas Hobbes (a 330 años de su muerte) expresada en su
Leviatán “El hombre es un lobo para el hombre,” sólo que Hobbes nunca imaginó
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que este ser humano también es capaz de destruir su propio hábitat que le da vida a
él mismo y también a miles de millones de otros seres vivos.
La educación tiene retos nunca antes vistos. Depende del nivel y la forma en
que cada individuo se ame a sí mismo y al mundo, de la profundidad del
pensamiento holístico y sistémico que se logre, y de la manera congruente en que se
actúe; esto podrá hacer factible, o no, el futuro del planeta. A cada persona le
corresponde poner su propia parte.
Otro mundo sí es posible, si se actúa a partir de una valoración seria de los
tiempos que se viven el día de hoy. La responsabilidad no se debe eludir.
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5. Entre la disyuntiva de pronunciarse por lo global y lo local, en cuanto a los
bienes materiales, lo importante es favorecer firmemente lo local, situación que
beneficiaría a las comunidades y disminuiría de manera significativa el transporte de
productos, reduciendo el uso de energía, causa del calentamiento global. El papel de
la escuela en este renglón es importantísimo. “Lo pequeño es hermoso”, dijo
Schumacher (1994). En las escuelas se debería educar en la práctica para aumentar
la soberanía en diversos rubros como el alimentario, el económico, el de servicios,
etc.
6. Las soluciones “al final de la tubería” en casi nada ayudan, a estas alturas,
al herido planeta. Atrás viene el problema. La disminución y el cuidado en la
selección del consumo son actitudes muchas veces más valiosas que la
preocupación por el reciclado.
7. La consejería y las campañas tampoco son recursos de acción apropiados,
sino, en primer lugar, y como lo más importante, la actuación personal.
Referencias:
Colborn, T., Peterson, J. y Dumanoski D. (2001). Nuestro futuro robado, España, Ecoespaña .
Editorial.
De Zubiría, J. (2008). Los modelos pedagógicos, Conferencia presentada en el Primer . . . .
simposio internacional, El desarrollo de las habilidades intelectuales en la escuela de hoy,
Copala, Gro., México.
Fromm, E. (2003). El corazón del hombre, México, Fondo de Cultura Económica.
Fromm, E. (2004). ¿Tener o ser?, México, Fondo de Cultura Económica.
Leef, E. (2006). Aventuras de la epistemología ambiental, México, Siglo XXI Editores.
Schmelkes, S. (2001). Hacia una mejor calidad de nuestras escuelas, México, SEP.
Schumacher, E. (1994). Lo pequeño es hermoso, España, Tursen/Hermann Blume.
UNESCO. http://portal.unesco.org/es/
ev.php-URL_ID=13178&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html (consultada el 16 de Julio
de 2009).
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