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Moli-o

Concurso de anécdotas y experiencias del viaje a


Alemania

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Moli-o

María José Molina Jaramillo.

Concurso de anécdotas y experiencias del viaje a


Alemania.

 
 
 
 
 
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Perdida en Ámsterdam

Lo que voy a contar a continuación es un incidente que me ocurrió en el tiempo de


mi intercambio en Alemania, durante un viaje a Ámsterdam - Holanda.

Más o menos después de 4 meses de que yo estuviera en Alemania, hice un viaje


a Ámsterdam por una semana, debido a que unos primos míos iban de viaje a
Ámsterdam; y yo, aprovechando estar cerca de allá y sabiendo lo barato que se
pueden conseguir los tiquetes para ir, compré un tiquete ida y venida para viajar
en bus desde Hamburgo hasta Ámsterdam y estar allá 5 días con mi familia.

El viaje en bus duraba 7 horas, las cuales debía pasar completamente sola, pero
no me preocupaba.

En la ida a Ámsterdam, tenía que montarme en el bus a las 5:30 de la mañana


para estar llegando a Ámsterdam más o menos a las 12:30 del medio día.
El día antes del viaje, organicé todo con mi mamá de Alemania que no hacía sino
darme consejos por que estaba muy nerviosa, pues tenía miedo de montarme sola
en un bus tanto tiempo y llegar a una ciudad que no conocía, donde hablaban un
idioma que no sabia y en donde me tenía que encontrar de alguna forma, que no
sabía cual era, con mi familia.

El arreglo que hice con mi tío y mis primos fue el siguiente: mi bus llegaba más o
menos a las 12:30, el avión de ellos a las 11:50, pero para salir del aeropuerto y
organizar todo, se necesita un poco de tiempo.

Quedamos en que ellos me recogían en la estación donde yo llegaba (que era un


poco retirada del aeropuerto), y si en dos horas no nos habíamos encontrado,

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llegábamos al hotel de alguna forma y allá nos veíamos, pero esta no era la mejor
opción.

Llegó el día del viaje y Kirsten, mi mamá de Alemania, me dejó en el bus que salía
a Ámsterdam. Me monté en el bus y rápidamente llegue a Ámsterdam.
En la estación a la que llegué, había muchísima gente aunque no era un lugar muy
grande ni amplio, pero sí un poco complicado de entender. Busqué por todas
partes a mi tío y mis primos pero no los encontré, entonces decidí sentarme y
esperar, ya que podía ser que ellos hubieran tenido un retraso con el vuelo o algo
parecido.

Después de esperar una hora y ver que nadie llegaba, empecé a preocuparme por
que no veía a mi familia llegar. Decidí esperar otra media hora ya que es muy
normal que el vuelo se retrase y que la ida desde el aeropuerto hasta donde yo
estaba, podía haber sido larga y complicada, ya que estaba en el centro de
Ámsterdam y ésta es una ciudad con mucho movimiento y que maneja muchas
personas a todas las horas del día en esa área.

Pasó esa media hora que había dicho y no vi a nadie llegar, por lo cual decidí ir a
preguntar en información mas o menos en que dirección podía coger para ir al
hotel, que no era cerca.

En ese momento me di cuenta que el holandés no era un idioma que yo dominara


y decidí hablarle en alemán al señor que me ayudó, mientras él me respondía en
una mezcla de alemán, ingles y holandés.

Le agradecí por unos mapas que me dio pero el miedo pudo conmigo y me hizo
quedar otro rato en la estación.

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Ya después, volví donde el señor que me había ayudado desde un principio y le
pedí que me mostrara dónde podía comprar un tiquete para un bus,
inmediatamente me mostró a dónde tenía que ir y me dijo qué tipo de tiquete tenía
que comprar, pero tal habrá sido mi cara de preocupación que el sólo decidió ir
conmigo hasta que tuviera el tiquete en la mano.

Después de haberlo comprado, él me escribió en un papelito la estación del bus


que me dejaba más cerca del hotel, para así poder mostrársela al conductor y
saber dónde me tenía que bajar. Al final, él decidió llevarme casi cogida de la
mano hasta la estación donde debía parar el bus que me dejaba donde era y
luego se fue. Él fue una persona muy querida y de gran ayuda.

Al montarme al bus lo primero que hice fue mostrarle al conductor lo que el señor
que me ayudó me había dado y él hizo una cara de haberme entendido, entonces
me senté muy tranquila, pues él ya sabía que me debía avisar cuando me tenía
que bajar.

Ya habían pasado más o menos 20 minutos y él paró y me llamó y yo,


simplemente por comprobar, le dije que si estaba seguro de que esa era la
estación cerquita de la calle donde yo me bajaba y él, precisamente en ese
momento, no lo sabía. Lo que hizo fue preguntar por el altavoz del bus si alguien
conocía la calle a la cual debía ir, pero nadie contestó y el señor simplemente me
dijo que me bajara y mirara a ver que hacía.

Era un domingo y la calle estaba vacía, miré hacia todos los lados y no vi nadie a
quien pudiera preguntarle, entonces decidí caminar un poquito por ahí para ver si
había vida en algún lugar. Pasaron 5 minutos que parecían 100 horas, pues no
tenia idea de dónde estaba parada.

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No sabía qué hacer, no tenía teléfono ni del hotel, ni celular para llamar a alguien,
ni nada que hacer, simplemente estaba en un lugar que no conocía, sola y sin
alguien que me ayudara.

Finalmente vi a una pareja de señores que me pudieron ayudar hablándome


francés y lo que me dijeron fue que estaba en un lugar muy, muy lejos de ese
hotel y siguieron caminando.

En ese momento apliqué el “TinMarinDeDoPingue” y quedó el lado derecho, así


que volteé y seguí caminando. En este momento me encontré con una mujer que
estaba tomando fotos a unas estatuas, pensado que era una de las peores
personas para preguntarle, pues parecía turista, pero aun así, lo hice. Le hablé en
inglés y ella me respondió y me dijo que sí sabía dónde estaba el hotel y me llevó
caminando, contándome historias y dándome consejos hasta la esquina del hotel,
donde me encontré a mi tío que lo único que me dijo fue “¡Me iba a dar un paro
cardiaco! ¿Dónde te habías metido? ¡Te busque todo el día! Tus papás no han
parado de llamar al hotel, llaman cada 5 minutos y todos llamaban a toda parte a
saber si habías llegado o hablado con alguien.” En ese momento no me pude
sentir más feliz y tranquila porque era algo imposible. Pues el pánico que sólo me
daba pensar que estaba perdida en una ciudad tan grande como Ámsterdam, me
paraba los pelitos.

La venida en el bus fue muy agradable, pues me encontré un grupo de personas


de Chile que estaban haciendo un viaje por Europa y al notar que yo era
Colombiana, lo único que hicieron fue hablarme las 7 horas completas y hacerme
llegar con nuevas energías a mi casa de Alemania.

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Fueron unos días espectaculares que disfrute demasiado conociendo toda
Holanda, ya que alquilamos un carro e íbamos cada día a una ciudad diferente ya
que todo es tan cerquita y se puede llegar tan rápido.

Además, ese día que estuve perdida en Ámsterdam, me di cuenta de lo importante


que es saber varios idiomas y de lo agradecida que estoy con el Colegio por poder
aprender esos 3 idiomas que ese día me ayudaron de esa manera.

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CONCURSO DE ANÉCDOTAS Y EXPERIENCIAS DEL VIAJE DE 
INTERCAMBIO CON ALEMANIA REALIZADO POR LOS ESTUDIANTES DEL 
COLEGIO ALEMÁN DE MEDELLÍN 
2009 
 
 
 
 
 
SEUDONIMO: Participante 1

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PROBLEMAS CON LA VISA 
 

 
 
Mi intercambio lo hice en Aachen, una ciudad al oeste de Alemania que limita con Bélgica 
y Holanda. Yo me fui independiente para Alemania. Por consiguiente me tocó hacer todo 
sola. Una de las cosas más importantes que uno debe hacer es todo lo de la visa. Antes de 
irme para Alemania pedí la visa Schengen (la cual es vigente sólo por tres meses), un par 
de semanas antes de irme me la dieron. Como esta visa no cubre los 8 meses que iba a 
estar en Alemania uno la tiene que extender allá. Mi tío que sabe todo eso porque es el 
cónsul de Alemania, me dio todas las indicaciones para hacer todo eso. 
El 18 de noviembre me fui para Aachen. Mi familia estaba conformada por: papá (Bernd), 
mamá (Claudia), dos hermanas (Irene y Karin) y un hermano (Paul). Irene ya no vive más 
en la casa y Paul estudia en Hungría. Karin (18 años) vive aún en la casa. 
En la primera semana que estuve allá yo le dije a Claudia que tenía que hacer lo de la visa. 
Yo  le  dije  que  tenía  que  ir  a  la  oficina  de  registros  (Einwohnermelderamt,  en  alemán) 

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según le había entendido a mi tío. Claudia no dijo nada y me llevo allá. Yo me registre, dije 
lo  de  la  visa  y  no  me  dijeron  nada,  ni  tampoco  se  la  llevaron  para  ponerle  alguna  cosa,  
sólo me dieron un papel de registro, el cual lo único que decía era donde vivía en Aachen, 
en qué familia y mis datos generales. Yo me quedé tranquila y me fui.  

 
Papel que me entregaron en la oficina de registros. 
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Los  siguientes  meses  no  volví  a  hacer  nada  con  mi  visa.  En  mayo  mis  padres  vinieron  a 
visitarme y viajamos a Francia y a Italia. Yo siempre mostraba mi visa con el papel que me 
dio la oficina de registros y al parecer no había ningún problema. Dos semanas después de 
que mis padres se fueron, llegué a la casa del colegio y estaba en mi cuarto, cuando me 
llamó  Claudia  desde  la  sala  diciéndome  que  le  llevara  mi  pasaporte.  Claudia  estaba 
hablando por teléfono con una señora que había llamado a gritarle diciéndole que tenía 
una alumna de intercambio ilegal y que yo tenía que ir al día siguiente con Claudia a su 
oficina  para  ver  que  hacían  conmigo.  Yo  estaba  muy  asustada,  pero  lo  bueno  fue  que 
ninguno de la familia estaba enojado conmigo.  
 
Lo que había pasado era que al principio de mi estadía en Alemania, yo debí haber ido a la 
oficina de extranjería (Ausländeramt, en alemán) para extender la visa y no a la oficina de 
registros, entonces la visa se me había vencido en febrero. Le había entendido mal a mi 
tío. 
 
Al  siguiente  día  a  las  9:00a.m.,  salí  del  colegio  para  ir  a  la  oficina  de  esa  señora; 
desafortunadamente Claudia no me podía acompañar ese día, entonces fui con Karin. Yo 
estaba mucho más nerviosa, porque mi hermana no era el apoyo que necesitaba en esa 
cita y ella me ponía todavía más nerviosa diciéndome que no fuera a decir unas cosas y 
que  sólo  respondiera  lo  que  me  preguntaran.  La  verdad  eso  no  me  ayudó  mucho. 
 
Estábamos sentadas en la sala de espera y a las 10.00a.m. salió la señora y nos llamó. Nos 
sentamos  y  ella  empezó  a  ver  mi  pasaporte  y  a  anotar  todos  mis  datos.  Empezó  a 
contarme lo grave que era la situación y a preguntarme un montón de cosas; yo le intenté 
explicar  todo,  para  que  viera  que  todo  había  sido  sin  culpa.  Ella  creía  que  yo  me  quería 
quedar de ilegal trabajando como niñera. Yo sinceramente no lo podía creer. Sin querer 
agravé  las  cosas  diciendo  que  había  viajado  fuera  del  país  con  mis  padres  y  no  había 

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tenido ningún problema. Entonces ella dijo muy brava, que además de estar ilegalmente 
en  Alemania,  había  viajado  ilegalmente  por  Europa.  Por  último  me  decomisaron  el 
pasaporte y me lo tenía que ir a reclamar un día antes de volver a Colombia; esos días que 
me quedaban no podía salir del país, además de eso me tocó pagar por unos papeles para 
poder  salir  el  día  que  regresara  para  Colombia  y  según  ella  todavía  podía  haber  más 
problemas.  

 
Papel que me entregaron testificando que me habían decomisado mi pasaporte. 

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Yo volví a la casa y le conté a Claudia todo lo que había pasado. Ella llamó a la señora para 
explicarle por qué no había podido ir conmigo. La señora dijo que ya no importaba y que 
iba a hablar con la jefa de ella para ver mi caso y que si no volvía a oír de ella era porque 
había  quedado  todo  así.  En  las  semanas  siguientes  la  señora  no  volvió  a  llamar.  
El  1º  de  Julio  fui  a  reclamar  mi  pasaporte  para  poderme  ir.  El  2  de  Julio  salí  sin  ningún 
problema, los papeles por los que pagué no los tuve que utilizar para salir de Europa.  
 
Cuando llegué a Colombia, tuve que hacer otro montón de vueltas para poder mandar los 
papeles que no utilicé a Alemania testificando que yo ya había llegado a Colombia y que 
no  me  había  quedado  allá,  además  si  no  los  enviaba  no  podía  volver  a  Alemania  hasta 
dentro de mucho tiempo.  Después de una semana de estar aquí los envié. Al final todo 
salió bien, a mi familia de Alemania no la multaron ni metieron a mis padres de Alemania 
en  la  cárcel  por  tener  una  alumna  ilegal;  lo  único  fue  que  no  puedo  volver  a  Alemania 
hasta dentro de un año., 

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Mi viaje a Alemania 
En  Alemania  me  pasaron  muchísimas  cosas.  Primero  que  todo,  me  fui  por  ISPA  y  había  hablado 
con la familia que  me habían dado desde septiembre mas o menos. Me parecían muy  queridos, 
me encantaba la casa, mi cuarto, me contaban cosas que me algraban muchísimo. Estaba feliz por 
llegar a esa familia. 
 
Obviamente como todos, me dio muchísimo miedo irme, aunque estaba feliz y no veía la hora de 
estar ya en Europa. Mi principal expectativa era viajar, aprender de la cultura, conseguir amigos y 
después cuando llegara poder contar historias exelente sobre mi viaje a Alemania. 
 
En Noviembre me entere de un problema familiar, una persona demasiado allegada a mí estaba 
muy enferma, tenía cáncer. Al saber la decisión que ella había tomado y lo avanzado que estaba a 
enfermedad en el cuerpo pensé en no irme, me parecía mentira que esto pasara justo antes de yo 
irme.  Esa  persona  no  quería  hacerse  ningún  tratamiento,  había  tomado  la  decisión  de  no  hacer 
nada contra eso. Decía que había tenido un estilo y una calidad de vida demasiado bueno y que no 
valía la pena luchar por algo que nisiquiera era seguro si se iba a obtener. Ella no era ni vieja ni 
joven, todavía tenía muchísimos años de vida, pero ella no los quería vivir sufriendo. 
 
Cuando  me  fui,  el  26  de  diciembre  del  2008,  llegué  al  albergue  con  todos  los  compañeros  que 
habían viajado ese día conmigo. Pasamos buenísimo esa primera semana, pero al mismo tiempo 
eso  hizo  que  nos  diera  mucho  más  duro  adaptarnos  a  las  familias  cuando  llegáramos  a  cada 
pueblo. Mi familia que se llamaba la familia Spengel, querían que yo me fuera un dia antes del día 
planeado para la casa de ellos. El día que fuimos todos jutnos a visitar el puebo donde íbamos a 
vivir con otros compañeros, me encontré con la familia y dejé a mis amigas. 
 
El primer día en la familia fue muy muy raro, estaba totalmente inconsciente de que ya estaba sola 
en  otra  casa,  con  gente  completamente  desconocida  y  que  todavía  me  flataban  6  meses  para 
volver a mi casa y poder tener mi propias cosas conmigo otra vez. El segundo día fue un domingo, 
no  hicimos  nada  y  pensé  en  que  era  solo  por  ese  domingo.  Al  otro  día  era  festivo  y  tampoco 

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hicimos nada. En esta familia no había como muchas actividades, cada uno hacia cosas por aparte, 
pero eso no era culpa de la familia sino de la cultura en la que estaba viviendo. 
 
Mi  primer  día  de  colegio  fue  fácil,  me  encontré  con  otro  alumno  que  en  este  momento  está  en 
Klasse  12  y  que  todavía  está  yendo  al  colegio  y  se  devolvía  para  colombia  en  2  semanas.  El  me 
ayudó a saber lo básico del colegio. Mi mamá de la familia alemana me llevó y me recogió en el 
colegio el primer día. Al segundo día ya fue más diferente. 
 
Mi mamá de la familia de Alemania me llevó el segundo día de colegio.  Cuando me recogió para ir 
a ampliar la visa me llamó mi papa en el carro. Yo le dije que no me estaba sintiendo bien en la 
familia por que no tenía muchas actividades y estaba muy aburrida, él después me contó lo que 
estaba  pasando  en  Medellín.  La  persona  que  estaba  enferma  en  Medellín  había  empeorado  y 
estaba en la clínica con señales del fin. Mi papá me contó que ya estaba muy mal y que parecía 
que era casi segura la muerte ese mismo dia, pues estaba sintiendo mucho dolor por causa de la 
enfermedad y le habían aplicado una droga muy fuerte que la adormilaba y calmaba el dolor, pero 
cuando el efecto de la droga pasaba, el dolor era mucho peor que el que tenía antes. Como era de 
esperarse  empecé  a  llorar  y  como  mi  tiempo  en  Alemania  no  era  mucho,  no  me  sabía  defender 
como  para  explicarles  bien  que  era  lo  que  estaba  pasando.  Le  intentaba  decir  a  los  papás  pero 
ellos no entendían. Ellos ya sabían del problema que tenía en mi familia, pero ellos no creían que 
estaba a punto de morirse y me decían que todavía había mucho tiempo. Yo tenía mucho miedo y 
estaba llorando mucho. La familia no me ayudaba, no me preguntaban por qué estaba llorando, 
sólo hasta el final que me vieron muy mal. Me obligaban y me exigían que colgara con mi papá, 
mientras  él  me  contaba  todo  lo  que  estaba  pasando,  pero  no  se  podía  hablar  por  celular  en  la 
oficina en la que estábamos. En ese momento decidí cambiarme de familia, ellos no me dejaban 
verme  con  mis  amigos  que  estaban  en  mi  pueblo  y  no  se  interesaban  por  lo  que  me  estaba 
pasando. 
 
Llamé a una amiga que estaba en mi pueblo y le pedí que me ayudara, su hermana que está en 
klasse 12 que todavía estaba en Alemania, me ayudaron a conseguirme ayuda con la señora Pop 

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que  es la dueña de la agencia. Mi amiga me dijo  que le dijera a mi familia  de Alemania que me 
dejaran en la central de buses de Bayreuth. Ellos me dijeron que teníamos que hacer otra vuelta 
de un papel y que me intentaban llevar. Tenía mucha rabia con ellos por que no se sensibilizaban 
conmigo.  Cuando  me  iban    a  llevar  a  la  central  de  buses  me  dijeron  que  ellos  no  me  podían 
recoger, pero yo de la rabia que tenía les dije que yo buscaba cómo devolverme. Salí del carro y 
me baje. Me encontré con mi amiga y me fui hasta la casa de ella. Ese día por la noche fuimos a 
comer con la hermana de ella, la abuela de la familia de Alemania y mi amiga.  La familia de ella 
era demasiado querida y me habían invitado a quedarme a  dormir en la casa de ellos hasta que se 
solucionara el problema de la familia. 
 
Cuando íbamos caminando al restaurante, me llamo mi papa a contarme  que ya la persona que 
era tan importante para mí se había muerto. Yo pensé que me iba a dar muy duro el momento en 
el que me había contado, pero no, fue una reacción de llanto o de gritar, solo me sentí llena de 
una impotencia enorme por no poder estar al lado de mi familia en ese momento tan duro y por 
sentir  que  estaba  tan  lejos  de  todo  lo  que  me  hacía  sentir  feliz  en  ese  momento  y  que  lo  que 
menos iba a servir y lo que menos iba a ayudar, era volver a Colombia.  Le pregunte a mi papá que 
el cómo se sentía y eso sí me hizo sentir mal, pues él se puso muy mal porque para él esa persona 
también era muy importante, ya había pasado por momentos muy sentimentales con mi familia, 
sobre el tema de la enfermedad. En este momento agradezco muchísimo haber tenido una amiga 
a mi lado, un apoyo y saber que no estaba sola en ese momento. 
 
Ese día me sentí como impresionada, impotente, con miedo y estaba apenas como en proceso de 
aceptación  o  de  asimilación  por  lo  cual  ya  había  empezado  a  entender  desde  que  supe  de  la 
enfermedad, pero no se comparaba por lo que sentía cuando supe que ya era un hecho, que no 
iba  a  volver  a  ver  a  esta  persona  nunca  más.  Dormí  donde  mi  amiga  3  noches  más.  Esa  misma 
familia  me  consiguió  otra  familia  que  vivía  cerca  de  ahí  y  que  las  hijas  de  las  dos  familias  eran 
mejores  amigas  y  los  padres  eran  muy  amigos.  Conocí  primero    a  la  hermana  y  después  fui  a  la 
casa. Me recibieron muy queridos y desde ese día empecé a vivir en esa casa hasta el 3 de julio 

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que  volví  a  Colombia.  Tuve  una  excelente  relación  con  la  familia  y  por  eso  mismo  mi  hermana 
viajará este año y va a quedarse también con ellos. 
 
Esa fue mi experiencia, fue dura, pero al final todo vale la pena. No solo se trata de sufrir, también 
se  pasa  muy  bueno.  Pero  para  mí  lo  más  importante,  es  aprovechar  cada  momento  que  se 
presenta, cada invitación y cada oportunidad que se me da en otro país como Alemania. Uno no 
sabe cuándo puede volver a vivir cosas como las que se viven allá, no sólo positivas, sino también 
negativas, pero que igual llegan a ser útiles en la vida. 
 
Madonna 
Maria Alvarez Jaramillo 10a 
 

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Concurso de anécdotas y experiencias del viaje de
Intercambio con Alemania realizado por los estudiantes
Del
Colegio Alemán de Medellín
2009
Autor: Lareli
EL DÍA DE LA MADRE Y DEL PADRE.

Durante mi intercambio en Alemania estuve en Neustadt an der Weinstrasse


en el estado de Rheinland-Pfalz. Mi familia anfitriona estaba compuesta por
una madre alemana, un padre italiano, una hija de 12 años y un hijo de 16
años que estuvo en Irlanda de intercambio durante la mayor parte de mi
estadía.

Durante el mes de mayo, cuando se acercaba el día de la madre,


conversando con Lisa -mi hermana anfitriona- me di cuenta que para ellos
este día es como cualquier otro. La verdad, me sentí un poco triste porque
en Colombia se le da mucha trascendencia a esta fecha; se le dan regalos y
flores a las madres, se hacen reuniones familiares, se celebran misas por
las madres ya fallecidas, etc. Sin embargo, no dejé las cosas así, hablé con
Lisa para que conjuntamente organizáramos una actividad especial para
celebrarle el día de la madre a Kathrin, mi madre anfitriona. Hablamos con
Giuseppe –mi padre anfitrión- para que nos patrocinara con algo de dinero y
nos ayudara con algunas actividades. Así fue como al escondido de Kathrin
entre Lisa y Yo hicimos una tarjeta con un mensaje muy especial, en el que
le agradecíamos por ser una muy buena Mamá. Mientras tanto, Giuseppe
debía encargar un ramo de flores.

Ya en el Día de la Madre, mientras terminábamos la tarjeta, Lisa y Yo nos


inventamos que estábamos antojadas de un pan, por el que debía ir
Giuseppe, cuando en realidad era para ir por el ramo de flores, dado que
habían quedado de entregarlo el Día de la Madre. Cuando llegó el ramo de
flores nosotras ya habíamos terminado la tarjeta, pudiendo así sorprenderla
entre los tres. Ella se emocionó muchísimo y con gran alegría agradeció
nuestro gesto.

Lo mismo sucedió con el día del padre, para ellos ese día no tiene nada de
distinto a los demás, pero luego de lo que habíamos hecho el Día de la
Madre, Kathrin preparó una torta y entre Lisa y Yo también le hicimos una
tarjeta a Giuseppe.

Él se sintió muy contento con el hecho, tanto así, que a la hora de su


emisión radial, pues trabajaba en una emisora de radio, habló de lo especial
que había sido el saludo que le había dado su familia en la mañana,
recordándole a todos sus oyentes que ese día era el Día del Padre y que
debían tener un gesto amble y de reconocimiento a sus padres. Además,
felicitó a todos los padres en su día, para su audiencia esto también fue algo
nuevo, dado que allá tal como lo dije antes, la gente no se interesa por
estas fechas ni tiene la costumbre de realizar actividades especiales.

 
PERDIDA EN MADRID-BARAJAS

Todo empezó el 18 de noviembre del 2008, el día en que viajaba a Alemania para hacer el intercambio. El
vuelo de Medellín a Bogotá fue muy normal. María Paulina y yo viajábamos juntas ese día y además mi
papá nos acompaño hasta Bogotá. El trayecto de Bogotá a Madrid por Iberia fue ¡eterno e incomodo! Como
era por la noche, obviamente, no se veía nada por las ventanas, solo cuando se apagaron las luces para
dormirnos, pudimos ver millones de estrellas en el cielo.

Cuando llegamos al aeropuerto Madrid-Barajas, alrededor de las 10:00am del día siguiente, nos informaron
por el altoparlante del avión, que las personas que tenían vuelos cuyas puertas de abordaje eran K o H
debían bajar por los ascensores y tomar el subterráneo que los llevaría hasta otra terminal y los que tenían
vuelos que salían por las puertas M debían permanecer en esa misma terminal, puesto que allí estaban las
puertas M. De acuerdo a todo esto, María Paulina tenía que irse para la otra terminal, porque su vuelo salía
por una de las puertas H y yo tenía supuestamente que quedarme ahí. Nuestros vuelos salían a las
4:00pm, pero María iba para Dusseldorf y yo para Frankfurt. Teníamos 6 horas de espera.

Nos bajamos del avión y caminamos mucho rato para llegar a donde estaban los ascensores por donde
María tenía que bajar. Cuando llegamos allí yo tenía un nudo en el estomago, no me quería quedar sola,
tenía mucho miedo. Nos despedimos, yo con lágrimas en los ojos, pero al ver a María tan tranquila me dije
a mi misma que me tenía que calmar.

Ella se fue y yo subí a buscar dónde era el “check in” de esa terminal; no lo encontraba, estaba perdida. Yo
seguía los letreros con flechas que me “dirigían” a donde estaba el “check in”, hasta que de pronto no había
más letreros y entonces, me di cuenta de que seguro me había pasado y me tenía que devolver (esto me
pasó varias veces). Por fin, después de un rato, ¡lo encontré! Hice el “check in” e ingresé a la terminal, pero
cuando lo hice me di cuenta de que todo iba a ser horrible. Era una sala muy grande, de un solo piso y con
ventanales enormes que daban a la pista de aterrizaje. Allí solo había dos locales que eran puestos de café,
un Starbucks y otro raro que no conocía, además de eso había un restaurante que estaba cerrado y parecía
como en reparación. No había nada más, solo puertas de embarque, que no eran las mías.

Caminé un poco hacia una fila larguísima de gente que había al frente del restaurante cerrado, porque creí
que seguro estaban todos entrando a otra parte de la terminal, que probablemente sería más grande y
tendría tiendas y cosas. Cuando llegué hasta allí me di cuenta de que toda esa gente estaba abordando un
avión para La Coruña. Cuando estas personas terminaron de abordar, la terminal quedo casi
completamente sola, nada mas quedaban unas personas del personal del aeropuerto y yo. Me fui a sentar a
unas banquitas por que estaba mamada de cargar todo lo que traía (el maletín de mano más incomodo del
mundo, porque se voltea cuando uno lo arrastra, además de eso un bolso, en el hombro, que pesaba una
tonelada y estaba lleno de papeles y de cosas y para terminar de ajustar, la chaqueta de invierno, que no
me cupo en la maleta).

En ese momento, cuando me senté, me dio un ataque de pánico. Quería llamar a mis papás, pero no
entendía las instrucciones de los teléfonos públicos y tampoco había dónde comprar tarjetas para llamar. No
podía parar de llorar, me dio taquicardia, estaba mareada y no podía respirar. Me paré y me puse a mirar
en las pantallas, donde aparecen todos los vuelos, a ver si encontraba el mío y si decía la puerta, yo de
alguna manera sabia que ahí no estaba bien, tenía que hacer algo, porque sentía que estaba en el lugar
equivocado. Pero en las pantallas solo estaban los vuelos de las 12. De pronto vi uno que decía que era de
Avianca y que iba para Bogotá, fueron indescriptibles las ganas que me dieron de montarme en ese avión y
devolverme para Colombia.

Me volví a sentar y me acorde de que mi papá me había dado un teléfono de un amigo de él que vivía en
Madrid y que si necesitaba ayuda lo llamara, pero no, pues que le iba a decir. Después me acorde, también,
de la tarjeta de Assit-Card para pedir ayuda, pero no entendía las instrucciones de cómo llamar, que me
habían dado. Yo estaba como bloqueada en ese momento. No sabía que hacer. Pero sabía que tenía que
hacer algo.

Estuve llorando un rato largo, espere hasta que poco a poco pude calmarme y me fui a caminar a ver si
encontraba a alguien que me pudiera ayudar. Por allá cerquita de donde estaban los cafés, encontré que
había como un puestito de información de Iberia, que de alguna forma no había visto antes. Me acerque y le
pregunte al señor, que cuál era la puerta de embarque de mi avión, y qué tenía que hacer, que estaba
perdida, pero no entendí nada de lo que me respondió.
Me dijo como que me fuera para alguna parte, pero no entendí a donde. Yo quería intentar ver si caminado
un poquito lo descubría y como después de dar una vuelta todavía no encontraba lo que supuestamente
estaba buscando me devolví otra vez para donde el señor de información, que era como muy mala clase y
le pregunte lo mismo. Entonces con “cuatro piedras en la mano” me respondió, que la puerta de abordaje de
mi vuelo estaba provisionalmente puesta en una de las puertas K en la otra terminal, que me debía bajar por
uno de los ascensores que estaban al frente de los cafés y que me fuera en un tren para la otra terminal,
pero que como la puerta estaba solo “provisionalmente” en la otra terminal, lo más probable es que
cambiara.

Entonces me dijo que hiciera lo que me diera la gana y que si me iba para allá y devolvían la puerta a esta
terminal, pues que me tenía que devolver y que si me quedaba aquí y la pasaban para allá pues que me
tenía que ir. Le dije que bueno, que gracias y me fui a pensar que hacer, porque tenia miedo, no sabía
cuánto se demoraba uno yendo hasta la otra terminal, ni cuánto me iba a demorar haciendo el “check in”
allá. Pero también tenía miedo de irme para allá y tener que devolverme después por la misma razón.

Después de pensar un poco, decidí irme de todas formas. Allá estaría María Paulina y si la encontraba ella
me podría ayudar y ya no tendría que estar tan sola. Me fui por el subterráneo y se demoró como 10 ó 15
minutos para llegar a la otra terminal, porque era lejísimos. Cuando por fin llegué, salí del trencito y como no
sabía para dónde coger me puse a seguir a la gente.

No se por qué, ni en qué momento terminé en la parte donde se recogen las maletas, entonces, mientras
estaba tratando de encontrar una salida, un señor se me acercó, supongo que me vio cara de perdida, y me
preguntó que si necesitaba ayuda. Yo le dije - si, ¡estoy perdida! - Me pidió que le mostrara el pasabordo
para ver a donde me tenía que ir y pues como ahí decía que mi vuelo salía por la otra terminal, me dijo que
me tenía que devolver. Le explique lo que me habían dicho antes, que la puerta de embarque la habían
cambiado y el me dijo que iba a preguntar de nuevo dónde me tocaba, pero, mientras tanto, me ofreció una
tarjeta para llamar a Colombia (no tengo idea como supo que yo era colombiana, pues yo no le había dicho
nada sobre eso). El me dijo que él las vendía y me sacó una lista con todos los precios. Yo escogí la
primera, porque como tenía los ojos llenos de lágrimas no veía bien. Después me dijo que me iba a enseñar
a usarla y me anoto las instrucciones por detrás de la factura, cuando terminó se fue donde un señor del
aeropuerto que estaba ahí cerquita y le preguntó lo de mi vuelo. A su regreso, me explico qué hacer, me dijo
que subiera hasta el segundo piso, ahí debía volver a hacer el check in, para poder entrar a la parte de las
tiendas y las puertas de abordaje. Me dijo que mi puerta no estaba confirmada todavía, pero que cuando
estuviera arriba, preguntara en un puesto de información. Le di las gracias y me fui por donde me había
dicho. Ya estaba mucho más tranquila.

Me fui por las escaleras y finalmente logre llegar al “check in”. Ahí le pregunté a un señor de información
que si por ahí se entraba para la puerta K, que era la que me habían dicho que probablemente fuera la de
mi vuelo, y me dijo que era lo mismo, que todo el mundo debía pasar primero por ahí. No le pregunté lo de
mi vuelo porque el señor no estaba en un puesto de información, sino simplemente supervisando. Cuando
por fin estuve ahí, me sentí mucho más tranquila al ver que todo en esa terminal era más normal, había
tiendas, restaurantes y mucha, mucha gente. Me acerqué a un puesto de información, pero me dijeron que
todavía no tenían el dato exacto de mi puerta de embarque, que se confirmarían a las 3:00 p.m. y que me
fijara entonces, en las pantallas a esa hora.

Di una vuelta pequeña por esa parte que era más que todo de restaurantes, para ver si veía a María
Paulina, porque como eran las 12:00 o la 1:00pm, ya no me acuerdo, de pronto estuviera almorzando. No la
vi, pero decidí entrar a algún sitio a comer, pues desde que nos dieron el desayuno en el avión no había
comido nada. Pase por McDonnalds pero, como tenía el estómago revuelto, no quería comer algo tan
grande, entonces entré al siguiente restaurante, que era como un café, pero también vendían sánduches y
cosas así. El restaurante tenía un mostrador grande de comidas al fondo donde estaba la caja. Me metí en
la fila y me puse a mirar. Nada se veía como bueno y en ese momento me di cuanta de que si quería coger
algo de ahí, debía haber cogido una bandeja desde antes y como no me quería devolver por ella, solo
compre una Coca-Cola.

Quería encontrar a Maria, así que me puse a caminar un rato y me di cuneta de que el aeropuerto de
Madrid es ¡enorme! No entré a ninguna tienda, no hice nada, solo quería encontrar a Maria, pero como tenía
tantas cosas en las manos me canse después de un rato y me fui a sentar. A mi lado había una viejita que
no me acuerdo de donde era, creo que de Costa Rica o algo así, empezó a hablar conmigo y me pregunto
para dónde iba y pues, termine contándole del intercambio, que me había perdido y que ahora estaba
buscando a una amiga. Estuvimos hablando un rato hasta que me dieron ganas de seguir buscando a
Maria. Después de caminar un poquito la vi pasando a lo lejos, me dio tanta alegría que casi me fui
corriendo para donde ella y cuando la alcance le conté todo lo que me había pasado y ella me dijo, entre
muchas cosas, que tenía el mismo problema con la puerta de embarque, que no estaba confirmada todavía.

En ese momento me acorde, de la tarjeta que había comprado para llamar y le dije a Maria que iba a
buscar un teléfono público para llamar a mi casa. Los primeros teléfonos que encontré quedaban lejísimos.
Empecé a marcar todo ese montón de números para poder comunicarme con Colombia y la primera vez me
equivoque, entonces volví a marcar y ahora si me contestaron en mi casa. Estaba tan feliz de oír a mi
mamá, pero al mismo tiempo me dio “mamitis”, quería estar con ella. Les empecé a contar, todo lo que me
había pasado y me puse a llorar. Mi mamá me dijo que no me preocupara, que uno siempre se encuentra
“angelitos” en todas partes que lo ayudan, que uno nunca esta solo, que siempre se va a encontrar a
alguien en cualquier parte dispuesto a ayudarlo. Yo no quería estar más allá, no quería estar en
intercambio. Solo quería estar en mi casa. Hablamos como 10 minutos y me devolví para donde Maria. Ella
me dijo que si le podía prestar la tarjeta para llamar a su casa y yo le dije que bueno, que claro, pero que si
después de eso me podía acompañar a almorzar. Ella dijo que si. Después de que llamó, nos fuimos para
McDonnalds, yo almorcé rápido porque ya eran las 3:00pm y teníamos que saber por dónde nos iba a tocar
abordar.

Cuando terminé de almorzar, fuimos juntas a mirar las pantallas, el vuelo de Maria ya aparecía y decía la
puerta de embarque, pero el mío todavía no. Nos sentamos otra vez donde estábamos antes, yo espere
como 10 minutos y me volví a fijar, pero todavía no decía nada, entonces me fui para un puesto de
información. Allá al señor que estaba atendiendo le pregunte que si me podía decir, por favor, la puerta de
embarque de mi vuelo y le mostré mi pasabordo. Miro en el computador y me anotó el número correcto de
la puerta en un papelito, después me empezó a preguntar el motivo de mi viaje y estuvimos hablando un
rato hasta que empezaron a llegar muchas personas, que necesitaban también ayuda. Me deseó la mejor
de las suertes, nos despedimos y me fui para donde Maria. Estuvimos hablando otro ratico, pero como ya
eran las 3:40 p.m. decidimos que mejor nos despidiéramos ahí. A ella le tocaba una puerta del lado H y a mi
del lado K que eran lados opuestos. Maria me dijo que con la suerte que estaba teniendo me iba a tocar la
puerta más lejana al extremo del aeropuerto.

Nos despedimos y empecé a caminar, habían unos letreritos que al principio no entendí, pero después me
di cuenta de que indicaban el tiempo para llegar a las puestas y decía que para la mía faltaban 12 minutos.
Eran las 3:50pm y el avión salía a las 4:00pm. Me entró pánico otra vez, empecé a correr. Me sentía como
en esos sueños en los que uno corre y corre, pero no avanza nada. Me pareció que no alcanzaría a llegar,
pero no, llegué a tiempo y en efecto, era como había dicho Maria, mi puerta de embarque era una de las
últimas, al extremo del aeropuerto y por suerte cuando llegué todavía no había empezado a abordar la
gente.

Alrededor de 15 minutos después ya me encontraba sentada en el puesto que me tocaba, esperando que el
avión despegara, pensaba en todas las cosas que me habían pasado y trataba de imaginarme como iría a
ser todo cuando por fin llegara a Alemania. En ese momento me di cuenta de que ya no había vuelta atrás.
No me sentía ni feliz ni triste, no sentía tampoco ansiedad, no sentía nada. Escuche a mi alrededor algunas
personas hablando en alemán y me di cuenta de que ese era el inicio de mi intercambio y que tenía que
afrontarlo.

En los ocho meses que estuve en Alemania, afronté muchas y diversas dificultades, pero nunca me volví a
perder, a veces tomaba caminos equivocados, pero siempre llegue a donde tenía que llegar. Esta
experiencia me enseñó a no perder la calma en los momentos difíciles, a que todo tiene solución. Me ayudó
a darme cuenta que yo sí puedo valerme por mi misma, algo que fue importantísimo para mi durante la
estadía con la familia. Aprendí también que si yo no resuelvo mis problemas, ellos no se van a resolver
solos, por mucho miedo que me de afrontarlos, siempre tendré que hacerlo.

Fin
CONCURSO DE ANÉCDOTAS Y EXPERIENCIAS DEL VIAJE DE
INTERCAMBIO CON ALEMANIA REALIZADO POR LOS ESTUDIANTES
DEL COLEGIO ALEMÁN DE MEDELLÍN
2009

PERDIDA EN MADRID-BARAJAS

SEUDÓNIMO: CLEO
Terminal 4: cuenta con 76 puertas de embarque
(H, J y K).
CONCURSO DE ANÉCDOTAS Y EXPERIENCIAS DEL
VIAJE DE INTERCAMBIO CON ALEMANIA REALIZADO

POR LOS ESTUDIANTES DEL COLEGIO ALEMÁN DE


MEDELLÍN 2009

TÍTULO: MI INTERCAMBIO EN ALEMANIA, UNA DE LAS


MEJORES EXPERIENCIAS DE MI VIDA.

POR: “CHAGO”

  1
MI INTERCAMBIO EN ALEMANIA, UNA DE LAS MEJORES
EXPERIENCIAS DE MI VIDA.

El 27 de septiembre del 2008 emprendí un viaje hacia Alemania que cambiaría mi


vida. Tal viaje me ayudaría, no solo a perfeccionar mis conocimientos en el idioma,
sino también a conocer otro país, otras personas y otras maneras de pensar y percibir
el mundo, y cuan diferente esta cultura podría ser de la nuestra, y cuan fascinante
podría ser tener la oportunidad de conocerla.

Estaba ansioso, de verdad nervioso, lo único que sabía era que quería ir, ansiaba ir;
quería conocer, experimentar, sentirme libre y estaba dispuesto a esto; y así, dos días
después de mi cumpleaños, comenzaría una de
las que considero, mejores experiencias de mi
vida. Toda una combinación de emociones y
sentimientos que se apoderaban de mi cuerpo,
desde la ansiedad a la tristeza, y fue así, como me
despedí de mis padres en el aeropuerto. Prefería
no pensar en estar nueve meses lejos de ellos, del
resto de mi familia y de la infinidad de factores que me conectaban a Colombia.
Sabía que debía hacerlo, ya no había vuelta atrás, lo haría no solo para estudiar, sino
también para crecer, o por lo menos era eso lo que me repetía a mí mismo en mi
cabeza, para evitar llorar, palabras que me reconfortaban, las últimas que a mi madre
le escuche decir, antes de emprender este viaje. Y así fue. Me fui. Deje todo lo que
tenía, pero me fui feliz, ansioso y con la esperanza de conseguir todo lo que pudiera,
tanto conocimientos como experiencias y sabía que trataría de aprovechar todo lo que
pudiera, me sentía libre, pero a la vez sabía, que no podría distraerme de lo que haría.

Meses atrás, hablando con mi familia, decidimos que me iría nueve meses y particular.
Dividiría mi intercambio en dos partes: Los primeros tres meses, tiempo en el que
esperaba adaptarme y acostumbrarme, tanto al idioma como a la cultura. Y el resto
del tiempo, permanecería con una familia realizando un intercambio similar al que mis
compañeros harían. En los primeros meses estaría con la familia de mi madre, la cual

  2
me ayudaría a integrarme y así fue. En estos meses logré adaptarme. Asistí a un curso
y a la vez al colegio del cual en un principio, no recibí notas. Recuerdo mucho mi
primer día allí, me reí mucho de esto. Mi tío me llevó, como lo
hicieron un día nuestros padres con nosotros al colegio y
después de presentarme ante el Rector, allí me dejó. Era
evidente el vacío que tenía en el estómago, causado por los
nervios que tenía. El Rector le dijo al director del grupo que me
llevara y presentara ante mis compañeros. Recuerdo que era de
noche aún, o eso parecía, pues no había aparecido el sol, y hacía un frío que me
carcomía los huesos. Mi director de grupo me llevó hasta mi puesto, me extrañó que
no le dijera al grupo quien era, pero al fin, con la pena que tenía, no me importó.
Desempaqué mis cosas en el que era mi pupitre y me extrañó que nadie hablara. Me
percaté que el profesor trataba de decirme algo con sus manos, no entendía muy bien
lo que quería. Estaba en la primera fila, miré hacia atrás y descubrí que era el único
que continuaba sentado, ¡todos se reían de mi!, yo no evité hacerlo también. En este
colegio, más que todo por la barrera del idioma, estuve algo distante de los profesores
y también de mis compañeros. En un principio me fue casi imposible conseguir amigos
y me estaba empezando a preocupar. Después de un tiempo, ya tenía unos cuantos
amigos, pero ahora me preocupaba la idea de que no salía tanto, hasta que descubrí
que en invierno no es una costumbre salir, sino que prefieren invitar a pasar un rato en
sus casas y a manera de remuneración, esperan que uno los invite también. En las
tardes, además del curso, no tenía nada que hacer y de verdad que me estaba
aburriendo. En invierno, definitivamente no quería nadar y en el pueblo no había un
lugar en el cual pudiera montar a caballo, por lo cual realizar mis hobbies, ya no era
una opción. En un principio estuve confinado a mi habitación, sólo al frente del
computador. Supe que no era lo correcto, no estaba aprovechando mi experiencia y
todo lo que podía hacer. Por casualidad, un día pasando al frente de la alcaldía vi un
aviso que decía “Pfadfinder”, hablaba de un grupo de adolescentes que se reunían los
jueves en las noches y un día aburrido decidí intentarlo. La verdad es que no me
arrepiento. Fue lo mejor que en ese pueblo pude haber hecho. Dos voluntarios nos
preparaban actividades diferentes cada vez, no nos cobraban y asistir allí, además de

  3
divertirme, me ayudó a integrarme con mis compañeros aún más. Allí conseguí muy
buenos momentos y me dejaron infinidad de buenos recuerdos.

La navidad se acercaba y con ella una gran nostalgia, lejos no podía esperar pasar mi
navidad como lo acostumbraba. La navidad decidí pasarla con una amiga, gracias al
fácil, seguro y efectivo sistema de trenes de Alemania, pude recorrer casi 500 km
hasta su hogar. Hicimos nuestra propia navidad, pero la
verdad, el 31 de diciembre de ese año, fue el peor que
en mi vida pude pasar. Unos amigos de ella nos invitaron
a pasar la noche a su casa. Después de ver una película,
jugar unos cuantos juegos de mesa y hablar con
nuestras familias, nos fuimos, decepcionados a dormir. El 6 de enero, ya en un año
nuevo, cuan rápido se pasa el tiempo, me debía despedir del pueblo y comenzar la
otra etapa de mi viaje. Usando el tren, fui solo y como estaba programado, a reunirme
con la familia con la que permanecería el resto de mi estadía. Para qué decir que no,
pero mi familia fue muy especial conmigo. Vivían en una casa muy cómoda y el hecho
de que fueran amigos de la familia y tuvieran dos hijas casi de mi misma edad, me
ayudó de verdad a integrarme, tanto en la vida familiar, como escolar. El hecho de
que nos toque una familia buena o no, depende sólo de nosotros. La razón por la que
consideré, no me pudo tocar una familia mejor, fue el hecho de que me adaptara y
tratara de integrarme, abriéndome así a todas las posibilidades. Fue eso lo que hizo
todo muy fácil para mi y lo que hizo que mi familia me apreciara como yo a ellos. En
este nuevo pueblo fue todo más fácil. Teniendo ya una experiencia, conseguir amigos
e integrarme, fue mucho más fácil. Cada vez el clima mejoraba más. Entendí que
aunque los profesores parecían fríos, respondían muy bien a las muestras de interés
que tuve con sus clases, me ayudaron mucho al igual que mi familia. Eran
comprensivos en su mayoría, trataban de hacerme sentir parte del grupo y trataron
siempre de hacerme sentir bien. Con mi familia, amigos y profesores, llegué a
establecer un lazo muy estrecho. Busqué clases de natación y equitación y empecé
constantemente a salir con mis amigos. Empezaba a tener una vida “normal”. Me
incorporé hasta el punto de sentirme, no sólo parte del grupo, sino también de la
familia y a la vez aprendía el idioma. En el proceso descubrí que los idealismos que

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tenía sobre los alemanes y su cultura, que había obtenido de las experiencias de
otros, no eran del todo ciertas. Un claro ejemplo de esto, era la creencia que tenía de
que los alemanes eran fríos y distantes, pero supe que no era así, simplemente tienen
un modo diferente al nuestro de expresar sus sentimientos y así me fui abriendo cada
vez más a ellos y a su cultura, aprendiendo cada vez más de ellos, creando mi propia
opinión, mi propio criterio. Otra de estas situaciones fue cuando descubrí que me reía
de cosas que ellos no y viceversa y no es por que yo o ellos seamos crueles o
irrespetuosos, sino que tenemos percepciones diferentes y son esas diferencias
fascinantes, diferencias que en vez de separarnos, nos deberían unir.

Esta experiencia fue definitivamente una de las mejores de mi vida. Me ayudó a


crecer, a entender muchas cosas que antes no podía, a conocer otras personas, otra
cultura, además a conocerme a mí mismo y apreciar tanto a mi cultura como todo lo
que tengo. Aprender a vivir el mundo de otra forma, me ayudó a
mirar el mundo de manera diferente, apreciarme a mí, lo que tengo y
también a los otros. De mi intercambio me quedaron millones de
experiencias, vivencias que nunca olvidaré y le contaré a mis nietos
y quizás ellos a los suyos también; muchos amigos a los cuales les escribiré e-mail y
a los que aprendí a querer mucho. Me encantó vivir en medio de una cultura
completamente diferente a la mía, experimentar cosas nuevas que nunca imaginé que
haría, vivir las estaciones y su sin igual belleza, ir al colegio en bicicleta, viajar por
Europa y miles de vivencias increíbles que no podré olvidar. Este intercambio no me
separó nueve meses de mi familia, me unió nueve meses a un país, a una cultura y a
cientos de personas fascinantes que tuve la oportunidad de conocer. Estoy
infinitamente agradecido con todos los que hicieron posible esto, a mi familia, al
colegio y a todos los que me acompañaron en esta experiencia, gracias por dejarme
hacer un intercambio en Alemania, una de las mejores experiencias de mi vida.

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