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Eduardo Galeano

El libertador Eduardo Galeano EN ALGUNOS CASERIOS perdidos en los Andes, los memoriosos se acuerdan de cuando el cielo estaba montado sobre el mundo. Tenamos al cielo tan encima ue la !ente caminaba a!ac"ada, # no poda endere$arse sin darse un coca$o. Las a%es se ec"aban a %olar # en el primer aleteo se c"ocaban contra el tec"o. El c&ndor # el '!uila arremetan con toda su (uer$a, pero el cielo ni se enteraba. El tiempo del aplastamiento del mundo termin& cuando un relampa!uito bailandero se abri& paso en el poco aire ue "aba. El colibr, el m's pe ue)o de los p'*aros, pinc"& el culo del cielo con su pico de a!u*a # a los pinc"a$os lo obli!& a subir "asta las alturas donde a"ora est'. +esde entonces, el colibr merece muc"o respeto. ,uien (ue capa$ de le%antar el cielo, en cual uier momento podra derrumbarlo.

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