Bom, antes que nada, si uno hace memoria, en la anterior
desventura del Abuelo, Cacho y Paco, el pelotón nazi del extraterrestre ex-basquetbolista homosexual del Abuelo había encontrado un mono en aquel cabaret de Escobar ¿recuerda señor? Entonces, cuando el trío dinámico volvió a la Torre del Terror de Cacho en Neo-Castelar, al poco tiempo un honorable miembro del Ku Klux Klan (último partido piquetero que quedaba), con su ropa y capucha blancas, le trajo al Abuelo el mono que había hallado aquella vez. Pero no era el simio piojoso de antes, ya que en los cuarteles generales del Cotolengo Nazi fue reformado (y refumado), transformándose en Ken the Monkey, mono de tendencias nazi, vistiendo un traje nazi con swástica en miniatura y fumando siempre un habano. -¡Heil Ken!- gritaba el Abuelo, y Ken le respondía a su superior con un trabajado saludo nazi-. Y ahora que eran dos “personas” y dos animales “normales”, el consumo de comida en la torre era una animalada. Cacho (que para variar iba a trabajar cuando se le cantaba) no lograba comprar ni de esos vinos con sabor a corcho pisado por multitud. Entonces comenzaron a cosechar una huerta en la mohosa bañadera, pero Ken la quemó con su habano; y Cacho se enojó tanto con el mono nazi que ya estaba preparando las dos tablas para la crucifixión: -¡Ese mono lo voy a tirar por la ventana! ¡Agárrame que lo mató!- dijo Cacho con las dos tablas sobre la espalda y sosteniendo clavos y un martillo-. -Cacho, no podes matar a Ken ¡es un general de alto rango en el Movimiento Fauna con Mussolini!- lo defendió el Abuelo-. -Bueno, por ahora zafó, ¡pero cuando tenga la menor oportunidad me almuerzo su cerebro como en Indiana Jones! Y así nació la enemistad de Cacho con Ken the Monkey, pero esa es otra historia. El problema de abastecimiento de víveres era muy importante porque, para completar sus dietas, Cacho necesitaba tiras de asado, choripanes y salsa chimichurri por toneladas. Asimismo, el Abuelo consumía milanesas de soja, polenta y demás comida de viejitos no muy lúcidos. Con respecto a los animales, Paco comía Boludeces de Pájaros (primer productor argentino de comida para aves), y Ken era el del paladar fino, con sus caracoles, caviar y arrolladitos primavera orientales. -Cacho, voy a llamar a alguien que conozco que seguro sabe como conseguir comida- anunció cierto día el Abuelo. Marcó un número telefónico bastante largo-. Hola ¿Dr. Marulo? Vale la pena aclarar brevemente quien es el Dr. Marulo. Este científico exiliado por razones políticas no muy claras a la Isla de los Estados, era el discípulo del ya fallecido Dr. Charanga, una desconocida mente de la ciencia quien, entre otras cosas, desarrolló los videos truchos de Rafa, que podían ser vendidos como videocintas a “módicos precios” y además, por ser tan truchos, podían explotar y ser usados como misiles o granadas. Luego de la muerte de su tutor, el Dr. Marulo tuvo que exiliarse políticamente sin razón conocida y allí continuó con sus experimentos. La relación no –homosexual que lo une con el Abuelo es un misterio. Y la homosexual también. -Sí, señor- respondió el Dr. Marulo-. Dígame su identidad. -Soy el Abuelo. -Ah, ya recuerdo- dijo, con cierto resentimiento-. ¿Qué pasa? -Mira, necesito saber donde se puede encontrar comida bien barata cerca de Neo-Castelar, porque… Entonces una voz familiar y bien grasa comenzó a gritar. -¡Corta ese teléfono hijo de puta, que lo pago yo! -¡Para Cacho, que estoy con Marulo! -¡Me importa un carajo, la concha de su madre, que al Dr. Marulo de doy por el culo! ¡Te cago a trompadas! De repente, el griterío cesó con un golpe seco. Parece que Cacho se resbaló con algo otra vez. -Abuelo, gracias a mi satélite espía, localicé el Barrio Chino, que son dos manzanas en medio del páramo. Caminen hacia el nordeste que llegan en dos días. Bueno, ahora me tengo que ir, estoy investigando si los dibujos de Ásterix… -Bueno, después arreglamos, gracias y chau- le interrumpió el Abuelo, colgando el teléfono-. Cacho, trae a Paco y a Ken que nos vamos al Barrio Chino. Cacho, conociendo por su xenofobia las malas artes de los chinos, empacó su vieja escopeta, arena para tirar a los ojos y otras cosas por el estilo. Así, los cuatro viajeros emprendieron un aburrido viaje por el vacío y arruinado suelo argentino que no vale la pena ni mencionar. Todo el día Cacho cantaba la Cumbia del Chupacabras del programa de Lanata, y todos los días el resto del grupo lo padecían. Al día siguiente, se hallaron rodeados de casa orientales típicas, de farolitos chinos, estatuas de Buda, monjes Zen enseñando filosofía en la calle, tipos practicando artes marciales en dojos, miembros de la Yakuza, templos con jardines, tiendas de comics japoneses, supermercados chinos y una muy concurrida calle con toda la fauna (y por qué no la flora) de Oriente. -¿Querés un choripán?- le preguntó un chino a Cacho por la calle desde su humilde puesto-. -¡Esto no tiene un carajo de chino! El Abuelo fue con Ken the Monkey a uno de los tantos supermercados chinos del lugar para averiguar precios, mientras Cacho decidió hacer cantar a Paco el Flaco su ópera “El Barbero de Sevilla” en la calle para ganarse unos yens. -¡Fígaro, Fígaro, Fígaro la!- cantaba fuertemente Paco, al tiempo que Cacho zapateaba al compás de la música-. Se le acercó un señor mayor tranquilamente y le dijo: -Señor, disculpe, pero la gente dice que su loro canta muy fuerte ¿podría detenerlo? Cacho lo miró con una mirada furtiva, meditó un momento sobre la situación y habló: -¡Me importa un carajo, chino puto! ¡Les voy a tirar otra bomba atómica sino me dejas de joder! ¡A vos y a ese gordo de la estatua con tetas de mujer que le dicen Buda! El señor lo miró sobresaltado, con una furia contenida. Lo único que dijo antes de marcharse fue: -Soy el dueño de un supermercado chino. Espere a que vuelva con mis ninjas entrenados por el arte del Ninjitsu. Cacho, como siempre ignorante, no escuchó las amenazas y siguió con sus cosas. El Abuelo salió del supermercado: -Cacho, no me quisieron vender porque dicen que ahora puteas al dueño. -¡Y ellos qué saben! De repente, entre la multitud, emergieron tres hombres vistiendo ropas típicas ninjas de color negros. Usaban unas capuchas, también del mencionado color, que les tapaban la cara, excepto los ojos. Llevaban unas katanas en una de sus manos y cuchillos agarrados con los dedos de la otra. Se acercaron silenciosamente hasta el cuarteto: -Cacho, esto me da mala espina- susurró el Abuelo-. Voy a usar a Ken. ¡Ken, ataca a los ojos! El mono nazi salió corriendo en cuatro patas y saltó a la cara de unos de los ninjas, que golpeó al mono en la cara rápidamente, haciendo que rodara hasta los pies del Abuelo. -¡Si quieren matar al mono yo los ayudó!- se ofreció Cacho-. -No, te queremos a vos y al loro, por insultar a Buda, a nuestro jefe y a toda la comunidad- dijo el ninja agresor-. ¡A ellos! Los tres ninjas salieron disparados hacia Cacho y Paco, que velozmente comenzaron a correr como unos negros que los persigue el Dragón Blanco del K.K.K. El Abuelo y Ken siguieron a Cacho, hasta que perdieron a los ninjas en las afueras del Barrio Chino. -Esos chinos me parece que no nos quieren vender nada- dijo el Abuelo, sudado y cansado-. -¿Y sabes que hacemos entonces? -¿Irnos? -¡No boludo, vamos a saquear! Cacho tomó un celular que, gracias a sus habilidades carteristas, robó a una china. Marcó el número deseado y esperó a que atienda alguien: -¿Hola? ¿Club del Comic? -Sí, soy Fabio, un empleado ¿que desea? -Quiero hablar con Rafa. Contraseña “Charly la Ardilla”. -Ya veo…le paso con Rafa con la otra línea. Cacho esperó poco tiempo oyendo la musiquita de Meteoro hasta que le respondió Rafa: -Cacho, chamigo, ¿qué te pica ahora? -Mira, queremos saquear un supermercado en el Barrio Chino. Necesitamos del Ejército Camélido de Élite del Club del Comic. -Ah, el E.C.E.C.C. Son 50 mangos por hora. -Bueno, te los pagó, ladrón de mierda. -Jodete. Ahora voy con José y Mario. Rafa le cortó y el cuarteto espero en silencio hasta el anochecer, cuando, en el horizonte, aparecieron Rafa, José y Mario, vistiendo como jenízaros turcos, con cimitarras y escudos de metal. -Bueno, llegamos papi ¿Empezamos el saqueo nocturno?- dijo Rafa desde su camello-. -Dale gas que te pago 50 mangos por hora, hijo de puta- dijo Cacho-. -Calmado, remisero boliviano pajero. -¡Gordo puto de mierda! Rafa y Cacho siguieron así por un rato largo hasta que la terminaron cuando se les secó la garganta. -¡Boludo del orto, ya me debes 100 mangos!- anunció Rafa alegremente-. -¡La puta que te parió, Rafa! Empecemos de una buena vez. Cacho, el Abuelo, Paco, Ken, Rafa, Mario y José se dirigieron en silencio hacia el supermercado chino “Tung Tung Wan”. Entonces desde el techo bajaron los tres ninjas con intenciones maléficas (¡oh no!). Cacho le dijo a Rafa: -Bueno morsa epiléptica, encargarte de los ninjas es tu trabajo. -Sos un hijo de puta…nos van a cagar a bifes. -Sin dolor no hay ganancia- le dijo irónicamente Cacho. Rafa, junto a sus siervos cargó contra los ninjas, trenzándose en una lucha donde los enviados del corrupto Club del Comic eran golpeados sistemáticamente-. ¡Es lo que te mereces, forro! Ken the Monkey también era especialista en explosivos y admirador del Unabomber, conocido terrorista que mandaba cartas- bomba en U.S.A. Con su avanzado intelecto de la extrema derecha nazi, puso una bomba en la chapa del cerrado supermercado, haciéndola estallar y habilitando el acceso. Mientras el nunca bien apreciado Abuelo se llevaba los alimentos junto a su soldado Ken, Cacho y Paco se choreaban bestialmente cartas de Dragon Ball, vino y un árbol de Navidad. El lugar quedo en ruinas, con góndolas tiradas por todos lados y con el Abuelo cargando toda la comida con Ken the Monkey, mientras Cacho y Paco el Flaco llevaba su mercancía “al re-pedo”. -Cacho, me desmayó- dijo el Abuelo, cargando toneladas de comida-. -No, gil, es porque, por tu buena acción, estas rodeado por espíritus blancos- mintió indecentemente Cacho-. Ken, para borrar pruebas incriminantes, hizo “La Gran Belsunce”, tirando el pituto por el inodoro y quemando todo con su habano cubano. Y todos fueron felices, y comieron chop suey y tomaron té verde por un largo rato en la Torre del Terror.