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Acto central

(Mientras se van colocando en los lugares indicados hay música de fondo,


“No dudaría”). Todos/as deben llevar un molino de viento, del color que quieran.
- Saludo por parte de un maestro instando a que deben solucionar sus
conflictos “para que el colegio sea un lugar donde se respeten todas las vidas,
donde el único rechazo sea para la violencia física y verbal, lugar de libertad para
demostrar vuestra generosidad, un sitio donde aprendáis a escuchar para
comprender al otro, que sepáis cuidarlo para otros niños y niñas y que sea el
germen de una nueva solidaridad basada en justicia y no en la pena o caridad .
Ahora escuchemos la siguiente parábola:”.

- 7 niños de sexto interpretan “La leyenda del arco iris”:

La leyenda del arco iris, símbolo de paz y unidad.

Narrador: “Cuentan que hace mucho tiempo los colores empezaron a pelearse. Cada
uno proclamaba que él era el más importante, el más útil, el favorito. El verde dijo...”

Verde: “Sin duda, yo soy el más importante. Soy el signo de la vida y la esperanza. Me
han escogido para la hierba, los árboles, las hojas. Sin mí todos los animales morirían. Mirad
alrededor y veréis que estoy en la mayoría de las cosas”.

El azul interrumpió: “Tú sólo piensas en la tierra, pero considera el cielo y el mar. El
agua es la base de la vida y son las nubes las que la absorben del mar azul. El cielo da espacio
y paz y serenidad. Sin mi paz no seríais más que aficionados”.

El amarillo soltó una risita. “¡Vosotros sois tan serios! Yo traigo risas, alegría y calor al
mundo. El sol es amarillo, la luna es amarilla, las estrellas son amarillas. Cada vez que miráis
a un girasol, el mundo entero comienza a sonreír. Sin mí no habría alegría”.

A continuación tomó la palabra el naranja: “Yo soy el color de la salud y de la fuerza.


Puedo ser poco frecuente pero soy preciso para las necesidades internas de la vida humana. Yo
transporto las vitaminas más importantes. Pensad en las zanahorias, las calabazas, las naranjas,
los mangos y papayas. No estoy todo el tiempo dando vueltas, pero cuando coloreo el cielo en
el amanecer o en el crepúsculo mi belleza es tan impresionante que nadie piensa en vosotros”.

El rojo no podía contenerse por más tiempo y saltó: “Yo soy el color del peligro y del
valor. Estoy dispuesto a luchar por una causa. Traigo fuego a la sangre. Sin mí la tierra estaría
tan vacía como la luna. Soy del color de la pasión y del amor, de la rosa roja, de la flor de
pascua, de la amapola”.

El púrpura enrojeció con toda su fuerza. Era muy alto y habló con gran pompa: “Soy el
color de la realeza y del poder. Reyes, jefes de Estado, obispos, me han escogido siempre
porque soy el signo de la autoridad y de la sabiduría. La gente no me cuestiona; me escucha y
me obedece”.

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El añil habló mucho más tranquilamente que los otros, pero con igual determinación:
“Pensad en mí. Soy el color del silencio. Raramente repararíais en mí, pero sin mí todos seríais
superficiales. Represento el pensamiento y la reflexión, el crepúsculo y las aguas profundas.
Me necesitáis para el equilibrio y el contraste, la oración y la paz interior”.

Narrador: “Así fue como los colores estuvieron presumiendo, cada uno convencido de
que era el mejor. Su querella se hizo más y más ruidosa. De repente, apareció un resplandor de
luz blanca y brillante. Había relámpagos que retumbaban con estrépito. La lluvia empezó a
caer a cántaros, implacablemente. Los colores comenzaron a acurrucarse con miedo,
acercándose unos a otros buscando protección y se unieron en un solo abrazo tan fuerte que,
aunque parezca mentira, de esta unión salió el color más claro y más luminoso: el color
blanco”.

Blanco: “Blanco, la unión de todos los colores, blanco como el de las banderas del
final de una guerra, de las manos blancas extendidas pidiendo parar a la violencia, blanco el
del color de un colegio en paz, armonía y respeto, blanco el color que todos debemos
conseguir uniéndonos a los demás”.
Basado en una leyenda india escrita por Anne Hope, 1978.

- Maestro: “Vamos a escuchar la canción Mundo en PAZ:”

-Primer y segundo Ciclo cantan y bailan con libertad la canción:

“MUNDO EN PAZ”

Soy el aire para respirar,


soy la tierra por donde pisar,
agua fresca de color,
soy el fuego, soy calor,
soy el mundo en PAZ.(BIS)

Fuego para disparar,


agua de un niño al llorar,
aire para enterrar
a un mundo sin PAZ

Soy el aire para respirar,


soy la tierra por donde pisar,
agua fresca de color,
soy el fuego, soy calor,
soy el mundo en PAZ. (BIS).

- Maestro: “Los compañeros de quinto han elaborado un decálogo por la paz


y el diálogo que quieren compartir con nosotros:”.
- Dos alumnos de quinto leen el decálogo por la paz y el diálogo en el
colegio.
-Baile de Tino.

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-Intervención de una maestra: “aunque a veces los conflictos con otras
personas nos hacen alejarnos más de ellas, hay muchos ejemplos que nos indican
que hay que seguir trabajando para solucionarlos, dos artistas, uno árabe y otra
hebrea han reinventado en sus idiomas una canción ya sobradamente conocida por
vosotros, Imagine, que vamos a oírla...”

-Intervención de un maestro: “otros años hemos soltado globos, palomas,


creado un muro de la paz o cantado y bailado, siempre con muchos colores y
alegría, siempre con la palabra PAZ en nuestra mente. Ahora en la vaya que
separa los patios de mayores y pequeños vamos a colocar nuestros molinillos y en
los árboles colgaremos también nuestros ansias de Paz para que el viento se los
lleve junto a nuestros deseos de verdad, justicia, amor y libertad a otros lugares,
pero que sobre todo seamos capaces de crear en nuestro “cole” ese clima del que
tanto hablamos y no siempre conseguimos”. (Los colocan por orden ayudado por
sus tutores/as bajo la dirección de Quini, suena “Color Esperanza” y “Verdad que
sería estupendo”).

-Maestro/a: “Todo quedaría en nada si no nos comprometemos a actuar


para crear verdaderamente una cultura de paz en nuestro entorno, en nuestro
colegio, ¿cuáles pueden ser estos compromisos?...” (Doce niños de cuarto en
silencio, dos en cada cartulina, salen con cartulinas de colores y enseñan el dibujo
y luego despliegan los A-3 con los textos para que quede así):

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SEIS COMPROMISOS SOBRE UNA CULTURA
DE LA PAZ EN EL COLEGIO
A TODOS LOS
RESPETAR
COMPAÑEROS
RECHAZAR LA VIOLENCIA
NUESTRA
LIBERAR
GENEROSIDAD
PARA
ESCUCHAR
COMPRENDERNOS
CUIDAR EL COLEGIO
EN LA ALEGRÍA
COLABORAR
COMÚN
- Maestro: “siempre ha habido y siempre habrá personas a las que
tengamos que agradecer su ejemplo de lucha infatigable por la paz, desde
su pequeño círculo, desde los más cercanos, luchar por la Paz no es solo
pensar en guerras lejanas es pensar en mi, en casa y en el colegio, ¿qué
hago para buscar la paz?, tenemos un ejemplo en la Madre Teresa de
Calcuta que dijo: “Yo nunca cuido a multitudes, sino sólo a una persona. Si
mirase a las multitudes, no empezaría nunca”. Ahora estad atentos a este
precioso cuento: El Oasis de Yumbé.”

Lee el cuento un profesor:

Ocurrió durante un verano muy caluroso. Una bandada de miles y miles de flamencos,
volaba en busca de agua. Pero todos los ríos y lagunas estaban secos. Hacía tanto calor que se
habían secado. Llevaban semanas volando y las fuerzas comenzaban a fallar. Si ni encontraban
pronto agua, todos morirían de sed.

Pero mientras atravesaban un desierto, sucedió la tragedia. Se levantó un fortísimo


viento que acabó con las pocas fuerzas de los flamencos. Todos cayeron sobre la arena del

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desierto y allí quedaron tirados bajo el ardiente sol. Nadie tenía fuerzas para volar. Era casi
imposible que pudieran salvarse de aquella situación.

Las gentes vivían en el desierto, al ver lo sucedido, vieron que era imposible ayudarles.
Lo único que se podía hacer, era esperar a que murieran bajo el sol. La noticia recorrió el
mundo entero. Vinieron las televisiones de todos los países para retransmitir aquellas
imágenes. Todos se lamentaban de lo sucedido, pero nadie hacía nada para ayudarles.

Sólo un niño, que se llamaba Yumbé, hizo algo por ellos. A tres kilómetros de donde
estaban los flamencos, había un oasis lleno de agua. Cogió a uno de ellos entre sus brazos y lo
llevó hasta el oasis. Luego, volvió a coger otro e hizo lo mismo. Y así una y otra vez. Yumbé
no dejaba de hacer viajes llevando flamencos al oasis. Un hombre, al ver lo que estaba
haciendo, se acercó y le dijo:

- Pero niño, ¿qué estás haciendo?

- Pues salvando a los flamencos – Respondió Yumbé.

Y el hombre, con voz muy seria, dijo:

- ¿Pero no te das cuenta de que eso es imposible? Son miles los que están
agonizando en la arena. No conseguirás nada salvando a unos pocos. No vale la
pena. Anda, vete a tu casa y no gastes tus fuerzas inútilmente.

Pero el niño contestó:

- Pregúntale a los siete flamencos que están bebiendo en el oasis, si vale la pena que
yo les haya salvado.

Y el niño continuó su camino llevando el octavo flamenco entre sus brazos. El hombre
quedó muy sorprendido por esta respuesta y, después de pensarlo un poco, se puso a hacer lo
mismo que estaba haciendo Yumbé. Ya eran dos personas salvando flamencos.

Esto comenzó a llamar la atención a los que lo veían. Pronto fueron tres, más tarde
ocho, y al final, eran cientos de personas, las que estaban haciendo lo mismo que Yumbé.

En un día, todos los flamencos fueron llevados al oasis. No hubo ninguno que muriera
de sed. Gracias a un niño que comenzó haciendo su parte, toda la bandada pudo salvarse.

-Maestro: “para finalizar el acto todos los niños y niñas de primaria inflan
un globo y lo atan en la valla que separa el patio de infantil con ayuda de 6
niños de sexto.” (Suena Paz y Amor y Mundo en Paz).

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