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Jeremy Rifkin ha dado la voz de alarma en Los Angeles Times acerca de lo que está

pasando en el campo de las investigaciones genéticas, que persiguen la creación


con fines terapéuticos de especímenes híbridos, mitad humanos, mitad animales, sin
que se sepa a ciencia cierta a dónde conducirán estos trabajos.

La Universidad de Stanford se propone inyectar células humanas en el feto de un


ratón, creando así una variedad de ratón humanoide en un 1%. También pretende
crear un ratón con el 100% de células humanas. Por otro lado, tal como informa Der
Spiegel, científicos del Instituto Max Planck de Alemania han implantado células
madre humanas en el cerebro de monos, con la finalidad de desarrollar posibles
tratamientos genéticos de algunas enfermedades neurodegenarativas.

Por último, en la Universidad de Reno, Estados Unidos, tal como informa Business
Week, hay un rebaño de cincuenta ovejas que poseen hígados parcialmente humanos,
corazones con células humanas e incluso cerebros con huellas humanas. Es el primer
rebaño de animales “humanos” del que se tiene constancia.
En otros experimentos, se han inyectado células madre humanas en ratones, se ha
introducido el ADN humano en conejos, se han creado cerdos que llevan en sus venas
sangre humana y corderos con hígados y corazón en gran parte humanos.

Según Rifkin, algunos científicos se han propuesto incluso crear un “humanzee”


(del inglés human y chimpanzee) que sería el cobaya ideal para los laboratorios de
investigación. El chimpancé comparte con nosotros el 98% del genoma humano y un
ejemplar adulto tiene el nivel mental de un niño de cuatro años.

La primera experiencia de creación genética tuvo lugar hace unos años en


Edimburgo, Escocia, cuando los cientificos mezclaron un embrión de cordero con uno
de cabra, dos especies animales sin ninguna parentezco entre sí y que son
incapaces de acoplarse. El resultado, una criatura que tenía cabeza de cabra y
cuerpo de cordero.

El intento que subyace detrás de estas investigaciones es cruzar nuestra especie


con animales para obtener híbridos de todas clases que representarían la panacea
de las investigaciones médicas. Los científicos consideran que cuanto más se
parezca un animal a un humano, más fácil será simular en sus carnes la progresión
de enfermedades humanas, experimentar nuevos medicamentos y recoger tejidos de
órganos que puedan ser implantados en personas. Esta idea implica asimismo la
creación mediante manipulaciones genéticas de órganos animales que luego puedan
ser trasplantados en su integridad a personas enfermas.

Hasta el momento, todos estos experimentos se desarrollan dentro de la legalidad,


según sus artífices, si bien algunos están siendo investigados. La Academia de la
Ciencia de Estados Unidos se limita por el momento a “recomendar” que no se
inserten células humanas en embriones de chimpancés ni de otros primates.

Sin embargo, el Consejo Nacional de la Ética de Alemania ha elevado una protesta


por los experimentos del Instituto Max Planck, que han conseguido desarrollar
tumores en el sistema nervioso de los simios después de implantarles células
humanas en el cerebro.

Pero las consecuencias de estas investigaciones, que por lo demás tardarán años en
proporcionar resultados válidos para la medicina, pueden ser considerables.
Socialmente ya está planteado el debate ético de si se pueden humanizar animales y
luego privarles de la dignidad que nos hemos reconocido como especie.

Por otro lado, está el peligro de que unos híbridos creados en laboratorio se
escapen y pueblen la Tierra, sin que se sepa todavía qué consecuencias pueden
alumbrar para otras especies, el entorno e incluso la sociedad humana.
Tal como plantea Rifkin, los científicos han alcanzado el poder de volver a
escribir la historia de la evolución: esparcir partes del Homo sapiens en el resto
del reino animal y fusionar partes de otras especies con nuestro propio genoma e
incluso crear nuevas subespecies y superespecies. La pregunta todavía sin
respuesta es: ¿Estamos en la cúspide del renacimiento biológico, como algunos
creen, o estamos dispersando las semillas de nuestra propia destrucción?

Jeremy Rifkin es profesor de la Escuela Wharton de Finanzas y Comercio, y


presidente de la Foundation on Economic Trends, con sede en Washington, dedicada
al estudio de las tendencias económicas. Ha escrito 14 libros sobre el impacto de
la ciencia y la tecnología en la economía, en la sociedad y el medio ambiente. Sus
reflexiones han sido objeto de valoraciones diversas

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