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En las próximas dos décadas, la mayoría de la población mundial estará viviendo en las

ciudades y el número de residentes urbanos de países en desarrollo se duplicará,


aumentando en más de dos mil millones de habitantes. Esta dramática migración desde las
áreas rurales hacia las urbanas no tiene precedentes y conlleva grandes oportunidades y
desafíos.

América Latina y el Caribe están entre las áreas con una de las tasas de urbanización más
altas del planeta. Las Naciones Unidas prevén que en 2020 el porcentaje de su población
que habitará en áreas urbanas superará el de la población residente en países desarrollados
(donde la mayoría de la población tiene una alta tasa de ingreso per capita) haciendo de
ésta, la región más urbanizada del planeta. En 2000, las ciudades latinoamericanas
concentraban al 75 por ciento de los 507 millones de habitantes de la región y producían
más de la mitad del Producto Interno Bruto (PIB).

La urbanización ofrece nuevas oportunidades de promover la mejora en la calidad de vida


de la población de bajos ingresos. Hay una fuerte relación positiva entre el incremento de la
proporción de población urbana en América Latina y el crecimiento de PIB per capita en el
período 1975–2000. Es más, las economías de los países más urbanizados crecieron más
rápido que las de las naciones menos urbanizadas. La productividad de las empresas y la
mano de obra urbana es considerablemente mayor que la de sus equivalentes rurales. En
general, el estándar de vida de la población urbana es también mejor que el de los
habitantes rurales, a consecuencia de las mejores oportunidades de trabajo, mayores
ingresos y más fácil acceso a servicios sociales y urbanos. A pesar de un masivo
crecimiento demográfico en las ciudades (más de 200 millones de nuevos habitantes en
sólo 25 años que cubrieron el período entre 1975 y 2000), el porcentaje de población pobre
en áreas urbanas siguió siendo alrededor de un 30 por ciento.

Como respuesta al constante interés mostrado por los países prestatarios de invertir en
desarrollo urbano, el BID desde su comienzo ha mantenido una cartera activa de proyectos
que apoyen el desarrollo urbano. El Banco provee apoyo selectivo para proyectos que
contribuyan a desarrollar la capacidad de los países prestatarios para responder a los
desafíos impuestos por el crecimiento urbano y para mejorar las condiciones de vida de la
población de bajos recursos, según las prioridades establecidas por cada país. Este apoyo se
ofrece a través de operaciones de asistencia técnica y préstamos que:

Aumenten la oferta y mejoren la calidad de los servicios básicos para la población en las
ciudades, especialmente para los sectores de bajos ingresos;
Reduzcan los efectos ambientales adversos del crecimiento urbano;

Financien proyectos que, por un lado, transformen las ciudades en atractivos centros
económicos y por otro, contribuyan a generar ingreso y oportunidades de empleo
productivo, especialmente para los sectores de menor ingreso, haciendo particular hincapié
en el aumento de la productividad de pequeñas unidades económicas;

Mejoren la efectividad de las instituciones responsables de la formulación y administración


de políticas y programas de desarrollo urbano, especialmente gobiernos locales y
organizaciones no gubernamentales que trabajan a nivel de organizaciones de base.

El Banco alienta a los gobiernos a seguir políticas que movilicen efectivamente los recursos
privados y públicos y que ayuden a los hogares a resolver sus problemas de vivienda. El
Banco provee financiamiento para programas y proyectos que mejoren directamente las
condiciones de vivienda de la población de bajos ingresos mediante la mayor disponibilidad
de nuevas soluciones de vivienda costo-eficientes o el mejoramiento de barrios y viviendas
existentes.

El Banco financia programas de subsidios públicos sostenibles que sean transparentes,


focalizados para vivienda cuando se pueda demostrar que constituyen un medio eficiente y
equitativo para estimular el mejoramiento de las condiciones de vivienda de la población de
bajos ingresos.

El Banco ofrece asesoramiento de políticas, cooperación técnica y financiamiento para el


diseño e implementación de reformas en el sector conducentes a eliminar los obstáculos
que impiden la asignación eficiente y equitativa de los recursos para vivienda. Los campos
de actividad incluyen, pero no se limitan a, el mejoramiento del marco regulatorio para la
producción de viviendas, la promoción de mercados eficientes de tierra urbana, la creación
de mecanismos eficientes y sostenibles para el financiamiento de viviendas, la promoción
de la inversión privada en viviendas de alquiler, y el desarrollo de una industria de la
construcción eficiente y competitiva. Las deficiencias en los mecanismos de financiamiento
de vivienda deberán abordarse en forma congruente con políticas adecuadas del sector
financiero.

El Departamento de Desarrollo Sostenible apoya a los Departamentos Regionales de


Operaciones en la realización de actividades que ayuden a satisfacer la necesidad cada vez
mayor de la región para obtener una solución a los crecientes problemas de desarrollo
urbano. Su personal especializado en desarrollo urbano está a cargo de diseñar estrategias y
políticas en áreas claves de las actividades del Banco como son: reforma del sector
vivienda, mejoramiento de barrios, desarrollo municipal y provincial, desarrollo urbano
integrado, recuperación de áreas centrales y preservación del patrimonio cultural urbano.
Parte de las responsabilidades del Departamento también incluyen trabajo de investigación,
diseminación de mejores prácticas y el diseño de arreglos institucionales efectivos para
ejecutarlas. El trabajo se disemina a través de un programa activo que consiste en reuniones
técnicas, seminarios y publicaciones. El personal de desarrollo urbano también apoya a los
equipos de proyectos de los Departamentos Regionales de Operaciones que están
involucrados en la preparación de innovadoras operaciones de cooperación técnica y de
préstamos.

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