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Ministerio juvenil “Guerreros de luz”

Reflexiones juveniles

TENTACIONES - EL SEXO

Querido joven, espero que estés listo para afrontar otro tema relacionado a los
conflictos que te preocupan y que juntos con la ayuda de la palabra, podamos
comprender el plan que tu creador tiene para tu vida. En esta oportunidad,
trataremos algo que podríamos llamar: la palanca que mueve al mundo.

Tal vez estés pensando en el dinero y no estás tan equivocado pero existe un
compañero inseparable de esto y que es lo que quiero que veamos juntos, ¿qué
es?. Sí justamente eso, el sexo. ¿Te asusta esa palabra?. ¿Te divierte esa palabra?.
¿Te trae recuerdos amargos esa palabra?. Quiero que sin prejuicios ni tabúes,
podamos hablar francamente hoy sobre el sexo. Para comenzar decimos en 1er
lugar que el sexo fue creado por Dios. Así leemos en Génesis 1:27, "y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los
bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos".

Este y varios textos más de la Biblia, la palabra de Dios, dejan ver que el sexo no
es intrínsecamente malo ni nada de eso, sino que el ser humano ha tomado algo
que como un regalo ha sido dado por el Creador a su criatura para beneficio y por
el mal uso egoísta que le ha dado lo ha trocado en algo nocivo y autodestructivo
que deja un tendal de heridas y vidas destruidas para algunos y un vago recuerdo
de placer para otros. Parece anticuado y hasta contraproducente hoy en día emitir
un juicio a favor de la pureza y la castidad antes del casamiento, censurando una
práctica tan común como lo es el sexo antes del matrimonio que la Biblia llama
fornicación, o fuera del mismo lo que la Biblia llama adulterio.

Pero las estadísticas de hogares arruinados y relaciones rotas, la presencia de hijos


sin padres y madres sin esposos, dejan ver una vez más que la Biblia tiene razón.
Si a esto le adjuntamos la presencia de hogares cristianos bien constituidos que
aunque parezcan reliquia se levantan como un monumento a la veracidad de las
escrituras, deberíamos preguntarnos: ¿Es correcta la decisión de manejar mi vida
sexual de acuerdo a las normas vigentes que la sociedad propone cambiando la
libertad que Dios concede en un libertinaje sin freno?. Ahora tu dirás, querido
joven: ese es justamente el punto, ¡todos lo hacen!, No puedo evitar tener esos
deseos aún sabiendo que traspaso la línea de la Biblia. Permíteme decir para
comenzar a hablar claramente que el hecho de tener deseos sexuales no debe
asustarte simplemente porque no es malo, te lo repito, el hecho de que al llegar a
cierta edad cuando tu cuerpo comience a desarrollar despierten en tu interior
deseos antes ocultos en ti es algo natural y no es pecado. Lo anormal y
preocupante sería el no tenerlos.

Cuando el apóstol Pablo escribe a los Gálatas en 5:16 les dice: "Digo pues, andad
en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne", y también en Romanos
13:14: "sino vestios del Señor Jesucristo y no proveáis para los deseos de la
carne". En ambos textos se deja ver que la actitud del siervo de Dios no está en el
hecho de concentrar sus fuerzas por evitar que esos impulsos naturales existan,
sino en estar preparado para que cuando lleguen nos encuentren revestidos del
poder que emana de apropiarse de las bendiciones de gracia que hemos recibido
por la identificación con Cristo en la cruz del calvario donde murió por nosotros una
vez por todas al pecado. Tener mi mente ocupada en esta verdad, es la mejor
defensa para el momento de la tentación.

Las dos palabras que aparecen en ambos textos leídos con anterioridad, nos dan la
clave para la victoria, "no proveáis" y "no satisfagáis", no dice: no tengáis, sino no
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los alimenten cuando los tienen ¿Cómo puedo alimentar esos deseos sexuales?.
Bueno sencillamente recogiendo por ahí toda esa basura pornográfica que se
ofrece, o participando descuidadamente de cuánta conversación obscena se
presente en mi círculo de amigos, o pasando horas frente al televisor sin filtrar las
imágenes que pasan por mi retina, quedan en mi cerebro, enraízan en mi
subconsciente y contaminan el corazón. Todas estas cosas y muchas más son
condimentos para la carne y lograrán que en el momento de la tentación salgas
perdiendo. ¡Eso sí puedes y debes evitarlo!. Alguien dijo: no puedes evitar que las
aves vuelen sobre tu cabeza pero sí que hagan nido en ella. Ahora bien este
aspecto de la apatía hacia todo aquello que el Espíritu te indique que es nocivo y
contraproducente para tu salud espiritual, es sólo el 50% del método realmente
efectivo para tus conflictos en lo sexual, porque la santidad requerida por Dios tiene
mitad de odio al mal y mitad de acercamiento al bien.

Hay varios textos que lo confirman pero escogeremos sólo uno para corroborarlo:
2da de Pedro 2:1-2: "Desechando pues toda malicia, todo engaño, hipocresía,
envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada para que por ella crezcáis para salvación." Las dos palabras
que comienzan cada versículo denotan esta idea, por un lado desechar el pecado,
pero por el otro desead la palabra. Tal vez aquí está el problema de muchos
jóvenes hoy en día, asocian la vida cristiana como una negativa a todo, intentan
practicar cierta forma de ascetismo inútil que sólo te lleva a una pesada continencia
de lo prohibido y que termina en una incontinencia fatal.

Nunca experimentarás la victoria contra el pecado sólo con decirle no al pecado,


debes acercarte a Jesús y alimentar tu parte espiritual. Cierta vez le preguntaron a
un cacique líder de una iglesia qué era para él la vida cristiana a lo que respondió:
"para mí es como un corral con un toro bueno y uno malo dentro. Si alimento más
al toro malo en el momento en que ambos se peleen, ganará el malo, pero si
alimento más al bueno y mantengo a dieta al malo vencerá el bueno". Muchos
jóvenes hoy día ignoran el hecho de que en su interior, desde el momento de su
conversión conviven dos naturalezas, la adámica no regenerada y la nueva
naturaleza divina, estás se oponen entre sí constantemente, pero tu decides cual
ganará en esa lucha por el trono de tu vida dependiendo de cuál alimentes más.

Leamos juntos Gálatas 5:17. "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el


del Espíritu contra la carne y estos se oponen entre sí para que no hagáis lo
queráis". ¿A cuál de las dos naturalezas alimentaste más hoy, a la nueva o a la
vieja?. De ahí depende tu victoria no sólo en el plano de las tentaciones sexuales
sino todas las demás. Vimos hace unos minutos lo saludable de manifestar apatía
hacia toda forma de influencia contaminante, pero la exhortación ahora va a tu
alimentación espiritual a ese tiempo de lectura devocional diaria y oración que es el
alimento del Espíritu. No olvides que la victoria contra el pecado no se logra en el
campo de batalla de la tentación sino en la trinchera de la comunión. Mi joven
amigo o amiga, si hasta hoy tu experiencia en la lucha contra las tentaciones
sexuales está marcada por una estadística de fracasos tras fracasos, decide en tu
corazón no contaminarte, como lo hizo Daniel y sus tres amigos en Babilonia, para
sentirte fuerte al momento de lograr esa propuesta de santidad, gasta tiempo cada
día en la trinchera de la comunión, ese contacto con la palabra alimentará en ti la
fe de que tienes la victoria sobre el pecado que Cristo logró por ti en la cruz, cruz
en la cual posicionalmente, dice Romanos 6:1-6, que también tú moriste al pecado.

Considérate así muerto al pecado y prepárate para descubrir una nueva dimensión
de santidad progresiva eficiente pero no en tus fuerzas sino en las de El Campeón y
repite cada día con Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece". Sea cual
fuere tu estado civil, decide vivir en santidad pero especialmente a aquellos jóvenes
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solteros, Dios prohíbe la relación sexual fuera del matrimonio no para traerte
tristeza en el tiempo de soltero sino para disfrutar de alegría en el tiempo de
casado junto a la muchacha que Dios te dio y con la que has podido llegar puro al
altar.

Espera, y mientras esperas, disfruta de sanas amistades cristianas, ocúpate de las


cosas del Señor que Él se ocupará de las tuyas, mantente activo, practica deporte,
viaja, sé un siervo y espera la sierva o viceversa y sé uno más de lo que levantan la
bandera de la castidad como algo vigente y útil todavía, aunque te tilden de
anticuado. Defendamos así unas de las cosas más hermosas que Dios le regaló al
ser humano: el sexo, pero usémoslo como Dios quiso en un principio: ¡para su
gloria, no la nuestra!

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