Está en la página 1de 3

EL VERDADERO PAPEL DE JUÁREZ EN LA REFORMA

Krauze dice que el México de la Reforma no se entiende sin la biografía de


Juárez. Sobre Juárez se ha escrito mucho y se ha creado toda una mitología. Juárez
el libertador, el idólatra de la ley, el liberal, el indio. Clara señal de su importancia en la
historia oficial mexicana es que hay estatuas de Juárez en todo México. Cuando un
político quiere manifestar sus principios liberales acude invariablemente a Juárez.

Ahora bien, Juárez también tiene sus detractores. Dice Krauze que “es cierto
que todavía a mediados del siglo XX la historia que se profesaba en muchos colegios
católicos describía al burrito Juárez quemándose en el infierno, pero esa animosidad le
hizo a Juárez lo que el viento: nada, o casi nada”1. Quisiéramos en este breve ensayo
responder la siguiente pregunta: ¿fue Juárez el principal ideólogo y político en el
desarrollo de facto de la separación Iglesia–Estado? A primera vista eso es lo que
parece, y aquí pretendemos confirmar o minimizar las teorías.

Así como afirma Krauze que necesitamos a Juárez para entender la Reforma,
también dice que Ralph Roeder ha escrito la mejor biografía moderna del oaxaqueño.
Roeder será una fuente importante en este apartado.

Para descubrir el verdadero papel de Juárez en la Reforma empezamos con la


siguiente pregunta: ¿quién era Juárez a mediados del siglo XIX? Había sido
gobernador de Oaxaca de 1847 a 1852. En ese entonces sus relaciones con la Iglesia
eran pacíficas. Dice Roeder que Juárez colaboró con la Iglesia durante su gobierno en
Oaxaca. Nada hubo en esta época de su vida que hiciera sospechar las leyes que
impulsaría tres años después.

“Ni su verbo ni su obra eran revolucionarios, y por lo tanto los doctrinarios


radicales han censurado tanto las miras como los medios de su gobierno
del estado. En particular, les escandalizaron sus relaciones con la Iglesia.
Tenían éstas el carácter correcto y ortodoxo, constantemente reconocido
en la correspondencia cruzada entre ambos poderes (…)”2.

Roeder aclara que esta convivencia pacífica no implicaba una aceptación clara
y llana sobre ese tipo de relaciones. Los gobernantes tenían que trabajar con la Iglesia
debido a la gran influencia social que tenía. La Iglesia también ponía de su parte en
hacer de estas relaciones algo pacífico y constructivo:

“El progreso, aun en la modesta medida emprendida, hubiera sido


imposible contrariando al clero (…). La Iglesia correspondió a su cordura:
respondió cuando le pidió cañones y sermones patrióticos para la defensa
del estado; respondió cuando le solicitó su ayuda en la vía trazada;
respondió movilizando a los fieles para construir sus caminos; respondió
patrocinando su puerto y bendiciendo su beneficencia; respondió con
asilos, enfermeros y facilidades de toda clase (…). Porque, por supuesto,
no faltaba el revés de la medalla. La colaboración del clero importaba el
precio correspondiente y el gobernador lo pagó. Cuando la peste azotó a
Oaxaca, el gobernador encabezó las procesiones religiosas y asistió a las
funciones solemnes de intercesión en la Catedral”3.

Entonces, ¿cuándo se convierte en el liberal, en el ideólogo, en el hombre que


1
Krauze, Enrique. Profesión Juarista. En: “Letras Libres”, Número 29, México, 2001, p. 24.
2
Roeder, Ralph. Juárez y su México. Fondo de Cultura Económica, México, 1984, p. 122.
3
Ibíd., p. 123.
fragua la separación? Falta un poco. Cita Roeder al censor de Juárez:

“En todo lo que se ha publicado bajo la firma de Juárez desde que nació
hasta 1859 no hay una palabra que pruebe que su pensamiento
proyectaba grandes transformaciones… No hay nada que pruebe en él
ideas de revolucionario, temperamento de reformador, filosofía de
misionero de alguna gran causa que debiera imponerse a su país por
medio de rayos y centellas…”4.

Continúa Roeder: “Para Juárez no faltan reformas a la religión o a la unión


perfecta del Estado y de la Iglesia. Todas las cosas existentes en su momento histórico
son buenas para él (…)”5. Sin embargo, parece que Roeder pasa por alto toda la
formación que recibió en la juventud. Ésta la encontramos varios años antes de 1859.
Andrés Henestrosa afirma que Juárez leyó a Voltaire, Rousseau, Montesquieu,
D’Alembert, Franklin, Jefferson, los Adams y William Penn; los tenía a la mano porque
su tutor Antonio Salanueva los encuadernaba6. En 1853 es desterrado por Santa Anna
y en Nueva Orleáns conoce a Ocampo. Ahí es donde, influido por Ocampo planea la
Reforma, según Pedro Salmerón Sanginés, miembro del Instituto Nacional de Estudios
Históricos de las Revoluciones de México: “Los exiliados diseñaron en Nueva Orleáns
el programa de la Reforma: emancipación completa y definida del poder civil
destruyendo por completo el poder temporal de la Iglesia, suprimiendo los fueros, los
privilegios y las comunidades religiosas; y nacionalizando los bienes del clero”7.

Cuando Santa Anna cae, Juárez vuelve al país y entra a formar parte del
gabinete del presidente Juan Álvarez. Éste renuncia al poco tiempo y queda
Comonfort de presidente. Pero a Juárez ya no lo detendría nadie. El plan ya estaba
hecho:

“Como para Juárez era fundamental asegurar su posición de tomando


distancia de Comonfort, pronto se hizo fama de radical. Su pertenencia al
gobierno de Álvarez como ministro de Justicia y Asuntos Eclesiásticos en
1855–1856 parecía confirmarlo. Juárez era el autor de la Ley de
Restricción de Privilegios Corporativos, emitida por Álvarez como decreto
presidencial el 23 de noviembre de 1855 (…). Cuando la administración
liberal se reorganizó en el puerto de Veracruz, a mediados de 1858, ese
supuesto radicalismo pronto se opacó merced a la presión constante de
Miguel Lerdo de Tejada, ministro de Finanzas, para acelerar el programa
de la Reforma”8.

Y entonces inició el torbellino de la Reforma. Juárez había abierto la caja de


Pandora con la publicación de la ley que llevaba su nombre. Moisés González Navarro
nos explica en qué consistió esta ley y la importancia que tuvo para el proceso
histórico de México:

“El artículo 42 de esa ley suprimió los tribunales especiales, excepto los
eclesiásticos y los militares. Los primeros cesarían de conocer en los
negocios civiles y continuarían conociendo de los delitos comunes de los
individuos de su fuero, mientras se expedía una ley que arreglara ese

4
Ibíd., p. 124.
5
Loc. Cit.
6
Cf. Henestrosa, Andrés. Nacer para Estatua. En: “Letras Libres”, Número 29, México, 2001, p.
63.
7
Salmerón Sanginés, Pedro. En: http://www.inehrm.gob.mx/pdf/benito_juarez09.pdf
8
Hamnet, Brian. Imagen, Método, Trascendencia. En: “Letras Libres”, Número 29, México,
2001, p. 13.
punto”9.

La ley suscitó mucha controversia. Muchos la señalan como el primer triunfo de


los liberales: “Ya siendo presidente Juárez señaló que esa ley fue la chispa que
produjo la conflagración de la Reforma”10.

Roeder dedica bastantes páginas en su biografía de Juárez a narrar cómo se


llevaron a cabo los debates del Congreso Constituyente de 1856 que daría vida a la
Constitución de 1857. Se esfuerza en recordar que la mayoría de los congresistas
eran católicos y cuenta con dramatismo el momento en que Gómez Farías “presidió la
función [de clausura del Congreso] arrodillado delante del Evangelio, jurando fidelidad
y firmando primero el convenio; cien diputados puestos de pie, prestaron el juramento
al unísono; y el volumen fue depositado en manos de Comonfort, quien juró
conservarlo”11. Llama la atención que en la obra de Roeder no aparezca el masonismo
y los vínculos que muchos de los miembros del Congreso Constituyente con este
movimiento.

Krauze explica que el Congreso Constituyente del 1856 quiso separar lo


espiritual de lo temporal. La Iglesia y muchos más se opusieron a la Constitución. Pero
queda claro que la Constitución de 1857 no fue del agrado popular. Prueba de esto es
que Comonfort renuncia a la presidencia. Una gran mayoría del país se opuso a ella.

“Se vio desde luego que [la Constitución] era reprobada por todos, por el
mismo Comonfort, por los liberales moderados y aun por algunos rojos que
secundaron y hasta promovieron el llamado Golpe de Estado de
Comonfort; y aun por el mismo Juárez en su convocatoria de 1867; por el
Partido Conservador y por la sociedad mexicana en masa”12.

Para Quirós, la separación entre Iglesia y Estado se da con esta Constitución:


“(…) desde 1857 quedó consumada la separación de la Iglesia y el Estado, aun
cuando oficial y legalmente no quedó entonces establecida”13. Lo religioso ya no sería
un elemento estatal sino individual y privado.

Luego Juárez quedaría como presidente después de la Guerra de Reforma y del


Imperio de Maximiliano. En esos últimos años, Juárez ya no fue perseguidor de la
Iglesia, en palabras de Josefina Quirós.

¿Qué logró Juárez? Iniciar el proceso de facto de Reforma. No había sido el


ideólogo principal, pero luego se convirtió en el líder político que facilitó la creación de
las leyes de Reforma y la Constitución de 1857, y con ellas la separación de la Iglesia
y el Estado.

Henestrosa explica que Juárez no quería acabar con la Iglesia sino con la
influencia del Clero en el Estado: “¿No dijo él que el pueblo mexicano, sin otra ayuda
que su fe en las ideas del siglo, abatió el coloso clerical, dejando intacta la religión?” 14.
A Juárez no lo terminamos de entender porque los vítores y las críticas están casi al
mismo nivel. Sin embargo, podemos afirmar que logró esa separación deseada por
Mora.
9
González Navarro, Moisés. La Ley Juárez. Colegio de México, México, 2005. Dice el autor:
“Este artículo forma parte del capítulo 2, ‘La Ley Juárez’, del tomo II, 1854-1861, de mi libro
Benito Juárez, de próxima aparición”.
10
Loc. Cit.
11
Roeder, Op. Cit., p. 212.
12
Ibíd., p. 54.
13
Loc. Cit.
14
Henestrosa, Op. Cit., p. 65.

También podría gustarte