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Sin embargo, a pesar de estas diferencias entre las tres tradiciones, hay un
importante punto en común. Y es que la Democracia en sus impulsos
igualadores, el liberalismo en su afán de proteger las libertades individuales y el
republicanismo en su severa concepción de las obligaciones de quienes
gobiernan, cada cual favorece otro aspecto de la fundamental de la poliarquía,
este se refiere a la vigencia del estado de derecho. Todos los ciudadanos
tienen el mismo derecho de participar en la formación de las decisiones
colectivas dentro del marco institucional existente, a esta regla democrática, se
le suma el imperativo republicano, de que nadie, ni siquiera quienes gobiernan,
pueden situarse por encima de la ley, y la advertencia liberal de que ciertas
libertades y garantías jamás se pueden vulnerar.
Así, para que accountability horizontal sea efectivo deben existir agencias
estatales autorizadas, dispuestas a supervisar, controlar, rectificar y sancionar
actos ilícitos de otras agencias del estado. Las primeras agencias no solo
deben tener autoridad legal, sino también autonomía suficiente respecto de las
segundas. Esto tienen que ver con el tema de la división de poderes de los
pesos y contrapesos entre ellos, implica entonces, al ejecutivo, legislativo y
judicial, pero en las poliarquías modernas también abarca a diversas agencias
de supervisión, como las contralorías, fiscalías y semejantes. También O
´Donnell enfatiza en que para ser efectivas estas agencias no pueden operar
de manera aislada. La accountability horizontal efectiva no es producto de
agencias aisladas sino de redes de agencias en su cima, un poder judicial
comprometido con ese accountability. La idea central de este accountability es
la prevención, y/o la sanción (llegado el caso) de las acciones a que los
funcionarios son propensos, las transgresiones de los limites de su autoridad.
Sin embargo este tipo de ejecutivo se topa con límites, una limitación
importante provienen del tamaño de algunos países y de su federalismo,
factores que propician la existencia de poderes locales. Pero en general, puede
que en el largo plazo, el ejecutivo maximice su poder, si se subordina a estos
controles horizontales, no obstante seguir el camino de la no-accountability es
lo predominante.
Por otro lado, se observa que existen dos direcciones principales en que la
accountability horizontal puede resultar violada. La primera ocurre cuando una
agencia estatal invade ilegalmente la autoridad de la otra, la segunda consiste
en las ventajas ilícitas que un funcionario publico obtiene para sí mismo y sus
asociados. O´Donnell. Denomina a la primera clase como transgresión y la
segunda como corrupción. El liberalismo critica las transgresiones de los
gobernantes y cree que deben someterse a una ley publica y a una ley privada
que protege las libertades y garantías que el liberalismo ampara. El
republicanismo por su parte, prohíbe la transgresión y condena la corrupción
fuertemente.
Como tercer punto, el autor plantea, que sería muy bueno y ayudaría bastante
contar con un poder judicial altamente profesionalizado, provisto de un
presupuesto, y lo más independiente posible del ejecutivo y del legislativo. Y
que en sus decisiones sea claramente autónomo con relación a esos otros
poderes. No obstante en todo estos temas, es poco lo que se puede esperar
sin la acción activa y persistentes de actores, como los medios periodísticos y
varias organizaciones de accountability vertical. Las organizaciones y redes
transnacionales que promueven diversas formas de accountability también
pueden aportar ayuda. De esta manera, la efectividad de la accountability
horizontal depende, en gran medida, de los tipos de accountability vertical,
aunque no exclusivamente de las elecciones (que solo la poliarquía hace
posible)