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Camino hacia El Padre

“La certeza de lo que se espera, la convicción delo que no se ve”. Es la fe definida


de esta manera en el libro de los hebreos 11. 1.

Virtud es definida como la capacidad de hacer con excelencia aquello que


asumimos como un compromiso.

Conocimiento es la esencia que hacemos nuestra, y nos permite actuar de tal o cual
manera ante diversas situaciones.

El domino propio nos da la capacidad de decidir sobre nuestras emociones,


reacciones, opiniones, pensamientos, deseos, deberes... Nos permite ser dueños de
nuestras debilidades y fortalezas.

La paciencia nos hace seres que están un paso más allá de todo descontrol,
desesperanza, ansiedad... La paciencia nos hace ir más allá de solo tolerar. Nos
hace entender a quienes carecen de dominio propio.

La piedad nos hace condescendientes con aquellos que son prisioneros de sus
pasiones, y como consecuencia están proclives a cometer errores por
desconocimiento, o aun sabiéndolo....

El afecto fraternal es el primer paso para aceptar y querer a una persona a pesar
de, y no porque o para que, formas estas últimas que conllevan a condicionar el
afecto o brindarlo por interés a algo.

El amor es el nivel más sublime en el que se condesa todo lo arriba mencionado. Es


el nivel que nos permite darlo todo sin esperar nada a cambio, es el nivel que nos
impulsa a ser mejores por todos aquellos a quienes amamos, y cuya vida es
también una parte de la nuestra.

He determinado que al escribir pueda, no simplemente decir algo, sino tener algo
para decir. Y a medida que escribo esta reflexión siento en mi corazón buscar
ejemplos de lo mencionado en la mejor persona, modelo a seguir, que piso esta
tierra…

“… sin embargo, tú has reservado el buen vino hasta ahora…” Jn 2. 10. Virtud,
hacer con excelencia.

“…pero Jesús mismo no se fiaba de ellos porque les conocía, y no necesitaba que
nadie le explicara nada acerca del hombre, pues el sabía lo que hay en el hombre.”
Jn 2. 25. Conocimiento para saber actuar y decidir.

“Respondió Jesús: Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad ir a estos.” Jn
18. 8. La entereza para tener potestad sobre nuestras actitudes.
“Yo os doy testimonio de mi mismo. También el padre que me envió da testimonio
de mi…” Jn 8. 18. Paciencia para firmar una y otra vez verdades a pesar de que no
quieran ser oídas.

“… ni yo te condeno; vete y no peques mas.” Jn 8. 11. Piedad que nos impide


condenar el proceder de alguien.

“Nadie tiene mayor amor que este, que aquel que pone la vida por sus amigos.” Jn
15. 13. Querer a pesar de.

“Por ellos me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la
verdad.” Jn 17. 19. Entregar, obsequiar, brindar un esfuerzo voluntario por quienes
se ama.

Así como Jesús condensaba toda la fe, la virtud, el conocimiento, el dominio propio,
la paciencia, la piedad, el afecto fraternal, y el amor. Estamos también llamados a
sembrar todo ello en nuestros corazones, y aprender a cosechar los frutos de tales
actitudes.

Pedro, en su epístola, hace referencia a ello, y al pensar en el difícil camino que


implica atesorar tal sentir en nuestros corazones, y hacerlo realidad con nuestros
actos, podemos enfrentarnos a dos posibles escenarios: tenemos la opción de amar
a pesar de, o pasarnos la vida dejando de lado a quienes nos necesitan, y quizá
muchas veces injustamente rechazamos o censuramos...

Nuestra fe inquebrantable es. Es aquello que nos permite saber que los
pensamientos del Señor son de bien, y todo aquello que soñamos es ya parte de lo
que Dios quiere para nosotros. La fe nos lleva a gozarnos y disfrutar de aquello que
inclusive aun no tenemos, pero que al saberlo realidad en el corazón, nos brinda la
fortaleza para alcanzarlo. La fe nos permite saber de aquel gran amor que
sobrepasa todo entendimiento, el cual ha de alcanzar y llenar de gozo nuestros
corazones; el cual ha de acompañarnos cuando mas sombría pueda parecer la
noche, y cuando la arena del desierto amenace hacer nido en nuestro interior….

La fe nos permite levantarnos cada mañana, salir al trabajo o al estudio, ver el


mundo con mejores ojos porque todo nos ayuda para bien. La fe nos anima a
mantenernos firmes a pesar de que cada día nos presentara retos, de los cuales
hemos de aprender para ser mejores, y así poder dar lo mejor a quienes nos aman,
y a quienes amamos. La fe ha de llevarnos a dar lo mejor de nosotros sabiendo que
todo lo que hacemos ha de tener un resultado optimo poniendo las piezas indicadas
de cada uno de nuestros actos en sus lugares correctos…

La virtud nos impulsa a ser mejores, a prepararnos, a ser hombres y mujeres de


bien. La virtud nos lleva a determinar que toda obra que ha de ser ejecutada con
nuestras manos, y que sale de nuestro corazón, debe ser solo de calidad. No
existen términos medios en los que nos podamos refugiar. La virtud nos impulsa a
querer intentarlo cuantas veces sea necesario. Sin importar los errores que
cometamos, porque de ellos también se aprenden si somos receptivos. La virtud
nos lleva a llenarnos interiormente para así tener mucho que dar.

La virtud es nuestro motor para conocer que en la medida que seamos mejores,
hemos de transformar el espacio a nuestro alrededor. La virtud en nuestro corazón
se enfrenta a la mediocridad y la derrota. La virtud nos ayuda a forjar nuestra
humildad, ya que a medida que más grandes Dios nos permita ser, más tendremos
que luchar con la vanidad que pueda anidar en nuestro corazón.

El conocimiento es la herramienta que ha de usar la virtud para alcanzar sus metas.


Todo conocimiento que podamos atesorar ha de ser útil y trascendente solo si es
puesto al servicio de un fin noble, y que trascienda nuestro paso por esta vida. Al
hablar de trascendencia, no debemos entenderla solamente como la oportunidad de
impactar las naciones, nuestro país, o grandes grupos de personas. La real
trascendencia empieza por nuestro hogar (el espacio con el cual tenemos el
compromiso de mejorar). La real trascendencia es sabernos parte de una familia,
poner lo mejor de nosotros y entregarlo a nuestros padres y hermanos, y luego
invertirlo en la familia que hemos de formar. Ello es parte esencial de ser fiel en lo
poco para que Dios te ponga en lo mucho… ello es hacer lo correcto en el secreto, y
así Dios te compensa en público…

Es así como concibo la trascendencia, la cual creo ha de empezar por ser el mejor
en casa, para luego llevar esa experiencia a la vida de otros (hacer tu testimonio
trascendente por lo que vives y no solo por lo que dices…Ello es mostrar la fe por la
obras…). El conocimiento nos hace trascendentes, solo si con el podemos afectar de
manera positiva a quienes tenemos a nuestro alrededor, y tal misión es sencillísima
cuando la vemos con los ojos del corazón, dejando de lado la razón, ya que aunque
siendo esta ultima muy buena y necesaria en muchos o todos los actos de nuestras
vidas, también nos suele jugar malas pasadas cuando tendemos a racionalizar todo
a nuestro alrededor, lo cual crea dificultades y barreras cuando se trata de poner
manos a la obra.

Yo creo que vivir es sencillo. Creo en la simpleza de las decisiones que tomamos, y
en la forma en que estas han de afectar nuestras vidas. Es indiscutible que todo
aquello que hagamos, o gran parte de ello, ha de tener un impacto en nuestras
vidas, de los positivos, y aquellos que llamamos negativos. Me resto explicar los
impactos que nos traen satisfacción, mas creo que aquello que en un momento
congoja puede producirnos esta mas en nuestra forma de pensar que en el hecho
en sí mismo. Un dicho decía: “Lo que muchas veces arruina nuestra existencia, no
es aquello que nos haya sucedido, sino la interpretación y el sentido que decidimos
darle…”. ¿Hemos sopesado cada una de nuestras experiencias con aquellas que
otras personas experimentan? ¿Hemos comparado aquel dolor que pareciera
desgarrar nuestra alma con aquel que sufren otras personas? Aseguro que al
hacerlo nuestra percepción de la decepción y del dolor han de cambiar
rotundamente al entender y ser consciente que no estamos pasando ni por la
milésima parte de aquello que realmente puede expresar el real significado de
dolor, perdida, tristeza, o desesperanza. Nuestra perspectiva cambia realmente
cuando cambiamos el color del cristal por el que decidimos mirar nuestro mundo
interior.
Ello no significa desmerecer o hacer menos aquello que sentimos, es nuestro dolor
y no hay quien como nosotros para entenderlo, pero debemos tener también el
tesón y dominio propio para entender su real magnitud cuando es sentido y vivido
en función a las vivencias que otros pueden estar pasando. Hemos de hacerlo y
empezaremos a ver el mundo con otros ojos… cuesta mucho, toma tiempo…
requiere sacar lo mejor de nosotros pero sí que vale la pena… y es justo allí donde
radica la sencillez de la vida…

Habremos de enfrentar miles de situaciones que nos ponen frente a decisiones


difíciles que debemos de tomar, y la cuales han de hacernos pensar que la vida
resulta demasiado complicada. Es entonces cuando vemos dificultad a nuestro
alrededor, y nuestro corazón comienza a albergar sentimientos negativos.
Empezamos a dejarnos llevar por emociones destructivas, y creemos inclusive que
solo debemos tolerar lo que nos suceda con una secreta esperanza de que todo
será mejor luego. Ante tal perspectiva es una vez más el domino propio lo que nos
lleva a otro nivel. Un nivel en el que declaramos victoria cuando todos ven derrota,
un nivel que nos lleva a pensar siempre en un mañana mejor, un nivel que nos hace
ver el mundo con ojos diferentes porque estamos decididos a ver el mundo con lo
mejor de nuestros corazones, con la fe y esperanza que alimentamos en Dios. Esa
fe que sabe que solo lo mejor espera por nosotros una vez que toda nube negativa
sea desterrada porque nuestro corazón es fuerte y no se deja abatir por las
situaciones adversas que enfrentamos, sino que estas han de hacernos crecer y ser
mejores si así nos lo proponemos.
Si el mismo Dios en persona te permitiera ver solo un pequeña parte de lo
maravilloso que ha de ser tu futuro, ¿acaso te volverías a preocupar o angustiar por
aquello que vives o experimentas hoy?

¿Cuántas no han sido las veces que “carentes” de sueños cumplidos o alcanzados
en nuestro andar hemos dejado nuestro corazón desfallecer ante la esperanza que
creemos se desvanece? ¿Cuántas veces hemos decidido dejar de esperar
pacientemente, aun en medio de la tormenta, por el hecho de creer que aquello
que con el corazón anhelamos nunca ha de ser alcanzado? Es la paciencia el
elemento esencial con el que nuestro corazón es capaz de enfrentar cualquier
como… la paciencia nos da un porque para desear siempre aquello con lo que una
vez soñamos… la paciencia nos hace reflexivos y fortalece nuestro entendimiento
para de esa manera comprender que aquello que es excelente toma tiempo… la
paciencia alimenta el deseo de saber esperar por aquello que ha de durar toda la
vida… la paciencia nos permite ver el tiempo como la oportunidad de llenarnos
interiormente mientras llega aquello que tanto anhelamos y esperamos… la
paciencia suma a nuestra virtud en hacernos mejores personas… en entender que:
“esperar pacientemente es, a menudo, la manera más sublime de hacer la voluntad
de Dios”…

¿Cómo hemos de entender la piedad en nuestros actos? Como el simple hecho de


estar allí para aquellos a quienes amamos… como el hecho de ante una situación
difícil, no solo hemos de conmovernos, sino hemos de hacer aquello que ha de
afectar a alguien más de manera positiva y trascendente. La piedad nos hace
entender que una sonrisa, un abrazo, una palabra pueden transformar la vida de
muchas personas (me ensenaron que podemos acariciar a la gente con palabras)…
la piedad nos pone en el camino de aquellos que algo necesitan, y puede en
nuestras manos estar el satisfacerlo…la piedad nos impulsa a brindar un esfuerzo
adicional y gratuito por el bien de alguien más (an sin conocerlo siquiera)… la
piedad nos ayuda a afirmar que: “el servicio incesante emana, no del rigor del
deber, sino como respuesta espontanea del amor…”

¿Has sentido querer a una persona de manera especial y ver despertar en tu


corazón cariño, ternura y preocupación sincera por quien entra en tu vida? Ello es el
afecto fraternal… el amor de hermanos… los de sangre, y aquellos quienes los une
el lazo de la real y trascendente amistad… el afecto fraternal viene a anidar en
nuestros corazones para desear ser el mejor para con aquellos que nos brindan su
tiempo, nos regalan su confianza, nos obsequian su cariño, y darían todo por vernos
felices… El afecto fraternal brota en nuestro corazón, y su alimento es el tiempo
invertido en aquellos que aprendemos amar… El afecto fraternal deja de lado las
mascaras y nos hace desear abrir y entregar el corazón… El afecto fraternal nos
hace sensibles a quienes nos regalan su ternura y atención… El afecto fraternal
lleva nuestros corazones a cielos en el que la confianza reina, y permite que la
amistad sea un solo corazón latiendo en dos cuerpos como expresión sublime del
amor…

Y es el amor aquel noble sentimiento que ha de ser el trascendente cuando partir, a


todos, nos toque… “…ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor… pero el
mayor de ellos es el amor…”. Porqué me llegue a preguntar, y en mi corazón sentí
el hecho de que estando aun en vida, la fe, como certeza de lo que se espera, y
convicción de lo que no se ve, junto a la esperanza de alcanzar las promesas de
Dios son los estandartes primarios ceñidos de nuestro aprendizaje en la vida…
andamos por fe anidando esperanza en el corazón… mas luego una vez que
estemos ante la presencia de Dios y veamos sus promesas realidad hechas... solo el
amor alcanzara y desarrollara su máxima expresión como agradecimiento por
aquello que por gracia nos fue obsequiado… el amor por aquel que nos llamo; por
aquel que espero cada mañana por nosotros; por aquel que nos mostro un camino
sublime; por aquel que nos regalo su perdón, y brindo su amor mas allá de lo que
éramos capaces de entender; aquel cuya fidelidad nos preservo siempre del todo
mal; aquel que nos brindo su confianza y potestad nos dio para ser llamados sus
hijos; aquel que nos ama cuando fuertes tanto como débiles somos… Ese amor que
llevamos a nuestras vidas al brindarlo a quienes son parte integral de nuestras
vidas en todos dos de sus aspectos más trascendentes: familia y amigos… amor
atesorado a raudales en nuestras manos y obsequiamos con gozo a otros… amor
que nos hace darlo todo, y llegar al final de nuestras vidas “vacios” porque
entregamos todo para lo que fuimos creados… ese amor es perfecto… porque
primeramente viene de Dios… y El solo conoce la forma de hacer lo mejor… y tal es
el ejemplo que nuestro corazón frágil y sensible imita, y entrega…
El camino trazado esta, y sencillo no siempre ha de ser, mas con un corazón
dispuesto… todo sueño alcanzado en Dios ha de verse primero en una visión llena
de esperanza… para luego atesorando virtud, conocimiento, piedad, dominio
propio, afecto fraternal y amor, los veamos manifiesto en nuestras vidas…

“… y levantándose muy temprano, estando aún oscuro, iba a un lugar solitario y allí
oraba…”
Mar 1. 35

“To all those souls who have forgotten the mystery of love”

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