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Cambio de dirigencia en China y oportunidades para España
Augusto Soto (29/7/2002)
Los indicios arrojados por los medios de comunicación chinos y los análisis de varios
observadores tanto internos como externos ya coinciden en que la figura que surgirá
como líder máximo tras el XVI Congreso del PCCh en otoño de este año y de la novena
sesión de la APN, en marzo de 2003, será Hu Jintao. Previsiblemente, en otoño
constataremos que el nuevo secretario general del PCCh será Hu y, unos meses
después de no mediar un cisma intrapartido le debiéramos ver también confirmado
como presidente de la República Popular China (RPCh), cargos ambos que hoy detenta
Jiang Zemin. Se consumaría, así, una elección, ya consensuada, en gran parte urdida en
el cada vez menos misterioso Zhongnanhai (el Kremlin chino, residencia y lugar de
trabajo de los líderes).
Si no se tuercen las cosas durante la reunión anual del partido y no irrumpe una crisis de
poder en el balneario de Beidaihe, ahora en verano, el proceso de cambio está llamado a
ser inédito y, de producirse, sería la primera transición formal, ordenada y prevista, en el
ambiente menos ideológico desde la llegada de Mao Zedong al poder. Desde 1949, todas
las reconfiguraciones clave jugadas en la cumbre del poder el reemplazo de los cargos
de secretario general o de presidente asociadas al líder máximo y a su mismísima
sucesión, se han decidido en un espacio agudamente confrontacional o de amplia
incertidumbre. Y las soluciones adoptadas han contribuido a una brecha mayor o a
marcar el fin de una era. La última transición, que catapultó a la actual dirigencia, es un
subproducto de la crisis de Tiananmen, que defenestró al secretario general, Zhao
Ziyang, y al ala del partido que lo apoyaba, quienes a su vez, dos años antes, habían
destronado a Hu Yaobang, un inicial protegido de Deng Xiaoping, quien, a su vez, fue un
funcionario despreciado por Mao, que, por su parte, nombró a Hua Guofeng, hoy un don
nadie de la política china.
El próximo liderato tendrá que abordar asuntos cruciales tales como mantener la
preeminencia del PCCh en una sociedad cambiante y vertiginosamente globalizada;
contener el impacto social interno de la entrada de China en la Organización Mundial de
Comercio (OMC) y sus previsibles ajustes macroeconómicos y oleadas de despidos;
evitar dramáticas diferencias regionales en el acelerado proceso de modernización;
convivir con Estados Unidos, en un esquema confrontacional crónico, y a la vez,
cooperar en el difuso frente de la contienda contra el fundamentalismo islámico radical de
ramificaciones centro y sudasiáticas. Un asunto no menor aquí será el del tratamiento de
las aspiraciones autonómicas, en el caso del Tibet, y de la independencia, en el caso del
Xinjiang, donde hay un movimiento que ha abogado por la creación de un Turquestán
centroasiático, por ahora debilitado.
Para todas estas tareas parece preparado el muy probable nuevo líder. Su carrera de las
últimas décadas muestra un perfil adaptado a las necesidades del país y a la dinámica y
por ello representatividad de las facciones del partido. Su currículo tiene alguna similitud
con el del actual líder máximo, aunque, con sus casi 60 años, Hu es más de 15 años
más joven que Jiang y por ello pertenece a lo que se conoce como “cuarta generación”.
Hu entró en el PCCh en 1964 y se graduó como ingeniero hidráulico en la Universidad
Qinghua, la más prestigiosa escuela técnica, un año después. Pero a diferencia de Jiang
y de varios otros antiguos dirigentes, no estudió en la URSS y no habla ruso. En su
carrera ha ocupado puestos en regiones difíciles y apartadas. A comienzos de la década
de los ochenta fue secretario de la Liga de los Comunistas en la provincia de Gansu
crónicamente afectada por la sequía y dos años más tarde elegido secretario general de
la misma organización a nivel nacional. Entre 1985 y 1986 se convirtió en la máxima
autoridad de la paupérrima provincia de Guizhou. Y entre 1988 y 1992 accedió a la
secretaría general del partido en Tibet, convirtiéndose, así, en el primer civil en ocupar el
cargo en esa región clave en toda la historia.
Pero Hu no ha estado aislado de la capital. De hecho, se estima que durante su
administración del Tibet pasaba gran parte del tiempo en Beijing, donde comenzaría a
influir continuamente a partir de 1992, al ser admitido como uno de los siete miembros
del colectivo que detenta el poder real en China: el Comité Permanente del Politburó.
Cinco años después, en el XV Congreso del partido, fue reelegido y desde entonces se le
señala como el número cinco en el ranking de líderes máximos. En 1998 fue nombrado
vicepresidente de la RPCh y al año siguiente, vicepresidente de la Comisión de Asuntos
Militares.
Autoridad y colegialidad.
A lo largo de la década de los noventa Hu se perfila como sucesor de Jiang, acercándose
a antiguas y nuevas facciones de conservadores y liberales en el partido y formando
equipos de trabajo de confianza. Por lo menos aparentemente.
Hu Jintao se hará cargo de una China mucho más reformada que la de sus
predecesores, y de ahí la pregunta de si no hará de mero administrador del status quo.
Autoridad y colegialidad.
A lo largo de la década de los noventa Hu se perfila como sucesor de Jiang, acercándose
a antiguas y nuevas facciones de conservadores y liberales en el partido y formando
equipos de trabajo de confianza. Por lo menos aparentemente.
Hu Jintao se hará cargo de una China mucho más reformada que la de sus
predecesores, y de ahí la pregunta de si no hará de mero administrador del status quo.
Diversos sinólogos constatan saber pocos detalles de su pensamiento, ensombrecido
por el de Jiang Zemin, como, por lo demás, no podía ser de otra manera. Lo cual no
significa que carezca de una agenda propia, aunque es muy razonable que no la
exteriorice en razón de su situación actual, expectante, y en que no se descarta la
oposición interna.
En cualquier caso, administrará una China que es un reto enorme al que no se ha
enfrentado ningún otro líder desde la época de Mao. Pero la comparación no es
simétrica. Aquél acometió la formación de un nuevo Estado y la lógica de una guerra fría
muy particular, tanto frente a EEUU como frente a la URSS. El reto que tendrá Hu se
resume en el gran impacto de la inserción plena de China en la economía, la estrategia y
la cultura globales desde una perspectiva defensiva, prudente y siempre dictatorial en el
ámbito interno. No son un detalle los inéditos viajes de Hu al exterior en los últimos
meses. Nunca antes un futuro líder chino había viajado por Occidente antes de asumir
los cargos máximos. La gira de octubre y noviembre de 2001 le llevó a Rusia, Gran
Bretaña, Francia, España y Alemania, y en mayo de 2002 visitó Washington, donde se
entrevistó con Bush.
En el más inescrutable ámbito de la autoridad real, Hu difiere de sus antecesores. No ha
participado en la Larga Marcha ni ha experimentado los rigores de la época de la
Revolución Cultural en un alto cargo, por lo que no puede presentarse como un héroe
fundacional o un sacrificado líder moral. Tampoco sus mandatos emergerán de una
crisis como la de Tiananmen de la que surgió Jiang Zemin, que demanden de la
dirigencia una respuesta sólida y sin fisuras. No será el indiscutido primus inter pares y
por ello deberá negociar más. Una fuente de esta suerte de probable poder colegiado
proviene de su previsible incapacidad para hacerse con la jefatura de la Comisión de
Asuntos Militares. Es probable que su presidencia siga en manos de Jiang durante unos
años más o que pase a otras manos. Y quien ha tenido el mando de las Fuerzas
Armadas ha detentado el poder definitorio durante todas las décadas de la RPCh. Un
dato paradójico y no menor es que el nombre de Hu se ha encumbrado por el impulso
decisivo del desaparecido Deng Xiaoping y no por iniciativa de Jiang.
Hacia una burocracia más eficiente.
A diferencia de los significativos cargos mencionados, el puesto de primer ministro
parece ser menos consensuado y aquí se barajan varios nombres para suceder al
reformista Zhu Rongji. El resto de la influyente dirigencia futura está conformada por otros
líderes, entre los que destaca el gran colectivo popularmente conocido como la “banda
de Shanghai”. De acuerdo al tablero estratégico interno de hoy, se trata de decenas de
dirigentes y cuadros provenientes de la más dinámica y pragmática ciudad de China y
cuya cabeza es Zeng Qinghong, antiguo jefe de gabinete de Jiang Zemin. Los lazos entre
Jiang y Zeng son tan estrechos y significativos que se le atribuye en gran parte al
segundo la efectiva consolidación del poder del primero. Sus condiciones de organizador,
gestor y manipulador son famosas, hasta tal punto que se estima que, aún sin lograr
ocupar alguno de los cargos clave a repartirse en 2002 y 2003, podría llegar a mantener
los hilos de un manifiesto poder en la sombra, incluso tras el retiro de Jiang. Por tanto, la
autoridad y capacidad de influencia de Hu Jintao también dependerá de las capacidades
de una dupla conformada por el más férreo vínculo del futuro ex dirigente máximo y su ex
secretario y estratega en funciones. Porque hasta hoy, la formalidad de los cargos no
logra eclipsar el informal y decisivo entramado de las guanxi, o contactos sociales.
Pero más allá del equilibrio de poder, el hecho determinante de los próximos nueve
meses y en la transición que se abre, a continuar en los años venideros, radica en dos
factores. El primero se debe a causas naturales: la promoción de una generación más
desideologizada aún que la que le precede y que dará paso a otra aún menos
ideologizada. Segundo, en adelante es previsible la acentuación de nuevas orientaciones
en el currículo de los cuadros del partido.
Ya es bien conocido el creciente interés de Hu de contar con funcionarios que hayan
estudiado en el Occidente industrializado. En el último tiempo, Harvard ha sido un destino
promovido por Hu para cursos de especialidad en management, lo cual no
necesariamente implica una orientación ideológica, desde, digamos, una perspectiva
liberal, sino desde la administrativa, empeñada en desarrollar un funcionariado público
más profesional y cosmopolita.
Esto está en sintonía con los deseos de Jiang y, especialmente con la gestión de Zeng,
quien ya en los años ochenta promovió el estudio de la Ciencia Política como una nueva
disciplina, lo que fue toda una novedad en unos años en los que las especialidades
académicas como la Física y la Ingeniería contaban con innumerables adeptos. Así, en
las últimas dos décadas se han enviado a Occidente particularmente a universidades
norteamericanas a algunos dirigentes y prometedores estudiantes que se han
especializado en Políticas Públicas, Ciencias Políticas y Derecho. La prioridad de esta
apuesta educativa es la mejor gobernabilidad del paíscontinente y la necesidad de que
las reglas que rigen los negocios de China con el exterior sean cada vez más claras.
España y los nuevos líderes.
España ni ningún país del mundo, con la excepción de EE UU no puede influir en el
proceso interno. Pero sí podemos hacer mucho para acercarnos a la nueva generación
de líderes y a varios de los escalones de funcionarios y dirigentes empresariales con
vinculación política. Los niveles de inversión y exportaciones de España en China son
modestos. Algunos relevantes sectores, como el turismo, se hallan inexplorados. El
cambio generacional, la aproximación de los Juegos Olímpicos en 2008, y la entrada de
China en la OMC abrirán decisivamente el mercado del gigante asiático. Y no podemos
España y los nuevos líderes.
España ni ningún país del mundo, con la excepción de EE UU no puede influir en el
proceso interno. Pero sí podemos hacer mucho para acercarnos a la nueva generación
de líderes y a varios de los escalones de funcionarios y dirigentes empresariales con
vinculación política. Los niveles de inversión y exportaciones de España en China son
modestos. Algunos relevantes sectores, como el turismo, se hallan inexplorados. El
cambio generacional, la aproximación de los Juegos Olímpicos en 2008, y la entrada de
China en la OMC abrirán decisivamente el mercado del gigante asiático. Y no podemos
estar ausentes.
Los vínculos económicos y de todo tipo se pueden densificar multiplicando los contactos
con los funcionarios y la elite intelectual y técnica para lograr una incidencia en el diálogo
político, estratégico y comercial. En la nueva era que se abre el ámbito diplomático
tradicional compartirá protagonismo en actuaciones complementarias de la sociedad civil
española en su conjunto. Es absolutamente previsible un aumento de la colaboración del
mundo académico y empresarial con la administración. La coyuntura es extraordinaria
debido a los siguientes factores:
1. Durante los dos últimos años, Hu Jintao, siguiendo directrices de Jiang Zemin, no sólo
ha alentado un nuevo currículo para los cuadros del PCCh, sino que también ha abogado
por la ampliación de la base social del partido, atrayendo a la elite empresarial, técnica y
profesional emergente. Así, el PCCh, aunque con reticencias de algunos sectores, está
llamado a diversificarse y a adquirir un grado de refinamiento desconocido hasta ahora.
Esto se complementa con el hecho de que hay intelectuales que han influído en el
gobierno, que, a su vez, ha cooptado a varios de ellos.
2. Disponemos de unos flamantes marcos institucionales de los que carecimos en el
pasado. A nivel europeo se cuentan el foro del Asia Europe Meeting (ASEM), cuya
iniciativa emblemática es la Asia Europe Foundation (ASEF), que, desde 1997, ha
relacionado a centenares de europeos y chinos. Los anuales encuentros Asia Europe
Young Leaders Symposium (AEYLS) y de jóvenes empresarios son un canal de diálogo
entre personalidades de proyección futura.
3. Hay una serie de instituciones académicas chinas en las que se forman líderes,
quienes, en razón de su propia promoción complementada por su red social, cultivan
contactos al más alto nivel. Nos referimos a la Academia China de Ciencias Sociales, la
Universidad de Beijing, el Instituto de Estudios Internacionales de Shanghai, el Instituto de
Asuntos Internacionales del Pueblo Chino, la Escuela de Negocios Internacionales de
Shanghai (CEIBS), y la propia Universidad de Cultura y Lengua China de Beijing, entre
otras. En todas ellas, como producto de intercambios regulares, ha habido y hay
profesores, investigadores, conferenciantes y alumnos españoles.
4. Existen dos escuelas de negocios en España, el IESE y ESADE, que disponen de
programas de estudio en combinación con universidades norteamericanas, que son
precisamente los centros favorecidos por Hu Jintao para la especialización de los
cuadros del PCCh. Aquí hay un canal que debiera explorarse para lograr establecer algún
tipo de contacto con esos líderes del mañana. No en vano, el mundo anglosajón, el
hispánico y el chino son las grandes comunidades lingüísticas mundiales, especialmente
en el ámbito del Asia Pacífico.
5. La administración española ha dado impulso a dos flamantes instituciones insignia
que pueden hacer mucho en este campo, el Real Instituto Elcano y la Casa Asia. Éstas,
a su vez, tienen el potencial para coordinarse y ya comienzan a hacerlo con
universidades y thinktanks españoles especializados en Asia. Aquí se cuentan el
CIDOB, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad Autónoma de Madrid,
entre otras instituciones.
6. La misión diplomática española en Beijing está haciendo una gran labor. Además, se
han hecho grandes esfuerzos para contar con personal español chinoparlante en la
embajada, consulados, en algunas empresas implantadas en el gigante asiático, y en la
agencia de noticias Efe en la capital china. Todas estas experiencias y contactos
personales debieran ser utilizados y coordinados en nuestro acceso a los chinos de la
cuarta y quinta generación.
7. En las relaciones con la elite emergente china debiéramos también apoyarnos en
nuestros lazos con representantes de países latinoamericanos de la cuenca del Pacífico
en el gigante asiático en el contexto de un plan de triangulación EspañaChinaAmérica
Latina. Potenciar en el país más poblado la imagen de España como plataforma para las
inversiones chinas en América Latina podría influir en un incremento significativo de las
inversiones chinas en España.
Augusto Soto
Profesor del Centro de Estudios Internacionales e Interculturales de la Universidad
Autónoma de Barceona
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