Tejeras 2 B

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Tejeras

por José Luis Chamero García

Hasta mediados los años ochenta del pasado siglo no se terminaron de asfaltar las
calles de Almadén (Ciudad Real). La calle donde me crié se llamaba 27 de junio, creo que
en conmemoración de alguna visita egregia al pueblo. Con la llegada de la democracia y
tras las elecciones locales, los regidores municipales cambiaron la denominación de
algunas vías, eliminando las de carácter abiertamente franquista, recuperando nombres
previos a la guerra civil o, todo hay que decirlo, nombrando calles con personalidades
destacadas del opuesto signo político (Pablo Iglesias, Federico García Lorca...).Mi calle
pasó a llamarse Pablo Ruiz Picasso . Dejémoslo ahí.

Recuerdo que cuando llovía se formaba un barrizal. Mi calle tenía varios solares sin
edificar. En ellos jugábamos los retoños. Recuerdo que en uno de esos terrenos baldíos
existía una charca que entonces me pareció enorme y que llamaban el chabarcón. Yo me
escapaba de casa para tirar piedras al fondo y ver las ondas que producían en el agua.
Probablemente aquella poza y otras charcas que se formaban cuando llovía eran lugares
donde se extraía tierra para la fabricación de materiales de construcción en las tejeras o
tejerías. Es muy posible que hubiera un horno en las proximidades, pero desaparecería
con la edificación de casas en aquel barrio. En algunas zonas de la calle la arcilla afloraba
y los niños hacíamos pellas a las que clavábamos una pluma y lanzábamos contra las
puertas de las casas y corrales. La tierna arcilla se adhería fácilmente a las superficies.
También jugábamos en el barro a un juego que se llamaba el romo. Consistía más o
menos en lanzar un hierro de unos treinta o cuarenta centímetros y clavarlo lo más
profundamente que se pudiera. A continuación otro niño lanzaba otro hierro de forma
oblicua tratando de desprender el primero del barro(ya colgaré otro informe sobre los
juegos infantiles describiéndolo con más detalle).
Toda esta evocación viene a cuento para describir una zona de la cual se extraía
tierra para la fabricación de tejas, ladrillos y baldosas. Desiderio Marín y Rodríguez
refiere en su obra Almadén y sus obreros1 que hay “algunas tejeras y fábricas de
ladrillos en las cercanías de la población”. Tengo constancia de que hasta mediados o
finales de los años cincuenta del pasado siglo las tejeras estuvieron funcionando.

1 MARÍN Y RODRÍGUEZ, D. Almadén y sus obreros, Ciudad Real, 1906

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En el presente artículo localizaré en primer lugar los restos de hornos que existen
en los alrededores de Almadén. Luego apuntaré algunas características de este tipo de
construcciones y por último hablaré de los gajes del oficio.

Alrededores de Almadén
Empezaré por las más próximas a mi casa.
Saliendo por el camino de Puerto Revuelo en la primera finca que nos encontramos
a la izquierda existía un horno junto a una casilla que hoy por hoy está hundida. Como
puede verse en la fotografía 2, del horno queda apenas visible la cámara de cocción. Se
aprecia en cualquier caso que el interior era circular y seguramente las pareces se
inclinaban hacia adentro como formando una cúpula.

Situación del horno

1. Almadén. Camino de Puerto


Revuelo. Abril 1997.

2. Caldera de la tejera. Abril 1997

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El agua para amasar el barro de esta tejera ( y quizás de la que se menciona a
continuación) se extraía de un pozo ubicado a la salida del pueblo. Existía una caseta
derruida junto al brocal con una maquinaria que seguramente era una bomba. Ese pozo
de alguna forma subsiste en la actualidad pues en esos terrenos se empezó a edificar en
1981 la residencia de ancianos Nuestra Señora de Fátima. Debajo de la capilla hay una
cisterna, en el mismo lugar donde se encontraba ese pozo, si uno pasa junto a la capilla
puede escuchar el rumor del agua cayendo al depósito.

Al sur del camino de Puerto Revuelo se encuentra en el camino de Puerto Palacio.


Frente a la parte posterior de la residencia citada anteriormente hay una casilla ruinosa.
Al lado se ven restos de una chimenea de hierro, que probablemente coronaba una
cámara de cocción con forma de campana. No conozco a ninguna persona mayor que me
pueda dar relación sobre si realmente existía allí un horno, pues lo único que queda es un
montón de piedras. A toda esa zona la conocía de niño como la tejera.

Al salir de Almadén por la carretera de Córdoba puede verse una casa rústica con
un horno adosado, frente a las escombreras de la mina.

Partiendo igualmente de Almadén en


dirección a Agudo existían dos hornos de
los que hoy por hoy no queda el menor
rastro. Acaso el único vestigio gráfico sea la
siguiente fotografía.

Se hallaban, como digo, a un


kilómetro escaso de Almadén, frente a una
pequeña fuente que alivia la sed de los
caminantes y vecinos que frecuentemente
pasean por los alrededores del pueblo. A
mediados de mil novecientos noventa y seis
fueron demolidas. Eran construcciones muy
sólidas y por lo menos una de ellas estaba 3.Carretera de Agudo. Horno desaparecido.1995

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erigida en buena parte con ladrillos compactos, de los que se fabricaban en este
tipo de hornos. Los ladrillos aprovechables fueron empacados y se reciclaron en la
restauración del Castillo de Retamar (Almadén).

Tejeras de Azecha

Tejeras desaparecidas

3. Dibujo de la zona. Restos de tejeras que se mencionan.

Las tejeras de Azecha


Mención aparte merecen los hornos que voy a reseñar a continuación. En
primer lugar porque son los mejor conservados que he visto en la comarca. En
segundo lugar porque desde pequeño he pasado junto a de ellos en infinidad de
ocasiones al estar cerca del terreno de un familiar. Y por último porque conozco a
una persona que trabajó en ellas y a quien le debo la última parte del presente
artículo: la descripción de los trabajos que se realizaban en las tejeras.
He fotografiado estos hornos en no pocas ocasiones e incluso he accedido a
la caldera de uno de ellos. También he realizado unos elementales dibujos para
que se haga una idea de sus dimensiones y estructura.
Estos hornos se hallan por el camino del cementerio (ver el dibujo anterior).
Unos trescientos metros más adelante, en dirección norte, existe una depresión del
terreno, desde donde son ya visibles a mano izquierda.

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4. Tejeras de Azecha. Horno 1.

Este horno (foto 4) es el primero que nos encontramos. Puede apreciarse


que está bien asentado en el terreno y que la zona donde está la boca de la
caldera es muy elaborada, formando un arco de ladrillo. La boca de la caldera en sí
forma también un pequeño arco y se encuentra bloqueada con piedras y ladrillos..
Muestro unos dibujos básicos que hice en su día para que se haga una idea de las
dimensiones.

5. Dimensiones exteriores.

1.

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6. Dimensiones (2).

7. Las tejeras de Azecha. En primer plano el horno descrito anteriormente. Año 1991

En la parte posterior de los hornos existe una explanada donde se molía la


tierra y se tamizaba. Era donde se ponían a secar las piezas que se elaboraban.
Aún es reconocible una pileta donde se mezclaba el agua con la tierra para formar
el barro. Proceso que describiré al final.

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7. Horno 2 de Azecha, situado más a poniente. Año 1995.

De este horno destacaré que tiene abierta la boca de la caldera y que pude
acceder a su interior para ver cómo era. En el dibujo siguiente se puede hacer una
idea de la estructura.

8. Corte de la tejera.

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9. Rodillo utilizado para moler la tierra abandonado en
la parte posterior de uno de los hornos. Año1991.

Para finalizar, un apunte anecdótico. La producción de tejas y ladrillos en


esta tejera se paralizó durante la guerra civil. Al pie de estos hornos existía un
huerto y una noria. En esa pequeña vega sembraban té los moros del tabor de
regulares que vinieron cuando las tropas nacionales tomaron la localidad. Se les
alojó en la Cárcel Nueva, construcción del siglo XVIII, que yo conocí como Cárcel
de los Moros. Cárcel que cuando yo tenía seis años fue demolida para construir la
actual Escuela Universitaria Politécnica. Aún resuenan en mi memoria las
detonaciones de las voladuras que tuvieron que hacer para derribar los gruesos
muros de aquella extraordinaria fortaleza.

Otros hornos de la comarca.


Amén de que pudiera haber algún resto más en los alrededores de Almadén,
existen restos de tejeras en otras localidades de la comarca: Alamillo, Guadalmez,
Chillón, todos con características similares. El más alejado de las poblaciones lo
encontré próximo a un paraje conocido como cerro de los ladrillos, que está frente
a la mina de Las Cuevas, a unos siete kilómetros de Almadén. Detrás del cerro se
hallan los restos de un horno de planta circular (foto 10).

Morfología.
Lo más habitual que nos encontramos es el horno de planta cuadrada y cuerpo
más o menos cúbico. También hay hornos en los que la parte superior, correspondiente a
la cámara de cocción, es de forma cilíndrica, como en horno citado anteriormente.

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Por las fotografías, lo que yo mismo he observado por fuera y por dentro de las
tejeras y lo que recuerdo haber leído en una revista de tradiciones populares sobre este
tipo de hornos, diré que las partes básicas de los hornos eran:

• El vestíbulo: es la zona de acceso a la boca del horno. Casi siempre es una parte
que está reforzada, pues lo habitual es que los hornos estén asentados en una
parte de terreno excavada y que sus paredes permanezcan firmes y sólidas.

• La boca del horno. Es un pequeño arco de acceso a la caldera. Se sellaba durante


la cocción.

• La caldera. El interior del horno propiamente dicho. En la tejera de Azecha lo


forman tres arcos de ladrillo, con unas aperturas entre ellos que dejaban salir el
humo durante la cocción.

• La cámara de cocción. Por encima de la caldera y correspondiendo con los arcos


existían unas vigas en las que se disponían los materiales que se habrían de cocer.
A esta parte se accedía por una apertura en la parte opuesta a a la boca del horno.
Por ahí era por donde se introducían las piezas y se retiraban una vez una vez que
la cocción había terminado y el horno se había enfriado.

10.Horno próximo al Cerro de los Ladrillos.


Puede apreciarse que el terreno está socavado y
que la zona del vestíbulo se ve flanqueada por
sendos muros de contención. La planta de este
horno es circular y puede apreciarse la
inclinación de la pared del horno, como
formando una gigantesca chimenea.

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El trabajo en las tejeras.
He comentado en parte de este artículo que debo la información sobre el
trabajo en las tejeras a un operario, que trabajó en las tejeras de Azecha. En
conversación mantenida con él para la redacción de un artículo sobre las tejeras
que publiqué en el libro de la feria de 1996, me reveló el proceso que seguía y que
describiré a continuación.

En primer lugar se extraía la tierra a golpes de pico en los terrenos aledaños


al tejar. O bien a espuertas o con caballerías, la tierra se transportaba hasta una
era, donde tras extenderla se desmenuzaba con un rodillo de piedra arrastrado por
un animal de tiro. Tras esto la tierra se cribaba para separar piedras, hierba u otras
impurezas y así obtener una fina tierra tamizada.

El paso siguiente consistía en mezclar la tierra con agua en una pileta para
hacer el barro: de forma alterna se echaban varios centímetros de tierra y otros
tantos de agua hasta que se colmaba la pila. Se dejaba reposar la mezcla durante
la noche para que la tierra se empapara bien.

Al día siguiente el barro obtenido se amasaba con los pies hasta que
quedaba con la textura adecuada para ser cortado y echado en los moldes. En las
tejeras no sólo se fabricaban tejas, sino también baldosas y varios tipos de ladrillos
compactos: sequiálteros, jaboneros y sepultureros.

Aún tiernas, las piezas se dejaban secar durante veinticuatro horas, tras las
cuales se procedía a meterlas en la cámara de cocción. Tras encender el horno, se
sellaba la caldera, y se dejaba cocer doce horas. De vez en cuando era necesario
alimentar la caldera con una carga de monte. Una carga equivalía a cinco haces de
leña, (jara y brezo principalmente). Con esto la temperatura del horno se mantenía
constante.

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Una vez transcurridas las doce horas preceptivas más el tiempo necesario
hasta que el horno se enfriase, se extraían las piezas y se preparaban para su
venta.

Según me contó el informante, la mano de obra necesaria para realizar los


trabajos de la tejera era de diez personas (quizás entre los dos hornos de
Azecha) . El horario era de sol a sol. Sólo después de la guerra se instauró la
jornada de ocho horas.

No se trabajaba en las tejeras durante todo el año. La temporada iba de


mayo a finales de septiembre, que son los meses más soleados y calurosos;
condiciones óptimas para el desarrollo de las labores. Parece ser que no se podía
vivir exclusivamente de las ganancias que se obtenían. Es lógico, si se piensa que
este trabajo tenía un carácter estacional.

Epílogo
Hoy día las calles de Almadén están todas asfaltadas. La calle de mi infancia
(27 de junio entonces) ha cambiado mucho desde entonces. El bullicio de los
numerosos niños que poblábamos la calle ha dado paso al tráfico intenso los días
en los días laborables. Raro era el coche que pasaba. El descampado donde
jugábamos y donde en invierno se formaban los barrizales ha desaparecido y en
su lugar se levantan viviendas y naves. Se ha creado una vía transversal que se
llama Travesía Pablo Ruiz Picasso. Hay quien la confunde con el nombre actual de
la calle.
Cuando el pueblo siga creciendo engullirá, entre otras muchas cosas, los
restos de las tejeras que hay a su alrededor. ¿Qué otro destino le espera a los
elementos de un oficio que desapareció hace ya muchas décadas?

Almadén, agosto 2009

joseluis.chamero@gmail.com

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