Índice
2. Duelo y aflicción 7
4. Paternidad inadecuada 16
5. Madres y hombres 22
7. El hombre ambivalente 30
8. Él nunca cambiará 37
9. Comportamiento obsesivo 40
12.Sobrevivir un revés 60
INTRODUCCIÓN: ¿Por qué no debes llamarle?
Separarse de alguien a quien se ama es uno de los sentimientos más
dolorosos que el ser humano puede experimentar. Es causa de
sufrimiento y de un profundo pesar, pues significa perder el amor en
sí, y el amor es la mejor forma de felicidad conocida por el hombre.
El sentimiento que provoca el hecho de renunciar al amor que hubo
se ha convertido en la inspiración de gran parte de nuestra cultura en
la actualidad. Sólo hay que escuchar las diez primeras canciones de
las listas de éxitos. Prácticamente todas tratan de la ternura y la
añoranza que despierta un amor perdido: I Can´t Live If Living Is
Without You (No puedo vivir sin ti), The Way We Were (Tal como
éramos) o You Just Keep Me Hanging On (Te sigo esperando). La
mayoría de las baladas que interpretan las grandes damas del jazz
(Sarah Vaughan o Billie Holiday, por ejemplo) tratan de rupturas
amorosas: My Man (Mi hombre) o The Man That Got Hawai (El
hombre que se marchó).
Las películas pueden contar historias acerca de la dificultad que
tienen las mujeres para renunciar al amor. Atracción fatal es la
historia de una mujer que se convierte en una asesina psicópata
debido a su obsesión por un hombre casado que la rechaza. La
historia de Adele H., de François Truffaut, trata de una mujer que se
vuelve loca tras perder al hombre del que se había enamorado.
Del mismo modo, la televisión y el teatro también cuentan historias
acerca de personas incapaces de recuperarse tras una ruptura. En
Subset Boulevard, Norma Desmond asesina a su amante, Joe,
porque éste está a punto de abandonarla. Las telenovelas suelen
presentar la historia de una persona que se pasa la hora entera
persiguiendo a quien la abandonó. La mayoría de los programas de
entrevistas muestran una interminable lista de personajes
obsesionados por un amor frustrado.
Los periódicos, por su parte, están repletos de historias de gente que
no pueden superar su situación por mucho dolor que les cause. Así,
por ejemplo, si Mónica Lewinsky hubiera sido capaz de afrontar sus
sentimientos por la ruptura de su relación con el presidente Clinton
acudiendo a un psicoterapeuta profesional y no a Linda Tripa,
quizás el curso de la historia de Estados Unidos hubiera tomado un
rumbo muy distinto.
¿Por qué sé tanto acerca del proceso de superación de una ruptura?
Porque yo misma pasé por esa experiencia.
Años atrás, me enamoré de un hombre atractivo, carismático,
elocuente y espiritual. Durante el tiempo que duró nuestra relación,
me volví emocionalmente dependiente de él. Me enseño mucho
acerca de la espiritualidad. Era cariñoso y amable, y creí que me
comprendía como nunca antes nadie lo había hecho. Sin embargo,
cuando le expresé mi deseo de que se comprometiera, se marchó.
Ahora, cuando miro atrás, siento y creo que su repentino y casi cruel
rechazo estaba causado por sus problemas para relacionarse.
Cuando lo conocí, me dijo que en más de siete años no había tenido
ninguna relación y que no tenía intención de comprometerse. Me
enamoré de él de todos modos, deseando ser la excepción. Pese a mi
capacidad profesional como psicoterapeuta, no pude más que
sentirme herida y profundamente deprimida. Tuve que emprender
un difícil proceso de superación para poder recuperarme y seguir
adelante con mi vida. Durante ese mismo tiempo, me encontraba
tratando a mujeres con dificultades para superar la ruptura de una
relación amorosa, por lo que decidí, al fin, crear un grupo de
psicoterapia llamado “¡No le llames!”. Realizamos varias sesiones
en la comunidad y pronto empezaría a aparecer en radio y la
televisión como “experta en relaciones”. Parecía que mi camino ya
estaba decidido.
A través de mi propia experiencia persona y profesional, aprendí lo
mucho que puede llegar a afectar a una persona adulta un abandono
o un rechazo. El dolor del rechaza puede alcanzar hasta lo más
profundo del ser humano. Una mujer, por ejemplo, puede llegar a
obsesionarse hasta tal punto por un hombre que la ha rechazado, que
la rabia y el deseo que siente por él llegarán a consumirla. He
conocido mujeres que han perdido la salud, el dinero, el trabajo, sus
hijos, incluso que han ido a la cárcel, a causa de su preocupación
por el hombre que las abandonó. En el grupo de terapia han
participado mujeres al borde del suicidio por una ruptura y su
incapacidad de superarla.
La mujer ha recorrido un largo camino para independizarse
económicamente del hombre, pero todavía queda mucho trabajo por
hacer para alcanzar la independencia emocional. Existen demasiadas
mujeres económicamente autosuficientes que soportan relaciones
emocional y físicamente abusivas por temor a que las abandonen.
Prefieren mantenerse al lado de un hombre que las maltrata, las
humilla o las rechaza que arriesgarse a quedarse solas. En los
próximos capítulos, aprenderás a desarrollar tus habilidades para
superar una relación rota y no destrozar tu vida por lealtad al amor
romántico o por miedo a la soledad. Los ejercicios te servirán para
expresar y experimentar tus propios sentimientos, lo cual es
fundamental en el proceso de curación. Este libro, los ejercicios y el
programa de diez pasos desarrollado a partir de mi trabajo con las
mujeres del grupo de terapia “¡No le llames!” te ayudarán a
recuperarte del dolor de una relación rota. Aunque la mayoría de las
mujeres de la terapia estaban pasando por una separación, había
algunas que seguían inmersas en una relación con un hombre nada
aconsejable y que lo que buscaban era la fuerza y el apoyo
necesarios para romper. Otras sentían que estaban actuando
ciegamente, respondiendo a su desesperación por no quedarse solas,
y buscaban una nueva perspectiva sobre su comportamiento.
Los casos que se presentan en este libro están basados en la
experiencia y el esfuerzo por sobreponerse a una relación rota de
pacientes que he tratado y personas que he conocido. Los nombres y
rasgos que pudieran identificarlos han sido cambiados.
Si en estos momentos mantienes una relación y un exceso de
ansiedad hace que quieras llamarle por miedo a que te abandone o
que pierda interés, éste también es tu libro. Utiliza los ejercicios
prácticos, el programa de diez pasos y la información proporcionada
para centrarte y no dar la impresión de estar necesitada o
desesperada. Esto puede poner en contra al mejor de los hombres.
Si lo que ocurre es que estás sufriendo por una ruptura, puedes
utilizar este libro para reponerte. Sigue mi consejo de controlarte y
no salir corriendo detrás de tu ex; conseguirás recuperarte de la
pérdida con tu orgullo y autoestima intactos. No sólo sobrevivirás,
triunfarás. Incluso puede que te animes a buscar un nuevo amor,
uno que siempre esté ahí para ti. ¡De verdad, la vida sigue después
de ese hombre!
Etapas de la pérdida
El período de duelo por la pérdida del hombre del que estábamos
enamoradas pasa por cuatro etapas. Puede que el orden en que se
sucedan varíe o que se solapen entre sí, pero en cualquier caso son
fácilmente reconocibles. Esta división en fases se basa en las cinco
etapas del proceso de la muerte propuestas por la doctora Elizabeth
Kübler-Ross en su famosa obra On Death and Dying (Sobre la
muerte y los moribundos), publicada en 1969.
La negación es la primera fase. No queremos afrontar la realidad de
que él se ha marchado, nos ha rechazado o ha hecho algo terrible
que ha provocado que rompiéramos con él. Estamos bajo el efecto
de un profundo shock emocional que nos impide reconocer la
verdad.
En esta fase de negación, es sumamente importante intentar hacer
frente a la realidad. Si hacemos ver que todo sigue igual y nos
dedicamos a perseguir al hombre con el que acabamos de romper,
podemos terminar sintiéndonos todavía más heridas y humilladas.
Este es un buen momento para hacer uso de nuestra propia red de
apoyo –buenos amigos, un grupo de terapia o un especialista, por
ejemplo-, y buscar la ayuda necesaria para aceptar la verdad de la
situación.
La rabia es la segunda fase de este proceso. Durante esta etapa,
estamos afrontando la realidad y nos sentimos enfadadas con él por
habernos traicionado, herido y abandonado. Antiguos conflictos que
quedaron sin resolver (con los padres, los ex novios…) pueden
resurgir en este momento.
Sin embargo, es importante superar esta rabia sin acudir a él. No
debemos utilizarla como excusa para enfrentarnos con él,
sermonearle o incluso pero: recurrir a la violencia. Demostrarle
nuestro sentimiento de rabia no resolverá nada. De hecho, puede
empeorarlo todo. La mayoría de las personas no responden bien a
las confrontaciones, así que lo más probable es que no obtuviéramos
en absoluto el tipo de reacción que andamos buscando. Quizás nos
sintamos mejor por un momento, pero esta situación suele terminar
haciéndonos sentir todavía peor. Lo mejor, por el contrario, es
compartir nuestros sentimientos de rabia con alguno de los
componentes de nuestra red de apoyo, o intentar superarlos por
nosotras mismas. Podemos hacerlo, por ejemplo, practicando algún
deporte, escribiendo o realizando actividades que impliquen cierta
dosis de creatividad.
La tercera y cuarta fases son, respectivamente, la depresión y la
desesperanza, sin duda las más difíciles de superar. Los nervios y el
drama de la ruptura se han calmado para dar paso a la sensación de
vacío propia de cualquier situación de pérdida. Los desengaños
amorosos del pasado, que probablemente habíamos retomado en la
segunda fase, pueden volver a presentarse de nuevo y contribuir a
nuestra tristeza. Pueden ser momentos muy difíciles, pero es
completamente necesario pasar por esta fase si queremos seguir
adelante y estar preparadas para abordar una nueva relación; si nos
quedamos en la fase de la negación, nos veremos permanentemente
acechadas por el pasado. Sin embargo, si la depresión llega hasta el
punto de afectar nuestro funcionamiento habitual (dejamos de
trabajar, de comer o de dormir), puede que entonces se trate de una
condición clínica y, como tal, debe ser tratada por un especialista.
De nuevo, es importante que no le llamemos tampoco en esta fase.
Se trata de una complicada etapa de nuestras vidas en la que nos
sentimos vulnerables, y no podemos correr el riesgo de que
reaccione de manera distante o nos rechace, lo cual podría hacernos
sentir todavía más solas y agravar nuestra depresión y sensación de
desesperación. En cambio, en esta fase del proceso es especialmente
importante recurrir a nuestra red e apoyo en pos de sustento
emocional. Por nuestra parte, debemos intentar concentrarnos en
superar este dolor. Aunque es una etapa muy dura, siempre hay que
tener presente que el tiempo cura todas las heridas, y que los
sentimientos de tristeza y desesperanza llegarán, tarde o temprano, a
su fin. En este punto es donde pasamos a la última fase, la de la
aceptación.
La aceptación es definitiva cuando empezamos a recomponer
nuestras vidas. No nos sentimos tan obsesionadas por él, y
comenzamos a pensar en hombres nuevos y en salir con ellos. Esta
puede ser una etapa algo capciosa; siempre podemos querer llamarle
para demostrarle que ya lo hemos superado. No debemos caer en la
tentación, pues es posible que no consigamos el tipo de respuesta
que imaginábamos y nos sintamos defraudadas o, lo que es peor,
puede que nuestros sentimientos por él resurjan y tengamos que
volver a empezar ¡desde la primera fase!
Un factor muy importante de este proceso de duelo y aflicción es ser
conscientes en todo momento de todos nuestros sentimientos,
también los que son positivos. No debemos avergonzarnos de seguir
enamoradas de nuestro ex, incluso si la relación se ha terminado y
aunque nos haya herido profundamente. Es natural. Tenía cualidades
que admirábamos; de otro modo nunca nos hubiéramos fijado en él
ni nos habríamos enamorado de él.
Es igualmente necesario mantener la sensación de deseo por él. No
hay por qué avergonzarse. Son sentimientos, nada más. No estamos
obrando según ellos, sencillamente los estamos sintiendo.
Es probable que sintamos la necesidad de expresar agradecimiento y
sigamos obsesionadas con la relación porque creemos estar en
deuda con nuestro ex por algo que hizo. Vivian estaba sumamente
agradecida a su novio por haberla apoyado económicamente
mientras estudiaba derecho. Barbara, por su parte, se sentía
agradecida por el apoyo recibido por parte de su pareja durante un
duro proceso de divorcio. Ambas querían expresar estos
sentimientos al resto del grupo, pues aunque sus relaciones habían
terminado, seguían centradas en lo maravillosos que eran sus
respectivos ex compañeros.
También puede ocurrir que sintamos envidia hacia nuestro ex por
alguna cualidad que admiramos en él y que quisiéramos poseer.
Betty, por ejemplo, admiraba la capacidad de su novio Paul para
relacionarse con la gente. Solía observarlo en las fiestas, y estaba
fascinada por la rapidez y la facilidad con la que conectaba con los
demás.
Lo que sin duda alguna sentiremos por él es enojo y rabia tanto por
habernos abandonado como por habernos tratado injustamente,
traicionado, rechazado, o incluso por haber abusado de nuestra
confianza. Superar estos sentimientos sin dejar que nos dominen es
capital para recuperarnos del desengaño.
La clave de este proceso es NO llamarle, por muy poderosas que
sean nuestras razones. Debemos utilizar este período de tiempo para
distanciarnos emocionalmente de él, para desconectar de la relación.
Si le llamamos para compartir con él nuestros sentimientos y no se
de cuenta de lo difícil de nuestra situación, puede reaccionar
expresando su rechazo o su desprecio, con lo que terminaríamos
sintiéndonos mil veces peor. Un resultado tal contaminaría el
proceso de recuperación invalidando todo el trabajo hecho hasta
ahora.
En lugar de eso, lo mejor es expresar estos sentimientos a otra
persona, ya sea un terapeuta, un amigo o un grupo de terapia,
alguien con quien nos sintamos seguras. El hecho de tener un
testimonio que siga nuestra experiencia con el amor, el dolor, la
tristeza y el deseo hace que este proceso adquiera un significado
mucho mayor. Sin embargo, hay veces en las que no podemos
encontrar a nadie con quien compartir nuestras sensaciones, así que
tendremos que sentirlas por nosotras mismas. Cuando el corazón se
despierta en medio de la noche, no podemos ir llamando a la gente a
las cuatro de la mañana (¡a no ser que estos amigos sean
extraordinariamente comprensivos!). En lugar de eso, podemos
sentir y llorar solas. De este modo, aprenderemos a calmarnos y
consolarnos a nosotras mismas, un punto que desarrollaremos en el
tercer capítulo.
Betty y Tim llevaban prometidos seis meses cuando él le confesó
que no sabía si podría casarse con ella. Betty se hundió. Habían
estado saliendo durante más de un año antes de prometerse. Tim se
había trasladado desde Grecia a Nueva York para realizar un máster
de ingeniería. Un año después, conoció a Betty en una discoteca, y
desde su primera cita empezaron a pasar prácticamente todo su
tiempo libre juntos. Cuando la familia de Tim se enteró del
compromiso, se enfadaron mucho, pues querían que él se casara con
una mujer griega. Amenazaron con desheredarle si seguía adelante
con la boda, y Tim decidió hacer caso a su familia y renunciar al
matrimonio con Betty.
Betty estaba furiosa con Tim por su incapacidad para hacer frente a
su familia y por haber traicionado su amor y sus expectativas de
futuro juntos. Aunque seguía desempeñando normalmente su trabajo
como analista financiero, Betty se estaba desmoronando, por lo que
decidió someterse a terapia. Cuando acudió a mí, comentamos sus
síntomas de depresión y su incapacidad para superar completamente
la relación con Tim.
De vez en cuando, él la llamaba, aunque su decisión de no casarse
con ella seguía firme. Esta situación la confundía todavía más, y
gracias a la terapia, decidió que lo que más le convenía era romper
definitivamente con Tim.
Betty pasó las primeras sesiones de terapia tomando conciencia de
su propio dolor y llorando. Hablaba de las cosas que echaba de
menos de Tim: el que la llamara dos veces al día cuando salían
juntos, su relación sexual e, incluso, la rutina de ir al cine. El
período de duelo se concentró en la pérdida del futuro que podrían
haber compartido. Lloraba por la boda que habían planeado –ya
habían decidido hasta el nombre de sus hijos-. Esto era lo que le
resultaba más penoso.
Poco después, empezó a expresar la rabia que sentía hacia Tim por
haberla rechazado y abandonado. Cada vez distinguía con más
claridad las razones que lo habían impulsado a obrar así, entre las
que figuraban su sometimiento a la familia y su incapacidad para
independizarse emocionalmente de ellos.
Durante este tiempo Tim la volvió a llamar otra vez. A estas alturas
del proceso, ella se sentía mucho más fuerte psicológicamente, por
lo que fue capaz de pedirle que no la volviera a llamar. Le dijo que
sólo lograba confundirla, pues estaba claro que no había esperanza
de futuro entre ellos. Esto le proporcionó una gran seguridad y
confianza en sí misma. Se sentía menos como una víctima, y su
depresión terminó desapareciendo. Podía hablar de los buenos ratos
pasados con Tim, de cómo él la había ayudado económicamente
mientras ella estudiaba, y era capaz de sentir gratitud hacia él.
Recordaba lo amable y cariñoso que había sido con ella.
A pesar de los sentimientos positivos de Betty por Tim, había
aprendido a contenerlos y controlar su necesidad de llamarle para
compartirlos con él, pues era consciente de que con ello crearía
todavía más confusión.
Cuando Betty empezó a salir nuevamente, a veces sentía el impulso
de comparar a esos hombres con Tim, lo cual le infundía nuevas
dudas acerca de la posibilidad de encontrar a alguien con quien se
sintiera tan bien como con Tim. A medida que continuaba
trabajando su dolor, sus sentimientos por Tim empezaron a cambiar,
y al cabo de un año era capaz de pensar en él sin sentir dolor ni
remordimiento, de verlo todo como una experiencia muy positiva.
Se sentía lo bastante liberada emocionalmente como para volver a
implicarse de forma seria con otro hombre. No temía correr el riesgo
de mantener una nueva relación, pues sabía que podía amar y, si era
necesario, recuperarse de una pérdida.
¿Qué podemos hacer para facilitar nuestro paso por la fase de
duelo?
♦ Para calmar nuestro enfado, podemos hacer ejercicio físico
Apoyo
Durante el tiempo en que estemos intentando recuperarnos, es
fundamental poder contar con una sólida red de apoyo. Necesitamos
amigos con los que hablar cuando nos sobrevenga la necesidad de
llamar a nuestro ex o cuando nos sintamos deprimidas y
desanimadas.
Es importante que las personas que componen nuestra red de apoyo
no nos critiquen ni nos hagan sentir todavía peor, pues, al contrario,
van a convertirse en nuestro apoyo emocional. Sería estupendo que
reunieran alguna de las siguientes características: sensibilidad,
imparcialidad, generosidad, compasión, animosidad, entereza
emocional y discreción.
Hay que contar con al menos tres personas a las que podamos llamar
en caso de sentir el impulso de llamarle a él (deberemos llevar sus
números siempre encima). Nuestra red de apoyo puede estar
formada por amigos, parientes, compañeros de trabajo, especialistas,
sacerdotes o pastores, etcétera, cualquier persona con la que nos
sintamos a gusto y en la que podamos confiar a la hora de explicarle
nuestros problemas. Es aconsejable contar con varias personas en
lugar de insistir siempre con la misma, por lo que deberemos seguir
dedicando energía y esfuerzos en proveernos de una buena red de
apoyo.
Contar con las personas adecuadas no sólo nos ayudará a controlar
el impulso de llamarle, sino a sentirnos menos solas y más queridas.
El hecho de saber que existen otras personas aparte de nuestro ex
que se preocupan por nosotras nos hace conectar emocionalmente
con ellas, lo cual evita que caigamos en la depresión de la soledad
no deseada y que nos invadan los sentimientos de desesperación que
ésta genera.
Amy y Tom habían sido amigos durante casi un año. Ella le había
apoyado durante todo el proceso de su divorcio, y él la había
ayudado cuando ella rompió con su prometido. Era la primera vez
en todo el tiempo que hacía que se conocían que se encontraban
ambos sin pareja. Algunas veces, cuando habían quedado para cenar
(lo cual solía proponer Tom), Amy le había sorprendido mirándola
con una expresión soñadora en su rostro. A menudo la llamaba por
la noche para ver cómo estaba y hablar sobre lo que les había
ocurrido durante el día. Una vez, incluso llegó a comprarle un libro
de poemas.
Amy presentía que Tom estaba románticamente interesado en ella, y
pensó que debían reflexionar sobre la posibilidad de empezar a salir.
Durante la siguiente cena juntos, Amy le dijo que se sentía traída
por él y le preguntó cuáles eran sus sentimientos hacia ella. Tom
reaccionó con sorpresa ante el comentario y le dijo a Amy que la
consideraba como una hermana, que no creía que funcionaran bien
como pareja y que, además, estaba saliendo con otra mujer, de la
cual creía que se estaba enamorando. Amy se sintió humillada y
herida. Terminó la cena rápidamente y se excusó.
Estaba enfadada con Tom por enviarle señales ambiguas y después
haberla rechazado. Pensó que su amistad con él se había arruinado
por completo. A pesar de su enfado, sin embargo, Amy seguía
creyendo que Tom terminaría llamándola para admitir su error y
confesarle que, de hecho, sí se sentía románticamente atraído por
ella. Pasó una semana y no llamó. Amy comprendió que estaba más
enamorada de Tom de lo que creía y se deprimió. Empezó a
obsesionarse con llamarle, pero sabía que aquello era humillante y
que lo mejor para ella era superarlo todo de una vez.
Esa noche se programó toda la semana de manera que no le quedara
tiempo para sentirse deprimida esperando a que sonara el teléfono.
Iría a trabajar durante el día y después se mantendría ocupada para
no echar de menos las llamadas de Tom.
El lunes fue a hacerse un masaje y luego a ver una película que
había estado posponiendo. El martes fue a cenar con un amigo que
no había visto en mucho tiempo y quedó con otro para tomar el café.
El miércoles se fue de compras y volvió con el vestido de sus
sueños. Una vez en casa, empezó a sentir el suplicio de la ausencia y
el rechazo de Tom, y llamó a unos amigos para comentar con ellos
lo que le había ocurrido con Tom. El jueves se citó con su terapeuta,
a quien no había visto desde hacía dos años. Pidió dos días libres a
la empresa y se marchó. De la ciudad durante el fin de semana para
visitar a su hermana y sus sobrinas.
Cuando regresó de su viaje, Amy se sentía algo mejor. Se había
gastado mucho dinero la semana anterior y tenía que controlar el
presupuesto, pero decidió que seguiría tratándose terapéuticamente
hasta que superara el rechazo de Tom. También se decidió a hacer
un montón de visitas a sus amigos durante las dos semanas
siguientes y a empezar un curso de interpretación. Quizá le sirviera
para afrontar algunos de sus sentimientos y, por qué no, para
conocer gente nueva. Además, en su interior, siempre había querido
ser actriz, y éste era un buen momento para perseguir uno de los
sueños que había estado posponiendo.
Ejercicios Prácticos
♦ ¿Te recuerdan las circunstancias actuales situaciones pasadas de
ha rechazado.
♦ En este mismo momento, ¿qué podrías hacer para aliviar ese
dolor?
♦ Describe tus rasgos más positivos y atractivos.
♦ Haz una lista de algunas de las personas por las que te sientes
querida y descríbelas.
♦ ¿Estás otorgando demasiado poder a la persona que te rechazó?
4 - PATERNIDAD INADECUADA
Desear un padre imaginario
Si estás pasándolo mal intentando superar el fin de una relación o no
puedes evitar estar llamando constantemente a tu pareja porque
temes que vaya a dejarte, puede que estés sufriendo los efectos de lo
que se conoce como “paternidad inadecuada”. Muchas niñas crecen
sin su padre en casa o con un padre que entra en sus vidas sólo de
forma esporádica y siempre vuelve a marcharse. No es de extrañar,
pues, que muchas mujeres padezcan las secuelas de una falta de
cariño por parte de la figura paterna.
A pesar de lo triste que esta situación es ya de por sí, la ausencia
física no es el único modo en que el padre puede desatender a sus
hijos. Puede que no haya estado emocionalmente disponible,
debido, por ejemplo, a una adicción al sexo, al trabajo, a las drogas
o al alcohol. Puede que tuviera problemas para relacionarse, o que
su modo de hacerlo fuera distante por definición. Puede que hubiera
estado deprimido o físicamente enfermo. O puede que se tratara de
un hombre absorbido en sí mismo.
En este sentido, es importante mencionar que este último tipo de
ausencia constituye un abandono emocional y que, por tanto, debe
tratarse como cualquier caso de pérdida. Cabe decir, además, que el
abandono emocional puede ser tan traumatizante como el abandono
físico.
El hecho de maltratar o humillar a la madre delante del niño también
se considera ejemplo de paternidad inadecuada. En el caso de la
niña, es incluso más grave, pues ésta tiende a identificarse con su
madre e interioriza el modo en que es tratada por el padre. Cualquier
tipo de abuso o pelea delante de los hijos es estresante y
traumatizante para ellos, y cuando se lleva a cabo, no se están
considerando los graves efectos a largo plazo que este tipo de
conducta puede causar en los pequeños.
Por supuesto, si el padre abusa del niño o niña física, sexual o
emocionalmente, deja de comportarse como tal. Estamos ante el
caso extremo de un padre demasiado preocupado por sus propios
problemas y necesidades. Es completamente incapaz de cumplir sus
obligaciones para con su hijo o hija.
Puede que hayas pasado por un caso de paternidad inadecuada
si tu padre…
♦ Estaba exageradamente preocupado por sí mismo y sus
problemas;
♦ Anteponía sus necesidades a las tuyas;
Tenías un padre…
♦ Con sensibilidad;
♦ Comprensivo;
♦ Interesado en ti;
♦ Respetuoso;
feliz.
Cuando tenía doce años, mis padres se divorciaron. Aunque mi
padre trabajaba, se marchó para “vivir su propia vida”, sin
considerar siquiera el pasarnos algún tipo de manutención. Nos
abandonó a mi madre, a mi hermano y a mí con una casa hipotecada
y un coche en manos de los bancos porque no había pagado las
letras. Mi madre era ama de casa y no disponía habilidades que la
hicieran apta para trabajar, así que fuimos empobreciéndonos cada
vez más. A pesar de los intentos de mi madre en los juzgados, mi
padre solía esquivar la ley y raramente contribuía económicamente.
Nunca hizo ningún intento de financiar parte de mi ecuación
universitaria, pero yo era bastante obstinada, así que conseguí
mantener tres trabajos a la vez y terminar la carrera.
Incluso ahora que soy adulta y una profesional en mi trabajo, su
egoísmo y falta de cariño siguen pareciéndome difíciles de
comprender. Cuando empecé a salir con hombres solía elegir los que
fueran guapos, encantadores y egocéntricos, tal como era mi padre.
Malgasté un montón de tiempo y energía en hombres que eran
incapaces de mantener una relación sana, pero logré terminar con
todo ello cuando empecé a tratarme terapéuticamente y conseguí
superar los sentimientos provocados por el abandono de mi padre.
Paternidad inadecuada y relaciones amorosas. El hecho de
haber crecido bajo los efectos de una paternidad inadecuada
puede influir de distintos modos en las relaciones amorosas que
tengamos.
♦ Puede que nos entre el pánico cuando creemos que un hombre
en este espacio.
♦ ¿Maltrataba a tu madre de algún modo? Si es así, escribe sobre ello
en este espacio.
♦ ¿Qué es lo que no te gusta de tu padre?
relacionas?
♦ ¿En qué se distinguen de él?
5 - MADRES Y HOMBRES
¿Te has dado cuenta de hasta qué punto el hombre cuyo rechazo te
está costando superar se parece a tu padre? La mayoría de las
mujeres se sienten enormemente vinculadas a su madre. Después de
todo, fue ella la primera en cuidar de nosotras al nacer, así que, pese
a que nos enamoramos de hombres, puede que en realidad nos
sintamos atraídas por aquellos que demuestran poseer rasgos
similares a los de nuestra madre.
A veces, nos enamoramos de un hombre que nos trata del modo en
que lo hacía nuestra madre. Si, por ejemplo, no nos prestaba la
suficiente atención o no se preocupaba demasiado por escucharnos,
quizás el hombre con el que nos relacionemos sea malo como
oyente. Si, en cambio, era egocéntrica y anteponía sus necesidades a
las nuestras, quizás ocurra lo mismo con nuestra pareja. Es difícil
superar la pérdida de este tipo de hombres, porque es como tratar de
superar la pérdida de nuestra madre.
Cuando una madre se muestra competitiva y distante, es lógico que
su hija se sienta poco querida. O cuando, por ejemplo, siente odio
hacia sí misma y actúa despectivamente con la niña, puede que ésta
termine interiorizando el odio y la baja autoestima de la madre.
A menudo solemos imitar el modo en que nuestra madre se
relacionaba con los hombres. Si aceptaba comportamientos
abusivos, puede que tendamos a tolerarlos también. Si, en cambio,
sentía pánico a quedarse sola y se aferraba a su pareja, entonces es
probable que nuestra actitud frente a los hombres sea similar.
La mayoría de las mujeres quieren a su madre incluso si se sienten
enfadadas o decepcionadas por su causa. Si encontramos una pareja
mejor que la que ella tuvo, nos sentimos tremendamente culpables
por obtener más amor de un hombre del que ellas nunca recibieron.
Nos duele verlas sufrir, y sentimos su dolor como propio (a veces,
incluso, no queremos abandonarla emocionalmente, por lo que
hacemos de nuestra vida una representación de la suya). Nos
implicamos en relaciones con hombres que no nos tratan como
debieran o que no tienen ningún futuro, tal como nuestra madre
hizo. Nos empeñamos en dirigir nuestra vida hacia situaciones que
no van a ningún sitio y, por tanto, no somos más felices de lo que lo
era ella. Si sufrió, nosotras imitamos su comportamiento y nos
aferramos a hombres que no nos convienen porque ella así lo hizo.
A veces, nos mantenemos unidas a nuestra madre sintiéndonos
atraídas y emparejándonos con hombres como nuestro padre. Puede
que incluso nos arrastremos y nos humillemos ante los hombres
porque sentirnos mejor y más afortunadas que nuestra madre nos
provocaría un terrible dolor.
Durante años, en mi juventud, mis relaciones con los hombres se
basaban en las que mantenía mi madre cuando yo era pequeña. Ella
toleraba la actitud impropia, a veces abusiva, de mi padre, después
se enfadaba y, ya harta, decidía dejarle para darle una nueva
oportunidad cuando él acudía a ella con promesas de cambio… Y
así una y otra vez. Un auténtico caos. Asistí a sesiones de
psicoterapia y, una vez consciente de cuál era el problema, aprendí
nuevas maneras de relacionarme con los hombres; maneras distintas
de las que tenía mi madre cuando yo era niña.
¿Cómo desvincularnos emocionalmente de nuestra madre y
cambiar? Debemos reflexionar acerca de los temas pendientes con
nuestra madre y con los hombres, relacionarnos con mujeres
mayores que nosotras que puedan servirnos como modelo y guía,
leer libros de autoayuda, observar el comportamiento de otras
mujeres que mantengan relaciones sanas con hombres sanos. Se
trata, simplemente, de ser conscientes de nuestra actitud en lugar de
revivir inconscientemente el comportamiento de nuestra madre.
El hecho de ser distinta a nuestra madre es una forma de seguir
adelante y separarse de la figura materna, y suele despertar
sentimientos tanto de pérdida como de amor por la que fue la
primera persona en cuidar de nosotras. Puede que tengamos que
llorar el fin de nuestro vínculo infantil con ella, pues se trata de un
proceso muy emotivo y repleto de sensibilidad, pero es el trabajo
que debemos realizar para continuar con nuestra vida y ser capaces
de cambiar. Sólo de este modo conseguiremos mantener con éxito
una relación amorosa.
Desvincularse emocionalmente de nuestra madre no significa que la
queramos menos, sino que somos menos interdependientes y que
interferimos menos en los problemas de la otra. De hecho, el amor
entre las dos puede crecer por la simple razón de que ambas
contemplaremos la realidad más objetivamente. Aunque me siento
emocionalmente más separada de mi madre ahora de lo que lo
estaba a los veinticinco, mantenemos una estrecha relación y
constituye en sí misma gran parte de mi red e apoyo.
Debemos tener presente que hace sólo unos cuantos años que la
mujer se ha independizado económicamente. Históricamente, las
mujeres necesitaban a los hombres para que las mantuvieran, por lo
que no tenían más remedio que permanecer a su lado fueran cuales
fueran las circunstancias. Parece que el problema de aferrarse a una
relación poco conveniente nos viene de antiguo. Aprender nuevas
posibilidades de comportamiento, por lo tanto, no significa
abandonar a nuestra madre; se trata de hacer posible que nuestras
hijas, sobrinas, nietas, bisnietas, que todas las mujeres de futuras
generaciones sean capaces de mantener relaciones amorosas más
sanas, menos dolorosa y mucho más gratificantes.
Enuméralos.
♦ ¿Te ha herido de algún modo tu ex? Si es así, describe qué ocurrió.
La última oportunidad
Si seguimos creyendo que nuestro ex era la última oportunidad de
encontrar a nuestro príncipe azul, lo único que conseguiremos es
continuar sufriendo.
Obviamente, pensar que nunca volveremos a conocer a un hombre
por el que sintamos la pasión o la química que sentimos con nuestro
ex nos predispone a pasarlo todavía pero a la hora de intentar
superar el fin de la relación con él. Pensar que fue nuestra última
oportunidad para conocer el verdadero amor nos hará aferrarnos a él
con mucha más fuerza.
Debemos creer en la posibilidad de encontrar el amor de nuevo. He
tenido muchas pacientes temerosas de no poder volver a enamorarse
que logran sentirse atraídas por otro hombre una vez que han
superado el trauma por la pérdida de sus ex parejas. Y es que el solo
hecho de recuperarse abre muchas puertas nuevas.
El contar con más de treinta y cinco o cuarenta años no es excusa
para pensar que nunca encontraremos pareja. Miles de mujeres en
sus cuarenta se casan y forman su propia familia.
Cuando Brian dejó de salir con Karen, ella contaba con cuarenta y
tres años y estaba muy preocupada por la posibilidad de haber
desperdiciado la ocasión de encontrar la felicidad con un hombre y
formar una familia. Gracias a la terapia y su red de apoyo, resolvió
concederse a sí misma y concederle a la vida una nueva
oportunidad. Se apuntó a una agencia de citas y empezó a socializar
con otras personas a través de su trabajo. En dos meses, conoció a
un hombre con el que sintió una química extraordinaria y que,
además, también quería formar una familia.
Ejercicios prácticos
Si crees que ésta es tu última oportunidad de encontrar el verdadero
amor, responde las siguientes preguntas.
♦ ¿Habías mantenido alguna otra relación excitante antes? Si es así,
realmente?
♦ Enumera las formas en que crees que estás negando la realidad de
tu situación. Sé sincera.
Pensar en el pasado
A veces, hacemos o decimos cosas a nuestra pareja de las que
después nos arrepentimos. Si seguimos pensando en qué es lo que
hemos hecho para que la relación haya fracasado, terminaremos
volviéndonos locas. No podemos volver atrás. Quizá cometiéramos
un error, pero somos humanas, y como tales, no somos perfectas, así
que, en lugar de obsesionarnos por el pasado y todo lo que hemos
hecho mal, debemos concentrarnos en aprender a perdonarnos a
nosotras mismas.
¡Sobre todo, no le llames para tratar de hacerte perdonar! Sólo
conseguirás empeorar las cosas. Puede que vuelva a rechazarte y
tengas que repetir aquel indeseable “¡No debería haberlo hecho!”.
Desafortunadamente, no podemos echar marcha atrás y cambiar las
cosas que ya se han hecho, pero sí podemos aprender de ellas y
avanzar.
Ejercicios prácticos
¿Estás intentando cambiar el pasado? Si es así, responde a las
siguientes preguntas.
♦ ¿Qué es lo que lamentas haber hecho?
distinto?
♦ ¿Realmente crees que lo que hiciste fue tan nocivo para la
Si…
Sigues obsesionada por los acontecimientos que condujeron al fin o
al empeoramiento de la relación. Sigues pensando cómo tendría que
haber sido todo para llegar a un final feliz. Si yo… si él… si yo…
Debemos aceptar las cosas tal como son. Podemos cambiar nuestro
futuro con lo que hemos aprendido de esa experiencia, pero si nos
obcecamos con el pasado, sólo conseguiremos terminar frustradas e
infelices.
Obsesionarnos con él y nuestro pasado juntos es una forma de
controlar nuestros sentimientos. No queremos sentir el dolor que nos
ha causado la pérdida de la pareja, así que nos concentramos en otra
cosa que nos haga olvidar ese dolor. Cuando te invadan los
recuerdos del pasado, intenta tomar conciencia de lo que sientes
(dolor, frustración…) en ese momento. Llora si lo necesitas, habla
con alguien en quien confíes acerca de tus sentimientos (¡excepto
con él, por supuesto!).
No sigas intentando analizar o razonar la situación, descifrar qué es
lo que ha ido mal. Debemos concentrarnos en controlar el pasado, y
no podemos hacerlo, por mucho que lo intentemos, si además
queremos controlarle también a él. Hay que detener el cilo ya. ¡No
mires atrás!
Ejercicios prácticos
♦ ¿En cuáles de las circunstancias que causaron la ruptura sigues
pensando?
♦ ¿Crees que esas circunstancias provocaron realmente el fin de la
deseado.
Sigamos siendo amigos
Cuando rompemos con un hombre, lo mejor es no quedar como
amigos. Nos estamos mintiendo a nosotras mismas si creemos que
no nos afectará el que nos diga que está saliendo con otra mujer y
nos empiece a hablar de ella. ¿Por qué pasar por ese dolor? Olvidar,
recuperarnos y seguir adelante es mucho más fácil si no nos
relacionamos con el hombre por el que estamos sufriendo.
Lo más recomendable es cortar por lo sano y no establecer ningún
tipo de contacto con nuestro ex si podemos evitarlo. Si hay que
verle necesariamente porque el lugar de trabajo es común o existen
niños de por medio, hay que intentar mantener una relación formal y
orientada hacia el trabajo o los niños en su caso. Y cuando nos
veamos obligadas a estar con él, hemos de establecer unos límites
muy claros y mantener siempre las distancias.
Quizás después de haber encontrado una nueva pareja y cuando
haya pasado tiempo suficiente podáis intentar lo de ser amigos. He
conocido mujeres con un trabajo o con niños en común con sus ex
parejas que fueron capaces de entablar una amistad años después de
la ruptura.
Ejercicios prácticos
♦ ¿Aún quieres seguir siendo amigos con tu ex como excusa para
veces que tengas que verle. Enumera las distintas formas de hablar
y relacionarte con él que te permitan seguir sintiéndote segura e
invulnerable.
♦ “¡La vida sigue!” Repite esta frase en voz alta o en tu interior cien
mujer.
♦ Nos dice que nos echa de menos, que quiere estar a nuestro lado,
pero no encuentra tiempo para vernos.
♦ Se muestra entusiasta practicando el sexo con nosotras, y la
♦ Se relaciona con otra (otras) mujer (mujeres), pero dice que sólo
♦ Nos da plantón.
♦ Es compasivo y atento.
descubriste?
♦ ¿Lo pasa mal cuando tiene que comprometerse a algo?
♦ ¿Cómo te hace sentir la relación que mantienes con él? ¿Te
sientes segura?
♦ ¿Cómo te hace sentir su comportamiento? ¿Pasas mucho tiempo
pensando en ello?
♦ Su actitud desconcertante, ¿te incita a llamarle?
dirías?
♦ ¿Sientes frustración o rechazo en esta relación? ¿Vale realmente la
pena?
♦ ¿Constituiría una gran pérdida para ti romper esa relación? Si es
9 - COMPORTAMIENTO OBSESIVO
Has llegado hasta este capítulo, has hecho todos los ejercicios
prácticos propuestos, pero todavía no puedes dejar de pensar en él.
¡Se ha convertido en una auténtica obsesión!
Decides que debes tener información de él como sea y contratas a
un detective privado para espiarle. O empiezas a llamar a 900
números de teléfono distintos para localizarle y te gastas todo tu
dinero en ello. Una de mis pacientes contrató los servicios de una
mujer que aseguraba practicar magia, y otra se gastó casi mil dólares
haciendo que hechizaran a su ex para conseguir que volviera con
ella. Por supuesto, nunca más volvió a oír ni de él ni de la hechicera.
A pesar de lo inverosímil que pueda parecer, son cosas que ocurren.
Lucy, una secretaria de treinta y un años, conoció a Steve por un
anuncio en la sección de contactos de un periódico. Creía que era el
hombre de su vida; era tan excitante, atractivo y cariñoso. Sin
embargo, él solo quedaba con ella cuando le apetecía o cuando le
iba bien, así que la relación nunca llegó a progresar verdaderamente.
A los seis meses, él parecía haber desaparecido de su vida. Lucy le
llamó y le dejó mensajes que él nunca respondió. Fue a una adivina
que le predijo que Steve volvería y que terminarían juntos. Lucy
esperó unos cuantos días, pero la impaciencia se apoderó de ella y
decidió ponerse manos a la obra.
Empezó a fisgonear por ahí y llamar a varios amigos de Steve. No le
proporcionaron ninguna información de interés excepto que solía
frecuentar un nuevo bar. Lucy fue allí el viernes por la noche y vio a
Steve hablando con una mujer. No tuvo el valor de acercarse a él,
así que regresó a casa y empezó a dejarle mensajes en el
contestador. Cuando vio que él no respondía, le escribió una carta.
Una noche al regresar a casa, Lucy encontró un mensaje de Steve en
el contestador: “¿Puedes dejarme en paz de una vez? ¡Olvídame!”
Lucy se hundió. El mensaje de Steve era claro. Comprendió que su
sueño de llegar a ser una pareja no tenía ningún futuro y que la
relación se había terminado. En aquellos momentos deseaba haber
dejado las cosas tal como estaban para no sentirse tan avergonzada y
humillada. Menos mal que no había ido a hablar con Steve en el bar;
hacer el ridículo ante la gente hubiera sido espantoso.
Algunas mujeres creen que si bombardean a un hombre con
atenciones (cartas, mensajes, visitas inesperadas), él se verá
arrastrado por su incansable pasión y querrá volver a reiniciar la
relación. No nos engañemos; nunca funciona. Lo único que
conseguiremos al actuar de este modo es sentirnos humilladas. Él ya
sabe lo mucho que le queremos, no tenemos que demostrárselo.
Perseguirle es hacer que se sienta acechado. Llamar a sus amigos es
hacer que se sienta hostigado. Con este tipo de actitud sólo
conseguiremos parecer desesperadas y necesitadas, lo cual todavía
le alejará más de nosotras. Nos perderá el respeto y, si seguimos
acosándole, puede que incluso nos encuentre repulsivas. Destruirá
nuestra autoestima y nos hará sentir peor de lo que nunca
hubiéramos imaginado.
Acechar u hostigar a un hombre es como coger una rabieta. Nos
negamos a aceptar la realidad; nos negamos a aceptar que no nos
quiere. Y no. Debemos respetar su decisión incluso si nos resulta
dolorosa y frustrante.
No podemos controlarle. Es una persona aparte de nosotras y tiene
su propia agenda. Lo único que sí podemos controlar es a nosotras
mismas y nuestro comportamiento.
Debemos aprender a aceptar las decepciones como parte de la vida
que son. No podemos exigir a un hombre que nos ame porque nos
sentimos merecedoras de ello. Vengarse es la acción más
autodestructiva de cuantas puedan llevarse a cabo en una situación
de desesperación. Podemos echar a perder toda nuestra vida en el
empeño. Él puede acogerse a su derecho de protección oficial o
llevarnos a los tribunales por acoso, y no hay duda de que no
necesitamos añadir problemas de tipo legal a los que ya estamos
sufriendo.
Acecharle, hostigarle o tomar venganza son formas de mantenernos
vinculadas a él, pero debemos tener en cuenta que este tipo de
conductas no van a hacer que regrese, sino al contrario, le alejarán
todavía más. No vale la pena gastar tiempo o energía en ello.
Adoptar un comportamiento obsesivo es nuestra forma de defensa
contra el dolor, la rabia y la vergüenza que no queremos reconocer.
Puede que necesitemos psicoterapia para superar estos sentimientos.
Enfrentarnos a ellos en el entorno adecuado puede ayudarnos a
terminar con nuestra obsesión. La pérdida de la pareja podría haber
desenterrado traumas del pasado que todavía no se han superado,
tanto los propios de la infancia como los de antiguas relaciones. En
lugar de obsesionarnos por recuperar a ese hombre, debemos
ocuparnos de redirigir toda nuestra energía hacia nosotras mismas.
Después de trabajar con muchas mujeres que han tenido dificultades
para superar el fin de una relación, puedo asegurarte que continuar
gastando las energías en recuperarle equivale a terminar con nuestra
autoestima, nuestra economía, nuestra carrera profesional, nuestras
amistades, nuestra salud e, incluso, con nuestra vida. Así pues, no lo
dudes: ¡No le llames!
estar segura de que todos los hombres que conozcas están allí para
conocer a alguien y no por otra razón, así que, como mínimo, no
habrá malentendidos. Pese a que estas fiestas puedan parecer
lugares de reunión para gente desesperada y sola, he conocido
muchas parejas atractivas e interesantes que se enamoraron en un
entorno de este tipo. A veces, sólo se trata de estar en el sitio
adecuado en el momento adecuado. El hombre de tus sueños
podría estar buscándote, pero debes arriesgarte a estar ahí para que
el encuentro pueda producirse. Ayuda al destino, ponle medios
para que te sea favorable.
♦ Practica deporte; es una forma divertida de conocer gente nueva.
esperes que abandone a esa otra persona por ti. Puede que
mantenga más de una relación a la vez porque teme
comprometerse. No necesitas un triángulo amoroso que te haga
sentir humillada o despreciada. Dile que resuelva su complejo de
Edipo con otra.
♦ ¡Si comete abusos físicos o verbales contra ti, déjale de inmediato!
llamarle.
Ejercicios prácticos
♦ Te encuentras con alguien que te recuerda a él. ¿Qué harías para
llamarle?
PASO 7
♦ Avisa a tu red de apoyo. Si has llegado hasta aquí y todavía
PASO 8
♦ Aprende a controlar tus sentimientos y no expresarlos en el
CUADRO 1: Organízate
Organiza tu agenda durante el período en que te sientas más vulnerable respecto a tu decisión de
llamarle. Manténte ocupada de forma que dispongas de poco o nada de tiempo para pensar en él. Si
tienes que permanecer en casa por alguna razón (una enfermedad, los niños…), intenta siempre tener
cosas que hacer para no plantearte siquiera el llamarle.
Actividad ¿Sentiste la ¿Qué hiciste
Organizada necesidad de para no
llamarle? sucumbir en
la tentación?
8:00 – 9:00
9:00 – 10:00
10:00 – 11:00
11:00 – 12:00
12:00 – 13:00
13:00 – 14:00
14:00 – 15:00
15:00 – 16:00
16:00 – 17:00
17:00 – 18:00
18:00 – 19:00
19:00 – 20:00
20:00 – 21:00
21:00 – 22:00
22:00 – 23:00
23:00 – 24:00
CUADRO 2: Actividades para distraerte
Haz una lista de las distintas actividades que puedes realizar para
olvidar el deseo de llamarle, como por ejemplo leer, correr, escribir
en un periódico…
Actividad La he La probaré Sirvió de
probado y es en el futuro ayuda pero
efectiva (fecha no lo
aproximada) suficiente
para desviar
mi atención
CUADRO 5: Calendario
Marca cada uno de los días que consigas controlar el impulso de
llamarle. Recompénsate cada cierto tiempo por no haber contactado
con él y por cuidar de ti misma.
Lune Mart Miérc Jueve Viern Sába Domi
s es oles s es do ngo
Sema
na
1
Sema
na
2
Sema
na
3
Sema
na
4
Mi red de apoyo
Personas a quien llamar si siento un gran deseo de llamar a mi ex.
Nombre Teléfono
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Cincuenta cosas que hacer para no llamarle
Haz lo que sea necesario para distraer tu atención del impulso de
llamarle. Concéntrate en algo que no sea él.
♦ Pasa la noche hablando con tus amigos por teléfono.
12 - SOBREVIVIR A UN REVÉS
Recaída
De acuerdo, pero ¿qué pasa si después de todo este duro trabajo,
finalmente nos rendimos, le llamamos y, lo peor, no obtenemos la
respuesta que buscábamos?
♦ Debemos aceptar el hecho de que hemos sufrido un revés y no
volver a llamarle. Hay que parar ya, seguir haciendo lo que sea que
estuviéramos haciendo para no llamarle. El truco para superar un
revés es volver al punto donde estábamos y seguir adelante por
nuestro camino.
♦ Podemos llamar a alguien de nuestra red de apoyo y hablar sobre
nuestros sentimientos. No hay por qué avergonzarse de lo
ocurrido, y mantenerlo en secreto podría llevarnos a otra recaída.
Reconocerlo abiertamente nos hará concederle menos importancia.
♦ Debemos perdonarnos. Somos humanas y, por tanto, cometemos
errores. Hay que intentar no ser demasiado duras con nosotras
mismas.
♦ Debemos valorar el duro trabajo que hemos hecho hasta ahora.
♦ Hay que tener paciencia. Todo cambio requiere un tiempo, y el que
estamos llevando a cabo es muy grande.
♦Debemos recordar que cualquier cambio implica un proceso que
no es lineal. Suele consistir en dar dos pasos adelante y uno atrás.
Refocalización
Hay que utilizar este margen de tiempo para concentrarnos en
nosotras mismas (y no en él). Debemos recuperar la energía que
dedicábamos a pensar en él, a analizarle, a obsesionarnos en él y a
quererle, y dirigirla hacia nuestro propio interior. Ha llegado el
momento de concentrarnos en el trabajo, la salud y la recuperación.
Trabajo
Puede que sea un buen momento para prestar más atención al
trabajo, para dedicar más energía a lograr un ascenso o conseguir la
información necesaria para progresar en nuestra carrera profesional.
Si no estamos contentas con nuestro trabajo, debemos reciclarnos.
Siempre ha habido un hobby del que disfrutamos especialmente.
Quizá podríamos pensar en convertirlo en nuestro medio de
manutención; cabría considerar la posibilidad de tomar clases de
algo por lo que estemos muy interesadas (arte, música, idiomas…).
Debemos alimentar nuestros dotes y talentos naturales, perseguir el
sueño que siempre hemos perseguido pero para el que nunca
disponíamos de tiempo o energía. ¡Es el mejor momento!
Salud
Debemos andar con cuidado con nuestra salud, dormir y comer lo
suficiente, especialmente ahora. Hay que alimentarnos tres veces al
día y hacerlo de forma equilibrada. Podemos tomar vitaminas si es
necesario. Es fundamental que cuidemos de nuestro cuerpo, aun
cuando no nos sintamos demasiado dispuestas.
Comer alimentos sanos y descansar mucho afectará a nuestro estado
de ánimo aumentando nuestra capacidad para superar la relación
rota.
Hacer ejercicio regularmente, por otra parte, puede hacer que
expulsemos todas las toxinas que nos sobran, y con ellas, nuestro
deseo de contactar con él.
No es un buen momento para caer víctima del alcohol o de las
drogas. Cualquier bebida alcohólica, incluso una copa de vino,
podría provocar que empezáramos a pensar en nuestro ex y nuestros
sentimientos de añoranza por él. El alcohol, además, hace que
perdamos el control sobre nuestros actos, y todo el trabajo hecho
hasta ahora se vendría abajo si termináramos rindiéndonos a
nuestros impulsos y le llamáramos.
Recuperación
Ha llegado la hora de realizar ejercicios de recuperación (o
curación) interior. Concentrémonos en nuestros traumas infantiles y
los provocados por relaciones pasadas e intentemos descubrir si hay
algún factor que se repita en todos los casos. Debemos examinar
hasta qué punto este tipo de problemas heredados del pasado
podrían estar contribuyendo a nuestra situación actual y cuál es el
mejor modo de utilizarlos para prevenir futuros desengaños.
Podemos recurrir a la psicoterapia. Algunos terapeutas disponen de
tarifas especiales para personas con dificultades económicas. Si, aun
así, nos es absolutamente imposible corre con ese gasto, hay clínicas
que ofrecen un servicio similar por muy poco dinero. Siempre habrá
alguien que pueda ayudarnos.
Debemos utilizar este margen de tiempo para cuidar de nosotras
mismas, para realizar aquellas cosas que nos hacen sentir
especialmente bien. Si hay niños de por medio, podemos contratar
los servicios de una canguro mientras nos tomamos un respiro a
solas o con algunos amigos (ver la sección “Cincuenta cosas que
hacer para no llamarle” para estudiar algunos ejemplos como punto
de referencia).
Si nuestro ex estaba decepcionándonos continuamente y su actitud
era impredecible, puede que la vida nos resultara excitante y
melodramática. Quizá lo era, sí, pero de una forma poco sana.
Cuando empecemos a canalizar nuestra energía hacia nosotras
mismas, lograremos una sensación de control que antes no
teníamos. La vida nos parecerá más manejable, más serena, más
plácida.
Hay que disfrutar de esta capacidad de control sobre nuestra vida
por mucho que pueda parecernos aburrida. Debemos intentar
saborear los momentos de paz y de quietud que antes nos pasaban
desapercibidos simplemente porque no existían. Nunca nos paramos
a oler el perfume de las rosas mientras estábamos concentradas en
recuperar a nuestro ex. Y es que hay muchas cosas interesantes en
esta vida aparte de él. Llevar una vida tranquila sin las constantes
crisis que solían asolarnos puede convertirse en una experiencia
intensamente excitante por el solo hecho de que dispondremos de
suficiente tiempo y energía para disfrutar de tantas cosas.
Existe todo un mundo ahí fuera que no incluye a nuestro ex y que
aguarda a que nosotras lo exploremos y lo saboreemos al máximo.
Aprender de la experiencia
He conocido a demasiadas mujeres incapaces de aprender de su
propia experiencia. Repiten los mismos errores una y otra vez.
Debemos aprender, aprender y aprender para que no haya una
próxima vez, desarrollar nuestra capacidad de análisis y de
percepción de las cosas. No debemos castigarnos porque nuestra
relación no terminara en matrimonio o en pareja.
Utiliza este margen de tiempo para
♦ Intentar descubrir qué es lo que falló.