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Philip Pasmanick “Rumbero Menor” 08 agosto 2006 borrador v. 1.3 2855 palabras
En este texto recuento unas observaciones personales sobre dos festivales de poesía oral. A pesar de
tratar el mismo tema y de incluir muchas de las mismas personas, tenía cada uno un carácter muy distinto.
VILLANUEVA
Segun varios participantes, el festival de Villanueva es el más destacado y divertido de los encuentros
mundiales de la poesía oral en español, y del punto de vista artístico (o sea poético-musical) creo que es
cierto. La programación del espectáculo, con sus multiples “cruces” entre poetas de varios países y su
larga duración, garantiza una gran cantidad de poemas, y los almuerzos y cenas conjuntos promueven
encuentros espontáneos. La presencia de un público entusiasta, conocedor, y resistente al sueño anima
a los artistas a dar lo mejor de si y de seguir cantando en la plaza hasta el amanecer. Y como no tenemos
que levantarnos temprano para asistir a las sesiones académicas, como es el caso en los encuentros
terórico-prácticos organizados por la Asociación Iberoamericana de la Décima y el Verso Improvisado
(AIDVI), el horario que se lleva no es suicida. Además la estadía es siempre amena y tranquila, con
buen alojamiento, transporte y alimentación, y el pueblo, de unas 1,300 almas, un bello recinto rodeado
de campos y montes hermosos.
La única falla en este aspecto era la ausencia de algunos compañeros jóvenes que en el pasado han
animado las horas de la madrugada con su versatilidad musical, energía extraordinaria, sus
improvisaciones atrevidas, y su destreza en las cuerdas. Me refiero a los hermanos Villanueva y Omar
Santiago (Puerto Rico) los músicos panameños Ariosto Nieto y José Augusto Broce, y el polifacético
canario Yeray Rodríguez. También lamenté la ausencia del indefatigable Victor Hugo Márquez
(Venezuela). Pero había nuevos elementos: los gaiteros gallegos, bullangueros y multitudinarios, Elías
Chessani y sus huapangueros (México) y los colombianos Alex Cardona y Edwin Giraldo, rápidos,
campechanos, y siempre listos para reír o hacer reír. Otra estrella, nuevo para mi, era el inmenso y
mordaz cubano Raúl Herrera, vestido de negro y con aspecto amenazante. Cuando El Chaparillo
(España) le llamó “King Kong” en su controversia, los músicos casi nos caímos al suelo de la risa que nos
dio.
Representando la nueva generación de improvisadores se estrenó Victoria Díaz, de 14 años de edad,
sobrina de Yapci Bienes (Canarias). Era una voz fresca, y en más de un sentido, ya que le metió una
puya muy bien dada a su tío. Victoria se hizo gran amiga de mis hijas y me ofreció mucho apoyo moral,
siendo ella y yo novatos en la gaya ciencia.
Tal vez el momento más mágico ocurrió al final del espectáculo de sábado. Todos los poetas estaban
en la tarima, cantando un seis puertorriqueño con el pie forzado “Hasta que amanezca el día”. Ya
llevábamos 20 minutos en eso y las rimas estaban casi agotadas, cuando apreció en frente del tablao
una pareja de novios, parados en firme como las figurinas que se colocan encima de una tarta nupcial. Por
supuesto los poetas empezaron a dedicarles estrofas, y como el arte tiene su grado de competitividad,
todos los troveros cantaron, algunos varias veces, y la cosa empezó a dilatarse demasiado. El mágnifico
José Silvio Curbelo (Uruguay) vino al micrófono y se despidió de la estoica pareja, parados inmóviles a
las 4:00 de la madrugada, de la manera más elegante posible. Tengo que reportar que durante las
décimas sentimentales de los poetas, Raúl “King Kong” Herrera, con una pícara sonrisa, vino detrás del
escenario y cantó sotto voce para los músicos (yo tocaba clave en estre momento) una décima muy
verde (con todo y el pie forzado) referente a la luna de miel que nos dejó dando carcajadas e intentando
desesperademente mantener el ritmo. Raúl tuvo la delicadeza de no cantarlo al público pero no podía
contenerselo tampoco.
Yo vine con mi familia el jueves y participé en la primera actividad informal con un saludo cómico
(declamado) refiriéndome a la copa mundial, recién terminada, y el cabezazo de Zidane. Seguí con un
par de estrofas cantadas en rumba columbia (no es mi fuerte, pero funcionó) que escribí y memorizé al
llegar. Un, dos, tres, y me fui, poca cosa pero todo bien.
El viernes me tocó un cruce con El Chaparillo, poeta del Genil y un elemento formidable. Sabía que iba
a referirse a la guerra y a George Bush, así que preparé unas respuestas de antemano. En el momento
dado le saludé y le contesté, a veces con mis estrofas preparadas, a veces improvisando. Yo sufría
porque sé que cometí todos los errores posibles pero también cumplí mi deber; hice reir al público,
contesté a El Chaparillo, mantuve la calma aún cuando no sabía dónde diablos iba a ir. Mis amigos me
honraron: para escucharme salieron desde detrás del escenario donde muchos se mantienen, y me
felicitaron generosamente. Sólo entonces me permití el lujo de un trago de ron. Luego subí al escenario
a tocar la clave, ya que el clavero acostumbrado (nuestro animador Roche) no llegaría hasta el domingo.
El sábado me tocó otro poeta del Genil, Idefonso Pérez, “el Caco”. Yo le temía porque en 2003 le
observé decir algo medio grosero a la payadora Marta Suint. Lo comenté a Marta en la cena y ella se rió,
explicándome que todo había sido un malentendido de estos que son productos de las variaciones
lexicales entre un país hispanoparlante y otro. Marta había hablado de las “mamaderas” que en
Argentina son biberones, pero Caco entendió que se refería a sus pechos, y de allí se armó un lío. El
problema que yo tenía con Caco, con su fuerte acento y su intricada tonada flamenca, sin mencionar mis
propias limitaciones lingüísticas, es que no le entendía casi nada. Obviamente era difícil contestarle.
Además no salió ningun tema concreto. Utilizé unas estrofas preparadas pero más que nada improvisé,
torpe pero honrademente. Bajé sudado del escenario y derechito al tragódromo que se mantenía
convenientemente al lado del escenario..
El domingo tuve mi propia presentación. Empecé con un poco de teatro: mientras comenzaba con mi
presentación, un amigo me interrumpó apresurademente con un sobre, que abrí, sacando mi “licencia
poética”. Dos semanas antes España había instituído un nuevo carnet de conducir, el carnet de puntos, e
hice un chiste sobre esto que quedó bien. Luego saludé al público, y después presenté a Natalia y
Noemí. Cada niña cantó una décima en mi tonada rumbera, con sus voces entrenadas durante seis años
en el coro de niñas de San Francisco. Creo que arrasaron. Me despedí, y fuera. Corto, elegante,
limpio; quedé muy satisfecho. [Adjunto una foto.] Todavía me tocaba un cruce especial, algo original que
habría quedado muy bien, pero mi contrincante tuvo que irse temprano y no pudo ser. Me sentí muy
decepcionado pero estas cosas pasan a menudo y entonces, se asimilan y ni modo.
En todo caso pasé el domingo de una manera muy especial porque era mi cumpleaños y los poetas se
esmeraron en cantarme todo tipo de felicitaciones y encomios en verso. Ninguno se sentirá
menospreciado al saber que lo que más me emocionó fue la décima que me escribió y cantó mi esposa
durante la cena. Mi hija mayor Natalia nos amenizó el almerzo con una aria de Handel y la décima que
cantó Noemí se refería a mi cumpleaños también. Terminamos como a las 3:30 cantando cuartetas estilo
gallego. Yo tenía tanto sueño que tuve que sentarme para tocar las claves, algo que normalmente no se
hace. Canté un par de estrofas, pero ya estaba quemao. Teminamos pero tenía que esperar en la
plaza hasta las 5:00, cuando llegó un taxi y nos llevó a mi y a Noemí al aeropuerto de Málaga para el
regreso. No habíamos dormido en toda la noche, pero ¿qué? Dormimos en el vuelo, llegamos bien,
felices de estar en casa pero añorando la unidad de nuestra familia personal y la gran familia de poetas
que se encuentra una vez al año en Villanueva deTapia.
VENEZUELA
Aunque mucho del material presentado ya me era familiar por haber asistido al último encuento en
México (Ciudad Valles, octubre 2005, sobre el cual ya escribí un reporte detallado) las sesiones
plenarias ofrecieron nuevas conferencias sobre la décima en el Perú (César Huapaya) Venezuela (Efraín
Subero) y Argentina (Abel Aníbal Zabala ) y una apreciación del recientemente fallecido Indio Naborí a
cargo de un Waldo Leyva visiblemente emocionado. Yeray Rodríguez (Canarias) nos brindó su punto
de vista muy original sobre la improvisación como “acto de exhibicionismo”, y escuchamos otros eruditos
como Maximiano Trapero (España) , Benito Irady (Venezuela, presidente de FUNDEF) y Virgilio López
Lemus (Cuba).
La conferencia de López Lemus desató una polémica bastante intensa, no por su contenido (sobre la
décima escrita del siglo de oro), sino por la carga emocional en las palabras “culta” y “popular”. El
estimado investigador (y poeta) previamente había publicado un libro sobre la décima ”oral y escrita”
pero según nos informó la casa editorial insistió en la palabra “culta” en el título de su obra más reciente.
Aún así los poetas populares se manifestaron indignados por el uso habitual de esta frase “décima culta”,
seguramente por su carga semántica: el opuesto de “culto” es “inculto”; y aunque nadie implicara eso, allí
está. Podría parecer un asunto trivial, pero la evidente emoción expresada por poetas de varios países
demuestra que la palabra “culta” sigue siendo una espina para algunos.
Tuvimos varios espectáculos. Hubo un bonito acto de apertura en la sede de la FUNDEF, una hermosa
casa colonial, un concierto final en la plaza principal de Caracas (terminó el tiempo y no pude actuar, otra
frustración no extento de alivio), un acto muy lindo en la escuela de música (¡qué público para cantar coros
y marcar palmas!) el acto para los médicos cubanos, versos dispersos en las clínicas de Barrio Adentro,
y los conciertos en provincias. A mi me tocó un lugar de ensueño, la Isla Margarita. Había canturías
espontáneas a veces, notablemente en el restaurante la última noche, pero segun recuerdo era mucho
menos que en Villanueva, donde los conciertos se prolongan hasta la 4:00 o más y la canturía informal
casi no tiene fin.
Como siempre en estos encuentros, sobre todo en un nuevo país, aprendí varias cosas. Primero,
aprendí algo sobre la maravillosa variedad y riqueza de las tradiciones de la décima en Venezuela. Me
gustó el galerón , en 6/8 y algo similar al punto cubano, pero lo que me fascinó era la fulía, un estilo
afrovenezolano con la tradicional familia de tres tambores y un gran coro harmonioso. Los poetas salen
uno por uno y declaman sus décimas con energía furiosa. Otra cosa que empecé a apreciar es la táctica
en la décima. Vi como un contrincante deja al otro en desventaja, obligándole a utilizar palabras dificiles
de rimar (El conocido poeta Benjamín Jin Jin me puso en apuros así, con “sur”), mientras en una media
letra (décima compartida) cooperan, dejándo rimas fáciles para que terminen con sus nombres o países
de origen. Participé en el práctica habitual de escribir décimas humorísticas y pasarlas clandestinamente a
otros participantes durante las intervenciones de los académicos (así tuve que contestarle a Jin Jin).
Conocí un montón de personajes extraordinarios, y tuve el gusto de saludar a entrañables amigos que
admiro infinitamente no sólo por su destreza en el arte sino por su evidente calidad humana. Observé
también que como en cualquier familia, hay corrientes desagradables; la sublimidad del arte no previene
la flaquezas humanas que tenemos todos. Finalmente, me atreví a improvisé más, sobre todo cuando
Waldo Leyva me llevó por sorpresa al escenario durante un acto para los doctores internacionalistas
cubanos. Cuando una cubana subió al escenario a bailar un guaguancó a mi lado, tenía por fuerza
referirme a ella, y no sé cómo pero lo hice. También improvisé en inglés para Virgilio López Lemus, y
este ofreció publicarlo en su nueva antología. Por todas estas razones y más que no detallo, pienso
que voy avanzando poco a poco.
El último aspecto que quiero abordar es el organizativo. Primero, la AIDVI como asociación sigue siendo
un misterio para mí, y a pesar de mil dificultades que presupone organizar los artistas y estudiosos de
nuestro disperso gremio, sin sede ni presupuesto ni personalidad jurídica, necesitamos seguir
avanzando.
Segundo, necesitamos mejor comunicación. Maximiano Trapero hizo una propuesta importante al
respeto, aprobada por la concurrencia, de formar un sitio güeb con el apoyo técnico de los bertsolaris
vascos. Una página interesante ya existe [ http://www.argodat.com/castellano/index.htm] pero que yo
sepa la AIDVI todavía no ha hecho acto de presencia. Pienso que para un movimiento internacional,
intercontinental como el nuestro, la red la única manera práctica y debemos utilizarla asiduosamente para
organizar, promover, compartir, y dar seguimiento a nuestros encuentros. El encuentro de San Luís
Potosí fue muy positivo en este aspecto. Poco después del final del evento, recibí por correo
electrónico una relatoria resumiendo las propuestas del grupo. Espero que cumplan con la propuesta
infinitamente más engorrosa de editar un D.V.D. con las muchas horas de metraje que filmaron.
Esto me lleva al la tercera inquietud: la documentación de los encuentros. Podemos recoger y compartir
fotos, grabaciones de sonido y hasta video, y ponencias. FUNDEF ha recogido la ponencias para
publicar memorias, supongo en un libro, pero perfectamente se puede publicar en disco (por ejemplo,
la Casa Iberoamericana de la Décimas en Las Tunas publicó un CD con las memorias del VII encuentro-
festival) o en el mismo sitio Argos. La publicación digital obviamente no es adecuada para todos los
usuarios pero es práctica, barata, y a todas luces mejor que nada. Con la tecnología existente no tiene
que desvanacer todo cual rocío.
xooxoooxooxoxooo
Participar en estos eventos es un privilegio y un honor que aprecio inmensamente. Este año me ha
afectado más que nunca, de una manera muy profunda y personal. Estos eventos patentizan la vitalidad
de la décima, su vigencia como factor unificante de la gran hispandad y los que nos arrimaos a su sombra.
Con el esfuerzo abnegado de organizadores, estudiosos, poetas y músicos, este grandioso arte sigue
adelante, y me siento orgulloso, humilde, y profundamente agradecido de poder participar y aportar mi
granito de arena.