Según lo planteado en el transcurso de la investigación, la
hipótesis es parcialmente correcta. La no realización de la cafetería y los juegos infantiles efectivamente contribuyeron a generar un espacio de ausencia programática. Sin embargo, en el desarrollo de la investigación se ha comprobado que otros factores jugaron también un rol preponderante en el deterioro de este espacio. Entre ellos se cuentan los problemas generados por la deficiencia de los accesos hacia el sector, que nunca promovieron el ingreso hacia él, lo que se suma a una nula propuesta visual que incentivara a los transeúntes a visitarla. Este último punto se vio acentuado por el temprano deterioro de los elementos de las fachadas, los cuales como consecuencia de las restricciones presupuestarias se realizaron de materiales inferiores a los proyectados en un comienzo, lo que implicó que tempranamente se proyectara una imagen poco atractiva desde el nivel calle. La suma de estos cambios de planes contribuyó a que el proyecto no funcionara como se pensó en un principio. Hoy la terraza no es un lugar público, su acceso es restringido y exclusivo para residentes. Sin embargo, y más allá de las reticencias que se puedan tener sobre los usos que actualmente alberga el edificio, es innegable que tanto los programas de la placa como la torre siguen funcionando con un alto nivel de actividad, lo que resulta comprensible dada la privilegiada ubicación de la obra. Es así que no resulta demasiado descabellado pensar que la activación de la terraza es posible, y dentro de las claves que habría que tener en cuenta para dicha activación se cuentan una reformulación de los accesos aprovechando su inserción en el sistema de galerías y los flujos que estas representan, la definición de un programa que otorgue un sentido a su utilización, y una propuesta visual atractiva desde el nivel calle.