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Después de la etapa del llamado arte bárbaro (siglos VI, VII y parte del VIII) surgió un
proceso cultural realmente importante, el llamado Renacimiento Carolingio.
Para ello, Carlomagno convirtió Aquisgrán en uno de los mayores centros culturales del
imperio, apoyándose siempre en hombres de iglesia de magnífica preparación intelectual,
como el anglosajón Alcuino de York.
El mundo carolingio va a tener raíz latina. Se inspiró más en la cultura romana que en la
bizantina. Ante esa necesidad de preparar intelectualmente a clérigos, monjes y personal
administrativo, la cultura sale de los monasterios para acceder y constituir centros
intelectuales en catedrales e incluso en el palacio real de Aquisgrán. De esta manera, se
crearon escuelas monacales, escuelas catedralicias o episcopales y una gran escuela
palatina.
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La Ciudad Palatina de Aquisgrán
Carlomagno rompió con la tradición anterior de que las cortes fueran itinerantes,
construyendo una gran ciudad palatina en Aquisgrán similar a la ciudad palatina de
Constantinopla pero totalmente inusual en el marco político europeo. De la ciudad palatina
de Aquisgrán sólo quedan restos arqueológicos, pero son suficientes como para darnos
una idea de cómo era.
También había un pórtico o galería porticada, probablemente cubierto con madera, que
unía el aula palatina con la capilla palatina, recorriendo toda la ciudad en su eje norte-sur.
Este pórtico estaba presidido por una gran puerta de carácter triunfal que recuerda mucho
a los arcos del triunfo romanos. Esto indica que probablemente todos los edificios que
constituían el ámbito privado del emperador se encontrarían hacia el este, mientras que al
oeste estarían los edificios palatinos más ligados a la administración del imperio. Entre
estas construcciones se encontraba, aunque no se sabe dónde, la escuela palatina.
En este piso alto del pórtico, mirando hacia el atrio, había un trono, en donde se sentaba
el emperador para ejecutar las prácticas de justicia y, por tanto, se comunicaba
directamente con el deambulatorio de la capilla que disponía de otro trono donde, ya
mirando al este, se sentaba el emperador para asistir a los oficios litúrgicos. El acceso a la
tribuna del pórtico se hacía mediante unas escaleras de caracol que había a ambos lados.
Esto significa que el emperador accedía del exterior, probablemente por unos pasillos que
llevarían a su palacio, que tenía que estar muy cercano.
También había dos capillas laterales que aparecían en los lados norte y sur de la capilla,
que han desaparecido y cuya función exacta se desconoce, pero se especula con una
posible gran afición de Carlomagno por las reliquias, que se guardarían en estas capillas.
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que tiene 16 lados, en tanto que núcleo central es un polígono de 8. El núcleo presenta un
cuerpo cupulado con un gran tambor horadado que proporciona al centro luz directa. La
tribuna está desdoblada en dos registros, el registro inferior es lo que propiamente
desemboca al deambulatorio, mientras que el superior nos lleva a una bóveda de cañón
muy baja.
Da una cierta sensación achaparrada porque los arcos del piso inferior resultan
demasiado bajos en comparación con los dos registros de la tribuna. Al este se encuentra
la cabecera de testero recto y también dividida en dos pisos, seguramente para que el
emperador no tuviera que estar pendiente de lo que ocurría en el primer piso.
Se desconoce cómo era la bóveda original del núcleo central, aunque es posible que
fuera gallonada. La actual tiene ocho plementos. Sin embargo, sí sabemos cómo era el
mosaico que la cubría: sobre una bóveda celeste con estrellas aparece un Cristo
Cosmocrator (sentado sobre el mundo) y Apocalíptico (ya que encuentra acompañado por
los veinticuatro Ancianos del Apocalipsis, aunque no por los símbolos del Tetramorfos).
Abajo aparece un crismón muy simple.
Una de las cuestiones tópicas que siempre se mencionan cuando se aborda el arte
carolingio es su influencia en el nacimiento del románico.
En efecto, Carlomagno quiso que los monasterios del Imperio se rigieran por la regla de
Benito de Nursia, aunque matizada por las influencias y connotaciones religiosas propias
del Imperio Carolingio. La regla benedictina "Regula Sancti Benedicto" se puso en marcha
especialmente en tiempos de Luis el Piadoso, hijo de Carlomagno, cuando consiguió que
San Benito de Aniane lograse implantar la regla en la mayoría de los monasterios
carolingios.
En la biblioteca del Monasterio de Saint Gall, uno de los más importantes del mundo
carolingio, se ha conservado un plano originario del primer tercio del s. IX donde se
representa el modelo ideal de monasterio carolingio-benedictino. A este plano se le ha
denominado "Utopía de Saint Gall" por lo complejo y perfecto de su estructura funcional.
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Actualmente muchos arqueólogos creen que este modelo sí se logró trasladar a algunos
grandes monasterios del Imperio Carlongio y que fue sin duda una base fundamental para
conformar, ya en el s. X, el monasterio benedictino de Cluny, que más tarde se tomará
coma base del monasterio románico en los siglo XI y XII.
Zona de Sevicios
El cuarto ámbito era la de los servicios, donde había graneros, corrales, talleres etc., y las
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dependencias del personal que se ocupaban de los mismos. Todo ello aseguraba que el
monasterio fuera independiente.
Además, la regla benedictina aconsejaba a los monjes el rezo personal y parece que la
colocación de tantos altares obedece no sólo a la necesidad de los recorridos
procesionales, sino también a satisfacer el rezo personal de los numerosos monjes.
La iglesia solía estar dividida en tres naves con un transepto ligeramente sobresaliente en
planta con dos alas. La zona lateral o ala orientada al norte era una pequeña construcción
de dos pisos, en el inferior con un scriptorium y en el superior la biblioteca, ya que el
monje debía llevar una práctica intelectual, esto también es nuevo frente a la regla
benedictina. El ala orientada al sur era una sacristía, en el piso inferior se guardarían los
objetos sagrados y en el superior, las vestimentas.
Existía en el centro un altar igual que en Saint Gall. El ábside contrapuesto orientado al
este era el destinado a cultos parroquiales. El problema de este tipo de iglesia es que se
rompe el eje longitudinal de la iglesia, lo que obligó a hacer otro tipo de iglesia, que no
todos los monasterios eligieron: es la iglesia con West Werk, con macizo occidental.
Tras el ábside aparece un gran transepto que al exterior se convierte en un gran macizo
con tres hileras de ventanas y que está coronado por un gran cimborio y al interior es un
espacio vacío normal, sólo que con unos muros altísimos. Tras esto, aparecen las tres
naves ad triangulum cubiertas con madera e iluminación directa e indirecta. Y tras las
naves, aparece otro macizo al exterior exactamente igual que el oriental: es el macizo
occidental. Éste, sin embargo, no se encuentra vacío al interior, sino que está dividido en
tres pisos: el primero está lleno de soportes para no romper el eje longitudinal y que
soportaba bóvedas de aristas de piedra que además sirven de contrarresto al peso de los
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otros dos pisos. El segundo tiene el santuario que en las otras iglesias estaba en el ábside
contrapuesto y que servía para la liturgia parroquial. El tercer piso estaba formado por una
tribuna que rodea el segundo piso por tres de sus lados, desde donde se veía toda la
iglesia y donde se colocaba el coro (estamos en el inicio del coro Gregoriano, con dos
coros que se contestan). Al lado había unos torreones laterales con escaleras helicoidales
para subir a los otros dos pisos.
Esto supone que las tres filas de ventanas del transepto oriental eran por imitación de las
del macizo occidental que eran necesarias por la existencia de los tres pisos. Como el
macizo no era lo suficientemente grande para albergar a los fieles de la misa parroquial,
seguramente los fieles laicos se situarían en las naves mirando al oeste, mientras que en
el segundo piso estaría el clérigo con sus acólitos. Entre los dos pisos superiores no hay
suelo. La cubierta superior es de madera.
Está totalmente abovedada. Los ejes ortogonales se cubren con bóveda de cañón,
presididos por un gran cimborrio de influencia carolingia, mientras los tramos de las
esquinas se cubren con pequeñas cúpulas. Todo este abovedamiento se apoyaba
fundamentalmente en cuatro pilares centrales.
Es un modelo visigodo pero también con profundas huellas bizantinas, lo que indica que
en el mundo visigodo existían templos más bizantinizados que los que se han
conservado. Sólo se ha conservado la parte oriental y el transepto.
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En el interior destacan los arcos de herradura y la compartimentación, características de
clara influencia visigoda.
Tenían pasillos laterales de entrada que daban acceso al testero de la cripta donde se
abrían las capillas, en las que se guardaban las reliquias y podía incluso enterrarse algún
personaje importante. Se encontraban justo debajo del gran presbiterio carolingio que casi
siempre estaba cubierto con madera.
La cripta de San Germán de Auxerre estaba cubierta con bóveda de cañón corrida, pero
otras, como la de San Medarde de Soissons, estaban cubiertas con bóvedas de aristas.
La Miniatura Carolingia
Los libros más representativos de esta escuela son el Evangeliario de Godestalc y los
Evangelios de Ada.
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Es una escuela que se distingue por representar a los personajes en un espacio aéreo, es
decir, en plena naturaleza y generalmente solos, aunque alguna vez aparecen agrupados.
Escuela de Tours
Activa durante el segundo tercio del siglo IX. Es una escuela de gran sobriedad que imita
fielmente el arte antiguo. Los colores son muy discretos, poco numerosos y especialmente
realzados por el oro y la plata. Una derivación de esta escuela es la escuela de corte de
Carlos I el Calvo, del último tercio del s. IX, con ejemplares como el Evangeliario de San
Emerano de Ratisbona.