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Corey Robin Primera edicién en inglés, 2004 Primera edicién en espaiiol, 2009 Robin, Corey El miedo. Historia de una idea polit ‘Cuevas Mesa. - México : FCE, 2009 499 p. ; 21 x 14 cm - (Colec. Politica y Derecho) Titulo original Fear: The History of Political Ideas ISBN 978-607-16-0042-4 ca / Corey Robin ; trad. de Guillermina 1. Politica ~ Teoria 1. Cuevas Mesa, Guillermina, ur IL. Ser III. t. Le JA74.5 Dewey 320.01 R635m Distribucion en América Latina Esta traduceién de Fear: The History of Political Ideas, obra impresa originalmente en inglés en 2004, se publica mediante acuerdo con Oxford University Press, Ine. This translation of Fear: The History of Political Ideas, originally published in English in 2004, is published by arrangement with Oxford University Press, Inc. D. R, © 2004, Corey Robin D. R. © 2004, Oxford University Press Diseno de portada: Teresa Guzman Romero, D. R. © 2009, Fondo de Cultura Econémica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001: 2000 Comentarios: editorial@ fondodeculturaeconomica.com www.fondodeculturaece Tel. (55) 5227-4072 Fax (55) 5227-4094 Se prohibe la reproduccién total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos. ISBN 978-607-16-0042-4 Impreso en México # Printed im Mexico SUMARIO. Agradecimientos il Introduccién 13: Primera Parte HIsTorIA DE UNA IDEA [57] I. Miedo 65 Il. Terror 105 III. Ansiedad 143 IV. Terror total 183 V. Lo que queda del dia 247 Segunda Parte MIEDO AL ESTILO ESTADUNIDENSE [305] 315 VIII. Los de arriba, los de abajo 427 Conclusion: Agonistas del liberalismo 467 Indice analitico 473 Indice general 497 Copyrighted material AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer a los siguientes amigos, colegas, maestros y editores que leyeran y comentaran este manuscrito, ya sea en forma de borrador, ponencia o articulo: Bruce Ackerman, Moustafa Bayoumi, Roger Boesche, Shelley Burtt, Josh Co- hen, Peter Cole, Michael Denning, Jack Diggins, Tom Dumm, Sam Farber, Steve Fraser, Josh Freeman, Paul Frymer, Emily Gordon, Greg Grandin, Nancy Grey, Michael Hardt, Adina Hoffman, David Hughes, Judy Hughes, Allen Hunter, Victo- ria Kahn, Ariel Kaminer, Rebecca Karl, Scott James, David Johnston, Gordon Lafer, Jackson Lears, Chris Lehmann, Mark Levinson, Penny Lewis, Arien Mack, Ian Malcolm, Arno Mayer, David Mayhew, Kirstie McClure, John McCormick, John Medeiras, Laurie Muchnick, Sankar Muthu, Molly No- Jan, Karen Orren, Christian Parenti, Kim Phillips-Fein, Fran- cis Fox Piven, Robert Potts, Mel Richter, Jessica Robin, Andy Sabl, Scott Saul, Jim Scott, Ellen Schrecker, Jenny Schues- sler, Alex Star, Michelle Stephens, Laura Tanenbaum, Rob Tempio, Peter Terzian, Jeanne Theoharis, Roy Tsao, Michael Walzer, Kathi Weeks, Eve Weinbaum, Keith Whittington, Daniel Wilkinson, Richard Wolin, Brian Young y Marilyn Young. Un agradecimiento especial para Rogers Smith, mi asesor de tesis, y Tim Bartlett, mi editor en Oxford Univer- sity Press, y para Barbara Fillon, Peter Harper y Catherine Humphries de Oxford University Press. Las siguientes ins- tituciones financiaron generosamente la culminacién de este proyecto: International Center for Advanced Studies of New York University; Wolfe Institute for the Humanities at Brooklyn College; Professional Staff Congress de la City University of New York y el Center for Place, Culture, and 11 12 AGRADECIMIENTOS Politics del Graduate Center of the City University of New York. Por ultimo, mi agradecimiento para los estudiantes, los maestros y el personal del Brooklyn College y el Graduate Center de la City University of New York; para Jonathan Stein, quien hace mucho tiempo me pregunt6 qué era lo ma- ravilloso de Hobbes si “todo en él era miedo”; a John Dunn, que fue el primero en sugerir que no deberia leer a Hobbes como si fuera Tocqueville, y a mi familia, por todo. Partes de esta obra ya han sido publicadas. Agradezco mucho a los editores correspondientes por permitirme uti- lizar el siguiente material: “Remembrance of Empires Past: 9/11 and the End of the Cold War”, en Ellen Schrecker (ed.), Cold War Triumphalism: The Misuse of History After the Fall of Communism, Nueva York, The New Press, 2004, pp. 274-279. “Fear, American Style: Civil Liberty After 9/11”, en Stan- ley Aronowitz y Heather Gautney (eds.), /mplicating Empire: Globalization & Resistance in the 2ist Century World Order, Nueva York, Basic Books, 2003, pp. 47-64. “Lavatory and Liberty: The Secret History of the Bath- room Break”, Boston Globe, 29 de septiembre de 2002, p. D1. “Closet-Case Studies”, New York Times Magazine, 16 de diciembre de 2001, pp. 23-24. “Denied the Fruits of Their Labors”, Dissent, otoiio de 2001, pp. 131-135. “Fear. A Genealogy of Morals”, Social Research, nam. 67, invierno de 2000, pp. 1085-1115. “Reflections on Fear: Montesquieu in Retrieval”, Amer- ican Political Science Review, nam. 94, junio de 2000, pp. 347- 360. “Why do Opposites Attract? Fear and Freedom in the Modern Political Imagination”, en Nancy L. Schultz (ed.), Fear Itself. Enemies Real and Imagined, West Lafayette, IN, Purdue University Press, 1999. INTRODUCCION Ha perdido toda esperanza del paraiso, pero se aferra a la gran esperanza de la condena- cién eterna. VIRGINIA WOOLF Rara vez se nota, pero el miedo es la primera emocién ex- perimentada por un personaje de la Biblia. Ni deseo ni ver- gitenza, sino miedo, Adan come del arbol, descubre que esta desnudo, se esconde de Dios y confiesa: “Tenia miedo porque estaba desnudo”. Antes de esta aceptacién, Dios crea y ve que sus creaciones son buenas. Se da cuenta de que Adan no tiene compafera, lo cual no es bueno. Eva ve que el arbol del conocimiento es “agradable a la vista, un arbol que nos hace desear ser sabios”. Pero estos son informes de una percepci6n antiséptica, sin ningin murmullo cali- do de aprecio 0 aversi6n. Todos miran, todos ven, pero ¢éal- guien siente? Hasta que no comen el fruto prohibido no nos enteramos de que hayan experimentado algo. Y cuan- do lo hacemos, resulta que es miedo. ¢Por qué miedo? Qui- z4 porque para los autores de la Biblia el miedo es la mas eléctrica de las emociones. Antes de tener miedo, Adan y Eva existian y actuaban en el mundo, pero sin experiencia palpable del mismo. Atemorizados, ahora rebosantes de experiencia, con la promesa de Dios de tener atin mas: pa- ra Eva, parir con dolor; para Adan, el rigor del trabajo; para ambos, el pavoroso conocimiento de la muerte. Adan y Eva solo tienen una perezosisima apreciacién del bien y una dudosisima aprehensién del mal. Su cuestionable co- nocimiento del mal los convierte en espect 13 14 INTRODUCCION propias vidas, cuando mucho en actores semiconscientes. Adan nombra, Eva sucumbe, pero ninguno de los dos sabe realmente qué estan hi ben. La tenta- cién frivola abre paso a la opcién dramatica; el movimiento apatico, a la accién elegida. Su historia —nuestra historia— esta lista para empezar.! Después del 11 de septiembre de 2001 —nos dicen los escritores—, un tipo de miedo totalmente diferente recorrié un pasaje similar, de la pasividad a la sensaci6n y la accién. Antes del 11 de septiembre se suponia que los estaduniden- ses estaban en el Paraiso, ociosos en un bajfio tibio de autis- mo social. Segtin David Brooks, el caracter distintivo de la época era cultivar nuestros “paraisos privados”; en palabras de Don DeLillo, regodearse en “el brillo utépico del ciber- capital”. En ese momento, el gozo parecia la gloriosa flor de la paz y la prosperidad. De hecho —afirman muchos—, era el fruto podrido de la decadencia y la descomposici6n. Sin problemas ni pérdidas, dejamos que se opacara nuestro sentido del mundo, que nuestros musculos se atrofiaran. Poniendo ante un espejo nuestra hambre de experiencia ve- nida a menos, Brooks destaca que la comedia de enredos mas celebrada de la época era Seinfeld, “un programa tele- visivo en el que no pasaba nada”. Pero el 11 de septiembre, escribe Frank Rich, fue una “pesadilla” que nos desperté de un “sueno frivolo, si no es que decadente, que duré una década”. El miedo que provocé, afiade Brooks, fue un “lim- piador [matutino] que se Ilevé mucha de la autoindulgen- cia” de los afios noventa. Segtin George Packer, nos trajo “estado de alerta, dolor, resolucién, incluso amor’, hasta experiencia. Packer cita aprobatoriamente los comentarios de un banquero de inversién que hua del World Trade Cen- ter el dia del ataque: “No estoy conmocionado, me gusta este estado; nunca en mi vida habia sido mas competente”. ‘iendo. Temerosos | Génesis 1-3. INTRODUCCION 15, EI miedo nos devolvié el conocimiento esclarecedor de que ste e hizo posible nuevamente la acci6n moral Lo que debiamos temer no era que se repitiera el 11 de septiembre, sino, segtin Packer, “ lidad” que lo precedi6, pues significaria “consumo privado en lugar de funerales puiblicos; colas en los restaurantes, en vez de colas para donar sangre”; en lugar de atencién civ ca, disolucién personal. El 11 de septiembre no fue el fin de la historia; como el temor salvador de Adan y Eva, fue na- da mas el principio.? Este libro habla del miedo, particularmente en rela- cién con la politica moderna. Por miedo politico entiendo el temor de la gente a que su bienestar colectivo resulte per- judicado —miedo al terrorismo, panico ante el crimen, an- siedad sobre la descomposicion moral—, o bien la intimi- dacién de hombres y mujeres por el gobierno o algunos grupos. Lo que hace politicos, mas que personales, am- bos tipos de temor, es que emanan de la sociedad 0 que tie- nen consecuencias para ésta. Los miedos privados, como mi miedo a volar 0 tu miedo a las arafas, son artefactos de nuestra propia psicologia y nuestra propia experiencia, y poco inciden mas alla de nosotros mismos. El miedo politi- co, por el contrario, surge de conflictos entre sociedades. El miedo estadunidense al terrorismo, por ejemplo, responde a los ataques del 11 de septiembre y a la lucha entre Esta- dos Unidos y el islamismo radical. El miedo de los negre estadunidenses a la policia —o, en el pasado, de los disiden- tes soviéticos 0 los activistas sudafricanos contrarios al apartheid a su respectivo gobierno— se debe a fricciones en la vuelta a la norma- 2 David Brooks, “The Age of Conflict”, The Weekly Standard, 5 de no- viembre de 2001; Don DeLillo, “In the Ruines of the Future", Harper's, di- ciembre de 2001, p. 33; Frank Rich, “The Day Before Tuesday", New York , 15 de septiembre de 2001, p. A23; David Brooks, “Facing Up to Our ' 22 de octubre de 2001; George Packer, “Recapturing the Flag”, New York Times Magaziie, 30 de septiembre de 2001, pp. 15-16. 16 INTRODUCCION el mundo civil. El miedo politico también tiene amplias re- percusiones: dicta politicas publicas, lleva nuevos grupos al poder y deja fuera a otros, crea leyes y las deroga. El miedo al comunismo de los ultimos anos de la Guerra Fria, por ejemplo, ayudé a remontar el New Deal. Los temores de los negros ante los regimenes blancos y los temores de los blancos ante las revueltas de los negros avalaron un siglo de segregaci6n legal. El miedo politico se relaciona frecuen- temente con actos de gobierno, pero no tendria por qué, cuando menos no abiertamente. Por ejemplo, el miedo que siente una mujer ante su marido golpeador o el trabaja- dor ante un patron cruel, para el observador ocasional son miedos personales, producto de un desafortunado, aunque privado, desequilibrio del poder. Sin embargo, son politi- cos, pues se derivan de injusticias sociales omnipresentes y ayudan a preservar largas tradiciones de dominio sobre las mujeres y los trabajadores. Estas injusticias y tradi nes suelen ser reforzadas, aunque sea indirectamente, y creadas, aunque sea remotamente, por politicas guberna- mentales. Tras la autoridad del esposo que maltrata a su cényuge hay siglos de leyes y doctrinas que le conceden au- toridad sobre de ella; tras la crueldad del patrén hay leyes, pasadas y presentes, que le conceden poder coercitivo sobre sus empleados. Hago aqui tres afirmaciones sobre el miedo politico. La primera concierne a lo que pensamos de él; la segunda, a c6mo y por qué hemos llegado a pensar sobre él de esta manera; la tercera, a la forma en que deberiamos pensar al respecto. El resultado de estos razonamientos es que si bien hay una politica del miedo, con frecuencia la ignoramos 0 la malinterpretamos, complicando la comprensién de c6mo y por qué se usa el miedo. Convencidos de que carecemos de principios morales o politicos que nos unan, saboreamos la experiencia de tener miedo tal como muchos escritores des- pués del 11 de septiembre, pues sdlo el miedo, pensamos, io- INTRODUCCION 17 puede convertirnos de hombres y mujeres aislados en un pueblo unido. Considerando el miedo politico como la ba- ida publica, nos rehusamos a ver las injusti- cias y las controversias subyacentes. Nos cegamos ante los conflictos del mundo real que hacen del miedo un instru- mento de dominio y avance politico, nos negamos las he- rramientas que mitigarian dichos conflictos y, en ultima instancia, aseguran que sigamos siendo sometidos por el miedo. Quizas eso es lo que algunos pretenden en nuestra sociedad: tenernos perpetuamente sometidos por el miedo, pero como éste rara vez produce, a largo plazo, la unidad y la energia que tantos esperan obtener de él, probablemente deberiamos buscar esos bienes en otro lado y acercarnos al miedo por lo que es, un sintoma de conflictos constantes y de infelicidad politica, y no por lo que no es. se de nuestra COMO PENSAMOS ACERCA DEL MIEDO POLITICO Fue el ensayista francés Michel de Montaigne quien por primera vez declar6: “A lo que mas le temo es al miedo”. Desde entonces, filésofos y politicos, estudiosos y expertos han seguido su ejemplo y tachado al miedo de ser el gran mal de la civilizacion, el impedimento mis letal de la liber- tad, contra el que se debe luchar a toda costa,} pero algo 3 The Complete Essays of Montaigne, trad. Donald M. Frame, Stanford, Stanford University Press, 1943, p. 53; Henry Sidgwick, The Elements of Po- litics, Londres, Macmillan, 1891, p. 41; Max Horkheimer y Theodor Adorno, Dialectics of Enlightenment, trad. John Cumming, Nueva York, Continuum, 1986, p. 3; Franz Neumann, “Anxiety and Politics”, en Herbert Marcuse (ed.), The Democratic and Authoritarian State: Essays in Political and Legal Theory, Nueva York, Free Press, 1957; Judith N. Shklar, “The Liberalism of Fear”, en Nancy L. Rosenblum (ed.), Liberalism aid the Moral Life, Cam- bridge, Harvard University Press, 1989, p. 29; Franklin D. Roosevelt, “First Inaugural Address”, en Inanigural Adresses of the Presidents of the United States, Washington, U.S. Government, 1961, p. 235; Aung San Suu Kyi, Free- 18 INTRODUCCION dentro de nosotros se resiste a esta antipatia. A nosotros —o a quienes escriben en nombre nuestro— parece gustar- nos la idea de tener miedo, no porque nos ponga en alerta ante riesgos reales o nos impulse a tomar medidas en su contra, sino porque se supone que el miedo agudiza el esta- do de experiencia; acelera nuestra percepcién como ningu- na otra emoci6n y nos fuerza a ver y actuar en el mundo de forma novedosa y mas interesante, con mayor discri- minaci6n moral y con plena conciencia de lo que nos ro- dea y de nosotros mismos. Segtin John Locke, uno de los espiritus guia del liberalismo moderno, el miedo es “una intranquilidad de la mente”, y “el principal acicate de la laboriosidad y las acciones humanas, si no es que el unico, es la intranquilidad” . Si bien se pensaria que hombres y mu- jeres acttian en nombre del deseo, Locke insistia en que “una ligera sensacién quemante —como el miedo— nos im- pulsa mas poderosamente de lo que nos atrae o cautiva la perspectiva de grandes placeres”. Edmund Burke, contra- parte conservadora de Locke, tampoco tiene muy buena opinion del placer. El escribié que induce a una grotesca implosion del yo, a una “tranquilidad blanda” cercana a un estado avanzado de decadencia, si no es que a la muerte misma, pero cuando nos imaginamos el prospecto de “do- lor y terror’, experimentamos un “delicioso horror”. Sin miedo, somos pasivos, con él, despertamos a “la emocién mas fuerte que la mente puede sentir”.4 Igual sucede en la politica. Si bien la mayoria de los es- critores y politicos modernos se oponen al terror politico como enemigo de la libertad, la razén y otros valores de la dom from Fear, Nueva York, Penguin, 1991, pp. 180-185; Eric Foner, The Story of American Freedom, Nueva York, Norton, 1998, pp. 221-227. * John Locke, Ait Essay Concerning Human Understanding, Alexander Campbell Fraser (ed.), Nueva York, Dover, 1959, 2.20.6.10; 2.21.34, pp. 304- 305, 334; Edmund Burke, A Philosophical Enquiry into the Origin of Our Ideas of the Sublime and Beautiful, Adam Phillips (ed.), Nueva York, Oxford University Press, 1990, pp. 32, 36, 123, 135-136.

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