Discover millions of ebooks, audiobooks, and so much more with a free trial

Only $11.99/month after trial. Cancel anytime.

La Internacional del terror mediático: Vernos con nuestros propios ojos/2
La Internacional del terror mediático: Vernos con nuestros propios ojos/2
La Internacional del terror mediático: Vernos con nuestros propios ojos/2
Ebook449 pages6 hours

La Internacional del terror mediático: Vernos con nuestros propios ojos/2

Rating: 0 out of 5 stars

()

Read preview

About this ebook

La nueva arma mortal no esparce isótopos radioactivos: se llama medios de comunicación de masas que, en manos de unas cuantas corporaciones, manipulan a su antojo en función de sus intereses corporativos, en alianza con las más reaccionarias fuerzas políticas. Si cuatro décadas atrás se necesitaban de fuerzas armadas para imponer un modelo político, económico y social, hoy el escenario de guerra es simbólico: no hace falta tanques ni bayonetas sino el control de los medios de comunicación. El terror mediático -cartelizado, internacionalizado- se ha convertido en el disparador de los planes desestabilizadores de los gobiernos populares y restauración del viejo orden neoliberal. Estamos en plena batalla cultural: la guerra por imponer imaginarios colectivos se da a través de medios cibernéticos, audiovisuales, gráficos. Y para pelear esas batallas por la democratización de la palabra y la imagen, hay que aprender a usar las nuevas armas.
LanguageEspañol
Release dateAug 15, 2021
ISBN9789874465672
La Internacional del terror mediático: Vernos con nuestros propios ojos/2

Related to La Internacional del terror mediático

Related ebooks

Popular Culture & Media Studies For You

View More

Related articles

Reviews for La Internacional del terror mediático

Rating: 0 out of 5 stars
0 ratings

0 ratings0 reviews

What did you think?

Tap to rate

Review must be at least 10 words

    Book preview

    La Internacional del terror mediático - Aram Aharonian

    Sobre este libro

    Hoy, todas las luces de alarma permanecen encendidas en el norte y en el sur del sur ante los intentos restauradores del viejo orden neoliberal. Las fuerzas más reaccionarias del mundo han intensificado sus campañas para desestabilizar nuevamente al término del tercer lustro del milenio, a varios gobiernos latinoamericanos –el venezolano en lo social, económico y militar, el argentino en lo financiero, por ejemplo–, en una experiencia que bien puede ser aplicada en cualquier otro país latinoamericano cuyos recursos naturales sean apetecidos por las potencias centrales.

    Índice

    Sobre este libro

    La internacional del terror mediático

    De la resistencia a la construcción

    Vernos con nuestros propios ojos

    El caso paradigmático de México

    El imaginario social y la guerra de cuarta generación

    Golpes suaves, partidos mediáticos

    Desalambrando latifundios mediáticos

    Los nuevos movimientos asociativos y la comunicación

    Sociedad del conocimiento, gobernanza de Internet

    Cultura, colonialismo cultural

    La tecnología, el desarrollo

    Comunicación para la integración

    ¿Dónde están los periodistas?

    © Punto de Encuentro 2021

    Av. Entre Ríos 1071

    Ciudad Autónoma de Buenos Aires

    (54–11) 4304-1637

    Buenos Aires, Argentina

    Corrección: María Salomé Lorente Moreno

    Diagramación: Cutral servicios editoriales

    Conversión a epub: Daniel Maldonado

    Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723

    Libro de edición argentina.

    No se permite la reproducción total o parcial, el almacenamiento, el alquiler, transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito de la editorial.

    Aram Aharonian

    La internacional del terror mediático

    La internacional del terror mediático

    Tenemos que obligar a la realidad a que responda a nuestros sueños.

    Hay que seguir soñando hasta abolir la falsa frontera entre lo ilusorio y lo tangible, hasta realizarnos y descubrirnos que el paraíso estaba ahí, a la vuelta de todas las esquinas.

    Julio Cortázar

    Hoy, todas las luces de alarma permanecen encendidas en el norte y en el sur del sur ante los intentos restauradores del viejo orden neoliberal. Las fuerzas más reaccionarias del mundo han intensificado sus campañas para desestabilizar nuevamente al término del tercer lustro del milenio, a varios gobiernos latinoamericanos –el venezolano en lo social, económico y militar, el argentino en lo financiero, por ejemplo–, en una experiencia que bien puede ser aplicada en cualquier otro país latinoamericano cuyos recursos naturales sean apetecidos por las potencias centrales.

    La creciente y orgánica participación de los medios de comunicación cartelizados –nacionales y extranjeros– en la preparación y el desarrollo de las guerras y planes desestabilizadores promovidos por y desde Estados Unidos, demuestra que estos se han convertido en verdaderas unidades militares. Si hace 40 años necesitaban de fuerzas armadas para imponer su proyecto, hoy el escenario de guerra es simbólico y hoy no hacen faltas bayonetas ni tanques: les basta con el control de los medios hegemónicos para imponer modelos políticos, económicos y sociales.

    La guerra se traslada al espacio simbólico, a la batalla ideológica, a la guerra cultural y, por ende, las armas para esa nueva confrontación son diferentes. Ya no son metralletas, sino micrófonos, computadoras, teléfonos, cámaras de video… La guerra por imponer imaginarios colectivos se da a través de medios cibernéticos, audiovisuales y gráficos. Y para esas batallas hay que saber cómo usar esas armas, apropiarse de las nuevas tecnologías, saber cuál es la masa crítica a la que queremos dirigirnos, aprender a diseñar y producir contenidos de calidad para poder pelear en ella.

    Los medios comerciales de comunicación han incautado la libertad de expresión y, precisamente, la han aprisionado para usarla como rehén. Ante ese poder los individuos no valen nada. Los medios se han vuelto despóticos y despiadados, como nunca lo llegó a ser reyezuelo o dictadorzuelo alguno. Una vez que acusan-condenan no hay modo de apelar ante nadie.

    La lucha simbólica por la democratización de la comunicación necesita cuestionar el discurso que los medios, como aparato privado de hegemonía elaboran y diseminan. Pero la democratización depende también del convencimiento público sobre la necesidades de espacios más libres, plurales, diversos para la información y la opinión y el fomento del Estado a la diversificación de los contenidos.

    Para el sociólogo marxista italiano Antonio Gramsci, la hegemonía presupone la conquista del consenso y del liderazgo cultural y político-ideológico por una clase (o bloque de clases) que se impone sobre las otras, e involucra la capacidad de un determinado bloque de articular un conjunto de factores que lo habilite a dirigir moral y culturalmente, sostenidamente, la sociedad como un todo.

    Si se quiere cimentar una hegemonía alternativa a la dominante es preciso propiciar una guerra de posiciones cuyo objetivo es subvertir los valores establecidos y encaminar a la gente hacia un nuevo modelo social. De ahí que la creación de un nuevo intelectual asociado a la clase obrera pasa por el desarrollo desde la base, desde los sujetos concretos, de nuevas propuestas y demandas culturales.

    El objetivo consiste en la imaginación de una nueva cultura no subalterna, muy diferente de la burguesa, que pueda llegar a ser dominante, sin verse arrastrada por culturas tradicionales. De cualquier modo, para Gramsci, todo hombre es un intelectual que participa de una determinada concepción del mundo y a través de sus singladuras ideológicas contribuye a sostener o a suscitar nuevos modos (alternativas) de pensar.

    La separación creciente entre gobernantes y los destinatarios de sus decisiones; entre intelectuales y el resto, entre los funcionarios de las teorías y quienes las reciben, es inaceptable en el pensamiento del italiano.

    La hegemonía no es una construcción monolítica, sino el resultado de mediaciones de fuerza entre los bloques de clase en determinado contexto histórico. No es estática. Puede ser reelaborada y alterada tanto en el ámbito social (a través de asociaciones y movimientos contrahegemónicos) como por el Estado.

    Pero el terrorismo mediático no nace en el siglo XXI. El arte de la desinformación ha sido un elemento clave en todos los conflictos bélicos desde la antigüedad. Hablamos de hace tres mil años: ya entonces no se trataba de escribir la realidad de los hechos, la historia verdadera, sino la de conformar percepciones, imaginarios colectivos de la sociedad a favor, claro, de la cultura dominante, de los poderes fácticos, incluidos –en tiempos más recientes, hacia el siglo XVII– las diversas iglesias.

    Es claro que las agencias internacionales de noticias surgieron para afianzar el poder colonial de las potencias europeas, sobre todo en África y Asia, y también es claro que cada vez que surge un conflicto, la prensa del sistema es la encargada de silenciar cualquier opinión independiente, eliminar el debate y el disentimiento, para orquestar las respuestas emocionales en masa a sus intereses.

    Al inicio de la décadas de 1960 el terrorismo mediático cayó con todos sus misiles (y sigue cayendo) contra la Revolución Cubana, mucho antes de los atentados contra las torres gemelas de Nueva York –11/09/2001–, lo que dio lugar a que Washington montara una típica acción de terrorismo de Estado a escala global.

    Diez años antes, en ocasión de la primera Guerra del Golfo, ya el Pentágono había logrado convertir el conflicto en espectáculo para las grandes masas de televidentes a nivel global, difundiendo mentiras, medias verdades y tergiversaciones, que años después de consumarse los hechos, vinimos a corroborar que eran falsedades convertidas en verdad única, mensaje único, imagen única.

    En 1982, los británicos habían aplicado la férrea censura de prensa y la verdad oficial durante el conflicto con Argentina en el Atlántico Sur, experiencia que sirvió para su aplicación posterior en Granada, Somalia, Irak, Afganistán, y muchas otras regiones. En las páginas de este texto iremos desgranando cada una de estas acciones que, en nuestra región acechan a los gobiernos progresistas, con actos desestabilizadores y golpes de Estado, mediáticos para unos, suaves para otros. Duros para nuestros pueblos.

    Hoy, el frente de la derecha latinoamericana y mundial –incluyendo el gobierno de Estados Unidos, algunos de sus incondicionales como Canadá y el gobierno de Martinelli en Panamá, y otros de la Unión Europea– tomó protagonismo activo desde febrero de 2014 en sus ataques mediáticos contra la Revolución Bolivariana.

    Las tres redes privadas más importantes de diarios de Latinoamérica se unieron para difundir informaciones (léase manipulaciones, distorsiones, mentiras, difamaciones) sobre la situación en Venezuela. Internamente, las campañas de prensa quieren provocar cansancio en los ciudadanos, en el exterior sembrar un imaginario colectivo de represión, autoritarismo, una sensación de caos e ingobernabilidad.

    Pero esta historia vuelve a repetirse, por ejemplo en el Sur del sur, señala la Red de Observatorios Universitarios de Medios de la Argentina, donde el conglomerado periodístico que encabezan el grupo Clarín y La Nación, seguidos de un ejército de expresiones informativas dependientes de ellos y que apuntan a la desestabilización en tono al tópico económico y social, tratan de crear escenarios de temor e incertidumbre.

    La Red alerta sobre la meditada estrategia desplegada por los grupos mediático concentrados y cartelizados para desacreditar al gobierno y crear las condiciones de manipulación social necesarias e imprescindibles para llevar adelante un golpe económico o de mercado, contra las instituciones y la Constitución y señala que la sociedad debe estar alerta ante hechos que podrían traducirse en una ofensiva desesperada y aventurera de los sector es más conservadores del privilegio, históricos violadores del Estado de derecho.

    Argentina afrontó en 2014 una extorsión financiera sin precedentes. Los especuladores que compraron bonos de la deuda por 48 millones de dólares lograron en Nueva York una sentencia de cobro por mil 500 millones. Este fraude retrata cómo funciona el capitalismo actual, sistema que empuja a nuestros países a más y más padecimiento. Los buitres se disponen a repetir el mismo despojo que ya realizaron en otros lugares como Perú, y amenazan a toda la región.

    Aunque el escenario afectara a Argentina, deja bajo la garra de estos rapaces cualquier deuda soberana. En 2014 la deuda representaba el 104% del Producto Interno Bruto en EEUU, 93% en España, 132% en Italia, 129% en Portugal, 78% en Alemania, 175% en Grecia, 123% en Irlanda y 90% en Reino Unido.

    El precedente de este fallo judicial va mucho más allá del perjuicio contra Argentina, y pone en riesgo cualquier futura reestructuración de deuda… con la mirada puesta en la periferia europea.

    Paralelamente, en Brasil se desató una furiosa ofensiva mediática contra la estatal petrolera Petrobras, apoyando las demandas del fondo buitre Aurelius. Existe, sin dudas, un intento de provocar un descalabro financiero en la región, con apoyo de sectores internos que colaboran con esos intereses sin cuestionar sus prácticas mafiosas Hay una estrategia más generalizada que está utilizando la cuestión financiera como campo de batalla contra determinados procesos políticos. En el año que terminó trataron de llevar a la Argentina al default, y atacan a Brasil. Es una guerra sin armas, desde el terreno judicial y con objetivos políticos.

    A nadie ha extrañado que los medios hegemónicos argentinos hayan manejado la información y opinión para cooptarse con la posición de los acreedores, denigrando y tratando de ridiculizar la posición de su país e indo visibilizando o minimizando la información referida a los apoyos solidarios recibidos de todos los países latinoamericanos y caribeños, del Grupo de los 77 (más de 120 países en desarrollo más China), y de los BRICS, entre otros.

    La apuesta de las trasnacionales y de los fondos buitres, refrendada cartelizadamente por los grupos mediáticos hegemónicos a nivel regional, internacional e interno, ha sido la de crear zozobra en la población ante una inminente corrida bancaria y cambiaria, ante el embargo de activos petroleros nacionalizados. Y el libreto se repite en Venezuela, Argentina, Brasil.

    En nuestros tiempos, marcados por el neoliberalismo, los vicios, como la codicia y el individualismo, se han convertido en virtudes, exaltadas desde Hollywood por la homogenización de los medios de comunicación.

    Y hay más. A principios de abril de 2014, la agencia estadounidense Associated Press reveló que Estados Unidos gastó ilegalmente más de un millón y medio de dólares en una red social llamada ZunZuneo para el cambio de régimen en Cuba, financiada por la Agencia de Estados Unidos para la Ayuda al Desarrollo (USAID) y dirigida en especial a los jóvenes de la isla, que dejó de operar en 2011.

    El reportaje señala además la obtención ilícita de más medio millón de números de teléfonos móviles en Cuba y el desvío de fondos: Los 1,6 millones de dólares que se calcula que invirtieron en ZunZuneo estaban asignados públicamente a un proyecto no especificado en Pakistán, según la información pública del gobierno, pero esos documentos no revelan dónde realmente se gastó el dinero, señaló AP.

    El concepto de terrorismo mediático –acorde con Carlos Fazio–, está relacionado con un entramado de estrategias políticas, económicas, sociales y psicológicas que buscan crear realidades ficticias, miedos colectivos y convertir mentiras en verdades que permitan manipular a la sociedad de acuerdo al conflicto y al enemigo en cuestión.

    Si partimos de la idea de que para el poder todo sujeto que considere una amenaza a sus intereses, se concibe como enemigo de guerra, entonces el terrorismo mediático parte de que la guerra psicológica utiliza una caracterización simplista y maniquea (bueno/malo, negro/blanco) para describir al enemigo. El propagandista debe utilizar las palabras claves capaces de estigmatizar al contrario y de activar reacciones populares. En realidad, de lo que se trata, al utilizar el mito de la guerra, es de satanizar al adversario, arrancarle todo viso de humanidad y cosificarlo, de tal modo que eliminarlo no equivalga a cometer un asesinato, señala.

    La llamada propaganda negra no es otra cosa que la construcción de unos nombres, de unos relatos, de unas categorías, de unas imágenes que ordenan los acontecimientos a partir de un eje de destrucción del otro. Ese proceso se hace ocultando la verdad y sobre todo mintiendo acerca de ella, señala Florencia Saintout, decana de Comunicación de la Universidad argentina de La Plata.

    La respuesta del gobierno venezolano a estas matrices terroristas mediáticas ha sido reactiva y no proactiva, propositiva o informativa. Ha sido basada en denunciología (propia de una etapa de resistencia y no de construcción) y preocupación por la solidaridad pasiva. Fueron mensajes inundados por consignas, inserciones o solicitadas (que nadie lee y otros, en el norte, archivan en sus bases de datos), lamentos..., inmovilismo.

    La falta de fuentes de información veraz, oportuna y para todos, facilita el trabajo de la derecha de imponer imaginarios colectivos, a través de una prensa –radios, medios cibernéticos fijos y móviles, televisoras, diarios, revistas– totalmente cartelizada detrás del mensaje único, producido por las usinas en el exterior.

    El director del Centro de Paz y Justicia de Estados Unidos, Tom Hayden, manifestó su preocupación por la desinformación sobre la violencia que han desatado en Venezuela grupos fascistas y criticó a la prensa internacional por no mostrar una versión clara de los hechos: Pienso que los medios de comunicación han actuado para confundir las noticias y no favorecer a Venezuela porque no muestran información sobre lo que ocurre, y por eso los estadounidenses no han emitido una opinión clara.

    El potencial ofensivo y el arsenal del terror mediático era (y es) de temer: Andiarios agrupa a 53 periódicos en Colombia; Grupo Diarios de América está compuesto por 11 diarios del continente y el grupo Periódicos Asociados Latinoamericanos está conformado por 18 grupos editoriales de 11 países de la región. Es prácticamente toda la artillería mediática de la derecha –a la que hay que sumar sus redes en cada país– en ataque coordinado, cartelizado.

    Según el comunicado de esta entente terrorista, los diarios que se suman a esta iniciativa (…) publicarán en sus respectivas ediciones, informaciones suministradas por sus colegas venezolanos, con el propósito de que los lectores latinoamericanos conozcan una versión independiente de lo que acontece en Venezuela. El mensaje que desean transmitir los medios de expresión que se vinculan a esta cruzada es claro: Todos somos Venezuela. Sin libertad de prensa no hay democracia. (Para ellos eso significa libertad de empresa, manipulación, desestabilización).

    Sin tapujos, Nora Sanín, que dirige la asociación de prensa Andiarios y lideró esta campaña, señaló a la revista colombiana Semana: Nosotros estamos haciendo política. Y está bien que la hagamos, pues nuestra causa es defender un derecho universal: la libertad de expresión. No cabe duda, están haciendo la política que les digitan desde el norte.

    Los medios comerciales de comunicación han incautado la libertad de expresión y, precisamente, la han aprisionado para usarla como rehén. Ante ese poder los individuos no valen nada. Los medios se han vuelto despóticos y despiadados, como nunca lo llegó a ser reyezuelo o dictadorzuelo alguno. Una vez que acusan-condenan no hay modo de apelar ante nadie.

    ¿Ante quién apelar? Supongamos que un tribunal sentencia en favor del acusado-condenado. ¿Quién se entera si el medio se rehúsa a publicar la sentencia absolutoria, entre otras cosas porque eso no vende, no le conviene quedar mal luego de haber difamado a su víctima? ¿Qué lo obliga a publicarla? Y aún publicándola, ya quedó sembrada la duda en la opinión pública, manipulada en sus peores instintos hasta conducirla al linchamiento.

    Hay otros elementos que surgen concomitantemente para definir el cuadro regional. Uno, las presiones, no sólo de los sectores esperables, que intentan la restauración neoliberal, sino de la socialdemocracia europea (en especial francesa) y latinoamericana, para abandonar la locura del camino hacia el socialismo.

    Dos, las presiones para que la diplomacia del Vaticano tenga protagonismo en el diálogo entre sectores enfrentados (pese a que la Conferencia Episcopal venezolana y la dirigencia de los jesuitas, a través de la Universidad Católica y la revista SIC, apoyan directamente a la oposición), lo que ha despertado la indignación de varios movimientos sociales a nivel regional.

    El presidente Maduro aseguró estar de acuerdo totalmente con la recomendación del ex mandatario brasileño Lula da Silva de formar un gobierno de coalición, pero descartó negociar los principios socialistas de su administración con sus opositores.

    Lula propuso establecer una política de coalición, construir un programa mínimo y disminuir la tensión, presionó por una solución negociada (…) un pacto político de cinco años para trabajar contra los cortes de energía, luchar contra la inflación y ser autosuficiente en la producción de alimentos, pero esto no se logró porque Maduro, después de asumir el gobierno, no hizo otra cosa que ir a la calle a responder las protestas de la oposición, reflexionó Lula.

    Campañas que mañana veremos en…

    Los think tanks y las agencias publicitarias contratadas para el golpe contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, con apoyo de ONGs ultraderechistas como Optor/Canvas –un seudo movimiento juvenil de manitas blancas, que surgió en Serbia, asesorado, entrenado y financiado por EEUU– pusieron en marcha una campaña con fotos de grupos de opositores formando la palabra SOS, que tras su prueba en Venezuela bien podrá ser usado en cualquier otro país de la región, como sucediera en Bolivia, Ecuador, Honduras y Paraguay con los remakes del golpe mediático de 2002.

    La campaña, fue ampliamente difundida por las grandes trasnacionales de la información (CNN y Fox News en EEUU; El País, ABC y La Vanguardia en España; y los miembros del Grupo Diarios de América en nuestra región), y sirve para alimentar desde el exterior a las guarimbas (cerramiento violento de una urbanización impidiendo entradas y salidas a fuerza de barricadas, bombas incendiarias y balas) como forma de golpear la economía, acentuar el desabastecimiento, atentar contra los servicios públicos. Es herramienta para la consolidación mediática de un imaginario colectivo de violencia, enfrentamiento e ingobernabilidad, mientras trata de generar cansancio, desasosiego y zozobra en la ciudadanía.

    La campaña SOS, apuesta a los años de alienación, banalización de la política y colonización cultural que se han acumulado en la subjetividad de la población y es un llamado para una invasión y a la injerencia extranjera. Está dirigido al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, al Consejo de Seguridad de la ONU, al Banco Interamericano de Desarrollo, a la OEA, a Hollywood.

    Blanqueando la contrarrevolución

    Quizá por todos estos antecedentes es que no sorprendió el anuncio de Maduro, a un año de gobierno después de iniciarse la ofensiva en febrero de 2014, de que el gobierno ha abortado y desmantelado un golpe duro, con participación de algunos militares de la Aviación y civiles de la oposición, con apoyo y financiamiento desde Estados Unidos.

    Hasta el avión Tucano que estaba preparado para bombardear la casa de gobierno y actos del Día de la Juventud, pertenecía a la empresa mercenaria estadounidense Goldwater, y las bases que iban a utilizar estaban en territorio colombiano, arubeño y de Curazao, aún bajo coloniaje holandés.

    La prensa hegemónica prefirió hacer mutis por el foro, más aún cuando los apresados estuvieron dispuestos a revelar nombres, contactos, financiamiento, planes... Quizá creyendo que si la prensa comercial no lo difunde, los hechos no existieron,

    Pero ya había un nuevo elemento en ese intento golpista de 2014, del que no habla la prensa cartelizada ni la derecha: la violencia contrarrevolucionaria que puso en evidencia el notorio accionar de paramilitares colombianos en los estados fronterizos (Táchira, Mérida, Zulia, Apure) y su sanguinaria aparición en las mismas calles de Caracas, sumándose a la violencia callejera avivada por los sectores de la burguesía, las llamadas guarimbas.

    Paramilitarismo y contrarrevolución armada, si bien resumen estrategias pro-imperiales y reaccionarias, se mueven en escenarios particulares. El primero desde el poder constituido, y el segundo en contra del nuevo poder revolucionario.

    Al entrar a operar en el espacio venezolano el paramilitarismo colombiano sufre una mutación, para convertirse en punta de lanza en la constitución de una fuerza mercenaria contrarrevolucionaria. No se trata solo de reorientar mano de obra desocupada, sino que es una pieza importante en el diseño desestabilizador promovido por el Imperio. De eso no se habla, se la disfraza de protestas estudiantiles.

    Quizá valga la pena recordar el sermón del pastor luterano alemán Martí Niemöller en 1946 (frase atribuida erróneamente a Bertold Brecht): Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.

    Primero fueron por Jacobo Arbenz, Joao Goulart, Salvador Allende, Juan Velasco Alvarado y Omar Torrijos, entre otros. Luego vinieron por Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Néstor y Cristina Kirchner, y también por la renta petrolera y Nicolás Maduro…

    El mundo al revés

    Pese a las claras intenciones de UNASUR, EEUU decidió continuar brindando apoyo a los violentos, mezcla rara de paramilitares colombianos y sifrinos (niños bien) venezolanos, sin más proyecto que el plan golpista llamado La salida, presentado por el terrorismo mediático cartelizado como protestas estudiantiles.

    En Venezuela parece haberse invertido todos los códigos de la relación histórica entre izquierda y derecha, lo que confirma que los sectores conservadores, para tratar de acercarse a las mayorías, copian el discurso progresista. Así lo hizo Henrique Capriles en la campaña electoral ante Hugo Chávez, por ejemplo.

    Ahora intentan imponer el imaginario del mundo al revés en un acto transformista: La izquierda sería el poder, la fuerza, la represión y la censura, responsable de la crisis y los ilegitimados; la derecha se disfraza con rostro del pueblo, de los jóvenes, de los que ponen las víctimas, los censurados, los que reclaman contra la inflación y el desabastecimiento, y pasan a tener patente de demócratas reconocidos y son alentados por los grandes medios cartelizados de gran parte del mundo. Sin duda, los medios son parte de la batalla y no meros informadores: la guerra es cultural, ideológica.

    La violencia es una táctica, parte de la estrategia diseñada de antemano, fue algo buscado desde el primer día de las movilizaciones y los muertos –en su mayoría chavistas o policías– son presentados cómo causados por una represión que nunca existió. El llamamiento de Leopoldo López reclamando a las guarimbas que el que se cansa pierde, parece no haber logrado su objetivo en lo inmediato, pero siguen apostando al desgaste.

    Lo hubiera logrado, si el gobierno de Maduro hubiera apelado a la represión y si los obreros y campesinos se hubieran plegado a las protestas estudiantiles, los llamados a la división de las FFAA hubieran tenido alguna audiencia. Pero, el gobierno ha llamado al diálogo y ha logrado la rápida respuesta de UNASUR. Y no hay que olvidar que en todos estos episodios de violencia, la masa chavista no salió a la calle. Por ahora…

    Colofón

    El partido minoritario Voluntad Popular, con apoyo de otros sectores de la ultraderecha y financiamiento externo, con una cartelizada guerra mediática en el país, la región y el mundo, pretendió sustituir al presidente legítimamente electo con la salida hacia un gobierno de transición no elegido por nadie, apenas dos meses después de que el bolivarianismo ganara en las elecciones el 76,42% de las alcaldías, 256 municipios de 335. Ninguna otra propuesta, ningún proyecto.

    La salida es promovida después de que el gobierno otorgara a los empresarios 60.000 millones de dólares a tasa preferencial para importaciones indispensables, que estos supieron disipar en importaciones ficticias, después de acaparamientos masivos por comerciantes que crearon desabastecimientos estratégicos. La ofensiva fue lanzada después que el gobierno de Maduro debió enfrentar la guerra económica con una Ley de Precios Justos que prohíbe las acostumbradas ganancias empresariales de apenas 200%, 300%, 1.500% y hasta 15.000%.

    Estados fronterizos, cundidos por la infiltración paramilitar, son escenarios de un proyecto secesionista. Los medios internacionales los presentan como estudiantes. En Caracas, paramilitares colombianos matan selectivamente y a mansalva a dirigentes chavistas de base, en alianza con los sectores de la burguesía local. La internacional del terror mediático los presentan como muertos por gendarmes.

    El intelectual Luis Britto García señala que entre los muertos, algunos estudiantes hay, enviados en primera fila para proporcionar las víctimas. Pero entre ellos están pocos del 79% de los jóvenes de 14 a 24 años que estudian; del 67% que lo hace en instituciones gratuitas, del 90% que considera que los estudios le aportan muchas o bastantes oportunidades, del 73% que aprecia que el mejor sistema es la bolivariana democracia participativa; del 60% que piensa que el mejor sistema económico es el socialista. Sólo un tercio de los violentos arrestados son estudiantes.

    Los terroristas venezolanos han pasado de la manifestación pacífica al secuestro masivo de vecinos, el saqueo, el cobro de peaje, el incendio, la destrucción de 15 sedes universitarias gratuitas, el envenenamiento de aguas con gasoil y el asesinato. Alquilando sicarios, paramilitares y azotes de barrio que tras su captura confesaron haber sido pagados…

    Matones, asesinos, sicarios, homicidas, secuestradores, descuartizadores, incendiarios de universidades, quemadores de preescolares, vándalos, narcos, paramilitares, parapolíticos, colectores de vacuna, cobradores de peaje, saqueadores, usureros, acaparadores, especuladores, fugadores de capitales, delincuentes bancarios, calumniadores, difamadores, fraudulentos, repitientes, guarimberos, golpistas, fascistas, terroristas acuden al diálogo, vigilado por los cancilleres de UNASUR.

    Exigen que se les permita continuar sus actividades impunemente, amenazando con que si no se les permite seguirán practicándolas. Demandan que la minoría criminal mande sobre la mayoría inocente. Además, solicitan el derecho a eliminar a todos los que no se dediquen a lo mismo, señala Luis Britto García.

    El terrorismo mediático contra Venezuela se ha internacionalizado, cartelizando 87 periódicos de la Sociedad Interamericana de Prensa y los cinco megamonopolios mediáticos del mundo, con su verdad única de manipulación y falsedades. Es apenas un ensayo aplicable a cualquier otro país de la región. Para aclarar: en Venezuela operan hoy 2.896 medios, de los cuales 2.332 (65,18%) son privados, y apenas el 3,22% del sector oficial. El resto son medios populares, comunitarios, alternativos.

    Hace 40 años, en América Latina se necesitaban las Fuerzas Armadas para imponer, a través del terror, un modelo político, económico y social. Hoy no hacen falta bayonetas ni tanques: alcanza con el control del aparato mediático para ello. La guerra es simbólica, y más efectiva que una ofensiva militar es el bombardeo permanente de mentiras, manipulaciones, mensajes e imágenes únicas que van imponiendo un imaginario colectivo que facilita la reimposición de los modelos neoliberales.

    Para vender sus guerras, el Mercado siembra miedos, y el miedo crea clima. La televisión se ocupa de que las torres de Nueva York vuelvan a derrumbarse todos los días. ¿Qué quedó del pánico del ántrax? No solo una investigación oficial, que poco o nada averiguó sobre aquellas cartas mortales: también quedó un espectacular aumento del presupuesto militar de EEUU. Y la millonada que ese país destina a la industria de la muerte no es moco de pavo. Apenas un mes y medio de esos gastos bastaría para acabar con la miseria en el mundo, si no mienten los numeritos de Naciones Unidas, señala Galeano.

    Estos terroristas mediáticos de hoy son los traficantes de siempre: drogas, armas, desinformación, terrorismo mediático, son solo productos vendidos en el mercado libre para el consumo de nuestras sociedades, muchas veces con la lamentable complicidad de seudo comunicadores sin ética ni conciencia social, convertidos en sicarios de sus patrones, que los desechan cuando ya no les son rentables para sus propósitos.

    Es un Plan Cóndor simbólico. ¿Estamos preparados para enfrentarlo o nos conformaremos con la mera denuncia?

    De la resistencia a la construcción

    Sueña y serás libre de espíritu, lucha y serás libre en la vida.

    Ernesto Guevara

    En América Latina estamos pasando de más de cinco siglos de resistencia a una etapa de construcción (nueva comunicación, nuevas democracias), donde se deben dar pasos en la práctica y, a la vez, ir diseñando nuevas teorías que tengan que ver con nuestras realidades, nuestras idiosincrasias, nuestro futuro, rompiendo los añejos paradigmas liberales.

    El camino en este tránsito no es fácil. La reacción de la derecha vernácula, latinoamericana, globalizada, ha sido criminal, en todo el amplio sentido del término. La nueva arma mortal no esparce isótopos radioactivos: se llama medios de comunicación de masas en manos de unas cuantas corporaciones que manipulan a su antojo en función de sus intereses corporativos, como mascarón de proa de la globalización trasnacional y en alianza con las más reaccionarias fuerzas políticas.

    Las recientes manifestaciones de masas generadas por las derechas en los más diversos países (y no solo en nuestra región), muestran su capacidad para apropiarse de símbolos que antes desdeñaban, introduciendo confusión en las filas de las izquierdas. Los saberes y formatos que antes eran monopolios de las izquierdas, desde los partidos y, sobre todo, los sindicatos y movimientos sociales, hoy encuentran competidores capaces de mover masas pero con finas opuestos a los que esa izquierda desea.

    Grupos armados y militarmente organizados se cobijan en manifestaciones más o menos importantes con el objetivo de derribar un gobierno, generando situaciones de ingobernabilidad y caos. Lo cierto es que la derecha ha sacado lecciones de la vasta experiencia insurreccional de la clase obrera y de los levantamientos populares que se sucedieron en América Latina desde el Caracazo de 1989.

    Las derechas han sido capaces de crear un dispositivo popular para desestabilizar gobiernos populares, dando la impresión de que estamos ante movilizaciones legítimas que terminan derribando gobiernos ilegítimos, aunque estos hayan sido elegidos y mantengan el apoyo de sectores mayoritarios de la población. En este punto, la confusión es un arte tan decisivo, como el arte de la insurrección que otrora dominaron los revolucionarios, señala el analista uruguayo Raúl Zibechi.

    Las manifestaciones ganan los titulares pero se produce lo que la socióloga brasileña Silvia Viana define como una reconstrucción de la narrativa hacia otros fines. Es claro que no hay lucha política sin disputa por símbolos, asegura. En esta disputa simbólica la derecha, que ahora engalana sus golpes como defensa de la democracia y los derechos humanos, aprendió más rápido que sus oponentes.

    Por ejemplo, en marzo de 2014 el frente mediático de la derecha latinoamericana y mundial activó sus ataques contra la Revolución Bolivariana. Las tres redes privadas más importantes de diarios de Latinoamérica se unieron para difundir informaciones sobre la situación en Venezuela. Mensaje único. Nora Sanín, que dirige la asociación de prensa Andiarios y lideró esa campaña, señaló sin tapujos a la revista colombiana Semana: Nosotros estamos haciendo política. Y está bien que la hagamos, pues nuestra causa es defender un derecho universal: la libertad de expresión.

    La campaña incluyó imágenes de represiones sangrientas que supuestamente habían tenido lugar en Venezuela (pero que en realidad habían ocurrido en Chile, Siria, Honduras y otros países) y que fueron repetidas miles de veces a través de Twitter y la televisión cartelizada.

    La imagen de un niño ensangrentado y gritando víctima de la guerra en Siria apareció como la de un infante agredido por las huestes bolivarianas; la de una estudiante maltratada por la policía chilena se convirtió en una muestra de la barbarie chavista contra los jóvenes… Así se fue creando un imaginario colectivo adverso al gobierno bolivariano.

    Ante todo esto, más que nunca, la profundización de este nuevo proceso emancipatorio latinoamericano exige el protagonismo de los espacios de participación colectiva para garantizar y robustecer las políticas públicas de integración regional, y el reconocimiento de derechos y la justicia en lo económico, social y cultural. Para comenzar a vernos con nuestros ojos es necesario visibilizar a las grandes mayorías, a la pluralidad y diversidad de nuestra región, recuperar nuestra memoria: un pueblo que no sabe de dónde viene, difícilmente podrá saber a dónde va.

    En América Latina estamos reinventando la democracia. Transitamos una etapa inédita que recupera y actualiza las mejores tradiciones emancipatorias y de resistencia popular. La profundización de este proceso exige el protagonismo de los espacios de participación colectiva para garantizar y robustecer las políticas públicas de integración regional, el reconocimiento de derechos y la justicia en lo económico, social y cultural.

    Paralelamente, jamás en la historia de la humanidad han estado tan violentadas tanto la libertad individual como la soberanía de los estados, como consecuencia directa de una altísima concentración de las comunicaciones y de los medios en pocas manos. Esta es

    Enjoying the preview?
    Page 1 of 1