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INTRODUCCIÓN
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tífica había prescindido del trabajo casi por completo. Y más penoso aún
fue el descubrimiento de que el puñado de publicaciones científicas que
se habían tomado la molestia de comentar los experimentos, había «ter-
giversado» la investigación tan gravemente que su importancia quedó
completamente oscurecida.1
¿Cómo es posible? Una razón es que la ciencia no es siempre tan ob-
jetiva como nos gustaría creer. Miramos a los científicos con un cierto te-
mor reverencial y cuando nos dicen algo estamos convencidos de que
tiene que ser verdad. Olvidamos que son humanos simplemente y están
sujetos a los mismos prejuicios religiosos, filosóficos y culturales que el
resto de nosotros. Es una pena porque, como pondrá de manifiesto el li-
bro, hay una gran cantidad de indicios que demuestran que el universo
abarca bastante más de lo que permite nuestra cosmovisión actual.
Ahora bien, ¿por qué la ciencia opone tanta resistencia a lo paranor-
mal en particular? Esta cuestión es más difícil. Según el doctor Bernie S.
Siegel, cirujano de Yale y autor del libro, éxito de ventas, Amor, medicina
milagrosa, al comentar la resistencia que encontraron sus opiniones poco
ortodoxas sobre la salud, se debe a que la gente es adicta a sus creen-
cias. En su opinión, por eso hay personas que se comportan como los
adictos cuando intentas cambiar sus creencias.
Parece que la observación de Siegel encierra una gran verdad, que tal
vez es ése el motivo de que muchas de las revelaciones y los avances
más importantes de la civilización fueran recibidos, en un principio, con
un rechazo apasionado. Somos adictos a nuestras creencias y actuamos
como adictos cuando alguien intenta arrancarnos el opio poderoso de
nuestros dogmas. Y como la ciencia occidental ha dedicado varios siglos
a no creer en lo paranormal, no va a renunciar a su adicción a la ligera.
Soy un hombre afortunado. Siempre he sabido que en el mundo ha-
bía algo más que lo que se acepta generalmente. Crecí en una familia de
psíquicos y, desde una temprana edad, experimenté de primera mano
muchos de los fenómenos de los que hablaremos en el libro. En alguna
ocasión, relataré unas cuantas experiencias propias, cuando sea perti-
nente en relación con el tema que se esté tratando. Aunque sólo pueden
contemplarse como pruebas anecdóticas, a mí me han proporcionado
una prueba totalmente convincente de que vivimos en un universo que
sólo acabamos de empezar a comprender; pero las incluyo por la infor-
mación que ofrecen.
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