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El cuerpo nunca miente QLETELTELELILEETELTELELELELILTETETY OTe eae s aaa SSSIIIIIIS IGS 1 Cuerpo Nunca Miente Led ystar Introd 2. taveneain os padres y sus triglasconsecuenls Ps 2. alenaperlberacen oe dramas ena yo eo nora del euarpd. 42 2: Untracn aoeecoerdon 46 ‘ceo hac une mime vel amor no sent. ot Sno cute yanecesead de negate sls. 36 stad or earner mate nnn 7am meeto dea daca de cetnnentos a logo da primer penance 70 I, La moral tradicional en las terapias y la sabiduria del exempo Introducsién 1. La naturalidad del maltrato inasnil 2. En el tiovive de los sentimientos 3. Bl everpo, guandiin de la verdad 4. Puede deciclo? 5, Mejor matar que sentir la verdad 6. La droga, el engane al cuerpo 7. Tenemos derecho a sentir II, Anorexia nerviosa: El anhelo de una comunicacién verdadera Introduccién El diario fieticio de Anita Fink Epilogo (Resumen) Bibliozralia a a6 93 ta 120 128 132 3 163 v0 197 203 {Las emociones no son un Ij, sino un complejo rect Antonio R, Damasio PECCELECLLELELELELELEEEEe Prélogo Fe pct co 288 Boe tug cion del gimieni padecido durante infin Cac itvo 8 reapers dctavtlencia ola edcctn deren sol wet ten Brit snr, pase devo a ti cl (por eploen carey olen Za ioe pot Ta pic yt pss oA ruc der Shaegomater Ronco ct dl Meco can especiales no sn too independiente ines es. {ue os he explora deck un nosed ‘centta en tin aspecto conereto ce dicho wz solbre tin sires que sobre “as ls reorencie complet do as obras tans, wane tiblogata, pin 208207 TN EF Sin embargo, st es independiente del contexto el uso que hago de determinados conceptos, Asi, wliliza la palabra «inconsciente» exclusivamente para le- signar elementos reprimidos, negados 0 disociados (recuerdos, emociones, necesidades). Para ri, el in- consciente de cada persona no ws otra cosa que sit fenada en sti (otalidad en el cuerpo, pero accesible a nuestro conseiente slo en pequestas porciones. Por ese munca utilize 1a palabra «verdad» fen un sentido metafisico, sino en un sentido subjeti- vo, siempre ligado a la vide conereta del individuo. A menudo hablo de «su» verdad (relerida a él 0 2 ella), de la historia de los afectados, cuyas emociones presentan indicios y son testimonio de die (véanse pags. 33-34 y 158 y sigs.). Lame luna reaceiéa corporal no siempre con: historia, ale ‘onte, pero a menudo vital, a los acontecimientos extemos 0 ine ternos, por ejemplo cl micdo a la tormenta, o la irri Jon que produce saberse enyafiado, o la aleeria al Jo deseado. Por el-contrario, la pala recibir un regs bra «seatimientos hace referencia a una percepcién consciente de las eraociones (véanse, por ejemplo, ies. 34, 118-119, y 163 y sigs.j; de modo que la ce sguera emocional es un lujo que sale caro y que In ma Yorfa de las veces es (autoklestructivo (vase A, Mik lier 2001). ste libro gita en torn ala pregunta de cuttles son. las consecteneias que sufte nuesteo cuerpo al negar nnuestras emociones intensas y verdaderas, que, asi- mismo, nos vienen determinadas por ka moral va re- 10 ligidn. Basindome en expericncias de psicaterapia las mias y Tas de otras muchas personas-, he lego a la conclusion de que aquellos que en su infancia ran sido maltratados sélo pueden intentar cuarta mandamiento (eHonrarés a tu padre y a tu madres) mediante uma represién masiva y clacidn de sus verdaderas emociones. No puctlen ve nerar y querer 2 sus padres, porque inconsei mente siempre los han temido. Incluse deseen, son incapaces de desarvollar can ellos una re Tacisn distendida y Jena de confianza Por lo general, establecen con ellos un lave enter mizo, compuesto de miedo y de s pero al que, salvo en apariencia, dificilmente puede lamarse amor verdadero. A esto hay que afiadir que las personas maltratadas en su infancia a menudo al bbergan durante toda sur vida la esperanza de recibir al hp, el amor que munca han experimentado. Tales esperanzas refuerzan el lazo con los padres, que fa religion llama amor y alaba coma virtud, Por desera: cia, este refuerzo se produce también en de las terapias, residas por Ia moral tradicional; sin embargo, es el euerpo el que paga al precio de dicka ceoncepeidn moral Cuando una persona cree que siente To que debe sentir y constantemente trata de no sentir 1o gue se prohibe sentis, cae enferma, a no ser que les pase la papeleia a sus hijos, utilizandelos para proyectar So- bre ellos inconfesadas emociones. En mi opini6n, es 10 dso. nite si lo ido, del deber amps ante un proceso psicobioldgico que hi permut neeida oculto durante mucho, mucho tiempo, tras ls exigencias religiosas y morales. La primera paute del presente libro muestra est Introduccion: proceso mediante el historia de diversos personajes Cuerpo y moral yr esctitores, Las dos paites siguientes abordan vias de comunicacién auténtica para salir del circulo vi cioso del autocngaiio y permitir la liberacion de sintomas, Con bastante frecuencia el cuerpo reacciona con nlermedades al menosprecio constante de sus fun- iones vitales. Entre éstas se encuentra la lealtad a nuestra verdadera historia. Ast pues, este libro trata peincipalmente del conflicto entre lo que sentimos y sabemos, porque esté almacenado en nuestro cuerpo, y lo que nos gustaria sentir para cumplir con las nor mas morales que muy (empranamente interioriza mos, Sobresale entre otras una norma eo 4 todos conoe! do nos impide experimentar nuestrus sentimientos regles, compromiso que pagamos con enfer corporales. El libro aporta numerosos ejemplos al cesta lesis, pero no narra biografias enteras, sino que se centra principalmente en Gémo es la relacion de tuna persona con unos padres que, en el pasado, la maltraiaron, La experiencia me ha ensefiado que mi cuerpo es fy fuente de toda Ja informacién vital que me abrid ef camino hacia una mayor autonomia y autoconcien cia, Solo cuando admiti las emociones que tanto tiem po levaban encerradas en mi cuerpo y pude sentitlas, a, el cuarto mandamiento, que a mien 2 13 fui liberindome poco a poco de mi pasado. Los senti mientos auténticos no pueden forvarse. Esta ahi y surgen siempre por algin motivo, aunque éste sucla permanecer oculto a nuestra percepcisn. No puedo obligarme a querer a mis padres, mi siquiera a respetar- los, cuando mi cuerpo se niega hacerlo por razones que l mismo bien conoce. Sin embargo, cuando rato de cumplir el cuarto mandamiento, me estreso, como mie ocurre siempre quae me exijo a mi ovisma algo im= posible, Bajo este estrés he vivide practicamente toda ri vids, Tra de ercarme sentimientos buenos ¢ in- tenté janorar los malos para vivir conforme ala moral yal sistema de valores que vo habla aceptado, En 2e2~ Jidad, para ser querid como hi, Pero no result y, al fin, tuve que reconocer que no podia forvar un amor {que no estaba.ahi, Por otra parte, aprendi gue ol senti- miento del amor se produce de manera espontinc por ejemplo con mis hijas 0 mis amigos, cuando no lo fuerzo ni trate de acatar las exigencias mozales. Surge tinicamente cuando me siento libre:y estoy abierta a todos mis sentimientos, incluidos los negatives. Comprender que m0 puede manipular mis senti- micatos, que no puedo engaharme @ mi misma ni a los demas, fue para mfun gran alivio y ana liber cién, Sélo entonces cai en la cuenta de eudintas per sonas estin a punto de desbaralar sus vidas porau intentan, como hacks vo antes, cumplir con el caro mandamiento sin peve pos 0 sus hijos tendixin que pagar. Mientras las hijos se dejen utilizar, ann puede vivir hasta cien aftos sin reconocer su verdad ni enfermar a causa de st auto: tarse del precio que suc im Claro que, también, 2 una made que admita que ~debido alas earencias sufridas en su infancia es in capaz, por mucho que se esfuerve, de amar a su hijo, se lu tacharé de inmoral cuando trate de articular si verdad. Pero yo creo que es precisamente el reconoci rmiento do sus sentimientos reales, desligados de las exigencias morales, lo que Te permitirs verdad a st misma ya su hijo, y romper el elteulo del autoengato. Un nid, cuando nace, necesita el amor de sus p res, es decis, nee , su proteccidn, su carino, sus cuidados y su disposicién a camunicarse con él. Equipado pari Ja vida con estas virtudes, el enerpo conserva un buen recuerdo y, més adelante, el adulto podra dav a sus hi jos el mismo amor: Pero cuando todo esto falta, el ita que éstos le den su afecto, su lo er sus primeras fianciones vitales; un anhe entonces era un nino mantiene de por vida el an de satisf Jo que de aduho proyectara sobre otras personas. Po: ‘otra parte, cuanto menos amor haya reeibido el nino, cuanto mas se Ic haya negado y maltratado con el pretexto de la educaci6n, més dependers, una vex sea adulto, de sus padres 6 de figuras sustitutivas, de quienes esperara todo aquello que sus progenitores no le dicron de pequetio. Esta es la reacei6n natural del cuerpo, El cuerpo sabe de qué carece, no puede ‘olvidar las privaciones, el agujero esté altf y espera ser Hlenac, Pero cuanto mayor se es, mis dificil es obtener de ‘otros el amor quie tiempo airs uno mw reeibié de los adres. No obstante, las expectativas no desaparecen con Ia edad, toda ln contrario. La bye otras personas, prineipalmente sobre nuestrs hi jas ¥ nietos, a no ser que lomemos conciencia de este smo € intentemos reconocer fa te: westra infancia lo mis a fondo posible acabando, con la represign y la negacion. Entonces descubrire nos en nosotros mismos a la persona que puede Ile: nocesidades que desde nuestro nacimic 3s, esperan ser satistechas; podre nos darnos @ nosotros mismos la atencton, el respe~ 'o, la comprensién de nuestr incluso desde an necesaria y el amor incondicional que nuestros padres nos negaron, Para que eso suceda, necesitamos experimentar ¢l uimor hacia ese nino que fuimos; de otro medo, no sabmos donde esta ese amor. Si queremos apret ler esto en las terapias, necesitamos dar con perso- has capaces de aceptarnos tal como somos, de pro- porcinnarnos la proteccién, el respeto, la simpatia y | compania que necesitamos para entender emo hemos sido, como somos, Esta experiencia es indi pensable para que logremos aceptar el papel que de- on los padres en relacién con el niio antes rmenospreciado, Un terapeuta que se haya propuesto modlelarnos» no puede procurarnos esta experien- cia, y lampoce an psicoanalista que haya aprendido que, frente a los traumas de la infancia, uno debe mostrayse neutral ¢ interpretar como Fantasfas maes- los relatos. No; necesitamos precisamente Io contr vio, es decir, un acompanante parcial, que compart con nosotros e) horror ¥ la indignaciGn cuando, paso 1 pase, uestras entociones vayan revelandonos (al acompaiiante ¥ a nosatras mismos) como sulrid ese nino y por lo que tuvo que pasar, completamente solo, mientras sui alma y st cuerpo Tuchaban por La vida, esa vida que durante afios estuvo en constante peligro, Un acompanante asf, al que yo Hamo stestigo ccomplice», es lo que necesitamos para conocer y ayt dar al nino que Nevamos dentro, es decir, para enten- dler su lenguaje corporal e interesarnos por sus nece Sidades, en higar de ignorarlas, como hemos hecho hhasta ahora y como hicieron nuestros padres en el pasado, Lo que acabo de decir es muy rvalista, Con un ‘buen acompaftante, que sea parcial ¥ no neutral, une puede encontrar su verdad, Durante el proceso, pue de liberarse de sus sintomas, curarse de la depresion ¥ ver edmo sumentan sus ganas de vivir, salir de st estado de agotamienta y sentir que su energia crece en cuanto deje de necesitarla para reprinir su ver dad, Bl cansaneio tipico de la depresion a vez que reprimimos nuestras emociones, intens:as, cuando minimizamos los recuerdos del cuerpo y m0 quoremos presiarles atencién. gPor qué estas evoluciones positivas se dan bien poco? ¢Por qué la mayoria de la gente, especia- listas incluidos, prefiere creer en el poder de Jos ane dicamentos dejarse guiar por el cuerpo? Es el cuerpo el que sabe con exactitud Jo que aos falta, lo gue necesitamos, Jo que tivimos que soporiar y To que provocaba en nosotros una reacei6n alérgica, Pero muchas personas prefieren recurrira los medi camentas, las drogas 0 el alcoliol, con lo que el ca mino hacia la verdad se les cierra adm mas, Por oué?, eporgue reconocer la verdad ducle? Eso es in s ” discutible, Pero esos dolores son pasajeros y sopor tables si se cuenta con una buena compania, E] pr Dlema gue veo aqui es que falta esa compania, por- que da la impresién de que casi todos los facultativos de la asistencia medica, dehido a nuest andes difieultades para upoyar al nifio en citros tiempos maltratado v reconocer eusles son las conse. ‘auencias de las heridas tempranamente sulridas. Es- in bajo la influeneia del coara mandamlento, que thos obliga @ amar a nuestros padres «para que las 6o- 1 bien y podamos vivir mas anos, Es logico, pues, que dicho mandamiento obstruya, la curacivin de heridhis antiguas. Aunque no es de ex- tramar que hasta ahora munea se haya hecho wna re- lexidn publica de este hecho. BI alcance y el poder de este mandamiento son enormes, porque se ali ment de Ja union que hay entre el nio y sus padres, ‘Tampoco los grandes fildsofos y ¢: vieron jamds a rebelarse contra este mandamiento. A pesar de su dura eritica a la moral eristiana, la Lae milia de Niewsche se libré cle dicha critica, pues en todo adulto al que en el pasado malirataron anida el miedo del aifto al eastigo eacla vez que Intemtaba que- jarse del proceder de sus padres. Pero unidaré sélo en tanto que éste sea inconsciente; en cuante el adulio tome conciencia de él, ira desapareciendo progresi vamente, La moral del cuarto mandamiento, unica a las ex pectativas del sino de entonces, lleva a que la gran mayorfa de concejeros vuelva a abreces crilores se atre: can ayuda las normas de edicaciéin con las que ere cieron, Muchos consejeros supedit pectativas mediante innumerables hilos a sus propios padres, llaman a eso amore intentar: ofrecer alos de mas ese tipo de amor como solucién, Predican el pe don como camino de curacién y da la impr que no saben que este camino es una tamspa Ta que ellos mismos han quedado atrapados. E} por ‘46m munca ha sido causa de curacién (véase A. Miles 1990/2003), TEs significative que, desde hace miles de aos, vi ‘vamos con un mandamiento que hasta eb dia de hoy asi nadie ha euestionado, porque apaia el heel fh siol6gico cle la union entre el nino menospreciade sus padres; asf, nos eomportamos com sain fuer mos nifios los que se prohibe cuestionar las drdenes de los padres. Pero, como adlultes conseivntes, Lene os derecho a formu! sepamas lo rmucho que a nuestros padres les habrian desconeertado en el pasado. Moisés, que en nombre de Dios impuso al pucblo sus diez mandamientos, fue también wn nino reeh: zado (por necesidad, en clecto, pero lo hue}. Como la ‘mayoria de los nitias rechazadles, albergabs la espe- ranza de conseguir alain dia el amor de sus padres csfoczindose por ser comprensivo y respeiuoso. Sus padres lo abandonaron para protegerlo dela persecu: cién, pero desde su euma de mimbre el bebé apenas pudo entender esto. Tal ver of Moisés adulto dijers: ‘Mis padres me abandonaron para protegerme. Es algo que no puedo tomarme a mal, debo estaries fazraulecidb por salvarme la vidas. Sin embargo, elnino pudo haber sentido esto: «¢Por qué mis padres me te chazan? ¢Por que corren el riesan de que me ahogue? 19 tease no me quiere morit, los sentimientos auténticos del nino pequenio falmacenados en su cuerpo, permanecerin vivos en Moisés y le gobernardn cuando oftezea el Devilogo a su pueblo, A grandes rasyos, el cuarto mandamicnio puede entenderse como un seguro de vidla de los hombres ya mayores, cosa que on aquella epoca, 0 ten la actualicad, era necesavio. Pera considersindo. lo con atencién, contiene una amenaza, quizis un chantaje, que hoy en dia sigue ejereiéndose. B: utente: «Si quieres vivir muchos anos debes honrar 1 tus padres, aunque no lo merezcan; de lo contrario, moriras prematuramentes. La mayoria de las personas se atienen a este man donviento, pese al desconcierto y el miedo que provo- tea, Creo que ya es hora de que nes tomemos en serio las heridas de fa infancia y sts consecueni Wb amos que ps La desesperacisn y el miedo le este precepto. Eso no significa que ten- con la misma moneda a nuestros padres, ya ancianos, y tratarlos con crueldad, sino ‘que debemos verlos como eran, tal como nos trata- ron cuando éramos pequefies, para liberarnos a no: Jolros mismos y a nuestros hijos de este modelo de conducta, Es preciso que nos desprendamos de los snemos interlorizades y que contingan slestruyéndonos; sélo asf tendremos ganas de vivir y rpvenderemos & respetarnos, Algo que no podemos aprencler de Moisés, que con el cuarto mandamiento nyo los mensajes de su cuerpo, Claro que no era wsciente de ellas y no pudo hacer otra cosa. Pero, procisamente por eso, esle mandamiento no deberta tener sobre nosotros ningiin poder coercitivo. 20 En todos mis libros he intentado mostrar de dil rentes maneras y en distintas contextas cémo el em- pleo de una pedagogia venenosa en la infancia limita mais larde muestra vida, dana sertamente y hasta a quila la percepeién de quiénes somos en realidad, de Jo que sentimos y necesitamos. 1a pedagogta veneno- sa educa a personas conlarmistas que s6lo pueden confiar en sus méscaras, porque de nillos vivieron con el temor constante al castigo, «Te educo por tu propio bien», deeta el principio supremo, «y aunque le pegue o te humille de palabra, es solamente por tu bien.» El esetitor y premio Nobel hungaro Imre Kertész habla en siz famosa obra Sin destine de su llegada al campo de concentracién de Auschwitz. Por aquel en tonces sélo tenfa quince anos, y describe cor preci: sign cémo trat6 de interpretar de forma positiva todo quello que, a su Hegada, le resulto abstruse y cruel porque, de lo contrarto, su miedo a la miierte lo ha bria matado, Probablemente todos los nifios maltratados (en. gan gue adoptar semejante actitud para sobre Interpretan sus pereepciones e intentan ver buenas acciones donde un espectador detectaria un crimen obvio, Si carece de un testigo que Ie aynde, un nine no tiene elecci6n, esid a merced de su perseguidor y se ve obligado a roprimir sus emociones. Solo podrs elogir mas adelante, de adulto, si tiene la suerte de ‘encontrarse con un testigo complice. Entances podra acoptar su verdad, dejar cle compadecerse de su ver dugo, dejar de entenderlo y de querer sentir por sus propios sentimlentos disociudes no vividos; po: 21 dr condenar sus actés con elaridad, Este paso supo- rhe wn gran alivio para el cuerpo, que ya no tendes que recordarle con amenazas a la parte aclulta la ii historia del nino; en cuanto el adulio esié dis- puesto a conocer (oda su verdad, mnpre dido, respetacio y protegidlo por el cuerpo. Llamo malos tratos a este tipo de «educa sada en Ja violencia. Poryue en ella no sélo se le an al nido sus derechos de dignidacl y respeto por su ser, sino que se Te crea, ademés, una Clase de régimen 1 sontira totalitario en el que le es priicticamente imposible per cibir las lanmillaciones, Ja degradacién y cl menospre ia de los que ha sido vietima, y menos as se de éstos, El adulto reproducira después este modelo de edueacisn con su pareja y sus propios hijes, en el trabajo y en Ii politica, en todos los lugares donde, si- tuado en una posicién de fuerza, pueda di niedo de nifio desconcertado, Surgen ast los dictado- res y los déspotas, que nunca fueron respetados de pe- quefios y que mds adclante intentardn ganarse el res- » por Ia fuerza con ayuda de su gigantesco poder fecisatnenie en la politica puede observarse como la sed de pader y reconocimiento 0 cesa nun. ca, y nunea se sacia, Cuanto ms poder ostenten es tos dirigentes, mas impelidos estarin a con ciones que, por la compulsion a la repeticidn, vuelven a situarles ex la antigua impotencia de la que quieren hur: Hider acabé en un banker, Stalin se instalé en su miedo paranoico, Mao Iue Bnalmente rechazado por st: pueblo, Napoleén acabé en el destierro, Milo: sevie en la carcel, y el vanidoso y presuntuoso Sac dam Hussein en su pozo, gQué es lo qu n delendler: estos hombres a hacer tan mal uso del poder que hhabfan conseguido para que se tomara impotencia? Desde mi punto de vista, sus cuerpos conocfan a la perfeccién la impotencia de sus infancias, porque ha- bbjan almacenado esa impotencia en sus células y que- rian sacudirla para que tomaran conciencia de ella. Sin embargo, a todos estos diciadores les daba tanto miedo la realidad de sus infancias que pref destruir pueblos enteras y dejar que murieran mill nes de personas a sentir su verdad, No desentrafiaré en este libro los méviles de los dictadores, aunque cl estudio de sus biogratias me re sulta de lo mas esclaroeedor; sino que me centrare en personas que también fueron edueadas a través de pedagogia venenosa, pero que np siatieron kr neces! dad de conseguir un poder inmenso. A diferencia de los tiranos, sus sentimientos de rabia e indignacién, suprimidas mediante la pedagogia venenosa, no lue- ron dirigidos hacia otras personas; antes bien, se vol vvieron desiructivamente contra ellos mismos. Enfer maron, sufrieron diversos sfntomas o murieron muy jovenes. Los de mayor talento se convirtieron en es critores 0 artistas plisticos, y clertamente plastmaron la verdad en la literatura y en el arte, pero siempre di soviada de sus propias vidas; disociacién que paga- ron con enfermedades. En Ia primera parte presento ailpumos ejemplos de esas biogralias trivicas. Un equipo de investigacién de San Dieuo ha en ccuestado a diecisiete mil personas, con un promedi de edad de eine enla y siele afios, sobre su infancia y 23 sobre las enfermedades que habian padecitdo a to Lar go de sus vidas, El resultado foe que el ntimero de en fermedades graves en nifios que hablan sido maltra tados era mucho mayor que en las per habfan crecido sin malos tratos y sin ‘ivas». Con el paso del Liempo, estas i cieron enfermedades dignas de mencién. EI breve articulo se titulaba: «Wie man aus Gold Blei macht [Como convertir el ora en plamo], ¥ el comentario de sui autor, que fue quien me envi6 el articulo, era: «Los resultados son evidentes y significativos, pero se haan cescondlido, se han ocultado. {Por qué se ocullaron? Porque no pueden publi carse sin que se inculpe a los padres, y la verdad es {que eso en nuestra sociedad sigue estando prohibido, hoy mais que antes. Mientras tanto, entre los especia: Iistas ha ido extendiendase la opinién de que el sult inicnto animico en los adultos es hereditario y no de: bid a herida al vechazo de los padres Asimismno, las eselarece- cloras investigaciones de los aos setenta acerea de la infancia de los esquizolrénicas no se dieron a cono- cer al gran publica, sino s6lo en revistas especializa- las, La ereeneia en la genética, apoyada por el funda. ‘mentalismo, sigue cosechando triunfos. En este aspecto se centra el conocido psicdlogo clinico britanico Oliver James en su libro They F*** You Up {Te jodicron}, de 2003. No obstante, en con: junto, este estudio produce una impresién contra dictoria: por un lado, su autor se acobarda ante las implicactones de sus conocimientos ¢ incluso seftala tamente que no debe hacerse a los padres res coneretas sulvidos durante la infane 24 ponsables del suftimiento de sus hijos; por ott lado, James demuestra de forma concluyente, mediante humerosos resultados de investigaciones y estudios, ‘que los factores genéticos desempenian un papel muy pequefo en el desarrollo de enfermedades El tema de la infuncia tambien se evita cuidadosa. mente en muchas de las terapias actuales (véase A Miller 2001). Al principio se anima a los pacientes a dar rienda suelta a sus emociones mas intensas, pero con el despertar de las emociones suelen allorar los recuerdos reprimidos de la infanci abuso, la explotaciéan, Jas humillaciones y las heridas sulridas en los primeros afios de vida. Y eso a mensi- do supera al terapeuta, No puede tratar todo esto cuando él no ha recorrido este camino. Y como los lerapeutas que lo han recorrido son los menos, la ‘mayoria ofrece a sus pacientes la pedagogia veneno- sa, es decir, la misina moral que en el pasado les hizo enkermar Fl cuerpo no entiende esta moral, ¢] cuarto man. damiento no le sirve de provecho y tampoco se deja engaftar por las palabras, como hace nuestra mente, El cuerpo es el guardian de nuestra verdad, porque Ile- vva en su interior la experiencia de toda muestra vida y vela por que vivamos con la verdad de nuestro ong nismo, Mediante sintomas, nos fuerza a admitir de manera cognitiva esta verdad para que pociamos co- municarnos armoniosamente con el nifio: menospre- ciado y humillado que hay en nosotros. Personalmente, ya desce los primeras meses de vida ful educada a base de-castigos para obedecer Claro esta, no fui conscionte de ello durante décaudlas, Por lo que mi madre me cont6, de pequena me posta. ba tan bien que no tuvo ningzin problema con Sogn ella, fue gracias a que me educh de m consecuente cuando yo era un bebé indelenso; de que durante tanto tlempo no tuviera ningtin recuerdo de mi infancia, Fue durante mi dillima terapia cus do mis emociones intensas me informaron sobre mis recuerdos, Estos s@ exteriorizaron relacionados con otras personas, pero me result mas facil averiguar su procedencia integrindolos como sentimientos com- prensibles para reconstruir la historia de mi primera Infaneia. Asf fue como perelt los antiguos miedos, hasta entonces incomprensibles para mf, y gracias a iia complice consegui que las viejas heri- das cicatrizaran. Estos miedos estaban sobre todo vineulades a mi necesidud de comunicacion, a la que mi madre no s6lo nunca respondid, sino que incluso, dentro de su rigid sistema educativo, castiguba por considerarla una descortesfa, La biisqueda de contacto y de inte- saceidn se manifestaba en primer Ingar con lagrimas y,en segundo, con la formulacion de preguntas y la comunicacién de mis propios sentimientos e ideas Pero cuando loraba recibia un cachete, a mis pre- guntas se me contestaba con un monton de mentiras, se me prohibia expresar lo que se fay pensaba, Como castiga, mi madre solia volverme la espalda y se pasaba d ias enteros sin dirigirme la palabra yo me mente bajo la amenaza de ese silen 26 cio. Dado que ella no me querfa como yo realmente era, me vi obligada @ ocultarle siempre mis verdade- ros sentimientos. ‘ML madre pordia tener arrebatos violentos, pera carecia por completo de la capacidad de reflexionar sobre sus emociones y profundizar en ellas. Como desde pequefia vivie frustrada y fue infsliz, siempre me culpaba a mi de algo. Cuando yo me defendfa de sta injusticia 0, en casos extremos, intentaba demos. lrarle mi inocencia, ella se lo tomaba como un ataque gue solia cast nes con Jos hechos, Cuando «se sentia» atacada por ris explicaciones, daba por sentado que yo la habia atacado. Para poder entender que sus seatimientos tenian otras causas ajenas a mi comportamiento ho. bria necesitado la capacidad de rellesion. Pero yo tanca la vi arrepentirse de nada, siempre consi ba gue «tenfa razéne, lo que convirtié mi infancia en un régimen totalitario, ‘con dureza, Confundia las emocio- En e] presente libo intentaré explicar mi tesis acerca del poder destructive del cuarto mandamiento aborddndolo en tres aspectas distintos: en la primera parte, analizaré las vidas de diversos escritores que, Inconscientemente, describieron en sus obras la ver dad de sus infancias. No eran conscientes de esa ve dad, estaban bloqueados debido al miedo que sentia quel nifio pequero que, de forma disociada, atin vi- via en su interior, y como adultos, ese miedo les im pedia ercer que saber la verdad no conllevaba un pe- ligro de muerte, Dado que, en nuestra sociedad, y 27 también en todo el mundo, este miedo esti respalda do por el mandamiento que nos obliga a hon nuestros padres, el temor permanece disociado, 0 puede asimilarse, Fue muy alto el precio que dichos escritores pagaron. por esta supuesta solucion, por esta desviada idealizacisn de los padres, por esta ne gacién del peligro real en Ja mas tierna inlancia, que ddej6 miedos fundados en el cuerpo, como veremos ex los ejemplos que enumeraré en su momento, Por des fgracia, podrian afadirse muchos mas esctitores. Los ud quee estas per sonas pragaron la relacién eon sus pad casos expnestos muestran con clari fermedackes, muertes tempranas 0 suicidios. La ‘ocullacién de la verdad del sufrimiento en sus infan- clas: se contradecfa plenamente con la sabiduria de sus cuerpos, sabidurfa que se plasmé en sus escritas 1 inconsciente; of cuerpo, habitado por cl nino antes despreciado, siguié sintiéndose siempre incomprendido y no respetado. Uno no puede hablar- le al cuerpo de preceptos étieos, Sus funciones, como Ja respiracion, la clrculactén, Ia digestion, reaccionan volo las emociones vividas y no a preceptos mora: les. El cuerpo se efffe a los hechos. Desde que estudio la influenci fancia sobre la vida adult que ejeree la in- he lefdo muchos diarios y nnumnerosa correspondencia de eseritores que me hi parecido part de sus comentarias he encontrado claves para com prender sus obras, su busqueda y su sufvieiento, que ‘empe76 en Ja infancia, pero envi tragedia permane cid inaccesible a sus conciencias y a sus vidas afect vas; en cambio, en sus abras si he detectado este drat larmente interesarues, En cada uno 28 ma -por ejemplo en las de Dostoievski, Nietzsche y Rimbaud-, y pensé que Io mismo habria podide suicederles a otras lectores. Me enfrasqué en sus bio fafias y constaté que en ellas se daban numervsos detalles de las vidas de esos escritores, de Factores ex termos, pero que apenas si se aludia a la mat que el individuo haefa Frente a los traumas de su in- fancia, a cémo le habjan afectado y marcado. Ha- blando con estudiosos de la literatura me di cuenta, ademas, del escaso o ningtin interés que en ellos sus- cituba este tema, La mayoria reacciond a mis prey las con verdadero desconcierto, como si mi intencién hubiera sido enfrensarme con ellos por algo inclecer- te, casi obsceao, y ensezuida desviaron cl tema de la conversacién. Pero no todos lo hic orés por el punto de vista que suge tun valioso material biografico, del que descle hacia tiempo tenian conocimiento pero que hast entonces les habia parecido insignificante. Son precisamente estos datos, pasados por alto y quizas Ignoracios por la mayorta de bidgrafos, los que he puesto de relieve parte de este libro. Eso me ha obligado a centrurme en un Unico aspecto, renuneiando exposicién de otros aspectos vitales de igual impor tancia, Por este motivo, el libro podria parecer esque matica o reduccionista, cosa que acepto, porque no quisiera que, con demasiades pormenores, el lector se apartara del hilo conductor del libro: la evident de las relaciones entre el cuerpo y la moral ‘Todos los eseritores gue aparecersin citados, a ex: cepcién tal vez. de Kalka, no sabian lo mucho que, de fon. Algunos mostra cen la prim 29 pequefios, habfan suitido por causa de sus padtes, y de adultos «no les guardavon rences conscientemente. Idealizaron a sus padres por com pleto; asf que seria muy poco realisia suponer que pucieron haber hecho frente a sus padres con su ver dad, verdad que el nino convertido en adulto no co: nnocfa porque su conciencia la habia reprimil, Esta ignorancia constituye la tragedia de sus as, en su mayorie breves. Los proceptos morales les impidieron, pese a su brillante talento, reconocer la lad que su cuerpo les revelaba, No pudieron ver ‘que estaban sacrificando sus vidas por sus padres, aungue lucharan, como Schiller, por la libertad, 0, como Rimbaud y Mishima, rompieran al menos aparentemente- todos los tabxies morales; © trastoca: ran, como Teyce, Ios cannes literarios y estéticos de su tempo 0, como Proust, vieran exitica y Iicidaren- te la burguesta, pero no el sufrimiento que les ocasio- naba su propia made, supeditada a dicha burguesia. Me he centrado precisamente en estos aspecios, en la perspectiva del cuerpo y la moral, porque, que yo sepa, sobre ellos atin no se ha publicado nada en nin. una paete. En el presente libro he recuperado algunas ideas de mis libros anteriores para explicarlas desde esta nueva perspectiva y formular preguntas que perma- necian sin contestar. Ya desde Wilhelm Reich, Ia ¢x- ‘perlencla terapéntica hizo patente que las emaciones intensas siempre se pueden rescatar, Pero hoy este fe~ némeno ha podido ise con mayor profundi 30 dad; ha sido gracias al trabajo de investigadores del funcionamiento del cerebro, como Joseph LeDour, Antonio R, Damasio, Bruce D. Perry y otros muchos. Ena actualidad sabemos que, por una parte, nuestro ‘cuerpo guarda memoria absolutamente de todo to ‘ue ha vivido alguna vez; ¥, por otra, que gracias all trabajo terapéutico sobre nuesiras emociones ya no estamos condenados a descargarlas en nuestros hijos ‘en nuestro propio sulrimiento. Por eso et la segur de parte me he centrado en hombres y mujeres de hoy que estén decididos a alvontar la verdad de su in- fancia y a yer a sus padres con realismo. Por des cia, a menudo el posible éxito de una terapl tra obstdculos si ésta se gufa porel dictado de la moral yelpaciente, aunque ya sea adulto, no puede entonces Iiberarse de la compulsion a debertes a los padre jo gratitud. De esta manera, Tos sentimientes autérticos almacenados en el cuerpo permaneceriin bloqueaclos, cosa que pasaré factura al paciente, pues los graves sintomas también permanecordn, Me imagino que las personas que hayan emprendido ms de un intento de terapia facilmente se habréin topado con esta proble: matica, ‘ Al profundizar en la relacién entre el cuerpo y la moral, di con dos aspectos mas que, a excepcidn del problema del perdén, eran nuevos para mi. Por una parte, me pregunté qué sentimiento cra ese al que también de adultos seguimos Harmando «amor a los padress; y, por otra, constaré que cl cuerpo se pasa la vida entera buscando el alimento que con tanta ur 31 gencia necesit6 en Ja infaneia pero que nunca rei bi6. En mi opinion, precisamente abt es donde reside cl origen del sufrimiento de muchas personas, La tercera parte del libro muestra emo, a de una «enfermedad reveladora», que se manific manera muy peculiar, el cuerpo se revuelve contra tuna alimentacién inapropiada, El cuerpo necesita la verdad a toda costa. Hasta que ésta sea reconocida, mientras los sentimientos auténticos de una pers hacia sus padres sigan siendo ignorades, la. perso: tna no se Itbrard de los sintomas. Sirviéndome de un lenguaje sencillo, he querido reflejar el drama de los pacientes con trastornos alimentarios, que erecieron sin comunicaci6n emocional, una comunivacioa que tampoco tuvieron en sus tratamientos. Me alegraria que ini descripeién ayudara @ algunos de estos pa- cientes a entenderse mejor a sf mismos. En el diario ficticio de Anita Fink se identifica claramente cual es la tan significativa fuente de la desesperanza (que no solo alcta a las personas anoréxicas, sino también ermos): el fracaso de una comunicacion ica con los padres en el pasado, una comunica- clan que se bused en vano durante toda la infancia, Sin embargo, el adulto podré ir superando esta bi ueda poco a poco en cuanto sea capaz de estublect auténtica comunicaciéa can otras personas. tradicion del sacrificio infantil esta profun: jente arraigada en la mayoria de las culturas y giones, por eso en nuestra cultura occidental se cep. ta y se tolera con gran naturalidad. Es cierto que ya 32 no sacrificamos a nuestros hijos a Dios, como Abra- ham estaba dispuesto a hacer con Isaac, pero ya des dle que nacen, y después, durante toda su edueacién, les cargamos con el deber de queremos, honrarnos y ‘obedecernos, de alcanzar metus por nosotros, de sa- lislacer nuestra ambicida, en una palabra, de daros todo aquello que nos negaron nuestros padres. A eso lo llamamos decencia y moral, El nino raras veces tiene eleecion. Si es preciso, se esforzaré toda su vida por davles a sus padres algo de lo que carece y que tdesconoce, parque nunca lo ha obtenido de ellos: un amor auténtico © incondicional, no sélo para cubrir las apariencias. Aun asf, se esforzard, porque incluso como adulto cree que necesita a sus padres y, a pesar de todos los desengafios, sigue albergando la espe rranza de obtener algo bueno de ellos. ‘Si el adulto no se lIbera de ese peso, este esluerzo puede ser su perdicisn, Produce slusion, compulsién, spariencia y autocngaio. ‘ El vivo deseo de muchos padres de ser queridlos v honrados por sus hijos encuentra su supuesta legit: maci6n en el euacto mandamiento. En cierta ocasién, vi por casualidad en televisién un programa sobre este terna en ¢] que Lodos Jos religiosos invitados, que profesaban diversas creeneias, afirmaron que habia {que honrar a los padres al margen de fo que hubieran hecho, Es asi como se incentiva la dependeneia de un nifty los ereyentes no saben que, de adultos, pueden abardonar esta posicién. A la Inz de los conocimien- tos actuales, el cuarto mandamiento encierra una contradiceisn, Bs verdad que la moral puede dietar lo ‘que debemos y no debemos hacer, pero no lo que de- 33 bemos sentir Porque mo podemos product ni clin nar sentimfentos auténticos; lo iinico que poslernos hhacer es disociarlos, mentimos a nosotros mismo y cengaiiar a nuestros cuerpos. Aungue, com he dicho antes, nuestro cerebro ha alm clones, ¥ éstas son recuperable por fortuna, se pueden transformar sin peligro en sen. senado muestras emo podlemos revivielas y ientos constientes, euyo sentido y causas pork mos reconocer si damos con un lestigo eémplice. La extvatia idea de que debemos amar a Dios para {que no nos eastigue por habernos rebelado y haberlo decepeionado, y nos recompense con su amor miseri- corilioso, es también una manifestacion de nuestra dependencia y necesidad infantil, al igual que la acep- tacion de que Dios, coma nuestros padres, esta se- diento de nuestro amor. Pensindolo bien, eno es ésta una idea del todo grotesca? Un ser supremo, que de pende de sentimientos falsos porque ka moral asf lo dictamina, recuerda mucho la necesidad que tenian nuestros padres frustradas y no aixténomos, Sélo las personas que nunca han puesto en tela de juieio a sus propios padres ni su propia depencencia pueden I mar Dios a este ser. 4 I Decir y ocultar Pues prefiero tener ataques y gustar yno Carta ase made 1 La veneracién a los padres y sus tragicas consecuencias Dostoievski, Chéjov, Kafka, Nietzsche Al estudiar a das autores rusos, Chéjov y Dos- toievski, cuyas obras tanto significaron para mf en mi juventud, descubri que en el siglo xix el mecanis. ‘mo de disociacion estaba a la orden del dia, Cuando, al fin, logré deshacerme de mis to a mis padres y ver claramente las consecueneias que sus malos tralos habfan tenido en mi vida, abri los ojos y me Bjé en hechas a los que antes no habs dado importancia alguna. Por ejemplo, eh una bio: grafia sobre Dostoievski, lei que su padre, que empe: 26 ejerciendo de médico, hered6 hacia el final de su vida una finca con cien siervos, ¥ los traté con tal violencia que éstos acabaron maténdolo, La brutal dad de este hacendado debio de exceder en mucho a Ia normalidad; de lo contrario, equé explicacién tiene que los es sneral amedrentados, prefirie- rain el castigo de la expulsidn a seguir sulsiendo bajo ese regimen de terrar? Asi pues, cabe suponer que el hijo de este hombre también estuvo expuesto a esta bbrutalidad; y yo queria ver como el autor de novelas conocidas en todo el mundo habia asimilado esta si uacion en su historia personal. Naturalmente, cono- Javos, en 37 cfa su deseripeién del padse despiadado en Ia novela Los hermanos Karamazov, pero lo que yo 4) saber cémo habia sido su verdadera relacién con su padre. De modo que busqué en sus cartas pasajes alusivos a ello, Aunque lei muchas, no encontré nin: guna dirigida a su padre y sélo una menei6n que el hijo manilestaba por su padre un earino y un amor absolutos; en cambio, en casi todas las cartas, Dostoievski se quejaba sobre su situacion econdmnica y pedia ayuda en forma de préstamo. A mi juicio, sus tas reflejan con claridad tanto el miedo de! nino, ‘ala constante amenaza vital que pendia sobre él come Ja desesperada esperanza de que el benevolente desti- natario comprendiera su necesidad. Como se sabe, la salud de Dostoievski era muy precaria. Padecia insornnio crénico y se quejaba de que tenfa pesadillas en las que, probablemente, allo- raban sus traumas infantiles sin que él fuera cons ciente de ello, Durante décadas sufvis, ademas, de alaques epilépticos. No obstante, sus bidgrafos ape- nas han establecido una conexién entre estos atagues y su traumadtiea infancia; al igual que tampoco se han percatado de que su adiccion al juego de Ja ruleta ‘ocultaba la biisqueda de un destino favorable, Es ver- dad gue su mujer le ayudé a superar sw adiceién, pero no le sirvid de testigo cémplice, y en aquella Spoca, inchiso mas que ahora, nadie se planteaha hat cer el menor reproche a sus padres. en la Una situacién similar encontré en Anton Chéjow quien en su relato AI padre describe, al parecer, con 38 | gran precision a la persona de su padre, un antiguo esclavo y ex alcohélico. El relato trata de un hombre que bebe y que vive a costa dle sus hijos, de cuyos éxi tos se propia para cubrir sus carencias intemas, pero que nunca ha intentado ver edmo son sus hijos de verdad; un hombre que nunca ha tenide un yes to de carifio hacia alguien ni de dignidad consipe mismo. Este relato, una obra literaria, permanecit completamente disociudo de fa vida conscients Cigjov. Si el autor hubiese podido ses taba su padre en realidad, a buen seguro se hy axergonzado © hubiera estallado de indignacion, pero fen su tiempo eso era impensable. En lugar de rebe larse contra su padre, Chéjov mantuvo a sus expensias a toda su familia, incluso en épocas en las que wana: ba muy poco. Pagaba el piso de sus padres en Moser y se ocupé de ellos y de sus hermanos, Pero en st epistolario encontré pocas referencias a su padre, Cuando lo nombra, 1as tud de total benevolencia y comprensién por parte del hijo, No hay ni rastto de la exasperacivin por las brutales palizas que de pequetio su padee le propina- ba casi a diario. Con poco mas de treinta afios, Ché- jov fue @ pasar unos meses a la isla de Sajalin, una colonia penitenciaria, para -como él declars- dese bir Ia vida de los condenados y las torturas y malos tratos que padectan, Al parecer, la concieneia de sa- berse uno de cllos tambien permanecié disociada en €l, Los bidgralos atvibuyen su temprana muerte, a los cuarenta y cuatro afios de edad, a las atroces condi clones que imperaban en la isla de Sajalin. Sin em argo, tanto Chéjov como su hermano Nicolai, que tas testimonian wna acti 39 CILTLILILLLILILILIIUtitliiriircriwttttt murié sienda adn més joven que él, sufrieron de 1 berculosis toda su vida. En Du sollst nicht merken [Prohibido sentir], de mosiré que el hecho de escribir ayud6 a sobrevivir Franz Kafka y a otros autores, pero no basté para li herar del todo al nifio encadenado que Hevaban den tro y devolverle la vida, la sensibilidad y la seguridad npo atts perdidas, porque pars dicha liberacion cs imprescindible un testigo complice. Bs cierto que Franz Kafka tayo en Milena, y so- bre todo en Ottla, su hermana, dos tesligos de su Irimienio, Podia sincerarse con ellas, pero no hasta cl punto de hablar de sus antiguos miedos ni del su- Irimienio infligido por sus padres. Eso era taba. Sea como fuere, finalmente, escribi6 la eélebre Carta al padre, pero no fue a su padre a quien se la envio, sino a su madre, a quien le pidié que se la entregase ulre buscé al testigo complice, tuvo la anza de que, al fin, gracias a est carta, ella en- tondliera su sutrimiento y se ofrectera a actuar de in- ermediaria, Pero la madre escondié la carta y jamas trat6 de hablar con su hijo det contenido de la mis ima, Sin el apoyo de un testigo eémplice, Kafka no estaba en condiciones de enfrentarse con su padre, El temor al amenazador exstigo era demasiado gran de. Pensemos por un momento en el relato La conde ha, que describe este miedo. Por desgracia, Kalka no (nia a nadie que le apoyara y le animara a enviar esa carta, Quizas ésa hubiera sido su salvacion. El solo no pudo dar este paso; por el contrario, enfe 0 de tuberculosis y murié con poco mis de cuarenta Algo parecido se observa en Nietzsche, cuyo dra- ma expuse en La lav perida y en Abruch der Schwei- gemauer [Rompiendo el muro del silencio}. A mi en. tender, las magnificas obras de Nietzsche son un grito que llama a lberarse de Ia mentira, la explota- on, la hipocresfa y el conformismo, pero nadie, y menos que nadie, pudo wer cusinto sufrié ya dese nifio. Sin embargo, su cuerpo sintié siempre esta car- ga. Desde muy pequeno luché contra el reuma, que, igual que sus fuertes dolores de cabeza, sin duds ‘na habria que anibubra la represion de Ia intensas. Tuvo asimismo otros muchos problen salud; presuntamente, cayé enfermo hasta cien veces cen un solo ao escolar. Nadie se percaté de que el su- frimiento provenia de la hipécrita moral qdie regia la ‘vida de entonces, porque todos respiraban el mismo aire que el. Pero su euerpo acusé las mentiras con és claridad que los demas. Si alguien hubiese ayu- dado a Nievzsche a aceptar Jo que su cuerpo sabia, no habria tenido que «perder Ta, razdn» y sexuir clego hasta el fin de sus dias para no ver asi su propia verdad, al 2 La lucha por la libertad en Jos dramas teatrales ¥ el grito ignorado del cuerpo Friedrich von Schiller ‘Todavia hoy, a memudo se afirma que los nifios no sulren ningtin dafio cuando se les pega, y son muchas las personas que ereen que su propia vida es una muestra de dicha afirmacién. Podrén creer esto mien- tras permanezca oculta Ja relacién que existe entre las enfermedades que padeven en la vida adulta y los golpes recibidos cn la infancia. El ejemplo de Schiller pone de manitiesio lo bien gue funciona esta oculta- cidn, aceptada sin eefticas a lo largo de los ulvich von Schiller past sus tres primeros y de- cisivos afios de vide al Indo de su carifosa madre, junto a la que pudo desarrollar su personalidad y su cnorme talento, Cuando tenia cuatro afios, su padre, un déspota, volvié de la larga guerra, Friedrich Burs chell, el bidgrafo de Schiller, lo describe como un hombre severo, impaciente, prope -batos de célera y emuy abstinado». Seatin él, el objetivo de Ja edueacién era impedir las ms tdneas y erealivas de su alegre hijo. A pesar de ello, el rendimiento escolar de Schiller fue alto n inteligencia y a sw autenticidad, que, all amparo de la seguridad alectiva de su madre, pudicron desarro: 30.4 los a ifestaciones espon: 2 Harse durante sus primeros anos de vida, Pero a los ‘rece atios ol joven ingresé en la academia militar y ssultié lo indecible con la disciplina a ka que tave ‘que someterse. Como mais tarde le suceders al joven Nietzsche, contraerd numerosas enfermedades, ape- nas si podrd concentrarse, en ocasiones pasar seme. nas en la enfermerfa y acabara contindose entre los peores alumnos, Este descenso de su rendimienta se deberd a sus enfermedades; es evidente que a nadie se le ocurrié que la cruel y absurda disciplina del in ternado, donde tuvo gue pasar ocho anos, destroz6 totalmente su. cuerpo y sus ener para expresar su necesidad, otro lenguaje que las en: fermedades, el lenguaje muda del cuerpo, que darn: te siglos no fue comprendido, Friedrich Burschell escribis lo siguiente de esta escuela: fas. No encontrs, Alli se descargé el desbordante patetismo de un joven sediento de libertad que, en los anos de mi yor susceptibilidad, debié de sentirse encarcelado, Pues las puertas del recinto no se abrian mas que para el paseo obligatorio que los alunos daban bajo vigilancia militar, Durante estos ocho anos, Schiller no tuvo pricticamente ni un dia libre, slo de vez en cuando disponia de un par de ho- ras, Por aquel entonces 0 se conoeian las vaca clones escolares, no habia permisos, El trans del dia estaba regulado de mancra militar. En los grandes dormitarios los despertaban en verano a Tas cinco y, en inviemna, a las seis. Las suboficiales supervisaban los batios y que las camas estuvieran 43 bien hechas. Después los alumnos marehabaan has ta la sala de maniobras para formar, de ahi pasa ban al comedor para el desayuno, consistente eit pan y sopa de hazina. Toda actividad estaba rey da: sentarse, entrelazar las manos para rez a cha, De sicte a doce habia clases, A continuacion venta la media hora en la que Schiller vecibia la mayoria de las reprimendas y lo Iamaban cerdo: era e! momento del aseo, el Hamad propreté. Luc- a que ponerse el uniforme de desfile: la fal- da plomiza con solapas negras, el chaleeo blanco ylos calzones, las vueltas, las botas y la espada, el ticornio riheteado y el plumero. Como el dugue* no soportaba a los pelirrojos, Schiller tenia que cubritse el pelo con unos polvos; ¥ Tevaba, all igual que los demas, una larga trenza postiza con los papillotes pesados a las sienes, Ast atavindos, Jos alumnos marchaban para la formact6n de me- cel comedlor: Después de comer tenian que pasear y hacer contintiacion habia clase de dos a seis, y luego otra vex.propreté, El resto del dia lo dedicaban al estu- dio. lumediatamente después de cenar, se iban a la cama. Hasta los veintitin afios estuvo el joven Schiller encorsetado en la camisa de fuerza de este régimen elernamente rutinariow (Burschell 1958, pag. 25). goal © sevefore al dagye de Warernbens a igre ga eu See cao pues aque yodmint aus possstonce (4d a 1) Schiller suliié siempre de doloresos calambres en distintos érganos; a partir de los cuarenta sucedlieron graves enfermedades, que le provocaban ‘llitios y que Io ponian constantemente al bade de la muerte, muerte que tuvo lugar a sus euarenta y seis anos. ‘A mi juicio, no eabe duda de que estas fuertes ea Jainbres son achacables a los habituzles castigos eor porales que sufié en su infancia y a la eruel diseipl na de su javeatud. En realidad, el encarcelamiento empezs antes de la excuela militar, con su padre, aiien de modo sistematico luchaba contra los sent imientos de alearia de su hijo, y contra los suyos pro pios: Hamaba a eso autodisciplina. Ast, por ejemplo, ordenaba a sus hijor que dejaran de comer y se lev taran de la mesa no bien notasen que disfru lo comida, El padre hacks lo mismo. esta extravagante manera de suprimir cualquier cal dad de vida o disfrute fuera desacostumbéada, pero el sistema de la academia militar do en aguel tiempo, una rigida eclucacion «prusia nia», cnyas consecuencias nadie calibro, La atmésfera de esta escuela recuerta algunas deseripciones de los campos de eoncentraci6n nazis. Sin duda, el sadism estatal organizado era alli alin mas pérfido y cruel que en las academias militares, pero sus ralces esta ban en el sistema de educacién de los siglos anterio res (véase A, Miller 1980), Tanto los que ordenaban como los que ejecutaban la barbarie sistematien hay bian experimentado de pequefios las palizas en » uerpos y un sinfin ce métodos de humillacida que hhubian aprendido a la perfeccidn, de modo que ms staba muy extendi 45 tarde pudieron a su ve7 infligirlos, sin se: culpa y sim pensar, a otras personas 4 ss poder, como los nifios 6 los presos. {6 la. necesidad de vengar en los demas el terror suf do enel pasado, pero, a consecuencia de la brutalidad que sports en la infancia, su cuerpo padecio a lo lar 80 de toda su vida, Naturalmente, el caso de Schiller no es infrecuen. te, Millones de hornbres pasaron de niiios por escuc- las parecidas, donde aprendieron lencio a la fuerza de la autoridad so pena de que los castigaran con duveza o incluso que Jos mataran. Es tas experienetas contribuyeron a que acataran el cua to mandamniento ya que inculearan con severidad en sus hijes la idea de que jams debia cucstionarse esta autoridad. No es de exirafias, pues, que los hijos de los hijas de esos hombres afirmen todavfa hoy que las palizas sélo les reportaron beneficios. Sin duda, Schiller es, no obstante, una excepe por cuanto en todas sus obras, desde Los barrtidas hasta Guillenno Tell, luché incesantemente contra el jercicio del poder ciego por parte de las autoridades y. a través de su sublime lenguaje, dejé que brotara fen muchas personas la esperanza de que esta batalla algtin dia pudiera ganarse. Pero lo que Schiller igno- rraba era que la protesta contra las ordenes absurdas de la utoridad, que aparece nutria de las mds tempranas experiencias de su cuer- po, Su sultimiento a manos de sa tiranfa ejercida por su padre lo impulso a ever bir, pero no Tue consciente de esta motivacién. EL queria escribir una literatura bella y sublime. Queria Schiller no sin doblegarse en si en todas sus obras, se 46 ccontar la verdad a través de lus figuras histérieas, y lo consigui6 de forma prominente. Pera munca salié a la luz In verdad completa acerca de lo que suftio por culpa de su padre, verdad que permanecié oculla hasta su temprano fallecimiento. Fue un misterio para él y lo ha sido para la sociedad, que lo ha admi- rado desde hace siglos y fo ha considerado un mode- lo, porque, en sus obras, luché por la verdad y la li beriad. Pero sélo por la verdad aceptada por la sociedad. Si alguien le bubiera dicho: «No tienes que honrar a tu padre. Las personas que te han hecho dao no necesitan ni tu amor ni tu respeto, aunque sean us padres. Has pagado el tibuto de este respeto, ‘con el tremendo suplicio de tu cuerpo. Si dejas de so. meterte al cuarto mandamiento, podrés liberarte» gse habria asustado el valiente Friedtich von Schi lier? ¢Oué habria dicho? 4a 3 La traici6n a Jos recuerdos Virginia Woolf, Hace ms de veinte aos que, en Du sollst nicht merken (Prohibido sentir], eseribt sobre la escrito: ta Vinginia Woolf, quien, igual que su hermana Va- nessa, de pequefia fue vfetima de abusos sexuales por parte de sus dos hermanastros. Segiim Louise DeSal- ‘o (1990), en sus voluminosos diarios Virginia Wool ible época, en la que no se atrevia a contarles su situacién a sus padres, porque no podia esperar de ellos apoyo alguno. La escritora sulri6 depresiones durante toda su vida, No obstante, tuvo fuerzas para trabajar en sus obras literarias con, Ja esperanza de poder asi expresarse y superar, final- mente, los horribles traumas de su infancia. Pero en 1941 gané la depresion y Virginia Wooll se lanzé menciont siempre esta te Ganda en Du sols nicht merken describ su des Vino, me faltaba un dato importante, que no supe Tuasta muchos afios despues. Fl estudio de Louse DeSalvo explca gue, tray la Tectara de las obras de Freud, Virginia Woolf empead a dadar Ue la autent Cidade sus recuerdos, gue usto antes habia ants do en sus bosquejos autobiognificas, a pesar de que 45 por medio de Vanessa podfa constatar que ésta tam- bign habla sufrida abusos por parte de sus hermanas tos, DeSalvo escribe que desde entonces, siguiendo a Freud, Ving plar el comportamiento humano como To habla he- cho hasta el momento, como la consecuencia ligica de las experiencias infantiles, y verio como el fruto de los instintos, las funtasias y los deseos. Los escritos de Freud confundieron por completo a Virginia Woolf: por un lado, ella sabia perfectamente lo que habfa su cedido, y, por otro, deseaba, como casi todas las vieti- mas de abusos sexuales, que esto no fuese cierto, Al fin, siguié las teorias de Freud y sacrificé su memoria negando lo ocurrido, Emper6 a idealizar a sus padres ya ver de manera positiva a toda su familia como. munca antes habia hecho, Despads de dale Freud, se sinti6 insegura, confusa y, en adelante, s¢ creyo que habia enloquecido, DeSalvo eseribe: «Estoy convencida de que su decision de suici arse pone de relieve lo que defiendo en mi tesis Led Desde mi punto de vista, Ii relicién causa. efcetn que Virginia habia tratado de wabajar per dio todo su fundamento a causa de Freud, por lo ue se vio obligada a desdécirse de sus propias ex: plicaciones sobre su depresion y stt estado anim co. Fabia partido de la base de que podia achacar su situacién a Ta experienc! fancia, pero al seguir a Freud, nuvo que considera otras posibilidades: que sus recuerdos estaban distorsionados, si no eran incluso falsos, que no eran una viveneia real, sino una proyeceidin de sus se eslor2d para dejar de contem- ineestuosa de su in 49 deseos, y que el suceso en si era producto de su imaginacién» (DeSalvo 1990, pag. 155) Tal vezel suicidia habria podtide evitarse si Virginia Woolf hubiese tenido un testigo cémplice con quien poder compact ‘que tan tempranamente sulrid, Pero no tena a nadie ¥y creyd que Freud era el experto, Los escritos de éste ia contin firié dudar de sf misma a dudar de Sigmund Freud, Ja gran figura paterna, gue representaba los criterios, de la sociedad de aguel iempo, Por desgracia, éstos no han cambiado mucho desde entonces. En 1987 el periodista Nikolaus Frank vivié la indignacton que provocé un comentario que hizo en una entrevista para Ia revista Stern, en la que dijo que munca perdo- naria la crueldad de su padre. El padre fue jele del distrito de Cracovia durante la guerra y permitié que muchas personas sufrieran atrocidades. Pero toda la sociedad esperaba que el hijo fuese indulgente con este monstruo, Alguien escribié a Nikolaus Frank ‘que lo peor que su padre habia hecho era (ener un hijo como jentas sobre la crueldad lieron y desorientaron mucho; aun asi, pre 50 4 El odio hacia uno mismo yel amor no sentido Arthur Rimbaud Arthur Rimbaud naci6 en 1854 y murié de cine en 1891, a Ja edad de treinta y siete afios, meses des: pués de que le armputaran Ja pierna derecha. Ywes Bon nnefoy dice que su madre era dura y brutal, al que todas las fuentes coinciden: «La madre de Rimbaud era un ser in, una mujer arrogante, testaruda, y de un odio soterrado y una sequedid obstinada. Un modelo de pura y arrolladora energia tfida de una re ligiosidad santurrona; de las asombrosas cartas que escribié en 1900 se desprende incluso que es taba enamorada de la destruceién, de la mi £COmo no acordarse en este punto de su entusias mo por todo aquello que tuviera que ver con los cementerios? A los setenta y cinco altos quiso que los sepultureros la metieran en la tumba, en lt que mas tarde serfa enterrada entre sus hijos ya fallecidos, Vitaliy Arthur, para de esta manera sa- borear las tinieblas por anticipado» (Bonneloy 1999, pag. 17). 51 SERS ISSSSFIGGII IG SIGNGG EIT TST eCémo debi6 de ser para un nitio inteligente sensible crecer junto a una mujer asf? Lat respuesti testi en la poesia de Rimbaud. El bidgralo prosigwe lla tratd, con todas sus fuerzas, de imped in termampir su inevitable maduracién. Cuando me nos, cualquier deseo de independencia, de Ii tad, debia ser cortado de ratz, Para el joven, que se sentfa huérfano, la relaciom con su madre se convirtis. en odio y fascinacién, Rimbaud dedujo oscuramente que era él el culpable de no recibir amor Se rebelé contra su progenitora con furia, Se revolvié con toda la fuerza de su inoceacia con- tra su juezs (1hid., pag, 17) Lo madre sometié a sus hijos a su completo con- trol y lamé a eso amor maternal, Su jeven y Iicido id esta mentira y se percats de que la Constante preocupacién par las apariencias no tenia ada que ver con el verdadero amor, pero no pudo sulmitir plenamente esa pereepci6n, ya que como nifio necesitaba a toda costa el amor, al menos Ta ilu- sién del amor. No podia odiar a su madre, que, apa- renterniente, tanto se preocupaba por el; de modo que Uirigi6 su odio conta si mismo, con el conver miento inconsciemte de que merecfa esa mentira y esa frialdad, La repugnancia q contra la ciudad de provincias donde vivia, eontra Ia falsa moral, a semejanza de Nietzsche, ¥ contra st mismo, Durante tod st vids trate de huie de estos, sentinientos con ayuda del aleabol, del hachis, de ka absentia, del opio y tambien de largos viajes. Se esea 1p6 dos veces de su casa cuando asin era adolescente, pero en ambas ocasiones fueron a buscarlo y lo de- volvieron a su easa, En su poesfa se refleja el odio que sicnte hacia sf mismo, pero también la biisqueda del amor que en sit primera infancia le fue tan rotundamente negado, Mas adelante, en su etapa escolar tendra la suerte de encontrarse con un profesor que, en los decisivos anos de la pubertad, se convertira para él en un lea amigo, un compaticro y un apoyo. Fsta confianza le permitis eseribie y dedicarse a sus pensamientos filo- sélicas, Sin embargo, lit fo mantenicn- dole encadenado a su estrangulaniento. Intent6 di por el afiorado amor con fancia si sipar su desespera consideraciones filosofieas acerca amor verdadero, Pero eso quedaba en una abstrac cin, porque, pese a su rechazo racional de la moral la esencia del sigue estando emocional y lealmente sometido a & Puecie sentir asco hacia si mismo, pero nocacia stt ‘madre: ofr los dolorosos mensajes de sus recuerdos infantiles destruiria Jas esperanzas que de nifio Te ayudaron a sobrevivis, Rimbaud escribid una y otra ver que sélo podia confiar en sf mismo, ¢Qué debié de aprender de pequeno si su madre, en lugar de bbeindarle amor autén clones y su hipocresia? Su vida entera fue an joo, s6l6 le olvecid sus ab dioso intento de eseapar, mediante cuantos medios estuvieron a su alcance, a la destruceion de su madre |A los jovenes que vivieron una infancia similar a la de Rimbaud es probable que les fascine su poesia por esa razén, porque cn ella pueden vislumbrar va amente su propia historia, 53 ‘Todo el mundo sabe que Rimbaud y Paul Verlaine estuvieron muy unidos. Parecia que, al principio, el anhelo de amor y comunicacién auténtica de Rim baud se veia satisfecho con esta amistad, pero tanto, su desconfianza, nacida durante la infaneia y que afloré en la intimidad con un ser querido, como el pasado de Verlaine 19 permitieron ese amor: El refu isio en las drogas les impidié a ambos vivir con la sin ceridad que buscaban. Se infligieron mutwamente ‘demasiadas heridas y Verlaine acabé siendo tan des- tructivo como la madre de Rimbaud; hasta dos veces lo hirie de bala estando borracho, lo que le vall6 dos aos de carcel Para salvar el wamor» verdadero del que carecié en su infancia, Rimbaud buseé este amor en la caridad, cen Ja comprension y la compasién por el otro. Quiso darle a su amigo lo que él no habia recibido. Querfa enienderlo; ayudarlo, entenderse a sf mismo, pero las emociones reprimidas de su infancia desbarataron continuamente sus intenciones. No encontré ningu: na liberacién en la earidad eristiana, ya que su inco- sruptible percepcién no le permitia autoengano alga no. Asf pues, se pasé la vida en constante busca de su propia verdad, que permanecié inaccestble porque aprendié demasiado pronto a odiarse a sf mismo de~ bido a Jo que le hizo su madre. Se considers un monstruo, vivié su homosesualidad como una carga y su desesperacién como un pecado. No obstante, no Se permitié divigir su interminable y justificada ira hacia el lugar de donde procedia, hacia Ia mujer que la retuvo cautivo mientras pudo. Quiso liberarse de a durante toda su vida por medio del con cesta pris 54 sumo de drogas, de los viajes, de las ilusiones v, sobre toda, de la poesta. Pero en todas sus desesperados in- tentos de abrir las puertas que habrian de liberarle Inala una qule siempre permanecia cerrada: la puerta, de acceso a la realidad emocional de su infancia, a los sentimientos del nino que, sin un padre que lo protegicra, tuvo que crecer junto a una mujer grave: mente perturbada y perversa. La biografia de Rimbaud es un ejemplo de cmo el cuerpo se ve obligado a buscar durante toda una vida al alimento auténtico del que se ve pr temprano, Rimbaud se sintis impulsadlo 2 sutisfacor una carencia, de saciar ser saciada. Su adiccién a las dro, viajes y su amistad con Verlaine pueden contemplar se no sélo como una huida de la madre, sino tambien como la biisqueda del alimento que ella le nex6. Pada que esta realidad interna siempre fue ciente, la vida de Rimbaud estuvo marcada por Ia compulsion a la repeticién, Tras cada huida fallida, volvié al lado de su madre, como también hiciera al separarse de Verlaine y al término de su vida, de pués de haber sacrificado ya su ereatividad, de abandonado la eseritura hacia aos y, por consi gulente, de haber satislvcho de modo indirecto las as- piraciones de su madre convirtigndose en un hombre de negocios, Rimbaud pasé los iiltimos momentos previos a sn muerte en el hospital de Marsella, pero poco antes habia reeibida los cuidados de st madre y de su hermana en Roche. Significativamente, su li queda del amor materno finalizé en la earcel de su Infancia. ado muy jambre que ya no podia

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