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Concurrencias
Latinoamericanas
Publicación de la Asociación
Latinoamericana de Sociología (ALAS)
Hecho en México
Printed in Mexico
PRESIDENTE
Jaime Antonio Preciado Coronado (México)
VICE-PRESIDENTE
Alberto Leonardo Bialakowsky (Argentina)
SECRETARIO A DJUNTO
Adrián Scribano (Argentina)
DIRECTIVOS
María Isabel Domínguez (Cuba)
Paulo Henrique Martins (Brasil)
René Martínez Pineda (El Salvador)
Jorge Rojas Hernández (Chile)
C OMITÉ CONSULTIVO
Integrado por todos los Ex-Presidentes ALAS
A SESORES EDITORIALES
Jaime Preciado Coronado
Alberto L. Bialakowsky
Adrián Scribano
Paulo Henrique Martins
Julio Mejía Navarrete
EDITOR
Eduardo Andrés Sandoval Forero (México)
C OEDITORA
Alicia Itatí Palermo (Argentina)
CONTENIDO
Número 1 / año 1 / abril de 2009
ISSN (en trámite)
9 Presentación
Reseñas
293 Reseñas
315 Colaboradores
321 Colaboraciones
PRESENTACIÓN
N
os complacemos en presentar el primer número de la revista Controver-
sias y Concurrencias Latinoamericanas, una importante iniciativa en la que
se materializan, como ya se ha dicho en la presentación del Boletín ALAS,
grandes anhelos por establecer programas editoriales ambiciosos dentro de una es-
trategia asociativa que incluye: el Boletín electrónico, una colección de libros en
línea (destinada a los grupos de trabajo de nuestra asociación y al relanzamiento de
la REVISTALAS), y un revistero electrónico sobre la producción en Sociología y Ciencias
Sociales de toda Latinoamérica. De este modo se confirman y concretan dos líneas
programáticas de la estrategia editorial ALAS, donde el libre acceso, la difusión de
la producción y la excelencia, aunada a un sentido crítico y de construcción social
alternativa, transforman, como condiciones y derechos básicos, la comunicación
científica social en una oportunidad de vínculo, sin la cual resultaría muy difícil
alentar la producción de conocimiento con significados autónomos, acordes con las
exigencias sociales contemporáneas en América Latina y el Caribe. Se trata de ini-
ciativas que convergen en la fuerza asociativa de la organización del XXVII Congreso
ALAS, “Latinoamérica interrogada. Depredación de Recursos Naturales, Democracia
Participativa, Escenarios Productivos y Construcción de Conocimiento”, organizado
por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, y en el
que participan, como coorganizadoras, las universidades nacionales de Argentina
que cuentan con carrera de sociología: Comahue, Cuyo, La Plata, Litoral, Mar del
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Plata, San Juan, San Martín, Santiago del Estero y Villa María, así como el Consejo
Interuniversitario, organismo que agrupa universidades de Chile (Universidades de
Concepción y de Chile), México (Universidad Autónoma del Estado de México,
Centro Universitario de Tijuana y CUSH de la Universidad de Guadalajara), Uruguay
(Universidad de La República) y Perú (Universidad de San Marcos).
Lo que buscamos con todas estas iniciativas es “establecer la palabra”, salvo que
se produzca una interpretación muy reducida y solipsista. Hablar significa imaginar
al otro, y ese otro no tendría ninguna razón de ser, de acuerdo con Bourdieu, si
la asimetría se instalara de inicio como una ilusión fetichista y manipuladora del
ilustrado, quien suspende al otro en la ilusión de pura recepción. Instalar la palabra
significa, entonces, optar por un tipo de vínculo y visión propias acerca de la reali-
dad latinoamericana. Una palabra-vínculo con un paradigma crítico, que lanzada
exprese una voluntad cargada de utopía, dicha en su sentido más intenso de crítica,
de rebeldía y de promesa, lo cual nos permite pensar que “otro mundo latinoame-
ricano es posible”.
A pesar del desdibujamiento del paradigma crítico de la dependencia, hoy existe
una compleja y rica realidad en la que se prefigura con fuerza un pensamiento crítico
que es objeto de debate, y aunque todavía no tiene suficientes consensos, es plural,
puede evitar relativismos posmodernistas, reconoce a los nuevos sujetos históricos
que emergen en movimientos sociales, en el reclamo de la diversidad cultural, que
cuestiona sentidos de acción social y gubernamental y se pregunta sobre la vigencia
del debate reforma-revolución y del socialismo del siglo XXI. Un pensamiento que se
plantea preguntas sobre la implicación del profesional y del académico en la diná-
mica real, así como del papel del yo colectivo en el nosotros social.
En la década de 1970, las dictaduras militares y la mayoría de gobiernos “civi-
les” de América Latina modelaron una cartografía social de la violencia, de la re-
presión, tortura y desaparición forzada de sus opositores para silenciarla y enclaus-
trarla. Esos autoritarismos provocaron que a los años ochenta se les considerara la
“década perdida” en América Latina para la mayoría de la población. Sin embargo,
a la par del auge neoliberal emergió la resistencia y se descubrieron ciudadanías
diversas, una sociedad civil heterogénea con crecientes polos populares que em-
plazan la democratización de las sociedades y de los regímenes políticos vigentes
en la agenda pública.
En los años noventa creció la hegemonía neoliberal, lo cual incrementó el dete-
rioro económico, por lo que nuestra región continuó sometida al implacable mer-
cado; pero también dio comienzo a un nuevo ciclo político, indisociable de un
nuevo ciclo social de creciente organización y refuerzo de las resistencias. Así, entre
la protesta y la propuesta emergen alternativas al capitalismo. El siglo XXI nace en
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medio de esos dos ciclos: hay cambios en los gobiernos nacionales, que colorean,
de manera heterogénea y hacia la izquierda, el mapa de Latinoamérica: en toda
la región surgen, cada vez con más fuerza, nuevos sujetos sociales, de base local,
nacional y altermundistas —particularmente en el Foro Social Mundial— que recla-
man su autonomía material e intelectual.
Nuevos significados políticos y geopolíticos de la integración latinoamericana
exigen un pensamiento social de época. Se trata de un doble desafío: por una parte,
hay dos experiencias intergubernamentales con planteamientos integracionistas au-
tónomos; mientras que, por otro lado, los movimientos sociales enfrentan el desafío
de un imaginario social, alternativo al capitalismo. Desde los gobiernos, la UNASUR y
la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) recuperan un sentido latinoamerica-
nista y, simultáneamente, se fortalecen identidades supranacionales, interétnicas e
interculturales: por la región se extienden diversas formas de resistencia social que
apelan a Bolívar, a Martí, a Juárez, a Mariátegui, a Tupac Amaru o a Emiliano Zapata.
Esta América Latina contemporánea registra una creciente gama de organizaciones
indígenas que construyen liderazgos intelectuales propios. Sin embargo, hay otras
prácticas sociales que buscan legitimar al régimen dominante, y en las que persevera
un neopanamericanismo, que no logra disfrazar la fragmentación y exclusión que
el neoliberalismo produce en nuestra región. En este contexto, las ciencias sociales
son constantemente interpeladas, y, a la par de un pensamiento crítico renovado,
opuesto al pensamiento único, hay un auge mundial del pensamiento latinoameri-
canista que recoge estos debates.
Durante las cuatro últimas décadas, la sociología y las ciencias sociales buscan
nuevos paradigmas acordes con desafíos de transformación y recuperación social,
como los planteados. Desde nuestra región, se participa en discusiones mundiales
y formulación de teorías de acción social, adecuadas a nuestro entorno local y na-
cional, que penetren el entramado cultural, axiológico y científico de las ciencias
sociales, y se alejen del empirismo y el pragmatismo dominante en las ciencias an-
glo-euro-sajonas. Empero, al respecto hacen falta consensos en nuestra comunidad
académica. Ante esto, la estrategia intelectual de ALAS consiste en apoyar la construc-
ción de un paradigma de referencia. Nuestra región es rica en nuevas búsquedas,
apoyadas en la investigación participativa, la investigación-acción, o en propuestas
creativas, como la co-investigación, las cuales generan tensiones creativas entre in-
vestigador-productor de conocimiento y el receptor-sujeto de la acción, entre masas
y actores colectivos negativizados y sujetos positivizados.
La unidad entre sujetos positivizados, a quienes les precede la teoría o la ideolo-
gía en sus múltiples significados del “en sí” de la clase trabajadora, no se manifiesta
internacionalmente más allá de algunos casos como el movimiento sindical que dio
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origen al PT en Brasil. Tampoco ha sido usual imaginar que las masas negativizadas,
las poblaciones moduladas por la pobreza, la ignorancia y la indigencia, pudieran
superar la teoría o utilizarla. Afortunadamente, el prejuicio iluminista de la propia
teoría crítica termina por romperse, y son los pueblos y los movimientos de los
sujetos colectivos negativizados los que irrumpen en la escena política contra el
monumental TLC, en México; los despojados de tierras, en Brasil; los sin trabajo,
en Argentina; y los movimientos indigenistas contra la dilución de sus culturas, en
México, Bolivia, Perú, Guatemala, Colombia y Ecuador. La teoría y el flujo intelec-
tual post-cede, no ante-cede, y esto es un gran motivo de ruptura, que siembra en
lo profundo un nuevo tipo de construcción de conocimiento social, y, entonces, lo
imprevisto ocurre: estamos al borde del descubrimiento, prestando atención —por
qué no— a los significados de la dialéctica negativa. Quizá se inicia una nueva fase
en la aventura fascinante del conocimiento colectivo social en Latinoamérica. Un
conocimiento nuevo que toma distancia del fetichismo de la autorregulación del
mercado, y en el que nuestra comunidad intelectual se desgarra entre pertinencia-
urgencia/libertad-necesidad, o entre investigación básica y aplicada. El rol de las
universidades ante el mercado y el Estado, al igual que frente a las demandas de los
nuevos actores sociales, ofrece un espacio privilegiado para preservar el rigor cien-
tífico y reconocer, de forma simultánea, los nuevos paradigmas de la acción social
que se encuentran en construcción, aunque sin dejar de reconocer los legítimos
reclamos relativos a la autonomía del proceso investigativo.
En el ámbito de la educación superior, nuestras comunidades intelectuales co-
rren el riesgo de caer presas de la competencia individualista, pues se tiende a
imponer el discurso de la “excelencia”, lo que supone la subordinación del otro y
la anulación de la idea de cooperación solidaria del nosotros. En otras palabras, un
discurso cada vez más sometido a la dudosa certificación de “calidad”, en función
de parámetros cuantitativos ajenos a las ciencias sociales y las humanidades, áreas
dominadas por el productivismo de la llamada economía de la información. Todo
esto condiciona nuestro quehacer intelectual a los imperativos del mercado y al
uso político de nuestros saberes. La opacidad resultante aleja, cuando no se rinden
cuentas o no hay transparencia en las prácticas de nuestras comunidades académi-
cas y profesionales, la responsabilidad cívica de los intelectuales.
Aquí vale la pena recalar en el planteamiento de Thomas Kuhn sobre el recono-
cimiento científico como lenguaje: “es intrínsecamente la propiedad común de un
grupo o ninguna otra cosa, en absoluto”. Se trata de una conclusión a propósito de
las pretensiones del concepto de paradigma, donde lo absoluto se sitúa en el campo
de lo gregario, lo social y lo colectivo, lo cual implica imaginar una epistemología de
segundo orden, de un orden materialmente compartido, dirección justamente hacia
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C ontroversias y C oncurrencias L atinoamericanas,
ALAS, número 1, abril de 2009, se terminó de imprimir en
marzo de 2009, en la ciudad de Toluca, Estado de México.
Para su composición se emplearon tipos de las familias Zapf
Humnst BT, Helvetica Neue y Big Caslon de 7, 10, 11 y 13
puntos. El tiraje, que constó de 1000 ejemplares, y su cuida-
do estuvieron a cargo de Santiago Matías y Bonobos Editores.