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VIVIENDO EN LOS EXTREMOS

Organismos Extremófilos:

“Los posibles precursores de la vida…”

FUNDAMENTACIÓN:

Hace unos 50 años, los científicos pensaban que la Vida, por definición, sólo podía
existir en un número muy limitado de ambientes. Sin embargo, se a ido encontrado
Vida en prácticamente todos los rincones que se han explorado y así, los científicos
han reconocido que lugares que se habían asumido como estériles, están llenos de
vida. Actualmente sabemos que todos los ambientes considerados "inhabitables" por
el hombre son colonizados por determinados organismos que son perfectamente
capaces de adaptarse a esos nichos ecológicos (escasez de agua, altas temperaturas,
frío, etc). Estos organismos son los denominados “Extremófilos”.

Y, aunque parezca una cuestión de respuesta evidente, cabe preguntarse: ¿qué es


"extremo"? Extremo es, en principio, un término relativo, ya que lo "extremo" ha de
definirse en función de un punto de comparación y, en nuestro caso, la referencia
está en lo que es "normal para el ser humano". En resumen, estamos ante un vocablo
con el que pretendemos definir la aptitud de ciertos seres vivos para desarrollarse en
condiciones físicas y químicas insoportables para el hombre (y, por comparación,
para la mayor parte de los organismos vivientes).

A estos organismos podemos dividirlos en varias categorías: termófilos, psicrófilos,


acidófilos, alcalófilos, halófilos, barófilos... de forma que ya se indica claramente la
naturaleza de su hábitat predilecto (calor, frío, acidez, alcalinidad, salinidad,
presión). Estos hábitats incluyen manantiales calientes, sistemas hidrotermales
submarinos poco profundos o sistemas de aberturas termales abisales (donde pueden
encontrarse microorganismos a temperaturas sobre 100ºC). También se encuentran
organismos extremófilos en lagos salinos, a veces en condiciones de salinidad casi de
saturación, y en ambientes con valores del pH extremos, sea ácido (zonas de
solfataras), o alcalino (fuentes carbónicas, tierras alcalinas, lagos de Carbonato de
Sodio). Los hábitats de los organismos psicrófilos incluyen los mares y tierras
polares fríos y los glaciares Alpinos, así como sedimentos del fondo del mar.

Es bastante frecuente que estos organismos vivan en biotopos que combinan dos o
más factores extremos, por ejemplo temperatura alta y condiciones ácidas, o baja
temperatura y alta presión. Y, no de forma casual, como veremos más adelante, la
mayoría de estos organismos extremófilos son microorganismos (fundamentalmente
procariotas, pero también algunos eucariotas).

El interés general en este "original" grupo de organismos se ha multiplicado desde


que se aislaron los primeros de ellos en ambientes que anteriormente habían sido
considerados imposibles para la vida. Como resultado de todo este "boom" la ciencia
se ha visto obligada a revisar los anteriores conceptos acerca de la biodiversidad
(sobre todo en el caso de los microorganismos) y se ha tenido también que
replantear ciertos conceptos acerca del origen de la vida, su evolución y limitaciones
en la Tierra.

Los extremófilos presentan un interés científico diversificado. De entrada, son


frecuentemente taxones nuevos que en el momento de su descubrimiento vienen a
completar el conocimiento filogenético de los seres vivos y también a enriquecer los
debates relativos al origen y a los límites de la vida. Además, sus biomoléculas son
necesariamente resistentes a las condiciones agresivas de su entorno, lo que
desemboca en intensos trabajos para intentar comprender los mecanismos íntimos de
resistencia, pero también para estudiarlos en la perspectiva del desarrollo de
aplicaciones industriales (entre las que la PCR -Polymerase Chain Reaction-
constituye el más bello ejemplo de la situación actual).

CLASIFICACIÓN

Un intento de clasificación exhaustiva de los distintos tipos de organismos


extremófilos puede representar un trabajo complicado y lleno de matices que no es
asunto prioritario en esta exposición. Tengamos en cuenta que, dentro del "saco" de
los Extremófilos cabe cualquier tipo de ser vivo que se aparte en sus parámetros
vitales de lo que, como ya hemos apuntado, consideramos "normal para el hombre".
Esto abarcaría un buen número de datos a considerar, por lo que hemos decidido
centrarnos en los organismos que, según la perspectiva actual, parecen más
interesantes desde el aspecto puramente científico o industrial.

Para intentar esbozar una clasificación de los organismos extremófilos podemos


adoptar dos enfoques básicos.

Podríamos hablar de Extremófilos Eucariotas y de Extremófilos Procariotas, y dentro


de estos últimos, de Extremófilos en el Dominio Archaea y de Extremófilos en el
Dominio Bacteria.

Pero, como ya hemos visto, la extremofilia puede estar referida a diversos


parámetros (temperatura, presión, pH, etc) que, permitiendo referencias
comparativas por oposición, tal vez puedan representar una clasificación más
"práctica" y comprensible a la hora de catalogar los distintos grupos de estos
organismos.

Clasificándolos así según:

Temperatura-PH-Oxigeno-salinidad-presión (donde desarrollaremos solo dos de las


clasificaciones debido a que estas son las mas relacionadas con los temas de la
cursada)

Temperatura
A medida que la temperatura ambiente aumenta, la velocidad a que se desarrollan las
reacciones enzimáticas aumenta de forma proporcional, lo que implica un desarrollo
más rápido del organismo. Esto sucede hasta llegar a una temperatura máxima, por
encima de la cual ciertos componentes de la célula comienzan a degradarse de forma
irreversible (desnaturalización de proteínas y ácidos nucleicos, colapso de la
membrana citoplasmática, etc), el crecimiento cesa y sobreviene la muerte celular.

En sentido contrario, a medida que la temperatura disminuye, la velocidad de las


reacciones enzimáticas disminuye y, por lo tanto, el crecimiento celular se hace cada
vez más lento hasta que al llegar a una temperatura mínima, cesa completamente. En
este punto nos encontraremos con un descenso excesivo en la fluidez de la
membrana que provoca una pérdida del gradiente de protones y un bloqueo en el
transporte de nutrientes.

Entre estos dos extremos nos encontramos con una temperatura óptima que es
aquella en la que, para cada microorganismo, las reacciones enzimáticas tienen lugar
a la mayor velocidad posible y el crecimiento celular tiene lugar de la forma más
rápida. En este punto, si el resto de las condiciones ambientales son las adecuadas, se
encuentra el punto ideal de desarrollo del organismo

Tasa de crecimiento en función de la temperatura, E. coli

Los microorganismos Termófilos (T máx 55-80ºC) e Hipertermófilos (T máx 80-


110ºC) conocidos en este momento son casi todos procariotas que pertenecen a los
dominios Archaea (Archaeabacteria) y Bacteria (Eubacteria).
En relación con la temperatura óptima podemos distinguir cuatro grupos de
organismos :

Psicrófilos, con temperaturas óptimas bajas. Un ejemplo sería Flavobacterium sp,


cuya temperatura óptima es 13ºC
Mesófilos, con temperaturas óptimas medianas. Sería el caso de Escherichia coli
con una temperatura óptima de 39ºC
Termófilos, con temperaturas óptimas altas. Un ejemplo puede ser Bacillus
stearothermophilus con una temperatura óptima de 60ºC
Hipertermófilos, con temperaturas óptimas muy altas. Como ejemplo tenemos
Pyrodictium brockii con una temperatura óptima de 105ºC

Psicrófilos (-10°C a 20°C)

Los océanos, que ocupan gran cantidad de la superficie terrestre, mantienen una
temperatura media de 5ºC, y en sus profundidades se han medido temperaturas
constantes de 1º-3ºC. Las grandes extensiones polares permanecen congeladas de
forma prácticamente continua. En estos ambientes "extremadamente" fríos se pueden
encontrar organismos en casi cualquier lugar en el que haya agua líquida. Existen
también zonas de climas continentales que, aunque en verano marquen temperaturas
de 40ºC, pueden llegar en invierno a -20ºC. Dada su alta variabilidad, estos
ambientes son menos adecuados para los organismos psicrófilos que las zonas
polares o las profundidades del océano.

Chlamydomonas nivalis es un alga microscópica que aparece frecuentemente en


grandes cantidades en zonas de nieve dándole a ésta un intenso color verde o rojo. Se
supone que esto es debido a que vive en el interior de las capas de nieve en estado
vegetativo, o sea, verde, y cuando las condiciones se vuelven intolerables, esporula
en grandes cantidades y sus esporas son de color rojo. Este tipo de algas, las
podemos encontrar en los picos de las montañas, en las cuales las bajas temperaturas
constantes les hacen posible la vida permanentemente a este organismo, y siempre
en modo de alga.
De cualquier manera, no hay que olvidar que hay un límite por debajo del cual no es
posible el crecimiento de ningún organismo: el punto de congelación del agua, que
está en 0ºC (aunque el agua de mar, por la presencia de sales, se congela a -2.5ºC).

Mesófilos (10°C a 50°C)

En este rango estaríamos hablando de la "normalidad". Aquí por lo tanto se incluyen


la mayoría de los seres vivos y, por descontado, las bacterias, incluidos todos los
patógenos de los mamíferos. Su T. opt se sitúa entre 20°C y 45°C. Algunos muestran
un crecimiento lento a más bajas temperaturas, sobre todo microbios del suelo que
muy a menudo deben sobrevivir en temperaturas extremas para su estándar.

Termófilos (40°C a 70°C) e Hipertermófilos (60°C a 110°C)

Llamamos termófilos a los organismos cuya temperatura óptima de crecimiento está


por encima de 45ºC e hipertermófilos (estenotermófilos) a aquellos cuya temperatura
óptima está por encima de 80ºC.

Aunque hay zonas en la naturaleza en las que se puede alcanzar fácilmente estas
altas temperaturas (suelos con alta exposición al sol, pilas de abono, etc), las
temperaturas extremas suelen estar asociadas a fenómenos volcánicos. No es difícil
que un arroyo caliente llegue a 90ºC, una fumarola volcánica a 200ºC o una fumarola
hidrotermal del fondo del océano a 300ºC.

Por esta y otras razones, el parque nacional de Yellowstone en Wyoming (USA) ha


sido desde hace bastantes años lugar predilecto de muchos investigadores para
desarrollar sus trabajos sobre los organismos termófilos. Allí, un manantial caliente
cuya agua brote a 90ºC, se va enfriando a medida que corre, creando un gradiente de
temperatura a lo largo del cual crecen diferentes especies de organismos distribuidos
en función de su tolerancia a las diferentes temperaturas.

Los investigadores encontraron, para su asombro, que incluso los manantiales más
calientes mantenían vida. A finales de los 1960 identificaron el primer extremófilo
capaz de crecimiento a temperaturas mayor que 70ºC. era una bacteria, Thermus
aquaticus, que haría posible después el uso extendido de una tecnología
revolucionaria (polymerase chain reaction = PCR). Aproximadamente en esa
misma época, el equipo encontró los primeros hipertermófilos en un arroyo
sumamente caliente y ácido. Este organismo, el archaea Sulfolobus acidocaldarius,
crece prolíficamente a temperaturas tan altas como 85ºC.

Brock defendió tras sus estudios que las bacterias pueden funcionar a temperaturas
más altas que los eucariotas y predijo que probablemente se encontrarían
microorganismos dondequiera que existiese el agua líquida. Otros trabajos, incluidas
las investigaciones que desde finales de los 1970 ha realizado los científicos en
manantiales más calientes y en los ambientes alrededor de las aberturas
hidrotérmicas del fondo del mar, han prestado fuerte apoyo a estas ideas. Las
aberturas hidrotérmicas, a veces llamadas fumadores, son esencialmente chimeneas
rocosas submarinas naturales a través de las que hace erupción el hirviente fluido
rico en mineral tan caliente como 350ºC.

Evidentemente, las enzimas y otras proteínas de termófilos e hipertermófilos son


mucho más estables que las de los organismos normales y funcionan perfectamente a
elevadas temperaturas. Parece ser que las diferencias en las secuencias de sus
aminoácidos no son demasiado grandes, pero algún pequeño cambio en ciertos
puntos clave, consigue diferencias en los plegamientos de las cadenas de
polipéptidos que son fundamentales en la resistencia al calor. Los ribosomas y otros
orgánulos encargados de las síntesis de proteínas son mucho más estables a altas
temperaturas, al igual que su membrana citoplasmática, que en el caso de los
termófilos, es rica en ácidos grasos saturados que las hacen mucho más funcionales y
estables al calor. En el caso de los hipertermófilos, Archaea en su mayoría, sus
membranas no están formadas por ácidos grasos sino por fitanoles (hidrocarburos de
cadena larga formados por encadenamientos de fitano).

El más resistente al calor de estos microbios, Pyrolobus fumarii, crece en las


paredes de las fumarolas hidrotermales submarinas. Se reproduce mejor en un
ambiente de aproximadamente 105ºC y puede multiplicar en temperaturas de hasta
113ºC. Curiosamente, deja de crecer a temperaturas por debajo de 90ºC.

Otro hipertermófilo que vive en chimeneas del fondo del


mar, el archaea productor de metano Methanopyrus spp,
está atrayendo ahora mucha atención porque está muy
cercano a la raíz del árbol de la vida; se espera que el
análisis de sus genes y su actividad ayuden a clarificar
cómo las células más tempranas del mundo sobrevivían.
Adaptaciones moleculares a la termofilia

La idea básica es poseer proteínas más estables a temperaturas elevadas y enzimas


termorresistentes.

En el caso de los organismos termófilos e hipertermófilos, las proteínas se condensan


para excluir el agua de su interior, tienen un grado más alto de hidrofobicidad, tienen
las cadenas de ácidos grasos más saturadas y más largas (en los archaea están unidas
por éter, y son cadenas de ácidos grasos ramificadas que todavía son más
hidrófobas).

Cuando se cambia la temperatura de crecimiento en un rango normal, las células no


exhiben cambios de composición significativos. Sin embargo, cambios en los rangos
extremos se acompañan típicamente por algunas alteraciones. Los cambios a
temperatura alta induce la producción de unas 24 proteínas, incluyendo muchas
proteasas, chaperones, etc. Los cambios para bajas temperaturas también inducen un
juego especial de proteínas que difieren de las proteínas resistentes al calor. La
temperatura baja causa un cambio en los ácidos grasos con más enlaces dobles (poli-
insaturados); algunas especies también disminuyen la longitud de las cadenas ácidas
grasas. Estos cambios ayudan a mantener la fluidez de los lípidos a temperatura baja
lo que a su vez ayuda a mantener la funcionalidad de las proteínas de membrana.

También la maquinaria encargada de sintetizar las proteínas (ribosomas, etc) es en


conjunto mucho más estable en estos organismos, al igual que la membrana
citoplasmática.

Aunque el conocimiento actual sugiere que el límite de la vida es de 150º c, como es


propio de las ciencias naturales, no se puede asegurar que esto sea asi, “es verdad
hasta que se demuestre lo contrario”.
Sobre esta temperatura, probablemente ninguna forma de vida podría prevenir la
disolución de los enlaces químicos que mantienen la integridad del ADN y otras
moléculas esenciales.

Los investigadores interesados en cómo la estructura de una molécula influye en su


actividad está intentando entender cómo las moléculas en los organismos
extremófilos permanecen funcionales bajo condiciones que destruyen moléculas
equivalentes en organismos adaptados a condiciones menos extremas. Ese trabajo
todavía está en marcha, aunque parece que las diferencias estructurales no necesitan
ser dramáticas. Por ejemplo, varias extremozimas adaptadas al calor se parecen a sus
similares "normales" en estructura aunque parece que contienen más enlaces iónicos
y otras fuerzas interiores que ayudan estabilizar todas las enzimas.

Cuando Mullis inventó la técnica, las polimerasas procedían de microorganismos no


termófilos y por eso dejaban de funcionar correctamente en las fases de alta
temperatura. Los técnicos tenían que rellenar las enzimas a mano después de cada
ciclo. Para intentar resolver el problema, a finales de los años 80, científicos de
Cetus probaron a utilizar T. aquaticus (descubierto por Brock unos 20 años antes) y
aislaron la ADN polimerasa del microbio (Taq polimerasa). Su alta tolerancia al calor
llevó al desarrollo de una tecnología de la actual PCR totalmente automatizada.

Organismos extremófilos: el pH

Recordemos que el pH es una función logarítmica que define la cantidad de iones H


presentes en una solución y se mide sobre una escala en la que, considerando que el
pH neutro es 7, llamamos pH ácido a los valores inferiores a 7 y pH alcalino a los
superiores a 7.

Como punto de partida hay que recordar que, independientemente del valor de pH
del entorno en que viva un organismo (pH extracelular), el pH del interior de las
células (pH intracelular) ha de estar siempre cerca de la neutralidad para que no se
produzca la destrucción de macromoléculas lábiles (sólo en el caso de algunos
organismos que viven en ambientes de pH extremo se dan variaciones de 1-1.5
unidades sobre el pH neutro en su pH intracelular).
De forma muy similar a lo que ya vimos en el caso de la temperatura, cada
organismo tiene un rango muy definido de pH en el que puede desarrollarse (pH
óptimo); en la gran mayoría de los casos este pH está cercano a 6. Pocas especies
pueden vivir alejadas de ese valor y muy pocas pueden hacerlo en pH inferiores a 2 ó
superiores a 10.

Las células mantienen un pH interior constante sin importar el pH externo, y la


mayoría de los neutrófilos tiene valores de pH intracelulares (pHi) que están cerca de
la neutralidad (E. coli tiene pHi = 7.6). Sin embargo, este pH interior es inconstante,
con acidófilos que tiene algo más bajo su pHi (sobre 6.5) y alcalófilos que tienen el
pHi sobre 8.0

Intercambiando H+ y K+ por la membrana puede establecerse un diferencial de pH


adecuado. La entrada de K+ reduce el potencial de carga de la membrana, e
intercambiando H+ por K+ a través de la membrana se consigue el del pH del
citoplasma.

Los Acidófilos deben mantener un DpH muy grande a través de la membrana celular,
dado que el pH interior es aproximadamente 6.5 y el pH externo óptimo está sobre
pH 2. La entrada de K+ a costa de ATP (K+ ATPase) se usa probablemente para
mantener invertido el potencial químico.

Los Alcalófilos viven en ambientes ricos en carbonato sódico y se encuentran en


situación opuesta, dado que constantemente deben bombear H+ en la célula para
mantener el pH bajo en relación al pH externo alto. La síntesis de ATP en los
alcalófilos es un problema particular, y la respuesta a este dilema no está
completamente clara, pero puede ser que el flujo de H+ local sea más importante que
los efectos de los H+ global; la respiración podría acoplar directamente a la ATP
sintetasa para entregar protones para la síntesis de ATP.

Los alcalófilos usan probablemente un sistema antiportador de Na+/H+ para


mantener el pH interior bajo. Se usan los protones generados por las actividades
respiratorias para bombear Na+ fuera de la célula. A cambio, se usa el gradiente de
Na+ para bombear solutos, etc. en la célula vía transporte de Na+, completando el
circuito.

Las bacterias, y otros organismos no procariotas, tienen capacidades notables de


adaptación y, bioquímica y fisiológicamente, admiten condiciones de crecimiento
que van de pH 1 a pH 11.

En función de ésto podemos distinguir tres grupos de organismos:

Acidófilos crecen a pH 1-5


Neutrófilos crecen a pH 6-8
Alcalófilos crecen a pH 9-11
Acidófilos

Los organismos que pueden crecer a pH bajos se denominan acidófilos.

En líneas generales, los hongos toleran mucho mejor que las bacterias los pH ácidos.
Muchos tienen su punto óptimo en pH 5 pero, sin embargo, muy pocos crecen a pH
Hay también algunas bacterias y Archaeas acidófilas e incluso las hay acidófilas
obligadas, incapaces de desarrollarse a pH neutro. De estas últimas tenemos
ejemplos como algunas bacterias del género Thiobacillus o Archaeas del género
Sulfolobus o Thermoplasma.

Los ambientes muy ácidos pueden ser el resultado natural de actividades


geoquímicas (como la producción de gases sulfurosos en las aberturas hidrotermales
y en algunas fuentes termales) y de las propias actividades metabólicas de cierto
acidófilos. También se encuentran acidófilos en los residuos extraídos de las minas
de carbón. Las moléculas defensivas que proporcionan esta protección, así como
otras que entran en contacto con el entorno, deben poder operar en acidez extrema.
De hecho, las extremozimas que puede trabajar a un pH por debajo de uno (más
ácido que el vinagre o los fluidos del estómago) se han aislado de la pared celular y
de la membrana subyacente de algunos acidófilos.

Las aplicaciones potenciales de las extremozimas ácido-tolerantes van desde los


catalizadores para la síntesis de compuestos en soluciones ácidas a los aditivos para
alimentos de animales ya que se piensa que funcionan perfectamente en sus
estómagos. Cuando se agregan a ciertos alimentos, las enzimas mejoran su
digestibilidad y evitan la necesidad de comida más cara.

Alcalófilos

Son los organismos que tienen su pH óptimo entre 10 y 11.

Los Alcalófilos viven en suelos sobrecargados con bicarbonato y en los llamados


lagos de sosa, como los que se encuentran en Egipto, el Rift Valley en Africa y en los
EE.UU. occidentales. Con un pH 8 o superior, ciertas moléculas se degradan, por
consiguiente, los Alcalófilos, igual pero en caso inverso que los acidófilos,
mantienen la neutralidad en su interior, y sus extremozimas se localizan en o cerca
de la superficie de la célula y en secreciones externas. La mayoría de ellos
pertenecen al género Bacillus.

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